≪•◦ ❈◇Capítulo 60◇❈ ◦•≫

Estamos en el Paraíso de las Aguas Rosas, habíamos decidido pasar un fin de semana tranquilo para que nuestros socios y amigos se sientan bien acogidos, -como en casa- son personas agradables y se han ganado nuestro respeto, incluyendo el de Cristian.

Decidimos salir a caminar por los alrededores, puesto que, mañana Dorian y Sinclair, se van a unir en matrimonio y salimos a echar un vistazo de aquello que se podría adelantar hoy para que la lista del día de mañana se hiciera menos extensa.

Admito que nos tomaron por sorpresa, nunca nos imaginamos que querrían casarse en esta ciudad y en medio de un viaje de negocios, sin embargo, es admirable ver lo felices que están por ese hecho.

Si me hubieran dicho hace unos meses atrás que, Marcelo Sandoval, estaría ayudando a una pareja a casarse, pues no lo hubiera creído, al parecer muchas cosas han cambiado últimamente en mi forma de pensar y todo gracias a una sola persona.

Las chicas salieron hace un poco más de una hora a buscar un no sé qué, que el novio no podía ver, estamos esperando a que regresen y, es por ello, que ahora mismo estamos presenciando un espectáculo en la plaza.

Solté un suspiro profundo al recordarla, cada una de sus ocurrencias, su forma de hablar, de reír, de provocarme, de tocarme, me dan mil años de vida.

Mis pensamientos giran alrededor de lo que ha ocurrido el día de hoy con Keily, quisiera darme un puñetazo a mi mismo por la forma en la que reaccioné en la fogata ante sus preguntas. Debo aprender a controlar mis emociones en cuanto a esos temas que aún son tan sensibles para mi. No quiero volver a ver por ningún motivo, la cara que puso esta tarde cuando le respondí de esa manera, se sintió avergonzada y, aunque me diga que no le afecto mucho, si lo hizo.

Lo peor de todo esto fue que, al ver su expresión triste, hizo que todo dentro de mi doliera y es algo que no me había pasado con nadie. No puedo negar que, Keily, se ha convertido en una persona muy especial para mí, es tan importante que ahora mismo no podría medir en qué magnitud lo es, pero es la suficiente para hacerme saber que con lo que siento no hay vuelta atrás y que debo enfrentarlo de una buena vez.

¿Pero cómo lo hago?

No tengo la más mínima idea, pero la quiero a mi lado, la quiero conmigo y no se hasta que punto deseo todo eso.

Vuelvo a la realidad cuando gritos de alegría se escuchan, provenientes de las personas que están a nuestro alrededor, los cuales, disfrutan de un espectáculo que se está desarrollando en la plaza. Observo todo con detenimiento e inmediatamente, giro mi rostro al escuchar la voz de Dorian.

- ¿No crees que ya tardaron mucho las chicas? - observa su reloj, mientras frunce su ceño preocupado -. Lo digo porque ya paso más de una hora.

- Creo que tienes razón, ¿Dónde es que dijo Elena que estarían? -habla Imanol, adoptando la misma cara de preocupación.

Decido caminar hacia ellos, pues ver a Elena alejarse media sospechosa, han alertado mis defensas.

- Conociéndola como la conozco, puedo asegurar que no están allí - manifiesta Cristian, tranquilamente, mientras se acerca a ellos, al parecer sospecha de la situación y, ha decir verdad, yo también.

Suelto un suspiro profundo y decido hablar:

- Propongo que vayamos al lugar que indicó Elena, aunque para ser honesto, creo que no están en donde dijeron, conozco muy bien a la pelirroja y se notaba sospechosa.

Todos dan un asentimiento.

Ahora nos dirigimos a la tienda en donde dijeron que estarían y para sorpresa de todos ellos, menos la mía, ya se encuentra cerrado.

Aprieto mi mandíbula, no me gusta nada todo esto y no soy el único, solo basta con ver las caras de Dorian e Imanol, para ver que se encuentran más preocupado de lo normal como si le temieran a algo más. El único que se encuentra totalmente relajado es Cristian, quien no borra la sonrisa victoriosa de su rostro.

-Se los dije - nos restriega en la cara con suficiencia -y no me hicieron caso, ahora hay que buscarlas porque este lugar de noche no es nada seguro para cuatro mujeres solas.

- No lo puedo creer - manifiesta Dorian con asombro e incredulidad y procede a llamar con autoridad a sus guardaespaldas - ¡Gómez! ¡Parker!

-Si señor - responden ambos al unísono.

- Necesito que por favor revisen en los alrededores, no deben estar muy lejos del lugar y traten de no llamar la atención.

Estos les dan un asentimiento y salen a cumplir con la orden de su jefe.

Mentiría si dijera que esto me sorprende, pues conozco muy bien a Keily y también he aprendido a conocer a Elena, hoy la vi un poco sospechosa, pero no me imaginé que se irían sin avisar.

No es que ellas tengan que pedir permiso, pueden ir donde deseen, pero estamos en un lugar que no están acostumbradas a visitar con frecuencia y algo podría pasarles, la delincuencia esta en su apogeo desde hace un tiempo atrás.

Lo único que me interesa es encontrarlas y que estén bien.

La preocupación de todos es palpable. Sin embargo, Imanol, se encuentra más preocupado de lo normal y eso llama totalmente mi atención, este se acerca a Dorian y lo que dice activa mis alarmas.

- ¿Crees que les pudo pasar algo? - Preguntó, su mirada inquieta es una daga en mis sentidos de hombre sobreprotector de las personas que quiero - ¿Y si mi hermano tuvo algo que ver?

Cristian y yo intercambiamos una mirada, el me dice que no debo preocuparme, pero si algo les pasa no podría perdonarme el descuido.

-No seas pesimista de seguro están caminando por aquí cerca en cualquier tienda - lo calma Dorian -. Vamos a separarnos vayan ustedes por aquel lado nosotros tomaremos el contrario.

- De acuerdo y cualquier novedad nos notificamos - expreso, ahora estoy más preocupado.

La conversación entre Imanol y Dorian, me ha dejado muy inquieto, al parecer creen capaz a alguien de hacerles daño, ahora entiendo un poco más el equipo de seguridad que siempre los acompaña, sé que son personas muy influyentes e importantes de San Francisco y eso sería un motivo válido, pero sus palabras dejan entre dicho que hay algo más.

- Yo iré contigo, Dorian - propone Cristián y este le da una mirada de advertencia -es lo más conveniente, yo soy de aquí y necesitas un guía al igual que Imanol.

- De acuerdo, ven conmigo, pero te advierto nada de bromas - este levanta las manos en señal de paz y se hace un cierre imaginario en la boca - entonces vamos.

Cristian se acerca a mi al tiempo que Dorian a Imanol, hablaban de algo que no logro escuchar.

- Esto es obra de Elena, Marcelo - habla con tranquilidad.

- Lo sé - concuerdo -. Solo espero que no estén en problemas.

- Sabes que por muy alocada que sea esa mujer, no las pondrían en peligro.

- Sé que ella no las pondría en peligro, Cristian, solo que tu sabes como esta el auge de la delincuencia y cuatro mujeres solas por ahí, serian presa fácil para cualquiera - explico - además, escuchaste lo que dijo Imanol.

- Si, en eso tienes razón, pero estoy seguro de que no es nada de lo que están pensando - suelta con una sonrisa -. Me avisas si sabes algo.

Suelto un suspiro profundo.

- Esperemos encontrarlas charlando en cualquier cafetería - digo y Cristian sonríe burlón.

- La encontraremos perfectas en un lugar donde hayan mal proporcionados bichos desnudos.

Lo miro fulminante.

- No las creo capaz, no seas idiota.

Sonríe perverso y lo miro dudoso.

- ¿Qué quieres aportar? - le brillan los ojos y sonrío aún sabiendo que no es el momento indicado para hacerlo.

- Si las chicas están en cualquier otro lugar donde no hayan - aprieto la mandíbula - bichos que quieran morir, entonces te daré lo que quieras.

-Los autos llegan pasado mañana - habla emocionado - me venderás a mi uno de ellos.

Sonrío perverso.

- Trato hecho - en fin, no tengo nada que perder, uno es de él.

Eso quiere decir que dudas que estén en una cafetería, Marceliniii...

Tú, cállate...

Je, Je... No te gusta que te diga la verdad.

No están en un lugar de esos...

Ajá...

Suelto un suspiro lento.

Nos damos un apretón de mano y salimos a en busca de las chicas. No creo que estén en ningún club nocturno, pues son muy inocentes para estarlo, son mujeres tranquilas que no conocen de esos lugares, solo Elena, es más alborotada, pero inofensiva, no creo que estén viendo hombres desnudos.

Ay, Marceliniii...

¿Qué es eso, consciencia?

No, nada. No dudo de esas angelicales mujeres.

Podrían estar en un lugar peligroso y eso me inquieta en gran magnitud.

De solo pensar que Keily, podría estar en peligro me vuelve loco. No quiero que les pase nada a ninguna de esas mujeres, sin embargo, no me perdonaría si la niñita, tiene solo un rasguño por mi descuido. Imágenes de aquella vez que fuimos secuestrados llegan a mi y no podría superar si algo la lastima.

Deja tu paranoica, son mujeres adultas y saben lo que hacen...

Si, confío en ellas, en quien no lo hago es en el entorno y personas malintencionadas que podrían estar al acecho.

No quiero pensar en lo peor, pero es inevitable.

Durante las siguientes horas estuvimos buscando las chicas en las tiendas, en la orilla de la playa y otros lugares de los alrededores, pero parecía que se las hubiesen tragado la tierra. Hemos entrado a todos los locales, cafeterías e incluso a algunos clubes nocturnos, pero no hay señales de ellas.

- Solo nos faltan cuatro lugares por revisar - anunció Imanol, su preocupación es palpable, esta desesperado - solo espero que estén bien porque no me perdonaría que algo les pasara, Marcelo.

- Sé que nada de lo que diga esparcirá tu preocupación, pero son mujeres fuertes y saben defenderse.

Es lo único que me he repetido las últimas horas, esto no me esta gustando nada. He llamado al celular de Keily muchas veces, pero no ha contestado.

-Es extraño que se hayan ido sin avisar, ni creo que se atrevan a preocuparnos de esta manera - dice.

-Quizás no pensaron en preocuparnos, solo deben estar entretenidas por ahí - expresé.

-Bianca y Sinclair, no están acostumbradas a andar por estos lugares, Marcelo, no se si me entiendes - suelta con desesperación -. No conocen a nadie, no están acostumbradas a estar solas.

- Se que estas preocupado por ellas - suelto sin ningún tipo de expresión mirando directamente a sus ojos, en ellos puedo ver su intranquilidad, el miedo - yo también lo hago, pero son cuatro mujeres las que andan solas por ahí y tampoco es que Keily y Elena, conozcan del lugar, si han venido dos veces es mucho.

- Estoy preocupado por las cuatro chicas, quise decir que es nuestra primera vez en este lugar- suelta pasando las manos por su rostro, esta muy nervioso - me disculpo si pareció que solo me interesaba por Bianca y Sinclair, es que tengo mi cabeza en otro planeta.

-No te preocupes por eso, hay que mantener la calma. Elena no pondría en peligro a nadie, es un poco alocada, pero responsable - expreso sinceramente, él sonríe de lado -. Además, las otras chicas son los suficientemente adultas para saber lo que hacen.

-Hablas de Elena como si fuera la responsable de lo que está pasando - dice mirándome.

- No es que lo sea, solo que estoy más que seguro que es su idea, estaba muy sospechosa la última vez que la vi.

- Bianca, Sinclair y Keily, no son unas niñas, si lo que dices es cierto, las cuatro tienen igual responsabilidad.

- Tienes toda la razón, pero las ideas de Elena, no tienen límites, sin embargo, no las pondría en peligro.

Imanol suelta todo el aire que tenia acumulado.

- He perdido mucho, Marcelo - manifiesta y el dolor surca sus ojos - hace tiempo que perdí algo que es imposible de recuperar por culpa de mi hermano, no soportaría perderla a ella también.

Sé que se refiere a Bianca, ahora me siento más preocupado que antes, si Imanol, siente temor de que puedan lastimar a Bianca, eso quiere decir que Keily, Elena y Sinclair, podrían estar en peligro también.

Trago saliva de tan solo pensar que algo les pasara a algunas de las cuatro, pero si Keily...

¡No!

Si la pierdo...

No... No me permitiré malos pensamientos.

-Dime si alguien podría lastimarlas o hacerles daño, Imanol, por favor - pregunté, preocupado.

Suelta un suspiro lento y mira hacia el oscuro cielo.

-Bueno, no creo que ese alguien tenga tanto alcance, es decir, no creo que se atreva a tanto y de llegar hasta aquí. No me hagas caso, estoy tan nervioso que ni se lo que digo.

- ¿Estas seguro? Ustedes no salen ni a la esquina sin un equipo de seguridad bien resguardado, Imanol, no es que este mal, lo entiendo porque son personas influyentes, pero...

-No te preocupes, - me interrumpió más tranquilo - el equipo de seguridad es por precaución, siempre he sido muy meticuloso y me gusta cuidar de los míos, eso es todo.

- Te entiendo, me disculpo, si he sido un poco entrometido en tus cosas, pero en estos momentos creo que cualquier cosa serviría para encontrarlas.

-No te disculpes, pienso igual que tu - hace silencio mirando a la nada y vuelve a hablar - apenas hoy Bianca y yo hablamos de nosotros, de lo que sentimos, decidimos intentarlo y ahora pasa esto.

- Debes calmarte - palmeo su hombro - ellas están bien, Bianca volverá sana y salva al igual que Keily y las demás.

Da un asentimiento.

-Yo también lo creo - expresa soltando un suspiro profundo y me mira - esa mujer es lo más importante que tengo en esta vida y no puede pasarle nada.

La mujer que más me importa en esta vida y cualquier otra que pueda existir, también está desaparecida.

-Nada pasará, ya lo verás.

-Tienes razón, mejor seguimos buscando. Voy a entrar a ese local de ahí - hace una seña en dirección al lugar y doy un asentimiento - tu iras al siguiente.

- Estoy de acuerdo - respondo.

Ambos tomamos rutas distintas, me dirijo al negocio nocturno que es más bien de música típica, se ve muy animado. Cuando estoy a punto de entrar, mi teléfono emite el sonido de que le ha entrado un mensaje.

Es Dorian, dice que las chicas han sido encontradas y, adjunto al texto, manda la ubicación, le envío otro mensaje diciendo que estoy cerca. Es un alivio saber que están bien.

Un segundo... miro con más detenimiento la dirección que me ha enviado.

Aprieto mi mandíbula al darme cuenta el lugar donde se encuentran.

¡Esto es increíble!

Creo que alguien tendrá que pagar una apuesta...

Calladita te ves mas bonita, conciencia.

Salgo por completo de donde me encontraba con mis puños apretados y aprovecho para enviar un mensaje a Imanol, dándole las indicaciones del club.

Ya en el lugar, visualizo a los dos hombres de seguridad de Dorian, uno de ellos se acerca a mi.

- Señor Sandoval, las señoritas están dentro, pero por más que he tratado de buscarlas con la mirada no las hemos encontrado.

-¿Cómo sabes que están aquí dentro si no las has visto? - Pregunté con gesto pétreo.

-El seguridad del local no es muy discreto que digamos, solo le mencioné que soy miembro de un equipo de seguridad estadounidense y al enseñarle una foto de las señoritas Vega, me dijo que las había visto entrar junto a una pelirroja y otra pelinegra. Aún permanecen ahí dentro.

- Todas las chicas que están ahí, se parecen, todas tienen un tipo de disfraz - continúa el otro hombre de seguridad -. Pelucas y esas cosas.

¿Un disfraz?

Eso esta muy sospechoso.

-Quiero entrar.

No pregunté es lo que iba a hacer y el seguridad de la entrada no me lo impide, cuando entré, me quedé muy sorprendido con los diferentes escenarios que tengo en frente. Este lugar se caracteriza por estar oscuro, solo es iluminado por algunas luces de colores, hay diversas mesas que son ocupadas por grupos de chicas que gritan a hombres desnudos, pero peor aún los tocan descaradamente.

¡Maldita sea!

¿Dónde se han venido a meter estas mujeres?

Siento mi mandíbula crujir de tanto que la he apretado, no puedo creer que Keily, se haya atrevido a tanto.

Es una mujer libre, Marceliniii...

No lo es.

Si, lo es...

No.

Haciendo caso omiso a mi conciencia, paseo mi vista por las distintas chicas que hay en el lugar, en su gran mayoría, llevan pelucas de distintos colores y otros accesorios que podrían disimularlas muy bien.

Mi vista se detiene en una mesa en especifico, hay un hombre sobre una mesa bailando desnudo al ritmo de la música que suena en los altavoces del lugar y varias chicas aplaudiendo y vociferando cosas de tan encantadas que están.

¡No sé que es lo que le ven!

No puedo apartar la vista de esa mesa, pues algo me parece muy familiar y es entonces cuando pasa... una chica con una peluca rosa, se acerca al hombre para tocar con su lengua las abdominales del hombre.

¡Qué barbaridad!

Estoy a punto de girar mi rostro cuando algo llama mi atención.

¡Un momento!

Mi ceño se frunce lentamente.

Esa forma de moverse.

Esas piernas espectaculares...

Ese trasero perfecto...

Esa sonrisa inconfundible que derrite el polo norte...

Es...

¡Maldita sea...!

Aprieto mis puños e inconscientemente y con mi mente en blanco, comienzo a caminar rápidamente mirado la escena en donde Keily -porque estoy seguro de que es ella, aunque este disfrazada - esta a punto de tocar un hombre que no soy yo.

Porque, aunque tenga una peluca, sé perfectamente que es ella, la reconocería a kilómetros.

Con deseos de matar al imbécil que esta a punto de tocar, hablo:

- Ni se te ocurra permitir que te toque porque si ella lo hace, te juro que nunca más podrás levantarte de una cama -gruñí contundente hacia el parásito casi muerto que ella tenía intención de tocar.

El grandísimo imbécil, se separa rápidamente de Keily, es lo mejor que puede hacer porque ahora mismo lo único que me apetece es matarlo.

Miro a Keily, trata de mantenerse en pie y me hierve la sangre verla en ese estado.

-Cielo... - Habló evidentemente muy alcoholizada.

Estuvo a punto de - aprieto la mandíbula - de tocar a un hombre que no soy yo.

Maldita sea, es tanto mi enojo que lo doy a demostrar en cuanto hablo, la miro fulminante.

- ¡Cielo nada, Keily! - me mira con esos ojos que me traen perdido mientras trata de recomponerse, pero le es imposible, esta muy borracha y yo muy molesto. - ¿Tienen idea de lo preocupado que estábamos? Y resulta que las niñas están viendo parásitos con poca ropa.

Keily pone mala cara y luego comienza a reír.

Elena y Sinclair, tratan de hablar, pero no las dejo, ahora mismo no puedo escuchar a nadie, estoy tan molesto con esta situación. Entiendo que quisieran divertirse, tomar entre ellas y solas, pero como se le ocurre venir a ver hombres desnudos y no solo eso a tocarlos.

Pues ella deciden que ver, son libres de hacerlo, Marceliniii...

Tú, cállate y desaparece.

Siento mi cabeza crujir del enojo y mi respiración es tan irregular ahora mismo que lo único que deseo es golpear a alguien, bueno, al hombre que la señorita que me mira ahora mismo, iba a tocar con su lengua.

¡Demonios! ¡Con la lengua!

No, no y no... Me voy a volver loco.

¡Por Dios!

- Bombón andan...

Giro mi rostro hacia Elena, la miro con el ceño fruncido.

Levanto mi dedo para que haga silencio, no quiero escucharlas, estoy muy molesto.

- ¡Silencio! Ni se les ocurra decir ni una sola palabra - miré a Keily, Sinclair y Elena, ¿pero qué demonios? frunzo aun más el ceño al darme cuenta -. ¿Por qué solo hay tres de ustedes? ¿Dónde está Bianca?

Esto es un castigo divino...

Por unos segundos, ninguna dicen nada, Sinclair aprieta los labios, Elena mira en otra dirección y Keily no puede ni con ella misma.

Trato de acercarme a ella para sostenerla, no quiero que se vaya a lastimar. La sostengo por uno de sus brazos de manera delicada mientras ella trata de poner resistencia, en eso escucho la voz de Imanol:

- ¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde está Bianca? - su voz es contundente, al ver que nadie respondía vuelve a hablar -. Hice una pregunta.

Una música extraña comienza a sonar y, de la nada, se ve como Bianca, sale a bailar de manera sensual haciendo que este lugar se inunde de silbidos y victoreos.

¿Qué diablos tomaron para que se pusieran de esta manera?

- Sueellltamee, no quiero irrrr conntiiigooo - refunfuña Keily, forsegeando en mis brazos, la sostengo de la cintura y la pego mas a mi para que se calme - Eres un iiidioota, ¿Sabes? - dice arrastrando las palabras y mirando mis labios - un idioootaaa ciego...

Comienza a reírse, zafándose de mi agarre, suelto una maldición porque estuvo a punto de caerse, pero la vuelvo a auxiliar por unos de sus brazos.

- Vámonos. No puedo imaginar lo que has tomado- le dije con calma, pero eso no significa que no este molesto -. No puedes ni estar de pie.

- De aquí no me voy sin que pueda comer un chocolatito de esos - suelta arrastrando las palabras y señalando al maldito moreno, eso me cabrea más que a nada, estuvo a punto de... <aprieto mis dientes> tocar. Mi interior quema del enojo que tengo -. Tiene cuatro o seis tabletas cielo, quiero lamer los chocolatitos.

Aprieto mi mandíbula en señal de frustración, quiero decirle tantas cosas a esta niña, pero no voy a discutir con ella en este estado.

Ella cruza sus brazos alrededor de mi cuello y los míos van automáticamente a su cintura, por más enojado que este con ella no puedo resistirme a su cercanía.

-¿Esstas enojaaado conmiiigo? - susurró para nosotros dos al tiempo que enterraba su rostro en mi pecho.

Suelto un suspiro profundo.

-¿Tú que crees, huh? - mascullé para ella mientras colocaba una de mis manos en su espalda.

- Que si lo estas - dijo arrastrando las palabras y casi me hace reír.

-Eres una chica muy lista - solté rápidamente -. Ahora te llevaré al Chalet, ¿De acuerdo?

Ella niega con la cabeza.

- Quieeero queeedarrrme aqui - soltó como niña pequeña, mi cabreo vuelve a tomar fuerza y es por ello que no pienso lo que digo.

- ¡No vas a comer choc... -me detuve abruptamente al pensar en la tontería que iba a decir - no vas a tocar a un casi muerto, Keily...!

Ella comienza a reírse en mi pecho y frunzo mi ceño aun más, esta mujer sabe como llevarme a mis extremos.

-Yo quiero...

Me separo un poco de ella, la cargo y la estrecho entre mis brazos, he interrumpido lo que sea que iba a decir, estoy muy enojado, las imágenes de Keily por tocar a otro que no sea yo, me saca de balance, me nubla cada uno mis sentidos.

- Oye.... - refunfuña en mis brazos - me gustaaa cuando haces eso - ríe a carcajadas - me gusta todo lo que me haces...

- No digas cosas de las cuales te arrepentirás el día de mañana.

La sostengo bien mientras comienzo a caminar con ella en brazos a la salida.

-Eres un iiidioota, ¿sabes?, no te das cueeentaa de nada...

Suelto un suspiro lento, se lo que quiere decir y su estado de embriaguez, esta haciendo que diga cosas que estando sobria no haría.

-No quiero que digas nada, trata de dormir.

No dice nada y se acomoda en mi cuello, salgo del lugar más cabreado que antes, entro a la camioneta seguidos de Cristian y Elena, pasamos algunas palabras y, en unos minutos, llegamos a los Chalets.

- Puedo quedarme con ella, prometo que la cuidaré - escucho a Elena, detrás de mi.

-Asiii me lliieeevas de nuevo por el moreeenooo, Eliiiee - pidió Keily, aun en mis brazos, eso hace que mi enojo crezca y mis sentidos se alerten -. Ereees la mejoooor... -risa- por llevarnoooos a ver esooos hombresss tan bueníiisimosss.

Maldita sea, en mi vida había tenido tantas ganas de matar a alguien.

Al casi muerto que los secuestró una vez...

Cierto.

-Prometo que eso no pasará, Marcelo - soltó, Elena, a punto de reír.

Sin girar mi rostro y caminando lentamente a mi Chalet, hablo:

-Yo me encargo de ella.

-Pero...

- Estará bien, no te preocupes - intervine nuevamente.

No me voy a arriesgar a que vaya por los malditos ch...

Mierda.

- Lo decía para que pudieras dormir tranquilo.

-Lo haré si ella está aquí conmigo.

Un silbido de Cristian, se escucha.

- No puedo creer que seas tú quien haya dicho eso, Marcelito- expresó burlón detrás de mi.

- Ahora no, Cristian.

Sonríe, pero me hace caso y desvía el tema.

- Bueno, estrellita hermosa, es hora de irnos.

- Solo iré al Chalet por algo de ropa para ella - insiste Elena.

- Yo me las arreglo, no te preocupes - suelto entrando al Chalet -. Buenas noches.

Cierro la puerta y camino a la cama para ponerla ahí.

-Quiero agua, por favor - pide la señorita Andersson.

Voy por el agua y cuando tengo el vaso, la ayudo sentarse para que se lo tome, me coloco en cuclillas delante de ella para que no se me vaya a caer. En verdad tenía mucha sed, porque se lo tomó todo.

- ¿Quieres más? - Pregunté, ella negó con la cabeza.

-Gracias - dijo con la mirada clavada en el piso.

-Necesitas darte un baño, prepararé café muy cargado para que mejores -propuse y ella no dice nada - ¿Puedes levantarte y hacerlo tu sola?

Traga saliva, pero no dice nada. Frunzo mi ceño, es algo extraño que esté tan callada y más con niveles altos de alcohol en ella.

La miro con cautela, aun sigue sentada en la cama.

Observo como trata de quitarse con dificultad, la peluca rosa que tiene. Me acerco a quitarse con delicadeza, dejando al descubierto su cabellera negra que tanto me gusta.

¿Pero porqué esta tan quieta?

-¿Estas bien, Kei? - Pregunté con precaución.

Me da un asentimiento de cabeza.

Unos minutos después, trata de pararse, al estar en cuchillas me pongo de pie para que lo haga sin ningún problema. Sin embargo, al no poder levantarse, la escucho hablar:

-¿Me llevas al baño por favor?

Esto lo dice en un susurro y no sé si es por el alcohol, pero sus mejillas están muy sonrojadas.

-Ven, te llevo - acepto inmediatamente.

La tomo en brazos como si de una princesa se tratara -aunque para mi es mucho más que eso - y me encamino hacia el baño. Unos segundos después, estamos uno delante del otro, ella se encuentra de pie y aferrada a mi para no caerse, no me mira, tiene su frente apoyada en mi pecho, esta tan quieta que asusta.

-Mírame, Keily - muevo su rostro para que me mire, ya me esta preocupado su actitud, quiero saber si se siente bien dentro de su estado de embriaguez, sus preciosos ojos me observan con detenimiento -. Me está preocupando el que no me digas nada, el que estés tan callada.

Ella me da una leve sonrisa.

- Estoy bien -me dice en un susurro - solo que me gustaría quedarme sola en el baño.

Frunzo mi ceño.

-No voy a dejarte sola, puedes caer y hacerte daño.

Ella sonríe y niega.

-Solo me sentaré ahí - señala el lugar cerca del inodoro -. Voy a devolver mi estómago y no quiero que veas eso.

La miré y en verdad no se veía muy bien.

- Ya te dije que no me iré, no voy a dejarte sola - solté con determinación y me sonrío preciosa, pero inmediatamente su ceño se frunce.

Me mira fulminante.

¿Ahora qué hice?

-Vete, por favor - Pide sugerente mientras me empuja levemente.

-No.

-¡Qué te vayas! - gritó exasperada.

-No -solté determinado una vez más.

Ella frunce aun más su ceño.

-Sal, por favor - soltó contundente, pero nunca me suelta, le cuesta mucho hablar, en verdad se siente muy mal- no quiee...

Una arcada se asoma y se tapa la boca y me mira suplicante, quiere que me vaya.

- No lo haré - volví a decir.

No tuvo más remedio que girarse rápidamente y devolver todo su estómago conmigo a sus espaldas, afianzo mi agarre en ella, esta débil. Le ayudo a sostener el pelo que había quedado suelto desde que le retiré la peluca rosa.

La sostengo bien para que no se me vaya a caer.

Una arcada tras otra, debe sentirse muy mal y, para ser honesto, siento algo en mi pecho que no me deja en paz, es algo acompañado con la preocupación y el deseo de no verla así.

Después de unos minutos, ya no hace esfuerzos para devolver su estómago y se deja caer lentamente en el piso mientras le da a la palanca del inodoro, ahora está sentada.

-No quería que vieras eso - suelta de repente, tratando de mantener sus ojos abiertos -, ahora no podré verte a la cara. ¡Qué vergüenza!

Sonreí.

-No digas eso - solté poniéndome en cuclillas para estar más o menos a su altura -Si no me miras, me volveré loco y no quieres lidiar con eso ¿verdad?

Dije todo esto sin darme el tiempo a pensarlo mucho, pero la verdad es que por primera vez en la vida me estoy adentrando a un terreno que juré no pisar y me esta costando mucho aceptarlo, pero no puedo seguir negando lo que ella me hace sentir.

¿Qué te hace sentir?

De todo.

-¿Porqué? - Preguntó ella tratando de ponerse de pie, trago saliva al tiempo que la ayudo.

- ¿Qué porque que? - Devuelvo la pregunta para distraerla.

Ya se encuentra totalmente de pie, pero apoyada en mi con dificultad, con una mano me toma por la mandíbula y me mira con esos ojos vidriosos a causa del alcohol y algo más.

- Tú sabes a lo que me refiero - soltó muy segura, la cosa aquella que tengo en mi pecho esta muy acelerado -. Lo que dijiste, lo que te pasaría si te dejo de mirar.

Trago saliva, no quiero tocar ese tema con ella, no ahora y mucho menos en estas condiciones.

-Debes darte un baño - dije cambiando de tema al tiempo que rozo sus mejillas con mis dedos.

Sonríe de sorna mientras desvía la mirada a otro punto. No dice nada como si supiera que no debe insistir.

- Esta bien, pero debes de ayudarme, no me encuentro en condiciones de estar en pie.

¡Oh, mierda...! No, no y no. Creo que esa no es buena idea.

-Pero estarás desnuda, te veré y...

-¿Y? - Interrumpió ella lo que iba a decir, sus mejillas están coloradas, debe ser por el alcohol - Ya has visto todo mi cuerpo, no es nada nuevo para ti, hasta te sabes mis medidas exactas, ¿Cuál es el problema?

-Pero...

-Esta bien, entiendo. Solo espero no caer y golpearme - suelta con cara de tristeza fingida. Parece una pequeña niña.

Jamás permitiría que se golpeara, no señor, nunca me lo perdonaría.

Solté un suspiro lento, esto será una verdadera tortura, pero nunca me aprovecharía de ella estando en este estado.

-Ven, te ayudo a desvestir.

Me mira y da un asentimiento, un atisbo de sonrisa aparece en sus labios.

Comencé a quitar prenda por prenda de su cuerpo, hasta que por fin quedó completamente desnuda, tragué saliva al ver de reojo parte de su cuerpo, quiero mantener mis ojos en cualquier punto que no sea ella.

La sostengo de manera que no se vaya a caer, rodeando su cuerpo con mis brazos.

-Bien, vas a entrar a la ducha y yo te voy a sostener todo el tiempo.

Ella me da un asentimiento de cabeza.

Eso hace. Entra al baño y deja que el agua caiga sobre su cabellera, nunca la suelto, eso implica que también termine mojado, en un momento siento como se marea y esta apunto de caer, me adentro por completo terminando empapado desde el jersey hasta los zapatos.

-¿Estas bien? - Pregunté preocupado

Me da un asentimiento.

- Lo siento - se disculpó mirando mi ropa mojada.

- Tranquila, no es nada.

Rodee con mis brazos su cuerpo, su espalda toca mi pecho y extira su cabeza hacia atrás, siento como se extremese en mis brazos y esto hace que todo en mi interior reaccione, pero no es el momento de pensar en cosas como esas.

La ayudo a pasar el jabón por todo su cuerpo dejando que el agua haga su trabajo, es después de unos minutos más que la ayudo a salir, cubro su cuerpo con una toalla y la guio para que se siente en un pequeño sillón que hay aquí en el baño, quito mi ropa mojada quedando solo en ropa interior, mi torso esta completamente desnudo.

Su mirada descarada esta puesta en mi y sus ojos inocentes, están tan inquietos.

-¿Estas mejor? - Pregunté y ella miró mis ojos y sonríe.

-Si, lo estoy - soltó pícara - y ahora más con semejante vista.

-Keily... - solté alargando la última sílaba.

- Ya, ya. Estoy bien.

Sonrío de boca cerrada.

Doy un asentimiento mientras entro a la bañera y aprovecho para bañarme también. Después de unos minutos me encuentro listo, la cara de Keily está sonrojada completamente. No disimula nada cuando observa sin ningún reparo mi torso.

Unos minutos más tarde...

Ambos estamos en la habitación, ya me encuentro vestido con una camiseta de color blanco y unos pantalones chándal de color azul oscuro. Ella se colocó una de mis camisetas, al parecer se encuentra mucho mejor después de haber tomado una taza de café bien cargada.

Verla con mi ropa es una tentación abrumadora.

Dios.

Me dirijo hasta donde de encuentra, esta en la cama mientras trata de peinar su cabello que antes estaba envuelto en una toalla, me siento detrás de ella y tomo el cepillo en las manos para ayudarla.

-¿Sabes peinar? - me preguntó asombrada, en un susurro.

- Lo intento, aunque no se me da muy bien, - hablo de manera neutral -. Recuerda que tengo una hermana pequeña.

- Amelia - susurró, sonriente.

- Veo que ya estas mejor.

Da un asentimiento.

Imágenes de ella a punto de tocar a otro hombre llegan a mi mente y eso hace que mi mal humor regrese. Su vista esta puesta en mi a través del espejo y, para evitar cualquier cosa, termino de pasar el cepillo por su cabello de manera delicada, me pongo de pie y voy por un trago.

Siendo sincero, necesito calmarme y una copa ayudará.

-¿Estás molesto conmigo? - Preguntó en un susurro y aprieto mi mandíbula y le sigo dando la espalda.

-No.

-Pues no lo parece - soltó y giro mi rostro hacia ella.

-¿Debería de estar molesto por algo? - Pregunté sarcástico hacia ella - ¿Qué crees, Keily?

Ella me mira fijamente desde la cama, su cuerpo está relajado y su cabello totalmente alborotado, puesto que se a secado, de nada valió que lo peinara, pero aun así, es la mujer más preciosa que haya visto en mi vida, estoy embobado por ella.

Céntrate, Marceliniii. Vista al frente.

- Que si estas molesto, Marcelo, pero no sé porqué lo estás.

Frunzo mi ceño totalmente.

-Tu no lo entiendes, ¿Verdad? - mi tono de voz es bajo, pero mi enojo es evidente - Se fueron sin avisar, Keily, pero no hablaremos de eso ahora, no estas en condiciones.

Ella se pone de pie y gracias a Dios ya puede caminar bien.

-Quiero que hablemos ahora - dice muy segura, ya no arrastra las palabras al hablar - ¿Qué es lo que te tiene tan molesto?

-Te parece poco que cuatro mujeres salieran solas sin por lo menos avisar que lo harían, estuvimos buscándolas por todo el lugar, pensando lo peor, eso no se hace, Keily.

Ella me mira todo el tiempo sin pestañar.

-Solo salimos a despejarnos, no hicimos nada malo, lamento mucho que estuvieran preocupados.

Una risa sarcástica me abandona.

- ¿Eso es todo lo que me dirás? - Pregunté molesto - que lo sientes.

-¿Qué es lo que quieres que te diga, eh? - Preguntó del mismo modo - si salimos sin avisar fue porque necesitábamos el espacio, estar solas ¿No lo crees?

- Estuve muy preocupado, pensé que te había pasado algo, no me lo hubiera perdonado.

Ella se queda quieta y me observa con detenimiento, sus ojos tienen un brillo especial.

- En verdad te lo agradezco, Marcelo - dice con una sonrisa genuina, se podría decir que le ha gustado escuchar esas palabras de mi, pero inmediatamente entrecerró los ojos y soltó lo siguiente -: además, no es para tanto, se dieron cuenta de lo bien que estábamos en ese lugar.

Pero...

¿Es en serio?

Mi molestia se hace mucho más grande.

-Si, claro- suelto alargando las silabas - sobre todo tú, estabas que no te dabas por nadie.

No puedo pensar con claridad.

Camino de aquí para allá como león enjaulado, esta mujer pretende sacarme de mis casillas.

La miro con el ceño fruncido y un atisbo de sonrisa se asoma en sus labios.

-Bueno, ha decir verdad, los chocolatitos del moreno estaban...

Me detengo y la miro fulminante.

-No, no - advierto negando con mi dedo índice hacia ella - no te atrevas a hablarme de ese imbécil casi muerto.

-¿Porqué no? - Se cruza de brazos y sus senos sobresalen haciendo que mi concentración se vaya al caño por unos segundos, es por ello que, llevo mi vista a otro lado -. No te ha hecho nada.

¿Cómo que no?

- Iba a dejar que lo tocaras ¿Te parece poco? - solté de repente y ya no hay marcha atrás -. ¡Estuviste a punto de besar su asqueroso torso, Keily! ¡De pasar tu lengua por allí!

Ella aprieta sus labios.

-No tienes derecho a estar enojado, pues tu y yo no tenemos nada, puedo besar lo que quiera y, si en el remoto de los casos hubiera algo, deberías estar enojado conmigo, yo era quien iba a besarlo.

Un pinchazo en mi pecho me tortura. Tiene razón en decir que no tenemos nada, bueno, eso cree ella porque para mi tenemos un...

Todo.

-Pues no me importa, no puedes ir por ahí besando a cualquier imbécil.

-Si puedo, no hay nada que me lo impida.

La miro directamente a los ojos de manera fulminante, lo que dice es una afirmación, y al parecer, la jovencita se está divirtiendo con todo esto.

Y aun lo dudas, Marceliniii...

No ayudas, conciencia.

Vale.

-Si, estoy muy enojado porque no eres consciente del peligro que impera ahí afuera - expresé molesto, estoy siendo sincero con ella, su cara refleja satisfacción ante mi conducta - Debes de cuidarte más, Keily.

-No sabes cómo agradezco tu preocupación, pero es que los chocolates del moreno - comienza a hablar y, de inmediato, llego hasta ella mirando sus ojos llenos de diversión - están...

-Ni se te ocurra mencionar ese estúpido - interrumpo lo que iba a decir, mi mandíbula duele de tanta presión -. No lo hagas.

Camino hacia ella quien retrocede ante mis intenciones, paseo mi vista por todo su ser, esa camiseta se ve gloriosa en su cuerpo, esto no ayuda a que mi enojo se mantenga.

- Pero ese moreno es increíble... - sigo provocándolo con todas las intenciones del mundo, voy a conseguir lo que quiero - Tú lo viste, no tengo que describirlo.

Marcelo se detiene en su lugar al escucharme, se siente frustrado al querer decir tantas cosas y no se atreve, pero eso no me detendrá.

Da la media vuelta dándome la espalda mientras se toma el trago de un solo tirón.

-No, no lo vi - soltó de pronto
Al retirar el vaso de su boca - a quien vi fue a ti, muy a gusto por cierto.

No me mira y es por ello que decido acercarme a él. Me coloco de frente y nuestras miradas coinciden, la suya es furiosa, su ceño está totalmente fruncido.

-¿Y eso te molesta? - hablé en un susurro acercándome más a él, quien no pierde ni uno de mis movimientos -. Dímelo.

Quiero que me lo digas otra vez, cielo, es lo único que quiero ahora mismo.

-Ya te dije que si - soltó contundente con los dientes apretados mientras me miraba, esto me alegra tanto, esta celoso -. No veo porque te interesa tanto.

Sonrío como angelito.

Me acerco de manera sugerente a él, aproximando más nuestros cuerpos, si él supiera lo mucho que me afecta tenerlo cerca.

-Porque me gusta ver tus reacciones al saber que puedo tocar a cualquiera y viceversa.

Su respiración se detiene de golpe.

-No puedes tocar a cualquiera -dijo rápidamente mirándome mortífero.

-Si puedo, sabes que puedo - llevando mis brazos alrededor de su cuello y comienzo a masajear su cabello que está en dirección a la nuca, siempre me a gustado hacerlo. No me aparta de él, simplemente quisiera diluirme con la mirada y no puede -. Bueno, eso va a depender...

-¡De nada, no depende de nada, no puedes tocar a cualquiera ¿Me entendiste?! - manifestó con determinación al tiempo que mira mis labios por algunos segundos, luego desvía la mirada a otro punto - Solo... solo no lo hagas, Keily.

Sonrío victoriosa al ver y escuchar su reacción.

Esta molesto, pero no me aparta, pero tampoco me rodea con sus brazos como siempre suele hacerlo, tiene estos cruzados en su pecho y yo por encima de ellos tengo su cuello rodeado.

Sigo acariciando sutilmente su cabello, sé que le gusta, cierra sus ojos soltando un suspiro profundo, esta tratando de calmarse.

Al observar que aún tiene los ojos cerrados, me coloco de puntillas y doy un beso en sus labios sorprendiéndolo.

-No seas enojón - solté haciendo un camino de besos desde sus labios, mandíbula...

No se aparta en ningún momento.

-¿Qué haces? - indagó en un susurro sin moverse, ahora beso su cuello, la berrera de brazos cruzados caen definitivamente hacia sus lados.

-Beso tu cuello, cielo - solté entre besos, sin detenerme.

Sonríe.

Menos mal...

-Eso lo sé, señorita - habla al tiempo que me separa un poco de él con sus brazos - ¿Qué buscas con eso, Keily Andersson?

Ambos nos miramos a los ojos, su respiración es irregular al igual que la mía. Muerdo mi labio inferior y él lleva su vista hasta ese lugar.

- Tú sabes lo que quiero, Marcelo Sandoval - dije, seductora.

Me acerco lentamente, llego hasta su camiseta mordiendo mis labios, adentro mis manos para tocarlo.

-Keily, no...

Llevo mis labios a su cuello nuevamente.

Su súplica es acompañada de otra que me dice que no desea que me detenga.

Comienzo a tocar sus abdominales que me vuelven loca mientras el ataque en su cuello no cesa.

-No, Keily... -trata de bajar su camiseta y yo lucho por que no lo haga.

- Si, cielo. Déjame tocarte... - susurré seductora, él niega con la cabeza y sostiene mis manos por las muñecas que, aún intentan subir su camiseta -. Deseo tocarte...

- Estas ebria... - habla tratando de sostener mis manos -. Por favor, kei...

Muerdo el lóbulo de su oreja y trato de besarlo, un gruñido de placer se le escapa. Este hombre quiere y no quiere, pero va a tener que querer.

Esa es mi Keilisita...

-No, no lo estoy - llevo una de mis manos a su entrepierna estrujándolo a mi antojo, un gruñido salga de él, su miembro esta totalmente duro -. Sé lo que hago.

-Maldición... - soltó con voz entrecortada.

Es una lucha constante, trato de besarlo, tocarlo con una mano y subir su camiseta con la otra, él trata de bajarla, quiere resistirse a mi toque.

-Kei, por favor...

- Anda, déjame...

Estrujo su erección descaradamente una vez más.

- Pero... ¡Dios!

-El Wolf que nos atendía en aquel lugar - Hablé de manera sensual en la comisura de sus labios -nos dijo que los efectos del alcohol pasarían en unas horas - se separa un poco de mi para mirarme y continuo -la conciencia no se pierde del todo, pero que lo duro venía de cinco a ocho horas después, es decir, que estoy consciente de lo que hago.

Me escucha atentamente con el ceño un poco fruncido y al parecer no me cree.

-Estas ebria, no quiero que mañana te arrepientas de esto.

-No lo haré, esto es lo que quiero...

Vuelvo a besarlo, esta vez en sus labios que saben a ron, el corresponde inmediatamente atrayéndome por la nuca, sus labios se mueven sobre los míos con firmeza haciendo que mis rodillas flaqueen.

Unos segundos después de besarnos como locos, habla:

- No me hagas esto, Keily, por favor - susurraba sobre mis labios con desesperación -. No juegues así con mi poca voluntad, no quiero perder el control contigo, nena.

Sus manos están inquietas, no sabe que hacer, pero yo si sé lo que quiero.

Lo quiero a él.

- Déjate llevar, cielo - llevo mis labios a su pecho descubierto, puesto que, en algún momento, su camiseta había quedado arriba -. No me prives de esto -toco sus abdominales mientras lo miro con deseo mordiendo mi labio inferior - quiero comer de tus chocolatitos.

De pronto, sostiene mi mano y me mira, esta vez no sé interpretar lo que me dicen sus preciosos ojos azules.

-No vamos a hacer esto, no quiero que mañana...

- Pero... yo...

-Dije que no, así no...

Frunzo mi ceño.

- ¿Sabes qué? - le Interrumpo separándome de él, voy a jugar mi última carta, pues es una jugada peligrosa y sé que esto puede que no funcione- No hagas nada, iré por Elena.

Frunce su ceño totalmente, se siente confuso, por mi parte, retrocedo para disque ir por algo de vestir.

- ¿A dónde crees vas? - Preguntó con su mandíbula apretada.

Esta enojado.

- Quiero ir al club nuevamente, es eso lo que quieres, ¿no?

Doy media vuelta para dirigirme al baño, ya había encontrado la ropa que me había quitado anteriormente.

Cuando estoy a punto de entrar al baño, siento como de un solo movimiento giran mi cuerpo, haciendo que un grito sorpresivo salga de mi garganta.

-¿Qué...?

-¿A dónde crees que vas? - susurró, su aliento golpeando mis labios, me hizo morir.

Trago saliva, ahora mismo mis pensamientos no son muy coherentes, pues lo único que quiero es estar con este hombre y disfrutar cada momento de él.

Muerdo mi labio inferior al ver lo alterado que esta y no puedo evitar sentir satisfacción al verlo celoso. Sus ojos viajan hasta mis labios y remoja los suyos.

-Tú sabes a donde voy... - mi voz sale en un susurro entrecortado, la tensión sexual al máximo esplendor.

Da un paso hacia delante haciendo que yo retroceda. Comienza a negar con la cabeza.

-No vas a ver otro Moreno que no sea yo - determinó de repente a punto de rozar mis labios y sonrío victoriosa mientras llevo mis brazos alrededor de su cuello.

-Pero tu no eres moreno, cielo - solté mirando directamente a sus ojos con un poco de diversión.

-No, no lo soy - expresó mientras roza nuestras narices haciendo que toda mi piel se erice - Pero soy el único que quieres tocando tu cuerpo y entre tus piernas, ¿Huh?

Sonrío victoriosa mientras me acerco más a él.

- No veo fallas a su lógica, señor Sandoval - manifesté seductora mientras muerdo mi labio -. Es usted el único que quiero entre mis piernas...

De inmediato, siento como su cuerpo se enciende y me levanta haciéndome enredar las piernas en sus caderas, me besa con fervor, con posesión, era justo lo que quería, estar con él de esta manera olvidando todo lo demás. Mi cuerpo responde de manera positiva y caliente a cada una de sus caricias, sus labios se mueven de forma posesiva sobre los míos y, con su lengua traza círculos en mi boca volviéndome loca.

Camina lentamente hacia atrás conmigo sobre él, nunca despega sus labios de los míos, lo atraigo mas por la nuca, mientras tanto, el aprieta mis nalgas haciendo que un jadeo placentero salga de mi.

No mentía cuando dije que estaba consciente de lo que hacía, el grado de alcohol había bajado en gran manera de mi sistema y, hace tiempo, me moría de ganas de estar con él. Sabía que mis comentarios anteriores lo provocaría, tenía que jugar esa carta, era todo o nada.

Bajo mis piernas de sus caderas, quedo de pie delante de él, nos miramos a los ojos y estos destilan deseo mezclado con algo más.

-Keily...

Llevo un dedo a sus labios para callarlo, no quiero detenerme ahora.

-No quiero que digas nada - susurré mirando sus ojos -

Aun con mi dedo en sus labios, camino hacia delante, él retrocede, hago que caiga sentado en un asiento que había detrás de él, inmediatamente, subo ahorcadas sobre su regazo atrapando sus labios al instante. Sus manos viajan a mis nalgas y las aprieta a su antojo haciendo que un gemido placentero salga de mi, separa nuestros labios, procediendo a atacar mi cuello con deseo, le doy acceso para que lo haga a su antojo.

- Eres mía...

Lo escucho decir entre jadeos y ni siquiera en una circunstancia como esta, mi corazón lo deja pasar desapercibido porque tiene razón.

Mis sentimientos son suyos... soy suya...

Llevo mis manos al borde de su camiseta, me separo un poco de él, deteniendo su labor en mi cuello y, de un solo movimiento, me deshago de ella. La vista que tengo ahora mismo, me excita en gran manera.

Benditas abdominales...

Paseo mi vista por su divino ser, no puedo dejar de mirarlo con adoración, muerdo mis labios en señal de aceptación a todo lo que ahora veo. Me acerco a su cuello para besarlo, él no se resiste, lo que hace es subir sus tibias manos desde mi trasero hasta mi espalda por debajo de la camiseta que tengo puesta.

Beso todo lo que puedo, su cuello y parte de su pecho con sutileza y ternura, él los acepta encantado, me lo dice su cuerpo y la forma en la muerde sus labios.

Mi humedad va en crecimiento, puesto que, ahora mismo me siento muy excitada, Marcelo, se encuentra igual porque puedo sentir su miembro duro debajo de mi. Comienzo a moverme buscando calmar la sensación abrumadora que ahora mismo experimenta mi centro.

-Siento tu humedad, mi cielo, me vuelves un demente de solo pensar de que puedo ponerte de esa manera...

Soltó entre besos calientes, pues ahora mismo devoramos nuestros labios. Una de sus manos viaja a uno mis senos sobre la camiseta que aun llevo puesta, volviéndome más loca de lo que ya estoy por él.

-¡Aaaaah! - solté entre jadeos.

Sonríe victorioso.

-¿Te gusta como te toco, huh? - su voz es casi irreconocible -. Dímelo, ahora.

- Si, me encanta - acepté, perdida por él.

De un solo movimiento, quita mi caseta liberando mis senos. Sus ojos brillan ante la vista que tiene.

-¡Dios...! - masculló al mirarlos con devoción -. Eres preciosa. Nunca me cansaré de decírtelo. Eres mi preciosa.

Y sin más, lleva una de sus manos a mi seno derecho, la otra permanece en mi trasero, mientras ataca de manera delicada mi cuello, bajando lentamente hasta que su boca atrapa el seno izquierdo haciendo que lleve mi cabeza hacia atrás.

Lo deseo tanto...

Aprovecho para hundir mi mano en su cabello para tirar de el.

- Si sigues moviéndote así, voy a obtener mi liberación antes de tiempo, nena - dijo sin detener su labor con mis senos, mientras tanto, me movía sobre él para calmar el deseo ferviente de tenerlo dentro de mi.

Suelto un jadeo placentero, cada toque que hace me vuelve loca.

-Nadie más que yo puede tocarte... - susurró en mi oído.

Esas palabras hicieron que todas las fibras existentes dentro de mi, se levantaran aumentando mi deseo por él y lo que hago es moverme más sobre su regazo, frotando su erección contra mi sexo. En consecuencia de lo anterior, lleva sus manos a mi cintura detenimiento mis movimientos, pues estoy segura que íbamos a terminar sin ni siquiera haber penetración.

Lo miro fulminante, no quería detenerme, lo necesito.

-No puedo más, Kei... - Soltó mirando mis ojos, el deseo latente en ellos, los míos deben estar igual -. Tus besos, tus caricias, tus movimientos me están volviendo loco -su voz es totalmente deseosa, quiere lo mismo que yo -. Eres la única capaz de hacerlo.

Tragué saliva.

-Yo tampoco puedo más... -expresé con voz entrecortada cortada tratando de moverme -. Te necesito, te quiero dentro de mi ahora.

Me levanto de su regazo para ayudarle a bajar sus pantalones, dejando en libertad su poderosa erección, la cual, me hace tragar grueso. No dudo ni un instante en volver a colocarme sobre él. Esta vez, desde mi posición, tomo su miembro duro en mis manos, lo rodeo y comienzo a moverlo de arriba hacia abajo, un gruñido sale de sus labios.

Su rostro totalmente contraído debido al deseo y la excitación es la imagen más caliente que he visto en mi vida.

No sé en qué momento ni de donde tomó un condón en sus manos, el hecho es que ahora mismo miro como abre el paquete, nunca dejo de mover mi mano alrededor de su pene. Pellizca la punta del condón y tiene la intención de ponérselo, sin embargo, lo tomo en mis manos bajo su atenta mirada y lo coloco. Admito que nunca lo había hecho, pero no es algo difícil.

Nos miramos fijamente a los ojos y, de esta manera, sitúo su miembro en mi entrada, sin despegar nuestras miradas. Comienzo a bajar lentamente y la sensación es tan placentera que cierro mis ojos.

Dios... mis manos se sienten frías, mis dedos entumidos por la sensación abrazadora que me embarga. Mi corazón va a toda velocidad, disfrutando cada una de las caricias que me proporciona Marcelo Sandoval.

Solo él me hace sentir de esta manera.

-Abre tus ojos y mírame. Quiero verte, mi cielo - demandó, envuelto en un extasis de deseo.

Abrí mis ojos y no puedo evitar perderme en sus ojos azules, tan azules como el cielo.

Su agarre en mi cintura se mantiene, mis brazos están alrededor de su cuello, la forma en la que bajo a través de su miembro es lenta y tortuosa a la vez, nunca dejamos de mirarnos en silencio, nuestros ojos vidriosos dicen tanto, hablan por sí solos de aquello que sienten.

Cuando por fin lo tengo dentro de mi por completo, por inercia, muerdo mi labio inferior, esto hace que Marcelo lleve su vista hasta allí y, de pronto, toma posesión de mis labios de manera lenta, me besa con detenimiento y saborea cada rincón de mi boca con ternura.

Lo deseaba tanto...

Comienzo a moverme sobre él, cierra sus ojos al tiempo que suelta gruñidos de placer. No puedo evitar sentirme poderosa al ver cada una de sus expresiones faciales, de escuchar cada palabra que masculla envuelto en el placer que le corroe, el mismo que me embarga por completo.

Mirar sus ojos al tiempo que unimos nuestros cuerpos es algo que no tiene precedentes, es como si nos comunicaramos con tan solo mirarnos, aquí no existe la necesidad de mediar palabras para entendernos y saber lo que sentimos.

De pronto, tengo la necesidad de volver a sentir esa conexión inexplicable que siento al mirarlo, creo que Marcelo, también siente lo mismo, es por esa justificada razón que me atrevo a pedirle lo siguiente:

-Quiero que me mires, Marcelo.

Eso hace, abre las puertas del cielo para mi, envuelta en un deseo desenfrenado que no parece tener fin, nunca dejo de moverme lento, la sensación es tan agradable que no sé si podré aguantar mucho para llegar al clímax.

Aumento mis movimientos y él me ayuda haciendo que estos sean cada vez más profundos que los anteriores.

Subo y bajo, hago círculos...

El sonido de nuestros cuerpos y los gemidos placenteros son los que imperan en este Chalet.

Beso tras beso, nos llevan al borde del abismo. Mis caderas se mueven con rapidez sobre él y, cuando mi interior se contrae a punto de llegar al clímax, hace presión en mi cintura para detener mis movimientos haciendo que el orgasmo también se detenga.

Lo miro fulminante y sonríe victorioso.

Trato de moverme y no me deja.

- Marcelo... - jadeo deseosa.

-¿Huh? - masculló en mi oído al tiempo que roza delicadamente el lóbulo de mi oreja con sus labios, mi piel eriza totalmente.

-Quiero...

- Eres una niñita muy traviesa Keily Andersson y estas castigada.

-No... - digo envuelta en deseo tratando de moverme en círculos - quiero mi orgasmo.

Con sus manos en mi cintura, hace que me mueva haciendo que un gemido salga de mi.

Cuando estoy en mi nube vuelve a detenerme.

- Por favor...

Suplico por lo que tanto quiero.

-Lo tendrás - masculló en mi oído, seductor al tiempo que chupa el lóbulo de mi oído nuevamente, un gemido se me escapa-. Recuerda que me dijiste que cumpliría con gusto tu castigo.

Lo recuerdo perfectamente...

Ahora no pienso con claridad, sin embargo, doy un asentimiento de cabeza a lo que dice mientras trato de moverme, él deja que lo haga, pero a su antojo.

Me encuentro perdida ante lo que siento, el que me hable al oído me hace desearlo aún más.

-¿Qué quieres que haga? - mi voz entrecortada, sé lo que quiero ahora mismo y solo él puede dármelo es por ello que me pongo a su disposición.

-Vas a darme el orgasmo cuando yo te lo pida, no podrás hacerlo antes - susurró en mi oído del mismo modo que antes, su aliento golpeando y arrasando con todo lo que soy.

- No puedo... - musité en un susurro, perdida, mientras trato de moverme en círculos, pero no me deja.

- Si, puedes - vuelve a chupar el lóbulo ahora con un pequeño mordisco, siento como el deseo también emana de él - sino vendrá otro castigo.

Doy un asentimiento de cabeza.

- Lo haré...

-¿Lo harás?

-Si...

-Ahora, mírame - demandó y eso hago, no me había dado cuenta que tenia mis ojos cerrados, los suyos son dos bolas de fuego -. Nunca dejes de mirarme.

Eso hago.

-¿Estas lista?

- Si...

Y es entonces cuando me da riendas sueltas para que me mueva, aumento los movimientos de mis caderas buscando aquello , me ayuda impulsando las suyas para que su miembro entre más en mi.

-Eres perfecta, mi cielo...

Soltó entre jadeos, en esta habitación solo se escuchan los gemidos de ambos, mezclados con el sonido de nuestros cuerpos.

Mi interior se contrae, estoy a punto de llegar cuando lo escucho:

-Aún no, nena...

Con suma dificultad, disminuyo mis movimientos.

No puedo más.

Esto es increíblemente delicioso.

Sus labios están por todas partes, cierro mis ojos cuando ataca mi cuello con vehemencia, hace un camino hacia mis hombros hasta llegar nuevamente a mi boca. Me besa con desenfreno y escucho como suelta una que otras palabras entre jadeos, no hago nada más que aferrarme a sus hombros y espalda.

- Te deseo tanto, mi amor... - soltó entre besos - abre más las piernas.

Mi amor...

Y mi corazón no lo pasó desapercibido.

Me entrego y hago lo que me pide, abro más las piernas y, he de reconocer que esto es totalmente alucinante.

Lo que siento no tiene precedentes, comienzo a moverme mucho más rápido que antes, beso sus labios y no puedo evitar morder los suyos con delicadeza y eso hace que gruña en señal de que le ha gustado, tiro de su cabello y me aferro con fuerza de este, sus movimientos no se detiene ni los míos tampoco, cuerpo con cuerpo, gemido tras gemido.

- Mírame - demandó deteniendo sus movimientos y eso hago -.Vas a darme el orgasmo, te moverás a tu antojo, pero nunca apartes tus ojos de los míos.

Por fin...

Doy un asentimiento.

Y lo miro...

Comienzo a moverme de manera lenta mientras nuestras miradas están conectadas, la suya es abrazadora, mueve cada una de las fibras de mis entrañas.

De un momento a otro, los movimientos son más violentos y siento mi interior contraerse, Marcelo, apoya sus hábiles manos en mis caderas y me ayuda a profundizando más, un par de estocadas más y obtengo un orgasmo sin precedentes como todos los que he tenido con él, segundos después, él también se libera.

Ver como ambos llegamos al clímax sin apartar la mirada uno del otro fue algo especial. No es que me haga ilusiones, pero hoy he visto mucho de Marcelo y sus sentimientos.

Dijo: Mi amor.

Pero muchas cosas se pueden decir cuando se está en niveles altos de excitación.

Tragué saliva.

Aun nos miramos y no soy capaz de apartar mis ojos de él.

Él me sonríe de boca cerrada y un zoológico de animales se levantan en mi estómago al tiempo que me da un beso en los labios para luego dejar nuestras frentes unidas sin mediar una sola palabra.

Mi respiración es errática, la de Marcelo también. Nuestros cuerpos están completamente mojados por el sudor.

- Eres la mujer más preciosa de este mundo, Keily Andersson.

Sus palabras me hacen sonreír, siempre me dice eso. Me aparto para mirarlo, divertida.

- Y tú eres el hombre más guapo de todo el universo, Marcelo Sandoval -solté con una sonrisa, lo miro de manera pícara y continúo-:Además, de ser uno de los hombres con las mejores tabletas de chocolates en sus abdominales.

Levanta una ceja.

-No empieces con tus cosas, niñita traviesa - dijo al tiempo que besa la punta de mi nariz, sonrío ante tal acción -. Si no quieres ser castigada, no continúes.

Sonrío al tiempo que muerdo mi labio antes de responder:

-Si los castigos van a ser parecidos al de hace unos minutos atrás, no me importaría ser sancionada una vez más.

Miles de veces más.

Me mira con sus ojos brillantes, un atisbo de sonrisa aparece en sus labios mientras procede a negar con la cabeza.

-No hay dudas que en verdad eres una niñita endemoniada - manifestó, sonriente -. Me gusta cada parte de ti.

-¿Lo dices en serio? - Pregunté mirando sus ojos, ilusionada.

Me da un asentimiento de cabeza.

-Lo digo muy en serio, Keily, nunca lo diría si no lo siento.

Sonrío al escucharlo y, de pronto, tengo el impulso de besarlo en sus labios, no me reprimo, lo hago e inmediatamente, soy correspondida siendo devorada por sus labios.

-¿Nos bañamos juntos? - Preguntó entre besos calientes mientras apretaba mis nalgas.

Suelto un jadeo al tiempo que sonrío gustosa.

- Solo si me permites castigarte - dije seductora mientras doy un beso en su mandibula, lo miro y tiene una ceja levantada.

Sonrío y beso sus labios con una sonrisa, aún estoy en su regazo abrazada a su cuello.

-¿Y se puede saber qué he hecho para merecer un castigo, señorita Andersson?

Sonrío seductora.

-Simple y llanamente - susurré en su oído de forma provocativa - me haz incitado a querer más de ti y eso merece un castigo fuerte.

-Ah, ¿Sí? - soltó al tiempo que me mira divertido con una sonrisa ladeada, sus ojos dicen tanto - pues quiero que me des mi castigo ahora mismo.

Se levanta conmigo sobre él entre besos y risas para dirigirnos al baño. Me aferro fuerte a su cuello, mis piernas van envueltas en su cintura.

Cuando ya estamos en el baño, bajo del torso quedando de pie frente a frente, nuestros cuerpos quedando muy juntos. Abre la ducha y el agua cae por nuestras cabezas, nos miramos fijamente a los ojos y, el muy idiota, mi idiota, sonríe de boca cerrada bajando cada una de mis defensas.

-Eres la mujer más preciosa que puede existir - gesticuló al tiempo que tomó posesión de mis labios, mi corazón se encuentra totalmente dislocado por todo lo que me hace sentir.

Respondo al beso de la misma forma, lo deseo tanto que no me importa nada más.

La excitación y el deseo vuelven a reinar en este lugar. Comienzo un camino de besos desde su mandibula, bajando lentamente por su cuello, me da libre acceso entre gemidos, le gusta, me lo hace saber en agarre de una de sus manos en mi cintura y la otra la mantiene en la parte de atrás de mi cabeza.

-Me encantas - solté entre jadeos al tiempo que beso su pecho, disfrutando de él - todo de ti, me encanta.

Sigo devorando todo en cuanto puedo de él, en este momento paso mi lengua por sus abdominales, disfruto tocando, besando y lamiendo cada uno de sus cuadrados que han sido mi perdición.

-Eres perfecto... -mascullé, perdida entre la excitación y el deseo.

Gruñe en señal de aceptación. Su respiración es errática y su dura erección me hace tragar saliva, quiero probarlo, nunca lo he hecho, pero siempre hay una primera vez.

-Tú eres perfecta... - soltó.

Desciendo de manera lenta hacia su erección entre besos y lametazos, estoy bajo su atenta mirada que brilla debido a la excitación que sentimos. Sostengo su gran miembro en mis manos y un gruñido sale de sus labios.

Me mira deseoso y a la expectativa de lo que haré.

-Quiero que me enseñes...

Su ojos están más oscuros que antes.

-¿Qué quieres que te enseñé, huh? - Preguntó con voz ronca haciendo que mi interior queme.

La vista que tengo de este hombre es totalmente alucinante, caliente y todo lo que se le pueda agregar. Tiene una de sus manos apoyadas en la pared del frente y la otra está en uno de sus costados, gotas de agua bajan por su cabeza y cuerpo, sus ojos se encuentran entrecerrados por la excitación.

- Quiero tenerlo en mi boca, que me digas como se hace y que le dejes saber si lo disfrutas.

Sus orbes están totalmente oscurecidos, los míos deben estar igual.

-Hoy voy a enseñarte todo lo que quieras...

Y es así como volvemos a entregarnos uno al otro el baño de aquel Chalet donde los gemidos de ambos fueron incesantes. Le hice sexo oral a mi rubio, siendo guiada por él y, por supuesto, recibió el castigo prometido por ser un chico muy malo. Sin embargo, las cosas no quedaron ahí, fuera de ese baño, ocurrieron muchas cosas más entre él y yo. Definitivamente, esto ha sido una locura, una de las mejores que he tenido. Fue horas después que me sentí muy agotada.

Esa bebida era algo extraño, no es posible que los niveles del alcohol bajaran considerablemente tan pronto, ya veremos lo que sucede dentro de unas horas, pues el Wolf dijo que lo peor era la resaca del día siguiente. Tengo una molestia en mi cabeza y mareos, me dispuse a dormir como siempre lo hago, en mi cama favorita sobre el cuerpo del hombre que me trae loca.

Siento un punzón en mi cabeza que hace dar un pequeño quejido, aprieto mi ojos por lo fuerte que es el dolor. Trato de recomponerme y, al abrir lentamente mis ojos, me doy cuenta de que estoy sobre el delicioso cuerpo de Marcelo Sandoval, el cual, se encuentra en su perfecta desnudez al igual que yo.

Obviando mi malestar, contemplo cada una de sus facciones. Mirar su rostro siempre será un deleite para mi, esta muy relajado, su respiración es pausada y sonrío al ver su cabello totalmente desordenado, apuntando en distintas direcciones.

Por inercia, acerco mis labios a los suyos, le doy un casto beso, luego doy otro en sus mejillas, su nariz y, por último, vuelvo a sus labios.

Sonríe de boca cerrada. Se remueve un poco debajo de mi, pero sigue durmiendo.

¡Es tan lindo, mi rubio!

De pronto, siento náuseas y un malestar horrible de estómago, trato de ponerme de pie con cuidado de no despertarlo.

Unos segundos después, estoy en el baño tratando de expulsar todo de mi estómago, pero no pude. Tengo malestar estomacal y una debilidad increíble.

Vuelvo a la habitación y dirijo la mirada al hombre en la cama, mis mejillas se calientan con tan solo ver su torso desnudo.

Tengo un malestar horrible.

Trago saliva y me duele la garganta, la tengo seca. Recojo rápidamente una camiseta de Marcelo y me la coloco, salgo en puntitas de la habitación para ir a la mia.

Unos minutos más tarde, ya en mi Chalet, voy por Elena y, cuando voy por el pasillo que da a la habitación que eligió, miro un jersey que no es mío ni de Elena, lo levanto con las puntas de mis dedos observando con más precisión y me doy cuenta de que es el que tenía Cristian el día de ayer. Miro más ropa de ambos esparcidas por todo el lugar.

Aquí hubo fiesta para dos la noche anterior.

Una arcada, hace que vaya a toda velocidad al baño. Me siento de muerte, me duele el estómago.

Luego de que devolviera mi estómago, me diera un baño y tomara dos litros de agua de un solo trago, tomé una bolsa térmica y la llevé a mi cabeza, me duele bastante. Me dispuse a salir con dificultad de mi Chalet.

A unos metros de distancia, observo a Bianca, esta recostada como media muerta en unos de los sofás que hay aquí.

- Te ves fatal, Bi... - Dije al tiempo que me lanzo sin ningún cuidado en el sofá junto a ella.

-Ni que lo digas, Kei... - soltó entre quejidos - . Nunca me había sentido tan mal en mi vida.

-Yo había tomado, pero la indisposición de hoy es totalmente nueva y diferente a las que he tenido.

- Esos tragos tenían el demonio dentro - soltó de repente y las dos comenzamos a reírnos entre quejidos.

- No tengo pruebas, pero tampoco dudas, esos tragos tenían el demonio y sus hijos dentro.

Nos recomponemos un poco de la risa.

- Creo que es momento de buscar a mi hermana, debemos preparar una boda, ¿Lo recuerdas?

- Si parezco un zombi ebrio y adolorido, no sé como ayudaré, pero lo haré.

Ella vuelve a reír.

- Ya somos dos - dijo entre quejidos al tiempo que se disponía a ponerse de pie - ¿Me acompañas a su Chalet?

- Claro... - solté dramática haciendo un gran esfuerzo por ponerme de pie -. Tenemos la voluntad y la fuerza interna, ahora vamos a ver como nos hacemos para obtener la fuerza física.

-Vaaamoooosss - soltó adolorida...

Caminamos como dos Zombis sin rumbo, hasta llegar al Chalet de Dorian y Sinclair.

-¡No vuelvo a beber! - soltó la morena a mi lado.

Un pinchazo en la cabeza me hace fruncir el ceño.

- Baja la voz, Bianca - me quejé, adolorida.

- ¡Pero si estoy hablando bajito, eres tu la que estas hablando alto! -susurró haciéndome reír al tiempo que sostengo mi bolsa térmica.

-Si, si... como sea.

Bianca resopló con cansancio y no es para menos. Cuando se disponía a tocar el timbre del Chalet, la puerta se abre dejando ver a un Dorian muy relajado.

- ¡Buenos días, señoritas! - soltó sonriente y nosotras lo miramos como quien dice "apiádate de nosotras".

-Buenos días - Respondemos al unísono.

-No quiero imaginar que tanto tomaron anoche para estar así - habla Dorian, me quejé de dolor, me sostengo de mi compañera de tragos para no caerme - ¿Saben que las ayudaría?

Caminamos a unos de los sofás de aquí y ambas caemos de manera estrepitosa en el mismo. Bianca y yo, estamos una al lado de la otra sosteniendo la bolsa térmica en la cabeza.

-No lo sé, pero hago lo que sea para no sentirme así -habla Bianca - tu eres mi cuñado favorito deberías ayudarme.

- ¡Oye! - me quejé - ¿Y a mi quién me ayuda?.

Escucho a Sinclair y Elena, sonreír.

- Quizás si le dices al poseedor de los chocolates que querías lamer anoche, no se opondrá en ayudarte - manifestó, Elena.

Entrecerré los ojos y sentí mis mejillas calentarse por la vergüenza. No puedo mirar a nadie a la cara, es por esto, que pongo en práctica el plan inicial de todo esto.

Finjo demencia.

- No sé de que me hablas, yo no recuerdo nada - dije nerviosa.

- Si eso te hace feliz ¿Quién soy yo para juzgar? - vuelve a hablar Elena, despreocupada y quiero matarla.

¡Santo Cristo!

La cara del podre Dorian es de total desconcierto. En este momento no estoy en condiciones de hablar con claridad, pues mi cabeza está siendo golpeada con un martillo literalmente.

- ¡Bueno, basta ya Elena! -me apresuré a hablar sin saber muy bien lo que decía -. Ya dije que no recuerdo nada de lo que paso, ni tampoco del baile de Bianca, ni del hombre que estuve a punto de lamer en la mesa...

Llevo mis manos a la boca rápidamente cuando me di cuenta que le delaté solita.

- Perdón. ¿El baile de quien? - Preguntó el rubio papucho evidentemente confundido, las cuatro chicas nos miramos con temor a ser asesinadas - ¿Saben que? mejor no digan nada yo me retiro, Pooh ¿Vienes por favor?

Todas soltamos un suspiro de alivio cuando dio la espalda para salir, seguido por Sinclair.

Miro a Elena Fulminante.

-¿Qué? - soltó la pelirroja a punto a reír.

-Eres una bocaza, Elena - me quejé poniendo mala cara - no debiste ponernos en evidencia.

- Es una bocaza al cuadrado - ataca Bianca, aún con su bolsa en la cabeza -. Nos pone en evidencia aún sabiendo que ella fue la de la idea de este lío, pero tu Keily, te desmoronas bajo presión nena no puedes.

-¿Yo? - me quejé nuevamente.

-Si, tú - soltó, Bi, dándole un trancazo con su bolsa térmica, me quejo de dolor fingido-. Dijiste lo de mi baile...

La miré indignada y con mis mejillas coloradas.

-Ya ni se lo que digo, Bianquita, lo siento.

Elena sonríe ampliamente.

-Tú, ¿De qué te ríes? - Preguntó la morena a Elena, mirándola con indignación.

-Creo que no la pasaron tan mal, ¿Verdad? - anunció pícara hacia nosotros subiendo y bajando las cejas.

Mi rostro comienza a calentarse y el de Bianca, no puede estar más rojo. Ninguna decimos nada y Elena continúa.

- Estas caras lo dicen todo - comenzó a reírse - Son tan obvias.

Bianca y yo le pusimos mala cara, la ignoramos totalmente.

Ella siguió hablando al tiempo que se ponía de pie y junto a Sinclair que había entrado a la habitación, nos prepararon unas bebidas revive muertos, así la bautizamos.

Más tarde, ya nos sentíamos mejor y salimos a comprar los vestidos que usaríamos el día de hoy. No puedo creer que Sinclair se vaya a casar así de rápido, pero es agradable ver gente que se ama y rehacer su vida.

Ella nos contó su historia de amor con Dorian , no tienen mucho tiempo de relación y ya ven, hoy van a unir sus vidas. Me siento idiota, al pensar en todo lo que he vivido con Marcelo y hasta tiempo le pedí, no puedo evitar mirar ambas situaciones, lo diferente que es cada persona y su manera de pensar. Ellos me han enseñado de que debo vivir lo que sea que tenga con mi rubio, sin importar lo que dure, tengo que dar el paso fuera de ese muralla de protección.

Ya habíamos elegido los vestidos, están preciosos, son de color azul.

Hoy no había hablado con Marcelo, él me llamó, pero no respondí, mi celular estaba lejos y cuando le fui a responder se cayó. No lo llamé ¿Porqué? No lo sé. Sin embargo, le envío un mensaje.

♡ ¡Hola!
Este es el color del
vestido que usaremos,
hagan lo posible por
combinarlo con lo que
ustedes usarán.

Mi celular emite un sonido y es un mensaje. Mi corazón echa su carrera de siempre.

♧ Hola, ¿Cómo estás?
¿Estás bien?

Esta bien, se lo diré a
los demás, ya que estamos
en eso.

♡ Si, estoy bien.
Gracias.

Cuando creo que no enviará más mensajes, lo hace:

♧Necesitamos
hablar.

Cuando voy a responder que no hay ningún problema, me celular comienza a sonar. Es Juan.

📱Si, Juan.

📲Keily, mi amor. Te necesito aquí con urgencia.

Frunzo mi ceño y eso llama la atención de las chicas.

📱¿Qué pasa? ¿Hay algún problema con la decoración o el bufet?

📲En el bufet esta todo arreglado no hay de que preocuparse, pero en la decoración en el altar en la playa tenemos serios problemas, eres la única que puede ayudarnos.

Suelto un suspiro profundo.

📱Esta bien, en quince minutos estoy ahí.

Nos despedimos y termino la llamada.

Las tres chicas se acercan a mi a la expectativa.

-¿Qué pasa, Kei? - me aborda una preocupada Sinclair - ¿Hay algún problema? ¿No me podré casar?

- Tranquilízate -hablé suavemente, me acerco a ella, la tomo de las manos -. Todo esta bien, solo debo inspeccionar algunos detalles de la decoración.

-¿Pero me voy a casar hoy, verdad? - me da ternura ver su cara, en serio ama ese hombre - Ya te dije que si, boba.

Soltó un suspiro de alivio.

- ¿Para qué llamó Juan, entonces? - Preguntó, Elena, curiosa.

La miro y sonrío levemente.

- Algo no va bien con el altar y me necesitan, no les sale como se los pedí.

-Pues ve tranquila, que yo termino aquí con las chicas al menos que nos necesites.

Niego con la cabeza.

- Iré yo, aprovechen ustedes y hagan lo que falta, no tarden que hay que arreglarse.

-Si nos necesitas puedes llamarnos - dice Bi.

Sonrío divertida.

-Gracias, compañera de tragos.

Todas comienzan a reir.

- En eso si que son el equipo perfecto - soltó Sinclair, divertida.

Seguimos riendo de nuestras ocurrencias y es unos minutos después que decido marcharme para apoyar a Juan en la decoración
En verdad, esta quedando todo muy hermoso.

El problema con el altar esta resuelto, solo se necesitaban unos tubos para que el arco no se cayera con el viento e hice el cambio de algunos jarrones, pues las flores se ven mucho más hermosas con los que puse ahora.

Miro la pista de baile y sonrío al imaginar los novios ahí. Después de media hora, voy al Chalet de Dorian para verificar que todo este bajo control y que tenga todo aquello que la novia necesita para ser preparada. En cuanto verifico que esta todo en orden, me dirijo a unos de los salones para tomar un poco de agua. Mi celular suena y no identifico el número, pero aun así decido tomar la llamada.

📱¿Si? Hola - saludé.

📲 Muñeca - un carraspeo se escucha - Keily.

Solté un suspiro profundo.

📱Diego - dije, tranquilamente.

📲No me vayas a colgar - pide en un susurro - por favor.

📱Estoy ocupada.

📲 Por favor - insiste.

📱Solo dime para que me llamas -pedí sin ser brusca, aunque lo merezca.

📲 Dijiste que hablaríamos, Muñeca, te llamo para cuadrar cuando podemos vernos.

📱Es que no entiendo para que quieres hablar conmigo.

📲Solo hablemos, por favor.

📱Ya te dije que lo haremos, pero no es cuando tu decidas, Diego - mi tono de voz es bajo, pero firme -. Ahora estoy muy ocupada y no puedo seguir hablando contigo.

📲Esta bien, respeto esa parte - dice con calma.

📱Gracias a Dios - solté, sarcástica.

📲 Te amo, Keily.

Esas palabras no me saben a nada.

📱Adiós, Diego.

Suelto un suspiro lento y me siento en una de las silla de este salón. Desde aquí se puede contemplar el mar, en verdad es hermoso y no he podido disfrutarlo a plenitud en este viaje. Es decir, necesito ese espacio a solas con el y mandar todas mis preocupaciones hacia él.

Es increíble como pasa el tiempo y todo lo que trae, mi vida a cambiado tanto desde hace unos meses para acá y todo mi pasado a quedado atrás, trato de no pensar en nada de lo que me ocurrió hace años y creo que a funcionado.

-Te he buscado por todas partes.

Salgo de mis pensamientos al escucharlo.

Trago saliva al tiempo que giro mi rostro para encararlo, mas no mi cuerpo, esta a mis espaldas.

-Aquí estoy - le dije, mirándolo.

Veo como traga saliva disimuladamente. Ambos permanecemos en silencio por algunos minutos.

-¿Estas bien? - Preguntó mientras se acerca un poco.

Doy un asentimiento.

-¿Cómo estás tú? - mantenemos el contacto de nuestras miradas y mis mejillas comienzan a calentarse.

Sonríe de boca cerrada.

- También lo estoy.

Sonrío de igual manera.

Unos segundos después, se sienta frente a mi y mira sus manos, traga saliva mientras eleva sus ojos hacia mi.

- Quiero que hablemos de lo que pasó anoche entre nosotros.

Frunzo mi ceño.

-¿Y qué pasó anoche entre nosotros?

Su rostro se contrae en señal de confusión y decepción.

- Lo que pasó ayer después que te encontrara en aquel lugar y llevarte al Chalet.

Aprieto los labios y mis ojos al mismo tiempo.

-¿Qué hice? - Pregunté al rubio y este lleva ambas manos al rostro y se pone de pie rápidamente.

-¡Demonios! - lo escuché mascullar - ¡No puede ser!

Casi sonrío al verlo así.

- ¿Qué pasa? - Pregunté.

Vuelve su vista hasta mi, la decepción y la vergüenza pintada en el rostro.

- Escucha, Keily, yo... - su rostro está inexpresivo, traga saliva y continúa - lo siento mucho, yo pensé que...

Me pongo de pie y camino hasta él para que quedemos de frente. Tomo su mano entre las mías y lo animo a continuar:

-Dime que es lo que pasa.

-Anoche, tu estabas muy tomada y yo... tú y yo estuvimos juntos. Sabía que no era lo correcto y aún así me dejé llevar.

- Pero...

- Me dejé llevar - vuelve a hablar, nunca lo había visto tan avergonzado - me aproveché de ti mientras estabas tomada, aun sabiendo que no podía tocarte. Lo siento mucho, Keily.

Nos miramos a los ojos, no puedo evitar perderme en ellos una vez más. Me causa ternura verlo así y, decido continuar:

-Con que eso pasó.

- Mierda - suelta mis manos y vuelve a pasar desesperadamente las suyas por su rostro - Yo no soy así, nunca me dejo llevar por mis emociones y tu...

Le sostengo el rostro por la barbilla y me mira expectante...

-Tranquilo - susurré.

-No me pidas que me tranquilice. No debí permitir que esto pasara, yo...

-Debes tranquilizarte.

Cuando estuvo a punto de protestar acerqué mis labios a los suyos dándole un beso. Al principio no respondió, lo atribuyo a que no se esperaba esa acción, luego toma posesión de mis labios besándome con firmeza, con anhelo por algunos segundos.

-No - soltó de pronto, interrumpiendo el beso -. Esto no puede...

Lo vuelvo a besar y él corresponde inmediatamente afianzando su agarre por mi cintura. Sonrío en sus labios al tiempo que llevo mis brazos a su cuello.

- Eres tan correcto que no te atreves a decir que fui yo quien te sedujo a ti - susurré en sus labios sorprendiéndolo e Interrumpiendo nuestro beso, se separa de mi y me mira confundido - tu hiciste lo que te pedí, yo te convencí.

Cada vez que hablaba mis mejillas se ponían más calientes.

- Pero... - intenta decir y lo vuelvo a besar con firmeza, disfrutando de sus deliciosos labios.

Interrumpo el beso pues susurrar muy cerca de su oído.

- Soy culpable por hacerle creer que no recordaba nada, señor Sandoval. ¿No cree usted que eso merece un castigo?

Se separa de mí para observarme mejor y le brindo la sonrisa más pícara que he podido dar en mi vida, sus ojos están preciosos como siempre.

- Eso quiere decir que...

-¿No que me conoce muy bien, señor Sandoval? - Pregunté, seductora. Me mira con un brillo especial.

-Lo hago, pero esta vez estaba muy preocupado de que en verdad te hubiera faltado el respeto.

Sonrío.

- Nunca lo has hecho, cielo. Gracias por eso.

Me sonríe precioso por algunos segundos, pero vuelve a adoptar una postura seria y habla:

-¿Recuerdas todo?

Doy un asentimiento y suelta un suspiro lento en señal de alivio. Rápidamente, me atrae y me rodea con sus brazos, correspondo de inmediato.

-No vuelvas a hacerme eso - dijo en un susurro en mi cuello - me asusté muchísimo.

Sonrío mientras seguimos abrazados.

-Pensé que eras de esas personas que no le teme a esas cosas, que no se asusta por nada - dije y sonríe en mi cuello.

-Eres la única persona capaz de hacerlo - confesó naturalmente haciendo que mi interior vibre de emoción -. Contigo no puedo controlar mis emociones.

Lo abrazo más fuerte, sin decir ni una sola palabra, entiendo perfectamente que necesita tiempo para procesar todo y aceptar sus sentimientos.

-Y estas castigada, Keily Andersson.

Me separo para mirarlo.

-Con gusto acepto mi castigo, mi señor.

Sonríe abiertamente y le correspondo, vuelve a abrazarme de manera protectora y luego, me da uno de esos besos que me hace enloquecer.

-¿Puedo castigarte ahora?-Preguntó y sonrío abiertamente.

-Es posible que puedas hacerlo, cielo.

Me acerco para besarlo con posesión, saboreo cada rincón de su boca y disfruto cada momento con el. Luego de unos mínimos minutos, nos retiramos de esa sala para ir a mi Chalet a verificar que tenga todo lo necesario para la boda.

Bueno, no tengo que contarles lo que pasó en esa habitación ¿verdad?, Marcelo hizo lo mismo que Ricardo Arjona a esa rubia del taxi, me besó hasta la sombra.

En lo que a mi concierne, disfruté una y otra vez de raciones dobles de tabletas de chocolates, aproveché el momento, eso no se ve todos los días.

No fue mucho el tiempo que estuvimos en mi Chalet, pues Elena, casi nos encuentra con las manos en la masa, abrió la puerta de la habitación sin tocar, la suerte que Marcelo estaba vestido.

¡Qué vergüenza!

Marcelo se río de mi por la cara que puse, la sentí muy caliente a punto de estallar. El muy idiota, se unió a Elena para molestarme.

En fin, resolvimos algunas situaciones más antes de la ceremonia y luego nos fuimos a preparar para ser espectadores de tan hermoso evento.

Horas más tarde estábamos en la boda, todo sucedió como si de un sueño se tratara, Sinclair estaba preciosa y el papucho ni se diga.

Todos estábamos muy felices por los novios, es increíble que hayamos empatizado tan pronto con estas personas, en tan poco tiempo nos hemos convertido en cómplices de muchas cosas.

Marcelo Sandoval se mantuvo a mi lado en todo momento, su semblante serio lo acompañó todo el tiempo, pero solo bastaba con que nuestras miradas se cruzaran para sonreír como siempre me gustaba.

La celebración de la ceremonia fue exitosa así como la fiesta que preparamos para ellos. Cristian les dio un sorpresa increíble, invitó al
grupo "Sin Bandera", que por un lapso de tiempo, les cantó varias de sus más renombradas canciones, todo estuvo muy hermoso la recepción, el pastel, lo mejor de todo es que habían pasado un día que no podrían olvidar.

Sinclair se dispuso a lanzar el ramo y fue atrapado por nuestra querida Bianca, quien lo recibió con una sonrisa gigante en el rostro mientras llevaba su mirada hasta Imanol que no dejaba de observarla con tanta ternura.

Ojalá que la vida les permita construir su vida juntos también.

Ahora llegó el turno de los caballeros, el turno de lanzar el ligero y mi corazón quiso salir despavorido del pecho al ver como Marcelo, mi rubio, lo atrapaba. No me pasa desapercibida como miró de reojo la prenda, un atisbo de miedo surco sus ojos, pero eso no le impidió buscar mi mirada y sonreí hacia él, quien inmediatamente, me guiña un ojo haciendo que mi cara enrojeciera, sintiendo como mi interior se emocionaba de solo imaginar un futuro junto a él.

La pareja decidió retirarse a un lugar que Juan, les acondicionó para ellos. Los demás quedamos en la fiesta mientras disfrutábamos de la música entre pláticas y risas.

Después de que todo saliera a pedir de boca, regresamos a Mérida. Imanol y Bianca, decidieron irse en una de las camionetas a casa mientras que nosotros íbamos en otra.

Elena y Cristian, se fueron por su lado.

Voy con mi cabeza recostada en el asiento del vehículo, mis ojos permanecen cerrados, Marcelo y yo, vamos en la parte de atrás, un chofer conduce, no es Thomas. Siento un cansancio terrible, casi no puedo mover mi cuerpo con libertad.

-Ven aquí - escuché a Marcelo, pero no pude abrir mis ojos.

-Estoy muy cansada, no puedo moverme - me quejé como niña pequeña y lo escucho reírse.

-Ven. Te ayudo.

Me hala para que me acueste en su pecho y su rico aroma azota mis fosas nasales, creando una sensación de bienestar y alegría en mi.

-¿Estas más cómoda?

-Si, lo estoy - manifesté mientras me acomodaba -. Siempre que este sobre tu cuerpo, lo estaré.

Siento como su pecho subía y bajaba, estaba sonriendo.

-No digas eso, niña, que estas cansada y no podrás atenerte a las consecuencias por decir cosas como esas.

Sonrío sin moverme.

-No he dicho nada malo, solo que ves las cosas por donde no es - repliqué en su pecho -. Eres un pervertido, Marcelo Sandoval. Además - levanto la cabeza para mirarlo seductora - puedo atenerme a las consecuencias de mis actos sin ningún problema.

Entreabre los labios ante mis palabras y miro sus dos zafiros emanando fuego. No emite una sola palabra, lo único que hace es mirarme con sus ojos brillantes para luego, de un solo movimiento, agarrarme por la nuca y estampar sus labios con los míos.

Me besó de manera deseosa y con mucha firmeza, haciendo que un gemido salga de mi garganta, correspondo inmediatamente sosteniendo una de sus mejillas y moviendo mis labios al compás de los suyos.

Es así como llegando a mi departamento, el cansancio se va al caño. El rubio y yo, procedemos a entregarnos una vez más uno al otro.

-Voy a hacerte mía, Keily Andersson - masculló entre besos al tiempo que ambos nos deshacíamos de los botones de su camisa.

Sonreí en sus labios.

-Creo que esta vez será alrevés, Señor Sandoval - sonríe en mis labios de manera encantadora, mientras loempujo al sofá de mi sala -. Esta noche, yo te haré mío.



♡◇♡

🌟NOTA DE LA AUTORA 🌟

CAPÍTULO NUEVO.

Espero les haya gustado.

Las amo mucho con demasiado, mis niñas preciosas 💖

En otro orden, miren que gente ni más hermosa, ellos son Imanol, Bianca, Dorian y Sinclair, tienen su propia historia, un libro precioso que sólo se encuentra en Wattpad. Vayan y visiten el perfil de Lizzzoloz y diviértanse, lloren, amén cada uno de sus bebés.

Nuevamente, muchas gracias, mi Liz. Que tus bebés estén correteando por aquí me llena de mucha felicidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top