27

— Wawi ya volví... —dijo el Brayan con todas las weas que habían comprado y con el Simón—. ¿Wawi?

No vio al Roger, así que extrañado, decidió llamarlo por celular, pero sintió el ringtone del Roger en el suelo, y miró hacia abajo y vio el IPhone 11 no me acuerdo el nombre completo de la wea y no pienso buscarlo en google, del Roger tirao en el suelo.

— ¿Qué chucha...? —preguntó extrañado y se agachó a recogerlo. Vio que en la pantalla decía "mi flaite 💞" y que era claramente él el que estaba llamando, porque además tenía asignada foto de contacto y salían los dos.

Se guardó el iPhone en el bolsillo para devolvérselo después al Roger, y comenzó a buscarlo por la feria artesanal algo confundido. Esperaba que no más estuviera cagando y que se le hubiera caído el teléfono.

— Hola, ¿no ha visto a un cabro chiquitito, rubiecito y con los ojos azules? Corte de pelo de zorrón, como de este porte —hizo una seña mientras le preguntaba al weon que atendía en los baños—. Anda con una polera maui, con shorts y con zapatillas vans con caña.

— No, no lo he visto —respondió el encargado—. Pero debe de andar por aquí no más. La feria no es muy grande.

— Ya, muchas gracias, caballero —agradeció y siguió buscando. A lo mejor había ido a comprar otra ardilla, así que fue para allá. No lo vio, pero compró dos más y les puso Alvin y Teodoro. A la guatona Teodoro, obvio. Quizás se compraba tres hembras más y les ponía Brittany, Jeanette y la "Hoy follo", pero se le había acabado la plata y no podía seguir gastando en ardillas. Además tenía que buscar al Roger.

Así que siguió buscándolo por toda la feria artesanal. Le dio la vuelta como tres veces, y entre eso, se volvió a encontrar con la Trini y el Juan Ricardo.

— ¡Ey, ahí andaban! Se nos perdieron por un rato, ¿eh? —dijo ella sonriendo de forma falsa—. ¿Y el Roger?

— No sé —respondió mientras lo seguía buscando con la mirada.

— ¿Perdón?

— No sé dónde está —explicó el Brayan—. ¿No lo vieron? Fui a comprar chocolate y cuando volví no estaba. Encontré su celular en el piso.

— A ver, perro, déjame ver si entendí —intervino ahora el Juan Ricardo—. ¿Se te perdió nuestro amigo?

— Primero que nada es mi pololo también, y...

— ¡Se te perdió! —exclamó la Trini—. ¿Viste? Por eso le dije al Roger que no tenía que andar con pungas como tú. De seguro hiciste lo mismo que los culiaos que mataron al Nibaldo, ¿no? Te lo piteaste y ahora andai dándotelas de víctima.

— ¿¡Qué!? ¡Por supuesto que no! —exclamó el Brayan—. ¡Yo nunca le haría algo al Roger!

— Ya lo trataste de asaltar una vez, ¿o me equivoco? —repuso el Juan Ricardo.

— Fue distinto, no nos conocíamos —se justificó.

— Igual, eres un delincuente, un peligro para la sociedad y no deberías andar con el Roger —siguió la Trini—. Erís una mala influencia para él.

— Mira, pendeja culia, voh no sabí na de mi relación con el Roger —repuso el Brayan—. Sí, somos entero diferentes, pero no más por lo que ustedes creen que lo somos que es plata. Ya, él es cuico y yo no tengo dónde caerme muerto, pero nos importa un hoyo a los dos, porque ¿sabí qué? La wea es la mierda que sentimos, no lo que tenemos.

— La única hueá que quieres es sacarle plata —dijo el Juan Ricardo—. Y no le vengáis a decir "pendeja culia" a la Trini. ¿Entendiste, picante culiao?

— No quiero sacarle plata, deja de hablar weas sin conocerme —dijo el Brayan.

— ¿Qué más te tengo que conocer? Eres un flaite. Los flaites hacen eso. Son gente sin vergüenza que lo único que hacen es robarle al estado —siguió.

— Miren, ¿saben qué? Me importa una wea lo que piensen de mí. En estos momentos la única wea que me importa es encontrar al Roger, porque me está preocupando que no aparezca y no quiero que le pase nada malo.

— Obvio, la plata del Roger se fue con él —dijo la Trini. El Brayan se mordió la lengua para contestarle con algún insulto.

— ¿Van a ayudarme a buscarlo o no?

— Sí, pero no contigo —respondió la Trini—. Juanri, vamos a buscarlo y a llamar a los carabineros.

El Brayan bufó frustrado y se llevó las manos a la cabeza tironeándose los rulos. ¿Dónde chucha estaba el Roger?

A lo mejor se había ido con el Eric, la Alicia o la Clara. Se le ocurrió marcarle a la Clara del celular del Roger, total tenía la huella suya y la del dueño, porque la confianza era harta.

Así que desbloqueó el celular y le marcó al contacto que decía "Clara". Esperó un par de tonos y la cabra le respondió.

— ¿Roger? ¿Dónde chucha estás?

— No soy el Roger, soy el Brayan —respondió este—. No lo encuentro.

— ¿Cómo?

— Mira, estábamos mirando posters y le dije que iba a comprar unos chocolates. Cuando volví, no estaba y además encontré su celular tirado en el suelo. Estoy má' asustao que la chucha, por favor dime que está contigo.

— No, yo estoy con la Alicia y el Eric cazando pokemones, no lo hemos visto —respondió y escuchó que el Eric preguntaba qué pasaba, y la Clara le respondía en voz baja.

— Por la mierda... ¿estai segura? Lo he buscado por todos lados y no está —siguió—. Clara, por favor ayúdame, los amigos del Roger me mandaron a la chucha, no sé dónde está, tengo miedo que le hayan hecho algo.

— Brayan, cálmate, estoy segura que no más salió. A lo mejor se fue a otra feria y se le cayó el celular, sabís tú que es súper hueón.

— ¡Pero cuida más que la chucha su celular! —repuso el Brayan—. Clara, donde yo vivo, desaparecer de la na' y dejar algo significa otra wea. En las minas, es que se las agarraron, en los weones, que los asaltaron o les sacaron la chucha. El Roger parece mina y es mino, además es muy inocente y...

— Brayan, cálmate. Voy a llamar a los carabineros, pero no creo que nos pesquen porque no aparece hace poco. ¿Cuánto rato llevai buscándolo?

— Como... como una hora, yo cacho —se rascó un ojo.

— Ya po, nos van a mandar a la cresta entonces. Hay que intentar buscarlo primero y después ver qué onda.

— ¿Pero dónde chucha lo busco? ¡Es primera vez que vengo pa cá!

— Mira, yo te ayudo, ¿ya? Total es mi hermano.

— Gracias, clara, te pasaste, erí la raja, te adoro, gracias, gracias.

— De nada, nos juntamos en la primera feria.

(...)

— Brashaaaaaan veo duendes mágicos y estoy cagao de miedoooo —decía el Roger mientras caminaba por las calles de maitencillo entero volao—. Uno me dijo "oshe conchetumare te voy a hacer cagar elefantes" y yo de kieeee.

Caminaba de forma temblorosa y la gente lo miraba tipo watafak o con miedo. La verdad, el Roger estaba más asustado, cuando todavía estaba lúcido, puesto que la droga que le habían puesto hacía efecto cada vez más.

— BRAYAAAAAAAAAAAN —gritó a todo pulmón—. SOY UN UNICORNIOOOOO QUE CAGA PERROS CON SIDAAAA. MIRA UNA MARIPOSA. WEEEEENA GUATÓN LÁSER.

La gente empezaba a asustarse pensando que había un loco drogado, pero el Roger andaba entero perdío y ni cachaba.

— LA VIEJA CULIA ME PUSO MOTA EN LS CARAAAAAA —gritó—. WUUUUUUU.

(...)

— Aquí fue donde se perdió —dijo el Brayan en el puesto de los poster—. El celular estaba ahí.

— ¿Le preguntaste al dueño? —preguntó la Alicia.

— Sí, pero dijo que no vio nada. Dijo que estaba en el baño —respondió el Brayan.

— Pucha —bufó el Eric.

— ¿Se le habrá caído algo más? —preguntó la Clara.

— A lo mejor —dijo el Brayan y se agachó a buscar. Pronto sintió un olor raro y encontró una hoja que recogió—. ¿Qué chucha...?

— ¿Qué es eso? —preguntó la Alicia.

— Mota con alguna otra wea más —respondió el Brayan mirándola—. Tiene pinta de remedio o de desinfectante. A lo mejor disolvente, a juzgar por el olor.

— ¿Creen que el Roger la haya comprado? —preguntó el Eric.

— No, el Roger ni tabaco fuma —respondió el Brayan—. Cuando recién nos conocíamos le ofrecí mota y dijo que no fumaba. Ahora tampoco, aparte me hizo dejarla.

— Conchetumare, ¿no creen que sea la wea que creo que es? —preguntó la Alicia.

— Dios quiera que no... —respondió el Brayan panikeado—. ¿Y si lo robaron? Es obvio que lo drogaron y por algo tenía el celu en el suelo. ¿Y si se lo secuestraron? ¿Y si lo violaron? ¿Y si...?

— Brayan, Brayan, cálmate un poco, por favor —pidió la Clara—. Si te exasperas, más difícil va a ser encontrarlo.

— Tení razón —suspiró el Brayan—. Voy a llamar a los pacos. Pico con que lleve dos horas desaparecido no más, voy a llamar.

Mientras el Brayan sacaba su Motorola, a la Clara le sonó su ringtone que era la canción nueva del Harry, y la cabra sacó el celu y cachó que era la mamá.

— Mierda, ¿cómo le digo que se perdió el Roger? —preguntó.

— Dile no más, van a ayudar a buscar —contestó el Eric.

La Clara asintió y respondió el teléfono.

— ¿Aló? Hola, mamá, eh... sí. Lo estamos buscando, pero... ¿cómo? No, no lo mató el Brayan, mamá. La Trini y el Juan Ricardo no cachan ná. Mamá, tranquilízate. Si ya llamamos a los carabineros, lo están buscando. No sé, mamá... no podemos devolvernos al departamento, lo tenemos que buscar. No, mamá. Mira, lo vamos a seguir buscando, ¿ya? Quédate tranquila, te quiero. Sí, mamá, voy a rezar por el Roger. Ya mama, chao, que estís bien.

— Lo' amigo' del Roger le dijeron —dedujo el Brayan.

— Sí —respondió la Clara—. Pero no te hagai problema, mi mamá igual es cuática a veces.

— Tiene razón en estar preocupá. Le pudo haber pasado cualquier wea a mi wawi —dijo el Brayan desesperado—. ¿¡Por qué chucha lo dejé solo!?

— Tranquilo, Brayan. Lo vamos a encontrar —aseguró la Alicia.

— Eso espero —suspiró este todavía preocupado.

Pichula preocupá.

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