CAPITULO XXXVI
Jonah
Hago una mueca al ver por la ventana que la lluvia va en aumento, y que probablemente no se detendrá hasta mañana. No era que no me gustaran los días lluviosos como este, pero me traía muy malos recuerdos.
—¿Qué es lo que tanto ves por la ventana? —Nathan apatece detrás de mí, abrazándome.
Una sonrisa se colocó en mi labios y me di vuelta para poder devolverle el abrazo. Mi sonrisa vaciló un momento al ver el golpe en su pómulo, pero me recompuse de inmediato. Nathan no necesitaba que me volviera loco por ello ahora, solo necesitaba mi cariño y vaya que se lo daría. Estar junto a él era una de las cosas más gratas que había tenido en la vida, con solo poder saber que estaba bien y ver su sonrisa podría estar tranquilo.
Por ello necesitaba hacerme cargo de ese ser inservible en su vida y el podría estar por fin en paz.
«Luego pondremos en marcha el plan para que sea nuestro novio».
Aunque ponerle etiquetas a lo que teníamos no era necesario, porque ya era perfecto de por sí, pero el título de “novios” les haría saber a los demás que él era solamente mío.
—¿Aún te duele? —acaricié el golpe bajo su ojo derecho, el cual ya estaba obteniendo un color amarillento a su alrededor.
Él negó, regalándome una de sus sonrisas y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza.
—Ya no —me aseguro—. Pero estoy seguro de que se pondrá peor y tendré que darle una explicación a Jordan sobre esto.
—Estoy seguro de que no se molestará contigo.
—Lo sé, pero no quería preocuparlo. Suficiente tenía con sus propias problemas, como para que llegue yo y le sume más preocupaciones. No quiero ser una molestia.
Puse su cabeza sobre mi pecho y lo abracé aun más fuerte, me dolía que él se considerara una molestia para los demás y sabía muy bien las razones para ello. Pero aun así dolía, Nathan era una de las personas más buenas que había conocido en la vida, que solo había tenido un pasado difícil y no iba a juzgrlo por ello nunca.
—¿Qué te parece si vemos una película? Cocinaré algo sencillo y pasaremos el resto del día sin hacer nada.
—Me agrada esa idea.
—Ve a la sala. —Deposité un casto beso en sus labios—. Iré en un momento, hoy es tu turno de escoger una película.
—Está bien —dijo sonrojado.
Y llámenme loco, pero no importaba cuántas veces lo viera sonrojado, me seguía pareciendo la cosa más tierna del mundo.
Nathan me dio una sonrisa, antes de desaparecer por el pasillo e ir a la sala, no pude evitar soltar un suspiro de tonto enamorado. Tan poco tiempo a su lado y yo ya había caído por completo ante él. Me obligué a mí mismo a salir de mi burbuja de enamorado e ir a la cocina, y me avergoncé al ver que lo único que tenía eran algunas bolsitas de pasta y tomates...
Y recordé que hace unos días tenía que hacer la compra, pero pasó lo de Nathan y lo olvidé por completo después. Así que con resignación, tomé una olla y puse a hervir el agua para la pasta y toméa los tomates para poder hacer la salsa.
«Genial, Jonah, con esta cena lograrás impresionar a cualquiera».
Solo déjame en paz.
«Sabes que te estoy diciendo la verdad. ¿Pasta con salsa?».
Bufé molesto por la pequeña pelea interna que tenía, pero toda esa molestia se desvaneció cuando sentí dos pequeños brazos rodeando mi pecho.
—¿Puedo ayudar en algo? —murmuró Nathan contra mi espalda.
—Ya casi termino... aunque no es la gran cosa, porque olvidé hacer la compra y hice algo decente con lo que tenía.
Nathan se separó de mí y curioso se acercó a la estufa donde estaba hirviendo la pasta junto con la salsa.
—¿Pasta?
—Sí, ya se que no es mucho...
Me cortó dando un beso en mi mejilla.
—Me encanta la pasta —dijo con una sonrisa.
Y como estúpido me sonrojé y tuve que llevar una de mis manos hacia mi rostro, para intentar cubrir ese hecho y a mi ridículo corazón que se aceleraba de una manera casi sobrehumana. ¿Por qué me ponía así con un simple beso? Era bastante tonto de mi parte reaccionar así. Llevé mi mirada hacia Nathan, pero cuando me topé con el hermoso negro de sus ojos y su sonrisa, solo logré sonrojarme más.
—¿Cuánto tiempo crees que le falta? —preguntó, refiriéndose a la pasta.
—Tal vez unos... cinco minutos —dije, aún evitando verlo.
—¿Ya no hay nada en lo que pueda ayudar?
Al escuchar su tono de voz desilusionado, me volteé enseguida. Tenía el ceño ligeramente fruncido y estaba haciendo un puchero, y con eso fue la última flecha que faltaba para poder desarmarme por completo. Vuelvo a repetirlo, ¿Como una persona puede ser tan adorable?
Una idea un tanto pícara cruzó por mi mente y al notar que el sonrojo en mi rostro se había apagado un poco, no dudé en llevarla a cabo.
—Creo que sí hay algo en lo que puedes ayudar.
Su mirada se iluminó.
—¿En serio? Dime qué es lo que tengo...
No lo dejo terminar. Cuando llevo mis manos hacia su rostro y acuno sus mejillas, él se sonroja viendo mis intenciones, pero no me aparta y eso lo tomo como mi tarjeta verde para avanzar y juntar mis labios con los de él en un cálido beso.
¡Y joder, solo con eso veo luces!
Nuestro beso comenzó inocente, con solo nuestros labios acariciándose en un suave toque, pero como me pasaba siempre que me besaba con Nathan, anhelé más que solo esos dulces roces.
Mordí su labio inferior —tal vez un poco más fuerte de lo que tenía planeado— y él abrió un poco sus labios soprendido, pero no le puse atención y solo rocé nuestras lenguas para poder profundizar el beso. Al principio, Nathan se resistió un poco, pero luego de unos segundos no dudó y me correspondió el beso con la misma intensidad, haciendo estragos en todo mi cuerpo, sobre todo en mi amigo de abajo.
Nathan se puso de puntillas, entrelazó sus brazos detrás de mi cuello y se pegó un poco más a mí, pero luego dio un respingo asustado y se separó, bajando sus ojos y sonrojándose tanto como un tomate al ver mi media erección.
«Tonto, tenías que controlarte, debíamos demostrarle que no somos igual que él».
Con toda mi fuerza de voluntad, me separo por completo de Nathan y trato de pensar en mil y un cosas que hagan que mi amigo se tranquilice todo lo que pueda. Pero mis ojos me traicionan y van hacia Nathan, que tiene los labios hinchados por los besos, las mejillas sonrojadas, el cabello desordenado y está jadeando por aire.
Sí... ahora tengo un serio problema en mis pantalones.
Me rasco la nuca, incómodo por el silencio entre nosotros y el hecho de que Nathan no quite sus ojos de mi erección.
—Lo siento —me disculpo y con eso logro llamar la atención de mi pequeño rubio a mis ojos—. Yo... esto fue solo por el momento, es una reacción natural...
Espero una respuesta de su parte, pero Nathan sigue sin decir nada. Así que llego a una conclusión.
«Las has cagado en grande, amigo».
¡Oye! Tú eres parte de mi, así que la hemos cagado juntos.
«No me metas a mi en esto, tú solito lo arruinaste, ahora arréglalo. Yo me voy».
¡Cobarde!
—Iré a ducharme —aviso, pero de nuevo no obtengo una respuesta—. Apaga la estufa y come, yo bajaré en un rato.
Me doy la vuelta con toda la intención de irme y tal vez golpear la pared de mi ducha, por ser tan estúpido y dejarme llevar. Pero no soy capaz de dar muchos pasos, cuando Nathan me sujeta de la manga de mi camisa de forma tímida.
—Yo... podemos. Yo quiero... —balbucea palabras sin sentido.
Dejo salir un suspiro. Sé lo que tal vez quiere decirme y maldigo en mis adentros. No quería presionarlo en nada conforme a este tema.
—Nathan —lo llamo.
Tomo su mano libre y doy un beso en sus nudillos.
—No te sientas presionado por esto —digo refiriéndome a mi amigo de abajo—. Es una reacción natural. Me gustas, así que es casi imposible no perder un poco el control, pero eso no quiere decir que tenga que pasar ahora, será cuando tú estés listo —dejo un beso en su mejilla—. Tranquilízate.
—Gracias, Jonah, pero... no... ese no es el problema.
—¿Entonces cuál es? —Sus mejillas enrojecen más.
Acaricio su barbilla para tranquilizarlo y animarlo a que me diga lo que tiene que decir.
—Es que yo... yo quiero... quiero hacerlo.
Me mano se detiene en seco y mi corazón se detiene junto con ella.
—¿Qué...?
Debí escuchar mal, tuve que haber escuchado mal... Seguro fueron ilusiones mías por la calentura, tengo que darme esa ducha fría cuanto antes.
—Quiero hacerlo contigo —dice, ahora más seguro.
Y sus palabras me desarman. Retrocedo unos pasos estupefacto y me llevo las manos a mi cabello, tratando de aclarar las ideas.
«Tenemos su aprobación, hay que aprovecharlo».
¿En serio? ¿Justo ahora es cuando te apareces?
«Obvio. Nathan está dando su consentimiento. ¿O acaso me dirás que la idea te desagrada?».
¡Para nada! Pero tenemos que respetarlo, él ahora solo siente presión por como estamos.
«Pero... es nuestra oportunidad».
¡Dije que no! Ahora vete.
«Maldito».
—Cariño, en serio no debes sentirte presionado.
—No es presión, estoy seguro de lo que te digo.
—¡No, estás equivocado! Subiré a darme una ducha y luego veremos una película...
—¡Jonah, quiero acostarme contigo!
—¡No escucho nada! ¡Tengo orejas de pescado! —grito tapándome los oídos como un niño.
—¡Jonah! —grita Nathan enfadado.
Sigo tapándome los oídos, e ignoro los gritos de Nathan. Subo a mi habitación, pero mi rubio me sigue los pasos y sigue gritándome. Entro y voy directo hacia mi armario y saco la ropa, Nathan entra poco tiempo después y se cruza de brazos dándome un mirada asesina.
Sigo ignorándolo y cuando estoy a punto de encerrarme en mi baño, el grita:
—¡Sigue ignorándome y me iré con Franco!
Eso llama por completo mi atención y abro la puerta de mi baño con todas mi fuerzas, me acerco a él con pasos agigantados y lo tomo por los hombros.
—¡Eso nunca! —grito furioso, pero él solo me da una sonrisa inocente.
—Consegui tu atención, cielo.
Bufo molesto.
—Escucha, Jonah, sé que no tengo el mejor de los pasados y si el problema es que te sientes incómodo...
Lo interrumpo.
—¡Claro que no es eso, por Dios! Te deseo de una manera que me asusta, pero conozco por lo que pasaste y lo he enfrentado, y no quiero que llegues a pensar que si te entregas a mí... te pasará lo mismo o que sientas que sino lo haces, te abandonaré.
—Sé que no lo harás, yo quiero hacerlo. Me has demostrado en más de una ocasión lo mucho que me quieres y confío en ti. —Él toma mi mentón, levantando mi cabeza para que lo vea a los ojos—. Tú no eres él, así que no tengas miedo, porque yo no te lo tengo a ti.
Nathan se inclina un poco y deja un suave beso sobre mis labios. Pego mi frente con la suya y nos quedamos así por no sé cuánto tiempo... solo con nuestras frentes unidas. Pero luego un olor a quemado inunda mi nariz y me levanto de golpe.
—¡La pasta!
Bajo apresurado, pero para cuando llego es muy tarde, la pasta está quemada por completo y la olla donde estaba también se está quemando. Nathan aparece poco tiempo después frente a mí y se ríe al ver mi cara de asco, al tratar de despegar lo que era nuestra cena. Estoy por reclamarle, pero el timbre de la casa suena, Nathan deja de reírse y yo me pongo alerta.
Dejo la olla sobre la encimera, y me voy hacia la puerta.
—Jonah...
—Quedate aquí, mi pequeño zafiro.
Me quedo parado frente a ella por unos segundos tratando de calmarme, no esperábamos a nadie. Anna y Thomas cancelaron los planes el día de hoy, y Nathan solo le dijo a Jordan que pasaría la noche conmigo, la única opción que me queda es que sea él...
Respiro profundo y abro la puerta, listo para lanzar un puñetazo, pero me detengo al ver de quién se trata.
Thomas está frente a mí con la ropa mojada a más no poder y tiene los ojos rojos y hinchados de tanto llorar. Al verme su labio comienza a temblar.
—¿Thomas? —pregunta mi rubio a mi lado, igual de confundido que yo—. ¿Qué te pasó? ¿Qué haces aquí...?
Thomas repara en la presencia de Nathan, y al verlo deja de lado el llanto y se acerca a él.
—Nathan, ¿qué te pasó? ¿Quién te golpeó?
—Eso no importa ahora, pero dime, ¿qué te pasó a ti? ¿Por qué vienes hasta aquí así y llorando?
Él parece recordar algo, porque sus ojos se cristalizan y sin que Nathan se lo espere, se lanza hacia él, abrazándolo.
—Me engañó... —solloza—. Todo fue mentira.
Nathan lo abraza de regreso, sin importarle que lo está mojando y luego me ve dándome una mirada de «¡reacciona!» y lo hago. Hago que Thomas entre aún abrazando a Nathan y cierro la puerta detrás de mí. Mi pequeño lo lleva al comedor y se sientan ahí. Thomas sigue llorando a mares y soltando palabras sin sentido, mientras Nathan hace el intento de consolarlo.
Pongo a hervir un poco de agua y cuando está lista, hago un poco de té para Thomas, regreso al comedor y parece que se calmó un poco, así que le entrego el té.
—Gracias... —intenta sonreírme, pero no lo logra.
Me siento frente a él y dejo salir un suspiro.
—Fresita, ¿puedes explicarme qué te pasó para que vinieras debajo de esta lluvia y llorando a mi casa?
—Lo siento...
—No te estoy reclamando nada, solo quiero saberlo, porque me preocupa.
Él se queda callado y baja la cabeza.
—Hey, puedes contárnoslo, somos tus amigos. Jamás te juzgaríamos —lo anima Nathan.
Él sorbe un poco su nariz y limpia sus lágrimas con el dorso de su mano. Deja salir un poco de aire, antes de levantar la cabeza y comenzar a contarnos todo.
—Ambos... sabían que yo tenía “algo” con Logan. La cosa es que, hace unos meses él y yo nos odiábamos, pero no sé cuándo la cosa cambió, según yo empezamos como amigos, pero había algo entre nosotros que nos decía que no éramos amigos.
«Tiempo después, él empezó una relación con Rosy, una compañera. Pero aunque eso pasó, no nos impidió llevar nuestra relación a otro nivel. Él me dió nuestro primer beso cuando despertó en el hospital, y luego otro cuando al día siguiente lo llevé a su casa, me dijo que quería hacer las cosas bien conmigo y le creí —una sonrisa aparece en su rostro, junto con algunas lágrimas que se le escapan al parpadear —lo demás es historia, pasábamos tiempo juntos después de la escuela, como “amigos”, pero la verdad era que nos besábamos, e incluso me llevó a una cita.
Su voz tiembla y le cuesta seguir hablando, Nathan aprieta su mano dándole apoyo para que siga.
—Pero no todo era color de rosa. Logan tenía y tiene miedo de lo que los demás piensen de él. Siente la necesidad de encajar y claro está que si alguien se enteraba de que éramos más que “amigos” las críticas vendrían con ello. Y gracias a eso, lo nuestro siempre se mantuvo a puerta cerrada, pero no importó, todo lo que yo pensaba era: «si estoy con él, todo valdrá la pena, en el futuro todo cambiará» —él niega con la cabeza— ese fue mi más grande error, no debí aceptar y no debí quedarme a su lado, solo por pensar que en el futuro habría un nosotros.
«Pasó el tiempo y los momentos malos junto a él le ganaban a los buenos, tuve que tragarme muchas cosas al estar junto a él. Hasta palabras hirientes de su parte, pero no me importó, en algún momento me di cuenta de que... me había enamorado de él, pese a todo lo malo, lo amaba —Thomas se quiebra y lleva sus manos hacia su rostro, ocultando las lágrimas—. Creo que incluso ahora, ese amor está vivo en mi pecho y me odio a mí mismo por ello. Sigo amando a una persona que nunca sintió ni un poco de cariño por mí.
—¿Por qué dices eso, Thomas? —se atreve a preguntar Nathan.
—Hace una semana... —susurra y evita por completo vernos a los ojos—. Me acosté con él. Sabía que estaba mal, él tenía novia y yo no era más que su amigo, pero poco me importó, me dejé llevar y el dijo que... me quería, me dijo que me quería y fui feliz. Pero al día siguiente cuando desperté, él no estaba conmigo, mi corazón se rompió, pero unas horas después el me llamó y dijo que quería hablar conmigo. Llegué al lugar acordado, me ilusioné y pensé que me diría que por fin podríamos estar juntos.
«Me equivoqué, me dijo que lo que había pasado entre nosotros, había sido un error, un calentón de una noche y que ocurrió solo porque estaba borracho. Eso terminó de quebrarme y luego de eso ninguno de los dos hizo el intento de hablar. Ahí me demostró que nunca le importé.
—Maldito... —mascullo.
—Eso no fue lo peor. Anna fue a verme y me convenció de que por mi bien, tenía que cortar lazos con él y alejarme, y acepté porque gracias a esa relación me di cuenta de que dejé de lado mi verdadero esencia.
Entonces fui a su casa y... —él se calla un momento y toma una profunda respiración antes de continuar—. Lo encontré con su novia, estaban discutiendo, no quería interrumpir y me quedé callado. Entonces escuché... que todo fue un plan. Consistía en qué Logan me enamoraría, se acostaría conmigo y luego me abandonaria, todo para darme una lección. Logan nunca me amó, y nunca lo hará.
Me levanto de la mesa con los puños apretados, tratando de contener mis ganas de salir a pesar de la lluvia y darle la golpiza de su vida a ese idiota. Sabía que no le convenía, sabía que había lago mal en él, desde el primer momento en que lo ví.
—Voy a matarlo —grita Nathan sorprendiéndome—. Llamaré a Anna y juntos lo mataremos.
—¡No! No llames Ann a—grita ahora Thomas.
—¿Por qué no? Estoy seguro de que ella estará feliz de hacerlo.
—No la llames, no quiero que nadie sepa que estoy aquí. Necesito un momento de paz, no quiero escuchar preguntas de mis padres o de alguien más —solloza—. Solo necesito olvidar por un momento que amo a un imbécil que no se lo merece, quiero olvidar que... él nunca me quiso y que caí en su trampa como un estúpido.
Rodeo la mesa hasta llegar a él y abrazarlo.
—No te preocupes, fresita —dejo un beso sobre su cabeza—. Aquí estás a salvo.
Thomas se aferra a mi camisa y llora con fuerza, liberando todo lo que siente. Poco después se tranquiliza y toma una ducha en el cuarto de invitados que tengo, le presto un poco de ropa y Nathan se queda a su lado, hasta que lo convence de que debe descansar.
Sale de la habitación y me convence de cumplir mi promesa de no llamar a nadie. Y lo cumplo, pero la rabia que siento dentro no se puede detener. Thomas para mí es como un hermano y el imbécil de Logan le hizo daño. Lo dejaré tranquilo por ahora y tal vez no sea mañana, o en los próximos días, pero él no se librará de la paliza que quiero darle.
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Bueno un poco de azúcar con esta parejita, ¿Qué piensan sobre ellos?
¿Soy la única que los ama?
Además...¿Quien más ama a Johan? Por qué yo si.
Espero que le haya gustado y lo disfruten.
Les mando muchos abrazos
Atte 🖤 FerLemuz 🖤
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