Capítulo 17

-Pensé que Thania era tu amiga...-dijo el chico-Las vi varias veces juntas. Hasta trabajan juntas en la panadería.

Si que lo eran. Simplemente que en ese momento estaban pasando poco tiempo juntas y Juliette nunca había pasado por eso. Desde que tenía memoria eran increíblemente inseparables. Pero sintió un poco de vergüenza para decirle eso a Mark. ¿Pensaría que era una celosa injustificada?

-Si somos...-él la interrumpió.

-Ya sé. Ella pasa mucho tiempo con Nathan. ¿No?-le había leído la mente.

-Odio admitir que me siento estúpidamente celosa. ¡Es que nunca nos habíamos separado! Y ella nunca había tenido un novio tan serio y cercano como él.-sus ojos se fueron hacia un par de luciérnagas que volaban juntas y hacían piruetas en el aire. Mark también las miró y se apresuró a buscar algo en su bolsillo-¿Qué buscas?-preguntó curiosa.

-Mi maldito celular-gruñó, hasta lograr sacarlo. Se apuró para apuntar con su cámara y hacerles una fotografía. Las luciérnagas se fueron y Mark sonrió complacido-Perfectas.

Le mostró la foto a Jul y ella también observó que era muy buena. Además, había sido tan solo con un celular y en plena noche.

-Fue el momento justo.-habló ella-De pequeña, me gustaba atraparlas en frascos con agujeros en la tapa y apagar las luces de mi habitación e imaginar que eran hadas. Eran y son lo más mágico que puedo encontrar fuera de los libros de fantasía. 

Julliete amaba leer de magia y criaturas fantásticas. Aunque en ese preciso momento notó que, ya no tenía tanto tiempo como antes, de más adolescente. El pasar a ser una chica con responsabilidades, la había alejado un poco de ese mundo fantasioso. Mark la miró de reojo y pensó en cuan rápido pasaba el tiempo si estabas con buena compañía. ¿Cuándo volvería a verla? 

-Tienes varios gustos bastante interesantes.-Jul se avergonzó un poco, ¿era eso bueno?-En el buen sentido. ¿Mañana nos veremos de nuevo? Supongo que ahora que además tenemos la canción elegida, podremos comenzar a practicarla.-se lo oyó más animado y eso la alegró-Y de paso podrías mostrarme un poco más el lugar...

Se quiso golpear la cabeza con un ladrillo en cuanto recordó que estaría ocupada. Le había prometido a su padre ir con él hasta la casa de su tía, para ayudar con la casa. Lo malo de eso estaba en que ellos vivían a trescientos kilómetros de Sapo Muerto y les llevaría todo un día. Ni siquiera sabía si regresarían para la noche, ya que aveces preferían pasar la noche allí. Jul no vería al chico ese sábado.  

-Tengo que ir a casa de mi tía. ¿Recuerdas que te conté del fallecimiento de mi tío? Bueno, papá quiere ir a saludar a la familia. -contestó, un poco demasiado desilusionada. 

-Ah, no importa Jul.-habló encogiéndose de hombros- Tendré que buscarme otro guía turístico entonces.

Ya habían llegado a la entrada de la casa y algunas luciérnagas parecían querer oír la conversación de los jóvenes. Ambos se preguntaron cuándo sería el próximo encuentro. Sin embargo, no querían parecer demasiado desesperados por buscar la compañía del otro. 

-El lunes a las cuatro después de mi jornada en la panadería...

-Excelente. 

El silencio se hizo presente y ninguno de los dos recordó como se saludaba. Ah, claro, con un adiós bastaría. 

-Bueno...adiós.-dijo por fin ella, comenzando a alejarse en reversa, con esa sonrisa que a él le parecía muy cálida. 

-Gracias por todo Jul. No te das idea de cuánto lo necesitaba.-añadió, de la forma más sincera posible.

-Para eso están los amigos. Buenas noches.

...

Luego de su "aventura", había regresado más alegre de lo normal y sus padres lo habían notado. Después de negarles su inexistente noviazgo, se fue a la cama y volvió a lamentarse que no pudiera verlo. Simón se durmió a los pies de la chica y todo en ese día culminó.

Por la mañana, Jul noto que la luz pegaba directo en su rostro. En cuanto pudo abrir los ojos, vio a su padre abriendo las cortinas, para asegurarse de que su hija despertara lo más pronto posible. Ya había hablado por teléfono con su hermana y acordaron en que irían de visita. Juliette habría estado con más ganas de ir si no fuera porque deseaba ver a Mark.

-Ah, vamos hija.-insistió el hombre-No eres una chica muy floja que digamos. ¿Por qué todavía sigues rodando en la cama? Tu tía está ansiosa por verte. Además, prometimos ayudarla. ¿Tenías otros planes?-curioseó.

-No, pero hoy se me hacía tentador quedarme en casa. Ya voy, ve preparando lo que pensabas llevar. Recuerda que mamá siempre se irrita si te pones a dar vueltas.-dijo, quitando la ligera sabana y poniendo sus pies en el suelo. Simón se estiró y se fue para pedir atún a quien fuera que estuviese abajo.

Buscó unos jeans y su camisa de cuadros favorita, ya que era de lo más cómodo que había y bajó al baño, rogando que estuviera desocupado. Su madre atravesaba la sala con prisa, llevando una mochila en sus manos. Seguramente irían sin ella, ya que la mujer se negaba a dejar la casa sola. Simples ocurrencias fatalistas.

-Buenos días, mamá-saludó Jul, dándole un beso en la mejilla-¿No vendrás con nosotros? Sabes lo mucho que deseaba verte tía Marissa la vez pasada.

-No puedo Jul. Además, ¿quién cuidará a Simon?-el animal maulló.

-Le pediré a Thania que venga a darle de comer-contestó animada. Por unos segundos dudó su respuesta, pero después de todo, seguía siendo su amiga.

-Está bien. Pregúntale si puede...- su voz no había sonado demasiado convencida.

La chica tomó su móvil y marcó.

-¡Jul!-respondió la rubia.

-Ay, perdona que te moleste...-se sintió raro haber dicho eso a quien era casi como su hermana, pero le salió sin más-¿Cómo has estado?

-Excelente. ¡Y sabes que no me molestas! ¿Tú?

-Bien, bien.-se moría por contarle de Mark. Si bien su cerebro le decía que nada había cambiado con él, su corazón palpitaba lo contrario, aunque ella no lo admitiese-Hum...quería pedirte un favor...si no es molestia...

-Dime de que se trata. ¿No es nada que tenga que ver con tu casa, no? Porque no estoy en la mía y...hum...-Jul rodó los ojos. ¿Es que acaso ya no pensaba si quiera ayudarla en lo más mínimo?

-No...si...no importa. No tiene importancia.

-Lo siento en serio. De veras...

-No te preocupes. Gracias de todos modos.

Y así fue como colgó con la máxima frustración de su nuevo día. ¡Era cuidar a un gato! Últimamente, la rubia había desaparecido de su vida. Y eso le dolía bastante.

-¿Y qué te dijo?-preguntó Diane-¿Vendrá a cuidarlo? Con que le de su lata de atún...-la chica negó.

-Yo...quizás sería mejor que me quedara. Podré encargarme de la casa y tú visitar a Marissa. A mi ya me vieron hace un par de meses, mamá.-le dijo, haciendo ademanes con sus manos.

-No querida, no. No importa. Además, tengo muchas cosas que hacer aquí.-se notaba que habría querido ir, pero ese pequeño trauma de abandonar la casa se volvía a presentar. Juliette les llamaba cosas de madres.

Alistaron lo que restaba y el hombre encendió la radio de la camioneta. El sol irradiaba sus rayos, provocando que ambos achinaran los ojos. Mientras tanto, en la mente de Jul, miles de cosas se le cruzaban, todas entremezcladas. Se obligó a dejarlas y a ser positiva. Después de todo, con sus primos se divertía bastante.

-Sé que tu madre puede ser un poco paranoica aveces, pero hay que tenerle paciencia. Después de lo que nos pasó, ahora le teme a cualquier cosa.

-Lo sé, papá. Pero eso no volverá a suceder. Las probabilidades son una en un millón.-habló, sin dejar de mirar por la ventanilla-Le hubiera hecho muy bien venir.

Hace un par de meses, un sujeto había llegado al pueblo. Y por muy normal que en la ciudad fuese, este susodicho, resultó ser un ladrón que robo muchas pertenecías a la familia Thompson, mientras ellos dormían. Por suerte, ninguno de los integrantes salió herido. Aún así, Diane temía a eso más que los demás.

Jul, luego de varias horas en el transporte, notó que ya estaban cerca. Lo percibió por el inexistente asfalto y porque un enorme perro labrador de color marrón, venía corriendo en dirección al vehículo. Su padre bajó la velocidad.

-¡Ay!

El animal se había lanzado contra la ventana, pretendiendo entrar por ella, como hacía siempre. Habían olvidado ese pequeño detalle.

-Pobrecita, papá, mira como ha quedado.

En cuento bajaron, Muffin quiso recibirlos, pero estaba tan mareada por el golpe que se chocó con una rueda. El hombre rió.

-¡Llegamos familia!-exclamó.

...

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