Capítulo 18 (Piensa dos veces)
Lo peor de todo es que se encontraba casi ebrio. O bueno, ya ebrio.
— ¿Estás segura? Aún puedes cambiar. — volvió a mirarme. Le hice seña con la mano para que parara esto, sabía sus intenciones, y no eran nada buenas.
Él sonrió al ver mi nerviosismo. Disimulaba las señas para que nadie se diera cuenta, él extendió su sonrisa.
Él sabia que estaba en un rollo con ella, le había comentado acerca de esa pelea y cómo ella me respondió al final en la tarde antes de venir aquí.
— Muy segura. — dijo ella. Mordí mi labio al verlo reír.
Iba a meterme en algo con ella. Le iba a retar algo que tenga que ver conmigo. Sin duda.
— Mi reto es.. — la miró unos segundos — Miguel, ¿Recuerdas ese cobertizo antiguo que tenias en el último en el que pintamos grafitis hace dos años? — habló refiriéndose a Miguel.
— Si, ¿Por qué? — preguntó.
— Perfecto. — Bulma lo miró confundida. Yo sólo quería que todo eso parara.
Sentí una gota de sudor resbalar desde mi cabeza hasta el piso. Milk que estaba a mi lado se dio cuenta y me preguntó.
— ¿Qué sucede?
— Nada. Necesito agua. — iba a levantarme e irme de ahí antes de que ocurra lo indeseable.
Pero al momento en el que iba a alzarme me detuvo.
— ¡Vegeta! ¿A dónde vaaas?
No respondí. Me volví a sentar resignado mirándolo mientras le sacaba el dedo medio.
Él me miro cierto ofendido.
— ¿Entonces? — preguntó ella.
— Bulma, te reto que te encierres en el cobertizo de arriba con.. — no Dios — Vegeta. Quiero que te encierres en el cobertizo con Vegeta arriba.
¡Hijo de..!
¿Que dijo? No... Yo no ¡Yo no puedo ser quién se encierre con ella!
— Oh vamos.. no es cosa del otro mundo, ¿O si? — dirigió su mirada a mi.
— N..no.
— ¿Entonces..?
— ¡Sólo me tomo por sorpresa!
— Bien ¿Que esperan? Vayan.
Moví la cabeza.
— ¿Qué? ¡No! — negué rotundamente.
— Bulma no muerde ¿A que le temes?
— A nada, sólo no quiero.
Reuní el valor y me giré a verla, ella estaba con brazos cruzados, ya parada, mirándome con cara de.. "Sólo terminemos con esto y ya"
— ¿Por cuánto tiempo? — pregunté.
— Tres horas.
— ¡Tres horas! ¿Qué crees que haremos en todo ese tiempo? ¿Cantar villancicos?
— Se lo dejo a criterio de ustedes dos. — maldito.
— Idiota.. — susurré mientras me levantaba. — ¡Moriré de hambre allí arriba! — me quejé.
— Agarra lo que quieras de la cocina.
— Genial, por fin algo bueno saldrá de esto.— caminé con dirección a la cocina.
— ¡Oigan, ni siquiera acepté el reto! — se quejó ella.
— ¡No tenemos tiempo para lentejas! — grité desde la cocina agarrando todo lo que quería, cuándo lo conseguí. Salí de la cocina y me acerqué a ellos con las manos llenas de bolsas de papas, cheetos, bebidas gaseosas, y un que otro dulce. — Lo haremos pero.. ¿Dónde queda ese cobertizo?
— ¡Te estás llevando todo la comi..! Ahg, no importa. Cómo dije.. Al fondote.. , del segundo piso, sigues derecho.. Hasta dónde veas un póster de Fornite, doblas a la izquierda y ya llegaste. Esta algo viejo, pero no importa.
— ¿Segundo piso? ¿Fornite? ¿Qué mierda? — no entendía ni chucha las indicaciones.
— Sólo acabemos con esto. — dijo ella.
Seguimos el camino, las escaleras estaban a diez pasos de donde estábamos. Caminamos hacia ellas, subimos a la segunda planta sin decir ninguna palabra.
Fuimos por dónde nos indicó. Vimos ese póster y nos encaminamos hasta allá.
Escuchamos pasos que venían de atrás. Volteamos.
— ¿Nappa? ¿Qué pasa? — preguntó Bulma.
— Esperen.. ¿Cómo sabré si lo hicieron? Por eso.. — sacó una llave — Los voy a encerrar.— sonriendo.
— No sé en serio cómo puedo llamarte amigo. — dije rendido.
— Lo mismo digo amigo mío. Vamos.
Una vez que llegamos. Nos abrió la puerta y ambos entramos.
— Un detalle que me dijo Miguel. Aquí la luz no funciona, así que estarán a oscuras.. Pero, hay una ventana, la abren y están alumbrados por la luna. Además, hay un sofá y una cama, pueden descansar si gustan. Y no se preocupen por los insectos, no hay. Bueno que se diviertan, ¡Adiós! —cerró la puerta.
Este sin duda no es mi día.
Traté de acomodarme con toda la comida que tenia. Abrí la bolsa de papas y empecé a comer.
Bulma
Comencé a investigar el lugar. Me acerqué a la ventana y la abrí con un poco de dificultad. Cuándo lo logré, lo dejé y me senté en el piso debajo la ventana con los brazos cruzados.
Alcé la cabeza para verlo, estaba más concentrado en comer que en otra cosa.
— Hey.. — traté de llamar su atención, pero seguía tragando y tragando — ¡Hey!
Y nada. Pareciera que soy un fantasma para él. Me ignoraba en pocas palabras.
Suspiro, estaba molesto, era claro, aún no se le pasaba lo de hoy.
— ¿Sigues molesto? — me atrevo a preguntar.
Seguía sin responder, sólo comía y comía, ¿Cómo es que nunca engorda?
— ¡Te estoy hablando idiota! — le quité la bolsa de cheetos para ver si así reaccionaba.
— ¡Oye! ¡Eso es mío! — dejó de comer para verme con el empaque.
— Te lo mereces por ignorarme.
— Tch, no importa, tengo más. — no le dio más vueltas y siguió comiendo de la bola de papas sin mirarme.
Bufé. ¿En serio?
— ¿Por qué estás molesto conmigo?
Me acerco un poco a él a gatas intentando captar su atención, cuándo estuve lo suficientemente de él me senté.
— Oye.. — lo miré de reojo — ¡Dime algo por dios!
Y nada. Todo eran las papas, sólo la atención a las papas, sólo miraba a las papas, ¡Que hombre dios!
Mi siguiente paso, ya harta de su total ignorancia, le arrebato la bolsa de papas, y con toda la velocidad que pude tiré las mismas por la ventana.
Él miró con horror cómo la bolsa volaba lejos.
— ¡Mierda! ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡estaba comiendo maldita sea!
— ¡Te estoy hablando grandisímo genio! ¿Acaso estás sordo?
— ¡¿Qué coño quieres ahora?!
— ¡Te estaba preguntando si estabas molesto conmigo!
— ¡Si! ¡¿Contenta?! ¡Ya deja de fregar! — se dio la vuelta sosteniendo la última bolsa entera de galletas, los dulces de menta, y la bebida.
Bueno, ahora lo sabia, pero me faltaba saber el por qué.
Diablos, tengo que admitir que extrañaba molestarlo y verlo enojarse.
— ¿Por qué?
Silencio.
Bien, con esto aprendí que Vegeta es un completo resentido, y no me quejo, yo también podría llegar a ese extremo.
— Si no quieres que ahora tiré tu bolsa de galletas, háblame o dime algo. — advertí.
— Algo.
— ¡Carajo!
Escuché cómo se reía.
— Ya, en serio. Si se trata sobre la pelea de esta mañana, no entiendo bien cuál es..
— ¿En serio? En serio tú ¿Quieres? ¿Estás ciega o algo? — se volteó a verme con una expresión seria en el rostro.
— ¿A que te refieres?
— No sé cómo puedes ser una de las mejores estudiantes de toda la maldita escuela si ni darte cuenta de algo tan simple puedes.
Traté de hacer memoria algo que lo haya hecho enojar. Pero nada.
— ¿Podrías ser más específico?
— Olvídalo ¿Quieres? No tiene caso. — volvió a darse la vuelta.
"Vegeta empezó todo"
Lo mandaste a la oficina y ni siquiera le agradeciste por haberte ayudado.
Cierto. Aunque mentía diciendo que Goku había empezado todo, pero, de igual forma luego de aquello pude haber ido personalmente a agradecerle por protegerme del bruto de Goku.
— Para empezar. — me levanté y caminé para estar en frente de él — Le estabas mintiendo al director sobre quién empezó la pelea, yo no iba a permitir eso.
Él dio un bufido — Pudiste seguir la corriente por lo menos.
— No. — traté de que mi mirada chocara con la suya — Y en segunda. Siento no haberte agradecido por protegerme de Goku, y por haberte botado sin explicación. Gracias por la ayuda. — sonreí cuándo por fin se dignó a mirarme.
Estuvimos así unos segundos, sin decir nada, y sólo mirándonos, y lo más raro, era que no fur para nada incómodo esa pequeña conexión entre nosotros. Mientras él cargaba una mirada seria, cómo si estuviera buscando algo entre mis ojos, yo cargaba una serena y tranquila intentando no demostrar miedo ante él.
¿Ganas? De golpearlo. Esa mirada me estaba dando cosquillas y no sabía por qué.
Ya basta.
Ya basta.
Ya basta..
— ¡Ya basta! — lo empujé sin querer haciéndolo salir de su trance, casi caía para atrás, pero sus piernas cruzadas amortiguaron aquello. Pero lo que si logró, fue tirar la bolsa de galletas al suelo, el contenido se dispersó por todo el suelo. Ya no son comestibles. Ups.
— ¡¿Estás loca?! ¿No te bastó con matarme tirando la bolsa de papas y ahora quieres matarme de hambre tirando toda mi comida?
Reí — Ya quisiera. — me levanté y caminé hacia la ventana. — ¿Sabes la hora? ¿Cuánto tiempo ya hicimos?
— No te va a gustar pero ni cuarenta minutos hemos soportado. Y ya han pasado millones de cosas. Nos moriremos de hambre y todo por tu culpa. — me volteé a verlo, ahora tenía los caramelos de menta y la bebida gaseosa — Ya que estamos desperdiciando la comida. — sonrió de una manera que no me gustó para nada mientras abría el paquete de caramelos y la tapa de la botella liquida. Oh no.
— ¿Qué tienes pensando hacer con eso? — señalé las cosas que ya estaban en el suelo.
— Un experimento, nada del otro mundo. — en el paquete de dulces venían cinco, se comió cuatro y la sobrante, la acercó de forma amenazante hacia la entrada de la botella.
— ¡Oye no! — traté de quitarle el dulces o la botella, pero muy tarde, dejó caer la menta adentro, y automáticamente el gas de la botella comenzó a ascender rápidamente hasta tirar el agua hacia afuera con brutalidad. Vegeta comenzó a reír, trató de beber un poco pero todo cayó fuera y en su cara, sujetó la botella y comenzó a apuntar a todos lados de la habitación mientras reía — ¡Deja eso ya!— le pedí.
Él me miró y sonrió pícaramente, y sin pensarlo, apuntó la botella hacia a mi, provocando que el líquido gaseoso cayera sobre mi con fuerza.
Abrí la boca de sorpresa, pero eso ocasionó que también cayera en mi allí. Estiré mis brazos hacia adelante sin saber por qué.
Me agaché, dejando de recibir el chorro, pero cuándo lo hice, aquello dejó de rociar por todos lados. Había acabado.
— Conchasumare, y yo que me quería seguir divirtiendo. — dijo.
Alcé la cabeza para verlo mientras me levantaba. Sentía todo mi cuerpo pegajoso.
Él me miró, y sin esperar comenzó a reír a carcajadas retorciéndose.
— ¡Sólo mírate! — se agarró el estómago sin parar de reír.
— ¡Idiota! ¡Sólo mira cómo me dejaste! ¡¿Cómo crees que voy a cambiarme, eh?! ¡Dime carajo! — apreté los puños sin dejar de verlo molesta, muy molesta.
Él seguía riendo, quería hablar, pero cuándo me veía, volvía a retorcerse.
Cansada de él. Encontré una escoba, la agarré, reuní todas mis fuerzas, alcé la escoba, y con esa fuerza comencé a golpearlo en cualquier parte que me permitía.
Él dejó de reírse y retroceder para dejar de sentir los golpes, pero yo lo seguía con los golpes. El cuarto era chiquito, por lo que no había mucho por dónde él podía correr.
— ¿Que gracioso, no? A ver ríete ahora, imbécil.
— ¡Mierda ya! ¡Eso duele! — gritó.
Cuándo supe que ya era suficiente, y me satisfací lo necesario. Tiré la escoba a un lado, él dejó de hacer posiciones raras y se erguió.
— Que salvaje eres. — habló mientras se acariciaba la espalda.
— Y tú un bruto. — crucé mis brazos, pero los separé al instante al sentirlos biscosos.
— Chévere, ahora nos quedamos sin comida. — se tocó la cara, luego se pasó la lengua por los labios. — Mm.. Coca-Cola.
— ¿Sabes lo que haré? Iré abajo, y diré que este juego se acabe ya, no vamos ni una hora, y ya quiero matarte, y para prevenir, será mejor cortar.
Él se volteó a verme.
— Oh vamos, esto se sabía que iba a pasar, no nos soportamos, ya es normal. ¿No crees? — se sentó en el borde de la ventana.
— Lo sé. Pero me siento pegajosa, y quiero bañarme, y tengo sabor a gaseosa.
— Yo también estoy manchado, y no me quejo.
— Lo que pasa es que eres un puerco. No compares un puerco con una dama ¿Si?
— No te hagas la santa, que las damas no andan tirando comida de los demás por la ventana.
— Cómo sea. Pero esta chica, se va. — giré la manija, pero la puerta no abría.
— ¿Eres un pez o por qué tienes memoria a corto plazo? ¿Se te olvidó que el inútil de Nappa nos encerró?
Diablos, lo había olvidado.
— Pero voy a quedar pegajosa y sabiendo a bebida.
— ¿Sabes a gaseosa? — dio un pequeño brinco para dejar de estar sentado en el borde de la ventana para acercarse a mi.
— ¿Qué vas a..? — con su mano sujetó mi mentón obligando a que dé el cachete, fue que sentí nuevamente algo buscoso, pero húmedo, muy húmedo pasando por mi chachete, cuándo me di cuenta que se trataba de su lengua me aparté rápidamente dándole otro fuerte empujón. — ¡¿Qué rayos te pasa?! — reclamé avergonzada sintiendo todo mi interior ardiendo, en especial mi cara, supuse que me había sonrojado.
— ¿Qué? No lo hice con malas intenciones, ¿O si? — se señaló.
— Idiota. — le di la espalda cruzando mis brazos molesta.
Oh vaya, y eso que aún faltan dos horas larguísimas y en una sola ya sucedieron un montón de cosas.
¿Qué otra cosa más se supone que va a pasar? ¿Un Tsunami?
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