Capítulo II

N/A: HOLU!!! Sé que con esta historia he desparecido cosa de un mes... pero... es que he estado ocupada con mi otra historia, pero no preocupeishon, aqui hay un nuevo cap de esta :) Gracias por las leidas, votos y comentarios, y porfa, tenganme paciencia con esta historia, que a penas termine la otra (y ya no falta mucho...) me pongo pilas con esta :D Eso es todo... disfruten, semidioses. 

Mariana *_* 

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La luz del sol se colaba a raudales por la gran ventana, adornada con cortinas de seda, llenas de adornos, bordadas finamente, elaboradas por la costurera mas prestigiosa de la región. El cuarto que alumbraba la luz del sol era casi el triple de tamaño que cual quiera que sea la habitación en la que estés en este momento. La gran cama con dosel se extendía por lo menos en una cuarta parte del gigantesco cuarto. El gran armario, custodiado por dos grande puertas de madera, se encontraba cerrado, pero lleno de vestidos, ropas y joyas de las mas fina clase que te puedas imaginar. La habitacion estaba como siempre: impecable, ordenada, iluminada, y con un agradable olor a limón; pero pese a todo, había algo que hacía que no fuera un dia como cualquier otro: la princesa, que se supone que debería estar roncando en su gran cama, no se encontraba allí. 

Annabeth, la princesa mas pedida de todos los reinos vecinos y lejanos se encontraba ya muy lejos del palacio. Caminaba, tranquila en aparencia, nerviosa en sus adentros por las grandes calles del mercado. Que, incluso a esas tempranas horas, se encontraban abarrotadas de gente. Toda clase de personas se extendían por el mercado: desde ocupados mercaderes y vendedores, tratando de poder llevar algo de diner para sustentar a sus familias, pasando por apresuradas plebeyas, y fieles sirvientes que se encargaban de llevar el alimento a las casas donde vivían o trabajaban, hasta la gente pobre, pasándose de aquí para allá, en busca de algún alma caritativa que les pueda obsequiar una moneda, cantando, bailando, o haciendo trucos de magia, con tal de poder comprar una hogaza de pan, para poder tener algo que cenar aquella tarde. 

Había gente de todo tipo, pesonalidad, color, estatura y forma. Pero, son embargo, entre todo el gentío, solo dos chicos lograron captar la atención de la princesa. En una esquina, dos chicos hablaban entre murmullos. Uno era mucho menor que otro. Tenía un largo cabello negro, al igual que los ojos, y debía de tener unos 12 o 13 años. El otro chico, el mayor, debía tener unos 15 o 16. Y el fue quien llamo la atencion de Annabeth en un principio, pelo color azabache, y unos atractivos ojos verdes. El chico, le sonrió a la princesa y le guiñó el ojo. Entonces escuchó un grito. Un grito que sanpia que le arruinaría su corta escapada del agobiante palacio. 

 - ¡Princesa Annabeth! - gritpo un guardia. La princesa se limitó a suspirar. La habían atrapado. De nuevo. Pero algo más pasó. Al parecer, los chicos les parecieron muchísimo mas interesantes, y apuntaron sus largas, mortales y filosas espadas hacia los dos chicos. 

 - Ustedes, sucias ratas callejeras - masculló otro de los guardias - ¡Entréguense ahora, en nombre del rey! 

Annabeth pensó que los chicos estarían aterrados, lo cual era parte en serio, ya que la expresión del chico menor se volvió de horror total, pero el mayor, el de los ojos verdes, sólo sonrió, como si encontrata el asunto muy divertido. 

 - Bueno... - el chico dijo, dando pasos largos y relajados - podrían atraparnos, sí. Pero... o creo que lo hagan si tengo a la princesa. 

La nombrada no entendió a lo que se refería el muchacho, pero cuando volvió la cabeza, se encontró con una amenazante daga en el cuello. 

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