❝Desastrosa Declaración❞
Después de días pensándolo de forma exagerada y con el corazón latiendo como loco, había llegado el día.
¡Hoy, yo, Kagome Higurashi, daría mi primera declaración de amor!
Había pasado días siguiéndolo para poder saber donde estaba y tomar esa oportunidad.
Hasta hoy.
-¡Me gustas! ¡Por favor! ¡sal conmigo!
Ahí, el frente a mi y algunos compañeros mirandome me declaré. La verdad estaba preparada mentalmente para todo menos para lo que escuche luego.
-Lo siento -Levante la vista y sonrió con sus mejillas rojas. -Pero... a mi no me gustan las chicas.
-¡¿Eh?! -Me levanté mirandolo. -¿Que dijiste?
-Que yo lo siento... -Rascó su nuca. -Pero no me gustan las chicas. -Me repitió de nuevo.
Mire a mi alrededor y salí corriendo al baño intentando escapar de todos ellos. Escuche risas e incluso me tropecé mientras corría.
«Lo siento, no me gustan las chicas.»
Llegué al baño colocandome frente al espejo y tomando bocanadas de aire mientras sentía la leve necesidad de llorar.
-Soy una idiota. ¿Como se me ocurre declararme frente a casi toda la escuela?
-Eres todo un caso. -Escuché de mi mejor amiga. -Realmente lo hiciste y frente a todos. -Se cruzó de brazos.
-¡No pensé que le gustasen los chicos! -Contesté mirandola y negó con la cabeza.
-Tu error fue no hablar con el en privado.Ahora serás la burla de la escuela durante días. Y quien sabe si toda la vida.
-¡Muchas gracias Sango! -Dije con sarcasmo y me eche agua en la cara.
-Debes sacartelo del corazón. No es para ti.
-Lo se pero... -Me observé al espejo con cierta decepción. -Ya no importa...
Tome algo de papel y seque mi rostro para ir al salón y ser el chisme de la semana.
Recordé el momento donde lo había conocido.
Aquella mañana había llegado temprano cuando Koga, uno de los chicos que le encantaba molestar a otros, había tomado mi mochila buscando la tarea.
-¡Sueltame! -Caí al suelo haciéndome un pequeño golpe en la rodilla.
No me hizo caso y abrió la mochila tirando todas mis libretas al suelo hasta encontrar lo que buscaba.
-Ya callate -Agarró la tarea en sus manos mientras sus amigos vigilaban de mi.
-No es justo que robes los trabajos ajenos. Todos tenemos que trabajar. ¡Eres un idiota!
-¡Callate! -Intentó pegarme cuando alguien lo detuvo.
Allí estaba él, protegiendome solo contra siete chicos.
-Poco hombre, ¿como se te ocurre alzarle la mano a una mujer? -Agarró la libreta de sus manos. -Tu y tus amigos solo son un grupo de idiotas que gozan de las desgracias ajenas. Largo de aquí. -Koga se alejó y lo miro con mala cara.
-Cabrón -Terminó de tirar la mochila al suelo e irse con su grupo.
-Gracias -Fue lo que le dije luego de ser salvada por el.
-Ten más cuidado. -Se agachó para recoger los cosas y las dejó al lado mío.
Se levantó y partió quien sabe dónde llevándose mi corazón en sus manos.
Desde entonces había sentido algo por el. Pensé que era atracción, pero conforme lo veía en los pasillos y escuchaba su voz me daba cuenta de que realmente me gustaba de forma única.
-¿Estaré enamorada de el? -Negué con la cabeza. -Aún es muy pronto para saberlo. -Mire el árbol moverse con sus respectivas hojas. -Continuaré queriendole, así sea un imposible.
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