CAPITULO XXIII
—Te mudarás a Nueva York.
—Sí
—¿Se lo has dicho a Anna?
—Tengo miedo de cómo reaccionará.
—¿Y Logan?
—No sé si tengo el valor para decírselo.
Jonah me observa con pena mientras sigue limpiando la barra del bar. ¿Quién no me miraría así ahora? Mi padre me dijo ayer que nos mudaremos de nuevo a Nueva York, nos explicó a mi madre y a mí que estaba cansado de viajar de un lugar a otro y no poder vernos con mucha frecuencia, y que también se sentía mal de llevarnos a ambos de estado en estado cada vez que se transfería, así que decidió poner fin sus viajes y quedarse en el despacho que tiene en Nueva York. Mi madre se puso muy feliz al saberlo.
Yo me iría un tiempo después, ya que tengo que ir a la universidad, pero ver lo felices que estaban ambos al saber que por fin podríamos ser una familia... no pude negarme. En dos meses me iré y nos estableceremos permanentemente en Nueva York.
Me sentí mal por no poder estar feliz como ellos, pero mi padre me había asegurado que no nos mudaríamos de nuevo. Además, ya llevamos cuatro meses aquí, así que me hice ilusiones. Tal vez si me lo hubiera dicho un tiempo atrás me habría dado igual, solo tendria que despedirme de Anna, —igual me dolería, pero sería más fácil— pero ahora en mi vida tengo a muchas más personas que me importan, como Jonah... y Logan.
—No sé qué hacer. —Recuesto mi cabeza sobre la barra del bar.
Jonah sacude mi cabello en un acto de cariño, sale de detrás de la barra y se sienta a mi lado.
—¿Qué es lo que te da miedo?
—Dejar todo esto. Por fin puedo tener a mi mejor amiga conmigo después de años sin verla. Te tengo a ti, y a pesar de que no nos vemos debido a tu trabajo y a tus estudios en la universidad, eres un preciado amigo, y tengo...
—A Logan —habla por mi—. El chico que te gusta.
—No me gusta.
—Claro que no te gusta. Te encanta.
—No es así —digo cubriendo mi rostro que empezó a ponerse rojo—. Tiene novia, Jonah. Yo solo soy su... ¿amigo?
Dejo salir un suspiro en frustración. Sí es cierto que Logan y yo no tenemos una relación normal. Digo, nos besamos, a veces toma mi mano y me dice cosas tiernas, pero todo es en privado, cuando estamos en público actuamos como amigos de toda la vida, me ignora o solo me da un saludo para luego irse con Rosy.
«Perfecto... ahora estoy molesto».
Sé que a Logan le cuesta admitir ciertas cosas y que el hecho de que nos besamos no significa que sus pensamientos hayan cambiado o que yo le guste. Es solo contacto físico, nada más. Es lo mismo que hace con Rosy, solo que con ella lo hace frente a todo el mundo, y conmigo no.
«Parezco su amante».
Solo debo darle tiempo.
«Pero ya no tengo tiempo».
—Debes ser valiente, fresita —habla Jonah, haciendo que me olvide de Logan.
—Me da miedo. Anna tenía planes conmigo para pasar el verano y se arruinaron gracias a mí.
—No creo que ella piense eso.
-—Pero...
—Fresita, ¿a qué le tienes miedo? Es muy poco el tiempo que llevo de conocerlos, pero sé que Anna comprenderá la situación.
—Yo... —De verdad perezco un tonto—. Hablaré hoy con Anna, me dijo que estaría todo el día en la biblioteca, así que iré a verla.
—Como tú digas, fresita. —Jonah me da un beso en la mejilla y lo veo confundido—. Lo siento por eso, pero hace una semana entró un chico nuevo y estoy tratando de llamar su atención.
—¿Tratas de darle celos conmigo? -pregunto divertido.
—Puede ser.
Jonah se sonroja un poco y rasca su cabeza en señal de nerviosismo.
—Eres tan adorable, Jonah.
—No lo soy.
—¿Quién es el afortunado?
El señala a alguien detrás de nosotros, me giro de inmediato y me topo con un chico rubio, de ojos negros y una estatura menor a la nuestra. Nos da una mirada de pocos amigos, pero se percata de que también estamos observándolo, se sonroja y deja caer la escoba que está en sus manos.
«Es adorable».
—¿Qué edad tiene? Creo que apenas está en secundaria.
—Tiene diecinueve.
—¡¿Diecinueve?! Parece mucho más joven.
—Yo pensé lo mismo que tú, pero es dos años menor que yo, y muy lindo. Su carácter es algo difícil de manejar, pero no importa, sé que lograré ganarme su corazón.
—Creo que las cosas salieron al revés y él se robó el tuyo —digo señalando su pecho.
Eso lo hace reír y niega divertido.
—Tengo que irme, te veo... ¿el domingo, cierto?
—Sí. Adiós fresita. —Él me da un abrazo y yo se lo regreso sin dudar.
—Deja de hacer eso y conquístalo de otra manera.
—Lo tendré en cuenta.
Me despido de Jonah y voy hacia la salida del bar, paso al lado del chico de antes y me despido de él con una sonrisa. Él me devuelve el gesto con timidez. Salgo del bar para tomar un taxi e ir a donde se encuentra mi mejor amiga.
«Espero que Jonah sea bueno con él».
(...)
Bajo del taxi y me adentro en la biblioteca.
La señora a cargo me ve de mala manera cuando ve de quién se trata y me limito a darle un sonrisa. Puedo notar que aún no ha olvidado el incidente con Anna y Logan.
Con solo dar algunos pasos dentro, encuentro las cosas de Anna en uno de los escritorios. Busco alrededor, pero no la encuentro, así que voy hacia los libreros, buscando con paciencia en cada uno, hasta que veo de reojo la cabellera de Anna.
Sin esperar voy hacia ella para saludarla, pero la imagen que aparece frente a mí me deja sin aire.
Anna está besando a quien conozco como mi profesor de arte, Leo Davis. Ella tiene sus brazos alrededor del cuello de nuestro profesor y él la sujeta de su cintura —sin llegar más allá, simplemente sus manos se quedan ahí—. Quisiera decir que los encontré en una escena comprometedora, pero el contacto entre ellos es tan delicado que me sorprende.
«Ya has visto suficiente, es hora de que te vayas, puedes hablar con ella otro día».
Retrocedo algunos pasos antes de voltearme para no interrumpirlos, pero cuando lo hago termino chocando con un chico que traía algunos libros en sus manos, haciendo que caigan al suelo y llamen la atención de la pareja detrás mío. De inmediato ayudo al pobre chico e intento huir, pero mi partida se ve frustrada por mi mejor amiga.
—¿Thomas? —pregunta con temor.
—No soy yo. —Intento irme, pero ella es más rápida y toma mi mano.
—Puedo explicarlo, esto no es lo que piensas. —Lágrimas comienzan a formarse en los ojos de Anna, partiendo mi corazón—. Yo y Leo no... es solo que...
—Anna, tranquilízate —habla mi profesor tratando de tocarla, pero ella se aleja.
—Te dije que te alejaras de mí y me dejaras en paz —le reprocha—. ¡¿Tanto te cuesta hacer eso?!
—Nunca voy a hacer eso. ¡Te quiero, joder! ¿Cómo esperes que me aleje de ti?
—¡No te creo! —grita ella con evidente molestia.
Anna sale corriendo, sin decirle nada a mi profesor, y yo salgo detrás de ella. Lo único que puedo ver antes de perderlo a él de vista es cómo se lleva sus manos hacia su rostro y ahoga un grito de frustración.
Sienro algo de pena por él, no sé mucho sobre la situación actual o qué es lo que está pasando entre ellos dos, pero se ve que está sufriendo.
Dejo de lado mis pensamientos y me concentro el alcanzar a la pelirroja frente a mí. Anna toma sus cosas y sale de la biblioteca. Me lleva algo de ventaja, pero no dejo que eso me detenga. Sigo corriendo tras ella, pisándole los talones. Sé que si logro alcanzarla no le reprocharé nada o la obligaré a contarme algo para lo que tal vez ella no esté preparada. Solo me quedaré a su lado, tal y como ella lo hizo conmigo hace muy poco tiempo.
—¡Anna! —grito preocupado, cuando una chica la golpea y la hace caer al suelo. Apresuro mi paso para poder ayudarla—. ¿Estás bien?
—Lo siento —dijo ella con las lágrimas desbordando de sus ojos—. ¿Estás decepcionado de mí, verdad?
—¿Por qué tendría que estarlo?
—Por lo que viste —susurra—. Te juro que intenté evitarlo, pero pasaron algunas cosas y terminó en lo que acabas de ver—. Lleva las manos a su cabello en señal de frustración—. ¡Soy tan estúpida, Thom! Me dejé llevar por cosas tan patéticas como el amor.
—Anna, no eres estúpida, lo único que pasó aquí es que te enamoraste de alguien. ¿Por qué me atrevería a juzgarte por algo así?
—Porque es nuestro profesor, y también tiene novia.
Escuchar que nuestro profesor tiene pareja me sorprende, pero lo disimulo frente a Anna.
—Las cosas son así, no puedes cambiarlo, pero en todo caso, la responsabilidad es de ambos, no solo tuya, Anna. Los dos llegaron a esto aún sabiendo eso. —Anna agacha su cabeza con vergüenza, tomo su mano y doy un pequeño beso en la frente—. No te estoy juzgando, linda, solo te estoy recordando eso porque te conozco, y sé que tú ante esta situación llevarías todo el peso de la culpa, cuando las cosas no son así.
Me separo de ella y me levanto del suelo —donde estuvimos todos este tiempo, con varias personas a nuestro alrededor viendo lo que estaba ocurriendo—. Le ofrezco a Anna mi mano para poder levantarse y ella lo acepta. Limpia sus lágrimas con algo de brusquedad, luego me abraza y oculta su rostro en mi pecho —recordando que a ella le disgusta la idea de que las personas la vean llorando.
—No conozco lo detalles de la historia y tampoco tienes que contármelos, pero si necesitas mi ayuda, no dudes en pedirla. Somos mejores amigos, ¿no? —repito las palabras que ella me dijo hace unos cuantos meses.
—Gracias, Thom.
Mi corazón se estruja al ver cómo se aferra a mí. Decido llevarla a un lugar más privado, ya que algunas personas comenzaron a tomar fotos de la situación y se han vuelto muy molestas. Se los hago saber con mi expresión y llevo a Anna a una pequeña librería que hay cerca, que no tiene personas dentro —solo el chico que está detrás de la caja, pero está absorto en su celular—. Vamos detrás de una estantería y ella sorbe un poco su nariz.
—¿Estás mejor?
—Un poco... Thom, siento que te enteraras de esta manera. Quería contarte todo, pero tenía miedo de tu reacción.
—No te preocupes, Anna. Lo bueno es que ahora lo sé.
Ella me sonríe.
—Por cierto, ¿qué hacías ahí? Pensé que hoy estarías con Jonah en el bar.
Mi cabeza hace memoria y recuerdo que mi principal razón para buscar a Anna es decirle que me mudaré de nuevo. Y sé que el momento tal vez no sea el adecuado, pero en algún momento tendré que decírselo.
«Anna comprenderá la situación».
Las palabras de Jonah llegan a mí, y aunque ella ya recibió una gran bomba sobre ella, yo tendré que dejarle caer otra y de mayor magnitud. Ella me ve algo confundida por mi silencio. Pongo mis manos sobre los hombros de Anna y mis ojos comienzan a nublarse, mientras las palabra batallan en mi garganta para poder salir.
—Tengo que decirte algo, fósforo.
(...)
El silencio reina entre nosotros, mientras caminamos hacia la casa de Anna, que solo está a dos calles de la mía. Cuando le conté sobre mudarme, lloró desconsolada, y cuando estuvo un poco más tranquila me pidió que la llevara a casa. No intenté iniciar una conversación en todo el camino, sabía que ella necesitaba tiempo, porque son dos cosas de demasiada magnitud en las que ella tiene que pensar.
Además, no creo que esté bien presionarla a que me diga lo que está pasando por su cabeza.
Llegamos a la casa de Anna, detengo mis pasos y ella hace lo mismo, pero continúa con la cabeza gacha y sus ojos siguen algo hinchados.
—Anna, llegamos.
Ella levanta su cabeza y me mira, después de que en todo el camino evitó verme a los ojos.
—No quiero que te vayas.
—Yo no quiero dejarte, pero no puedo quedarme y destruir el corazón de mis padres.
—Entonces disfrutemos el tiempo que nos queda juntos, después de todo, luego que nos graduemos iremos a la universidad. Y es muy probable que nos nos veamos en un tiempo.
—Eso no importa, nada podrá hacer que me aleje de mi mejor amiga.
Nos quedamos un rato más así, en silencio, hasta que Anna vuelve a hablar.
—¿A qué universidad irás?
—UCL. He soñado con esa universidad desde que era pequeño. ¿Y tú, fósforo?
—Apliqué a varias universidades, pero espero poder ganar una beca en Harvard...
—¿Harvard? Es una gran universidad —digo con orgullo.
—Estaremos muy lejos el uno del otro...
Tomo su manos y deposito un pequeño beso en ellas.
—Pero eso no acabará con nuestra amistad.
Logro hacer que Anna sonría y eso me hace feliz. Después de un rato charlando frente a su casa, nos despedimos, cruzo la calle y entro a mi hogar. Puedo ver a mis padres juntos en la sala de estar, viendo una película, abrazados y dándose uno que otro beso como un par de enamorados.
Les hago saber de mi presencia en casa y luego subo a mi habitación para poder dormir. No me importa que aún sean las seis de la tarde, solo quiero llegar a mi cama y dejar que Morfeo me lleve entre sus brazos al mundo de los sueños, donde no tengo que preocuparme por nada. Dejo mi realidad a un lado y me permito soñar con lo que más deseo y lo que podría llegar a pasar.
Pero algo en mi cabeza me lo impide, y es que aún hay una persona a la que debería decirle que me iré del pueblo en dos meses.
«Logan».
Pero... ¿cambiaría algo si se lo digo? Él no es mi novio, somos amigos —o al menos supongo que lo somos— y no creo que algo cambie solo con que él lo sepa. Puede que le dé igual o que tal vez se ponga triste con mi partida. Después de cuatro meses junto a él, aún no termino de descifrarlo. En el fondo, eso es lo que me da más miedo, ver que en realidad no le importe lo que llegue a pasar conmigo.
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