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Advertencia: vamos a hacer como que el coronavirus no existe, ya? xd esq como q no po, re fome hacer un fanfic de la cuarentena.

Era un soleado día en la ciudad de Reñaca, cuando Roger decidió ponerse su AirDrop y colocar su Spotify Premiun en su IPhone 11 pro max de última generación mientras esperaba a que la Coti le terminara el desayuno.

— Ya po, Coti, que tengo hambre —dijo su hermana la Clara, de unos doce años, que iba en sexto básico en el Saint Margaret.

— Espérese, Clarita, al tiro le paso el desayuno, mire que ando media complicada de salud en la mano izquierda porque el otro día me doblé la muñeca y...

— No te pedí que me contaras tu vida, Coti —interrumpió la Clara hastiada.

— Disculpe, Clarita —se disculpó humildemente la nana, porque eso era la Coti, la nana del Roger y la Clara.

— Ya, Clara, no te pongay pesá —la regañó Roger.

— Y qué te metí tú —dijo ella enojada—. Mejor me compro algo en el quiosco, voy a llegar atrasada, chao Coti, chao Roger.

— Chao, Clarita —se despidió educadamente la Coti, porque a qué venimos con cosas, la señora era bien educada y respetuosa y quería a los cabros como hijos suyos.

— Coti no la pesquí no más —le dijo Roger esperando pacientemente su desayuno una vez la Clara se había ido—. Anda en la edad del pavo.

— No se preocupe, Rogercito —le dijo ella amablemente poniendo un plato con chocapic con leche y con un café exportado de Brasil—. Usted coma, no más, que va a llegar tarde al Mackay.

Roger miró la hora en su celular y asintió comenzando a comer, de más que perdía el bus si no se apuraba, pero a lo mejor alcanzaba y tenía esperanzas. El rubio se engulló el cereal con leche comiendo a lo desgraciado hasta terminar, y se limpió la boca y se despidió de la Coti diciéndole que estaba rico el desayuno para después irse corriendo a tomar el bus del colegio, porque ni cagando se iba caminando.

Pese a haber corrido como nunca en su vida, Roger no alcanzó a tomar el bus y no tuvo otra que irse caminando. Así que el pobre cabro tuvo que ir ahí como gil caminando veinte minutos.

Cuando llegó, cansado y medio atrasado, con los pies hechos bolsa, el Juan Ricardo fue a increparlo, como si el pobre Roger estuviese funado.

— ¿¡Por qué llegaste tan tarde!? —preguntó su fiel amigo—. ¡Hueón, estaba súper preocupado!

— Ay, no te quejí, si no es pa tanto la hueá —dijo Roger acomodado sus cosas. Obvio, entre amigos hablaban a puras chuchás, siendo que no estaba la Trini que estudiaba en el Saint Margaret como la Clara.

— Como que no me queje si llegaste con cuea dos minutos antes que tocara el timbre —dijo—. ¿No cachai lo preocupante que es no tomar el bus? Te pueden asaltar, y más encima con esta hueá del estallido social anda más la cagada.

— Juan, no te pongai hueón, si no me van a hacer nada —aseguró Roger seguro sentándose en su puesto—. Viene el profe, así que mejor te quedai callado.

En ese momento entró el profe Reinaldo. El viejo más perro que hay. Profe de historia y lenguaje, que si te hace educación cívica estás cagado, y más encima profe tutor del Segundo medio "C", el curso del Roger y el Juan.

— Good Morning, Students —saludó el hombre poniendo su maletín sobre su escritorio.

— Good Moorning, Mister Lagos —saludaron los alumnos devuelta.

— Saquen sus libros de lenguaje y ábranlos en la página trescientos cuatro —pidió comenzando a anotar algunas cosas en la pizarra.

— Profe no traje el libro —anunció uno de los compañeros de Roger, el Eduardo.

— Comparta el libro con un compañero y le voy a poner una anotación negativa al libro de clases, señor Fuentes. A la próxima lo mando a Inspectoría, ¿quedó claro? —preguntó el hombre.

— Sí, profe, disculpe.

La clase siguió igual de fome que siempre, el viejo no era muy entretenido para hacer clases, pero como era viejo y ya había jubilado, no lo querían echar y dejaban que hiciera lo que quisiese y que se cagara a todos los alumnos con las notas, aunque después iban los papás a reclamar porque les bajaba el NEM.

A la salida, Roger volvió a perder el bus, porque estaba cagando en el baño, que ni jabón tenía la wea, y cuando salió, se le había ido el bus y el Juan Ricardo, que para colmo, andaba con la mochila.

Suspiró. Menos mal que no era gil y se metía el celular con los AirDrop en el bolsillo del Blaiser, o como chucha se escriba esa wea, así que se fue caminando porque su papá andaba en Tokio por un viaje de la pega, y la mamá estaba en la oficina.

Mientras iba en el camino, se dio cuenta que lo andaba siguiendo un weon alto y bien Crespo, con pinta de flaite, así que como buen clasista que era, apuró el paso, sí igual da miedo que te quieran asaltar, aunque era pasao a rollos el cabrito este.

Entonces cuando iba pasando por el puente cerca del McDonald's, el weon lo apunta con un cortaplumas a lo shinshang.

— Ya, culiao, dame todas las weas que tengai, vacía todo, perkin de la shetumare.

— Ay, pero qué hueá —dijo el Roger asustado y sin saber qué otra cosa hacer, onda, lo estaban asaltando.

— Que te apurí, zorrón de mierda —le dijo el flaite.

— A ver, disculpa, pero zorrón no soy —intervino el Roger con una mirada llena de indignación, como las de las minas de las teleseries del Mega. El flaite se puso a reír a carcajadas.

— Sí, po, seguro que voh no erí zorrón —dijo burlándose—. Mírate la cara de cuico que tení, y el puro corte pelo de aweonao.

— Chaaa —dijo Roger aún indignado—. Y tú también tienes la media mata de pelo, qué tanto me andai huebiando.

— Puta, ¿no cachai? Quiero plata, gil —le dijo.

— ¡Bueno, po, no tengo! —exclamó—. ¡El hueón de mi amigo se llevó mi mochila!

— Puta me tenía que tocar el cuico más gil —se maldijo internamente el flaite—. Ya, te salvai de esta si me conseguí' mota.

— ¿Cuánta quieres? —le preguntó—. Un amigo se consigue caleta.

— Dos bolsas, po compare —le sonrió—. Son Brayan Martinez.

— Roger Taylor —saludó.

— Él po, el con nombre gringo —se burló nuevamente el Brayan—. De seguro erí facho.

— Ya cállate, culiao, que tuve un día de mierda —dijo recordando el seis dos que se sacó con el Reinaldo—. Además tú también tienes nombre de gringo.

— Ya, buena, el mío es pulento, además voh andai diciendo que tuviste un día de mierda porque te quedaste sin bus —rió.

— ¿Y tú no deberías estar en el colegio también? O Liceo, o lo que sea—preguntó Roger—. Onda, hoy día salgo temprano, pero igual.

— No po, hice la zimarra —explicó el Brayan—. Los perkin tienen asistencia completa. Hoy día se busca plata pal carrete del fds. Sabí tú, po, la previa, después el after, y obvio, el after del after.

— Yo con cuea salgo a carretear —mintió el Roger dándoselas de niño de bien para quedar de ciútico con el Brayan.

— Ya, sí, seguro voh vai a los pubs pa cabros cuicos de tu edad —dijo el Brayan.

— Ya, sí, pero no hago after del after, nunca tan bueno pal huebeo —repuso.

— La misma wea, po —se encogió de hombros—. Mira, weon, ahora a hablar de negocios, hagamos esto, te doy hasta el viernes pa conseguirte la mota, y cuando la tengai, me llamai. Te paso mi número, +56 9...

Roger anotó el número del Brayan y lo agendó como "el flaite". Luego se fue agradeciéndole a su casa en Reñaca alto por no haberlo asaltado, mientras el de rulos se reía diciendo "cuico weón."

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