Capítulo 3: No me busques.


Xue Yang no era un tipo al que se le conociera por su gran corazón. Era una tiburón de los negocios y no dudaba en usar toda la contundencia de la que era capaz para conseguir sus objetivos. En una ocasión cuando trabajaba en una empresa inmobiliaria, se hicieron con el control de otra empresa menor que pasaba por graves dificultades. El dueño, un hombre mayor que se había dedicado toda la vida a ese mundo, le pidió que le diera otra oportunidad, que resolvería sus deudas y que le dejara poder volver a quedarse con la empresa de sus ancestros, pero Xue Yang le miró con desgana y solo le dijo, vengo a hacer dinero, no obras  de caridad.

Cuando entró en XiangMotors, pronto terminó con las protestas en las fábricas, con las subcontratas que les hacían perder dinero y con los márgenes ajustados de beneficios, pero no era un ladrón, no había malversado nada. Si Xue Yang tenía un corazón debajo de la piel, desde luego lo tenía bien escondido y sin duda duro como una piedra.

Además, igual que en aquel mundo donde se encontraba ahora, siempre había tenido una posición acomodada. Su pensamiento era que si alguien era pobre era porque no quería trabajar lo suficiente, no se mezclaba con gente humilde que por otro lado no tenían mucha oportunidad de estar cerca de él. Vivía para y por su imagen de hombre de negocios y defendía aquel perfil con mucho esmero. Por eso quizá no entendía mucho lo que el gorrión le había dicho sobre defenderse de los ingleses. Para lo él lo más beneficioso era estar bajo la tutela del imperio británico enriquecerse haciendo negocios con ellos. Sin embargo, las palabras de aquel desconocido que le había salvado la vida, que le había atendido y dado calor con su propio cuerpo, aún retumbaban en su cabeza y de alguna manera le hacía cuestionarse cosas. 

Si quería disipar esas dudas que ahora tenía sobre cómo actuar en aquella época que le estaba teniendo que vivir, tenía que hablar con alguien que le hiciera comprender la situación real. EL quería vivir en su posición de teniente hijo de gente importante y rica, disfrutar de la vida y esperara a volver con Xing Mei para encontrar a quién le había metido en aquel lío del desfalco en XingMotors.

—Teniente Xue, qué sorpresa ¿A qué debo su visita?—saludó Xiao XingChen desde la salita que tenía para atender a las visitas en su casa.

—Señor Xiao—volvió a reclamar la mano de XingChen para saludarle.—Hablamos muy poco el otro día y quería tener una conversación más distendida. La verdad es que tengo muchas dudas sobre esta ciudad. No se si se ha enterado del altercado de la noche de la fiesta del almirante.

—Por supuesto, alteraciones de ese tiempo afecta a los negocios. En cuanto volví fui a ver al almirante para ofrecer mi ayuda si era necesario.

Ambos se sentaron en unos sillones amplios mientras un hombre del servicio de la casa les servía un té.

—Un hombre de negocios, me gusta eso, Me identifico mucho con usted.

—¿Tiene usted negocios también, teniente?

—Algo así, pero no he venido a hablar de mí. Quería saber por la situación en la ciudad con respecto a la ocupación. Salí herido en el altercado y me topé con alguien muy peculiar que me dijo que la gente quiere expulsar a los ingleses de aquí.

—¿Se encuentra bien?

—Oh sí, nada grave.

XingChen se recostó en su asiento y bebió tranquilo un sorbo de la taza. Xue Yang le miraba intentando saber a través de sus gesto y mirada, si estaba de acuerdo o no con esa posición contra los ingleses, pero XingChen no mostraba ninguna emoción ni a favor ni en contra.

—¿Alguien peculiar?

—Sí, un emascarado que me ayudó cuando caí del tejado.

—¿Y qué piensa sobre él?

—Que es más ágil que un langosto.

XingChen casi se atraganta con el té, quería saber qué sensación había causado en el teniente, pero desde luego no esperaba esa respuesta.

—Disculpe—hablo XingChen después de toser varias veces.

—Estuve persiguiéndole y corría demasiado. No esperaba que me salvara, ni que hablara de aquella manera tan convencida.

—¿Y qué cree que debería decir, teniente? Quizá piensa que esa persona está equivocada.

—No lo sé, por eso he venido a hablar con usted. ¿Por qué la gente no aprovecha la oportunidad de estar bajo mando inglés para hacer dinero y estar protegido de piratas y por el contrario los ataca para seguir viviendo en la miseria?

—Bueno, personalmente todo esto es malo para mis negocios, se paralizan los envíos, hay almacenes que son quemados o saqueos y me hacen perder dinero, pero entiendo que aunque están en la miseria, es su miseria y la quieren así. ¿Le gusta que le dominen?

—En la intimidad no me importaría.

—¿Cómo dice?—esta vez XingChen no tenía el té en sus manos y no volvió a atragantarse con la respuesta. Era mejor dejar el té en la mesa con un interlocutor tan imprevisible.

—Nada, nada, es una tontería que no entendería. Tengo una pregunta que hacerle ¿Cree que yo podría ser el blanco de alguien en esta ciudad que no fuera la gente de los bajos fondos?

—Es posible, esta ciudad infecta a cualquiera. Además usted tiene sangre china y sangre inglesa, puede ser blanco de los dos bandos. Quizá debería preguntarse si ya tenía enemigos antes de venir aquí.

—Quién sabe—dijo convencido, no sabía nada de sí mismo en aquel lugar y tiempo.

—Es importante que lo sepa no obstante. Por otro lado, creo que el comportamiento de la gente de aquí no tiene que ver con usted, sino por lo que representa. ¿No haría usted lo mismo, teniente?

— Realmente no me gusta que me digan lo que tengo que hacer, pero en mi caso es normal. Yo sé qué hacer, soy alguien que hace dinero y siempre he estado en la posición de ser el dominante.

—¿Piensa que su desconocido no sabe lo que se debe hacer?

Xue Yang se paro a pensar su respuesta.

—Creo que es firme en sus convicciones aunque estén equivocadas. Por otro lado me ha causado una sensación extraña. Me gustaría volver a verle para saber más de él.

—Es mejor que lo olvide, en esta ocasión le ha perdonado la vida, es más se la ha salvado. LA próxima vez igual y le corta el cuello.

—Estoy dispuesto a correr el riesgo por volver a verlo.



Estaba claro que podía ser el blanco del ataque sin duda alguna y si quería más información al respecto, tenía que encontrar al truhan que le había salvado aquella noche. Lo nombraban por Gorrión y si podía estar en alguna parte sería en el Red Apple, donde toda la gente de mala calaña se reunía de forma habitual.

No iba a presentarse vestido con el uniforme de la marina o tendría una puñalada en la espalda tan solo con dar dos pasos dentro de aquel tugurio. Recordaba el día que fue a ver Piratas del Caribe con Xing Mei, se le hacía tan lejano aquel tiempo que le dio melancolía, con las imágenes de Jack Sparrow, Will Turner y todos los demás, hizo una mezcla y se formó un atuendo algo extraño, pero para él bastante resultón.

Gorrión estaba con Pei Yu en una mesa bebiendo tranquilamente cuando le vieron entrar, el más joven casi se atraganta al verlo y de inmediato se tapó el rostro con el pañuelo que solía llevar mostrando solo sus ojos. Pei Yu se levantó y se marchó a un gesto para que lo hiciera de Gorrión, que se hizo el despistado para evitar verse con Xue Yang, pero el teniente le localizó rápido y se acercó sin dilación.

—Hola, soy yo, el teniente Xue.

—¿No me diga? es evidente que es el teniente Xue—contestó divertido Gorrión.

—¿En serio? Hice mi mejor esfuerzo por este disfraz. Por cierto ¿Por qué te tapas el rostro si aquí todos te conocerán?

—No me he lavado los dientes.

—¿Te tapas la boca porque no te has lavado los dientes y estás lleno de mugre?

—Usted viene vestido de mamarracho y yo no le estoy diciendo nada ¿Se puede saber a qué ha venido aquí?

—¿Mamarracho? Ni en las mejores tiendas de Nueva York  podrías comprar un disfraz mejor que este de Piratas del Caribe.

—Siéntese de una vez, todo el mundo le está mirando ¿A qué ha venido?

—Digamos que tienes razón y que alguien está en mi contra ¿Podrías ayudarme a averiguar quién es? Estoy seguro de que sabes todo sobre todos los de esta ciudad, te sería fácil encontrar información relevante.

—¿Y qué gano yo a cambio?

—Mi tripulación y yo estaremos por un año en esta ciudad, te vendrá bien tener un aliado en mí si las cosas se te ponen difíciles.

—Me vendría mejor que cogiera su barco y se fuera a la otra punta del mundo y sobre todo que me deje en paz.

—No lo dices en serio, me salvaste, seguro que te caigo bien.

—Sí, como una carga de leña en la cabeza me cae usted. 

—Escucha, de verdad que no se quién quiere atacarme, hay cosas de mí que ni te imaginas y no se defenderme con mi situación, lo digo en serio.

El Gorrión frunció el ceño con aquella frase. Echó un vistazo a su alrededor para ver cuántos ojos estaban sobre ellos, no eran pocos.

—Espere aquí unos minutos, después encuéntreme en el callejón que hay detrás.

—¿Puedo fiarme de que no me apuñales ahí?

—No.

Gorrión salió primero maldiciendo una y otra vez el hecho de que el teniente Xue hubiera dado con él. Si descubría quién era en realidad, estaría en serios apuros, todos sus planes se irían al garete y lo peor de todo, que colgaría de una soga. Estúpido inglés, sí que debería apuñalarle.

Xue Yang apareció unos cinco minutos después en aquel callejón. Gorrión se sentía más seguro en la oscuridad, donde el teniente no pudiera verle mejor. Cuando le vio aparecer se recolocó una vez más el pañuelo que le cubría el rostro y se cruzó de brazos ante él.

—No se si se da cuenta de lo peligroso que es que hablemos, tanto para usted, como para mí.

—Lo supongo pero no lo se en realidad. Créeme si te digo que no se nada de este lugar ni de esta época, estoy aprendiendo sobre la marcha y que haya alguien que quiera matarme no ayuda mucho.

—No tengo ni idea de lo que me está hablando, pero ya me he dado cuenta de que es usted  un tanto extraño.

—Gracias por salvarme, lo he pensado mucho y lo normal es que te hubieras alejado, es más, ni siquiera hubieras saltado sobre mí para que la bala no me diera de lleno.

—Ya le dije que no tenía importancia ¿Realmente no sabe quién quiere hacerle daño?

—Digamos que no tengo recuerdos anteriores al último mes. Tuve un accidente en el barco y perdí la memoria.

—Entonces debe ser más precavido, estar más atento a la gente que se le acerque, a sus actitudes. Cualquier cosa será importante. 

—¿Vas a ayudarme entonces?

No era lo que debía hacer, ya le había salvado la vida una vez, podía apañárselas solo. No es que él mismo no estuviera constantemente en peligro, no podía hacerse cargo de otra persona más. Sin embargo, aquel medio inglés tenía una mirada demasiado desolada, ansiosa por encontrar ayuda y se apiadó.

—Sí.

Xue Yang se abrazó al Gorrión que casi se pierde en sus brazos. Este había sido cogido por sorpresa, si Xue Yang hubiera sacado un cuchillo o algo parecido, hubiera reaccionado con rapidez, pero no esperaba lo que estaba pasando.

—Gracias, gracias, gracias, de verdad, no sabes lo mucho que necesito que me ayudes.

—¿Quiere hacer el favor de soltarme?

—¿Tengo que hacerlo?

—Por supuesto que debe, suélteme ya, esto es inapro...suelte de una vez, maldita sea.—Casi se delata con una palabra tan educada, pero rectificó a tiempo.

—Yo...lo siento, ya sé que aquí estas cosas no son normales, pero de donde yo vengo, mostrar agradecimiento así es normal.

—Pues guarde sus costumbres bajo llave, cada vez me inquieta más estar cerca de usted.

Xue Yang tenía ganas de volver a abrazarse a ese maleante. Se sentía muy perdido, estaba acostumbrado a tener toda la información para manejar las situaciones, era su ventaja en los negocios y en la vida. Pero allí estaba perdido, no sabía comportarse, no sabía quién era quién y encima querían matarle ¿Cómo no iba a querer aferrarse a la única persona que le había demostrado que no quería su mal? Era un maleante, un ladrón, incluso un asesino, pero era su enmascarado salvador y no quería tenerlo lejos.

—Buscaré información al respecto, ahora márchese de una vez y no vuelva a buscarme nunca más, yo me pondré en contacto con usted, teniente.

Aquella noche, Xue Yang se tumbó en su cama mirando al techo con algo menos de peso en el pecho. Necesitaba volver a su tiempo y su mundo ya, quería ver a su prometida y arreglar los problemas que allí tenía. Pero también necesitaba que el Gorrión no volviera a decirle que no lo buscara nunca más, porque quería hacerlo.

Entre las calles oscuras del barrio más acomodado de Puerto Brittany, una sombra se movía con agilidad y entraba a la mansión del rico comerciante Xiao XingChen. Recorrió los jardines, trepó por la enredadera de una pared y entró a la alcoba del propietario. Allí, en la soledad de la habitación elegantemente decorada se miró al espejo y se quitó el pañuelo negro tras el que se ocultaba apareciendo el bello rostro de Xiao XingChen, el gran y rico comerciante de día, el Gorrión de noche.





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