treinta y siete; Talitha

Sábado

El reflejo de mi espejo me muestra una mejor amiga acostada sobre mi cama, con uno de mis perros sobre su barriga mientras le está sonriendo tontamente hacia su teléfono. Me recargo hacia delante para detallar el rostro de Hanna.

—Escúpelo —animo, retocando el rímel.

La castaña de cabello oscuro alza su cabeza para fijar sus ojos en los míos, utilizando el espejo como una vía. Ella arquea su delgada ceja, haciéndose la desatendida.

—No pongas esa cara...

—Pero si es la única que tengo —corta ella, empujándose con ayuda de sus codos, cruzando sus piernas en forma de indio.

—No —rio con sarcasmo, exagerando mi boca al hacer una mueca—. Sabes que te conozco a la perfección, dime... —advierto, terminando de maquillarme.

—Estoy hablando con Newt, recuerdas que hace como dos días me invito a salir, ¿no?

Asiento, confirmando con la cabeza. Desde que acompañamos a Kent al club deportivo, ellos intercambiaron su número ¿A qué hora? No sé, porque no vi. Y hace unos días él la invito a comer a un restaurante, se llevaron bien. Sin embargo, yo tengo aún mis reservas con ese tipo, ya que creo que ha de ser igual que su mejor amigo rubio; juega con los sentimientos sin importarle nada más que su propio beneficio.

—Me ha invitado a salir hoy también, pero ahorita vamos a ir al cine.

—No tengo ningún problema que lo invites, si eso es lo que tú quieres y te hace feliz.

—Tú quieres ver a Kent, ¿verdad? —bromea con un tono pícaro.

Me giro sobre mis talones con brusquedad, tomo la esponja llena de polvo para lanzársela en la cara. Para mi desgracia, ella logra esquivar con facilidad.

—Mira, no digas tonterías, si lo que yo necesito es deshacerme de él —culmino, dando una zancada hasta llegar a mi cama para sentarme en la esquina. 

Uno de mis perros se acerca, recargando su pequeña cabeza sobre mis piernas.

—Desde que te besó —se mofa, colocándose sobre las rodillas, para picarme las costillas con sus dedos—. Creo que no te lo esperabas.

—Es que me besó sin pedir permiso...

—Creo que se lo hubieras negado.

—¡Pero por supuesto! —exclamo, masajeando mi sien en círculos—. Yo conozco sus crudas intenciones, ¿tú crees que voy a ir a aventarme solita al precipicio? Ni que estuviera enferma.

—Por lo que entiendo, me estás diciendo que, si él no te hubiera apostado, otra historia habría sido.

—Somos muy diferentes, dudo que se hubiera acercado a mí —argumento —. Así que no creo en otras circunstancias en la que nosotros lográsemos congeniar. Y si beso no cambió mi idea ni tampoco lo va a cambiar.

Tal vez me gustó un poco su beso, pero jamás voy a confesarlo en voz alta.

Ni siquiera a mi mejor amiga.

Mi celular suena, notificando que tengo un nuevo mensaje de Jack. Mi compañero de clases con cabello corto me pregunta si pasa por nosotras para ir al cine o si nos encontramos allá. Yo por no molestar, le digo que mejor hay que vernos en el cine.

—Listo, Newt también está feliz de ir. Me está preguntando que, si pasa por nosotras, yo digo que sí. Me encanta ir en esos autos lujosos.

Arrugo mi nariz, sin ganas.

—Yo le dije a Jack que no pasara por nosotras, que íbamos a tomar el camión. Creo que se podría sentir si nos ve llegar en otro carro, mejor nos evitamos el drama.

—Está bien, pero de regreso nos venimos en coche, eh —advierte, apuntándome con su celular en forma de amenaza.

Esbozo una respuesta como respuesta, levantándome de la cama. Ya debemos de irnos, porque de lo contrario íbamos a llegar tarde. Y no soy tan fan de la impuntualidad.

—Como te gusta la mala vida, Taly —susurra Hanna en berrinche, tomando la bolsa de la mesita de noche para salir de la habitación.

La cocina es un desastre por completo; la mesa está cubierta por harina y algunos recipientes tiene rastros de chocolate derretido. Creo que Tyron fue por un helado con Amalia, me da gusto que él tome un descanso.

Silbo, metiendo los dedos a mi boca, atrayendo la atención de mis perros, deslizando la puerta de cristal que conecta hacia el patio. Cuando sale el último, cierro la puerta, tomo la bolsa negra que cruzo por mis hombros.

Tomo el juego de llaves que introduzco sobre la perilla de mi puerta, asegurándome que esté bien cerrada. Hanna enrosca su codo con el mío para caminar hacia la parada de los autobuses.

No toma mucho tiempo para cuando el camión pasa, como es la hora del tráfico, el camión está repleto. Así que durante el viaje estuvimos paradas, sujetándonos del barandal metálico.

Hanna saca su celular para poner música y coloca un auricular en mi oído para distraernos en el camino, ya que debemos de tomar dos camiones, aunque el recorrido de la segunda es más breve.

Al llegar al cine, estamos caminando por el estacionamiento que está lleno, me imagino porque es fin de semana y todo el mundo desea un poco de distracción. A lo lejos logro visualizar una silueta que agita la mano como un saludo. Entrecierro mis ojos y es Jack que da unos brincos hasta llegar a nosotras.

—¡Hola, chicas! ¿Cómo están? Llegaron temprano. —Agacho su mirada para ver la hora que marca en su reloj.

—Sí, un poco. Mejor temprano que tarde ¿Cómo estás tú? —Sonrío sin mostrar los dientes— ¿Dónde están el resto de los chicos?

—¿James, Charle y Jude? Ahorita vienen, que Charle tuvo su club de ciencia, ya sabes, para mejorar el curricular de la universidad.

—¿Hasta ahorita? Si no tardamos mucho para la graduación.

—Es bien terco, yo le dije desde el inicio escolar, pero no le interesó ¿Tú sabes a qué Universidad quieres ir? —explica, fijándose en mí.

Hanna solo está muy concentrada tecleando con velocidad su celular.

—Sí, quiero estudiar veterinaria en la local de aquí, ya estoy juntando mis papeles para pedir lugar, si tengo suerte pues quedo. Si no, pues lo intentamos el año que viene ¿Qué es lo que te gusta a ti?

—Seguramente te van a aceptar, porque resaltas mucho. Yo no dudo ni un poco que no quedes. Yo quiero programación de videojuegos, y tal vez trabajar para Nintendo algún día. —Suspira con pesadez, como creyendo que tal vez su sueño se quede ahí estancado.

—Si lo puedes soñar, lo puedes conseguir —menciono, colocando mi mano sobre su antebrazo, apretándolo para darle apoyo.

El celular de mi mejor abriga, tomándonos por sorpresa. Así que hace un ademán con las manos mientras se aleja de nosotros para atener la llamada. Yo solo presto atención como se acerca al pasto que rodeaban algunos árboles para dar sombra.

—¿Cuál es la película te gustaría ver? —pregunta Jack, colocando su mano detrás de su nuca, con su codo que señala hacia el gran cartel del cine.

—¿No se supone que ya habías escogido una película? Digo, por eso quedamos a esta hora —carcajeo, limpiando una lágrima imaginaria—. Estoy de acuerdo con la de acción que vamos a ver.

—Sí, pero... ¿No te gustaría ver otra? Después hacemos otros planes para volver a venir. —Sus ojos se detienen en los mío, dando un pequeño paso hasta quedar de frente.

En ese momento solo escucho como los autos están llegando al estacionamiento, por lo que no le pongo atención. Entreabro mis labios para poder hablar, y lo único que sale es un grito de sorpresa, debido a que siento unas gotas de agua fría sobre mi cuerpo, lo que me hace dar un brinco hacia atrás, notando que el agua fue lanzada de manera horizontal, como si alguien nos hubiese disparado.

Con las palmas de mi mano intento limpiar las gotas de agua de mi rostro para ver hacia del lado izquierdo encontrándome con... ¿¡Kent!?

¿Quién invitó a Kent a venir al cine?

Él está sujetando una manguera de agua de presión mientras sonríe falsamente y pone los ojos de cachorro triste. Mis cejas están rectas, torciendo mis labios. Tengo unas ganas de que un auto lo atropelle.

El rubio suelta la manguera con la pistola cerrada, corriendo hacia nosotros. Sus codos están doblados y firmes a cada lado de su costado. Palmeo con cuidado mi párpado, seguramente tengo todo el rímel corrido.

—¿¡Qué fue lo que hiciste, estúpido!? —grito a pulmón, cerrando mi mano para golpear su pecho.

—Es que quería ver porque esa manguera no estaba regando los árboles. No fue mi intención mojarte de esa manera. —Sube sus cejas coqueto—. Pero, te manchaste un poco, aquí. —Señala mi ojera con un mohín en sus labios—. Ven que te voy a ayudar.

Antes que yo lograse replicar, sus dedos están puestos detrás de mi cuello, atrayéndome a él. Su respiración choca contra mi cara, debido a que ha doblado un poco las rodillas para estar a mi altura. Con la otra mano toma el borde de su camisa de algodón color negra, alzándola hasta que toca mi rostro. Delicadeza es la palabra perfecta que lo describe, sus toques breves sobre mis ojos para limpiar las manchas de mi rostro.

Lo más probable es que debo de parecer como un panda.

Los labios de Kent forman un círculo y sopla sobre mis ojos.

—Ya no estás sucia. —Suelta su camisa y esta baja, cubriendo su desnudez.

No obstante, no me suelta y me mantiene cerca. El ambiente está tenso y no sé si se trata de Kent o soy yo. Por lo que con una fuerza sutil retrocedo un paso.

—¿Qué es lo que haces? —interrogo con confusión, cruzando mis brazos sobre mi pecho con indignación.

—¿Por qué? ¿Es que acaso estás teniendo una doble cita sin mí, osita? —bufa, arrugando.

Creo que mi acompañante malinterpreta la situación, ya que alza un brazo en son de paz su piel aceitunada cobra un ligero rojizo por sus mejillas.

—¿¡Qué!? ¡No! —gruño con sarcasmo y soplo aire—. Está bromeando —aclaro a Jack.

Él solo se encoge de hombros, sus manos están en los bolsillos de su pantalón y mantiene su boca sellada.

—¿Por qué le dices? Al único que le debes explicaciones es a mí —argumenta Kent sin dejar de observarme con intensidad.

Este hombre nunca escucha ni una palabra mía, me cansa estar hablando con una pared.

Hanna se acerca con Newt, parece que no han notado ningún detalle, ya que están charlando amenamente. Eso hasta que mi mejor amiga me presta atención, algunos mechones de mi cabello se encuentra humedecido.

—¿Acaso llovió? —Hanna aprieta sus ojos, intentando rogar que esa fue la razón—. También Jack está un poco mojado.

—¡El tonto nos mojó! —Enrosco mis labios en una mueca.

Cuando me aseguro de que la única que me está viendo, abro mi boca grande, gesticulando la pregunta: ¿Qué es lo que él hace aquí?

Ella se encoge los hombros, en su rostro veo preocupación. Y mi corazonada me dice que no está mintiendo.

Unos instantes más tarde, silban hacia nosotros. Los amigos de Jack ya han llegado. Ellos preguntan sobre lo sucedido y Jack responde que no es nada.

—Ah, entonces ¿Esto no es una doble cita? —me pregunta Kent, señalando a Newt con Hanna y a mí.

—No es de tu incumbencia.

Saludo a los otros chicos, después de una breve presentación entre nosotros con los niños ricos, sugiero que debemos entrar al cine. Todos en círculo, avanzamos; dos hombres de una piel oscura, James y Charle están al frente junto con Jude, una chica un poco más baja con una piel tan pálida que su cabello naranja resalta. Detrás de ellos están mi mejor amiga y su acompañante. Del otro lado está Kent que no me deja perderme.

Siento mucha vergüenza con Jack, por lo que quiero y necesito disculparme.

Mi andar disminuye, sujeto el codo de Jack para que haga lo mismo que yo.

—Siento lo de hace un rato.

—No te preocupes, solo que él. —Apunta con sus ojos hacia Kent—. Debe de aprender a controla sus celos —termina en voz baja.

—¿Qué? ¿Qué celos? Estás loco. 

Jack ríe, da unas palmadas sobre mi cabeza con ternura para continuar con el trayecto hasta llegar al cine.

El primer aroma que aterriza sobre mi nariz es de palomitas de mantequilla, mi boca se hace agua de inmediato. Y siento mucha emoción. Dividimos nuestro grupo en dos; uno para comprar los caramelos mientras que otros los boletos. Kent intenta hablar para ir conmigo hacia la dulcería, pero Hanna lo toma del brazo para estirarlo hacia ella.

¿He dicho que amo a Hanna?

Charle y James son muy amigables, Jude está con los otros chicos. Claro que conozco a los chicos, pero no tenemos una relación estrecha. Pedimos varios combos con palomitas para cada uno. A mí no me gusta compartir las palomitas, ya que odio quedarme sin ellas a mediación de la película. El resto del grupo se nos une antes de tomar las bandejas para ir hacia la persona que revisa los boletos.

Caminamos por el pasillo, yo estoy a un lado de mi mejor amiga que no me presta atención en lo absoluto. Kent está justo detrás de mí, pisando mis talones. Al llegar a la sala del cine, subimos una escalera, donde Newt es el primero en caminar de lado para pasar por los sillones; en seguida de ella está mi mejor amiga, luego yo, y para mi infortunio, el rubio está a un lado de mí.

Jack está del otro lado, y el resto de los amigos. Al iniciar la película, yo meto cada palomita en mi boca, tratando de prescindir de su mirada. De vez en cuando, él intenta meter su mano en mi tazón de palomitas, yo como a la defensiva le doy una palmada para que me deje tranquila.

Al abrir mi boca, Kent mete las palomitas a mi boca. Yo gruño como un perro para que me deje en paz, pero no capta la indirecta, debido a que toma una servilleta para limpiar la comisura de mis labios, el dorso de su mano roza mis mofletes, dejándome atónita.

La película termina, siento mis piernas ligeramente entumecidas, así que me estiro al instante. Los murmullos de la sala cada vez incrementan, discutiendo la película. 

Una vez que regresamos al estacionamiento, el color azul oscuro cubre el cielo y hay algunas estrellas por los lugares. Tomo un bocado de aire, cuando me quedo sin argumentos para debatir por la película.

—Chicos, nosotros nos tenemos que ir antes que se haga más tarde, papá me pidió el carro a cierta hora —farfulla sin ánimo, Jack, haciendo una mueca.

—Sí, nosotros también ya nos vamos a ir ¿Dónde está tu carro, Newt? —pregunta Hanna sin dejar de mirar a Newt.

—No, Hanna. Venimos en el carro de Kent, pero las vamos a dejar a su casa.

¿Qué fue lo que dijo? Por favor, díganme que no me he limpiado los oídos y que escuché mal.

Jack me da un beso en la mejilla, al instante siento como cubren mi muñeca para separarme de él, haciendo que mi compañero se ría.

—Vamos a la casa, que necesito llegar.

Kent se acerca demasiado a mí, recargando su brazo sobre mis hombros, guiándome hacia su carro. Yo, tomo la mano que cuelga de mi hombro, entrelazando nuestros dedos, lo que parece distraerlo, y en un ágil movimiento, tiro de su brazo para que me deje en paz.

Él me deja unos segundos en paz hasta que al llegar a su lujoso auto deportivo de color verde, abre la puerta del copiloto y espera a que me suba para cerrar la puerta. Veo por el espejo como Newt hace lo mismo en la parte trasera. Kent pone la radio y yo busco una estación con música que sea movida.

El camino hacia mi casa me parece breve, giro un poco mi torso para ver si la mamá de Hanna va a pasar por ella a mí casa o Kent la iba a dejar.

—Te mando mensaje para cuando llegue a la casa —responde con tranquilidad. 

—Pero que no se te vaya a pasar, por favor. Que te entretienes y haces cualquier otra cosa —advierto segura—. Nada más le hablas feo y te hago mierda —me giro hacia Newt.

El pelinegro abre sus ojos azules tan grandes, estupefacto. Es porque no me ha visto enojada, pero solo es un pequeño aviso.

—Nada de qué preocuparse.

Tomo mi bolsa para colgarla sobre mi hombro, abro la puerta del coche, voy a agradecer a Kent que me trajo a mi casa, pero él abre la puerta, bajándose también.

—¿Qué haces? —inquiero, asegurándome de tener una distancia de él.

Abro mi bolsa, buscando en el interior mi labial de fresa cada vez que estamos más cerca de la entrada de mi casa, pero por más que palmeo su interior no encuentro nada ¿Es que no lo eche antes?

Intento hacer memoria de donde puede estar, según yo, si lo puse en mi bolsa.

Siento una gran mano en la parte inferior de mi espalda y otra detrás de mi cuello. Kent me atrae hacia él, inclinándose para chocar sus labios contra los míos. Arrugo mi entrecejo sin cerrar mis ojos. Sus labios se mueven con fuerza, exigiendo que yo lo imitase. Y no fue hasta el momento en que la mano que me sostiene de la espalda se desliza por debajo de mi ropa para acariciarme en círculos, relajándome.

Cierro mis ojos y me dejo llevar por un segundo, siguiendo el movimiento de sus labios hasta que su lengua roza mis dientes, regresándome a la realidad.

¡No! ¿Qué estoy haciendo? ¡Maldita sea! ¡Me resisto!

Kent me suelta en ese segundo con velocidad, no sin antes depositar un casto beso sobre mi frente.

—Me deshice de tu labial de fresas de tu bolsa, por eso no encontrabas nada.

Mi sangre está hirviendo, mi cara la siento caliente y ¿Dónde están mis reflejos? Ya que cuando abro mis piernas para intentar darle un pisotón que le hinche su pie, él ale huyendo hacia su carro, gritando:

—¡Me voy antes de que salga algo mal! —exclama corriendo hacia su coche, cual cobarde que es.

Estoy confundida, ¿qué es lo que acaba de suceder?

n/a* felices

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top