CAPITULO XXIV

«Te veo en las gradas después de clases».

Ese fue el único mensaje que recibí de Logan en todo el día, le respondí preguntando si algo había pasado, pero nunca respondió. Así que después de las clases y de darle una excusa a Anna —que estoy seguro no me creyó— entro de nuevo a la escuela y voy directo hacia las gradas del estadio de fútbol.

Ya casi no queda nadie en el edificio, y eso me hace pensar que no podré ver a Logan, pero termino equivocándome. Cuando llego, encontro a Logan caminando de un lado a otro, su expresión es de molestia pura y está hablando por teléfono, gritándole cosas no muy buenas a la otra persona.

Me acerco a él con cautela.

—¡No me importa lo que hagas con tu vida! Pero al menos podrías haberme avisado sobre tus planes, ¿qué se supone que haga ahora?

Llego hasta donde está el y me quedo unos pasos atrás. Parece que la otra persona le contesta algo no muy agradable, porque su rostro adquiere un nuevo tono rojizo y una vena resalta en su cuello.

—¿Sabes qué? ¡Vete al diablo! Espero que te la pases muy bien con el cerdo que tienes por novio.

Logan termina la llamada y guarda su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Parece estar buscando algo que golpear, pero como no lo encontra, eleva sus brazos al cielo y hace unos gestos algo raros —que me parecieron divertidos—, pero sabía que en estos momentos, él no estaba para que alguiene gastara una broma.

—Logan... —digo en un susurro, no muy seguro de si hago lo correcto al hablarle.

El voltea rápido para ver de quién se trata con su expresión de molestia aún presente, pero cuando se da cuenta de que soy yo... se suaviza un poco.

—Thomas... pensé que no vendrías —dice dándome una media sonrisa.

—¿Por qué no lo haría? —Me pongo a su lado y le doy un pequeño golpe en el hombro—. Queria verte y tu mensaje me dejó preocupado.

—Esa no era mi intención —dice algo avergonzado.

—Lo sé, pero aún así el poder verte me hace feliz.

—Idiota. —Logan voltea su rostro evitando verme, pero aún así logro ver el sonrojo de sus mejillas.

«Es adorable».

Un poco dudoso acerco mi mano hacia la suya y la tomo, sin siquiera poder verlo a la cara por la vergüenza que siento.

—¿Pasó algo malo? —digo refiriéndome a su discusión de hace unos minutos.

El aprieta mi mano y suelta una pequeña risa, logrando avergonzarme más.

—No. Mi madre decidió irse de viaje con su nuevo novio, estaré solo en casa durante ese tiempo.

—¿Solo? ¿No hay nadie con quien puedas quedarte mientras ella está de viaje?

—La verdad es que no. En todo caso sería con... Rosy —susurra.

Una pequeña punzada llega a mi corazón, porque a pesar de haberlo susurrado, pude escuchar el nombre de Rosy salir de su boca. Y la verdad es que me molesta que su primera opción no haya sido yo.

—¡Oh, Rosy! —exclamo con algo de rabia—. Siempre olvido que es tu novia.

—Sí, mi novia...

Los dos nos quedamos en silencio, y aunque no lo quiera admitir, es obvio que el comentario de antes solo logró incomodarnos y matar el ambiente que había entre nosotros.

—¿Para qué querías verme? —pregunto tratando de cambiar de tema.

—Sobre eso... ¿Quieres ir por algún helado o ver alguna película en mi casa?

—¿Solo por eso me llamaste aquí?

—¿Esperabas otra cosa? Pasar tiempo contigo es algo que disfruto.

—Tonto...

—¿Que te parece si damos una vuelta?

Asiento como respuesta y comenzamos a caminar, pero cuando estamos a punto de salir de debajo de las gradas, se detiene y me ve con una expresión algo asustada.

—¿Qué sucede?

—Eh... pues, todavía...

Me señala algo con sus ojos y capto enseguida que se trata de nuestras manos, que aún están unidas. De inmediato lo suelto y le sonrío un poco incómodo.

—Lo siento, lo había olvidado.

—No te preocupes. ¿Vamos?

—Sí.

Logan me sonríe y se adelanta unos pasos, yo me quedo observando como se aleja de mí, y trato de ignorar el dolor en mi corazón. Unos pocos segundos después comienzo a seguirlo y plasmo una sonrisa en mi rostro.

«¿De verdad te importaría que yo me fuera?»

(...)

Voy con Logan hacia una de las heladerías del pueblo. En todo el camino nos la pasamos hablando sobre cosas que nos gustan y que no nos gusta, conociéndonos mejor, y eso me hace feliz.

Entramos en la heladería y Logan me deja pasar primero. Adentro solo hay una chica viendo su teléfono. Ella voltea a vernos y se nos queda viendo un rato, pedimos nuestro helados —Logan de menta y yo de chocolate. Lo sé, soy algo aburrido, pero prefiero lo tradicional—, los tomamos y vamos hacia nuestra mesa. Logan aún no parece notar la mirada de la chica, así que antes de sentarme me volteo y le doy una sonrisa.

Ella se avergüenza y devuelve su mirada al teléfono.

—Parece que eres muy popular —dice Logan llevándose una cucharada de helado a la boca.

—¿De qué hablas?

—La chica de allá, le sonreíste...

—¡Oh, eso! —digo sorprendido por la forma molesta en que lo dijo—. No es nada, al parecer siempre ha sido así desde que era pequeño, pero ninguna mujer tiene oportunidad... bueno, por lo que ya sabes.

—Así es... —Él come otro poco de su helado y luego voltea a verme muy serio—. ¿Alguna vez tuviste novio?

Me atraganto con mi propia saliva cuando esa pregunta sale de sus labios y mis mejillas comienzan a colorearse.

—¿Por qué preguntas eso? —digo con falta de aire.

—No lo sé, simple curiosidad. —Se encoje de hombros como si el tema no le importara—. ¿Y? ¿Tuviste novio?

Hago ruidos raros tratando de quitar la tos y la molestia en mi garganta, lo logro y recupero mi compostura antea de contestarle a Logan.

—Sí, tuve un novio antes.

—¿Cuánto duraron?

—¿Por qué quieres saberlo? —Su mirada sigue igual de seria.

—Solo contesta.

—Tal vez uno o dos años, no lo recuerdo muy bien.

Él se queda en silencio y eso me hace sentir incómodo.

—Lo conocí en mi segundo año de secundaria. Él era mayor que yo por un año, fuimos amigos y luego las cosas avanzaron a una relación. Duramos el tiempo que yo estuve viviendo en Londres. En la actualidad solo somos amigos...

—¡¿Sigues en contacto con él?!

—Sí. Antes de ser mi novio, Ethan fue un gran amigo y lo sigo queriendo.

De algún modo siento que no debí haber dicho eso último.

—Está bien. ¿Terminaste? Creo que es mejor que nos vayamos, te dejaré en tu casa y luego me iré.

Logan se levanta de su asiento y sale azotando un poco la puerta, me quedo un rato sentado donde estoy, dejando salir algunos insultos solo audibles para mí. Me levanto y le pido disculpas a la señorita que nos atendió por la actitud de Logan.

Salgo y encuentro a mi querido acompañante hablando de nuevo por teléfono. Pongo los ojos en blanco, tiro el helado que me sobra en un bote de basura. Paso frente a él comenzando mi camino hacia mi hogar sin siquiera esperarlo, solo es hasta unos minutos después que logro escuchar sus pasos cerca de mí, tratando de alcanzarme.

No me molesto en hablarle y sigo caminando.

«Imbécil».

(...)

Llegamos a la calle donde está mi casa y me detengo, Logan hace lo mismo. Quiero despedirme, pero no creo que sea buena idea. Su actitud de antes logró molestarme. ¿Qué importa si ya tuve un novio? No creo que no haya conocido a alguien antes que a mí. Además, el está en una relación con Rosy y no por eso estoy haciendo un drama —aunque me molesta y ganas de hacerlo no me faltan—. Al final decido hablar, pero Logan se me adelanta.

—¿Tienes el fin de semana libre? —pregunta de una manera que logra molestarme aún más.

—No. Mañana es el cumpleaños de la mamá de Anna y el domingo saldré con un amigo.

—¿Con qué amigo?

—¡¿Qué te importa?! ¿Por qué tengo que informarte todo lo que haré?

—Tienes que hacerlo, nosotros somos...

—¿Somos qué?

—Los amigos no hacen lo que nosotros hacemos —dice, evadiendo mi pregunta.

—¿A qué te refieres? ¿Hablas de cuando nos besamos o nos tomamos de la mano?

—Exacto.

—Pues no te sientas con derecho sobre mí por esas cosas. ¿O es que acaso me dirás que te gusto y quieres ser mi novio? Puedo hacer lo que quiera con mi vida.

—Incluso besarte con ese amigo tuyo.

—¿Por qué no? No eres mi novio. No tienes porqué interferir en mis relaciones, aún cuando sabes que tú haces lo mismo con Rosy.

Él intenta replicar, pero una voz detrás de nosotros nos sorprende.

—Thomas.

—¿Qué haces aquí? —digo con sopresa al ver de quién se trata.

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