Chapter 5: Test Drive ¡Volando con Celestia!
Réditos a su creador
Amigo imaginario, otro de los recuerdos que vale la pena memorar, es cuando le lleve a volar. Me desperté alrededor de eso de las cinco de la mañana, gracias al despertador que colocaba a diario, note que Celestia, estaba a mi lado. O más bien dicho la estaba abrazando, y ella me daba la espalda, pero no con frio desprecio sino más bien, como si buscara protección en mis brazos. Que por cierto uno de ellos ya estaba entumido, gracias al peso de Celestia sobre él.
Suspire con algo de cansancio, puesto que tendría que esperar a que Celestia tuviera las santas ganas de levantarse para que yo lo pudiese hacer, no es que ella fuese muy pesada, pero no le quería ver de mal genio por la mañana... Otra vez.
RECUERDO
-¡muévete que no piensas hacer nada!- me grito Celestia, el PRIMER día de vacaciones que tenía, porque para ella, quedarse acostado hasta las diez de la mañana era mucho pedir
-¿Qué quieres que haga?- pregunte algo enojado ante su comportamiento
-¡levantarte!, ¡limpiar!, ¡cualquier cosa!, no puedes quedarte todo el día acostado ¡en el piso!-me grito, y se porque ella me grito. No le molestaba que estuviera TODO el día acostado, y sin hacer nada. Le molesto que mi despertador le haya asustado por la mañana, despertándola de golpe.
Y claro que yo también le grite, ahora que lo pienso, solíamos gritarnos mucho, inclusive cuando ya nos teníamos una confianza infinita, nos gritábamos mucho más fuerte, y como Celestia es tan necia como yo lo soy, me gritaba en el "idioma de los caballos" y, yo quien conocía algo de Alemán, le contestaba en Alemán (o en español depende de las palabras que debía de decirle)
FIN DEL RECUERDO
Me quede un rato meditando sobre el mal humor de Celestia, y sobre las cosas que debíamos de hacer en el día. ¡Hoy ya le quitaría las vendas!, hasta que dio señales de vida me empecé a mover levemente yo también para que se despertara de una vez.
-hummm- murmuro, volteándome a ver, y abriendo los ojos al darse cuenta, de que estaba en la misma cama que ella.
-¡¿Qué haces en la cama?!-me pregunto algo exaltada, y echándose para atrás. Cosa que hizo que me diese cuenta de algo, que no había hecho. Aun le estaba abrazando. Y por la misma razón ambos nos caímos al suelo. Creí que me dolería caer sobre ella, pero no fue así. Celestia es suave, muy suave, demasiado que me dan ganas de usarla de almohada todas las noches.
-¡bájate de mí!- me grito al ver que la seguía abrazando, porque la primera cosa que se me ocurrió para que su salto, no nos tirase de la cama, fue abrazarla aún más fuerte de lo que hacía. Y si, fue bastante idiota por parte de los dos, el haber dormido en casi la orilla de la cama.
Me baje de ella, en contra de mi voluntad (claro está) y le ayude a levantarse, y si, la yegua no es muy pesada, de hecho pesaría lo que pesa una chica humana normal.
-nos quedamos dormidos, juntos en la cama- le respondí, cuando ya estábamos un poco más calmados. Recordó un poco, o al menos la cara que hizo, me ayudo a pensar eso. Y no se habló más del tema por el día.
En cambio me movió una a la, haciendo que me diese cuenta de lo que quería que hiciese. Le empecé a quitar la venda y cuando termine dije:
-¡lista para volar!-
-¿ya es el último día?-pregunto sorprendida con esperanza en los ojos
-claro que ya lo es, acaso ¿esperabas quedarte con las vendas toda tu vida?-pregunte retóricamente, mientras le sonreía. Me sonrió de vuelta, y empecé a quitarle las vendas, al terminar restiro su ala un par de veces, y las aleteo.
Casi, ni desayunamos de lo emocionados que ambos estábamos por ver como ella, volaba. Pero antes de salir a toda prisa, de mi casa, ya con el correspondiente permiso de mi madre, para salir y para llevarme la motocicleta. Pase a mi habitación, por unos goggles de aviador para ella, los cuales los había conseguido un par de días antes (tengo que levantarle el ánimo ¿no?) y mis lentes negros de aviador los cuales evocaban una sensación a los años treinta que me encantaba.
Una vez, ya arriba de la motocicleta, puse marcha adelante, avance a la mayor velocidad posible, y como no conduzco con permiso de conducir, y tampoco con cuidado, nos paró un tránsito a mitad del camino. Pero no pasó nada, nada que algunos doscientos pesos, (directamente de mi bolsillo) no pudiesen solucionar.
-¿Eso es como una guardia?-pregunto, curiosa Celestia, cuando nos dejó ir.
-algo así, pero si hay un atentado terrorista, llaman a los militares-conteste a su pregunta
-entonces, ¿para qué sirven?-
-para atrapar ladrones menores, y chingarse mi dinero porque "voy muy rápido"-dije, con algo de mal gusto, y rencor hacia el policía, que por cierto me dieron ganas de seguirlo hasta su casa y poncharle las llantas.
Ella, se quedó callada ante la contestación, y mejor se puso a mirar el camino, al momento en el que se hizo invisible (otra vez), oh... Es cierto, no te he dicho como supe que se podía hacer invisible...
Bueno no es algo que valga mucho la pena recordar, solo diré....
RECUERDO Mañana De Ese Mismo Día
-por cierto ¿hay alguien en tu habitación?-pregunto mi madre, después de darme el permiso
-no, ¿Por qué la pregunta?- conteste tomando agua nervioso.
-comes mucho, y no engordas- me contesto
-lo almaceno, son reservas para cuando las ardillas dominen el planeta-dije sarcásticamente.
-Sabes ¿qué?, voy a ir a tu cuarto, a ver, por mí misma que sucede- Dijo harta de mi comportamiento, y empezando a dirigirse a mi habitación.
-¡Pues ve!- grite retadoramente, para alertar a Celestia, y que se escondiera debajo de la cama, en el baño, o quizás en el closet.
-eso hago-me contesto, al momento en el cual me le uní al paso
-¡Pues vamos!- volví a contestar, mientras ella abría, la puerta y no encontró nada de nada. Suspiro un par de veces, mientras, miro como alzaba una ceja, como si dijese con la cara "¿Entonces encontraste algo?". Evite burlarme de ella, y volvió a suspirar retirándose. Y al mismo momento en el que salió de mi cuarto, Celestia se materializo en mi cama, volviéndose visible de nueva cuenta.
FIN DEL RECUERDO
Llegamos al lugar, más seguro para verle volar. Y que nadie nos molestase, ni que le viesen a ella, era como un llano muy pero muy abierto. Para llegar a eso tuve que pasar por varios caminos de terracería, y para más seguridad elegí un lugar, que estuviese a una hora de la playa, como era diciembre, (creo que era el quince o catorce de diciembre) nadie iría.
-hace algo de frio ¿no?-dijo bajando del vehículo, después de una indicación mía, y materializándose a mi lado.
-es invierno, es lo normal- dije pasándole mi bufanda, blanca y negra, junto con los goggles de aviador que había preparado para ella.
-lo normal sería que nevase-contesto
-aquí nunca nieva, es por eso que dije, apenas nieve- Conteste.
Creo que después de eso, susurro algo como: "te vas a comer tus palabras" o eso entendí.
Lo que hizo, que me empezara a explicar, sobre su mundo, y como es que los pegasos traen la nieve, y como es que antes del gobierno actual, del mismo. La mayoría del planeta estaba congelado, y que la unión de los pueblos pony, pegaso, tierra y unicornios (como ella los llamo) descongelo el planeta. O al menos eso entendí yo.
-¿aquí puedo volar?, ¿no hay nadie?-pregunto, cambiando de tema y mirándome
-puedes volar en donde quieras, y si, no hay nadie aquí- conteste sonriendo
Le acomode la bufanda para que no se cayese durante el vuelo, y después de esto, camino hacia enfrente empezando a correr, y a aletear (creo que estaba calentando) hasta, que empezó a volar, y le perdí entre las nubes.
CAMBIO DE PRESPECTIVA
"Yuju" era la única expresión que podía pensar en esos momentos, extrañaba, tanto el sentirme en el aire, y mucho más el volar. Si, sé que casi no vuelo como medio de transporte, pero el hacerlo me relajaba bastante, y que mejor manera de endulzar mi estancia en este planeta, que volando.
Al volar, me encanta romper nubes, me encanta rozarlas con mis potentes alas de alicornio (las más grandes que hay) y partirlas a la mitad, otra de las cosas que me encanta al volar es que no hay reglas, puedo hacer lo que quiera, como quiera y cuando quiera. Sin que nadie me diga nada, el cielo es todo mío, y este, el cielo de este planeta no está infestado de pegasos, y aunque haya "aviones" son una minoría. Este es un cielo virgen, y yo, yo estoy dispuesta a conquistarlo.
Después de algunas dos horas baje al suelo, mire que me miraba con unos binoculares, y aterrice perfectamente, en frente de "el".
-tienes hambre ¿aviadora?-pregunto mirándome. A lo que respondí afirmativamente y saco un coctel de frutas, que en su planeta le llaman pico de gallo. Y vaya que me gusto comerlo, tenía una gran variedad de frutas, incluyendo las que no me gustan pero esas las ignore. Además de eso, comimos una pizza vegetal que "el" había comprado en el camino, era algo diferente a la pizza Ecuestriana, pero eso no afectaba en nada al sabor.
-esto sabe diferente a la que venden en mi país-le comente mirándolo.
-en tu país ¿usan alimentos alterados con químicos?-me pregunto, haciéndome pensar en Equestria, y en la manera que consumíamos los alimentos. Valla es curioso pero en los mil quinientos años de gobernante que tengo, ningún producto que sea apto para el consumo, no es alterado, ni con químicos, y tampoco con magia. Hace mucho tiempo se aprobaron leyes, para evitar envenenamientos masivos, por comida.
-no, se aprobaron leyes para evitar eso, algunos unicornios envenenaban la comida antes de venderla con magia-
Después de terminar de comer sin mucha prisa, nos levantamos y nos sacudimos el polvo. Quería seguir volando así que le pedí permiso, y él me lo concedió. Le mire, un poco solo en el suelo, así que le dije.
-¿recuerdas cuándo te hice levitar?-
-si-contestó afirmativamente, así que le hice levitar, lo coloque detrás de mí, pero sin dejar de levitar (quien sabe cuánto pese "el")
-agárrate de mi collar- le dije, empezando a tomar el vuelo. Cosa que creo que le tenía algo de miedo, porque podía sentir como se estaba temblando, pero después le tomo un extraño gusto al volar. Quizás y solo quizás le estaba de alguna manera transmitiendo mi gusto por volar a través del viaje que hacíamos.
Continuamos rozando el cielo, con algo suave y despacio.
-no te sueltes por nada del mundo- le dije sonriendo
Y empecé a aumentar la velocidad
CAMBIO DE PRESPECTIVA
Y en esos momentos, el haber dejado que me levitara en su vuelo, parecía una mala idea. Celestia subía con asombrosa facilidad al cielo, solo para tomar impulso y maniobrar metros más abajo, muchos metros más abajo.
Le estaba dando vueltas a una torre de luz, y después con toda la osadía y maestría de un águila, empezó a girar dentro y fuera de ella. Haciendo más que otra cosa, de nuestro paseo una montaña rusa.
Mas el maniobrar, entre cables de alta tensión, no le bastaba, también lo hacía de cabeza, y de lado, cosa que me obligaba a estar más abrazado a ella, pero a ella el hacía gracia el asustarme, por lo que aumentaba mucho más la velocidad.
Y todo eso, era pasable, muy pero muy pasable, lo que casi nos mata a ambos (literalmente) del susto. Fue cuando empezó a ascender de manera descontrolada
-te llevare a donde nadie ha ido jamás- Dijo antes, de llegar a la zona fría y sin oxígeno del cielo. Y sin más, ahí, donde casi, se podían ver las estrellas, casi saliendo de mi mundo. Caímos cuesta abajo.
-¿Celestia que ocurre?-pregunte sobresaltado, porque... ¡estábamos cayendo!
-mis... alas... se congelaron-contesto, con poca voz, y casi sin aliento, por la falta de oxígeno.
Después de que las cosas se empezaron a poner calientes, demasiado calientes para mi gusto (no mal entiendas, no ese tipo de calientes, el otro tipo de caliente me encanta), Celestia empezó a recobrar las maniobras, pero aun en las alas, le quedaba algo de hielo.
-tengo malas noticias- me dijo, con algo de dolor por el calor
-¿cuáles?-pregunte antes de gritar, al sentir el mismo calor
-tu atmosfera, es muy... pequeña, por lo que faltara mucho tiempo para que mis alas se descongelen... además te... puedes... quemar - dijo con algo de dificultad por el calor
-¿Algún plan? Antes de... caer-hable, con la misma dificultad. Mas el calor, no evito que me diese cuenta que dijo te puedes, en vez, de podemos.
-dime... cuando abro las alas- me contesto
-¿qué?-pregunte, más que nada asombrado
-solo puedo quitar lo helado de mis alas, y retomar el control del vuelo, en un movimiento... así que... estira las manos, como alas, y dime cuando... sientas una brisa pequeña... un cosquilleo... algo- Contesto explicándome cutremente la situación, por las calientes circunstancias que nos encontramos.
-¿y magia?-cuestione
-no puedo... sería dejar de cargarte... y tu peso en mi espalda... nos derivaría...-me contesto, algo preocupada.
Hice, lo que ella me pidió, y me concentre en todo lo que podía ocurrir en mis manos. Como si estas fuesen alas, moví los dedos, un par de veces, para olvidar el calor que sentía, y buscar el tan afamado cosquilleo que me pidió Celestia.
-¿ya?-pregunto.
-No-conteste, porque aún no lo sentía, es mas a decir verdad, lo único que podía sentir era el calor, del lugar.
-¿ya?- volvió a interrogar algunos kilómetros más abajo, con tono más preocupado que podía colocar.
Empezamos a entrar a una parte más fría, y, fue ahí, solo ahí, cuando teníamos tan cerca las nubes que grite:
-¡ahora!- Y abrió las alas, a su máxima extensión, haciendo el efecto de un paracaídas, además de sacarse el hielo, y controlar el vuelo. Lo único que hice fue abrazarme a ella, y mirar, como íbamos atravesando nubes. Entonces, en un momento inesperado, casi chocamos con un rio, donde Celestia remojo las piernas, y volvió a tomar cielo. En una escena más que maravillosa.
Me llevo a una nube donde me bajo, y deposito en la nube, y por suerte (o creo que magia) no me caí. Entonces nos abrazamos, fuertemente el uno al otro. Lo que para mí fue, la experiencia más asombrosa de mi joven vida, para ella fue, pues creo, que algo traumatizante.
-en verdad no quería que pasase esto- hablo después de un rato de abrazarnos, para quitarnos el susto, y para tranquilizarnos un momento.
-no te preocupes, fue divertido- hable tranquilizándola
-¡casi nos matamos!, ¡Y crees que fue divertido!, ¡deberías gritarme!-me contesto exaltada, y con una mezcla de sentimientos de culpa y enojo.
-¡haber yegua atolondrada!-le conteste a sus gritos
-cálmate un chingo, y relájate, estamos vivos, y vivimos algo que nunca un humano y una alicornio habían vivido-agregue
-sí, bueno, quizás algún pegaso lo sobrevivió, pero nunca con un humano- me contesto
-tienes razón- agrego
-Esto, esto fue genial-dije sonriendo
-felicidades, quizás si fuiste un "aviador" en tu vida anterior. Tienes madera de Wonderbolt-dijo sonriendo, y echándose en la nube. Si soy sincero, estar en una nube es raro, para empezar no es muy esponjoso que digamos, más bien es como estar en un colchón de agua, quizás sea porque las nubes están llenas de agua, además estar en una nube, es algo... Como decirlo, pues húmedo, se siente una gran humedad sobre la nube pero si es muy fresco. Bastante fresco, a decir verdad.
-fue raro, sentí un pequeño cosquilleo en la mano, como si me colgaran una campanita en la mano, y algo la hubiese jalado- le conteste su alago.
-serias un pegaso, si fueses a mi mundo-
-tú serias una maestra si fueses, humana-
-lo fui, en mi mundo-me contesto, se me acerco, lentamente. Nos habíamos separado un poco después del abrazo, pero ahora se me acerco. Evite, mirarle porque sabía que pondría cara de "¿que tiene esta tipa?" así que mire al cielo.
-tu pelo me gusta-le dije tomándolo en una mano
-en mi mundo, ondula cuando quiero-
-¿es un hechizo?-
-sí, pero lo hago solo en los eventos formales, ya sabes en cosas de la realeza, cuando doy clases, o estoy con alguien de confianza no lo uso- me contesto
-¿realeza?, ¿convivo con una princesa?-pregunte, ante la palabra de ella, levantando una ceja, y mirándole directamente a los ojos. Estábamos a menos de un brazo de distancia.
-creí que no me aceptarías si te dijese, que soy una princesa-
-¡wuao!-exclame, sorprendido
-convivo con una princesa- agregue, sin decir más. Mi amigo imaginario, si hubiese sabido eso desde un principio un hubiese habido ningún puñetero cambio. Hubiese hecho los mismos chistes, las mismas burlas, y le hubiese animado de la misma manera, como le anime, porque me vale madre que sea una princesa.
-y también le salvaste la vida- dijo besándome la mejilla.
Voltee algo asombrado para mirarle, ¡me había besado!, creo que le mire completamente rojo, no porque me apenase un beso de una chica más bien porque soy el tipo de personas que les gustan llevar las cosas controladas, inclusive los sentimientos, y eso, eso rompía todo el control que tenía (o creía tener) ante las situaciones.
-estas rojo-exclamo, antes de ponerse a reír, no sé muy bien porque pero yo también empecé a reír. Después de acostarnos un rato más en la nube, empezaba a oscurecer, no tenía muchas ganas de irme de su lado, de hecho me hubiese quedado toda la noche ahí, aunque mi ropa quedara toda húmeda.
-vamos, no me gusta ver como el sol, baja-
-y tampoco como el sol sale...-conteste levantándome, y ayudándole a ella. Se detuvo un momento, cuando mencione las palabras
-¿quieres hablar de ello?-agregue.
-no- dijo secamente, cargándome con magia, y haciendo que le abrace el cuello.
-¿algún día hablaras de ello?, ¿algún día me dirás tus secretos?, ¿algún día me hablaras de lo que te atormenta? O ¿empezare probando técnicas que te hagan feliz, con los ojos vendados?- pregunte, mientras descendíamos y Celestia buscaba la motocicleta con el side car. La cual milagrosamente no había sido robada, (mas por nada que medidas de seguridad), ni tampoco había sido vandalizada.
-cuando me cuentes tus penas...-respondió sonriéndome, porque ninguno de los dos, le exigía nada al otro, solo nos estábamos dando espacio, y en la distancia nos gritábamos un "te quiero" que resonaba en la lejanía de la soledad de ambos.
Tan juntos y tan solos, pero con orgullo, puedo decir que eso, cambio. Oh mi querido amigo imaginario, no sabes el sentimiento, tan grande de amor, y felicidad que me da al pensar que logre superar su barrera y ella, ella pudo soportar superar la mía. (Porque no soy alguien nada fácil de tratar)
Llegamos, a casa, haciendo el menor ruido posible, porque eran como las ocho de la noche. Mi madre me descubrió cerrando la puerta y dijo:
-¿Apenas llegas?-
-no, le cerré la puerta a un vendedor, llegue a las seis, pero no grite, para no molestar, y me encerré en mi habitación- conteste, yéndome a mi habitación de la manera más rápida para evitar sus preguntas incomodas.
Al llegar a mi cuarto, cada quien se dio, un baño y caímos muy pero muy cansados en la cama, dispuestos a dormir. No sé porque, pero a Celestia no le molesto que me quedase ahí en la cama, a dormir junto con ella.
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