Cap. 24
La playa está muy tranquila después de que la lluvia cesó y dejó un rastro de colores encima del mar, un arco brillante que desaparecía por cada segundo que pasaba.
Larry y Maya corren para llamar la atención del cachorro que un tiempo atrás adoptaron para quedarse en casa de Hugo.
Sacuden una barrita para perros delante de sus narices, haciendo que el cachorro suelte sus leves ladridos y corra tras ellos para morder suavemente sus manos para conseguir su premio.
Yolanda y Ashley platican en una de las mesas del pequeño jardín de la casa en el que se hospedan, sin poder ver a sus hijos cerca.
-Ha sido buena idea acoger al cachorro -opina Ashley-. Se le ve juguetón y los niños se divierten con él.
-Se les ve muy tiernos, pero creo que el cachorro me tiene manía como si él fuera el profesor y yo una alumna.
-¿Por qué dices eso?
-El otro día, estábamos a punto de acostarnos y se acercó a mí. Fui a acariciarle y, de repente, evita mi mano y se lleva mi zapatilla. ¡La encontré en el salón!
-No te preocupes, es su instinto. Todos los perros muerden zapatillas cuando tienen oportunidad.
-No, si a mí no me importa. Es que mi Hugo se ve tan lindo con el cachorro durmiendo a sus pies. Pasan todas las noches juntos.
-Será porque él lo encontró y le dio cariño.
-Supongo que será eso. Hablando de mi hijo, ¿dónde está? Me preocupa no verlo por aquí con sus amigos.
-Tranquila, Henry se lo ha llevado a un lugar "especial" -hace comillas con los dedos.
-¿Especial? -se acerca a ella con una sonrisa curiosa-. ¿Dónde?
-No puedo decírtelo, sería romper la promesa de meñique que le hice a mi hijo.
-Vaya -suspira, decepcionada de que su amiga no le diga nada-. Pues espero que vuelvan pronto, sino me voy a preocupar más de lo normal.
-Estarán al caer. Ya casi es de noche -y justo cuando hablan de ellos, aparecen por la esquina de la casa, portando una gran sonrisa y agarrados de la mano-. Mira, ahí están.
Yolanda se da la vuelta para ver a su preciado Hugo viniendo cogido de la mano de Henry, lo cual le da ternura.
Cuando llegan a ellas, las dos abrazan a sus respectivos hijos y les besa la frente, preguntando un par de cosas.
-Henry, ¿has llevado a Hugo a ese lugar especial?
-¡Sí, mamá!
-¿Ella sabe del lugar? -pregunta Hugo, un tanto curioso.
-Lo descubrimos los dos -acaricia el cabello de su hijo-. Pero tranquilo, no estaremos ahí sin vuestro permiso -le guiña el ojo.
Hugo sonríe de nuevo. Le dice a su madre que tan maravilloso era con las pocas palabras que sabe para no delatar el lugar.
-Había un arco iris también. Brillaba mucho y... y... ¿Qué más?
-Hasta mi hijo no me lo cuenta -hace que llora.
-¡No llores! ¡No llores, mamá! -de repente deja de llorar falsamente.
-Está bien. Si no quieres contarlo, no pasa nada. Es vuestro lugar.
Maya y Larry se acercan a ellos con el cachorro a sus pies, sacando la lengua como todo el rato que corre por todos lados.
Juntos entran a casa para cenar y ver una película juntos, el cual seguro les gustará.
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Ahora me entero que hay más de 10.000 de visitas en esta historia.
¡Os amo, mis queridos Ángeles Lectores!
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