Capítulo 6


Keily

Han pasado dos semanas desde aquel día en que fui a buscar a Diego y lo encontré con Natalia en su departamento, no he podido salir de mi casa, no tengo las fuerzas que se necesitan para salir a la realidad que me embarga.

Esta situación ha sido muy dura para mi, la traición de dos personas muy queridas, me han hecho pedazos, nunca pensé sentir tanto dolor y rabia al mismo tiempo,  no me gusta eso.

Eso destruye a las personas de a poco...

Elena ha hecho lo que puede, no me ha dejado sola ni un solo momento, fue un golpe muy duro para ella todo lo aquello que le conté, lloró conmigo una y otra vez, se sintió estúpida al igual que yo, esas fueron palabras de ella, no mías, se sintió traicionada, no vió venir ese golpe.

Ahora me encuentro en mi habitación, todo esta a oscuras y no tengo deseos de levantarme, a penas empecé a comer nuevamente, aunque sea de poco a poco, no quiero enfermar y traer problemas a las personas que se preocupan por mi.

Escucho la puerta del departamento ser abierta, tiene que ser Elena, es la única que tiene llave, llevo mi cobija por encima de mi cabeza, no quiero ver a nadie por ahora. No quiero pensar en el maldito asunto nuevamente y lo peor de todo es que mañana tengo que regresar a True Style, ya que mi licencia médica que me consiguió Elena de manera ilícita con un amigo del hospital se vence.

Unos suaves golpes se escuchan en la puerta de mi habitación,  pero no respondo, no tengo fuerzas para hablar,  al darse cuenta, quien quiera que sea que toca la puerta, que no tengo intenciones de abrir, pasa sin ningún problema.

Se escuchan pasos a mi alrededor y siento como ruedan las cortinas de mi habitación, cosa que me molesta y me invitan a protestar aún debajo de mis cobijas.

— Vamos, Keily Elizabeth Andersson Presley, levanta tu grandioso trasero de esa maldita cama antes de que tome la decisión de golpearte o simplemente lanzarte por la ventana – mis ojos se cristalizan al escuchar la voz de mi prima Fran Irene — ¿Prefieres opción uno o la opción dos?

Quito mis cobijas al escucharla, ella está de pie, sus ojos avellanas coinciden con los míos. Me da una media sonrisa y mis ojos se cristalizan, no quiero llorar.

— ¿Qué haces aquí, Fran? – pregunto, mi voz sale rasposa y en un susurro — ¿Pasa algo?

Se encuentra de brazos cruzados cerca de la ventana de mi habitación, suelta un suspiro lento y comienza a acercarse a la cama. Cuando ya no existe distancia entre las dos, me abraza y correspondo de inmediato, ambas nos abrazamos muy fuerte, me hace bien tenerla aquí,  es una de las personas que más amo por su calidad humana y forma de ser se ha ganado mi respeto, además siempre me ha apoyado en mis peores momentos y estos es uno de ellos.

Nos separamos lentamente y le miro directamente a los ojos.

— Keily Elizabeth, te ves de la recontramierda – suelta de un momento a otro y por primera vez en dos semanas sonrío. — Eres una mierda humana ahora mismo.

— Gracias, prima de la mierda humana. – ella rie y yo solo le dedico una mueca.

— No voy a preguntar como estas porque ya me lo dijiste todo con tan solo verte.

— Elena debió de llamarte ¿verdad? – indago aun sabiendo que es así.

— Si, ella está muy preocupada por ti y al verte ahora en este estado hasta yo lo estoy, kei.

— Voy a estar bien, Fran, no deben preocuparse. – suelto sin mirarla.

— Eso mismo dijiste hace un poco más de cuatro años y mira donde acabó todo.

— No menciones eso, por favor. – replico hacia ella. — No quiero recordar eso.

— Solo lo menciono para que te des cuenta de cuantas veces saliste de una batalla más fuerte que esta – habla con tenacidad y su voz es tan suave y firme a la vez — no vale la pena seguir llorando en una cama por dos idiotas que no lo merecen.

Ella tiene razón, observo todo lo que he luchado y para nada se compara con esto, sin embargo, es tan difícil hacer como si nada pasó, no puedo evitar el dolor que embarga mi pecho.

— Es que duele tanto, Fran, me han hecho trizas.

— Lo sé,  Kei, pero recuerda lo fiera que eres por dentro, por fuera – sonríe al parecer a recordado algo —  Ivan le daría el patatús si viera a su "fiera" en estas condiciones.

Sonrío porque es cierto.

— ¿Cómo están los demás? – pregunto hacia ella.

Fran Irene es mi prima hermana, es hija de tío Roberto, hermano de mi madre quien vive en Toluca, tiene dos hermanos más Ivan y Esther. Crecimos prácticamente juntos.

— Todos muy bien, no te preocupes.

— Es bueno saberlo.

Nos quedamos en silencio y sé perfectamente que me mira, puedo sentir el peso de su mirada, se que se prepara para decir las palabras correctas que según ella necesito escuchar, antes de que ella comience a hablar, Elena entra con cautela a la habitación y ambas dirigimos la mirada hacia ella.

— Kei, siento mucho si te molestaste – comienza a hablar, esta preocupada — pero estaba asustada, no podía llamar a mamá Sarah, lo dejaste bien claro, sin embargo, ambas sabemos que Fran Irene es...

— Es justo la persona que necesitaba aquí – la interrumpo y le brindo una sonrisa de agradecimiento, se ha preocupado mucho por mi. — No tengo maneras de agradecerte el que nunca me hayas dejado sola, Eli.

— Estoy muy asustada, no quiero que se vuelva a repetir el episodio de la otra noche, kei, por favor. – habla con los ojos cristalizados, la otra noche tuve un bajón de emociones y salí corriendo, gritando y tuve a punto de accidentarme y si no hubiera sido por Elena quizás estuviera en el hospital o quizás muerta, las tres chicas de la habitación nos tomamos de la mano — no quiero verte más en esa mierda ¿me entiendes?

— Kei, escucha con atención lo que voy a decir – comienza Fran Irene, me mira directamente a los ojos y trago grueso, no quiero llorar más — tú mejor que nadie conoce el sistema de esta vida que nos ha tocado vivir, una las tienen fácil, otros personas intermedio y otras como tú que presentan batallas que son casi imposibles de lidiar, pero tú, tu haz demostrado una y otra vez que eres ejemplo de lucha y perseverancia, no puedes rendirte en esta maldita cama y echarte al olvido por dos personas que no han sabido valorar el ser humano que eres.

— Tú, hermana mía — ahora es Elena quien habla colocando con suavidad en mi frente — Eres un tronco de chica que a sus veintiún años a sabido enfrentar situaciones difíciles, eres demasiado madura para tu edad y sabes desde el fondo de tu corazón que esto pasará y que en algún momento te pondrás de pie y sacudirás con ganas la vida para que deje de jódete, esa eres tú.

— Tú eres ejemplo de lucha — interviene Fran ahora con voz firme — esto es solo Dios preparando el camino para otorgarte todo aquello que en verdad mereces, Diego y Natalia no merecen que estés aquí echa mierda por ellos.

Escucho con atención todo lo que estás dos mujeres que están frente a mi tienen para decirme, ambas son una bendición en mi vida. Mis ojos se cristalizan al escucharlas decir tantas palabras reconfortantes, es bueno saber que hay personas que creen en ti y que sin importar lo que estés pasando están contigo, sin importar que miles de kilómetros de distancia nos separe, ahí están apoyando, creyendo en ti y en tu fortaleza.

— Te tengo tanto dolor dentro, que siento no poder manejarlo, siento que no puedo.

— Es normal, Keily, – habla Fran Irene nuevamente y Elena asiente — es normal todo lo que estas sintiendo, pero ya es hora de dejarlo ir, es hora de que te pongas de pie y empieces a sacudirte.

— Keily Elizabeth Andersson Presley – habla Elena tomando mi brazo y tirando de él — levanta tu culo que hoy salimos de aquí.

— Chicas – protesto alargando la última sílaba.

— Chicas nada, hoy nos vamos de shopping, – habla Fran Irene – no te preocupes por el dinero,  los Presley pagan.

— Eso es tentador – hablo con una sonrisa, dándome por vencida — quiero comprar muchas cosas y que sea Ivan que las pague.

Todas reímos, Ivan es hermano de Fran, es un excelente primo hermano y me encanta molestarlo.

— Créeme que te dirá dos o tres palabrotas, pero lo hará, es un débil contigo. – suelta Fran Irene con una sonrisa — me dijo que vendrá pronto, aún no le he contado nada de esto.

— De hacerlo hecho estuviera aquí defendiendo el honor de su prima. – suelta Elena divertida — me gustaría ver eso.

— Eso ni lo dudes – habla Fran. — Vamos, Keily, arriba.

Me doy por vencida, no voy a convencer a este par de locas, las complazco, entro al baño y me doy una ducha rápida, coloco unos vaqueros y un suéter color rosa, peino mi cabello en una coleta. Puedo ver como dos sombras oscuras adornan mis ojos, las ojeras son horribles y mis ojos están muy hinchados, sin embargo, trato de cubrir lo más que pueda con un poco de maquillaje.

Elena, Fran Irene y yo fuimos de compras, a ver zapatos, ropas, bolsos y todo aquello que usamos las chicas lograron hacerme olvidar mi desgracia.  Después de ir a los diferentes centros comerciales fuimos a comer y para ser honesta me apetecía la comida rápida y la mejor opción del mundo fue McDonald's. Reí muchísimo con las locuras de Elena y las ocurrencias de Fran.

¿Qué haría yo sin este par?

Es así como termina mi día y agradezco infinitamente a Dios por poder a ambas  chicas en mi camino.

♡♥︎♡

Suena la alarma que se encuentra en la mesa de noche de mi habitación, la programé por si acaso me quedaba dormida para ir a True Style, sin embargo, ya estaba despierta y para ser honesta dormí mucho mejor que los día anteriores.

Me dirijo a donde se encuentra la alarma para que esta deje de sonar, ya me encuentro vestida para ir a trabajar.  Siento que falta algo y creo que mi sistema me pide a gritos que escuche a mi amado e inigualable Chayanne puesto que en todo este tiempo no he tenido ánimos de poner música, en realidad no tenía ánimos de nada. Voy hacia mi portátil y coloco un poco de música. Aunque las canciones que dejo sonar de Chayanne se prestan para llorar, no lo hago, ya he llorado lo suficiente en estas dos semanas. 

Diego ha venido en seis ocasiones a buscarme, golpea la puerta fuertemente  sin éxito y en una de ellas llamé a Silverio para que lo sacara de aquí, me lastimó mucho y no pienso permitir que lo haga más.

La canción de "Cuidarte el alma" suena por el altavoz de la portátil y la canto en tono bajo mientras termino de colocar un poco de maquillaje.

Solo si pudiera estar contigo
Tú dormida entre mis brazos y mirarte en el silencio
Solo si pudiera dibujarte, una escena de mis sueños
Donde siempre estas presente...

Con solo tenerte aquí
Decirte lo que yo siento...

Es que me gusta tu cara, me gusta tu pelo
Soñar con tu voz, cuando dices: "te quiero"
Me gusta abrazarte, perderme en tu aroma
Poder encontrar en tus ojos el cielo...

Me gusta tu risa, me gusta tu boca
Me gusta creer que por mí, tú estás loca
Como quiero que sientas conmigo la calma
Y cuando llegue la noche, cuidarte el alma...

No canto a todo pulmón, pero si canto y la verdad es que me siento un poquito mejor, aunque aún no ha dejado de doler. Ya estoy lista, tomo mi bolso, apago el portátil y me voy.

Después de transcurridas dos semanas, estoy en True Style, no puedo evitar sentirme extraña después de tener tanto tiempo de no salir y convivir con la raza humana salvo Elena y Fran Irene.

Me dirijo a mi lugar de trabajo coloco mis cosas en su lugar y voy en donde mi jefa, la señora Santana para avisar que ta estoy de vuelta y que me ponga al tanto de las obligaciones del día de hoy.

La señora Santana,  es mi jefa inmediata y es una excelente persona, me ha enseñado mucho sobre el diseño, puliendo así mis habilidades. Se sintió muy feliz de tenerme aquí y para ser sincera yo también lo estoy.

Han pasado varias horas y voy camino a la salida cuando me encuentro con Lisbeth, es una linda chica que trabaja aquí en True Style y que es muy amable, es de las pocas personas sinceras que están en este lugar, es una chica de veintitrés años y es un ser humano increíble.

— Sabes Keily, en este momento lo único que me apetece es golpear tu trasero. – suelta Lizbeth como saludo y le brindo una sonrisa — Eres una ingrata.

— Hola Liz – hablo haciendo caso omiso a sus deseos de golpearme — ¿Cómo estás?

— Que Hola, Liz y que nada, Kei – suelta ella, sé que estuvo preocupada — te llamé como mil veces y nunca te dignaste a responder, en verdad es que voy a golpearte.

Sonrío.

— Siento mucho no haberlo hecho, no tenia mi celular a mano – ella  me mira y suelta un suspiro cansado.

En realidad es cierto, en todo este tiempo no usé mi celular y encontré millones de mensajes y llamadas de Diego, mis amigos y familiares.

— Te voy a golpear, de esa no te salvas — suelta ella seriamente y continua — pero primero, quiero darte un abrazo .

Sonrío en su dirección y ambas terminamos con el espacio que teníamos y nos abrazamos, este es el tipo de cosas que necesito de gente real, sincera y sobre todo amorosa como lo es Lizbeth, Fran Irene y Elena.

— Gracias, mana, por todo. – hablo hacia ella — gracias por todo el cariño de siempre.

— El cariño no se agradece, mana. – expresa ella con una sonrisa amable — cualquier cosa estoy para ti.

Nos separamos y hablamos un poco más, nos ponemos de acuerdo para juntarnos un día de estos para compartir. Luego nos despedimos y voy hacia el baño, entro y al parecer no hay nadie hago mis necesidades y salgo del cubículo, estoy lavando mis manos mientras me miro en el gran espejo que hay en el lugar, escucho las cadenas de otro de los cubículos, no estoy sola, de un momento a otro la persona sale y es ella, Natalia se encuentra aquí.

Hago de cuenta de que no hay nadie, arreglo un mechón de mi cabello, tomo mi bolso y estoy dispuesta a salir de aquí, sin embargo, la escucho hablar.

— Hola, Kei – habla ella — ¿Cómo has estado?

Giro en su dirección y su rostro está perfecto como siempre.

— Hola, Naty – respondo de la misma manera y le doy una sonrisa — estoy bien, gracias.

— Tu cara, tus ojeras y lo hinchados que están tus ojos no dicen lo mismo. – suelta ella con satisfacción.

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— Si, tienes razón, hace un tiempo atrás no estaba bien, mi corazón, mi alma y mi cuerpo estaban en un proceso de desintoxicación de personas y cosas que no valen la pena y como podrás darte cuenta trajo efectos secundarios.

— Cuanto lo siento, espero que hayas tenido éxito con eso.

— Gracias – me limito a responder, estoy dispuesta a salir y vuelve a hablar.

— Es lamentable que una casi violación que te ocurrió hace tantos años no te permitiera disfrutar de lo caliente, sexy y feroz que es Diego en la cama.

— Es lamentable que uses mi pasado, eres una mierda Natalia y por eso es que estas sola, nadie soporta a la niña malcriada de los Lombardi por lo mísera que puede llegar a ser.

Ella camina rápidamente hacia donde estoy y trata de golpearme el rostro de una bofetada, pero no se lo permito deteniendo su mano.

— No te atrevas a ponerme una mano encima porque te juro que no respondo.

— Tu eres una estúpida y aunque no lo creas yo en verdad te vi como mi amiga, pero tú le hiciste caso a Diego sabiendo que a mi me gustaba, te odié desde entonces.

— Tu nunca me dijiste nada, Natalia, nunca diste a entender que él te interesaba, no soy adivina. ¿Crees que si yo hubiera sabido algo habría aceptado a Diego? No, Natalia, no lo hubiera hecho porque tu eras mi amiga, mi hermna.

Ella me mira y no dice una sola palabra y continuo.

— Decidiste actuar a mis espaldas, traicionar mi confianza y lo peor de todo usar mi pasado para lastimarme – hablo con voz firme y sin miedo al éxito. — haz demostrado que casi no tienes personas a tu alrededor, no porque ellas no sean de confianza o de tu clase social sino porque tú no la sabes mantener a tu lado porque no sabes lo que significa la palabra lealtad y empatia.

— Eres una estúpida mojigata – suelta con enojo y una bofetada resuena por todo el lugar y mi rostro arde, admito que es un buen golpe, pero lo que ella no sabe es que eso le costará mucho más.

La miro directamente a los ojos.

— Te lo advertí, Naty... – suelto con sarcasmo.

Con mi mano derecha le doy dos bofetada de lado a lado, ella agarra la zona afectada, sin embargo, no sé queda quieta y trata de golpearme de nuevo, cosa que no le permito. Lanzó un golpe a puño cerrado golpeando uno de sus pómulos y ella se queja de dolor.

— Eres una maldita salvaje, Keily.

Sonrío en su dirección, tengo la respiración agitada y me encuentro un poco desalineada por los movimientos, no obstante, me las arreglo y vuelvo todo a su lugar y respondo.

— Hay cosas, querida amiga, que aún no sabes de mi – hablo firmemente — así que no trates de pisar un terreno lleno de explosivos, Naty,  no sea cosa y pises uno sin querer.

— Te juro que te arrepentirás de todo esto, Keily – habla ella sosteniendo la zona afectada, el pómulos del lado izquierdo y continua — te haré la vida imposible, tendrás noticias mías, lo juro.

— Has lo que quieras, estoy lista para recibir tu próximo golpe – hablo dando media vuelta para irme y me detengo antes de salir por completo — ya comprobaste que no eres la única que sabe golpear.

Salgo del baño y un nudo se instala en mi garganta, duele mucho ver a una persona a la que querías tanto actuar de esa manera, no la conozco, siento que nunca la conocí.

Lo único que me queda ahora mismo es seguir intentando levantarme de este golpe que me ha dado la vida y así lo haré.

Subo a un taxi y me dirijo a casa, un par de minutos después estoy frente  al edificio donde vivo, pago el servicio de transporte y guardo mi monedero en el bolso, cuando levanto la cabeza ahí esta él, se ve muy bien aunque, con grandes ojeras que gritan que no a estado durmiendo muy bien.

— ¿Qué haces aquí? – pregunto cruzandome de brazos.

— Muñeca, necesitamos hablar.  – suelta él sin acercarse, me duele tenerlo en frente, me duele verlo y escucharlo. — Tienes que escucharme, por favor.

— No tenemos nada de que hablar,  Diego – suelto con voz firme — Vete de aquí.

— No lo haré, no hasta que me escuches, por favor. – Esta desesperado lo noto en el tono de su voz, trata de acercarse, yo retrocedo. — Kei, yo te amo como a nada en esta vida, eres todo para mi.

Me duele tanto escuchar sus mentiras, no dudo en que me ame, pero eso no detuvo a engañar y traicionar mi confianza, no estoy lista para escucharlo aún.

— Diego, hablaremos – hablo para tranquilizarlo y se largue de una buena vez.  — Pero aún no estoy lista ¿De acuerdo? No quiero escucharte, no ahora ¿puedes entender eso?

— Llevo dos semanas sin ti, muñeca, me estoy volviendo loco.

— Es bueno que te hagas a la idea de que no solo estarás sin mi dos semanas, Diego, lo nuestro se terminó.

— Kei, por favor...

— Te dije que no ahora – suelto con voz dura pasando por su lado — es mejor que te vayas.

Se queda en silencio, él sabe que es un caso perdido, no voy hablar con él y si insiste será peor.

— Volveré, Keily, no te dejaré ir tan fácil, lucharé por ti, amor.

Doy media vuelta comenzando a caminar y de esa misma manera, sin mirarlo hablo.

— Si decides insistir en donde ya no hay nada para ti es tu problema, sin embargo, ya sabes y estás advertido de que aquí ya no encontrarás nada.

No espero su respuesta, sigo caminando hasta llegar a mi departamento, ahí suelto todo, me rompo y saco todo el dolor que tengo.

Hoy empiezo a sanar...




♡♡ Nota de la autora ♡♡

Capitulo nuevo.

¿Qué les parece la historia hasta el momento?

¡Nos leemos pronto!

Besitos, mis guerreras valientes. 💋

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