Capítulo 35

La sonrisa socarrona que pintaba el rostro del chico, la contagió al instante. Cayó como una explosión al suelo, en cuanto notó lo que había ocurrido. Casi sintió el cosquilleo en su frente, así como los aleteos moviéndose por todo su estomago. 

—Ay, dios —susurró.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó él. Su voz había sonado un tanto preocupada.

—No, es que... —Las manos de Juliette estaban temblorosas. Él intentó calmarla, tomándolas, pero sirvió para empeorar las cosas, porque ella sintió una ola de calor en su rostro, al instante, y comenzó a irse.

—Espera, quizás deberíamos hablar de esto...

Pero ella ya se estaba yendo.

...

Llegó al pequeño negocio, con el corazón en la boca. Ya eran las ocho, y Thania no estaba ahí. Supuso que ese día se le haría imposible trabajar, así que no pensaba molestarla. Sin embargo, le mandó un mensaje para ver como estaba.

>>Tranquila, yo me ocupo de todo. ¿Qué sucedió? ¿Se lo dijiste?<<

Esa mañana abriría un poco más temprano, porque no tenía nada que hacer, así que cambió el cartel de la entrada. "Abierto"

Su celular recibió respuesta.

>>Le dije que estaba confundida. Dios, no sabes como odio esto. Para colmo, en tu cumpleaños tendré que verlo. No sabes la cara que tenía Nathan, no podía creérselo.<<

Juliette recordó como lo vieron subir las escaleras y supuso que se habría molestado, o algo de eso. No debe ser muy agradable que tu novia no sepa que es lo que siente. Además, de una forma tan repentina. Ella no parecía dudar ninguno de los días anteriores a la llegada de Matthew.

La mañana pasó rápido. No habían acudido muchos clientes, y la castaña aprovechó para hornear alguna que otra cosa. No sabía cuando se recuperaría su amiga, así que quería estar preparada. A la hora del almuerzo, tomó asiento, mientras borraba algunos mensajes antiguos. Cuando llegó a los de Mark, una mariposa se movió dentro de ella, y una sonrisa pintó su rostro.

Un segundo beso en la frente. El primero pudo haber sido de casualidad u error, pero dos, eso ya pasaba por otro lado. 

El momento se atropelló en su mente, y recordó cada movimiento, cada respiración. Su corazón comenzó a golpear contra su pecho y de pronto se sintió aterrada. Esos recuerdos estaban provocando corto circuitos en todo su cuerpo, la hacían revolucionar por completo. La asustaba que algo así pudiera dominar su ser por completo, pero al mismo tiempo gustaba de esa sensación satisfactoria de sentirse linda, admirada, especial. Le gustaba pensar que un chico como Mark pudiera sentir algo por ella. Añoraba saber que pensaba cuando le había besado la frente dos veces. 

El tintineo de la campanilla la sacó del idilio y su sonrisa se borró por completo. Danielle.

—Hola Juliette. —Su voz estaba siendo menos chillona que antes. La susodicha tomó asiento, en cuanto vio que la otra dejaba su sandwich y le dedicaba una fingida sonrisa—. Lamento no haberlo sabido antes... —habló, callándose por unos segundos—. Lo tuyo con Mark.

—¿Qué? —cuestionó—. Yo no tengo nada con él... —Se arrepintió unos segundos después de no haber mentido, quizás así podría alejarla.

La pelirroja frunció el ceño, y una aterradora sonrisa apareció en su rostro maquillado. Jul no sabía a que venía todo eso, pero estaba incomoda, y un poco confundida. Supuso que se refería a que los dos se habían pasado todo el festival juntos, y en ningún momento bailaron con otra persona. Pero algo la inquietaba, y la sensación de no saber que ocurría podía ser insoportable.

—Bueno, sabes que a mi me gusta, pero como los vi todo el festival juntos, me sentí culpable. No es que hayamos hecho nada malo, aunque, no sé porque debería explicártelo, porque ahora que me dices que no son nada —la chica habla como si lo que estuviese diciendo fuera una tontería—. Nos mandamos mensajes, e incluso hemos salido en ocasiones, pero no pasamos más que eso. Es muy lento, pero... —La sonrisa sigue en su rostro, y Juliette quiere golpearla—No lo sé, creo que tengo oportunidad. Ya sabes, una chica capta las indirectas. Después de todo, ¿por qué salió conmigo esas dos veces?

La escuchó todo ese tiempo, con una mirada neutral, con una mirada indiferente. Mientras las palabras salían de su boca, ella se preguntaba porque había sido tan tonta. ¿Por qué había caído tan fácil? Un dolor punzante se instaló en su pecho, impidiendo que dijera palabra. Creyó que algunas de las mariposas murieron dentro de ella, porque los aleteos de minutos antes, habían desaparecido.

La pelirroja sonreía, y miraba la expresión petrificada de Juliette. 

No, ella no se permitiría perder la dignidad por un chico. Danielle no la pisotearía con sus palabras venenosas. No le daría la satisfacción de verla afectada.

—Sabes, creo que deberías ir a por él, ahora mismo, Dani. —Su orgullo creció en cuanto la vio confundida, no creyendo lo que estaba escuchando—. Si te gusta no debes perder el tiempo.

Creyó que se estaba clavando agujas en los dedos, al oírse decir eso. No, ella no quería que fuera a buscarlo. Ella quería tomar sus cabellos rojizos y sacarla de la tienda en ese mismo instante. ¿Qué iba a hacer? ¿Seguir luchando por un chico que se veía con otra a escondidas? Quizás ni siquiera a escondidas, porque ellos no eran nada. Tal vez, esos besos en la frente no eran más que demostraciones de amistad, estúpidos cariños que tomaban tu corazón, para después destrozarlo en miles de diminutos pedazos.

—Tienes razón, voy a verlo. Que te la pases bien el resto de tu día. —Cuando se estaba por ir, habló la última oración—. Ah, creo que huele a quemado.

Sin ni siquiera apresurarse, entró a la cocina y sacó el bizcocho del horno. Estaba negro, carbonizado, pero no le importó en absoluto. Con movimientos monótonos, lo tiró al cesto de la basura, y dejó la bandeja sobre la encimera. 

Sintió la primer lagrima deslizarse por su mejilla, después de salir por su ojo izquierdo. Caminó de nuevo a donde estaba sentada y tomó su celular, borrando todos los mensajes del pelinegro. Ella ya no necesitaba nada de eso en su vida. 

Otra lagrima se escurrió silenciosa, y se obligó a detenerse. No lloraría por él. No lloraría por alguien como él.

...

Al llegar a su casa, tan solo quería meterse en su habitación, hasta que recordó que la privacidad no era algo de esos días. En su cama estaba dormida Madelein, abrazando a Simón, que al verla entrar, se salió de sus brazos. La pequeña ni se movió, cosa que agradeció bastante. Matt no se encontraba en casa, ni tampoco su tía Marissa, al igual que Gerard. Seguro su madre estaría en la habitación. 

Se sentó en la silla que tenía para acumular ropa, y su mirada se clavó en el suelo, perdida. Le dolía.

>>¡Hey! ¿Por qué te esfumaste así? Tenemos que hablar, lamento si te hice sentir incomoda...<<

Borró el mensaje y ni pensó en contestarlo. No sabía que estaba haciendo, pero de alguna manera se sentía traicionada. Aunque cuando profundizaba, notaba que en realidad no tenía derecho a reclamarle nada. Ellos no eran nada, ¿o si? Quizás no existía un punto medio para una relación de amigos y novios. O quizás si. ¿Mark la creería siquiera su amiga? Ya no sabía que pensar.

El tiempo pasaba y ella seguía en esa silla. Miró su celular cuando un nuevo mensaje volvió a caer. Habían pasado veinte minutos desde el último.

>>¿Hola?<<

Decidió apagar el aparato. Caminó hasta su cama y se hizo un pequeño espacio, la pequeña Madie se movió y se acomodó en el brazo de la chica. Jul se quedó dormida al cabo de unos minutos.

...

La semana corrió como atleta en maratón. Recibió varios mensajes de Thania, y se vieron un par de veces, en la casa de la rubia, obviamente. Ella seguía confundida y Nathan al parecer, estaba molesto por su bipolaridad. Juliette, por su parte, intentaba mantenerse ocupada  con la mudanza y ayudando en poner la casa en condiciones. Mark le mandaba mensajes día tras día, y le preguntaba que sucedía, a los cuales ninguno respondió.

Era sábado y ambas chicas, estaban cerrando, cuando Thania dijo:

—Creo que deberías alquilar la piscinas, ¿no te parece buena idea? Están haciendo unos calores asquerosos, y tu madre siempre se queja de que el aire acondicionado no funciona muy bien. No te cobraran demasiado, créeme. Si quieres te ayudo y pagamos mitad y mitad. —Su amiga guardó la llave en su pequeño bolso y suspiró, mirándola con una media sonrisa. 

Esos días las dos habían estado más apagadas que de costumbre, y no tenían demasiados ánimos para nada. Jul le había contado lo sucedido con Danielle, y la otra no podía creerlo, sin embargo le dijo que estaba actuando sin darle siquiera una oportunidad. Después de todo, el sujeto ni sabía porque estaba enojada. 

—Si, es buena idea. No te preocupes, tengo ahorrado bastante. —La voz le sonó más baja de lo usual, carraspeo y se aclaró la garganta.

De un momento al otro, un joven de cabellos negros, hizo que las dos chicas miraran hacia él. Mark venía con las manos en los bolsillos, parecía tímido. Jul al verlo quiso montar rápido en la bici, pero su amiga no se lo permitió. Le clavó la mirada, obligandola a que al menos hablara como una persona civilizada. Thania se fue segundos después, mientras que él ya estaba a unos pasos. 

Aleteos. Ellas no estaban muertas. Ellas seguían vivas. 

No se irían con facilidad.

Lo miró, y él también, escaneando su rostro, en busca de respuestas. ¿Por qué no respondía a sus mensajes?

—Hola —dijo, sonriéndole, derritiendo un poco del hielo que se había adherido a su enamorado corazón.

—Hola.

—Bueno, no has respondido ninguno de mis mensajes, en toda una semana. Creí que tu celular había sufrido algún accidente, pero veo que ahí lo tienes —dijo, señalando el aparato que ocupaba sus manos—. ¿Estás molesta por lo del otro día? —preguntó. Su voz había sonado tan amable, tan suave, que parecía temer herir a una frágil criatura.

—¿Qué fue lo que ocurrió ese dichoso día? No recuerdo nada memorable.

Estaba sonando tan tajante, que incluso pudo notar como eso le había dolido, en algún lugar profundo de su interior. Quería lastimarlo, pero al mismo tiempo quería darle un abrazo y pedirle perdón por causarle cualquier tipo de sufrimiento.

—Besé tu frente, después de que besaras mi mejilla... —dijo, poniéndose nervioso de un segundo al otro—. No es como si...ya sabes. Aun así, corriste y desde ahí no pude contactarme contigo. —Pasó las manos por su cabello, desordenándolo. 

—Es que lo he estado pensando bien, y creo que las cosas están un poco borrosas, ¿sabes? —Jul tomó aire y presionó el manubrio de su bicicleta, intentando soltar toda la adrenalina que sentía. El sudor frió hacía que sus manos estuvieran heladas, pero por su cuerpo se deslizaba un calor abrasador—. Como bien dijiste a Frank ese día, no soy una chica que... —Suspiró al ver como el chico fruncía el ceño confundido—. Puedas tomar para el rato y hacer lo que quieras como si... ¡como si nada! 

No sabía que era lo que estaba diciendo, pero no era lo que había planeado para nada. No deseaba hacerle sentir que ella estaba siendo enredada por sus sentimientos, o que podía llegar a confundirla. Estaba mostrando cuan vulnerable la hacía estar, y como podía caer veloz por él. 

—¿A qué te refieres con que te tomo para nada? ¿Crees que soy uno de esos rompe-corazones de las películas? —Su temperamento cambió por completo y ahora parecía estar molesto por las suposiciones de ella—. ¿Puedo tener las pruebas para aunque sea poder defenderme? 

—No estamos en un juicio, Mark. Creo que no hace falta nada de esto, solo... —La castaña subió a su bicicleta y cuando estaba a punto de irse, expulsando humo por las orejas, él tomó la parte trasera de la bicicleta, deteniéndola.

—No te creas que vas a dejarme picando como la otra vez...

Se acercó a ella, tomando el manubrio del vehículo, impidiendo que se moviera. Su aliento fresco chocó en su rostro, que ahora parecía asustado. La chica ya no seguía en la misma posición desafiante de hace segundos. El tenerlo tan cerca, invadiendo su espacio, le hizo notar cuan fuerte podía ser en comparación a ella. El aroma de su colonia volvió a embriagarla, como hacía siempre que la distancia no superaba los dos metros. Las mariposas se habían despertado y se movían con frenetismo en su estomago. 

Ella ya estaba perdida.

Ella estaba cayendo rápido, veloz, y sus sentimientos dependían del siguiente movimiento de la persona que se encontraba justo delante.

Arrancó las palabras que tenía atascadas en su garganta, y se obligó a decirle:—No puedo hablar si no me dejas siquiera espacio para respirar.

Sin soltar el manubrio, le dejó un poco de lugar para que se calmara. Sin embargo, Juliette no era como si supiese que decir. Toda su valentía se había ido.

—Está bien, ahora, ¿me vas a decir que rayos hice para que tuvieras esa opinión de mi? —Sin duda, él se había molestado. 

—Esto no tiene sentido. Si te digo... —Mark interrumpió su discurso.

—Thompson, ¿qué es lo que necesitas saber para decirme eso de una maldita vez?

Iba a replicar, iba a molestarse porque él había maldecido, pero las palabras que se habían formado para salir de su boca, desaparecieron en cuanto volvió a hablar.

—No creí que hiciera falta decirte específicamente que me encantas, pero ahora veo que si. Quería que las cosas fueran diferentes entre nosotros. Y lo fueron desde el principio, contigo no podían ser de otra forma. No es como si nos besáramos a la primera, o como si te me tiraras encima. Lo noté cuando empezamos a hablar, supe al instante que eras diferente y tuve que cambiar mi forma de actuar... —Él hablaba rápido, arrastrando las palabras, mostrando su nerviosismo—. ¿Qué puedo decir? Tampoco voy a mentirte, porque me sentiría un hipócrita. Si alguna chica me parecía atractiva, y ella se lanzaba, no iba a rechazarla. Aveces los sujetos podemos ser superficiales, si, pero ese es otro tema. 

Jul soltó todo el aire que tenía en sus pulmones, de forma sonora, intentando asimilar todo lo escuchado. Eso no estaba pasando. No podía creerlo. Algo tan explosivo, tan revelador en solo un par de oraciones. Un par de oraciones que habían desatado un zoológico entero en su estomago. 

Él prosiguió, al notar que no iba a hablar.

—Esa noche que me acompañaste, después de la cena, no podía creer que hubiera soltado todo eso a casi una completa desconocida. Cuando dije que eras especial, no mentía, Juliette. ¿Por qué crees que estoy actuando como un psicópata contigo? No respondías los mensajes y estaba desesperándome —suspiró, profundo, intentando retomar la compostura—. Ahora, creo que sabes en parte, lo que siento, aunque creo que ya lo habrías interpretado...—Él se cortó por un segundo y bajó su mirada por un minuto, que pareció eterno. Cuando levantó la vista, sus ojos deslumbraron un brillo magnifico, algo que la dejó deslumbrada—. Jul, eres más que una amiga para mí, me gustas en serio. Por favor, dame el derecho de poder explicarme.

¿Cómo responder a un discurso de esa magnitud? ¿Cómo hablar y explicar con palabras, intentando quedar a su altura? Juliette sentía que sus oraciones saldrían desparejas, temblorosas, pero no podía ser más que ella. Después de todo, ¿eso le había gustado desde el principio, no?

La chica cerró con fuerza sus ojos y tomó valentía para soltar lo que le había dicho esa desagradable Danielle.

Para soltar lo que había destruido su animo durante todo ese tiempo.

...









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