Capítulo 15

William se quedó mirando los escombros del almacén, su vida también se estaba consumiendo poco a poco, por lo menos como había sido hasta ahora. No podían limpiar, ni comenzar a refaccionar hasta que la investigación esté terminada. Le prometió a su papá que iba a encontrar al culpable de lo sucedido, años de esfuerzo y sacrificio se esfumaron en cuestión de segundos.

—William —habló Liam.

—Amigo, dime que tienes buenas noticias —dijo William sin dejar de mirar hacia los escombros de la construcción.

—Si por buenas noticias, te refieres a que descubrí lo que alteró a nuestro whisky, sí, tengo buenas noticias.

—Dime —murmuró William.

—El whisky que trajiste del hotel tenía un alto contenido de hierro —dijo Liam y le pasó una carpeta con el informe.

—Es imposible, cuidamos hasta el último detalle, el agua que utilizamos es blanda...

—Nuestra agua está bien, alguien agregó ese mineral en algún punto del proceso —explicó Liam.

—Tenemos que hacer analizar toda la producción, por suerte este era solo de tres años de añejamiento, pero imagina que los de doce o dieciocho años también...

—Me tomé el atrevimiento de hacerlo yo mismo, está todo en el informe, lo demás está en orden, pero creo que debes poner vigilancia extra en los almacenes, el que hizo esto puede reincidir...

—Es una putada, Liam, y los del seguro creo que no van a hacerse cargo, con este informe estamos hundidos, tendré que poner de mi propio dinero para resarcir la pérdida.

—Me gustaría ayudarte, pero no puedo alterar el informe —se excusó.

—Jamás te pediría algo así, Liam, nos conocemos bastante, ambos creemos en hacer las cosas de manera correcta.

—Lo sé, pero cuentas conmigo...

—Necesito que te hagas cargo del departamento de producción y de calidad, yo lo haría, pero tengo otros problemas...

—Escuché que discutiste con Emma y Gregor. ¿Qué pasó?

—Ahora estoy en un momento complicado, con lo del incendio, el whisky. Tengo a los de la policía insistiendo para que ponga una denuncia.

—Te dispararon, o sea, todo tiene sentido, o por lo menos yo creo que tus problemas se van a resolver cuando descubras quién te disparó.

—Sí, quizás tengas razón, pero siendo honesto ahora mismo no tengo cabeza para ir hasta la comisaría.

La verdad era que a William le daba miedo que la investigación llegue a descubrir la verdadera naturaleza de esos disparos, y que salga a la luz su inmortalidad. Se supone que no debería, sin embargo, era una posibilidad.

—Acepto colaborar por el tiempo que sea necesario, haciéndome cargo de la producción y fiscalizar el área de calidad.

—Voy a iniciar el papeleo entonces, tendrás un plus en tu remuneración por esos servicios.

—No hace falta, además, es mejor que lo haga de incógnito, con la excusa de tomar pruebas para mi departamento.

—Transferí a Gregor, o mejor dicho, tengo la intención de hacerlo, al departamento de inspección de toneles.

—Déjalo donde está, yo voy a ser su sombra, no te preocupes.

—Creo que tienes razón, sería mover muchas piezas, puede que produzca descontento entre los empleados, hasta desconfianza. Gracias, Liam, nunca me has fallado y siento que realmente aprecias esta empresa.

—Es como una familia para mí, es la herencia que recibí de mi padre, y él de mi abuelo, tengo la seguridad que mi hijo también seguirá mis pasos.

Liam y William se despidieron. El haber charlado con alguien como Liam, tranquilizó a William, hizo que sienta que no todo está perdido y que tiene personas a su alrededor que van a apoyarlo, en las buenas y en las malas. Puede que tenga un mal carácter, pero jamás haría algo que perjudique a ninguno de sus empleados. Es verdad, Campbell es una empresa que apuesta a la unidad y todos en ella son familia.

Terminó con sus tareas del día, Kath justificó su ausencia, al parecer su madre enfermó y tuvo que acompañarla al hospital. Al finalizar el día, solo quería llegar a su hogar, beber un buen whisky y dormir, estaba exhausto, quería poner un buen blues y disfrutar de una dosis de soledad, hacer que su mente deje de trabajar a mil por hora. Se dirigió a su casa, empacó un poco de ropa y otras cosas que necesitaba para pasar una larga temporada en el castillo junto a Elaine y se fue. Todo lo que había sucedido en la empresa hizo que se olvide de que estaba en peligro, pero cuando se encontró conduciendo hacia la propiedad del viejo McKenzie entró en pánico.

******

Emma estaba colérica, había esperado en el auto con los ojos fijos en la... de William, sus manos apretaban con fuerza el volante, su rostro empapado por las lágrimas y el rechinar de sus dientes anunciaban al mundo que la mujer no pensaba con claridad.

Cuando vio a William subir a su auto, no dudó en apretar el acelerador e ir tras él. Emma estaba segura de que su ex prometido tenía otra, e iba a ir por ella. La rabia la tenía tan consumida que su cerebro no registró el camino, estaba tan cerrada en seguir a William, que al llegar frente a su apartamento recién volvió en sí. Intentó respirar y dejar de sollozar pero era imposible.

Dudó en bajar e ir tras él, por suerte, porque al cabo de unos treinta minutos él bajó de nuevo, salió del edificio con una maleta, vio como la arrojaba al asiento trasero y volvía a subir al coche. De nuevo, tomó con fuerza el volante y lo golpeó con las palmas abiertas. Aceleró y siguió a William.

Esta vez intentó ser más perceptiva, debía descubrir a dónde iba, y memorizar el camino. Grande fue su sorpresa al reconocer el trayecto. No pasó mucho, para entender a dónde iba William.

—¿Por qué llevas una puta maleta? —dijo entre dientes al girar la misma esquina que William.

Apagó las luces de su coche y se orilló para ver a William traspasar los grandes portones dobles de la propiedad de los McKenzie. Maldijo en silencio, estaba segura de que Rob tenía algo que ver en todo esto. En su círculo de amigas se comentaba que el heredero de la mayor cadena hotelera de Escocia se andaba paseando con una americana por el centro de la ciudad.

******

William estacionó frente a la entrada principal del castillo, no tardó en llegar el encargado del garaje a recoger su llave y le ayudó a llevar sus valijas hasta la entrada. Cuando estuvo parado frente a la puerta supo que no tendría toda la paz y tranquilidad que necesitaba, una melodía apagada sonaba, hasta que Kilian le abrió la puerta, el hombre que siempre andaba muy serio, en esta ocasión lucía una gran sonrisa. William no supo interpretar si era porque estaba disfrutando o, si se estaba burlando de él por venir a caer al mismo manicomio.

—Bienvenido, joven Campbell, haré subir sus valijas a su habitación —le dijo e hizo un gesto para invitarlo a pasar.

La música se hizo más fuerte. Kilian hizo gesto a una joven mucama que al instante cogió el equipaje y lo llevó escaleras arriba.

—Gracias, Kilian —respondió William.

—El hijo del señor Alistair y las muchachas están en la cocina —le informó.

—Se nota que se están divirtiendo —respondió William y se dirigió hacia ahí.

—La señorita River nos quiere deleitar con una comida típica del país natal de su madre, así que esta noche es la cocinera —explicó Kilian siguiendo al muchacho.

William vio a Rob, Elainie y el cocinero en la puerta de la cocina, todos moviendo sutilmente las piernas y las caderas al ritmo de la música. El joven Campbell se quedó detrás de Elaine para disfrutar del concierto culinario.

—¡Como la flooorrr! —canturreó River y señaló a Elaine con el cucharón de madera.

—¡Como la flor! —exclamó la rubia.

—Con tantooo amooor.

—Con tanto amor —repitió en el mismo tono Elaine.

—Me diste tú... se marchitoooo, me marchó hoooy.... yo sé perdeeeer...

—Pero aaaaaaay... como me dueleeee —cantó Elaine.

—¡Pero te gusta! —devolvió River al tiempo que meneaba las caderas al ritmo de la música y revolvía algo en una olla.

—¿Te gusta? —le preguntó William desde atrás.

—¡¿Qué?! ¿Entiendes español? —preguntó sorprendida Elaine.

—Francés y chino mandarín también —le respondió él.

William miró a Kilian y a Rob que movían la cabeza y sonreían como tontos.

«No puede ser», pensó.

—Llegó justo para la cena, señor gruñón —dijo Elaine intentando olvidar la vergüenza —¿Quieres tomar asiento?

—Cena show, dos por uno en el castillo de los McKenzie —se burló William.

—¡Vamos, amigo! Esto está mejor que cualquier concierto en mi hotel —Rob caminó hasta William y le propinó unos golpecitos en la espalda.

—¿Qué puedo decir? No tengo elección —respondió William.

—Vamos, disfruta tus últimos días como soltero...

—Eso ya es pasado, guarda el traje de padrino —le informó William.

—Mejor, es una razón para festejar, te juro, amigo, recé, cosa que no suelo hacer, pero oré para que te dés cuenta...

Rob empezó a bailar, no lo hacía muy bien, pero intentaba seguir el ritmo de la melodía que River puso. Sacudió los hombros inclinándose hacía William, se giró y movió las caderas bajo la atenta mirada de William, y de alguien más que los observaba desde lejos.

La música cambió y River no podía dejar la pista de baile con solo dos bailarines, así que fue por Elaine, la estiró y comenzaron a moverse al unísono, pero cuando River la tomó del antebrazo para que quede frente a William puso algo de resistencia, sin embargo, River ya la había colocado delante del buen mozo.

—¡Vamos, esta es una fiesta! —dijo la morena moviendo a su amiga de un lado a otro.

Elaine no sabía cómo actuar, por un lado quería hacerlo, pero por otro, estaba cohibida por la postura del escocés, quien la miraba con atención, esperando que la chica hiciera algo más.

—No seas aburrido —dijo Rob en lo que bailaba.

Kilian, el cocinero y los demás empleados miraban la escena con diversión. La morena era simpática y transmitía buena vibra, ponía color al castillo que, desde la muerte de su anterior jefe, estaba triste y melancólico.

—¡Están festejando! —exclamó Emma cortando el momento.

Los presentes callaron, y uno de los cocineros se apresuró en apagar la música, la sensación de que algo saldría mal llenó las entrañas de Rob, quien conocía la mirada de venganza de Emma, la mujer tenía los brazos cruzados sobre el pecho e intentaba articular las palabras que corrían por su cabeza.

—¡Emma! —La llamó William con tono autoritario, pero la mujer levantó una mano para callarlo.

—Espero, y realmente lo hago, por tu bien —lo señaló con el dedo—, y por el de todos los presentes aquí, que solo sea una etapa, William, lo tomaré como tu despedida de soltero —advirtió la mujer muy seria.

—No es lo que te imaginas —se excusó William.

—En estos casos, nunca lo es —respondió la mujer echando furia por los ojos—. Tú —gruñó dirigiéndose a River—, eres una alocada vividora.

—No voy a permitir que vengas a mí casa y trates así a mis amigos —saltó Elaine.

—Y tú, no te quedas atrás —agregó Emma—, tú eres una boba, manipulable.

—Por favor —arremetió River—, yo disfruto de la vida, y no vivo acartonada y amargada.

—Cierra la boca, sucia americana —dijo Emma.

—Cuidado con el tono —intervino Elaine—,de tonta un pelo, ser distraída es una cosa, pero si me provocas, te haré tragar tus palabras.

—Defiende a tu amiga, es una cualquiera por revolcarse con este impresentable, poco hombre. —Señaló a Rob.

—¡Perdón! —exclamó la morena—, nadie te pidió una reseña de mi vida o la de Rob, el señor faldas está soltero y yo también, así que, cállate.

—¿Cómo qué señor faldas? —murmuró Rob en el oído de River.

—Es que me encanta —respondió River en el mismo tono.

—¡Callense! —gritó Emma — ¡William, necesito la verdad! ¿Estás con ella?

—Hablemos afuera —sugirió William.

—Te vienes conmigo, a mi casa —ordenó Emma.

—No puedo, ya hablamos esta mañana, Emma —se acercó William al oído de la mujer y siseó.

—¡No, William! No voy a hablar contigo, me voy. ¿Sabes qué haré? Los voy a destruir, tu reputación se va a ir a la mierda, voy a descubrir lo que sea que tengan estas tipas, y Rob, haré que te deshereden... y tú... —apuntó a Elaine —. Te vas a arrepentir de tu estancia en Escocia.

Emma les dio la espalda y se retiró de la habitación dejando el eco de su amenaza en el aire. Apenas se acomodó en el coche hizo una llamada a Kath, pero el contestador automático fue la única respuesta que obtuvo.

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