treinta y cinco; Talitha

Martes

Termino de guardar las libretas dentro de mi mochila cuando terminamos el proyecto de la escuela. Odio el momento en que Hanna y yo no coincidimos en el mismo equipo, así que después de clases venimos a la casa de un compañero.

Aunque tengo un ligero problema, como venimos todos en Uber hasta acá, no sé cuál camión debo de tomar para ir al trabajo, ya que si hay una larga distancia entre mi destino. Por lo que antes de salir de la casa de mi compañero, reviso los camiones que pasan por acá para conocer una ruta que me acerque lo más posible y resoplo cuando me doy cuenta de que debo de tomar dos camiones.

—Chicos, disculpen. Pero, me tengo que ir, porque voy al trabajo, igual cualquier cosa que necesiten me mandan mensaje y colaboro. —Sujeto las correas de mi mochila, la cuelgo sobre mis hombros.

Los chicos murmuran una amable generosa, y Jack, el dueño de la casa me acompaña a la salida.

—¿Necesitas que te ayude en algo? —pregunta cuando creo que me ve desubicada.

Jack acomoda su corto pelo y me regala una sonrisa.

—Sí, ¿dónde tengo que esperar el camión?

—Está a dos cuadras, ¿no quieres que mejor te pida un Uber?

Tuerzo mis labios, arrugo mi nariz y desvío la mirada como respuesta. Jack carcajea y alza las manos como respuesta.

—Bien, déjame acompañarte entonces.

Jack es ligeramente más alto que yo, pero tiene una espalda ancha. Toma el picaporte de la puerta, gritando hacia su interior:

—¡Ahorita vengo, voy a ir a dejar a Talitha a la par del camión!

El castaño de mi lado cierra la puerta luego de escuchar unas carcajadas. Se coloca a la par mío e iniciamos una caminata.

—Tienes mucha suerte de haber quedado con tus amigos —inicio para que el ambiente no se sienta tan tenso el ambiente—. Hanna y yo estamos lejos, por los apellidos —refunfuño, prestando atención con cada paso que damos—. Tal vez debería conseguirme más amigos con letras cerca de las mías —bromeo, girando un poco mi cabeza y observo a mi compañero que se une a mi carcajada.

—Yo puedo ser tu amigo, Talitha —ofrece cuando nos detuvimos, gira su anatomía para estar frente a frente.

Jack extiende su brazo en mi dirección para estrechar mi mano, la sucede.

—Para los amigos soy Taly.

—Perfecto, seguramente tendremos más trabajos en equipo, porque tenemos apellidos cercanos.

Jack suelta mi mano y da unas zancadas hasta llegar a la banca que está a un lado y palmea dos veces, invitándome a sentar. Pasa un corto tiempo para cuando el camión se detiene justo en frente. Jack se inclina hacia a mí para plantar un beso sobre mi moflete. Subo las escaleras para subirme al camión y pago mi pasaje para buscar un asiento desocupado, y para mi fortuna, si hay algunos hasta el fondo.

Estoy firme con ayuda de los asientos para llegar al mío, desenredo mis audífonos para escuchar la música mientras veo por la ventana, asegurándome de no perderme.

Cuando estoy cerca para tomar la siguiente ruta hago la parada y recuerdo las indicaciones de Jack. Aunque me siento aterrada cuando veo por el rabillo la sombra de un coche que va disminuyendo la velocidad.

—¿Quieres que te lleve, osita?

¿Cuál fue el mal que yo hice para encontrarme con este ser? Lo único que quería era quitarme mi mochila y estrellar en su cabeza. La verdad si me causó un miedo, y él no parece darse cuenta de aquello.

—¡Eres un idiota! —clamo con frustración, acelerando mi paso para doblar en la siguiente cuadra.

Kent no deja de perseguirme, dobla a un lado y estaciona detrás de un coche. Yo apresuro mi paso, pero escucho como enciende la alarma y siento como el suelo vibra. No le toma mucho tiempo en alcanzarme, cubre mis hombros con sus manos para no dejarme que continúe huyendo.

Me suelta por unos instantes, cruzando una de sus piernas hacia al frente para mirar mi rostro que en este momento lo siento hirviendo.

—Perdón.

—¿Por qué? —farfullo con frustración, tal vez ni siquiera es consciente de lo que ha hecho.

—Por ser guapo y querer ser tu chofer personal. —Guiña su ojo azul izquierdo coqueto.

Ojalá le cayera un trueno en este instante. Ahogo un grito en mi garganta, girándome sobre mis talones. Creo que el universo está a mi favor, ya que el camión que me deja cerca de la pizzería va a un lado, así que literalmente corro hacia la parada que está a una cuadra.

Mi respiración se torna irregular para cuando mi mano detiene la puerta, inhalo profundamente antes de ver como Kent se acercaba apresurado. Pago el pasaje y vuelvo a buscar un lugar en el fondo, aunque en realidad está vacío.

El chofer del camión estuvo tan cerca de cerrar la puerta y avanzar. No obstante, una voz grave lo detuvo.

¿Cuándo tiempo necesito para Kent me deje de perseguir?

—Gracias. —El rubio mimado alza su mano como agradecimiento.

Puedo notar en el espejo del retrovisor como aquella actitud molesta al chofer. Así que cruzo mis dedos para que lo bajen.

—Tiene que pagar —añade el chofer al ver la confusión del niño rico.

¿Es que nunca ha subido a un transporte público?

—¿Qué? ¿No es gratis?

Las cejas pobladas del conductor están rectas y la frente está arrugada.

—No, tienes que pagar —repite el señor, soltando un suspiro de cansancio.

—¿Cuánto es?

—Cincuenta.

Kent asiente con la cabeza, buscando en sus bolsillos.

—¿Tiene terminal?

El rubio saca su tarjeta de crédito y lo pasa por el aparato de cobro.

—Mira niño, esa no es la tarjeta. Pagas con efectivo o una tarjeta especifica. Si no tienes...

—Pues hubiera empezado por ahí...

Saca de su bolsillo un billete de cien dólares.

—No tengo feria...

—¿Acaso no eran cincuenta? Cóbrese ahí, y lo otro lo puede guardar para Talitha. —Señala en mi dirección, yo solo cubro mi rostro con las manos.

—Son centavos.

—¡Qué económico! Pero, no tengo, igual conserve el cambio.

El semblante del chofer cambio por completo, hasta creo que está sonriendo y las comisuras de sus labios están relajadas. Kent aprieta el hombro del conductor y camina en mi dirección.

—El transporte público es interesante —afirma, tomando asiento a un lado mío.

Extiende su brazo sobre el respaldo del asiento y se acerca hacia mi persona.

—Estás invadiendo mi espacio personal —refuto, agarrando su mano para empujarlo hacia un lado—. Hubiera sido más fácil que te hubieras ido hacia tu carro.

—Pues hubiera sido más fácil si te hubieras montado tú.

Escucho como una señora grande carraspea su garganta mirando hacia nosotros. No puedo creer que haya malpensado esa oración, pero no le doy más importancia, porque nada que ver. Pero, es ahí cuando me doy cuenta de la sagacidad del rubio.

—Van dos, eh —advierto con impotencia—. Atrévete a hacerlo una vez más para lanzarte de la ventana.

—¿Qué hice? —pregunta, fingiendo inocencia y alzando sus hombros.

—Asustarme, ¡pensé que me iban a asaltar! —clamo con fuerza, pero intentando no gritar.

Levanto la mochila que se encuentra en mis piernas para darle un golpe para desquitarme. Siento como un peso de mis hombros cae.

—Perdón, osita. La verdad no fue mi intención hacerlo, yo te vi y quise ayudarte.

Me sorprende la sinceridad del chico, noto un ligero brillo sobre sus ojos. Pero, debe de ser un excelente actor, aunque sigo sin entender cómo puedo quitarme al chico de encima.

Kent toma mi celular para reproducir la música y coloca en mi oído un auricular. Yo creo que lo hizo para desviar el tema de conversación, debido a que el resto del camino está muy atento a cada una de mis palabras, cuestionando cada una de mis acciones.

Este sujeto a veces me da miedo, la verdad.

Cuando estamos cerca del local, me levanto. El chico imita cada una de mis acciones y bajamos del camión. Cuando arrojo mi mochila para colgármela, él la sujeta e intenta quitármela.

—¿Qué haces?

—Pues llevar tu mochila ¿Acaso no es obvio?

Sacudo la cabeza como respuesta, a modo de negación.

—Pues pregunta, no lo hagas por hacerlo —musito en voz baja, curvando mis labios hacia abajo y exagerando cada una de mis expresiones. Mis ojos se achican y vuelvo a tomar mi mochila.

—¿Puedo cargar tu mochila?

Detengo mi andar para barrerlo con la mirada, su vestimenta siempre consta de unos jeans con un cinturón y una camisa de botones en su mayoría del tiempo. Tiene un estilo agradable para la vista, pero si da la sensación de que es una persona caprichosa.

—No.

—¿Cómo qué no? —rezonga con frustración, cruzando los brazos sobre su pecho.

—No, y deberías aceptar un no.

Va a replicar, porque lo abrir un poco sus labios. Sin embargo, un chillido ahogado atrae mi atención, por lo sello sus labios con mi dedo índice. Me agacho, sacando mis dotes caninos para buscar el oído. Parece que Kent está en misma sintonía que yo, por lo que él endereza su espalda. Supongo yo para tener una mejor visión. Así que empiezo a caminar con cautela, dando pequeños pasos hasta que llegamos a una caja de cartón. La abro con cuidado para encontrar tres cachorritos de gatos que inmediatamente me sacan los dientes como defensa. Veo que pueden tener como dos meses, pero me preocupa la madre ¿Seguiría cuidándolos? Aunque, parecían empaquetados, por lo que siento que alguien los abandonó.

Me quito la mochila para ponerla sobre el piso, la abro y busco en su interior un tupper de tapa naranja donde tengo algunas croquetas de gatos mientras me doblo mis rodillas para poner mi peso en las puntas de mis pies. Lo destapo y lo coloco con cuidado en un extremo de la caja. Dejo mi mano a un lado para que ellos olfateen que no soy una amenaza por ellos.

Son unos gatos muy bonitos, uno tiene ojos verdes y es color gris; otro es blanco con ojos amarillos; y el último es blanco con manchas grises y sus ojos también son una curiosa combinación. Ellos no tardaron mucho en brindarme su confianza, ya que empieza a frotarse contra la palma de mi mano, hago ruidos de gato.

—¿Llevas comida para los animales? —pregunta Kent desde atrás, manteniéndose parado.

—Es más fácil ganar su confianza. —Me levanto, cierro la mochila y la cuelgo sobre mis hombros.

La alarma de mi celular suena, avisando que ya faltan cinco minutos para que mi turno en la pizzería inicie. La apago con frustración y tomo la caja entre mis brazos.

—¿Qué vas a hacer con los gatitos? No creo que te den permiso de llevarlos al trabajo y menos porque es comida.

Sí, eso ya lo sé.

Giro sobre mis talones para quedar frente al niñato y acerco la caja hasta que topa sobre su pecho. Él me mira con confusión, pero creo que es entendible.

—Cuídalos, por favor. Ahorita no hay nadie en mi casa que los pueda recibir y el refugio está cerrado a esta hora. Mira que yo mañana puedo ir a tu casa, por favor.

Dejo de sentir el peso sobre mis brazos y es el momento perfecto para que pueda juntar mis manos en forma de oración para implorar.

—O si quieres, saliendo del trabajo...

—No, no te preocupes, osita. Yo puedo cuidarlos —irrumpe, esbozando una sonrisa.

No le digo nada por el apodo que no tiene permitido decir para que no se retracte. Aunque ganas de estrellar mi mano contra su rostro no son escazas.

—Perfecto, entonces saliendo...

—Yo los cuido el tiempo que necesites, no te preocupes —insiste, asomando su cabeza hacia la caja.

—Muy bien, nos ponemos en contacto. Pero, Grissy ama a los animales y más si son cachorritos. Pero, no dejes que se acerque a ellos, porque no están vacunados. —Paso un mechón por detrás de mi oreja.

—¿Apoco Grissy ama los cachorritos? —masculla, relamiendo sus labios.

—Sí, ¿cómo vas a regresar a tu carro? —Cruzo mis brazos sobre mi pecho y acaricio mi pequeña barbilla.

—Voy a pedir un Uber, no voy a regresar en autobús con una caja.

—Bueno, si quieres esperar en la pizzería. Igual te puedo comprar una rebanada de pizza por tu ayuda.

—Encantado.

Señalo con la cabeza que iniciemos a caminar a la pizzería. Kent es quien sigue sosteniendo la caja y cuando llegamos, yo le abro la puerta de cristal. Lo detengo con un pie en el medio y con mis manos trazo en el aire un camino.

Al verme, Louis silva, pero está confundido cuando me ve con una persona. Le digo a Kent que tome asiento en la mesa que está a lado de la ventana para que preste atención por su Uber y corro hacia la caja registradora.

Coloco mis codos sobre el mostrados para recargar mi peso hacia él y quedar más cerca, le pido que prepare una rebanada de pizza para llevar.

—¿Estás en una cita? —Arquea sus cejas traviesamente.

—¿Con él? No, no, no. Él es el cliente de las tres veces por semana.

Jenna que lo único que alcanza a escuchar es lo último, abre sus ojos de par en par y se acerca más a nosotros. Siento una mirada penetrante en mi espalda y prefiero mantener distancia.

—Después te paso el chisme, pero ahorita me va a cuidar a unos gatitos que me encontré. —Hago mi mano en puño, aunque saco el pulgar para ponerlo sobre mi mano e intento señalar la caja—. Le voy a comprar una rebanada de pizza, de igual manera ya entro a mi turno.

Le quito el gorro a Louis y me lo pongo para dar unos brincos e ir hacia el mostrador para ir al cuarto de los empleados y cambiar mi camisa. Paso por mi cabello mis dedos para peinarme y salgo con la gorra de mi compañero. Le pongo la mía, y evidentemente le queda pequeño.

—Ay, Taly. De igual manera ya tienes trabajo que hacer y aquí está tu pizza —bromea Louis, dándome una caja de cartón en forma triangular.

Agradezco al sonreír sin mostrar los dientes para tomarla en la mano y vuelvo hacia la mesa de Kent.

—Aquí está tu pizza ¿O quieres más?

—No, así está bien ¿Te puedes sentar mientras espero...?

—Me encantaría hacerlo —miento, muerdo sutilmente mi labio inferior—. Lo que pasa es que ya tengo trabajo que hacer, tal vez en otra ocasión.

—Está bien, pero ten cuidado —advierte severo, arrugando el entrecejo con irritación.

—Pero si he manejado esa motocicleta como hace un año y medio, no hay nada de qué preocuparse —aseguro, forzando a sonreír.

Sacudo mi mano como despedida y estoy dispuesta a ir a mi área de trabajo cuando escucho:

—No me refería a eso —musita para él mismo, por lo que decido omitirlo.      

n/o *

Holiiiiii, aquí estoy reportandome con un nuevo cap, espero que les guste. no se porque, pero la neta disfruto mucho más escribir a Kent que a Talitha (pero no le digan a la otra que se enoja) es que ni idea, pero no puedo no reírme, esta bien tonto la neta, ni malvado es aunque él crea lo otro.

bueno, tambie quiero dar las bienvenida a las nuevas personitas, muchas gracias y espero que lo estén disfrutando la verdad, igual disculpen mis errores y todo lo demás.

¿Y si nos presentamos? Soy Esperanza, pero pueden llamarme Hope deeeee

En fin, este capítulo esta dedicado a NJass99 gracias por cada una de tus palabras, la verdad si me hace mucha ilusion qUe te guste y me lo hagas saber, dejame decirte que también he reído mucho. Espero que te haya gustado y bonito día n.n.n 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top