Cap. 7
Me siento solo en el recreo en la misma esquina que todos los días. Llevo un año en este colegio, me he acostumbrado al bullicio y a los gritos de los demás mientras corretean de un lado a otro.
¿La pena del día? Que Henry no ha venido hoy por temas de enfermedad, o al menos eso me ha dicho mi madre, porque lleva dos días sin venir y me siento mal sólo sin él a mi lado. Es como si mis nervios volviesen de golpe y no me dejasen hablar. Con él puedo liberarme, porque sé que me dirá lo que quiero oír, la verdad.
Muerdo mi bocadillo, el mismo que mi madre me hace, ya que el contenido de este es mi favorito. Ya soy un año mayor, tengo cuatro años y creo que cada día que pasa, es algo nuevo que aprendo.
Observo de nuevo el patio de piedras que hacen daño los pies. Son todos los mismos, menos los de primer año de infantil. Pocas caras nuevas que mi timidez no me deja conocer bien. ¿Por qué tengo que ser tan tímido estando sin mi mejor amigo? No entiendo mi forma de ser.
—Eh, hola —una voz tímida que se parece un poco a la mía me sobresalta, miro a mi izquierda y ahí está—. Esto... ¿Cómo te llamas? —un rubor en sus mejillas aparece, se parece tanto a mí.
—Me... Me llamo Hugo. ¿Y tú?
—Y... ¿Yo? —asiento con la cabeza—. Me llamo Larry. Puedo... ¿Puedo sentarme? —su timidez supera el mío, o puede que sea de mi mismo nivel.
Lo que quiero decir es que ha sido muy valiente al venir a hablar conmigo, me fascina lo que ha podido hacer. Seguro yo puedo hacer lo mismo, seguro que sí.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta sin dirigirme su mirada.
—Tengo cuatro, ¿tú cuántos?
—Cuatro también —sonríe mientras cierra los ojos, ¿por qué lo hace?
—¿Has comido algo?
—Pues no, se me olvidó coger mi bocadillo.
—Toma —parto mi bocadillo en dos y le doy un trozo.
Puede que sea mi bocadillo favorito, pero hay que compartir. Lo agarra y le da un mordisco y me sonríe, esta vez sí, dirigiendo su mirada en mis ojos.
—¡Gracias!
Sus ojos verdes claros como la hierba cuando está tan iluminada me sigue mirando mientras se come el trozo de bocadillo, pero su pelo rojo parece como si fuera fuego, como si al tocarlo te fueras a quemar en algún momento. Su piel blanca como la porcelana me hacen verle como algo delicado. Claro, somos delicados a esta edad.
—¿Y siempre te sientas aquí sólo? —me pregunta, sacándome de mis pensamientos.
—No, tengo a mi mejor amigo.
—¿Y dónde está?
—Está... Malo. Pero pronto estará bien y volverá, seguro. Por cierto, ya no estás tímido —sonrío.
—¿Eh? —se sonroja al darse cuenta de que está hablando conmigo como si nada—. ¡Es verdad!
—No te he visto nunca, y eso que tienes mi misma edad.
—Acabo de entrar a este colegio. Soy nuevo.
—Vaya, eso mola mucho. Pero, claro. Allá tendrías a amigos, supongo.
—La verdad es que no tengo amigos, tú eres el primero que hago.
—¿En serio? Vaya... —y el timbre del recreo suena—. ¿En qué clase vas?
—Voy a segundo de infantil.
—¡Yo también! Ven conmigo, seré tu primer amigo —le pongo la mano en el hombro y sonríe sonrojado, una sonrisa radiante que me hace feliz verlo.
—¡Sí! —y nos ponemos en la fila juntos para que la profesora nos cuente a todos.
Ya estando todos, entramos a clase y nos ponemos con lo mismo de siempre, solo que esta vez nos dan clases de abecedario. No es difícil, aunque a varios no se les queda en la cabeza. Yo me sigo liando un poco, pero con el tiempo lo aprenderé.
Lo importante es que lo que queda de tiempo nos deja con las pinturas, los bloques de construcción y demás cosas, como el año pasado.
También lo más importante es que he hecho un nuevo amigo casi igual que yo. Seguro que a Henry le cae bien tanto como a mí.
¿Este es el inicio de un nuevo grupo de amigos? Espero que sí, seremos inseparables.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top