cincuenta; Kent

Sábado

Newt tiene a Silver sobre su regazo mientras lo está acariciando con la palma de su mano, el gato ronroneando y estirando su cuello, evitando que el pelinegro no deje de tocarlo. Ellos están sentados sobre mi cama, yo estoy en el sillón, viendo de reojo la pantalla de mi celular.

Ayer se cumplieron dos semanas donde no tengo ni la menor idea de donde está mi osita, así que he contratado a un detective ayer para que me dé la respuesta de lo que estoy buscando.

—¡Eso! —exclamo con entusiasmo cuando la pantalla de mi celular, avisando que me ha llegado la notificación que esperaba.

—¿Qué fue? —pregunta con curiosidad Newt, levantando el mentón y que nuestros ojos se toparan.

—Bueno... Me dijiste que cualquier cosa que se tratase de Talitha, no querías saber —respondo, con una media sonrisa burlona y un toque de misterio.

Newt siempre ha sido una persona curiosa, por lo que cuento mentalmente hasta el número tres, a la vez que leo el mensaje con la información que necesito.

¿¡Cómo que mi osita se ha ido a una comunidad pequeña y de pobreza como voluntaria en un proyecto de servicio social!?

¿¡Por qué carajo no me dijo ni una sola palabra!?

Me levanto abruptamente del asiento, mi respiración se vuelve irregular, pasando saliva por mi garganta. Se supone que ella debería de estar ayudándome a buscar un gatito para Jeremy.

Nunca me prometió nada, pero ese no es el punto. Yo sé que ella hubiese colaborado sin objeción alguna cuando mencione a Batman.

—Relájate —sugiere Newt—. Hasta te has puesto un poco rojo. —Él infla las mejillas de aire, intentando ahogar una carcajada.

¿Estoy rojo? Suelto un largo suspiro, haciendo un pequeño círculo con mis hombros, moviendo el cuello de un lado a otro para tronar los huesos del cuello.

—Está a cinco horas de aquí, se fue como voluntaria —respondo hacia mí mismo, aunque lo digo en voz alta.

—Sí, le di algunos regalos para los niños —replica Newt tranquilo, continuando, acariciando detrás de las orejas de Silver.

Parece que no es consciente de lo que ha afirmado.

—¿¡Qué!? ¿Sabías donde ha estado Talitha todo el tiempo? —inquiero con indignación, se supone que debe de estar de mi lado y no cubriendo a mi osita.

Newt abre sus ojos de par en par, desvía sus pupilas azules de las mías hacia la izquierda, veo como pasa saliva por la garganta, relame sus labios.

—Pues no me puedes decir nada, que me parece un poco exagerado el que tomes esa medida de contratar a un detective para que saber de Talitha —comenta con incomodidad—. Además, habíamos acordado que no íbamos a hablar de ella.

—¿Exagerado? ¿Yo estoy exagerando? —inquiero con indignación, inflando mi pecho con aire.

—Sí, no es normal contratar a un detective para saber dónde está alguien, creo que es acosador —refuta, levantándose de la cama con tranquilidad.

—Es que tu no entiendes lo que yo he sentido al no saber de ella, yo extraño su voz, cuando me gira los ojos, cuando resopla, cuando quiere me aleje de ella, extraño pasar mi tiempo con ella, y...

—¿No lo ves? —irrumpe Newt, bajando los tres escalones de la cama hasta llegar al final, dando pasos hasta quedar en frente de mí.

—¿Qué es lo que no veo? —bufo, rascándome detrás de la nuca y torciendo los labios en una mueca.

—Que te gusta Talitha, por favor —insiste con seguridad—. No sé cuál es tu excusa, pero la extrañas, te preocupas por ella; si ha comido o no. Estoy seguro de que tal vez es ella quien es tu primer pensamiento. —Su dedo se impactó con dureza sobre mi hombro—. Escucha tu corazón, ¿por qué esmerarte tanto si lo quieres destruir?

Siento un nudo en mi garganta que me prohíbe hablar, así que golpeo mi pecho con el puño, intentando escupir las palabras, pero es en vano, ya que sigo mudo.

—Al único que vas a lastimar es a ti —asegura, colocando sus dos manos en cada lado de mis hombros—. No sé en qué momento, pero quien cayó fuiste tú.

—Talitha no...

—¡Deja de mentirte! ¿Qué es lo que vas a hacer con la ubicación de Talitha? —Me sacude con desesperación, yo no sé qué es lo que está pasando.

—Buscarla —aseguro, dibujando una sonrisa con superioridad.

Hay ventajas de ser millonario, y está es una de ellas.

—¿Para qué? —brama, mordiendo su delgado labio inferior.

Su mandíbula cuadrada y bien definida está apretada.

—Pues la voy a ver —respondo con obviedad, su pregunta me parece estúpida.

—Sabes que viene en tres días, ¿por qué no esperarla? Digo, ya esperaste dos semanas —razona, acariciando su mentón.

—Pues necesito y quiero verla —resoplo, cruzando los brazos sobre mi pecho, lleno de frustración.

—¿Te estás oyendo? —Señala su oído con desesperación—. Ahí está tu respuesta, por favor, escúchate.

—Me estoy escuchando fuerte y claro —declaro con tranquilidad, seguro de mis propias palabras.

—Lo dudo, amigo. Tal vez sea muy tarde si no abres tus ojos a tiempo.

—¿Estás hablando de...?

Dirijo mi mirada a mi celular, texteando un par de cosas a los empleados de la familia. He enviado a dos empleadas domésticas hacia la juguetería mientras que al cocinero le pedí postres para niños, y, además, he rentado un helicóptero con piloto y me llevese a donde ella.

—Eres un idiota —arguye Newt, sus fosas nasales se agrandaban y cubrió su rostro con ambas manos.

—¿Qué es lo que dices? —Vuelvo a bloquear el celular, guardándolo en mi pantalón.

Estoy ignorando a Newt, ya que voy a mi gran armario, en busca de una pequeña bolsa deportiva. Abro esta y pongo dos pantalones, dos camisas grandes y ropa interior. Lo último que pongo es mi pequeño kit de cuidado de piel.

—Kent, por favor. Escucha, deja a Talitha hacer sus cosas, ella va a regresar. —Newt coloca su mano sobre el marco de la puerta de mi armario.

Yo estoy en el centro, girando sobre mi propio eje para observar todas las repisas de todos lados, asegurándome que no voy a necesitar más.

—No, yo ya dije que yo ya la quiero ver —respondo, mordiendo el interior de mi mejilla.

—¿Y cómo te vas a ir? El lugar está como cinco horas en auto —insiste Newt, con esperanza que desista y eche a la borda mis planes.

—Pues estuve calculando, y preguntando y un helicóptero puede dejarme en cuarenta minutos o algo así, un poco más, un poco menos. —Cierro el cierre de mi mochila, la cuelgo en mi hombro e inclino la cabeza hacia Newt para que me deje pasar.

—Estás muy ansioso por verla, toma las cosas con calma. Yo digo que esperes... —Sube su mano y la baja lentamente—. Quédate aquí.

—No, y ya me tengo que ir, ¿me llevas?

—Kent...

—¿Me llevas sí o no?

Newt resopla con frustración, decide ya no decir ni una palabra y asiente con la cabeza. Vamos hacia la puerta, sacudo mi mano en forma de despedirme de Silver, porque Grissy está en el cuarto de Jeremy, que ahorita debe de estar tomando una breve siesta.

Mi amigo y yo bajamos por las escaleras, yendo hacia la cocina, preguntando si todos los aperitivos están preparados. Una de las chicas parece que está terminando de distribuiros en diferentes cajas de cartón, evitando que queden todos aplastados. Les pido con amabilidad si nos ayudan a ponerlos en la cajuela del auto de Newt.

Por lo que vamos hacia afuera, el pelinegro saca las llaves del bolsillo de su pantalón, presionando el botón para que se abriera la parte trasera. Las señoras lo dejan ahí, pongo la mochila a un lado y agradezco antes de subirme del lado de copiloto.

El pelinegro tiene su semblante serio; los labios rectos y la mirada fija en el camino, revisando de vez en cuando su celular que le indicaba las direcciones que debe de tomar para llegar hacia la agencia donde he rentado mi helicóptero.

Entretanto, lo único que yo puedo hacer es imaginar la reacción de Talitha al verme; sus bonitos ojos marrones se iluminarían con ilusión al verme bajar, con el aire alborotando un poco mi cabello. Inconscientemente toco mi cabello, acomodándolo, pasando mis dedos por el centro de mi cabeza.

Debo de lucir guapo para mi osita.

Ella en cámara lenta correrá hacia mis brazos, y yo la sujetaré con fuerza.

Pierdo la noción del tiempo, así que me estremezco cuando Newt me empuja con la mano, avisándome que ya hemos llegado. En la entrada veo a otras personas que ayudan en la limpieza de mi casa, que se acercan al instante en que me ven bajar las cosas que he organizado.

Le pregunto a la señora de unos cincuenta años sobre los juguetes, me ha dicho que ya están listos dentro, pero por falta de tiempo no los ha podido envolver. Le digo que no se preocupe, que está bien así.

Ellos caminan hacia la entrada, Newt está caminando a la par mía. En el primer plano hay una sala de espera, los sillones son de un verde claro, parecen acolchonadas y solo hay dos en la pared, también es muy pequeño. Un hombre de unos cuarenta y cinco años vestido de traje se acerca con una sonrisa resplandeciente.

—Buenas, soy Justin, su piloto que lo va a llevar allá, ya organizamos el permiso de aterrizaje, entonces cuando usted esté listo, nos vamos —se presenta el hombre, tomando su gorro de piloto y bajándolo un poco.

—Solo terminamos de subir eso, y nos vamos. Entre más pronto esté allá, mejor para mí. —Esbozo una sonrisa, estirando mi cuello hacia la salida de la parte trasera.

Justin asiente con la cabeza, dando pasos hacia afuera, el helicóptero es de un color verde militar y es muy grande. Terminan de subir todo el equipaje. A un lado hay una pequeña escalera de tres, giro un poco la cabeza hacia mi mejor amigo y sacudo la mano como despedida.

Si me detengo y lo abrazo va a hacer que pierda tiempo. Tiempo valioso que podría estar con mi osita. Un segundo puede ser la diferencia para estar más cerca de ella.

El copiloto del helicóptero se presenta, pero no le pongo atención a sus palabras, ni siquiera estoy seguro de cómo se llama. Justin se asegura que tengo bien puesto en cinturón de seguridad que está en forma de equis, jala la puerta de metal y cerrarla. Finalmente, después de sentir toda una eternidad, Justin se coloca detrás del volante para iniciar esta aventura.

Es un helicóptero elegante y pequeño. De personas extra, yo creo que solo cabríamos dos. Por lo que pude apreciar, su cola es larga y delgada. En el momento en que sus aspas empiezan a girar, mi corazón empieza a acelerarse, siento como se está formando un nudo en mi estómago que me corta la respiración al sentir la altitud.

El cielo como es de costumbre, está un poco nublado. Tengo la sensación de extender la mano por la ventana, y sujetar un poco de la nube que está esponjosa.

En las nubes puedo ver la carita de Talitha con una sonrisa en sus labios. El tráfico he dejado de escucharlo cuando pierdo la noción del tiempo. Eso sí, mis manos están sudando como si estuviéramos en una sauna. Jugueteo con mis dedos largos, más con el grueso anillo del dedo del medio.

—Señor, ya estamos cerca de la dirección que nos envió, si puede observar hacia abajo, hay una escuela. —Intento levantarme de golpe, pero gracias al cinturón me detiene. Así que lo único que puedo hacer, es estirar el cuello lo más que puedo.

El lugar está lleno de tierra, y hay escasas zonas verdes, desde que lo puedo percibir desde esta altura. La escuela parece estar mal construida, y lo único que tenía eran los bloques de concreto, debido a que ni siquiera tenía color. Las personas que parecen unas pequeñas hormigas, y se movían hacia otro lado, dándonos el correspondiente espacio seguro para aterrizar.

Mi mente está completamente en blanco, tengo mi lengua en medio de los dientes, apretándola con fuerza, en un vago intento de controlar mis ansias. Sin embargo, cuando estábamos más cerca del suelo, más mis ganas de quebrar la ventana y saltar, crecían.

Estoy nervioso, no lo entiendo. Mis manos tiemblan y siguen sudando, no importa cuantas veces intente secarlas con el pantalón que estoy usando, al segundo vuelven a estar húmedas.

Se forma una especie de medio luna con algunos niños y unos adolescentes, lejos del helicóptero, tratando de evitar accidentes. Giro mi cabeza hacia atrás, debía de llegar con una gran entrada; los obsequios y los bocadillos.

Presto atención a mi oído, como las aspas que giran a una gran velocidad, están disminuyendo, entretanto el otro sujeto viene hacia a mí 

para desabrocharme. Mi respiración está entrecortada, acomodo una vez más mi cabello con ayuda de mis dedos.

¿Dónde hay un espejo cuando lo necesitas?

Escucho un clic, el sujeto está abriendo la puerta para que me baje. Siento una desesperación que toma posesión de mi cuerpo. Tal cual me levanto del asiento, y ayudo al inútil al abrir la puerta. No controlo mi fuerza y la puerta me lleva, me sujeto de está con fuerza, debido a que medio cuerpo está fuera del helicóptero, las puntas de mis pies me ayudan a no caer.

El sujeto coloca su mano sobre mi pecho para estirarme. Al menos no me ha dejado en ridículo. Él tiene una mirada asesina que no me provoca inmutarme, yo ordeno que me haga el favor de bajar todos los presentes que he traído.

Lo que hago es dar un brinco hacia la tierra con las rodillas dobladas, evitando lastimarme. Mis ojos dan una fugaz escaneada en busca de ella, lo único que veo son algunos niños en una delgadez, incluso algunos están usando ropa que le queda gigante. No obstante, no le tomo importancia hasta que mi visión se posan en una mujer un poco robusta con una melena color verde manzana, a su lado está hablando mi osita.

Talitha no lleva ningunas arracadas, su corta melena está atada y parece que está molesta. De todas formas, yo la sigo viendo hermosa.

La tranquilidad hace que llene mis pulmones de aire, soltándolo todo con lentitud. Una sonrisa se ensancha sobre mi rostro, pero estoy congelado en mi sitio, los murmullos inentendibles me bombardean.

Yo no puedo despegar mis ojos de ella, que se está cubriendo la cara con frustración. En cambio, a mí me invade la preocupación y quiero ir hacia ella para ayudarla.

Mis piernas siguen sin responder, es como si estuviesen fijadas con un gran clavo en el suelo.

Mi osita asiente con la cabeza frenéticamente, estirando la piel de su rostro. Su espalda se encorva, y yo no entiendo porque ella no está corriendo hacia mis brazos.

Como lo había imaginado.

¿Es que no ha visto que estoy aquí?

Siento un pinchazo sobre mi pecho cuando veo dos manos grandes sobre los hombres de mi niña. Busco su rostro, no logro distinguir las facciones de su rostro, pero tiene cabello negro.

Las personas que me trajeron hasta aquí están repartiendo los juguetes entre los niños que se han acercado con curiosidad. Pero, me sorprende cuando una niña estira de su pantalón, atrayendo la atención del chico, quien aleja sus socias manos de mi osita. El chico es guiado por la niña con los pilotos.

Finalmente, Talitha gira su bonito rostro en forma de un rombo hacia mí.

Cuando nuestros ojos se conectaron, y por fin entendí que estaba completamente jodido por ella.

No me importaría hacer lo que sea para que ella esté feliz y siempre esté resplandeciente. Ella no busca en mí lo que muchos anhelan; mi dinero y poder. Creo que es la última cosa que ella buscaría de mí.

Las palabras de Newt tomaron sentido dentro de mi cabeza, y supe que todavía tengo tiempo.

Su rostro serio hace que mi piel se erice una especie de cosquilleo recorre mi espalda. Esto no me trae una buena sensación.

No obstante, cuando su mano rodea mi muñeca, mi piel arde con intensidad. Los clavos de mis pies parecía que han desvanecido, debido a que cuando me jala, yo la sigo cual uno de sus perros, alejándonos de todo.

Lo que ella quiere es privacidad. Estar sola conmigo, estrecharme entre sus brazos.

Deseo que nunca deje de tocarme.

Cuando me doy cuenta, estamos en un lugar retirado de todos los demás, puedo notar por el rabillo que las personas están disfrutando lo que he traído, así que sé que he hecho una buena acción.

Talitha me suelta la muñeca con fuerza, cubre sus caderas con las palmas de sus manos en cada costado, mirando hacia el horizonte, liberando todo el aire de su pecho que retiene.

Voy a abrir mis labios para darle un cálido saludo

—No es justo, ¿sabes? —irrumpe ella, girando su mentón un poco cuadrado hacia a mí, me pierdo en sus bonitos ojos, a pesar de las ojeras debajo de ellos.

Estoy confundido, ¿qué es lo que está diciendo?

—No quiero ni voy a pagar el precio de tus experimentos ni tus juegos mientras tú te sientas a reírte de mí —declara, sus cejas están rectas y suelta sus caderas.

Sigo sin entender lo que está hablando, ¿estoy en una pesadilla? ¡Por favor, que alguien me pellizque!

—Me engañaste —continua al notar que sigo sin palabras—. Me quieres engañar, no te hagas el que no me estás entendiendo. —Se encoje de hombros, cruzando sus brazos en frente de su pecho, colocando sus manos sobre sus ojos por unos instantes.

—Talitha, por favor. No sé de qué estás hablando, si te refieres a Victoria...

—¡No, no, no! Victoria no tiene protagonismo aquí. Desde un principio he sabido que quieres enamorarme y romper mi corazón, justo como un juego. No te lo voy a permitir. —Me señala con su dedo índice, dando un paso hacia amenazante.

Me gusta su cercanía, pero no así.

Palidezco al instante, mi corazón deja de bombear sangre a mi cuerpo. Estoy inmóvil, como si lo que acabo de escuchar fuese parte de una broma, de una de muy mal gusto.

—No te hagas el desentendido, ¡por favor! Todo este tiempo he estado intentando que te alejes de mí ¿Tú crees que yo pretendo que mi hermano es mi novio para rechazar citas? —resopla con desprecio, sus ojos están brillosos, pero su respiración está controlada.

—Yo si tengo un corazón que no estoy dispuesta a entregarte. —Sus manos van hacia su pecho, colocándola una sobre la otra, como si lo estuviese protegiendo.

—Ni se te ocurra negar la verdad, Kent Mcneer —decreta frívola, sus palabras eran como dagas apuñalando mi corazón—. Lo sé, salió de tu propia boca un día cuando estabas borracho.

—Yo...

—Eres ese niñato que siempre ha tenido la vida resuelta, que no se mezclaría con personas como yo, a no ser de una obra de caridad ¡Por favor! Yo no juzgo a una persona por su posición o por su apariencia; yo por las acciones. Y no me gustan tus acciones...

—Cometí un error, soy buena persona —interrumpo, colocando mis manos sobre sus hombros, intentando evitar que se aleje.

Podía escuchar su corazón latir, pero se sentía tan lejana.

—Sí, eso es porque estás actuando. No tienes ningún derecho de jugar con alguien—Sacude los hombros hasta que mis manos se alejan de ella— Me cansé de fingir, ya no quiero esperar más para que me dejes en paz. —Parece recobrar la calma, porque su tono está disminuyendo con cada palabra que dice.

—Sí, tal vez inicié con un mal paso, pero quiero dar el siguiente correcto contigo. Ayúdame a hacer eso —imploro con impotencia, intentando volver a tocarla.

Pero, ella retrocede dos pasos. No quiere que la toque y eso me está matando.

—No tienes ni idea de lo que estás hablando. Yo no soy un flotador para salvar a nadie, a la única que me debo es a mí —asegura, negando con la cabeza de un lado a otro y agachando la mirada—. Has tenido una vida que muchos quisiesen, donde tu único problema es saber qué carro vas a usar ese día.

—Son mentiras y tú más que nadie lo sabes —escupo, sintiendo como si me estuviera encogiendo.

—Sí, pero es parte de la vida; debes de conocer la tristeza para disfrutar más tus momentos de felicidad y atesorarlos en tu memoria. —Aprieta su nariz, y su voz se está quebrando, al mismo tiempo que mi corazón.

—Osita...

—¿¡Qué quieres para terminar lo que comenzaste!? ¡Bien, gran señor dueño de todo el mundo! —Da solo un aplauso.

Ella aprieta sus ojos, recobrando la compostura, limpia esa lágrima que sale de su ojo izquierdo que me odio porque soy el causante. Lo único que quiero para ella es que sea feliz y que en su carita nunca se borre esa sonrisa encantadora que es inigualable.

—¡Has ganado! —Volvió a aplaudir— ¡Me has roto el corazón, me he enamorado perdidamente de ti y te amo más que mi propia vida! —Sus palabras están llenas de ironía y sarcasmo.

Ella parece tener los labios sellados, su mirada sobre mí es penetrante, lo que hace sentirme desnudo.

—¿¡Qué esperas!? ¡Dime que no me amas, que yo solo soy una puta y jodida apuesta! ¡Dime que cuando me besabas te daba asco, que cada minuto a mi lado fueron los peores de tu vida! —reta, la veo temblar—. Dilo, para que toda esta farsa llegue hasta aquí.

Doy un paso hacia ella, y antes que retroceda tres, la tomo por los hombros y la jalo hacia a mí. Con una mano pego su rostro a mi pecho y con el otro por su espalda, sosteniendo con fuerza sus brazos a los costados, evitando que se aleje de mí. Su aroma no es el dulce que la caracteriza, pero es lo último que me interesa.

—¿No lo ves? Soy incapaz de decir esto —suplico, mi visión se nubla y me inclino hacia ella para pegar mi mejilla sobre su nuca—. He hecho cosas que jamás pensé hacer y menos por alguien, estoy aquí por ti y solo para ti.

—El dinero no siempre resuelve los problemas, Kent — replica contra mi pecho, ya que no he sacado mi mano—. Eso es algo que debes de aprender.

Tengo miedo de soltarla porque siento que no podré volver atraparla otra vez.

—Por favor, yo si tengo sentimientos...

—¡Deja de fingir, mierda! —irrumpe ella, colocando sus manos sobre mi pecho, empujándose para liberarse de mí—. Yo sé quién soy, tú sigues pretendiendo alguien que no eres —culmina con calma al tomar un gran bocado de aire, retrocediendo más pasos.

Con desesperación, extiendo mi pierna en un intento de acercarme a ella, pero se aleja más.

—No te acerques Kent, estoy cansada y dolida.

Yo no quiero ser el causante de su dolor, carajo, estoy tan arrepentido de siquiera haber pensado en que quería herirla.

—Traer regalos a estos niños no significa nada, es... Por favor, vete por donde viniste y olvídate de mí. Finge que nunca entré en tu vida...

Ella relame sus labios, ladeando la cabeza, prestando atención al helicóptero que he traído y está justo detrás de mí. Tal vez eso no fue una buena idea.

—Escúchame, por favor... —imploro, con voz temblorosa.

—Fingir es algo que se te da muy bien —concluye, dando finalizada la conversación.

Sin embargo, no me ha permitido explicarle nada. Intento volver a acercarme, pero me esquiva, rodeando en un medio circulo para reunirse con el resto de las personas. Mis rodillas están tan débiles que no puedo sostener mi propio peso, así que caen sobre la tierra.

Ella se ha marchado, dejándome en mil pedazos. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top