16

El Brayan salía de su casa para juntarse con el Roger en el Bogarín del mall. Se había arreglado e iba emocionado por juntarse con su zorrón.

Cuando llegó, se sentó en una mesa a esperarlo. No lo veía por ningún lado, así que se puso a ver tiktok por mientras.

Entonces sin mucha wea, el Roger se sentó en la mesa con él. Estaba bajoneao, eso era claro, el al flaite le llamó la atención.

— Rog —dijo—. Hola, ¿tas bien?

Este asintió y dio una pequeña sonrisa, luego comenzó a mirar alrededor del mall. Al Brayan le empezó a preocupar, nunca era tan callado.

— Ya po, cuiquito, me preocupaste ya, ¿qué te pasa? —insistió.

— No es nada, en serio... —musitó el Roger mirando la mesa, que estaba más sucia que la chucha porque los culiaos del mall limpian como las weas o ni limpian la wea de mesa.

— Roggie —le subió el mentón con la mano suavemente para que lo mirara. El copihue humano de Roger lo miró, tenía la mirada de esos stickers de gato llorón—. Dime qué te pasa.

— Quieren echar a mi nana —confesó bajoneao—. Me avisaron hace un mes que iban a echarla, pero... la despidieron oficialmente hoy día —suspiró—. Llegué del colegio y estaban echándola... el contrato le dura tres meses más, así que... devuelta de vacaciones... a inicios de abril, la van a echar definitivamente.

— Pucha qué mala.... —comentó el Brayan—. Pero demás que contratan otra nana.

— ¿Otra nana? —preguntó el Roger—. ¿Me estay webiando?

— Pero si...

— Brayan, no me pongo así porque no me van a hacer desayuno en la mañana —dijo—. Me pongo así porque mi nana me ha cuidado desde chico y es como mi mamá. Al menos me ha querido más que ella...

— Ah... —dijo el Brayan captando—. Sorry... pensé que...

— Que soy igual de superficial a todos los culiaos con Plata, ¿verdad? —preguntó.

— Pero no te enojí...

— Disculpa, me siento pal pico —suspiró y se cubrió el rostro—. ¿Ya saliste de vacaciones?

— Salgo en dos semanas más, ¿tú?

— Salgo pasado mañana —respondió.

— Ya, Roger, no quiero que estí bajoneao... sé que debe ser penca y toda la wea, pero demás que podí continuar el contacto.

— Ojalá —suspiró. El Brayan le tomó la mano y le hizo cariño.

— Y si no podí, sabí que me tení a mí pa ponerte wekereke cuando querai.

El Roger sonrió levemente y asintió mientras se pasaba una mano por el ojo.

— Ya po, no llorí, no te pongai wekereke —se paró y le dio un abrazo.

— Soy más wekereke que la chucha y me decí eso —dijo el Roger abrazándolo devuelta y riendo un poco.

— Y por culpa tuya, yo también, zorrón culiao —dijo con cariño.

— ¿Sí? —preguntó.

— ¿Creí que si no me hubierai puesto wekereke nos comeríamos cada vez que nos vemos? —repuso el Brayan.

— Buen punto —dijo el Roger ya menos bajoneao—. Fleto culiao.

— Voh soy fleto —repuso el Brayan y le dio un beso en la cabeza.

— Y voh también.

— Ya, si los dos somos fletos —dijo el Brayan y el Roger asintió lleno de mocos.

— ¿Pero qué somos? —preguntó mirándolo.

— Yo soy shinshang y tú erí zorrón —dijo.

— No, Bri... me refiero a qué somos... de... de relación —explicó.

— ¿Amigos que se comen? —dijo el Brayan.

— Ah... bueno... —suspiró el Roger y volvió a mirar a la mesa—. Voy a pedir.

— Dale cuiquito, quiero un sándwich de ave palta con un jugo de naranja por fa —dijo el Brayan. El Roger asintió y se fue a pedir mientras se pasaba la manga por la nariz.

El Brayan esperó todo piola sin cachar que se mandó alta cagá, porque weon no se hace, se nace, y tras un rato, el Roger volvió con las weas. Él se había pedido otro sándwich y un jugo de arándano.

Entonces empezaron a comer. El Brayan notaba que el Roger estaba medio bajoneao, y supuso que era por su nana. Claro, en parte también lo era, pero el Brayan era entero weon a veces y no captaba que era también por él.

Es que miren, les voy a contar por qué el Brayan es weon.

Hacía diecisiete años, llegaban los papás del Brayan con su guagüita recién nacida en brazos a su toma. Estaban todos bien piola e hicieron alto carrete pa celebrar a la bendición. En el carrete andaba toda la familia chocheando a la guagua, y lo tomó su tía abuela.

La tía en una de dio vuelta, porque le ofrecieron cola Mono, y la guagua se pegó en la cabeza con la muralla. Como la señora se asustó, se volvió a dar vuelta, y la guagua se volvió a pegar. Entonces se la pasaron a la mamá, y calcularon mal y la guagua se pegó de nuevo.

Sin esos golpes, probablemente el Brayan hubiese sido superdotado, pero la vida dijo: no lo creo, mi ciela, y le aforró en la cabeza. Entonces el Brayan salió weon.

— ¿Tai bien? —preguntó el Brayan. El Roger andaba muy callado.

— Sí, estoy bien —respondió y le dio un mordisco a su pan.

— Andai callao —repuso el Brayan.

— Es que no sé de qué hablar —mintió.

— A ver, de lo que sea po —dijo—. Tú querí ser empresario cuando grande po, ¿verdad?

— No, no quiero —repuso.

— ¿¡No!? —preguntó sorprendido el Brayan—. ¿Y de qué chucha vai a vivir?

— De otra cosa, pero no quiero ser empresario. No quiero ser como mi papá —repuso.

— ¿Y qué wea querí ser entonces? ¿Querí ser yutuber?

— No, weon, no sé —repuso—. Antes tenía la wea clarita, pero ya no.

— ¿Y qué era lo clarito?

— No sé, me iba ir un año sabático a Londres y después iba a estudiar ingeniería comercial en alguna universidad. O leyes. Pero... no sé, no quiero. Tampoco quiero irme del país ahora, ni perder un año. Mucho menos estudiar una carrera tan fome...

— ¿Entonces qué weá querí? —preguntó el Brayan curioso.

— Quiero estudiar algo que me guste. Algo que aporte, algo... no sé. El próximo año tengo que escoger ramos y... estoy más perdido que la chucha.

— Yo quiero estudiar astrofísica —comentó el Brayan. El Roger lo miró sorprendido.

— ¿Astrofísica? —preguntó incrédulo.

— Sí —respondió—. Si tan weon no soy. No me va mal, me quedé pegao en séptimo básico no más, pero por puro que flojeé todo ese año.

— Al menos estás más claro que yo... —suspiró el Roger.

— Eso da lo mismo, cuiquito —repuso—. Estoy seguro que vai a saber qué querí estudiar. A parte sino te gusta la carrera, tení Plata pa cambiarte.

— Supongo —respondió el Roger.

— Tení más crisis existenciales que la chucha —comentó el Brayan.

— Sí sé —respondió el Roger riendo levemente—. De seguro pensai que soy quejumbroso porque lo tengo todo.

— Antes sí —admitió el Brayan—. Pero voh no erí como los otros cuicos. No erí tan vacío.

— ¿Gracias?

— Mira, el hecho de que me junte contigo, que te quiera, que me gustes...

— ¿T-Te gusto?

— No interrumpai, ctm —respondió el Brayan—. Que quiera pasar tiempo contigo y que seai mi amigo, todas esas weas, significan que erí wena onda, y que no erí un superficial culiao que le importa la pura Plata.

— En algún momento fui así... —repuso el Roger.

— Pero ya no. Y eso es lo importante, ¿no?

— Sí, creo que sí —sonrió levemente el Roger—. ¿De verdad te gusto?

— Más que eso —aseguró y le dio un beso en la mano. El Roger sonrió rojo como copihue con hemorragia menstrual—. ¿Y yo a ti te gusto?

— Muchísimo —respondió el Roger con sinceridad y sin dejar de sonreír. El Brayan lo besó en los labios a modo de respuesta, y el beso fue correspondido.

— ¿Entonces? —preguntó el Brayan cuando se separaron del beso.

— ¿Entonces qué...?

— ¿Querí pololear conmigo? —preguntó. El Roger sonrió y asintió varias veces, sintiendo como el corazón le latía como caballo del Sporting.

— Sí, Bri. Me encantaría —dijo todavía sonriendo como aweonao.

— De pana —lo volvió a besar, y no de forma heterosexual.

La nube Otaku de goku se llevó al Roger a su casa al rato. Cuando este llegó, quería puro contarle a la Coti que tenía pololo, y se acordó que iban a echarla, de volvió a bajonear.

— ¡Coti, Coti, Coti! —corrió a la cocina, pero solo estaba la María.

— Señor, ¿necesita algo? —preguntó ella educadamente.

— Eh... no más saber si está la Coti —respondió el Roger.

— Está en el patio —respondió ella.

— Gracias, María —dijo y salió rápidamente a este.

El patio del Roger era enorme, con cachá de flores, arbustos y árboles culiaos. Había una piscina y un sillón columpio de madera con varios cojines y enredaderas. Ahí estaba la Coti, sentada, mirando el lugar. El Roger fue rápidamente y se sentó al lado de ella, para luego darle un abrazo.

— ¿Cómo está, Rogercito? —le preguntó ella amorosamente.

— Bien... o sea... igual bajoneao porque te vas...

— Todavía me queda harto aquí, no se preocupe —repuso—. Ahora cuénteme, que lo veo contento, y venía de juntarse con el niño que le gusta.

— Me pidió pololeo —respondió con la cara de copihue menstruante.

— ¿De verdad? —preguntó la Coti asombrada.

— ¡Me pidió pololeo! —exclamó el Roger más contento y abrazó a su nana—. Obvio que le dije que sí, y mañana nos vamos a juntar de nuevo.

— Me alegro mucho por usted —sonrió ella, el Roger también sonrió y abrazó a su nana nuevamente.

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