Capítulo 9
Angustiado, el corazón se le desesperó y pensó en mí.
_ Sé que no estás bien mi amor. Solo resiste un poco más. Te prometo que sea como sea te encontraré...
Caminaba ansioso por la calle. Quería encontrar alguna pista o algo que pudiera hallarme y de pronto sonó su celular. Era su abogado.
Aún mareada, recobré débil el conocimiento. Todo me daba vueltas y con mucho dolor en la mejilla, recordé que Ricardo me había golpeado y no vi a mi bebe a mi lado y con angustia comencé a buscarla.
_ ¡Mi bebe! ¡Mi bebe! ¡¿Dónde está?!
Débil, traté de levantarme y llorando, no pude colocarme de pie y caí al piso.
La desesperación y angustia me consumieron al saber que Ricardo y mis padres tenían a mi hija y rompí en gritos.
_ ¡Denme a mi hija! ¡Denme a mi hija! ¡Andrea! ¡Quiero a mi bebe por favor!...
Mi bebe no dejaba de llorar en los brazos de Ricardo y él sin saber qué hacer, mis padres lo miraron.
_ ¡Esta niña no deja de llorar!
_ Es porque tiene hambre. Constanza tiene que amamantarla
_ No. Si Constanza se rehúsa a querer estar conmigo, entonces no tendrá a esta niña – mi madre volvió a interferir.
_ No puedes hacer eso. Esa niña, como le dices, también es tu hija y por ende necesita que la alimenten, y la única que puede hacerlo es su madre
_ No me importa, y será mejor que los dos me apoyen en esto...
Mis padres no supieron que decirle y callados frente a Ricardo, mi bebe siguió y siguió llorando.
Cansado del llanto de mi hija, pensó en algo definitivo y llamó a mi padre.
Ambos salieron a hablar, fuera de la casa, en el jardín delantero.
Mi madre preocupada por mi bebe, vio que ambos sujetos no entraran y la cargó rápidamente.
Desesperada, solo quería a mi bebe y temerosa de que le hicieran algo, volví a pensar en Joey y se me hizo un nudo en el pecho.
Muy triste, y con pesar, lo extrañé con todo mi corazón, cuando de pronto, mi madre forzó la puerta y entró con mi bebe en sus brazos. La miré agradecida, y débil, ella se acercó y me pasó a mi preciada hija.
_ Ten, aquí está tu hija
_ Gracias... - miré a mi bebita con emoción y besé su pequeña cabecita.
_ Necesita de ti. Debes alimentarla
_ Muchas gracias, mamá. De verdad muchas gracias
_ Tranquila. No podía permitir que Ricardo la siguiera apartando de ti
_...
_ Ahora solo procura que ella y tú estén bien
_... Mamá, yo quiero irme de aquí, por favor...
_ Por ahora alimenta a tu niña
_...
La miré aún más débil, y mareada, mi madre miró el moretón en mi ojo izquierdo, y culpable, quiso tocármelo y advirtió que yo estaba hirviendo en fiebre.
_ ¡Oh por dios! ¡Tienes mucha fiebre! – la miré preocupada y solo pensé en mi hija y en Joey.
_...
_ Hay que bajarte esa fiebre...
Nerviosa, corrió a buscar paños húmedos a la cocina...
Mi padre miró en seco a Ricardo.
_ ¿Estás seguro? Constanza está recién recuperándose del nacimiento de esa niña ¿No les hará daño?
_ No lo sé, pero es un riesgo que prefiero correr. Ese sujeto famoso puede llagar aquí por ella en cualquier momento
_ ¿Y eso a ti en que te preocupa? Tú eres el padre de esa niña, de modo que tienes todos los derechos, en cambio ese hombre no
_ Lo sé, pero aún así me preocupa. Sé que ambos están juntos, o si no, él no hubiera estado con ella cuando dio a luz. Me quitó ese derecho y el amor de Constanza y es por eso que lo detesto. Si me la llevo, su desaparición será su perdición. Ese imbécil nunca debió haberse cruzado en la vida de Constanza y de mi hija
_ De acuerdo. Tienes razón. Constanza ya bastante ha denigrado nuestro apellido, por su egoísmo y equivocaciones, y contigo todo eso ese puede enmendar
_ Muy bien, entonces, mañana al amanecer la sacaremos de aquí con la niña. Me las llevaré lejos, muy lejos donde ese imbécil no pueda encontrarlas jamás...
Ambos planeándolo todo con lo del secuestro, no advirtieron de un auto negro, que estaba estacionado frente a la casa.
Su abogado los miró con detenimiento y grabó toda su conversación con un celular.
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