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— Roger, ¿conocías al rasca ese? —preguntó su madre. El rubio estaba sobre su cama Rossen.

— Sí —respondió.

— ¿¡Y por qué te andas juntando con un flaite!? —preguntó ella horrorizada—. ¡Te vas a volver drogadicto!

— No es pa tanto, mamá —dijo él.

— TE METIERON HASTA PRESO —repuso.

— Porque el otro tipo nos andaba molestando —repuso el Roger—. Me andaba molestando a mí y él me defendió.

— No te creo, Roger —repuso ella—. Escúchame bien, un niñito de tu estirpe no va a juntarse con rascas como esos. Esas personas son delincuentes, sin excepciones.

— Mamá, no te pongay clasista —repuso. La mujer dio un suspiro cansado.

— Lo único que quiere es sacarte plata. A penas le des suficiente dinero te va a dejar de pescar. Así son. Lo único que quiere es venir a esta casa a robarnos.

— El Brayan no es así —repuso.

— ¿Brian? ¿Cuál es su apellido? —se interesó la mujer.

— Brayan, mamá. No Brian. Y su apellido es Martínez —respondió, ella soltó un chillido de horror.

— ¡Dios mío, qué nombre tan vulgar! —exclamó—. Definitivamente no te juntas con ese rasca.

— Pero...

— No, no hay peros. No quiero volver a verte con él, y le voy a decir a la Coti que tampoco te deje —dijo ella.

— Bueno... —suspiró el rubio de brazos cruzados. La mujer dejó la pieza.

El Roger estaba confundido, el Brayan había sido chueco con él en la comisaría, lo había tratado de hueco por un apodo que siempre usaba. Se había sentido mal por eso, sin saber exactamente por qué, y ahora, para colmo, su mamá le prohibía que se juntaran.

— Mi Bri no es rasca —murmuró—. O sea, Bri. Brayan. Sí, eso, no es mi Bri.

(...)

— Y SI MOVÍ UN PIE DE ESTA TOMA TE JURO QUE TE SACO LA CHUCHA, CABRO CULIAO —gritó la mamá del Brayan terminando de retarlo a así bien heavy.

— Yaya, la wea que sea —murmuró él y se tiró en su cama charcha a jugar con el celular. Estaba aburrido, así que le habló al Roger, para saber cómo estaba y si se había mejorado de la quemadura.

Oye weon, tai bn?

El zorrón tardó en responder, Brian se entretuvo en ese rato sapeándole el perfil y riéndose de lo zorrón que era.

— Ya, si igual es bonito —murmuró mirando la wea de perfil—. Pero se vería mejor sin ese corte de pelo culiao pasao a facho. Ahí con el pelo larguito hasta los hombros y lisito, ahí se vería súper bonito... qué chucha me pasa, ando volao, o fumé mucha mota.

Bien... ¿tú?

— Ah... ahí respondiste po, cuiquito. Ya, vamo a hablarle piola.

Bacan po, pero mi vieja me sacó la chucha.

Pucha qué penca

Ya era, igual está cansada, me han metido tres veces preso

¿Pero preso preso? Tipo, ¿hai estado en el Sename?

No weon, nunca tanto, me retienen en comisaría un rato no más. Es más por agarrarme a los wates con algún gil o por robar chela del mayorista 10

Ah...

¿Y tú cuiquito? ¿Te retaron mucho?

No, no tanto.

Ah, menos mal.

¿Tai mejor de la pierna?

Sí... me llevaron a la clínica Reñaca y me hicieron unos tratamientos.

"Este weon anda raro" pensó el Brayan.

¿Pero qué te pasa? Andai como bajoneao ¿te rechazó una zorrona?

No todo tiene que ver con minas, Brayan.

Uy, ya, ¿entonces qué wea es? Ya me preocupaste

No, no, tranqui, todo piola.

Por qué chucha andai poniendo puntos, me estai asustando

Ya te dije que no es nada, córtala de insistir.

Uy, ya te pusiste delicado, miss chile, ¿te llegó la regla acaso?

Roger se ha desconectado.

Puta el weon pa bipolar, me dejó en visto —murmuró el Brayan y dejó el celular ahí.

(...)

— ¿Coti? —el Roger se acercó a su nana, que estaba haciendo la cena en la cocina.

— Dígame, Rogercito —respondió ella con amabilidad.

— ¿Tú sabes de confusiones? —preguntó.

— ¿Confusiones de qué tipo, mijito? —preguntó ella.

— No sé... de todo, creo —respondió él, ya sentado en un taburete al frente de la mesa de la cocina.

— Todo involucra hartas cosas, Rogercito —repuso ella comprensiva y con dulzura.

— Es que creo que me gusta alguien —admitió—. Pero mi mamá no va a aceptar eso.

— ¿Y por qué no? —preguntó ella confundida—. Usted decide de quién enamorarse.

— Es súper complicado, Coti... —suspiró él—. Ni siquiera estoy seguro si me gusta o solo estoy confundido.

— En ese caso, debe usted pensar lo que le pasa. Cuando esté seguro, podré aconsejarlo siempre.

— Gracias...

— ¿Y por qué cree que le gusta? ¿Es bonita?

— Bueno, eh... —dijo nervioso—. No es una mujer y.... eso me tiene... no sé.

— Ah... entiendo —dijo ella comprensiva—. Mire, a mi sobrino también le gustan los hombres, no tiene que preocuparse.

— Sí... no es solo por eso, pero... no sé...

— Solo dígame lo que siente, yo puedo ayudarlo —le sonrió con dulzura. Él asintió.

— Bueno, no sé... me preocupo mucho por lo que él piense de mí, y... creo que es bonito... no sé. Me siento bien estando con él.

— Yo lo veo como el inicio de un sentimiento —comentó la Coti enternecida.

— Ay... no sé —dijo en tono de teleserie del mega—. Aparte se cacha que es hetero y que no quiero na conmigo —dijo.

— Es el flaite con el que lo metieron preso, ¿verdad? —preguntó ella. Roger dudó en responder.

— Sí —dijo finalmente—. Es él.

— Ah... ahora entiendo su problema —dijo ella—. Tiene miedo que su mamá lo rete.

— Sí —admitió—. Más que porque sea hombre, es más porque es flaite.

— Ya... entiendo —dijo ella—. Mire, no se precipite. ¿Está seguro que le gusta?

— La verdad no —admitió—. Creo, pero no estoy seguro.

— Ah... entiendo —dijo—. Debería reflexionar de lo que siente, mijito.

— Lo hago todos los días mientras escucho a Ed Sheeran en mi spotify premium —respondió.

— Piénselo un poquito más —sonrió ella. El Roger asintió y le sonrió devuelta en agradecimiento.

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