11
El Brayan despertó con la caña —pa variar—, y con un enorme dolor de cabeza en cada hemisferio existente de su cerebro. Tenía su celular sobre su pecho y estaba vestido, y destapado.
Tomó el aparato y lo desbloqueó. Tenía abierto el WhatsApp y con extrañeza miró un contacto que decía "mi cariñosito".
— ¿Quién chucha es mi cariñosito? —preguntó extrañado. Miró la foto y se puso como toalla higiénica con regla cuando vio que era el Roger—. Ya me puso fleto la caña.
Soltó un bufido, comenzaba a preocuparle las cosas que de vez en cuando pensaba acerca del rubio zorrón. De todas formas no tenía a quién preguntarle. Demás que sus amigos lo agarraban pal webeo y que su mamá le hacia show.
Eran como las tres de la tarde, y mientras sapeaba al oso culiao homosexual, digo, al cariñosito, digo, a Roger, le sonó un mensaje suyo.
Eyyyy ¿a qué hora vamos a las ramadas? No estoy seguro sí dónde queda alejo, yo voy al Sporting
— Mi cuiquito va a weas de cuicos —comentó el Brayan y luego negó varias veces con la cabeza—. El cuiquito. No es mío conchetumare brayan deja de ser tan gay.
Dale, crack. Nos juntamos en el mall afuera de la Juana Ross para irnos
¿A dónde queda esa hueá? No me ubico en valpo
Terminando las palmas, mi pana
Ah, ya
Entonces nos juntamos ahí Brimi
No te pongai fleto xfa, gracias crack
Ush bueno, fleto culiado, chao, nos vemos en el mall paseo Ross
¿No que no lo ubicabai?
Le pregunté a Siri
Nos vemooos
El Brayan se encogió de hombros y se fue a duchar, salió en toalla y se vistió con lo típico que usaba. Como hacía calor, se puso una polera del wander.
Comió algo, se despidió de su mamá que estaba haciendo empanadas para vender, y se fue al paseo Ross. Cuando llegó, vio al Roger en la entrada y fue a saludarlo.
— ¡Cuiquito! —lo abrazó por los hombros.
— Conchetuzorra me asustaste —soltó el Roger pero lo abrazó devuelta—. ¿Cómo estás?
— La raja, anoche carreteé hasta las cuatro —respondió—. Me dormí temprano.
— ¿Temprano? Yo andaba tan chato que me dormí a las una.
— Bacan po, andai guagüito —dijo y le revolvió el pelo. El Roger se puso como copihue.
— Me duermo temprano a veces... —respondió y se fueron caminando a Alejo. Tomaron micro también hasta que llegaron.
La cueca se escuchaba de fondo, las cumbias también estaban presentes mezclándose con las demás melodías, gritos de vendedores o de los que estaban en los juegos. Se olían numerosas comidas típicas y todo estaba decorado con rojo, azul y blanco. La bandera se izaba orgullosa en cada rincón, ondeando y flameando majestuosamente.
El Roger miró todo con asombro, solo había ido a las ramadas del Sporting, y claramente esas eran más grandes, habían más cosas, más variedades. El Brayan se abría paso con él entre la multitud, le puso una mano en la espalda para que no se perdiera, y el zorrón no evitó sonreír como aweonao.
(Cagando párrafos narrativos con emily).
Bueno, volviendo, siguieron abriéndose paso, mirando todo y sintiendo los olores.
— ¿Podemos comprar anticuchos? —pidió mirando el lugar—. Siempre he querido comer...
— ¿¡NUNCA HAS COMIDO ANTICUCHOS!? —preguntó el Brayan horrorizado.
— Uhm... no... ¿por?
— Roger —el Brayan lo tomó por los hombros con tono serio—. Hoy día te vas a comer cada anticucho weon que te entre. Y si no entra por la boca...
— ¡Brayan!
— ¡Iba a decirte por los oídos, cochino culiao! —repuso escandalizado.
— Ah ya.
— El punto, es que hoy día vas a ver realmente qué es una ramada buena —dijo seguro.
— ¿Podemos comprar cabritas?
— Sí.
— ¿Y algodón de dulce?
— También.
— ¿Y empanadas?
— Obvio.
— ¿Y...?
— Ok, ok, no soy del banco' chile —interrumpió el Brayan—. Pero vamos a comprar hartas weaitas ricas para comer y vamos a subirnos a los juegos.
— ¿A todos?
— Obvio po, si no hay Plata nos colamos no más —le sonrió el Brayan. El Roger también sonrió.
Entonces fueron a comprar anticuchos. El Roger se quemó los dedos, pero valió la pena. Compraron cada wea que se les ocurrió para comer, subieron a los juegos y Roger le vomitó encima a una señora, porque iban bajando de cabeza y le salió todo el vómito.
Entonces ahí salieron apretando cuea. El Brayan le tomó la mano y salieron corriendo juntos entre las personas mientras reían.
— Brayan —dijo mientras corrían.
— Dime.
— Tengo que cagar —dijo.
— Puta cuiquito erí más complicado —se detuvo y fueron al baño.
Roger se encerró en un cubículo a hacer sus necesidades y Brayan fue a mear porque había que aprovechar, obvio. Cuando terminaba, de subió un cierre y pegó un grito.
— CONCHETUMARE ME APRETÉ UN COCO —gritó.
— Qué chucha —preguntó el Roger saliendo para ir a lavarse las manos.
— ME APRETÉ UN COCO. CON EL CIERRE —explicó.
— Uy, eso debe doler... —dijo el Roger con cara de dolor.
— CONCHETUMARE LLÉVAME AL FRICKE ME VOY A MORIR —gritó.
— Bri, tranquilo, no te vas a-
— CONCHETUMAREEEEEEE.
— CÁLMATE UN POCO POR LA CHUCHA —gritó el Roger y el Brayan asintió como bien mandoneao que era—. Mira, ponte agua en la wea, o hielo, o no sé.
— De dónde chucha saco hielo —repuso con las bolas adoloridas.
— No sé... cómprate un helado.
— Buena idea —admitió el bolas tristes—. Cuiquito cómprame un helado, por fa...
— Ya, dale, voy y vuelvo —informó y fue a comprar un helado sabory. Un centella no más que era el más barato. Luego volvió con la wea.
— ¿Un centella? —preguntó—. Si después no te vai a comer la wea.
— No habían otros —explicó y se lo pasó. El Brayan suspiró y se dio vuelta acomodándose la wea.
Después de unos momentos incómodos, se lo sacó y el Brayan se comió el helado. El Roger lo miró todo asqueado.
— ¡La comida no se desperdicia! —exclamó.
— Y a esta wea me quiero pinchar —murmuró el Roger.
— ¿Ah?
— Nada, nada.
Siguieron caminando, pero un viejo que estaba cocío ya, chocó con el Roger, y le botó el terremoto encima al pobre zorrón. Como el viejo estaba curao y quería seguir tomando, se choreó feo.
— MIRA LA WEA QUÉ HICISTE CABRO CULIAO, CÓMO TELE OCURRE BOTARME EL TERREMOTO, AWEONAO CULIAO.
— Y A VOH QUÉ TE PASA VIEJO DE LA MIL PUTA MONGÓLICO CULIAO —saltó el Brayan emputecido.
— Ey, no peleen, si es un poco no más... —intervino el Roger.
— ANDAI DE MARICÓN VOH TAMBIÉN, ENTONCES PO, FLETO CULIAO, FÍJENSE POR DÓNDE VAN, AWEONAOS CHUCHETUMARE, HIJO DE LA MONGÓLICA.
— Qué.
— ANDA A LAAR VIEJO CULIAO DE LA CONCHA DE TU PERRO CON SÍFILIS —gritó el Brayan.
— Bri, ya...
— VÁYANSE A LA CHUCHA CABROS CULIAOS —gritó el viejo y empujó al Brayan, este lo empujó devuelta, y el viejo le pegó, como el Brayan se cayó, el Roger se emputeció y le pegó él. El viejo se cayó y salieron apretando cuea de nuevo.
(...)
— ¿Te gusta esa?
— Ey, Bri, ya te dije que no era necesario comprarme otra polera, me puedo quedar así...
— No, cuiquito, ya te dije, te regalo una. Elige la que querai.
El Roger sonrió un poco y se resignó a elegir. Pensó que en otro tiempo, hubiese estado horrorizado de comprarse ropa en una ramada, pero se lo estaba regalando el Brayan, y eso hacía que probablemente esa polera que aún no elegía, fuese su futura prenda favorita.
Miró lo que ofrecían, había ropa de mercancías, de bandas, otras de cosas patriotas o imitaciones de marcas caras. El zorrón miró todo atentamente y finalmente escogió una de la serie Friends. Demás que todos pensaban que se la compró en H&M, así su mamá no lo retaba por seguir juntándose con su flaite.
Así que piola se cambió la polera, y el Brayan quedó pa dentro.
CONCHETUZORRA QUE SOY HUEÓN, ME VIO SIN POLERA.
Ya, si igual está rico. Puta la wea, no he tomado na y tampoco fumé mota, qué chucha me pasa, por la cresta.
— Ah... eh... esto... está súper linda la polera, gracias Bri —dijo rápidamente el Roger.
— Gracias...
Y como se quedaron mirándose como aweonaos como media hora, escucharon un saludo.
— ¡BRAAAYAN! ¿Cómo estai, culiao? —preguntó el Freddie acercándose.
— ¡Freeeeeeddie, weeeena po weon! —saludó este y le hizo una especie de saludo de macho alfa flaite. No, esta wea no es omegaverse, si se lo están preguntando.
— ¿Y este culiao quién es? —preguntó por el Roger—. ¿Andai juntándote con zorrones?
— Uh, no weon, es un culiao que me vende mota —respondió rápidamente. El Roger suspiró.
— Roger, un gusto —se presentó educadamente, porque obvio, el orgullo hasta el cielo y el perreo hasta el suelo.
— Freddie Meneses —se la estrechó devuelta y se volvió a dirigirse al Brayan—. Culiao, ¿vamos a chupar? El viejo culiao de la ramada cuatro nos dijo que nos regalaba ron y chela si le ayudábamos a despejar. Voh parecí jirafa, así que demás que apañai bien.
— ¡Dale po, weon! —exclamó el Brayan—. Chao, Roger, me voy a chupar.
— Eh... pe-pero...
— ¡Nos vimos, cauro, véndete más mota! —exclamó el Freddie yéndose con el Brayan.
— Pero si veníamos juntos... —musitó el Roger viéndolo irse. Luego agachó la cabeza y se fue a su mansión en Reñaca.
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