28

— ¿No vio a un cauro cuiquito, con carita de Furby y rubiecito? Bien chikitito —le preguntó el Brayan a una señora—. Mire aquí tengo fotos suyas, se llama Roger Taylor. Es hijo de un loco empresario, creo.

— ¿Del dueño de los autos Taylor? ¿Socio de Ambrosoli? ¿De Guayarauco? —preguntó la señora—. ¡Uy! ¡Es toda una celebridad El Niño!

— Sisi, si tiene como once mil seguidores en insta, pero eso no importa, lo ando buscando, ¿no lo ha visto?

— No, mijito, lo siento.

El Brayan suspiró y se despidió de forma educada, agradeciendo, para luego seguir preguntando. Nadie lo pescaba, los más cuicos salían apretando cuea porque pensaban que los iba a asaltar.

— WAWI DÓNDE ESTÁS —exclamó ya desesperado.

— BRAYAAAAAAAAN, ESTÁ AQUÍ, LO ENCONTRAMOOOOS.

— Qué wea, esto está peor que en el Hobbit cuando webinaron un año con Smug pa que después lo mataran a los cinco minutos —dijo el Brayan y luego corrió a ver a donde lo llamaba la Alicia.

Cuando llegó, vio al Roger con los ojos rojos y hablando puras weas. El Eric lo intentaba retener, porque se intentaba soltar.

— ME VA A MATAR ESTE DUENDE MÁGICO, AYUDA, SÁQUENME DE AQUÍ —gritaba—. BRAYAN AYUDAMEEEEE.

— Ay Dios mío, está drogado —dijo la Clara.

— LA VIEJA ME PUSO LA WEA EN LA CARA —exclamó el Roger.

— Lo drogaron —corrigió el Brayan y lo tomó como saco de papas.

— EH, BRAYAN BÁJAME —gritó el Roger dando golpes pequeños en su espalda. Pilín exaltado.

— Mi amor, te drogaron y te perdiste por tres o cuatro horas —dijo el Brayan intentando calmarlo—. Ahora sigues drogado y te vamos a llevar al departamento.

— HABÍA UNA VEZ, UN PERRO QUE MEÓ AL REVÉS, Y POR MEAR ASÍ, QUEDÓ PASAO A PICHÍ.

— Roger, cállate un rato —bufó la Clara.

— Nono, déjalo hablar weas —dijo el Eric que estaba filmando todo.

— YYYYY MONJA ZORRÚA, TIENES LA RAJA PELÚA- espérate así no era. Briii tú la cantabas, ¿cómo eraaaa? —le tiró el pelo.

— ¡Ah, Wawi, me duele! —exclamó el Brayan y con una mano le sacó la mano del pelo.

— Pucha que erís fome —bufó—. Voy a cantar.

— Roger, please, no —dijo la Clara.

— LAP OF THE GOOOOODS. AAAAAH AAAAAAAAH.

— CONCHETUMARE MI OÍDO —exclamó el Brayan.

— GALILEOOOOoooOoo.

— El Brayan va a quedar sordo —dijo la Alicia riendo.

— Parece que le estuvieran apretando los cocos con una pinza —comentó el Eric mientras el Roger seguía con sus gritos de perra en celo.

— No le den nunca copete a este weon —dijo la Alicia.

— CANTEN CONMIGOOOO. AAAAAAAHHHH —gritó más alto y más agudo, algunos perros empezaron a ladrar y otros a aullar con él—. MIREN QUE SON BONITOS LOS PERROSSSS. BRAYAN ¿Y NUESTRO HIJO? TE VOY A QUITAR EL DIEZ PORCIENTOOO.

— Las ardillas las tiene la Clara, mi amor —respondió el Brayan cansado, pero aliviado de que el Roger ya estuviera con ellos—. Te compré dos más y les puse Alvin y Teodoro.

— Yaaaa que erí tiernoooo. El segundo nombre de Alvin va a ser moco, y el de Teodoro, pedorro. Y el de Simón va a ser... galletita de fresa —dijo con voz de volao.

— Como voh querai, Wawi —dijo mientras caminaban—. ¿Dónde lo encontraron?

— Andaba corriendo empelota por la playa —respondió la Alicia. De fondo se escuchaban los gritos de ardilla pariendo del Roger—. El Eric encontró la ropa, la clara y yo lo perseguimos, y bueno, como tengo las piernas todas mamadísimas por el Pokémon go, lo agarré, le saqué la chucha, lo vestí, le saqué la chucha de nuevo, y lo subimos pa ca.

— Ah...

— Y le saqué la chucha de nuevo —dijo la Alicia.

— Andaba en bóxer, no empelota —contradijo la Clara.

— Ya, sí, pero acuérdate que después se puso los bóxers en la cabeza —siguió la Alicia.

— Buen show se pegó —murmuró el Brayan.

— ¿Qué wea?

— Nada, nada.

— ¿Lo drogaron con helio acaso que está gritando tan agudo? —preguntó el Eric tapándose los oídos.

— No, siempre canta así. No lo has escuchado en misa... —respondió la Clara.

— De seguro parece angelito —sonrió el Brayan con ternura.

— No, qué hueá, parece una ardilla que se tragó como cuarenta litros de helio y que está pariendo seis elefantes a la vez mientras intenta cantar ópera en tono soprano —repuso la Clara—. Tres veces lo han castigado mis papás por cantar tan agudo.

— Noo pobre wawi.

— Vieja culia no me quiere —dijo el Roger volao—. Y ME QUIERE ECHAR A LA COTIIIIII.

— Yaya, cálmate, Roger —le dijo la Clara.

Entraron al edificio. El Roger seguía gritando como ardilla en celo con contracciones, y los otros lo hicieron callar, porque eran como las dos de la mañana.

— Ya, sí, shhhhh —dijo el Roger volao.

— ¿Le avisaron a los paros que ya lo encontramos? —preguntó el Brayan en susurros.

— Los pacos lo encontraron, pero se les arrancó —explicó la Alicia también en susurros—. Cuando lo agarramos, el Eric les dijo. Demás que ya le avisaron a la tía Nati.

— Ah... ya —dijo el Brayan afirmándolo más para subir las escaleras.

— ¿Con qué wea lo drogaron que duró tanto? —preguntó el Eric.

— Ni idea, a lo mejor la tía lo lleva mañana al hospital y le hacen exámenes de sangre —respondió la Alicia.

— De más que sí —se encogió de hombros el cabro.

Entraron al departamento, ahí estaban los tíos, la Coti y los papás del Roger y fueron rápidamente.

— QUÉ LE PASÓ A MI NIÑO —la mamá del Roger lloraba como magdalena.

— MI ROGERCITO QUÉ LE PASÓ —lloró también la Coti.

— Lo drogaron para asaltarlo —respondió la Clara.

— MI POBRE NIÑITO —siguió llorando la mamá del Roger—. SÁCATE TU —empujó al Brayan y tomó al Roger que seguía hablando weas.

— Ooooye no me empují a mi bri —dijo con voz de volao.

— ¿Te hizo daño el flaite este, mi Niño?

— Nada mamá... fue la vieja culia...

— Roger, no eches garabatos —lo retó—. Ya, anda a acostarte y mañana hablamos.

— Yo lo llevo —dijo el Brayan tomándolo en brazos.

— Eric, anda con ellos, por favor —pidió la mamá del Roger—. No confío en este niño, quizás que le haga a mi Roger mientras él duerma.

— Yo nunca le haría algo a...

— De la gente como tú se puede esperar cualquier cosa —dijo la mamá del Roger con desdén.

— No se ponga así, tía —la reprochó el Eric.

— Anda ahora —insistió. El Brayan suspiró y fue a la pieza con el Roger todavía hablando caezas de pescao. El Eric no tuvo otra más que seguirlos.

Cuando entraron, lo acostó en la cama.

— Briii quédate conmigo —le dijo el Roger tironeándole la polera.

— No puedo, wawi, tu mamá me mandó a la cresta —repuso.

— Aaah que se joda la vieja culia —masculló el Roger.

— Es tu mamá.

— Pero no me quiereeee.

— Yaya, tranqui, voy a volver.

— Brayan, quédate, es súper tarde —intervino el Eric.

— No quiero ser barsa...

— Nono, insisto —aseguró.

— Si po, bri, no me dejí solo... —dijo el Roger.

— Bueno wawi, total me voy a quedar ya. No puedo devolverme a esta hora... ¿me prestan el sillón? —se dirigió al Eric.

— Obvio, si querí te presto la pieza donde estoy durmiendo yo, tienen cama nido.

— ¿Qué es esa wea?

— Sale una cama de abajo.

— Yaaaa la wea futurista —dijo el Brayan sorprendido—. Bueno, ahí veo, pero no quiero hacer tanto atao.

— Yo le digo a mi mamá que te quedai —se encogió de hombros—. Roger, voh duérmete.

— Nooo soy un dinosaurioooo —dijo este riendo como weon.

— Lueguito se va a dormir —aseguró el Eric.

— No sé, se ve con todas las pilas —repuso el Brayan—. ¿Cierto, Roggie? —se giró a verlo y vio que estaba raja—. Roggie.

— Ya se quedó z —rió el Eric—. Ya, me voy a acostar. Chao.

— Chao, gracias pro ayudarme a buscarlo —agradeció el Brayan y se puso de pie para ir a acomodarse en el sillón.

— ¿Y tú a dónde vas? —preguntó la mamá del Roger.

— A acostarme. Disculpe que me quede, se me hizo muy tarde y vivo en valpo —respondió el Brayan—. El Eric me dijo que me quedara no más.

— El Eric es un cabro chico —dijo la mamá del Roger—. Demás te consigues un bus si vas al terminal, por último has dedo.

— Señora, son las dos y media de la mañana —suspiró el Brayan—. No me va a pasar nada, pero voy a llegar como a las cuatro. Además no pasan buses a esta hora, no hay terminal aquí tampoco, y no tengo mucha plata.

— Bueno, te debiste ir antes —dijo la mujer convencida—. Nadie te mandó a que perdieras a mi hijo.

— No lo perdí —repuso—. Había ido a comprar chocolate... cuando llegué...

— No me vengas con esos cuentos —lo miró mal—. Los amigos del Roger dijeron que tú lo habías drogado.

— ¡Yo no lo drogué! —exclamó.

— Sí, seguro. Eres pésima influencia para mi hijo, y quiero que le termines, ya que él se rehúsa a terminarte a ti —sentenció.

— Lo siento, pero es la mamá del Roger, no la mía. Y no le voy a terminar —sentenció—. Voy a despedirme y me voy.

La mujer rodó los ojos y se fue a acostar. Entera pesá la mina.

El Brayan suspiró y fue donde el Roger a despedirse, aunque este estuviera cuea xd. Así que entró a la pieza y le dio un besito el frente mientras dormía. El Roger sonrió y lo abrazó.

— Wawi, tengo que irme —le susurró.

— No... quédate —dijo con voz media ronca y medio dormido—. No me dejí solo...

— Tu mamá me echó...

— Pico mi mamá, yo te invité, no te puede echar —lo abrazó más—. Quédate... por favor.

Suspiró. No podía negarse a eso, y menos después de haber estado tan preocupado buscándolo. Además quería asegurarse de que estuviera bien. Quería cuidarlo.

— Ya, me quedo —dijo y se acostó al lado—. Pero voh tení que dormir.

— Sisi, voy a dormir, mira, estoy raja —roncó de forma falsa y se acurrucó. El Brayan soltó una risa chica.

— Descansa, Roggie.

— CLARA DE DÓNDE CRESTA SACASTE A ESOS RATONES —se escuchó gritar a la mamá del Roger.

— Cagamos —le susurró el Brayan. El Roger soltó una risa chica.

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