veintiséis; Kent

 Sábado

Siento como un peso extra se acuesta a lado de mí, observo de reojo para arme cuenta que Grissy , el gigantesco canino que adopté está a mi lado. Extiendo mi brazo para rascar detrás de las orejas, después de resoplar con mis labios. El aire golpea en el rostro del perro, así que abre sus ojos de par en par, intentando ladear la cabeza de un lado.

Abre su gran hocico, y me parece que me está respondiendo a su modo.

—¿Crees que una mujer me quiere abandonar a mí? ¿A mí!? —Golpeo mi pecho con mi dedo índice, lleno de indignación— ¿De dónde sacó eso que yo la iba a enamorar para dejarla con el corazón roto? —bufo, desbloqueando mi celular, volviendo a comprobar que la niña me ha bloqueado de todas partes.

El perro ahoga un extraño ladrido, que me hace tener la sensación de que está igual de indignado que yo.

—Tú la querías, ¿verdad? —Bloqueo el celular, dejándolo tirado a lado de la cama.

El perro se endereza, arrastra su cuerpo hasta que recarga sobre mi antebrazo, saca la lengua un par de besos que no tocan mi piel como respuesta mientras sacude su cola con frenesí.

—Por supuesto que sí, creo que es señorita perfecta, ¿no?

El perro gruñe, me asombra la habilidad que tiene para analizar mis palabras, ya que parece ofendido. Levanto mi otra mano como respuesta a modo de rendición, moviéndome hacia un lao para crear espacio entre ambos.

—¿De qué lado estás? Se supone que debes de estar del mío, ya que yo soy quien te alimenta —exijo, alzando una ceja para ver como el perro resopla, levantándose en sus cuatro patas, dando un giro sobre su propio eje hasta que su cola quedo a mi vista.

—Que grandioso compañero he escogido —musito con ironía.

¿Qué se supone que debo de hacer con un perro que no está a mi favor?

Newt abre la puerta de mi habitación de golpe, ¿a qué hora llegó que ni enterado estoy? Me estremezco, así que doblo mis codos detrás de la espalda para tener una mejor visión del pelinegro.

Todavía no tiene mucha confianza con un perro tan grande, pero es tan perezoso. Muevo la cabeza para que suba las escaleras que conectan hacia mi cama. El miedoso traga saliva, pero infla su pecho intentando verse más viril al subirse hasta la cama.

Toma asiento en el borde de la cama, manteniendo una distancia razonable entre mi perro.

—No te muerde, nada más tiene una apariencia ruda —carcajeo, rodando los ojos.

—¿Y quién dice que le tengo miedo? —Cruza sus brazos sobre su pecho— ¿Cómo crees que le voy a tener miedo?

Refunfuño con frustración, pero dejando el tema de lado.

—¿Cómo traes esa cara de perros? No puedo creer que lo que pasaste anoche todavía te tenga pensando.

Newt suelta un suspiro para recostar su cabeza en la almohada que esta enseguida de mí. Nos quedamos en silencio por un par de segundos.

—¿En qué es lo que piensas? —pregunta Newt, rompiendo el silencio.

—Es que yo no entiendo de dónde sacó ella esas conclusiones. No es como que yo esté compartiendo en redes sociales que enamoro por venganza. —Muerdo el interior de mi mejilla.

Newt infla sus mofletes, ahogando una carcajada. Lo cual hace que mis sentidos se activen.

—¿De qué te estás riendo? —pregunto con inquietud, alzando mi brazo para estrecharlo en su abdomen que le corta la respiración.

—Es que yo tampoco sé cómo es que aquella niña cree eso. Tal vez lee demasiado en esa aplicación con logotipo color naranja ¿Cómo es que se llama? —Newt masajea sus sienes con lentitud—. Mi prima la lee mucho, la otra vez la caché leyendo y parecía que vio un fantasma, porque se puso toda pálida, hasta su boca se resecó y ocultó su celular. —Negó con la cabeza, recordando esa bochornosa escena con su prima— ¡Wattpad! Me explicó para que no la acusara con mis tíos.

—Pero esto no es Wattpad, así que no entra —contratacó, mordiendo mi labio inferior.

—Mi prima dice que entras en el cliché de niño rico, y seguramente traerías a muchas locas obsesionadas contigo. Pero, ella no, no le agradas mucho —añade con los hombros relajados.

—¿Perdón? Si yo ya traigo a muchas comiendo de la palma —refuto, con el pecho lleno de orgullo.

—Pero a la repartidora de pizza no —mofa, soltando una estruendosa carcajada, sujetándose el estómago con los brazos por el dolor que le generaba.

—Yo sé que, si le gusto, nada más que le gusta hacerse la difícil. Ves que a las mujeres creen que nos encanta eso. Seguro no pasa de eso —concluyo, seguro de mis propias palabras.

—Sí, y por eso te bloqueó de todas partes y creo que es capaz de mudarse de país con que la dejes de una vez por todas en paz.

Iba a replicar, pero me interrumpe cuando escucho como un automóvil se estaciona justo en frente de la casa. Me da curiosidad cómo es posible aquello, así que me levanto de la cama. Lo que noto es que el gemelo de mi pizzera está bajando de un taxi que con urgencia necesitaba un mecánico, que parece que se está desarmando.

Salgo de la habitación apresurado, mi perro sigue mis pasos y mi mejor amigo está justo detrás de él. Parece una gallina, no entiendo el motivo de su pavor a Grissy.

Bajamos las escaleras, lo primero que mis ojos captan son las sirvientas tomando las cajas de plástico del gemelo de Talitha, mi mamá habla con él plácidamente, por lo que mi oído agudo se desarrolla, intentando oír si mamá preguntaba por su familia.

—¿Y cómo está tu madre?

—Tolerando a mi hermana, anda con un genio que no ella misma se soporta —bufa, rodando los ojos y apretando la línea de sus labios.

Esa es una oportunidad perfecta que no pienso desperdiciar, por lo que apresuro mis pasos hasta llegar a ellos. Tyron me mira con un poco de rencor, torciendo sus labios en una sonrisa forzada.

—¿Por qué tu hermana está así? —Abrazo mis costillas mientras reposo mi codo para cubrir mi frente con la otra mano—. Si se puede saber, claro —agrego al sentir una mirada sospechosa de mi madre.

—Pues problemas que ni siquiera yo estoy muy al pendiente —esquiva el tema de forma sutil— ¿Vamos a empezar con nuestro club de lectura? —se dirige a mi madre de manera evasiva.

El perro ladra, llamando la atención del gemelo que aparentemente me detesta. Aparece un brillo en la mirada del castaño mientras que mi gran perro menea de lado a lado hasta llegar a él para lamer sus manos como bienvenida.

Mendigo perro traidor.

—Buen chico, eres un buen perro —adula el gemelo, golpeando con delicadeza la cabeza con la palma de sus manos—. Te tratan como un rey en esta casa, ¿verdad?

—Si, pero es bien perezoso —contestó mi mamá esbozando una sonrisa en sus labios.

—¿Y por qué dices que tu hermana está intolerable? —preguntó con rapidez ahora que está con sus barreras bajas.

—Reprobó su examen de matemáticas, y cosas de mujeres —responde sin pensarlo dos veces, pero cuando se da cuenta de su error aprieta los ojos con ira, pero logra disimularlo muy bien, porque mi mamá se encuentra a un lado— ¿Dónde están las señoras para empezar con la lectura? —Frota sus manos con evidente entusiasmo, palmea su cabeza un par de veces antes de desaparecer de mi vista.

Me giro sobre mis propios talones con una idea dentro de mi cabeza, no me voy a dar por vencido. Esa palabra no entra dentro de mi vocabulario, no señor.

Con el foco encendido sobre mi cabeza me regreso a mi habitación, apuesto que con una sonrisa maquiavélica adornando mi rostro.

—¿Por qué sonríes así? —pregunta Newt al cerrar la puerta detrás de mí.

Grissy intercala su mirada entre nosotros un par de veces, sacude su cabeza y se regresa a la cama de él que está dentro de mi habitación mientras que yo busco el cuaderno de matemáticas que tengo ahí con una pluma.

—¿Qué es lo que traes entre manos? Me das miedo cuando traes esa cara de desquiciado —afirma, cruzando los brazos sobre el pecho para resoplar —. Eres bien terco y necio ¿No sería mejor dejarlo de lado y continuar con tu vida? La chica no te ha hecho nada.

—¿¡Cómo que no ha hecho nada!? —exploto con irritación—. Quiso herir mi ego y eso es imperdonable —sintetizo, rodando los ojos con obviedad.

—Ay, Kent —reprocha, sentándose en un sillón, tratando de tener una distancia—. No seas tan intenso, mejor que muera ahí, por la paz —sugiere con tranquilidad.

—No, ya te he dicho que nadie se burla de mi —refuto con seguridad—. Préstame tu celular.

Newt arruga el entrecejo con confusión, pero al ver mi insistencia en la mirada, se levanta para ponerlo en mi mano.

—¿Qué es lo que vas a hacer? —Pasa saliva, mirándome con incertidumbre.

—Es que, en sus fotos de Instagram, me parece que hay una foto de su escuela, y necesito su nombre para buscar al maestro —susurro, alzando mis cejas coqueto.

—Estás siendo un poquito psicópata —afirma Newt, escaneándome con la mirada desde las puntas de los dedos de mis pies hasta el pelo de mi cabeza.

—Claro que no —niego, moviendo mi cabeza de lado a lado—. Estoy siendo justo; hiere mi ego y yo su corazón.

Abro la aplicación y tecleo el usuario de Talitha en el buscador, tengo la fortuna que la niña no tiene el perfil privado y tengo acceso en sus fotos. Deslizo mi dedo hacia abajo con rapidez para encontrar mi objetivo cuanto antes. Finalmente doy con una selfie de ella, con la cabeza un poco ladeada, con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja, mostrando cada uno de sus dientes. La calidez del sol provoca que su piel se vea cálida y suave. Aunque si aumento la imagen puedo notar como sus aretes

—¿Qué es lo que planeas hacer? —inquiere con curiosidad.

—Algo que el dinero puede comprar.

—A veces me das miedo —afirma Newt, rascándose detrás de la nuca.

—Esa osita va a ser mía sin importar el precio. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top