cuarenta; Kent
Sábado
Acomodo mi cabello con un poco de gel en mis manos mientras veo mi reflejo en el espejo que está en mi habitación. Newt esta sobre mi cama con los dos gatitos, meneando un ratón de estambre que tiene una sonaja para hacer ruido.
—¿Sabías que Victoria ya tiene novio?
En el interior me alegra oír eso, que le dé el cariño y el amor que yo no le puedo dar.
—Me parece bien, ella ya está grande y sabe qué hacer con su vida —replico con tranquilidad, cerrando el tema.
Escucho como Newt llena sus pulmones de aire que con pesadez saca.
—Te quiero decir algo, Kent. Pero, espero que no me lo vayas a tomar mal —comenta después de un incómodo silencio.
El ambiente se torna fastidioso que me molesta al instante. Veo por el reflejo como Newt se arrastra por la cama hasta levantarse. Baja las escaleras con su gato en brazos para detenerse a un lado de mí.
—¿Qué es lo que me tienes que decir?
Nuevamente, suelta otro suspiro dramático. Sus hombros se echan hacia atrás con estrés. Siento es una mala noticia, así que estoy nervioso.
—Bueno... Considero que involucrarte con su familia y sus amigos es inapropiado, ¿por qué meterte dentro de su vida tan profundo si no vas a permanecer ahí por mucho tiempo, hasta que consigas tu objetivo? —Sus labios están apretados y no es capaz de sostenerme la mirada—. Yo creo que Talitha es una buena persona y no se merece. Deja toda esta tontería de la absurda apuesta.
Logro captar un tambaleo en su voz, aunque intenta parecer seguro de sus propias palabras.
— ¿Por qué? ¿Por qué sigues con lo mismo? Ya te lo expliqué. Ella se lo merece, me llamo tacaño —refuto con seguridad, girando de nuevo a mi espejo.
— Creo que todo esto es absurdo, le has dedicado mucho tiempo...
— ... Exacto, yo no voy a desperdiciar mi tiempo —irrumpo, hastiado de su comportamiento—. Debo de cobrar la venganza, ya es muy tarde para hacerme para atrás ¿Sabes lo que he hecho por ella?
Newt truena los huesos de su cuello. Sé que él sabe que ya debe de dejar de decir todo eso, porque nadie me va a hacer cambiar de opinión.
—¿Te gustaría que a tu hermana? —habla hipotéticamente, cruzando los brazos sobre su pecho y acariciando su mentón con una mano.
—No tengo —respondo con sinceridad, encogiéndome de hombros, terminando de abotonar mi camisa color negra.
—Supongamos —aclara, señalándome con un dedo índice.
—No, no tengo, así que no va a pasar. No tengo nada de qué preocuparme —refunfuño, estirando hacia abajo mi camisa.
—Si, yo estoy seguro de ello. El punto no es ese —ansia Newt, negando con la cabeza.
—Que no estoy interesado —corto, para que no siga insistiendo con el mismo tema.
—Bueno, supongo que no te gustaría que alguien jugase con los sentimientos de tu hermana, si eso es lo que supongo —responde, como si yo hubiese aceptado tener una hermana imaginaria— ¿Por qué ella sí? Ves que cuida de animales, ancianos. Ella se le complico mucho decidirse por estudiar veterinaria, por ser un poco cara, pero su familia la está apoyando. Ella quería estudiar algo más a su alcance, hablando de dinero ¿Si quiera sabes la razón de su trabajo? —bufa con estrés, rascando detrás de su nuca—. Para mantener a sus mascotas, no para darse lujos, pero ¿cómo vas a saber eso si solo lo tuyo es superficial?
¿Por qué me está hablando de esa manera?
—¿Qué carajo es lo que te está pasando?¿Por qué la defiendes tanto?
—Me parece insensato e inmaduro ver tus planes. Yo creo que te estás enamorando de ella, aunque no quieras verlo, porque toda tu vida has tenido todo lo que has querido, incluyendo a personas. Pero, lo último que ella quiere de ti es tu dinero.
Su última oración me ha dejado sin palabras. Solo está hablando por hablar ¿Yo por qué tendría que enamorarme de ella?
—¿Por qué me iba a enamorar de una mujer que no vale la pena? —ladro con aversión, acercándome a él con peligro— ¿Quién es ella en la sociedad? ¿Qué es lo que me puede ofrecer?
— Eres un clasista de mierda —ríe irónicamente, alzando los brazos—. Yo como tu amigo te recomiendo que abras los ojos y ahorita que todavía tienes una oportunidad de estar con ella la aprovechas. —Newt se agacha a recoger a su gato.
—Vete, que no te quiero ver —murmuro déspota mente sin mirarlo.
— Y si querías un renombre dentro de la sociedad, nunca hubieras terminado con Victoria, pero lo hiciste —remata inexpresivo, saliendo de mi habitación.
Pongo atención a mi reflejo, con las palabras de Newt resonando en mi cabeza ¿Por qué está a favor de ella?
La sangre se está calentando de la pura cólera que traigo atorada en medio de mi garganta. Se supone que hoy es el gran día.
Y Newt viene a amargar todo con sus estúpidos comentarios fuera de lugar.
Tomo la loción que está a un lado y doy unos toques sobre mi cuello y mis muñecas antes de salir de la habitación. Antes de cerrar la puerta, echo una mirada para ver que Grissy está acostado sobre mi cama y en su barriga está el gatito. No sé para qué les compro cama, si al final, les gusta más la mía.
Al bajar las escaleras me encuentro con mi mamá, vestida con un corto vestido ceñido a su cuerpo color negro. Su pelo rubio está atado en un extraño moño que parece un poco despeinado, pero al final no logro entender lo que está pasando en su melena. Ella me sujeta entre sus brazos, se separa un poco de mí para acunar mi rostro.
—¿Te he dicho que eres lo mejor que me ha pasado en la vida? —murmura con amor, sus ojos están cristalinos y suspira con cansancio.
—Sí, mamá. Me lo has dicho muchas, veces. Yo también te amo. —Me inclino hacia ella para darle un beso en la mejilla—. Te voy a presentar a alguien, nada más deja ir por ellos.
—¿Por qué no me quieres decir? Si yo ya conozco a Talitha, aunque creo que si la verdad quieres, deberías de esperar un poco, porque no tienes mucho que has terminado con Victoria...
—Mamá... —advierto con una sonrisa nerviosa—. No te preocupes, todo está en orden con Victoria, pero ya me tengo que ir, porque se me está haciendo tarde— ¿Papá no va a estar?
—No me confirmo nada, pero ya está trabajando. No te preocupes.
Asiento con la cabeza para dirigirme hacia la cochera, escogiendo el mejor auto deportivo color negro. Abro la puerta de la cochera para salir en dirección hacia el asilo de la ciudad.
No tengo noción, pero es que me siento... Extraño. Es como si mi cuerpo supiese que algo va a pasar, y no sé descifrarlo, por lo que termino apretando el volante con fuerza.
Abro la cajuela para tomar dos bolsas, una rosa y la otra azul para dirigirme hacia la puerta. Voy a saludar a la recepcionista, pero ella se encuentra hablando con Talitha, ella parece un poco alterada, así que me acerco a ellas con cautela y carraspeando mi garganta para atraer su atención.
—¿Qué es lo que está mal? —pregunto, detallando cada centímetro de su cuerpo.
Ay, esas arracadas que están oxidadas las sigue usando. Y yo que la otra vez le compré unas bonitas.
Talitha guarda silencio por unos segundos, percatándose de mi presencia. Pero, me ignora por completo.
—Lo único que quiero entender el motivo porque no fui informada. A Jeremy no es fan de estar con extraño y eso lo sabes, pero yo tampoco...
Entonces es cuando entiendo todo el problema.
—Yo fui quien ha tramitado un permiso para sacarlo, Talitha. —Me acerco a ella para sujetarle su codo, y alejándola de la mesa que las divide—. Yo les pedí que no te informasen nada, porque quiero llevarlos a un lugar especial.
—¿Tú crees que yo no tengo planes o qué? ¡No puedes ir por la vida decidiendo en la de otros! —exclama con furia.
Sus mejillas se tornan ligeramente rojas y rueda sus ojos para mantenerlos cerrados. Ella inhala profundo y sostiene el aire por unos segundos, recobrando la cordura.
—No nos vamos a tardar mucho, solo vamos a ir a una cena. No nos vamos a tardar ni dos horas, yo opino que con una y media es más que suficiente.
—No me gusta que hagas planes sin mí...
—No te preocupes, osita. Que ya no haré planes sin ti. —Guiño un ojo, coqueto.
—No hagas planes sin mi consentimiento en los que estoy involucrada —termina, disculpándose con la enfermera.
Ella camina por el pasillo de las habitaciones hasta llegar al de Jeremy que tiene la puerta entreabierta. Ella toca la puerta de madera con sus nudillos y una voz ronca nos permite pasar.
—¿Ya supiste quién me quiere sacar?
—Está justo detrás de mí —réplica la castaña, echando su mano para atrás, indicándome.
—¿Por qué el Joker quiere llevarme a comer? —inquiere Jeremy con confusión.
—Para que salga el lugar, vamos a ir con mis padres a mi casa. Ya les he dicho a las muchachas que pongan los platos y preparen una comida exquisita —respondo orgulloso de mi trabajo.
—¿Son hot-dogs?
Talitha da un salto en su lugar, colocando un dedo sobre sus labios. Se supone que él no puede comer ni mucha sal o grasa o pan, y ese platillo es una combinación de todo.
El hombre al darse cuenta de su error, se cubre la boca con ambas manos, pero no puede evitar soltar una risilla de cómplice.
—¿Qué llevas en esa bolsa? —Apunta la mano arrugada a las bolsas que yo llevo.
Le extiendo la rosa hacia mi osita y la otra la coloco en el regazo del hombre adulto.
—Es un cambio, para ir más formales a mi casa —informo, esbozando una sonrisa.
Talitha estira los lazos rosas de lado contrario para ver su interior, Jeremy imita su acción y saca una camisa blanca con rayas horizontales azul y un moño del color de las rayas.
—No, gracias. Yo no voy a usar este vestido —afirma Talitha, devolviéndome la bolsa.
—¿No ves como estoy vestido? —Señalo mi atuendo con mi pantalón negro y un saco largo color beige que llegan a mis tobillos—. Necesitamos combinar.
—No, no lo necesitamos. Tus padres ya me conocen, no es necesario causales una buena impresión —rezonga, haciendo un mohín con sus labios.
—Tienes razón, pero es una cena formal y ese es el código de vestimenta, osita. Además, estuve buscando el vestido perfecto para hoy, por favor, no me rechaces.
Talitha cruza los brazos sobre su pecho, pensando una respuesta. Sus ojos marrones se posan en Jeremy y termina asintiendo de mala gana, sacudiendo sus hombros y dándose la media vuelta. Me imagino para ir a un baño.
Mientras tanto, yo ayudo al señor a cambiarse la camisa blanca que trae. Aunque él la abotona, no le gusta que yo lo haga, debido a que la primera vez que lo intenté, me da manotazos con desesperación para que me detenga y es lo que hago. Solo le ayudo a levantarse de la silla para que pueda fajarse.
Mi chica regresa con un bonito vestido de seda de tirantes con un brillo sutil. Es ceñido y ajustado a la perfección a su pequeña cintura, me imagino que se ha quitado el sostén y no hay nada más cubriendo sus pechos que esa tela delgada. Sus piernas están descubiertas y usa los pequeños tacones negros con una pulsera sobre su tobillo color dorado. No puedo creer que he acertado en su talla sin recorrer con mis manos su cuerpo.
Ella tiene sus manos en el borde del vestido, pegándolo a sus muslos. Se ve un poco incomoda, pero se ve tan bella. Sólo algo que me termina de convencer.
Los aros oxidados de sus oídos arruinan su conjunto ¿Dónde ha dejado la caja de los aretes que le compré hace tiempo, pero me los rechazó?
Me acerco a ella, sujetando la bolsa de papel rosa para ver la cajita. Ella al ver mis intenciones, niega con la cabeza. Ella está decidida a no usar algo que ya le he regalado con cariño. Abro la caja roja de terciopelo.
—No me los voy a poner, Kent. Son muy bonitos, pero no estoy cómoda. —Retrocede un paso, alejándose de mí.
La tomo de la muñeca para que deje de retroceder, con dificultad saco los aretes de la caja.
—Kent —advierte severa, echando la cabeza hacia atrás.
—No te los estoy regalando, te los estoy prestando. Me los devuelves al final de la velada.
Solo es en ese momento cuando ella deja de moverse, quito sus arracadas de fantasía y las sujeto con mi boca mientras coloco la otra mano detrás de su nuca para tener una mayor precisión, para colocarle los aretes. Mi cabeza está demasiado cerca sobre el hueco que hay entre su barbilla y su hombro, aspiro profundo para oler dulce, siento como mi piel se eriza al instante e intento mantener el bajo control al tragar un poco de saliva para humedecer mi garganta y repetir la acción del otro lado.
—Gracias —dice, Talitha, tomando sus pendientes de mi boca para guardarlos en la caja, ella contornea la caja con curiosidad, parece sumergida en sus propios pensamientos—. Están bonitos.
Sé que se muere por conocer la razón que sigo conservando las arracadas que ya me ha rechazo, pero es algo que yo tampoco sé. Es como si estuvieran el nombre escrito en ellos, y que a nadie le luciría como ella.
Jeremy se levanta de la silla nuevamente, caminando en dirección hacia Talitha, sujetándola de sus hombros descubiertos. Puedo ver como sus ojos brillan de orgullo y sus labios se curvan sutilmente.
—Estás tan preciosa, Talitha. Ahora debo de cuidarte más de los depredadores —afirma, mirándome fijamente, por un momento me da la sensación de que tiene dos pistolas en lugar de dos globos oculares.
—Tranquilo. —Alzo las manos como señal de paz.
Los tres nos despedimos de los enfermeros, ellos desean que tengamos una deliciosa cena. Al llegar al carro, noto como los dientes de mi osita castañean, ya que está sutilmente frío. Abro la cajuela pasa sacar un saco largo de color negro femenino que se lo pongo sobre sus hombros cuando está asegurándose de haberle puesto bien el cinturón de seguridad.
El abrigo le queda un poco más grande, pero no es culpa mía que ella sea más bajita que el promedio. Se sube en la parte trasera mientras yo del piloto. Jeremy está charlando sobre su última aventura como Batman, informando que había abierto una puerta a otro universo, donde se había encontrado con otros superhéroes.
El señor aprieta los ojos con fuerza cuando entramos a la zona en la que vivo, donde los caminos tienen algunos árboles que se adaptan al clima frío de Toronto. Hay una larga distancia entre cada una de las casas.
—¿Tiene algún inconveniente? —pregunto con preocupación, deteniendo el coche en un costado— ¿Eso es normal? Nunca lo he visto así —añado, girando el cuello para prestar atención a la mujer de en medio, colocando su mano sobre la de Jeremy.
—Es que a veces tiene recuerdos, pero nunca se concluyen. Eso sí, le provoca un dolor de cabeza. —Toma su bolsa negra y saca un frasco transparente de pastillas y un jugo en un cartón.
Ella perfora el cartón con el popote de plástico, lo tiende hacia Jeremy cuando él se coloca la pastilla sobre la lengua y da un pequeño sorbo.
—¿Cómo te sientes Jer? —pegunta Talitha, con las facciones de su rostro tensas— ¿Todavía quieres ir a comer o quieres regresar a que el doctor te revise?
Yo voy a sugerir que es mejor regresarnos por la salud del hombre. Pero, antes que pudiese abrir mis labios, la chica me pellizco el brazo como advertencia, así que no digo nada, al final ella es quien va a tomar la decisión.
—Estoy bien, Talitha. No te preocupes —responde Jeremy, palmeo su hombro para relajarla—. No pasa nada, estoy listo para comer. Además, me veo demasiado guapo en esta nueva camisa.
—Tienes razón, te ves muy guapo —concuerda ella, regresando a su asiento—. Podemos continuar, Kent.
Con duda, sigo las indicaciones de Talitha. Yo hubiese preferido que ella diga que debíamos de regresar para que sea atendido por un especialista. Al llegar a el portón abre en automático. Jeremy vuelve a apretar los ojos con fuerza, apretando el sillón del conductor.
—Jeremy, si no te sientes bien, menor hay que regresar —anima Talitha, volviendo a sentarse en medio—. Pero, como tú te sientas.
—Estoy bien, tal vez es un poco de hambre que tengo. Lo único que necesito es comer —insiste Jeremy.
Talitha exhala con frustración, pero está de acuerdo en continuar. Conduzco por el pasillo hasta llegar a la mansión, rodeo hacia el costado para presionar un botón y abrir la puerta de la cochera. Esta se desliza hacia arriba, así que adentro el carro, estacionando en su lugar.
—Llegamos.
Talitha se baja al mismo tiempo que yo, y ayuda al abuelo a bajarse. Leda su bastón de madera de la mano contraria en la que se está sujetando a la chica. Los pasos del señor son lentos que llegamos a una parte de la sala, donde está una señora del servicio con una bandeja de plata en manos y unas copas con vino y otras con agua.
Mi osita niega con la cabeza, regalando una sonrisa, siguiendo concentrada en Jeremy, que parecía que con cada paso que da, empeora. Me acerco cuando noto como se está echando para atrás, creo que se va a desmayar.
—¿Está bien? Mejor hay que llevarlo de regreso... —sugiero en voz baja a Talitha.
Ella asiente con la cabeza, estando de acuerdo con mi sugerencia.
En ese preciso momento llega mi mamá y la copa de cristal que sujetaba en las manos se resbalan. Su piel palidece, y su cuerpo se tambalea. Me extraña que se ponga nerviosa al ver a un enfermo.
—Mamá...
Ella parpadea frenéticamente para salir de su trance, se acerca a nosotros, su mano no deja de moverse.
—¿Está bien? ¿Necesitan algo? ¿Una ambulancia? —tartamudea, frotando sus puños sobre sus ojos, su maquillaje se ve corrido.
—¡No, no soy un inútil! Solo necesito un poco de comida —réplica Jeremy, intentando enderezarse.
—Sí, vamos a ir a comer. Tranquilo —calma Talitha en voz armoniosa, guiándolo por la sala hasta llegar al comedor, yo estoy pisando sus talones, por si se vuelve necesario.
Mamá mueve una silla para que Jeremy tome asiento. Mi chica toma asiento a un lado, pidiéndome en voz baja un vaso de agua. Yo hago caso a sus indicaciones y le pido a una de las otras señoras que nos traigan un vaso de agua.
—¿Qué gusta hacer? —pregunta mi mamá con nerviosismo al ver que Jeremy se limpia la comisura de los labios con la manga de la camisa—. Chicos. —Ella muerde sus uñas de acrílico y me da la sensación de que las va a romper.
—Perdón. —Jeremy cubre sus ojos con la palma de su mano por menos de tres segundos—. Disculpe, señora. Mi nombre es Jeremy... —Se presenta todavía con la respiración entrecortada, manteniéndose en la silla—. No sé lo que me ha pasado, tengo mucho que no había pasado esto. No sé lo que me ha pasado.
—Sí, es entendible y no hay nada de qué preocuparse. Yo soy Caroline, la verdad no tenía idea que una persona mayor iba a venir, si no hubiera cubierto todos los panoramas —explica mamá.
Ella está a punto de hablar, pero mis oídos se ensordecen cuando escucho un grito agudo y sin aire. En el marco de la puerta veo como el portafolio cae de las manos de mi papá, cubre su boca con las dos manos, su cuerpo se está estremeciendo cuando se acerca a Jeremy, escéptico. Sus ojos están cristalinos y se arrodilla en frente del invitado.
Jeremy abre sus ojos de par en par con estrés, retrocediendo y sosteniendo la mano de Talitha como si su vida dependiese de ello.
—Talitha —musita a modo de socorro.
—Señor... —Ella se agacha, intentando poner distancia entre ellos.
—¡Es mi padre! —vocifera con ímpetu, sin quitar los ojos sobre Jeremy—. Es mi padre, es mi padre —repite con nerviosismo, y sus lágrimas se escapan, deslizando por sus mejillas, y acerca su rostro al pecho del señor que aparente es mi abuelo y ha estado perdido como por quince años.
¿Qué dice? ¿Qué está pasando? Es que no entiendo ni un carajo.
n/a*
holi, aqui la hope reportandose ¿como ven eso, eh? que ha pasao? que pasa? que opinan? que me expliquen, por favor jajaja loool. A mi siempre se me pasan los errores, así que si lo ven, ahí me dicen y lo arreglan.
los capítulos que vienen están juertes, juerte el asunto. estuve pensando que podría dar pequeños adelantos en fb (pequeño fragmento e imagen) e ig (imagen)con los siguientes capítulos, igual si estan interesados, aquí en el comentario voy a dejar un link para que vayan o que opinan?
besos, hope x.x
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