veintinueve; Talitha

 Sábado

Me remuevo en la cama al sentir un hormigueo sobre mis piernas luego de un largo rato soportando un peso extra como de cuarenta kilos extra de los perros más grande, así que los atraigo a mí hasta estar en una posición fetal, porque solo quiero diez minutos más. Aunque el constante sonido de las notificaciones de mi celular atrae mi atención, por lo que con pereza y refunfuñando alargo mi brazo hasta tomar el celular.

Suelto un profundo suspiro antes de abrir completamente los ojos para encontrarme con unos mensajes de la persona que intentó salvarme la noche anterior, aunque ni siquiera tengo idea que me hizo desbloquearlo. Ni siquiera me dan ganas de leer los mensajes, por lo que salgo de la cama para ir al baño.

Mis gatos se enredan entre mis piernas mientras ronronean, por lo que entorpece mi andar. Los perros siguen echados en la cama para cuando estoy en el baño, desvistiéndome para entrar a la ducha con agua fría. Los fisgones de mis felinos mueven la cortina para atrapar algunas gotas que caen. Así que chapoteo con mis pies para causarles más diversión.

Al terminar, envuelvo mi cuerpo en una toalla blanca y la playera de algodón con la que dormí alrededor de mi pelo. En ese instante, la puerta principal se abre, mostrando a mi hermano con las bolsas ecológicas que se usan para el mandado.

—¿Qué fue lo que me compraste? —pregunto con curiosidad.

—Cosas para mis pastelillos, sabes que hoy los hago para la señora Caroline y nuestro grupo de lectura. Algunas señoras son muy complicadas a la hora que me admitieron ahí, ya sabes, porque no soy una persona de la alta sociedad. Pero, se convencieron con mis argumentos de los libros, y suelen pagarme más, y me pagan el transporte. No son unas brujas, no todas al menos —corrige, observando con soslayo el interior de la bolsa.

—Está bien, ¿me trajiste algo? —interrogo, sin intención de oír más sobre ellos.

—Tus chocolates favoritos. —Alza la cabeza, observándome de reojo— ¿Por qué estás desnuda? ¡Chica impúdica! —bromea, rodando los ojos con frustración.

—No estoy desnuda, tengo una toalla que me cubre —defiendo mientras imparto mi camino a la recamara— ¿Hoy no era día libre de mamá?

—Sí, pero se fue a almorzar con unas amigas, ninguno de los dos te quisimos despertar.

Cierro la puerta cuando Tyron termina de hablar, me dirijo hacia al mueble de madera blanca que está a lado de la ventana y del tocador. El espacio es muy estrecho, porque mi cama abarca la mayor parte del cuarto. Pero, creo que tengo una buena organización.

Me visto rápido, pero cuando me siento en el banco en frente del tocador para realizar mi maquillaje, mi hermano me grita que ya está afuera el Uber para ir a su club de libros, y que ya les puso el plato de comida a los animales.

Mis planes para ese día son ir con Don Jeremy, porque dice que tuvo unos sueños que quiere compartir conmigo. Yo lo traduzco como que quiere verme, y yo voy gustosa. Aunque no siempre está lucido con sus palabras, es un hombre muy sabio que aprendes algo de él en un rato de convivencia.

Salgo de mis pensamientos cuando escucho unos nudillos golpear la puerta, me parece extraño, porque si a alguien se le olvidasen las llaves de la casa es a mí, no a mi hermano. Así que dejo a un lado mi polvo compacto, el chirrido del banco contra el piso por arrastrar la silla perturba mis oídos. Doy unas zancadas hasta llegar a la puerta principal donde la abro mientras recito las siguientes palabras.

—¿Qué traes en la cabeza...? —corto mi pregunta cuando veo a un hombre más alto que yo parado en frente.

Peino una de mis cejas con mi dedo, esperando a que Kent explique el motivo de su inoportuna visita. El can más grande se pone detrás de mí a modo de defensa, es desconfiado con personas que no conoce.

—Buenos días, Talitha —saluda Kent, ignorando por completo a mi perro.

Aunque logro percibir que se siente un poco intimidado por el defensor que tengo detrás, sacudo la mano con lentitud a lado de mi cadera para que esté tranquila, porque aparentemente no estoy en riesgo.

—¿Qué es lo que haces aquí? —inquiero con intriga, cruzando los brazos por mi pecho.

Yo que me acuerde de los hechos, no lo he invitado a visitarme. Veo como aprieta con sutiliza su mandíbula cuadrada.

—¿No viste los mensajes que te dejé hace rato? Vine a terminar lo de la semana de tutorías para tu materia de matemáticas, necesito evidencia para entregarle a mi profesor, eso y que apruebes tu examen la siguiente semana. —Se encoge de hombros con sutileza, como si fuese algo común en nuestro día a día.

—No, es que no leí nada de los exámenes, me acabo de despertar.

—Ya lo noté. —Señala mi cabeza, así que me acuerdo de que mi playera sigue sujetando mi melena.

Pongo mis manos sobre mi cabeza para quitarla con sutileza, paso mis dedos por la alborotada melena. Todavía se encontraba un poco húmedo, así que camino hasta la silla de la mesa cuadrada del centro para colgarla en una silla de madera.

—Aunque todavía no entiendo cómo es que en tu Universidad están proporcionando tutorías para la regularización de estudiantes de secundarias en escuelas públicas. —Coloco ambas manos en mi cadera, arrugando mi nariz.

—Es un nuevo programa en el que se está formando dentro de mi Universidad, yo tenía algunos problemas con otras materias, pero soy bueno en otras. Así que llegamos a un convenio —balbucea con torpeza, por lo que no creo completamente que sus palabras sean veraces, pero no quiero indagar más sobre el tema, así que asiento con la cabeza.

—Está bien, ya estás aquí. Déjame traer mi mochila —informo mientras me acerco a la puerta de cristal que está a lado de la loza para lavar los platos, dando oportunidad a que mi manada a que tomase un poco de vitamina E que proporciona el sol.

Se escuchan unos pasos rítmicos que pasaron a mi lado para salir, al entrar otra vez a mi habitación me doy cuenta de que la cama no la he hecho, pero tampoco me apetece, así que me agacho para tomar la mochila que está en el suelo y a un lado del tocador, la cuelgo en mi hombro izquierdo para regresar a la cocina no sin antes tomar el cepillo de pelo.

El rubio está metido en su celular sentado en la silla a lado de la toalla. La mesa se encuentra desordenada, porque mi hermano no terminó de limpiar antes de mancharse. Por lo que decido dejar la mochila sobre la silla para acomodar los chocolates, y la bolsa de tela, por lo que decido echar una rápida mirada en el interior y cuando mis ojos se posan en la bolsa de jamón mis tripas exigen un poco de comida.

—¿Quieres un emparedado? —pregunto por cortesía, ya que mi madre me dice que cuando hay visitas, debíamos ofrecer algo.

Yo a Kent le ofrecería marcharse de mi morada, pero según él necesita entregar evidencia.

—Sí, me gustaría una faja de pechuga, con un poco de lechuga, pero espinaca también... —replica con tranquilidad.

Parpadeo frenéticamente sin creer lo que me está pidiendo ¿Acaso cree que mi casa es restaurante? Tal vez no me explique bien la primera vez.

—¿Quieres un sándwich de jamón? —reformulo mi pregunta, pasando el cepillo por mi cabello—. Le pongo tomate, jamón, queso amarillo y pan. Es todo —puntualizo cada uno de los ingredientes para no tener tragedias respecto a sus gustos.

El rubio niñato ladea la cabeza de lado a lado con un poco de confusión, muerde su labio inferior.

—Sí, está bien, quiero uno.

Me acerco al fregadero para lavar mis manos con jamón, luego voy hacia el refrigerador para sacar los restos de los ingredientes y arriba la barra de pan blanco. Tomo una tabla de madera para cortar gruesas rodajas de tomate.

—¿No utilizas guantes para prepararlo? —pregunta él, logro visualizarlo inquieto.

No sé si exactamente qué es lo que le causa repulsión.

—No, solo los uso cuando lavo los platos. Me imagino que no quieres que utilice eso. Además, ¿no me viste que lavé muy bien las manos? —Resoplo con frustración antes de terminar de armar el primer emparedado.

Lo emplato con delicadeza para deslizarlo hasta que quedo en frente de mi no invitado mientras termino de hacer el mío. Tomo dos vasos para llenarlos de agua.

—Lo único que se consume en esta casa es agua, no nos gusta tomar refresco ¿O quieres leche de avena?

Kent arruga el entrecejo con confusión, ladeando su cabeza.

—Lo que pasa es que soy intolerante a la leche y hacer la de avena es fácil —replico, creyendo que esa es su incertidumbre—. Pero, puedo comer un poco de queso antes que mi estómago estalle, y ya me adapté al amarrillo —termino con mi explicación, como mi emparedado.

Sujeto el plato para rodear la mesa y sentarme en la silla donde seguía colgando la playera húmeda. Tomo mi emparedado con una mano mientras busco en mi mochila la libreta de matemáticas que abro en la última página que usé.

—¿Qué tenemos que hacer? —pregunto con la boca llena, pero cubro con la palma de mi mano.

Kent arruga su entrecejo y muerde su labio inferior para desviar su mirada a la libreta. No creo que le dé fobia los gérmenes, ¿verdad? Tampoco es algo que me interese a lo que él se siente cómodo.

El niño millonario desbloquea su celular para empezar a escribir los ejercicios mientras yo estoy desayunando. Veo por el rabillo del ojo que tiene fea letra, pequeña y cuadrada, lo importante es que es legible, cuando termina de escribir, me pasa el cuaderno para empezar a escribir.

Dejo mi emparedado a un lado, tomo el lapicero para empezar a resolver cada una de las preguntas, estoy tan enfocada en el cambio de signos cuando cruzo las variables de las operaciones hasta que me empiezo a percatar de una respiración cálida sobre mi oído, giro lentamente mi cabeza hacia él para comprobar que el rubio está invadiendo mi espacio personal.

—¿Qué tengo en el rostro o porque me miras tanto? —cuestiono rígida, echando mis hombros hacia atrás y colocando mi mano sobre su pecho para crear un espacio entre ambos.

—No te estaba viendo a ti, estaba viendo lo que estabas haciendo. —Con sus ojos azules señala mi libreta.

—Lo puedes hacer si hay un espacio entre ambos. No es necesario que estés encima de mí —culmino, llevando el lapicero a mi boca y mordiendo la punta.

—¿Es que te pone nerviosa que esté cerca de ti? —cuestiona con picardía, relamiendo sus delgados labios.

En serio no me parece sexy, en lo absoluto ¿Quién le mintió de esa manera para hacerle creer que es siquiera atractivo?

—No —ruedo los ojos con fastidio, moviendo mi cuello de un lado a otro para que truene.

—No te estés poniendo nerviosa —sugiere, dejando su brazo izquierdo sobre el respaldo de mi silla.

Pego mi pecho hacia la mesa, girando mi torso. Arrugo mi nariz y aprieto con fuerza el puente de este.

—No es que me ponga nerviosa estar a tu lado, solo que me molesta que invadan mi espacio personal. —Hago con mi brazo un círculo imaginario, y tomando su brazo para que no toque mi silla.

—Por favor, Taly...

—Talitha para ti —interrumpo, torciendo mis labios en una mueca con incomodidad.

—Talitha —corrige—. Debemos de admitir que soy atractivo —agrega con obviedad, como si yo estuviese ciega.

—.... Tan atractivo como el pez fango. —Inflo mis cachetes para evitar reír, así que lo esquivo con de un sorbo de agua.

—¡Gracias! — Mueve un poco los mechones rubios que cubren su frente—. Aunque no los conozco —confiesa con curiosidad, extendiendo su brazo hacia el celular para buscar una imagen.

Abro mis ojos de par en par, arrebatándole el celular para bloquearlo.

—Búscalo después, porque ahorita... ¡ Me trabé aquí, ¡no sé qué hacer! —exclamo mi mentira, rogando para que se olvide de mi inexistente halago.

Kent curva sus labios en una sonrisa de superioridad, tomando mi cuaderno para revisar mi procedimiento.

—¿Ves? ¿Cómo si era necesario tener un tutor? —pregunta, prestando atención a mis apuntes.

—Tan necesario como la gravedad en el espacio —murmuro sarcástica, cruzando los brazos sobre mi pecho, ansiosa por terminar la evidencia. 

n/o*

holi, aquí hope. tenía full que no les escribo but..., es que ay mendiga inspiración, pero aquí ando. Quería comentarles que le hice un pequeño ajuste a la historia. Talitha ya no es cristiana debota a la iglesia, es que iba por el final. Pero, ya se me ha ocurrido otra cosa anyways, gracias por leer aunque me han de odiar porque suelo tardrme un poco. Bien, ahora sé que Kent es muy fastidioso, prepotente, si me cae mal, pero lo quiero. En fin, me gustaría saber si hay dudaas con respecto a la historia, sus teorías conspirativas o qué piensan, gracias por leer <3 los quiero 

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