Capítulo I: El comienzo de todo

━━━━━━ • ☾ • ━━━━━━

Era una hermosa noche. Las estrellas brillaban en el cielo y la luz de la luna iluminaba las copas de los árboles de un frondoso bosque, embelleciendo el tranquilo paisaje. No se escuchaba otro sonido más que el canto de los grillos... y pasos acelerados.

La figura de un animal atravesó a gran velocidad la vegetación y a su marcha dejó una estela de sangre. Instantes después, unas difusas siluetas sombrías pasaron por el mismo camino con igual rapidez.

—Señor, está escapando. ¿Qué hacemos? —preguntó una de ellas a la que encabezaba el grupo.

—No te preocupes, con esas heridas no llegará muy lejos —respondió ésta, denotando una mezcla de maldad y burla en su voz.

La particularidad de los individuos era que estaban ataviados por armaduras negras, brillantes como gemas oscuras.

Algunos metros adelante, el animal, que al llegar a un vasto claro se dio a conocer como un canino, continuó corriendo con ahínco. Sin embargo, con cada segundo que transcurría su velocidad aminoraba.

«N-no puedo detenerme, si m-me atrapan van a matarme», pensó una melodiosa pero agitada voz femenina proveniente del can. «Y-ya estoy cerca, s-solo...». Al distinguir en la lejanía la estructura de un pozo, aumentó su marcha. Pero lamentablemente, debido al inmenso agotamiento sus pisadas eran inestables y por lo tanto en un descuido se tropezó. Intentó levantarse, temblando a causa del esfuerzo, mas volvió a caer pues en el brusco golpe se lesionó una pata. «¡Maldición! Es tarde».

En ese momento, una macabra risa resonó por el lugar.

—¡Nada ni nadie puede escapar de mí! —exclamó el líder de sus perseguidores, emergiendo de entre las sombras seguido del resto. Al iluminar las armaduras, la luz de luna les otorgó un halo espeluznantemente bello—Je, admito que duraste más de lo que creía... mmm... —Escudriñó a la can, fingiendo meditar algo—Hagamos un trato —dijo con una sonrisa completamente opuesta a su aparente tono de voz amable—: te perdonaré la vida si te unes a nosotros. ¿Qué dices? ¿Acaso no soy generoso?

«¡Pero quién se cree que es! ¡Nunca me rebajaría a su nivel de peste, ni muerta!». Dio varios ladridos y gruñidos para expresar su negativa.

—Creo que es un no. —Las risas de sus compañeros corearon la suya—Qué lástima... —Negó con notable falsa pena—perdiste tu oportunidad. —Extendió hacia ella su mano derecha, la cual comenzó a ser rodeada por energía oscura que terminó materializándose en una espada—. ¿Últimas palabras?

«¡Púdrete!», respondió ella en su mente y lo tradujo como un ladrido del que fue muy fácil adivinar qué significaba.

El hombre llevó su otra mano al pecho—Qué ingrata. —Tan solo se acercó un pie cuando de improviso un haz de resplandor rosado cruzó el claro a una velocidad increíble y se incrustó en uno de ellos.

El brillo disminuyó un momento permitiendo ver que era una flecha y el atacado no tuvo tiempo de reaccionar pues el resplandor creció considerablemente. Miró a sus compañeros con el rostro deformado en terror y bramó un horrible alarido para luego desaparecer en una explosión de partículas rosadas.

—¡¿QUIÉN ESTÁ AHÍ!? —exigió el cabecilla, furioso y a la vez asustado por lo que le sucedió a su camarada.

Otro par de mismas flechas surgió del bosque, aunque al estar prevenidos las esquivaron y sólo una logró acertar. El desafortunado pereció como el anterior.

—¡¡¡Corre, Kagome!!! —Una muy malherida Miko salió a campo abierto.

Los ojos de la can se abrieron más allá de lo normal, atónita por la presencia de la mujer «Ki-kikyo...».

—¡VETE! —Le gritó la mencionada al mismo tiempo que de su carcaj extrajo tres flechas y las disparó todas a la vez.

Los orbes zafiro de la canina se humedecieron y con el último impulso de energía que le quedaba corrió como bala hacia el pozo.

—¡NO!

Escuchó detrás suyo la violenta exclamación del líder y sintió las auras malignas aproximarse rápidamente. Invocando a su última reserva de energía, dio un sorprendente salto hacia el pozo. Miró hacia atrás un segundo justo para presenciar a uno de sus atacantes atravesar con un brazo el estómago de la la sacerdotisa salvadora.

—¡KIKYOOOOO! —Su grito fue tan alto que le causó dolor en los tímpanos. Una lágrima rodó por su hocico y su visión se desvaneció poco a poco, llegando a vislumbrar el característico estallido de luz propio de la magia del pozo antes de que el mundo se tornara negro.

━ • ☾ • ━

En alguna otra parte, en un igualmente espeso bosque, un singular sujeto caminaba con tranquilidad por éste. El hombre poseía un hermoso rostro, acompañado de enigmáticos ojos rosados y una larga y vibrante cabellera color verde como una lima. Aunque lo que más destacaba, era su vestimenta: una armadura. Pero a diferencia de las que portaban los personajes previos, su tinte dorado brillaba como un pequeño sol en la oscuridad.

Avanzó unos pasos más, hasta que algo lo hizo detenerse.

—¿Mmm? Siento una extraña energía, pero no puedo decir de dónde viene —murmuró para sí observando atentamente alrededor en busca de la fuente. De un momento para el otro, una explosión de poder junto a un inmenso resplandor rosado iluminó una gran área cerca de su posición—¿Qué...? —Parpadeó sorprendido, mas no perdió el tiempo en dirigirse con prisa hasta el lugar y a medida que se acercaba, la luz disminuía. Sin embargo, no era el caso de la energía. Tardó pocos segundos en hallar el origen.

Allí, en medio de un reducido prado, se encontraba un simple pozo. Desde el interior de esta sencilla construcción brotaba ese, ya casi nulo, resplandor.

En estado de máxima alerta, el joven comenzó a acercarse a marcha cautelosa.

«Este Cosmos... nunca he sentido algo así. Es tan puro como el de nuestra Diosa y a la vez... tan oscuro como el de un Espectro...», pensó.

Al llegar, lentamente se asomó por el borde y lo que vio no fue nada de lo que había pensado.

En el fondo del pozo, había un perro.

El animal, aparentemente inconsciente, emanaba esa energía en intensas olas rosadas.

Bajó la guardia un instante, meditando en sus adentros qué debería hacer. Finalmente, decidió investigar como siempre hizo en situaciones más allá de su comprensión y en un movimiento ágil, saltó dentro. A pesar de que la altura era considerable para alguien normal, él aterrizó con gracia y sin un indicio de malestar.

—Vaya... —No pudo evitar enunciar impresionado por la vista.

El can era algo asombroso.

Cuerpo elegante cubierto de un grueso pelaje negro como el cielo nocturno con exceso cuidado en la zona de las patas y rodeando el cuello. Orejas caídas de aspecto mullido. Al mirar la parte de la cabeza, notó unas extrañas características: marcas. Pero no marcas comunes, o por lo menos ninguna que haya visto en un animal. En los costados del hocico tenía dos franjas de color similar al rojo y una luna creciente púrpura en el centro de la frente que apenas se distinguía. Y, para completar la atípica apariencia, un collar de plata cuyo adorno era una luna como la marca en su cabeza con una perla de zafiro colgando en el medio.

—¿Qué eres? —Entrecerró los ojos, intentando descifrar a la extraordinaria criatura. «Creo que lo mejor sería llevarlo conmigo. Quién sabe lo que podría pasar si un ser con este poder anda suelto. Además... dejarlo aquí no me da un buen presentimiento». Con esa decisión, tomó al animal en sus brazos y dio un ligero respingo cuando el brillo que lo cubría desapareció. «¿De qué me sorprendo?», negó internamente y de otro impresionante salto salió del pozo.

Al instante que sus pies tocaron tierra agudizó sus sentidos, esperando ya que cualquier cosa saliera del bosque. Por suerte, fue respondido con la calma propia de la naturaleza.

Posó su mirada sobre el perro en sus brazos y suspiró—¿Por qué siento que vas causarme muchos problemas? Ojalá esté equivocado. —Apreció la suavidad del pelaje, parecía como sostener una nube de algodón—Bueno... al menos eres... —Calló un segundo y lo movió un poco para poder ver una parte exacta del cuerpo—... tierna. Aunque me pregunto cómo llegaste ahí aba... —No terminó de hablar pues al darse vuelta hacia el pozo, la construcción no estaba. Ni siquiera una pista o detalle de que existió, sólo césped común y corriente. «Repito, ¿de qué me sorprendo?».

━ • ☾ • ━

Observó las imponentes puertas de madera frente suyo, sintiendo surgir la incómoda sensación de nerviosismo. «Tal vez no es muy buena idea... Pero está herida, no puedo ignorar eso... Agh», refunfuñó internamente.

Sucede que en el camino hacia donde se encontraba en ese momento, se tomó el tiempo para detallar a la criatura que cargaba, percatándose así de partes del pelaje cubiertas por sangre seca junto a varios cortes y quemaduras leves. Así que, debía presentarse ante su Diosa y el Patriarca no sólo por la obligación de informar sobre el extraño descubrimiento sino también para que curen a la malherida canina.

Encendió su Cosmos un instante, lo suficiente para advertir su presencia. Segundos después, sintió como respuesta el aumento de otro proveniente del interior del lugar. Con un último suspiro resignado, ajustó su postura a una apariencia seria y confiada y usando su habilidad de la telequinesis, conveniente debido al ser que cargaba, abrió las puertas.

Un amplio salón de mármol apareció ante él, una extensa alfombra de satén rojo abarcaba el medio del sitio comenzando por la entrada hasta finalizar en unos peldaños que daban a un sobresuelo. En el centro de esta pequeña zona, se encontraba un trono de piedra impoluta ocupado por una imponente figura: un hombre de avanzada edad con largo cabello plata ajetreado en una túnica similar a las de los sacerdotes católicos, en su cuello portaba un grueso collar de gargantilla hecho de oro con una joya incrustada y, por último, un casco del mismo material con la figura de un dragón de alas extendidas en la parte superior. Detrás del trono, colgaban unas cortinas blancas.

Cuando llegó a unos metros frente al hombre, éste enarcó una ceja intercalando su mirada sorprendida entre él y el animal.

Tragó saliva disimuladamente—Patriarca Sage —saludó respetuoso, se dispuso a dar una reverencia pero el mencionado lo detuvo con un gesto de mano.

—No es necesario, Shion —dijo el peliplata—Me interesa más la razón del porqué llegas a esta hora con un perro inconsciente en brazos... —Detalló al animal y gracias a la iluminación notó las inusuales marcas y su mal estado—¿Ah? Y uno extraño por demás. —Juntó sus manos y se recargó en el respaldo—No puedo esperar a escuchar la historia. —Esbozó una pequeña sonrisa mientras golpeteaba las yemas de sus dedos entre sí.

Shion asintió—Le diré todo, pero necesito que Atena la cure. Por favor —agregó dejando que algo de su preocupación se mostrara.

El Patriarca soltó una risilla—Me preguntaba cuánto ibas a tardar en pedirlo. —Le dirigió una expresión amable al peliverde para tranquilizarlo y cerró sus ojos. No pasó mucho para que los volviera a abrir—Ella está en camino —anunció con calma, rió de nuevo ante el audible suspiro de Shion.

Pocos minutos después, una hermosa joven que aparentaba unos 14 o 15 años emergió de tras las cortinas. La muchacha tenía un largo cabello lavanda, grandes e inocentes ojos verdes y llevaba un simple vestido blanco de estilo griego. En su tierno rostro se manifestaba la inquietud.

Shion fue nuevamente detenido al intentar hacer una reverencia, esta vez por la recién llegada quien se acercó a él a paso presuroso.

—El Patriarca me ha dicho qué ocurre. —Asentó su vista en la mata de pelaje negro que sostenía el peliverde y esbozó una mueca—Pobre criatura. —Colocó su mano con delicadeza sobre el animal y lo acarició suavemente. Frunció el ceño en confusión por las extrañas marcas.

—¿Puede sanarla? —preguntó un nervioso Shion, mirando a la joven esperanzado.

Ella lo miró a los ojos—Haré lo mejor que pueda —dijo con determinación. Unió su mano libre a la que estaba acariciando al perro y al instante comenzó a fluir ambas extremidades un intenso resplandor dorado que envolvió el cuerpo del can.

El patriarca y Shion observaron atentamente, el primero incluso se inclinó hacia adelante sin ser consciente. Un ligero movimiento del animal sobresaltó a los tres presentes, pero se calmaron al ver que no había despertado.

—Bueno... —comenzó la Diosa, el resplandor dorado retrocedió a sus manos y desapareció. La ansiedad del peliverde aumentó en espera de la respuesta, aunque no dijo nada. Finalmente, la joven habló—Creo que ya se encuentra bien. —Su alegre sonrisa y positivas palabras lograron que Shion se relajara.

—Muchas gracias, Diosa Atena. De verdad. —Antes de que la muchacha pudiera negarse, dio una breve reverencia.

—No hay problema —contestó ella, también aliviada de haber ayudado a la herida criatura.

—Entonces... —Ambos voltearon hacia Sage—. ¿Qué sucedió? Shion.

Él procedió a contarles en detalle los acontecimientos, desde la energía que sintió hasta el pozo que desapareció.

—Mmm... ya veo... —murmuró el hombre mayor, contemplando detenidamente al animal bajo una nueva luz—Hiciste lo correcto al traerla aquí. —Le dijo a Shion, complacido por su sabia decisión.

Atena, por otro lado, tenía una expresión de absoluta sorpresa—¿Un perro con Cosmos? ¿Y además uno como el de un Espectro? —Recorrió con su vista el cuerpo de la can y se alejó unos centímetros, algo insegura por la revelación. Levantó una mano involuntariamente para tocarla pues, a pesar del estado desaliñado y el impactante detalle detrás, era un animal muy hermoso «Y su pelo es tan suave...», aunque al darse cuenta la bajó. Miró al Patriarca—. ¿Qué haremos con ella?

Él abrió la boca mas lo que sea que fuera a decir fue interrumpido por el joven.

—¡Yo me haré cargo! —Exclamó este apresuradamente.

Sage entrecerró los ojos —¿De todo? Nunca nos hemos topado con un ser de semejantes cualidades. Lo que pasará cuando despierte es un misterio. Si algo sucede, si surge algún inconveniente o lo provoca... ¿asumirás la completa responsabilidad? —cuestionó con semblante y tono de voz severo, expresando la seriedad de la petición y lo que conllevaba.

—Lo juro por mi honor —respondió el joven de igual manera, consciente de los hechos.

El peliplata suspiró, la solidez en la voz y el semblante de Shion era indiscutible. Cambió su vista a la Diosa y una pequeña sonrisa llegó a su rostro ya que, pese a la renuencia inicial que la susodicha sintió al escuchar lo develado por Shion, se ve que no pudo evitar caer bajo el encanto de la criatura y retomó las cariñosas atenciones. Esa tierna interacción amainó algo de sus dudas, no en su totalidad pero sí una gran parte.

—Señorita Atena —llamó.

—¿Ajá? —La muchacha asintió distraídamente, absorta en el animal que acariciaba.

Sage rodó los ojos divertido—¡Señorita Atena! —llamó de nuevo alzando un poco el tono, lo que causó que la muchacha diera un ligero sobresalto y por fin lo mirara.

—Lo siento. —Se disculpó esta y un tenue sonrojo apareció en sus mejillas, el cual se profundizó ante la leve risilla de Shion. Le envió una mirada feroz, sonriendo satisfecha al provocar que esa risa se transformara en un incómodo carraspeo—Ahora sí. —Volteó hacia el peliplata—. Dígame, Patriarca.

—Señorita Atena, ¿qué opina usted de que el Caballero de Aries se haga cargo de esta extraordinaria criatura?

De inmediato, ella se volvió hacia el mencionado con los ojos abiertos de asombro—¿Estás seguro? —consultó preocupada.

—Por supuesto —afirmó Shion sin un ápice de vacilación.

La Diosa meditó unos momentos, ignorante de lo que su silencio generaba en el joven.

«Por favor que diga que sí, por favor que diga que sí», rogó él para sus adentros.

Con un grácil encogimiento de hombros, Atena dijo—: No veo por qué no. —El Caballero vitoreó mentalmente—. Confío en que Shion es más que capaz de manejar cualquier inconveniente, no por nada es un Santo de Oro. —Le dirigió una sonrisa afectuosa y observó divertida cómo el peliverde hinchó su pecho de orgullo por la buena fe en su persona. De forma inesperada, la muchacha soltó un tierno bostezo y cubrió su boca rápidamente—Vaya, tal parece que ya me ha invadido el cansancio. —Apoyando sus palabras, parpadeó con una expresión somnolienta.

—Debería ir a descansar, señorita Atena, es muy tarde para usted —sugirió Sage, aunque el brillo en sus ojos daba a entender que a pesar de que sonara como una recomendación era en realidad una orden.

La muchacha, conocedora de que era inútil discutir con el hombre, concedió. Además estaba realmente agotada como para intentarlo—Tiene razón, Patriarca. —Sin embargo, ella de igual manera poseía autoridad y haciendo uso de tal facultad proclamó una demanda—Quiero ser informada inmediatamente cuando ella despierte. —Señaló al animal—No importa el horario en que suceda —agregó.

El peliplata asintió. Así como ella sabía que no tenía sentido oponerse a él, esa situación se aplicaba a la inversa.

—Si me disculpan, me retiro. Patriarca... Caballero. Buenas noches. —Se despidió de ambos con una elegante reverencia que correspondieron con el mismo gesto y se fue por donde llegó.

—Es mejor que tú también descanses, Shion —habló el Patriarca levantándose con parsimonia del trono. Al estar completamente de pie, un aura abrumadora que imponía sumo respeto lo rodeó. El joven tragó saliva, no importa hace cuánto conociera al hombre, este siempre provocaba esa reacción en cualquiera que estuviera frente a él—Como ha dicho Atena, tan pronto como este animal despierte debes informarnos y traerlo ante nosotros. Es una orden, ¿entendido? —El matiz de voz empleado radiaba idéntico nivel que su presencia.

—Lo que usted desee, Patriarca Sage. «Como si pudiera y fuera a negarme, tch.»

—Excelente. —Y así tal cual el aura espeluznante apareció, se esfumó—Espero con ansias ese momento, puedes retirarte —dijo como si nada junto a un ademán simple de manos.

Justo cuando Shion estaba por salir del sitio, Sage comentó con sencillez—: Deberías darle un nombre.

━ • ☾ • ━

Colocó suavemente al magnífico canino sobre un conjunto de mullidas mantas que había acomodado como un lecho improvisado. La luz de la luna penetraba por una pequeña ventana de la modesta habitación, iluminando específicamente el lugar donde ubicó a la criatura. Observó maravillado el relucir del brillante pelaje negro ahora impoluto pues aprovechando la inconsciencia del animal, procedió a limpiar a fondo la suciedad de su cuerpo ya que tal vez cuando despertase no iba a contar con la suerte de un comportamiento calmo. Mientras lo aseaba, sonrió aliviado al ver que las heridas y cicatrices desaparecieron.

Suspiró, pensando en lo último que el Patriarca le dijo—¿Cómo voy a llamarte? —murmuró acariciando al animal, deleitándose de la suavidad de las hebras ébano—Un ser único necesita un nombre igual de único... —Pensó unos minutos y gruñó suavemente al no llegar a ninguna opción que pareciera apropiada. Masajeó el puente de su nariz y cerró los ojos irritado—Quizás es demasiado tarde como para que mi mente funcione a su óptimo. Esperemos que mañana sea diferente.—Rió, resignado a que por el momento no iba a obtener resultados. Miró al can afectuosamente, sintiendo crecer en su interior cariño por ella—Descansa. —Le dio unas suaves palmaditas en la cabeza antes de levantarse. Al llegar a la puerta, volteó hacia atrás para verla por última vez. «Incluso si llegas a ser el animal más dócil del mundo, ya sé que estoy en problemas... porque mi corazón... pide protegerte»

━━━━━━ • ☾ • ━━━━━━

Fin del Capítulo I

━━━━━━ • ☾ • ━━━━━━

¡Buenas a todos! Finalmente he publicado el primer capítulo de esta renovada historia. Como verán, hay cambios no sólo de la trama sino también del detalle que a mí parecer son mejores. Nunca estuve completamente conforme con la edición anterior, siempre sentí que le faltaba algo. Pero bueno, es entendible. La escribí cuando tenía 16 años. Quiero darle un enfoque más serio y un desarrollo más realista, lo que no significa que el humor quede de lado. Por supuesto que no. Les aseguro que no se van a decepcionar. Muchas gracias por el apoyo que le han dado y y estoy emocionada por lo que viene. ¡Los quiero!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top