Capítulo 7

Rob y River corrieron detrás de Elaine. Al llegar al lugar, vieron a William tendido en el suelo, sobre un charco de sangre, inmóvil. Apenas respiraba, pero cuando su amigo se acercó y le habló, pudo responderle.

—Vas a estar bien —le dijo Rob que se acuclilló a su lado y tomó su mano.

—No te preocupes, se ve peor de lo que es —respondió William con la voz ronca. Aunque estaba preocupado, intentó disimular. Le entregó las llaves del automóvil a su amigo.

—¿Bien? —preguntó Elaine en tono consternado — ¡Esa cantidad de sangre! Es un milagro que sigas hablando.

—Elaine... —murmuró River tomando la mano de su amiga—. Un poco de delicadeza, por favor.

—Sabía que no era buena idea venir, y mucho menos aceptar la invitación de Rob, pero no, tuve que dejarme arrastrar por ti.

Los paramédicos no tardaron en llegar, revisaron a William, le dieron los primeros auxilios y lo subieron a la camilla para luego llevarlo a la ambulancia. Elaine se agachó a recoger sus zapatos y vio el móvil de William, lo cogió y siguió a su amiga y Rob.

Escoltaron a la ambulancia hasta el hospital. El silencio que reinó en el corto trayecto hizo que este pareciera eterno. River subió junto a Rob en el asiento del copiloto y Elaine se acomodó atrás, pudo ver como su amiga colocó la mano sobre el muslo del hombre, intentando sosegarlo.

En todo ese tiempo, Elaine se preguntaba cómo era posible que William siquiera hable, debería estar inconsciente, considerando la gravedad de las heridas. Ella fue testigo del momento en que su cuerpo se desplomó, esa cantidad de sangre en el suelo y en su vestido, era suficiente evidencia de que tenía una herida mortal. Ella no era médico y profesional en el área de la salud, pero estaba segura de que aquello que vio, era para contar la historia con un muerto al final.

Apenas estacionaron frente al hospital, el celular de William sonó. Elaine lo miró, Emma ponía en el identificador de llamada, y atendió, debía hacerlo, podía ser algún familiar, su hermana o su madre...

—Hola, habla Elaine —respondió.

—¿Elaine? ¿Quién...? ¿Por qué tienes el móvil de mi prometido? —siseó Emma a punto de explotar—. Pásame con él, ahora —añadió en tono de orden.

—¡Oh! Entiendo señorita, pero... no puedo, lamento informarle que está siendo atendido, resultó herido... —Elaine habló sin dar importancia al tono de orden de Emma y, aunque en otro momento eso la iba a molestar, ahora tenía la mente nublada.

—¿Cómo? ¿Y por qué tienes su móvil? no respondiste eso.

—Es lo que estoy intentando explicarle, pero usted no me deja. —Elaine estaba nerviosa, jamás, a pesar de vivir en una ciudad como Nueva York, fue testigo de algo parecido—. Es mejor que venga.

—Por supuesto que iré. ¿En qué hospital están? —indagó Emma en tono de suficiencia.

—No tengo idea, no soy de aquí, le paso con Rob, él la guiará. —Le tocó el hombro al joven, le dio el teléfono y añadió—: Quieren hablar contigo.

—¿Conmigo?

—¡Sí! una tal Emma.

—Mierda, mierda, mierda —murmuró entre dientes—, ¿por qué te llamó a ti?

—Es el móvil de William, lo recogí cuando lo subieron a la ambulancia...

—Mierda —volvió a susurrar, pero cogió la llamada—. Emma, querida, estamos en el hospital general, ahora acabamos de llegar a urgencias —habló de seguido Rob.

—Seguro que esto es culpa tuya, solo para hacer tonterías William se junta contigo, pero ya me escucharás, en cinco minutos estaré ahí —dijo Emma y colgó.

Rob se relamió el labio y guardó el teléfono en el bolsillo, estaba estresado, su amigo entró a urgencias y la loca de la novia vendrá a hacer un show sin sentido, con tan solo imaginarlo ya se le ponían los pelos de punta.

—¿Quién es Emma? —preguntó River antes de bajar del coche.

—La prometida de William —respondió Elaine.

—Vamos, chicas, entremos a averiguar cómo está William —azuzó Rob—. Tengo que avisar a su padres y al mío.

—Llámalos, nosotras preguntamos por él —dijo River.

—Bueno, gracias por todo...

—No te preocupes, llámalos de una vez. —River le regaló una sonrisa y acarició su antebrazo.

Pasaron los minutos y no habían noticias sobre William, Elaine caminaba de un lado a otro, River estaba quieta, recostada contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho, Rob se encontraba sentado, sosteniendo su cabeza con ambas manos. El momento era bastante tenso para los tres.

—Buenas noches —dijo un hombre mayor al ingresar a la sala de espera, las chicas contestaron apenas —. Hijo ¿Cómo está William?

—No lo sabemos padre, estamos esperando el parte médico, pero estoy seguro de que está bien. —Rob se puso de pie y abrazó al recién llegado.

—Estará bien, no se preocupen, ¿ya avisaste a sus padres? —indagó Alistair, el padre de Rob.

—Sí, están en camino... —resopló—, y Emma también.

—Iré a hablar con el médico, no tardo —les informó el señor Alistair y desapareció hacia el área restringida.

******

Alistair entró a la sala de intervenciones, William estaba sentado en el borde de la camilla, mientras la enfermera limpiaba la herida en su hombro.

—Señor Alistair —saludó el médico cuando lo vio.

—Jeff ¿Cómo está el muchacho? —indagó.

—Parece inmortal —bromeó el médico y palmeó con suavidad la espalda de William.

«Y lo es», pensó Alistair.

—¿Te sientes bien, hijo? —preguntó con cariño a William.

—Creo que moriré, me sentí morir...

—Deja el drama, tú no vas a morir. —Interrumpió al joven y, dirigiéndose al médico agregó—: ¿podemos irnos a casa?

—Sería mejor que pase la noche en observación...

—Nada de eso, él está bien, ?¿estás bien, verdad?

—Sí, no sé...

—Estás bien, fue solo un rasguño.

—No, te juro que yo... —William se tocó el pecho—. Yo...

—¿Tiene alguna otra herida? —preguntó Alistair al médico.

—No, solo en el hombro —informó el médico al tiempo que escribía algo en una carpeta..

Alistair miró al joven con una ceja levantada.

—Creo que prefiero ir a mi casa —dijo al fin William.

—Será bajo tu responsabilidad —le advirtió el doctor.

—Sí —afirmó William.

La enfermera continuó con su trabajo, mientras Alistair y el médico charlaban.

******

El silencio era incómodo, los minutos pasaban con lentitud, el olor a medicamento y desinfectante de la blanca sala de espera ponía nerviosa a River, entonces decidió hablar o iba a reventar.

—Es un hombre guapo tu padre —comentó River—, te pareces mucho a él.

—Pero mejoré la especie —respondió Rob y sonrió. La llegada de su padre de cierta forma lo tranquilizó.

Pero, la paz duró muy poco, como un huracán, dando órdenes y teatralizando el momento, entró Emma. El pobre Rob quería que la tierra lo trague y lo escupa en la china cuando la escuchó.

—¿Dónde está William Campbell? —preguntó Emma en la recepción.

Elaine y River intercambiaron una mirada, mezcla de sorpresa y desaprbación, pero no dijeron nada. Rob se enderezó y tomó coraje para hacer frente a maléfica, que era como le decía, desde la infancia ella tuvo ese carácter de comandante de ejército.

—Señorita —se defendió la enfermera—. No puedo dar datos de los pacientes que entran a urgencias si no es familiar.

—Bromea. Soy su prometida.

—Pase a la sala de espera —insistió la enfermera—, en breve vendrá el médico, todavía no tengo un informe, acaba de ser ingresado —intentó explicar la enfermera.

—Inútiles, eso es lo que son...

—Emma, por favor... —Se acercó Rob y la tomó del brazo—. William está bien, mi padre fue a hablar con el médico, vamos a esperarlo.

—Tú ni me hables, estoy segura que está aquí por tu culpa.

—No fue por mi culpa, Emma, esta vez no tuve nada que ver, hubo un incendio en la destilería, de ahí venimos...

—¿Cómo?

—Con fuego —respondió Rob con ironía.

—Eso lo sé, estúpido e inmaduro.

—El punto, Emma, es que a William le dispararon y creo que ahora lo están operando...

Rosslyn y Logan, los padres de William llegaron, justo cuando Alistair y el joven herido salían del área de quirófanos.

—¡William, amor! —exclamó Rosslyn y corrió hasta él. Lo abrazó y besó.

—No atosigues al muchacho —reclamó el señor Campbell.

Elaine levantó la vista, y se fijó en William, quien se veía bien. «Demasiado perfecto», pensó.

—¡Dios, William! —Emma se interpuso entre los padres de su prometido y él, colocó su mano sobre el pecho de fornido hombre y puso cara de sufrimiento.

River observó el actuar de la ridícula mujer. Rob la miró a ella, y sonrió entre dientes cuando vio su expresión. La muchacha puso los ojos en blanco, arrugó la nariz e hizo un gesto a Elaine que solo atinó a sacar la lengua emulando sentir arcadas.

—Sí puede dar un poco de espacio al paciente, por favor —dijo el médico de guardia.

—Sí, la verdad que lo necesito —William habló, se apartó de la mujer y se sentó.

—¿Qué pasó? —preguntó Logan—¿Y dónde demonios está Gregor?

—El joven está muy bien, y puede ir a su casa, solo fue un refilón en el brazo, sangró, porque justo atravesó unas pequeñas venas, pero nada grave —explicó el médico y le entregó una receta a William—. Igual, debe firmar que se va bajo su responsabilidad,en la recepción le entregarán los formularios —suspiró con cansancio, miró a William y añadió—: si siente mareo o mucho dolor, venga de inmediato —concluyó, estrechó la mano del joven y del señor Alistair, hizo un gesto con la cabeza hacia los demás y regresó por donde vino.

La americana no dejaba de ver a el Escocés, y en su cabeza la imagen se repetía una y otra vez, como un disco rallado. Ella estaba segura de que William no recibió un refilón, que la herida fue profunda y tomó arterias importantes. La mirada era tan insistente, que no pasó desapercibida para Emma.

—¿Eres la que tenía el celular de William? —Rob se golpeó la frente con la palma de la mano al escuchar a Emma.

—Ridícula —susurró River para sí.

—Emma, te presento a Elaine, ella me ayudó. —William se acercó a Elaine —. ¡Gracias!

—De nada —murmuró la joven.

—¡Oh, querida! —Rosslyn se acercó a la joven y la abrazó—. ¡Gracias por salvar a mi hijo!

Elaine seguía confundida, pero aceptó el abrazo.

—Madre, no ahogues a la chica, y fue solo un rasguño, ya escuchaste al médico —dijo William.

—Rasguño o no —Logan miró a la joven y le ofreció un caluroso saludo—, estamos agradecidos por tu rápido actuar.

—A mi aún no me queda claro qué hacían todos juntos. —Emma se cruzó de brazos y miró con odio al par de chicas.

Esta vez fue Rob quien puso los ojos en blanco. River tuvo que llevarse las manos a la cara para ocultar la risa que le causaba el patético actuar de la prometida de William, y cuando la chica estaba por responder, el hombre se adelantó.

—No era la forma en que quería hacer esta presentación, pero en vista de que hay muchas preguntas: papá, ella es Elaine Clifford, la heredera del castillo Dundee, y su mejor amiga, River Davis.

El padre de Rob saludó a Elaine y River, mientras que Emma analizaba a las mujeres, en su cabeza no cabía la idea de que un par tan insignificante, y sin apellidos renombrados, puedan venir así porque sí a Escocia y, para más, que una de ellas tenga de herencia uno de los castillos más hermosos de todo el país.

Entre el murmullo de los padres del joven Campbell y el cuchicheo de las chicas con el señor Alistair, William no pudo evitar dejar hasta de respirar cuando la información llegó a él. El castillo Dundee, el anciano lo había mencionado, y eso lo ponía de mal humor, porque ahora ve a su salvadora como un estorbo, y no tiene idea del porqué.

En medio de tantos eventos, Emma no pudo con el impulso que comenzó a gobernarla, tomó su celular y con premura comenzó a teclear.

Emma _ 23:43

Tengo un trabajo más para ti, necesito que me averigües todo lo que puedas sobre una tal Elaine Clifford, lo quiero para ayer.

Kath _ 23:43

Como todo lo quiere, al instante, pero no se preocupe, mañana a primera hora tendrá lo que necesita.

Emma _ 23:44

Más vale que así sea.

Emma guardó su celular y volvió a ofrecer una mirada de desprecio a las chicas. Esta vez, Elaine se percató, y una voz interna le advirtió que debía tener cuidado de esa mujer. 

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