≪•◦ ❈ Capítulo 57 ❈ ◦•≫


Estamos en el club de Cristian, "El volcán en erupción" nuestros inversionistas y nuevos amigos, querían conocer un poco la ciudad y que mejor lugar que este para pasar un buen momento, pues no se puede negar que es uno de los mejores de la ciudad y, en lo que a mi concierne, me trae tantos recuerdos. Cristian y yo somos los únicos que habíamos llegado, al menos eso pensaba hasta escuchar las últimas palabras de mi amigo, aquellas que pronuncio hace unos segundos atrás:

Mierda, mierda, mierda... – Giro mi rostro hacía él, quien tiene sus ojos en otra dirección. — Tenemos mucho trabajo esta noche, muchos mosquitos que espantar.

Llevo mi mirada hacia donde se encuentra la de mi amigo, estoy a punto de tomar un trago y es entonces cuando pasa... Ahí es donde toda acción se detiene y siento como mi vaso se queda a mitad de camino, todo por la mujer que ahora mismo acapara toda mi atención, bueno, no solo la mía, sino de todos aquellos que logran visualizar ese monumento de mujer. Trae con ella un vestido plateado que le queda como una segunda piel, es corto y va al descubierto en la parte de arriba, se ve mucho más que preciosa, es toda diosa.

Se acerca a la zona VIP, con una sonrisa radiante en el rostro, es por algo que creo que le ha dicho la pelirroja que camina junto a ella que, ahora viéndola con más detenimiento, también se ve muy bien. Cristian, tiene razón en decir que hoy tendremos que mantener los ojos bien abiertos, hay que cuidar bien de estas mujeres, son la más hermosas del lugar y todos los alrededores.

Escucho como a través de la música, algunos hombres les piropean a ambas mujeres, esto hace que me ponga de pie inmediatamente, este debería ser el momento en el que corro y tomo a mi mujer para guardarla y que nadie la codicie. Porque, aunque no lo admita en voz alta y me lo niegue a mí mismo, esa mujer es... Mi mujer.

Mis ojos coinciden con los de ella y por un instante, no existe nada más que sus preciosos orbes que lo único que irradian es su inocencia, la cual, desde el inicio de nuestra historia, han causado tanta curiosidad en mí y han sido Mi Perdición.

Sí, es hora de admitir que ella es la persona que nunca busqué, que siempre deseché en mi vida, aquello que quiero lejos, que me hace débil. Sin embargo, no la busqué, pero la encontré por casualidad en una noche donde solo buscaba paz en una copa en este mismo lugar, no la quiero en mi vida, no obstante, no puedo tenerla lejos y siendo hoy mi debilidad, se ha convertido en mi mayor fortaleza.

Cuando la tengo frente a mí, nuestras miradas siguen encadenadas en un sin fin de sensaciones que no son para nada extrañas para ambos. Trago saliva al tenerla a unos centímetros de mí y es cuando la escucho hablar:

— Se ve usted tan guapo, señor Sandoval. – Masculla, devolviéndome a la realidad. Sonrío al tomarla de la mano y una corriente electrizante recorre mi cuerpo con tan solo tocarla. — Me encanta como viene vestido el día de hoy, aunque para ser honesta, siempre se ve como todo un adonis.

Sonrío al ver su mirada seductora. Sus ojos inquietos hacen su escrutinio en mi anatomía. Decidí usar un pantalón de mezclilla azul marino con una camisa manga larga, remangadas hasta los codos de color azul rey, de accesorios, zapatos de color mostaza que hace juego con el cinturón y coloqué uno de mis relojes.

Recorro todo su ser y de seguro, debo verme como un completo idiota.

— Podría decir lo mismo, pero tú, mi cielo, estas tan preciosa que es a un nivel inalcanzable. – Me sonríe sonrojada, no puedo dejar de admirarla. — No hay una sola palabra que defina tu belleza, Keily.

— Muchas gracias. – Articula a través de la música, nunca ha dejado de sonreír y sus mejillas están más sonrojadas que nunca. — Esta usted muy romántico el día de hoy.

Un atisbo de sonrisa aparece en mis labios.

— ¿Qué es eso? – Pregunto haciéndome el que no sabe nada, ella frunce su ceño y una sonrisa amenaza por salir de sus labios. — No sé que es eso de ser romántico.

Su mirada coqueta lo dice todo. Se acerca lentamente causando más estragos que antes en mi interior.

— Ser romántico es eso... — Arregla el cuello de mi camisa, sin dejar de sonreír, por mi parte llevo mis manos a su cintura. — decir y hacer cosas lindas...

— Mmm... No me ha quedado claro. – Bromeo y ella me mira con sus ojos brillantes.

— ¿Recuerda usted la investigación que hizo con la palabra tarúpido? – Pregunta y una sonrisa pícara amenaza por salir. — Pues le recomiendo que visite una vez más a papá Google y se dé por enterado, señor Sandoval.

— Será mi tarea para mañana. – Mascullo en su oído y su cuerpo se estremece. — Quiero...

— Unju... – Interviene, Cristian, alargando las silabas, a través de la música y que no sabía que aún sonaba, nos separamos de inmediato. — Hasta aquí huelo ese deseo ferviente de...

— ¡Ya Cállate! – Interrumpe, Elena, con un sape en la cabeza del castaño. — ¡Tú no vives, ni dejas vivir, idiota!

— ¡Oye...! – Exclama, Cristian, tocando la parte afectada con una de sus manos y mirando a la pelirroja fulminante. — ¡Eso dolió!

Keily y yo sonreímos.

— Eso es para que dejes de meterte donde no te llaman.

Ellos toman asiento en la mesa, nosotros hacemos lo mismo, Cristian y yo quedamos en casa extremo, las chicas en medio. Comenzamos una conversación de temas triviales, aunque admito que es poca mi participación, puesto que, no puedo dejar de observar a la única mujer que me tiene hechizado hace tanto tiempo.

— ¿Quieren algo de tomar? – Propone Cristian.

— Prefiero esperar a los demás. – Responde mi preciosa pelinegra. — Muchas gracias.

— Igual yo. – Concuerda Elena, mirado su celular.

La música está muy alta y para poder comunicarnos, necesitamos levantar un poco la voz, pero tampoco es que sea problema. Pasados algunos minutos, nuestros amigos llegan y nos saludan, los hombres con un apretón de mano, las chicas son más cariñosas, se saludan dándose abrazos fuertes, como si tuvieran semanas de no verse.

Y pasaron el día juntas prácticamente...

Hay que reconocer que hay que estar bien alerta, puesto que esta mesa está llamando más la atención de lo normal y no es para menos, las cuatro mujeres están tan hermosas que, sin querer, atraen las miradas masculinas e incluso de algunas féminas.

— Buenas noches –Comienza Cristian, sonriente. — ¿Cómo están? ¿Qué les parece mi pequeño bebé?, – Su voz indica lo feliz que esta de tenerlos aquí. — ordenen lo que deseen tomar, todo corre por cuenta de la casa.

Hace una seña a unos de los meseros del lugar quien se acerca toma nuestra orden.

— Esta muy entretenido tu Club, la música es muy buena. – dice Bianca, con una sonrisa. — En un rato no me podrás separar de la pista de baile.

Las demás chicas concuerdan con ella mediante un emocionado asentimiento de cabeza y chocando sus manos al aire.

— Y no has visto nada, todos los viernes en la noche es de Karaoke y como ustedes son nuestros invitados. – Vuelve a hablar, Cristian. — hoy se deleitarán con la voz de Marcelo.

Casi escupo mi bebida, lo miro mortífero.

— ¿Qué dices, idiota? – Farfullo, indiferente y él solo sonríe. — Si mal no recuerdo, aquí están Imanol y Dorian de testigos, quien está castigado eres tú, así que espero estés preparado para entretenernos.

Él sonríe y voltea a mirar a cada una de las chicas. Pero Keily tiene sus bonitos ojos sobre mí, se acerca a mi oído y susurra:

— Por un momento me emocioné, me hubiese gustado escucharte cantar. – Su aliento golpea ese lado de mi cara y evito no volverme loco por ello. — ¡Qué lástima, cielo!

Sonrío.

—No haré eso.

—No tienes que decirlo. — Declara con una sonrisa. — El gran Marcelo Sandoval, no haría esa mierda, jamás.

La forma en la que lo dice me hace reír, la miro detenidamente y cada vez estoy más impresionado con su belleza. Su sonrisa es su mejor adorno, veo como un mechón de cabello se ha escapado a un lado de su cara, decido llevarlo detrás de su oreja con una de mis manos, ella me mira por unos segundos, sus ojos brillantes son tan transparentes, no saben mentir.

—La palabra "jamás", es muy fuerte y de cuidado, preciosa. — Mascullo para que solo ella pueda escucharme, aprovecho y acaricio su mejilla con delicadeza. — Por ahí dicen: Nunca digas nunca.

Ella sonríe sonrojada.

—Hay cosas que por mucho que uno no quiera, parecen imposibles y esa es una de ellas, Marcelo. — Le doy una sonrisa de boca cerrada.

No me da tiempo a responder a sus palabras, ya que se separa de mí al escuchar a Cristian, llamar la atención.

— Pues ni modo, mis hermosas damas, una de ustedes me debe acompañar, es que sufro de miedo escénico.

Todas las chicas quedan sorprendidas, pero como era de esperarse, Keily, se levanta de su lugar, muy emocionada.

— Yo si quiero cantar, te acompaño con la única condición de que cantemos una de mi único y gran amor, CHAYANNE.

Su petición no me sorprende, pero Cristian, pone mala cara a lo que ella lo mira con indignación. Me gusta cada faceta de ella y esta no es la excepción.

— Es mi oferta, Cristian, lo tomas o lo dejas. – Continúa la pelinegra, llamando la atención de todos aquí. Cuando el aludido pretende dar respuesta, ella vuelve a hablar interrumpiendo cualquier cosa que vaya a decir. — Aunque pensándolo bien, lo haré sola.

Cristian rueda los ojos al escucharla mientras que todos sonreímos.

— No es justo, quiero que me acompañes a cantar, mujeron andante. — habla Cristian impaciente. — Vamos, acompáñame.

— Ya dije que lo haré sola — suelta la pelinegra poniéndose de pie. — Es más, me iré a inscribir en la lista ahora mismo.

Eso, definitivamente, llama mi atención. ¡Oh, no! ¡Sola no! Eso sería un peligro mortal y se correría el riesgo de desatar el apocalipsis. Termino mi trago de un solo movimiento y hablo:

— Me disculpo, voy a acompañar a esta niñita para que no se pierda. No tardamos.

Ella me sonríe y susurra:

— No es necesario que me acompañes.

— Yo creo que sí. – Tomo su mano y nos dirigimos hacia la persona encargada del Karaoke. — No irás sola por ahí.

— No me perderé. – Farfulla sobre la música.

Claro que no, pero no permitiré que nadie se propase contigo, mi cielo...
(Lo pienso, pero no lo digo).

— De todos modos, te acompañaré. – Digo, sin mirarla.

Ella no dice nada. Cuando llegamos donde el chico que está encargado de la música, se acerca y habla con él durante unos minutos, por mi parte, solo me limito a mirarla, esperando pacientemente que ella termine de ponerse de acuerdo con el hombre.

De un momento a otro, un hombre pasa por su lado, repasando su mirada lenta por todo ella, desde sus piernas, va recorriendo su cuerpo y el muy imbécil, ladea su cabeza cuando se queda viendo el trasero de Keily, unos segundos más, siento mi sangre circular a toda velocidad.

Oh, no... El apocalipsis amenazando por desatarse.

Eso es suficiente para dejarme llevar por mi instinto y acercarme a ella, quien esta inocente de las miradas lascivas del imbécil, solo me limito a pararme a su lado y tomarla de la mano, me mira de un pronto y sonríe hacía mí, le correspondo de inmediato, vuelve su rostro nuevamente para prestar atención al DJ.

Giro mi cara que ahora se encuentra fulminante y la mirada del hombre coincide con la mía, la cual es mortífera elevada al cuadrado.

—¿Qué? – Cuestiono, tajante.

Lo veo tragar saliva levantando sus manos en señal de paz, al mismo tiempo se retira con paso apresurado.

Es lo más sabio que hará esta noche...

Listo – Anunció, Keily, girando su rostro hacia mí. — Ya estoy inscrita en la lista.

— ¿En serio vas a cantar? – Pregunto, sin estar muy convencido de que en verdad quiera hacerlo.

— ¡Claro, cielo! – Exclama, emocionada. — Debo cantar esa canción.

— Ah, ¿sí? – Pregunto atrayéndola más a mí. Ella se deja y, como siempre, trata de peinar mi cabello. — ¿Es importante que cantes hoy?

Sus mejillas comienzan a teñirse de rojo, una pequeña sonrisa amenaza por salir de sus dulces labios.

— Si, es importante. – Indicó, mirando mis ojos. — Sabes que amo a Chayanne.

Maldito Chayanne.

Cuando me doy cuenta de que ella no dirá más nada, no continúo preguntando.

— Quiero bailar. – Expresa y sonrío.

— ¿También bailarás sola? — lo digo porque tomo la decisión de cantar sola.

— No tengo problema con eso, cielo, puedo bailar sola o acompañada, pero, tú bailarás conmigo. – Determina muy segura.

— No voy a bailar.

Ella levanta una de sus cejas y me mira divertida.

— Si, lo harás.

— No lo haré.

Suelta un suspiro cansado, se ha dado por vencida, sonrío ante la mala cara que puso. Sin embargo, su semblante vuelve a tomar ese brillo acompañado de una sonrisa pícara. Se acerca a mi oído para susurrar:

— Esta bien, entiendo que no quieras bailar. – Casi sonrío, se dio por vencida muy fácil o al menos eso pensaba antes de que dijera las siguientes palabras:— Un vejestorio como tú, no puede hacer muchos desarreglos, ya que fácilmente podríamos perderte en cualquier momento.

Aprieto mi mandíbula, esta niñita, me quiere sacar canas verdes.

Cuando nuestras miradas vuelven a coincidir, la suya es la de un angelito perverso. La acerco más a mi cuerpo haciendo que se sorprenda un poco, puesto que, no se lo esperaba, me aproximo más a su oído y mascullo:

— Seré un vejestorio y todo lo que quieras, mi cielo. – Mi agarre en su cintura se intensifica. — Pero, bien sabes lo que este viejo, que podrías perder en cualquier momento, puede hacerte.

Deposito un beso en su hombro descubierto y, como lo esperaba, su cuerpo reacciona en seguida a cada una de mis caricias. Traga saliva y no puedo prevenir mi sonrisa victoriosa.

— Eres un pervertido. – Pone mala cara y su ceño se encuentra fruncido, trata de separarse un poco y la dejo. — Pero está bien, no bailes si no quieres.

Sus ojos tomaron ese brillo especial cuando se le ha ocurrido una idea.

— Pero no te enojes, nena. – Pido, divertido. — Ven aquí.

Niega con la cabeza, su sonrisa es desafiante.

— Ve a la mesa y espera allí. – Mi sonrisa va desapareciendo poco a poco. — He dicho que quiero bailar, puesto que me gusta la canción que va después de la que está sonando.

— No voy a...

— No te preocupes, cielo. – Interrumpe con una sonrisa pícara restando importancia al asunto. — Desde que comience a bailar y mover mis caderas en la pista, más de uno se acercará y querrá bailar. – Una canción comienza a sonar es una combinación entre salsa y merengue, ella sonríe al reconocerla. — Ahí está la canción.

Mi ceño se frunce totalmente.

— Eso no pasará.

— Ah, ¿no? – Masculla, sonriente. Le encanta desafiarme. — Ve a la mesa y observa, cielo.

Da media vuelta y se adentra a la pista, no puedo despegar mis ojos de ella. Comienza a bailar sola y sus movimientos, para nada escandalosos, atraen miradas embobadas, incluyendo la de un servidor.

Claro que nadie se acercará a bailar con ella, sería el detonante de la tercera guerra mundial...

Y la cuarta también.

Oh, no, eso no pasará...

Los movimientos de su cuerpo hacen que el mío, se mueva inconscientemente hacia donde se encuentra. Se halla de espaldas a mí, pero estoy completamente seguro de que esta prevenida de mi acercamiento hacia ella.

Me coloco detrás de ella aproximando mi cuerpo lo más que pueda al suyo y detengo los movimientos de su cuerpo poniendo ambas manos en cada lado de su cintura haciendo una leve presión para detenerla, sus movimientos de por sí, me tienen a sus pies, pego su espalda a mi pecho y entierro mi rostro en su cuello aspirando su delicioso aroma, se queda quieta, es como si estuviéramos solos en esta pista atestada de personas.

— ¿No qué no ibas a bailar? – Su voz entrecortada, me deja bien claro que le ha gustado que haya venido por ella.

— Solo bromeaba, preciosa. – Mascullo en su oído.

Siento como la comisura de sus labios se realzan en una sonrisa, los míos también. Gira su cuerpo sin separarse de mí y enlaza sus brazos sobre mi cuello, me mira victoriosa.

— Sabía que vendrías a bailar. – Sonríe a sus anchas.

Sonrío porque a estas alturas, no puedo negarle nada a esta mujer. No puedo evitar sentirme tan extraño en mi interior, eso pasa cuando quiero entrar en conflicto conmigo mismo, pero ahora no es momento, no quiero batallas dentro de mí y me dejo llevar por lo que siento.

Tomo a esta mujer por la cintura, nos ponemos en posición para bailar y comenzamos a tirar pasos de esta música contagiosa. La canción se llama: "Quiero decirte" de Guaco.

Ella comienza a cantar a medida que va bailando dejándome loco. De pronto, parejas conocidas se integran y comienzan a bailar. Dorian y Sinclair, se encuentran en la pista, del mismo modo, Imanol y Bianca. Todos están concentrados en bailar, al parecer muchas cosas han sucedido con la última pareja mencionada, pues se ven muy contentos.

Vuelvo mi rostro y me concentro en la mujer que tengo en frente. Admito que baila excelente y cada uno de sus movimientos me tienen hechizado totalmente. De un momento a otro, la canción cambia a una salsa de Tony Vega, "Ella es". 


Comenzamos a bailar salsa, todos los pasos combinados, es como si fuéramos uno, comienzo a tararear la canción en su oído, acción que hace que su piel se erice.

Ella es...
El amor que duele cuando no se tiene cerca de la piel
Como el mar en calma que de pronto arrasa con mi timidez
Cuando la encontré
Yo supe que era la mujer que había esperado siempre es
El amor que un día soñé
Yo por ella lucharé aunque me cueste el alma
Aunque arriesgue todo en casa es...
La pasión hecha mujer, lo que yo esperaba
La razón cediendo al paso de este amor
Desenfrenado es... ella es...

Me muero de ganas por decirle que ella es, estoy dispuesto a jugármela y que lo único que hago día tras día es luchar con mis demonios, derribar muros para por fin ser libre de decirle todo lo que siento. Aun no puedo pronunciar en voz alta todo lo que habita en mi interior, pero eso no significa que tenga dudas, mi conflicto interno nunca ha sido por lo que siento. Ella es mi tormenta, pero también es mi calma, ella es la lluvia que azota y arraza con todo a su paso, pero también es aquella que me hace sentir vivo. Sin duda alguna ella es...

Ella me mira con sus ojos como dos luceros y sonríe al escucharme cantar en un susurro, pero no dice nada, sigue bailando como una pluma y yo sigo sus movimientos. Sé que está nerviosa, pero no lo da a demostrar, sabe perfectamente que muchas cosas quiero decirle, sin embargo, me da ese espacio que necesito.

De un momento a otro, hago que dé una vuelta rápida haciéndola reír a carcajadas, definitivamente, ella es... todo lo que necesito para sentirme vivo.

Ahora mismo quiero besarla, siento que tengo una eternidad que no lo hago, esto es mucho para mí, el tener que contenerme a hacerlo me está matando. Seguimos bailando al ritmo de la música, la cosa aquella que late en mi pecho, va muy deprisa.

Desde que la vi esta mañana, sabía que mi lucha flaquearía, ya no hay vuelta atrás con lo que pasa dentro de mí.

— Keily...

— ¿Si? – Aun continuamos bailando, pero más lento, ella me mira y su rostro se ve pleno, se podría decir que feliz.

Trago saliva porque es la misma sensación que siento en estos momentos.

— ¿Recuerdas aquella vez, el día siguiente de tu cumpleaños, cuando te llevé a casa? – Si sus mejillas estaban rojas, con mis palabras aumentaron al triple, su color carmesí es impresionante. — Te dije que si llegabas a provocarme te besaría una vez más, ¿verdad que lo recuerdas?

Ella sigue bailando lento, bueno más lento de lo que ya lo hacíamos, creo que ya ni escuchamos la música. Me mira intensamente y nunca aparto mis ojos de los suyos.

Traga saliva y me da un asentimiento de cabeza.

— Si, lo tengo muy presente, Marcelo. – Su voz sale en un hilo, pero logro escucharla perfectamente.

Acerco mi frente a la suya, hasta el punto que ambas se encuentran unidas, solo quiero estar con ella cada instante que pueda, disfrutar de su compañía.

— Entonces estas a punto de hacer que pierda el control. – La acerco más a mi cuerpo y rozo nuestras narices, ambos tenemos los ojos cerrados. — Juro por Dios que lo único que quiero es besarte aquí y ahora. – Keily, detiene sus pasos y me mira con sus ojos brillantes, también quiere lo mismo que yo. — Voy a besarte por que...

— Keily, te necesito URGENTE... Uy, perdón. ¿Interrumpo algo?

De pronto, Elena, llega y toma a Keily por el brazo. La pelinegra gira descompuesta, aún bajo los efectos de mis palabras.

Me siento frustrado.

— ¡No! – Se apresura a responder, la pelinegra. Su cara muestra que está un poco decepcionada por la interrupción.

— Siendo así, Marcelo, me la robo por algunos minutos, no tardamos.

— Pero yo...

— No tardaremos... – Interrumpe nuevamente Elena, a la preciosura. — Por favor, Kei.

Keily, lo piensa mientras conecta su mirada con la mía, cierra sus ojos por unos instantes para luego dar un asentimiento de cabeza.

Frunzo mi ceño, no quiero que estén solas por ahí.

— ¿A dónde van? – Pregunto. — No quiero que estén solas por ahí.

— Estaremos en el baño. – Responde Elena, apurada. — En dos minutos estaremos en la mesa.

Elena, toma a Keily de la mano y se dirige hacia los baños, nunca aparto mi mirada de ellas hasta que entran al lugar, decido ir a la mesa, en donde está solo Cristian, los demás (Imanol, Dorian, Bianca y Sinclair) aún se encuentran en la pista.

— Pedí tu trago. – Me dice apenas tomo mi lugar en la mesa, él toma el suyo de un solo trago, al terminar hace una mueca. — Esto es una mierda.

Sonrío.

— Eso no es nuevo para nadie. – Hablo y él sonríe.

— ¿Dónde está Keily? – Pregunta, confuso. — Los vi muy acaramelados en la pista.

— Fue con Elena. – Él rueda los ojos.

— Recibió una llamada, se puso pálida y salió corriendo. – Me cuenta él.

— Interesante. – Respondo sin saber qué decir. — ¿No le preguntaste?

Niega con la cabeza y vuelve a tomar otro trago del que ya le había traído un camarero.

— No tengo derecho. – Me dice con melancolía. — No cuando sabes lo que estoy haciendo.

Suelto un suspiro profundo, tengo mucho pesar por mi amigo.

— Tranquilo, hermano, todo va a estar bien. – Lo ánimo.

— No lo estar...

Se ve interrumpido cuando llegan las chicas, es decir, Keily y Elena. Esta última, le da un beso en las mejillas al castaño, quien está sorprendido por esa acción de ella, es la primera vez que la veo siendo de esa manera, Keily la mira, siendo cómplice de lo que acaba de hacer.

La pelinegra, se sienta a mi lado, muy cerca de mí, acto que me hace sonreír. Estamos entre platicas cuando escuchamos una voz en el megáfono que indica que el Karaoke está a punto de iniciar.

— ¡Si! – Exclaman Keily y Elena, al mismo tiempo. Su entusiasmo es contagioso.

— Bueno, Cris. – Habla, Elena, frotando sus manos de la emoción, Cristian la mira divertido, es increíble cómo cambia su humor apenas la mira. — Vamos a ver quien elige la canción.

— Prepárate para perder, estrellita hermosa. – La cara de la pelirroja se ilumina y una sonrisa perversa aparece en su rostro.

— No sé lo que es eso y no lo voy a experimentar ahora. – Declara con seguridad, Elena.

Ambos se sumergen en un juego de piedras, papel o tijeras, para ver quien elegirá la canción. En el transcurso del juego se integran a la mesa los demás chicos.

— ¡¿Ves?! – Exclama Elena, victoriosa. — Te gané, ahora mueve tu lindo trasero al escenario.

Todos sonreímos.

— ¿En verdad lo van hacer? – les pregunta Sinclair con un poco de picardía, — me gustaría intentarlo también, ¿Qué dices amor? – Le sonríe a Dorian y este niega. — Anda amor...

— Lo siento Pooh Bear, no se hacerlo y quedaríamos en vergüenza y ya tenemos con ver a Imanol, babeando – El mencionado, lo mira con mala cara y Dorian sonríe. —Es juego hermano no te molestes...

Sí que son bromistas este par.

— No, pequeño Pooh – Habla Imanol, irónico y todos sonríen. — No pasa nada.

Ambos se retan con la mirada, pero no duran mucho cuando comienzan a reírse, es una amistad muy sólida la que tienen.

Vemos como Cristián y Elena, suben al escenario y dicen algo al DJ con el fin de instruirlo y de inmediato suena la pista, veo como pinta una sonrisa en su cara, empieza Cristián a entonar:

Se coloca una mano en el pecho con dramatismo, se escuchan sus primeras notas:

"Todo empezó cuando te vi pasar
Sentí algo tan bonito que no sé explicar
Tú me cachaste y me gustaste más
¡Ay, qué chula rancherita! Hola, ¿cómo estás?"

Termina esa parte Cristián cediéndole el turno a Elena, que se coloca seria y comienza su parte:

"Te aviso desde ahorita que con palabras bonitas
No te alcanza pa' poderme conquistar
No soy de esas facilitas, como aquellas muchachitas
Con las que yo siempre te he mirado andar".

Termina Elena y veo a Cristián caminar para buscar una flor y así empezar una contienda juntos:

"¿Y si te llevo rosas?
Comoquiera, se me van a marchitar
¿Y si te llevo serenata?
Comoquiera, te va a correr mi papá (ay)

Dime cómo quieres que te quiera
Este bato se hace a tu manera
Pide por esa boquita hermosa
Que por ti, yo haría cualquier cosa

Dime qué más quieres que te diga
Si a ti no te quieren mis amigas
Y un poquito menos mi familia
¿Qué van a pensar si un día nos miran?".

Cristián la toma de la mano y la sienta regalándole la flor que tenía en su mano entonando la otra contienda que comparten:

"Ay, ay, ay
Yo no soy tan malo como dicen por ahí"

Le niega Cristián con la cabeza y la mano en el pecho y ella se sonríe respondiéndole:

"Ay, ay, ay
No soy una tonta pa' dejarme engañar"

Él vuelve a regalar otra sonrisa y le replica de nuevo:

¡Ay, Elenita, ya no seas tan mala!

Ella muy altiva, le da con la flor en la mano que le extiende y le dice:

¡Y usted no sea tan coqueto!

Cristian vuelve a acercar con otra flor y le canta de nuevo replicando en cada tonada:

"¿Y si te llevo rosas?
Comoquiera, se me van a marchitar
¿Y si te llevo serenata?
Comoquiera, te va a correr mi papá (ay)

Dime cómo quieres que te quiera
Este bato se hace a tu manera
Pide por esa boquita hermosa
Que por ti, yo haría cualquier cosa

Dime qué más quieres que te diga
Si a ti no te quieren mis amigas
Y un poquito menos mi familia
¿Qué van a pensar si un día nos miran?"

Se arrodilla dónde está ella para cantarle la última parte:

Ay, ay, ay
Yo no soy tan malo como dicen por ahí
Ay, ay, ay
No soy una tonta pa' dejarme engañar".

Termina Elena, con una negación en la cara y Cristián arrodillado a sus pies.

Los aplausos, no se hacen esperar, ambos lo hicieron excelente. De Cristian, no me sorprende porque cantar, se le da muy bien desde pequeño, sin embargo, la pelirroja, no se queda atrás.

Veo como Keily seguida por Sinclair y Bianca, se ponen de pie para felicitar a los que se han robado el show. En lo que a mi concierne, solo soy espectador de todos ellos.

— Antes de irme, no olviden darme los autógrafos – Pide Sinclair, con una sonrisa. — Lo hicieron muy bien.

— No fue nada, nena. – Farfulla Elena, sonriente. — Luego nos toca a nosotras, pero primero vas tu lindura. – Señala a Keily y puedo ver que mi niñita, se ha asustado, es algo que me hace sonreír. — Te toca a ti.

No soy el único que se da cuenta de los nervios de la pelinegra, Bianca, que está a su lado, la mira con una sonrisa y decide intervenir:

— ¿Y si primero vamos todas juntas y luego Keily? Es que me emocioné – guiña un ojo a Keily, quien le sonríe aliviada.

Bianca, se acerca un poco más hacia Keily y le Susurra algo en el oído que no logro escuchar.

— ¡Bueno ya lo dijo la morena sexy! – Exclama una emocionada, Elena. — ¡Vámonos nenas!

Estoy concentrado cuando Dorian, llama nuestra atención:

— No tengo como agradecerles todo lo que han hecho por mí.

— No hay nada que agradecer. – Habla Cristian, con una sonrisa genuina. — Para eso estamos los amigos, ¿Verdad, Sandoval?

Doy un asentimiento de cabeza.

— Cualquier cosa en la que haya que apoyarlos, lo haremos con gusto. – Enuncio sinceramente hacia ellos.

— Es lo mismo que decimos nosotros. – Habla Dorian. Imanol, solo da un asentimiento, puesto que, su vista esta puesta en el escenario. — Estamos a sus órdenes también.

— Gracias. – Musito.

Ya las chicas están listas en el escenario, nos hemos movido a unos lugares en donde podemos observar el espectáculo a mayor plenitud, es decir, en primera fila.

Elena, lanza unos besos a la audiencia, recibiendo otros de vuelta. De pronto, siento unos hermosos ojos sobre mí, entonces miro a la pelinegra que esta un tanto nerviosa, le guiño un ojo y sonríe a sus anchas sonrojada. Las cuatro chicas están hermosas, tienen unos sombreros de charro que no supe en qué momento se lo colocaron, pero definitivamente, han atraído mucho público masculino.

— Estas tan perdido por esa mujer, Marcelo. – Masculla, Cristian, y solo yo puedo escucharlo, giro mi rostro hasta él. — Tan perdido como yo, por su mejor amiga.

Su mirada está puesta en el escenario, viendo a Elena, su sonrisa es la de un idiota enamorado, así mismo me debo ver yo en ocasiones.

Vuelvo mi vista al escenario y Bianca, lanza un beso al aire e Imanol, hace que lo atrapa llevándolo a su corazón, en verdad sí que están enamorados.

Demasiada azúcar y miel para un amargado como yo...

Ya las cuatro están alineadas en su lugar, Elena, hace una seña al DJ, quien les coloca la canción. La pelirroja es la primera en cantar:

"Amigo que te pasa estas llorando
Seguro es por destenes de mujeres
No hay golpe más mortal para los hombres
Que el llanto y el desprecio de esos seres".

Es turno de Sinclair, Cristian, me susurra que mire la cara de Dorian y, en definitiva, esta embobado.

"Amigo voy a darte un buen consejo
Si quieres disfrutar de sus placeres
Consigue una pistola si es que quieres
O cómprate una daga si prefieres
Y vuélvete asesino de mujeres".

Ahora es el turno de la preciosa, ella tiene la sonrisa más hermosa que haya visto jamás. Esta mujer canta como los ángeles, no puedo detener la sonrisa que amenaza por salir.

"Mátalas
Con una sobredosis de ternura
Asfíxialas con besos y dulzuras
Contágialas de todas tus locuras
Mátalas
Con flores con canciones no les falles
Que no hay una mujer en este mundo
Que pueda resistirse a los detalles".

Bianca es la siguiente y ella, al igual que Keily, me parecen tan transparentes. Del mismo modo, que las otras chicas, se luce en el escenario:

"Despiértalas con una serenata
Sin ser un día especial llévale flores
No importa si es la peor de las ingratas
Que tú no eres un santo sin errores
Amigo voy a darte un buen consejo
Si quieres disfrutar de sus placeres
Consíguete una pistola si es que quieres
O cómprate una daga si prefieres
Y vuélvete asesino de mujeres".

Las cuatro chicas se han robado todos los aplausos. Las personas están encantadas con ellas y más los hombres del lugar, incluso detrás de nosotros hay un grupo de siete hombres, los cuales están haciendo más bulla de lo normal. Incluso, escuché como silbaron y dijeron algunas cosas a Bianca. La suerte que Imanol, ni cuenta se dio.

Después de que cantaran en coro las cuatro juntas, bajan del escenario, nos ponemos de pie para aplaudiendo su gran debut.

Bianca es atrapada por los brazos de Imanol, a esta lanzarse sonde él, ambos se besan delante de todos, felices y sin miedo a nada.

Trago saliva, me da tanto gusto por ellos y por todo aquel que no teme correr riesgos a hacer cosas como esas.

Al no ver a Keily bajar del plató, la busco con la mirada y la encuentro haciendo una seña al DJ, sus mejillas se encuentran sonrojadas y puedo jurar que está nerviosa, se ve tan tierna, tan dulce así que, no podré resistir por mucho tiempo tenerla entre mis brazos, me hace tanto bien, es la única que puede desatar y calmar mis demonios.

Ver como Keily, inhala y exhala tratando de regularizar su respiración, me deja ver lo nerviosa que esta, mi intuición me dice que sus nervios no son por estar frente a un público grande, es por algo más.

No puedo detener los latidos acelerados que ahora mismo protagoniza la cosa aquella que un individuo decidió llamar corazón. Esto siempre ocurre cuando la mujer que está en el escenario, se encuentra cerca. Nunca sé que esperar de ella, siempre me sorprende con sus ocurrencias y no puedo evitar idolatrar cada una de sus locuras, aunque pretenda sacarme canas verdes la mayoría del tiempo.

De inmediato, comienza a sonar la pista de la canción que ha elegido, logrando así que, salga de mis pensamientos:

No llames la atención ni sigas provocándome
Que ya voy comprendiendo cada movimiento
Me gusta lo que haces para conquistarme
Para seducirme, para enamorarme
Y vas causando efecto

Sí, es un hecho que está nerviosa, trago saliva porque es inevitable la forma en la que comienzo a recordar cada uno de los momentos que he vivido con ella, esto me llena de una adrenalina desconocida.

No sabes cómo me entretienen tus locuras
Y que para verte invento mil excusas
Has dejado en jaque todos mis sentidos
Pones a prueba el motor
Que genera los latidos de cada ilusión...

La cosa aquella llamada corazón va tan deprisa, nuestras miradas están conectadas y siento como si ella a través de cada una de las letras de esta canción, me estuviera enviando un mensaje. Comienzo a recordar la primera vez que nos besamos en mi auto, desde ese preciso momento sabía que andaba algo extraño en mí, porque sus besos siempre han sabido a gloria.

Oh, Dios... Yo estoy claro, sé todo que siento por ella, estoy consciente de que ella no solo me gusta, tengo sentimientos tan profundos por esa mujer que asusta, pero tampoco puedo hacerme el tonto en cuanto a lo que esa mujer siente por mí. Entonces, ¿A qué es que le temo?

Mira lo que has hecho que he caído preso
(En tu cuerpo y en ti mente)
Y en un agujero de tu corazón
(En todo estás presente)
Y la libertad, te juro no la quiero
(Si estoy contigo)
Déjame atado a este amor
Atado a este amor

Sonríe... Al cantar esa última parte sonríe y mis puños se aprietan al sentir tantas dudas en cómo debo actuar. Porque de lo sí estoy claro es que me estoy cansado de ocultar o aparentar de que no siento nada cuando en verdad, ella me hace sentir de todo. Yo también estoy preso por ella y todos sus encantos.

Acabo de pasar la línea de tu encanto
Donde sólo mirarte es un paisaje nuevo
Y tejes las cadenas que amarran mi sexo
Que endulzan mi alma que tienen mi mente
Y someten mi cuerpo
Y para que dejar que pase y pase el tiempo
Si tú y yo preferimos comernos a besos
Has dejado en jaque todo mis sentidos
Pones a prueba el motor
Que genera los latidos de cada ilusión

Mi cuerpo se siente tenso y tengo la cosa aquella a toda velocidad, mis dedos se sienten fríos, mi conflicto interno comienza a surgir, es entonces, cuando Cristian pone la mano en mi hombro y habla:

— Sabes lo que eso significa, ¿No es así, Marcelo? – Solo yo puedo escucharlo, los demás están muy concentrados viendo al escenario. Trago saliva. — Esa mujer de allá arriba, te está diciendo a gritos lo que siente por ti.

No digo nada, me encuentro en una pelea interior, que me hace querer golpearme a mí mismo.

—Ojalá que cuando decidas dejarte llevar por eso que sientes, no sea demasiado tarde. – Vuelve a hablar y sus palabras son suficientes para que un sabor amargo se instale mi paladar.

No digo nada.

Ahora mismo tengo un gran problema, me debato en lo que dejo hacer y que no, el gran Marcelo Sandoval, se encuentra en un dilema descomunal que me hace sentir el idiota más grande del mundo. En momentos como este, me gustaría tener la facultad de no pensar y dejarme llevar por mis emociones, por mis sentimientos.

Tu puedes Marceliniii, siempre has podido con todo, no eres cobarde, nunca lo has sido...

¿Y para qué dejar que pase y pase el tiempo?
Si tú y yo preferimos comernos a besos
Has dejado en jaque todos mis sentidos

Pones a prueba el motor
Que genera los latidos
De cada ilusión

En cada estrofa, en cada coro, ella nunca a apartado sus preciosos ojos de mí y por un instante, nada existe en este lugar solo ella, yo y todo eso que sentimos. Cada letra entonada, me tiene embobado, totalmente hechizado. Admito que estoy irremediablemente, perdido por ella y todo lo que representa.

Ella toma aire en la última parte, colocándole más sentimiento a la letra, provocando en mí, un impulso que en otro universo no haría.

Mira lo que has hecho
Que he caído preso
(En tu cuerpo y en tu mente)
Y en un agujero de tu corazón
(En todo estás presente)

Y la libertad
Te juro, no la quiero
(Si estoy contigo)
Déjame atado a este amor...."

Ahora todos mis pensamientos están puestos en cada uno de los momentos que he vivido con Keily, todo lo que hemos pasado. Son muchos los meses tratando de evadir ciertas cosas y, aunque sea un hombre que no le teme a nada, no puedo evitar sentirme asustado con todo esto. Sé lo que siento por esa divina mujer, pero no sé cómo expresarlo, no sé cómo se hace eso. Sin embargo, verla de pie, mirándome con tanta dulzura, haciéndome perder en ella una y otra vez, como siempre lo hace a través de sus ojos inocentes, me hace saber que esto no tiene reversa.

Aquí no hay nadie, solo somos nosotros dos, ella coloca sus manos delante, aún tiene el micrófono en las manos, pero eso no evita que, empiece un jugueteo con sus dedos imperceptible para otros, pero no para mí. Esta nerviosa y no puedo aguantar más, la cosa aquella llamada corazón, casi se sale de su lugar cuando de manera urgente, me veo caminando decidido hacia el escenario.

Lo único que existe en este momento es ella y sus preciosos ojos que desde que la conocí hasta hoy, han sido mi maldita perdición. Decido mandar todo al mismo diablo, ahora mismo no quiero pensar, no quiero ser preso de mi conflicto interno, por primera vez en mi vida, me dejo llevar por mis sentimientos por lo quiero aquí y ahora.

Cuando estoy junto a ella, la tomo de manera delicada por unos de sus brazos, veo sorpresa en su mirada y trago saliva ante lo que haré. Sonrío levemente en su dirección, sus ojos vidriosos a la expectativa de lo que está sucediendo, mueven todo en mi interior.

Segundos después, llevo una de mis manos a una de sus mejillas, me acerco y tomo posesión de sus labios, terminando así con la maldita agonía que invadía hace varios días, ella corresponde inmediatamente, son tantas las sensaciones que ambos sentimos que no importa nada más.

La beso con dulzura, con anhelo, expresando así, las ganas que tengo de perderme en ella. Saboreo unos segundos más, esos labios que son mi perdición misma, ella tampoco pierde el tiempo porque profundiza el beso atrayéndome por la nuca, su forma de besar, me indica que también anhelaba este momento. Unos segundos después, nos separamos dejando nuestras frentes unidas, ella me da esa sonrisa que me vuelve loco y le correspondo de inmediato.

— Te dije que si me provocabas iba a besarte, niñita. – Su sonrisa se hace más grande.

— No te he provocado

— Si, lo hicis... – Me doy cuenta de que estamos en el escenario.

Keily mira a su alrededor y enrojece mientras que un atisbo de sonrisa se asoma en la comisura de mis labios, ya había olvidado que estábamos frente a una multitud.

Eso fue intenso. – Masculla el DJ. —¡Qué viva esta linda pareja!

Aplausos comienzan a escucharse en todo el lugar, tomo a Keily de la mano, ella no ha dejado de sonreír, yo le correspondo con una sonrisa de boca cerrada. No me pasa desapercibido, lo que dijo el DJ, pero no está lejos de la verdad. Keily, me observa esperando algún tipo de reacción y solo le brindo una sonrisa de boca cerrada.

— Cada día me impresionas más, niñita – Expreso, poniendo una de mis manos en su mejilla.

Me mira con sus ojos brillantes y una sonrisa genuina para luego expresar:

— Y todavía te faltan muchas cosas más por descubrir, Cielo.

Mi sonrisa se hace más grande y la conduzco a nuestro lugar. Allí nos esperan todos sonrientes, pero Cristian, es quien más complacido esta.

Se pone de pie y palmea mi hombro con una gran sonrisa, luego va hacia Keily, le sostiene las mejillas con ambas manos, la mira con tanto agradecimiento, él le sonríe, pero esta vez no es con picardía, no es con la intención de hacer bromas, en esta ocasión, su forma de mirarla y sonreírle es de gratitud. Keily, le da una mirada de confusión al no entender las acciones del castaño, este solo se limita a negar con la cabeza y se acerca a ella dándole un beso muy sonoro en las mejillas y sin decir ni una sola palabra, se dirige al escenario, es hora de la sorpresa preparada por Dorian hacia Sinclair.

Nunca suelto la mano de la pelinegra, ella está a la expectativa de lo que sea que el loco de mi amigo hará, nos sentamos uno al lado del otro, nuestras manos continúan enlazadas y no puedo evitar la sensación de bienestar que me brinda esa simple acción.

Miro nuestras manos y trago saliva cuando ella me mira con una sonrisa gigante en el rostro, en definitiva, le sonrío de boca cerrada, eso hace que mi pecho vibre. Cuando vuelve su rostro, alguien se coloca delante de ella, impidiendo que vea el espectáculo a todas sus anchas, frunce su ceño.

— Oye... – se quejó, molesta. — No puedo ver.

El chico se da la vuelta y la repasa con la mirada, eso hace que apriete los dientes.

El Apocalipsis, Marceliniii, el apocalipsis...

— Lo lamento, tengo que grabar este momento, el señor Serrano, me pago para esto y este es mi mejor ángulo.

Keily, pone mala cara, sonrío al verla, se ve preciosa.

— Precisamente ese tenía que ser el ángulo perfecto, ¿No? — Se queja molesta. — Justo frente a mí. ¡Genial!

— Ya había venido en la tarde a ver de donde era factible grabar, linda. — Farfulla con una estúpida sonrisa, el dueño de la camarita, anda buscando aquello que no se le ha perdido con esa miradita.

Ahora que lo pienso detenidamente...¿Cómo que linda?, este tipo es un reverendo imbécil, eso es una ofensa a esta mujer divina, ella es mucho más que preciosa, linda le queda simple.

Ella está a punto de protestar y ponerse de pie, pero mediante un apretón de mano delicado, llamo su atención. Ella me mira con el ceño fruncido.

— No puedo ver nada. — Vuelve a quejarse.

Sonrío.

— Lo sé. — Mascullo, mirándola. — Ven, siéntate aquí. — Palmeo una de mis piernas y ella, como lo esperaba, enrójese. — Aquí estarás más cómoda y observas todo sin ningún problema.

Ella mira a su alrededor y todos están pendientes de lo que sucede en el escenario.

— ¿Qué está pasando? – Pregunta, Sinclair, confundida.

Keily y yo, dirigimos nuestros rostros hacia ella, quien tiene la mirada perdida en el plató. Sin embargo, nuestras miradas vuelven a encontrarse y con su rostro muy sonrojado, no lo piensa dos veces cuando ya se encuentra de pie y se dirige a mí, se sienta en mis piernas, por mi parte, coloco una de mis manos a un lado de su cintura y con la otra sostengo mi trago. Unos segundos más tarde, ella choca su espalda contra mi pecho y gira su rostro hasta mi oído para luego susurrar:

— Definitivamente, estoy mucho más cómoda ahora. — Ella vuelve su mirada al frente y de seguro me veo como un gran estúpido sonriendo.

—Podría ser tu sofá cada vez que quieras, preciosa. — Susurro en su oído y siento como su piel se eriza.

Gira su rostro y con una sonrisa pícara habla:

—Me siento alagada al saber que aparte de ser mi cama, ahora también serás mi sofá.

Una risa ronca se me escapa, me siento victorioso al tenerla así, compartir con ella momentos como estos.

—Exclusivo solo para ti, mi preciosa niña.

Ella sonríe y, aunque no la pueda ver, sé que su rostro se encuentra sonrojado.

Miro hacia el frente nuestro y el idiota de la camarita, nos mira por algunos segundos, su rostro se ve un poco desilusionado, ¡Qué lástima!

Obviando al chico de la camarita, llevo mi mirada hacia los hombres que están en el escenario, ambos se encuentran listos para dar inicio a su debut de esta noche y segundos después, se pueden escuchar los acordes de la guitarra de Cristián y seguido la voz de Dorian:

He subido, he bajado, he cruzado otros labios
Pero aquella noche me hallé
He muerto de alivio nadando en tu río
Y me bebí la sed.

Las cuatro chicas no terminan de salir de su asombro, sus rostros son épicos.

Por haber encontrado un rincón a tu lado
He escrito una historia sin fin
He tejido un nidito de algodón y de hilo
Para ir a vivir.

Sinclair, esta tan emocionada que no deja de lanzarle besos al aire al que dentro de unos minutos será su prometido (Si es que acepta), no tiene ni idea de lo que viene, el todos se los toma y sonríe de manera gigante.

Tómame y acurrúcame
Bésame y acaríciame
Quiéreme.

Si te pido la mano, ¿qué dirías?
Si me pides la vida, la daría
Si te pido la mano, si te pido la mano
Si te pido la mano, ¿Qué dirías?.

A través de la letra, quiere transmitir todos los sentimientos que tiene dentro hacia la chica que lo observa con una mirada profunda, llena de tanto sentimientos.

Y yo, yo me puedo morir
Si pienso que no estás junto a mí
Estoy hecho para ti
Ya no quiero ir a buscar por ahí

Porque no estoy seguro de más nada
Más que de amarte
Y mis latidos se aceleran
Preguntándote.

Se deja llegar hasta ella y le entrega una rosa blanca quien la recibe sin dejar de mirarlo, ambos están con sus ojos cristalizados de la emoción.
Ahora mismo, Sinclair, se sumerge en los ojos del hombre que profesa su amor en el escenario, su corazón late tan fuerte que teme colapsar.

Si te pido la mano, ¿qué dirías?
Si me pides la vida, la daría
Si te pido la mano, si te pido la mano
Si te pido la mano, ¿qué dirías?

Porque no estoy seguro de más nada
Más que de amarte
Y mis latidos se aceleran
Preguntándote.

Empieza a arrodillarse frente a ella, mete sus manos a su bolsillo extiende una sortija, mientras sigue cantando con tanto sentimiento, ella lleva sus manos a sus labios con lágrimas en sus ojos.

Keily, abre su boca en sorpresa, llevando ambas manos a ese lugar, nadie puede creer que en verdad esto esté pasando. — ¡Oh, Dios mío! — Masculla, mi pelinegra, sorprendida. — Esto es hermoso...

Si te pido la mano, ¿Qué dirías?
Si me pides la vida, la daría
Si te pido la mano, si te pido la mano
Si te pido la mano, ¿Qué?

Y así como cuando nos desayunamos
Y nunca hizo falta el mantel
En la madriguera de sábanas blancas
Dos bocas comiendo sin sal".

Termina la canción y el continúa en el piso de rodillas a ella que no sale de su asombro.

— Entonces, mi pequeña Pooh Bear, ¿Qué dices? – pasa sus pulgares por las lágrimas de sus mejillas que en medio de la canción corrieron sin permiso alguno de la emoción – ¿Te gustaría casarte con este soñador empedernido que promete hacerte feliz todos los días de tu vida?

Todos los que se encuentran presentes están a la expectativa de lo que la chica responderá, ella aún sigue sorprendida de ver a ese hombre arrodillado a sus pies, entonces, es después de unos segundos de tortura y una sonrisa enorme en el rostro que da la tan esperada respuesta:

— ¡Si, a todo! — lleva sus manos a su rostro con una sonrisa. — ¡Por supuesto que acepto!

Dorian la levanta en brazos en un beso apasionado y emocionado, ambos se ven realmente felices.

— ¡Si! — Exclama, Keily, emocionada, levantándose de mis piernas para ir a felicitar los recién comprometidos. — ¡Habrá boda! ¡Me encantan las bodas!

Señales, Marceliniii... Esas son señales.

Mejor o pienso en eso...

Las personas que se encuentran aquí los felicitan a ambos, conocidos y desconocidos, pues no se puede negar que es un acontecimient o que no se ve todos los días.



— ¡No lo puedo creer, habrá boda! — Grito de alegría. —¡Muchas felicidades, Sin!

Elena y Bianca, ya se habían acercado a felicitarla, pero eso no las detiene a unirse en un abrazo grupal.

—Muchas gracias, chicas. — Agradece, Sinclair, limpiando lágrimas de felicidad. Nos separamos, sonrientes. — Nunca imagine algo así.

— Es la proposición de matrimonio más hermosa que he visto. — Dice Elena, con una sonrisa. — Créeme, aquí hay muchas deseando ser tú. "La prometida de ese mangazo de Dorian Black".

Todas reímos por la ocurrencia de Elena.

— Aun no puedo creer que hayas dicho que sí. — pronunció, Bianca, emocionada. —¿Qué será de mi vida ahora? — Soltó dramática y con lágrimas en los ojos. — Pero estoy tan feliz por ti.

Bianca vuelve a abrir sus brazos para abrazar a su hermana. Elena y yo, nos limitamos a sonreír ante tanta ternura que irradian ambas. Giro mi rostro hasta donde se encuentran nuestros acompañantes y al parecer se están divirtiendo, Cristian e Imanol, sonríen al tiempo que el novio, solo se limita a mirarlo con mala cara. Marcelo, solo se encuentra de pie junto a ellos, con su cara libre de expresión.

¡Qué raro...!

Después de platicar un poco más, decidimos acercarnos a los chicos.

— ¡Felicitaciones, guapote! — Elena, abraza a Dorian, siendo correspondida inmediatamente con una sonrisa.

— ¡Muchas felicidades, Dorian! — Me acerco y le doy un breve abrazo que el devuelve gentilmente.

— ¡Cuñado! — Es el turno de Bianca, quien aún tiene lágrimas en los ojos. — Te odio y te amo a la vez.

Imanol, sonríe ante las ocurrencias de Bi. Este la mira con tanta adoración que dan ganas de tener a alguien que lo mire así a una.

— Supongo que debo de decir gracias a eso. — Sonríe, igual nosotros. — Aunque debes explicarme porque me amas y me odias a la vez.

— Es simple, bobo. — Limpia otra lagrima, pero no deja de sonreír. — Te odio porque te vas a casar con ella, la alejaras de casa y te amo por la misma razón, porque la haces feliz.

Se dan un abrazo y luego de separarse, Dorian habla:

— Gracias, chicas, gracias a todas. — Agradece, amablemente. — Me da gusto que formen parte de este momento tan especial.

— ¡Eso merece un brindis! — Exclama, Cristian con euforia.

Nos acercamos a la mesa en donde estábamos antes. Todos tomamos asiento en sus respectivos lugares, en mi caso, me siento en el regazo del rubio, el coloca una de sus manos aun lado de mi cintura, me siento tan bien así, lo miro y me brinda una sonrisa de boca cerrada para luego llevar un trago a su boca.

Miro a mi alrededor y ninguno se extraña al verme en el regazo de Marcelo y para ser honesta, ya ni me importa. Aun no puedo creer todo lo que ha pasado el día de hoy.

— Estoy tan feliz por ti, hermano. — Comienza Imanol, con una gran sonrisa, levantando su copa con una de sus manos, la otra mantiene a Bianca, rodeada. Los tortolitos están actuando más cariñosos últimamente. — Deseo que su unión sea eterna y nos traiga muchos sobrinos, ¿Verdad, hermosa?

Bianca enrojece cuando Imanol, la mira con una sonrisa ladeada, ella solo le da un asentimiento con la cabeza, sin saber qué decir. Me imagino que sus ideas no serían coherentes en este momento, pues está enamorada y eso hace que las mujeres, nos volvamos un ocho.

— Sé que es así, muchas gracias, Imanol. —Expresa, Dorian a su amigo.

— Deseo que sean muy felices. — continua, Cristian. — Sobre todo que disfruten mucho la parte de cómo crear a los sobrinos.

Todos sonreímos, menos Elena.

— A veces me pregunto de donde sacas tantas estupideces. — El castaño, sonríe a sus anchas.

— Cristian, Marcelo. —Vuelve a hablar Dorian, sonriente por el ataque de Elena hacia Cristian. — No tengo las palabras correctas en este momento para volver a agradecerles lo que han hecho por nosotros, sin ustedes, mi osita, no tendría esa sortija en su dedo, es decir, no conocemos nada de este país y ustedes, dispusieron de su tiempo para que esto se lograra, sin duda alguna, este día es uno de los más felices de mi vida.

Da un beso en las mejillas de Sinclair, esta le sonríe enamorada.

— Para nosotros es un placer haber sido parte de un momento como este, ya una vez te dije que no tienes que agradecer nada, todo lo hicimos porque nos ha nacido. — Habla, mi rubio, con seguridad, Dorian e Imanol, le dan un asentimiento en agradecimiento. —Deseo que su camino juntos, estén llenos de alegría duradera y disfruten cada día el poder estar juntos.

Se me eriza la piel de solo escucharlo hablar con tanta seguridad y sinceridad, la posición en la que me encuentro sobre sus piernas, me permite verlo perfectamente. Nuestras miradas se encuentran y me guiña un ojo, este simple acto, hace que mi cara se sienta caliente, sonrío desviando la mirada.

— ¡Salud! — Todos tocamos nuestras copas, brindando por la felicidad de los futuros esposos.

La estamos pasando muy bien, todos estamos teniendo una noche muy bonita, compartiendo con personas maravillosas y muy agradables.

— ¿Ya te dije lo preciosa que te ves hoy? — Pregunta, el rubio con una pequeña sonrisa.

— ¿Mmmm? —Hago como que lo estoy pensando poniendo una cara pensativa. — Pues creo que no, no recuerdo que ya me lo hayas dicho.

— ¡Demonios! — Masculla, haciéndome reír. — ¿Cómo pude olvidar algo así?

Lo miro medio desafiante pienso molestar un poco con ciertas ocurrencias mías.

— Podría ser un síntoma de la vej...

— Buenas noches. — Interrumpe, una mujer muy bonita. Es alta con unos preciosos ojos cafés, el pelo llega a los hombros y estos son de color negro, su figura es espectacular.

— ¡Buenas noches! — Respondemos todos al unísono.

Se hace un silencio incomodo, pues la chica observa a todos en la mesa y luego de unos segundos, su vista recae sobre mí, es tan intensa su mirada que me hace sentir inquieta. No me pasa desapercibido la mirada que Cristian le da a Marcelo.

—¿Podemos ayudarte en algo? — Pregunta, Sinclair, amablemente hacia la chica.

— Gracias. —responde, cordial. — Disculpen la interrupción, pero, Marcelo, ¿Podríamos hablar un momento, por favor?

Aún estoy sentada en el regazo del antes mencionado y podría jurar que se puso algo tenso con la llegada de la chica.

— ¿No podría ser después, Mikaela? — Plantea, Cristian, a la chica. — Estamos con unas amistades y no queremos ser descortés.

— No se preocupen por nosotros. — Habla, Imanol. — Puedes ir sin ningún problema.

Siento los ojos de Marcelo sobre mí y es por ello que decido mirarlo también.

— ¿Te molesta que vaya? — Suelta de repente y su pregunta me deja un tanto descolocada, ¿Acaso estaba esperando mi autorización?

— ¿Qué? ¡Claro que no! —Respondo rápidamente, aunque siento algo dentro de mí que no me hace sentir en paz. — Ve tranquilo.

— No tardo, ¿De acuerdo?

Doy un asentimiento con la cabeza y me pongo de pie para dejarlo ir, puesto que aun sus piernas eran mi sillón. Veo como ambos se alejan a través del mar de personas que hay aquí.

— ¿Quién es esa súper modelo? — Pregunta Elena hacia Cristian.

— Se llama Mikaela, es una conocida nuestra. Más de Marcelo que mía. — Responde con la mirada puesta en mi, su rostro se torna serio.

Mi corazón da un tirón fuerte.

— Sí que es bonita. — Masculla, Bianca.

Eso no me hace sentir mejor.

— Pues no contradigo verdades. — Dice, Sinclair.

No sé porque tengo esta sensación amarga en mi pecho, no me gusta.

Todas tenemos la vista hacia ellos, es decir, en Marcelo y Mikaela, ella parece reclamarle algo y él no muestra ningún tipo de expresión, se encuentra de brazos cruzados, sin embargo, al parecer, le dice algo que la hace cabrear más, porque los gestos y movimientos que hace con su cuerpo lo indican.

— Ustedes cuatro son mucho más hermosas que esa chica. — Comenta, Imanol, haciendo que desviemos la atención hacia él. — Hoy nuestro trabajo fue intenso, había que mantener a los bichos alejados.

— Somos la envidia de muchos aquí. — Añade Dorian. — Ustedes están divinamente Celestiales, chicas.

— Demasiada belleza en esta mesa. — Termina Cristian.

— Gracias, gracias, gracias... — Suelta Elena complacida. — Es bueno que nos repitan lo que ya sabemos, ya saben, para engordar el ego.

Todos reímos de Elena.

— Tu ego está en sobrepeso hace tiempo, Elena. — Masculla Cris, haciéndonos reír.

— Si, mi ego y tus estupideces van a la par, en competencia, Superman.

Cristian y Elena comienzan una discusión y con cada ocurrencia de ellos reíamos más, en verdad, este par es tal para cual. Después de unos minutos transcurridos, Marcelo, se integra a la mesa con su rostro normal.

Libre de expresión...

— ¿Todo bien? — Pregunto al rubio, quien tira de mi para que me ponga de pie para sentarse en mi lugar y luego, hacer que me siente en sus piernas nuevamente.

Mis mejillas están ardiendo.

— Si, todo bien. —Responde, tomando un trago de su vaso.

Me quedo observando su rostro y en verdad, se ve tranquilo.

La noche continua entre platicas y risas, la hemos pasado genial, nunca imaginé que estos hombres prepararían una propuesta de matrimonio tan bonita. Me sorprendió bastante que Cris, tocara y cantara tan bien como lo hizo. Pero lo que aún no puedo creer es que yo le haya cantado una canción a Marcelo, estoy segura que la intención que tuve de que él viera algo de mí, tuvo su efecto porque en las últimas horas ha hecho cosas que creí que no haría, me besó en público y mírennos aquí, parecemos una pareja normal. Del mismo modo, tampoco puedo hacerme la tonta, él también canto para mí y es algo que me ha emocionado muchísimo, se que no fue abiertamente, que solo tarareó una canción, pero entre tarareo me miraba, esa letra y su profundo cielo azul, me dijeron tanto.

Mi corazón se siente feliz...

Solo espero que esto nos dure porque me siento más perdida que nunca. En definitiva, Marcelo Sandoval, alias el Tarúpido e idiota, es Mi Perdición.

Después de media hora más, volvemos a la pista, solo las chicas y disfrutamos de bailar entre nosotras. Estamos moviendo nuestras caderas hasta mas no poder.

—Este club es muy bueno. —Expresó Sinclair, elevando la voz, la música está muy alta. — Me gustaría volver en otra ocasión.

—Yo también quiero. —Bianca, toma la palabra al tiempo que hace un giro espectacular.

—Bueno, mis nenas, solo pongan el día y la hora, estoy a sus órdenes. —Se pronunció Elena.

Todas me miran a mí y sonrío.

—Si yo no vengo, ustedes no gozan. Bebes... —Todas reímos hasta mas no poder.

—¡Qué viva el cuarteto dramático! —Vocifera Elena, a todo pulmón levantando una copa que trae en la mano.

—¡Qué viva...! —Gritamos todas, incluyendo las personas de la pista haciendo una bulla estruendosa.

Esto es una locura.

Tiempo después, estamos de nuevo en el apartado, y nos dividimos para decirle nuevamente, nuestros buenos deseos a Sinclair y Dorian.

—¡Sin, estoy tan feliz por ti! – Farfulla Bianca, sus ojos se cristalizan  nuevamente, sun no supera que su hermosa se haya comprometido para casarse. —Será una hermosa boda.

— Aún no lo puedo creer – dice observando su anillo en forma de oso, hasta en eso se destacó Dorian – estuvo todo tan inimaginable.

—Sí que lo fue ¡Felicidades, Osita! – Elena se acerca y le da un abrazo también – sabes que debo ser una de tus madrinas – ella sonríe con picardía y le dice algo solo para nosotras — no nos puedes dejar por fuera del cortejo, así vamos todas a la despedida, imagínate, hombres musculosos, sudados, en cueros restregando su...

—¡Elena! –reprendo y hago señas abriendo mis ojos muy grandes para hacerle saber de qué los chicos están detrás y la pueden escuchar — no cambias, hay que rociarte agua bendita para exorcizar esos demonios que tienes – suelto entre risas acercándome a Sinclair, para también darle un abrazo. —Te felicito, nena, estoy segura que serás muy feliz, solo basta con ver la emoción que emana ese papucho.

—Gracias a todas, de verdad aprecio tantas muestras de afecto. Ah, Elena, por supuesto que tú y Keily, estarán en el cortejo. Además, no creo que sea tan mala idea lo de la despedida – la miro con indignación y ella hace un movimiento de hombros volteando a guiñarle un ojo a la pelirroja.

—¡No puede ser! son tal para cual. – Declaro entre risas.

—¡Ay, no puedo contigo lindura! – me señala, Elena. — ¿Ves? A ella le pareció buena idea — hace un movimiento de cejas — ya me imaginé todo el elenco de Magic Mike, uffff, me dio hasta calor será la despedida perfecta – se abanica con las manos la cara.

Esta loca, definitivamente.

—¿Qué te dio calor el escenario de quién? – Dorian, llega y se posiciona junto a Sinclair y, de inmediato, esta palidece. Elena lo observa con cautela, me guardo una sonrisa. — Dime que no escuché bien, Pooh Bear, y no están planeando una despedida rodeadas de una cantidad de mal proporcionados bichos.

Eso llama la atención del resto de los chicos y de inmediato todos se empiezan a manifestar con seriedad. Marcelo, clava sus ojos sobre mí, su ceño se encuentra ligeramente fruncido, no puedo evitar apretar los labios para no reír.

Desvío la mirada a cualquier otro lado.

Cristian, es el único que se encuentra feliz con la propuesta de la despedida de soltera, ya saben, él todo lo toma a broma.

—Pero ¿cuál es el problema de que ellas tengan la despedida? Así nosotros también te hacemos una que no olvidarás en tu vida – le dice Cristián a Dorian con una picardía admirable en su rostro, siendo Elena la que le responda.

—No subestimes mi ingenio, Superman – lo apunta con su dedo índice — no te imaginas lo que puedo hacer, te aseguro que lo disfrutaremos al máximo – levanta una de sus cejas desafiante y él no se inmuta, es un celoso Dorian, quien le replica:

—Si, bueno, no sé ustedes, pero mi prometida y yo no iremos a eso – mira a Sinclair — ¿Escuchaste lo bonito que se escuchó, mi prometida?

—Sí, sonó hermoso y, a mí tampoco me gusta la idea de ver que una mujer que no sea yo te esté bailando así que, lo siento Elena, esta vez no – le dice con una fingida sonrisa — quizás cuando le toque a alguna de ustedes.

¡Que traidora! No cabe duda que se parece a Elena, son igual de astutas.

Muero lentamente, ahora es al dos por uno. Ella estuvo de acuerdo desde un principio con la despedida de soltera y ahora no quiere.

La conveniencia tiene un poder increíble, aprende de ellas Keilisita...

—¿Ves lo que provocas con tus idioteces? – Se dirige Elena, a un indignado Cristián. — si no se te ocurre copiar mi idea, hubiese tenido a una ricura como Channing Tatum entre mis piernas, bailando.

Bueno, yo disfrutaría viéndolo...

—¡Ay, por favor! – exclama Cristián, sonriente — ni que estuviese mejor que yo – Elena va a responder cuando este la detiene. — Mejor ni respondas y cambiemos el tema.

Marcelo aun me mira, lo sé porque siento su mirada en mi espalda, esta es muy pesada.

—Creo que es lo mejor amigo y ya deja de estar proponiendo cosas que sabes que no pasaran – el rubio está más serio de lo normal —Podríamos llevarlos a otra parte.

Eso llama mi atención y lo miro con mis ojos brillantes.

—No sé —Les interrumpe, Sinclair. — ¿Qué tienes en mente? Perdón que los interrumpa, pero ¿Saben que me gustaría? – habla emocionada — antes de venir aquí estuve investigando y leí de un lugar que se llama: El Paraíso de Aguas Rosas, se veía realmente hermoso – voltea a mirar a Dorian —¿Crees que podríamos ir allí?

—No veo porque no, ¿Qué opinan ustedes chicos? – Pregunta un Dorian, muy animado.

Una sonrisa, se pinta en mis labios, esa idea me encanta.

— ¡Será perfecto! – manifiesto, emocionada. — Podríamos ir mañana, conozco unas personas que manejan unos chalets en los alrededores y estaríamos cerca del paraíso.

La mirada del rubio se cruza con la mía, la comisura de sus labios, se realzan en una leve sonrisa, mi cara debe estar... ya saben, roja.

—¡Cierto! Podríamos hacer una fogata y disfrutar, pues ya me vi a la orilla de esta, tumbada en la arena – habla Elena, muy entusiasta — listo, no se diga más, nos vamos al paraíso.

Imanol. susurra algo a Bianca y esta da un asentimiento de cabeza, su rostro esta carmesí. Por su parte, el pelinegro, mira en dirección a Marcelo y habla:

—De acuerdo, iremos todos.

—Perfecto — interviene, mi rubio precioso, guiña un ojo en mi dirección, solo yo me di cuenta de esa acción. — Llamaré a Francis, mi piloto para que tenga el jet listo a primera hora del día de mañana – observa su reloj en la muñeca —¿Qué les parece a las nueve?

—¿Iremos en el Jet estando tan cerca y pudiendo hacer un viaje por carretera? – Intervengo.

Dirige sus preciosos ojos hacia mí.

—En realidad busco comodidad, en el jet sería un viaje sumamente corto, en cambio por tierra seria unas cuatro horas y eso nos agotaría a todos y lo ideal sería aprovechar el fin de semana – sonríe con suficiencia. —  Pero si quieres viajar por tierra, niñita, le puedo decir a Thomas que te lleve.

Maldito idiota, quiere hacerme quedar en ridículo.

Los demás sonríen ante nuestro pequeño dilema.

—No tengo ningún problema en irme por tierra con Thomas, cielo — hablo mirando en su dirección desafiante, entrecierra los ojos con diversión, sabe que no puedo quedarme callada. —Solo tendría que buscar un acompañante para distraerme en el trayecto.

— No empieces, niñita, no me provoques — Ambos nos observamos desafiantes, me encanta esa faceta de él.

— No lo hago, cielo, solo te digo lo que pienso — Expreso, — pero he de reconocer que tienes razón, el viaje en Jet, es mucho más cómodo y nos agotaríamos menos, así que sí, estoy de acuerdo en viajar en tu Jet.

Sonríe victorioso y guiña un ojo en mi dirección. Mi cara debe ser un tomate rojo.

Así pasamos un momento agradable planificando la salida de mañana, o más bien, dentro de unas horas al Paraíso de las Aguas Rosas.

Estoy sobre las piernas del rubio, él se toma su trago de vez en cuando y yo también. Los chicos expresan que se sienten muy a gusto en Mérida y que podrían considerar quedarse un poco más de tiempo, pero eso lo verán más adelante.

—Keily... — Marcelo, llama mi atención y mi piel se eriza cuando su aliento golpea mi oído.

Trago saliva. Lo miro y sus ojos tienen ese brillo especial que me deja ver en ocasiones.

—Dime.

—Si aún decides irte por tierra al Paraíso de las Aguas Rosas, yo podría ser tu acompañante de carretera.

Una sonrisa enorme adorna mi rostro en este momento.

—¿Vas a viajar incomodo pudiendo ir en jet? — Levanto una de mis cejas sonriente.

—Contigo, la palabra incomodidad no existe en mi vocabulario, mi cielo.

Trago saliva y mi corazón late fuerte y contundente. Este hombre piensa volverme loca. Estoy perdida en él.

—Tú piensas volverme loca, ¿Verdad? —Las palabras salen de mi sin haberlas pensado.

Sonríe indignado.

—Pensé que ya te tenia loca, nena.

Golpeo su hombro levemente.

—Se me olvidaba que eres un idi... —Me detengo un momento y considero el insulto, ya que este traería unas deliciosas consecuencias, me mira y sonríe victorioso. — un tarado.

Respira hondo.

—Esos insultos tuyos, me lastiman en lo más profundo de la cosa aquella.

Da un rápido beso en mi mejilla, luego se toma un trago.

Sonrío. Frunzo el ceño confusa.

—¿Cosa aquella?

—Sí, aquella que tú y todos los demás llaman corazón.

Una carcajada sale de mí, es tan fuerte que llama la atención de los demás, los miro avergonzada, pero eso solo dura algunos segundos cuando vuelvo a poner toda mi atención hacia el rubio que también tiene una leve sonrisa en el rostro.

—A ver, todos lo llamamos corazón — hablo entre risas, me mira divertido. —Tú, ¿cómo lo llamas?

—"Cosa aquella".

Al responder esto no pude evitar soltar una carcajada más grande que la anterior, nuevamente llamo la atención de los demás.

—Tienes que contarme que es lo que te dice Marcelo para que te pongas así, mujeron andante.

No llego a responder porque el rubio lo hace:

—Te quedaras con las ganas de saber, idiota.

Todos reímos.

—Lo que sea que le haya dicho es muy bueno. —Suelta Imanol con una sonrisa ladeada al tiempo que toma un trago. —solo mira su cara, esta roja.

Bianca le suelta un manotazo y mi cara arde en llamas.

—No comiences, Imanol, Déjala tranquila.

—Eso dolió, hermosa. — se quejó, el pelinegro.

—Más te va a doler si continuas. —Replica ella divertida.

Él pone mala cara, pero al segundo se encuentra sonriendo, guiña un ojo en mi dirección y sonrío a los dos.

Nuevamente nos sumergimos en la conversación animada de los chicos.

Es tarde en la madrugada, decidimos que era justo volver a casa, puesto que en unas horas tendríamos cosas que hacer. Ahora mismo, me encuentro en la puerta de mi departamento y a mi espalda, se encuentra mi rubio precioso, insistió en traerme a casa luego de que me negara dos veces. No porque me moleste que me haya traído, sino que llegue al club con Elena, pero la muy loca, termina siempre dejándome a solas con Marcelo, sé que lo hace a propósito para que el antes mencionado y yo pasemos más tiempos juntos, porque en otras circunstancias jamás lo haría.

Aún recuerdo las palabras que me susurro al oído antes de marcharse con Cristian:

"Olvida ese maldito trato y comete a ese hombre sin remordimientos"

Ganas no me faltan, la verdad. Es demasiada tentación tenerlo cerca, saber que es el único capaz de remover cada fibra de mi cuerpo.

Cuando la puerta es abierta, ni siquiera lo invito a pasar, ya él lo hace solo, creo que no es necesario tantas formalidades entre nosotros. Coloco las llaves en un lugar y termino de entrar a casa, no puedo evitar soltar un suspiro de alivio al despojarme de mis zapatillas a la mitad de mi sala, siento su mirada en mi espalda y sonrío.

Lo escucho soltar un suspiro fatigoso.

—¿Estás cansado? — Pregunto, girando mi rostro hacia él.

Me da esa mirada que vuelve al revés todos y cada uno de mis sentidos.

—Es tarde ya. — Dice calmado, me mira y un brillo hermoso caracterizan sus ojos en este preciso momento. — ¿He dicho ya lo preciosa que estas?

Sonrío sonrojada, pero nunca aparto mi mirada de él.

—Creo que he tenido muchas lagunas mentales estos últimos días, algo anda mal en mí. — Susurro con una sonrisa traviesa acercándome a él. — Pero no tienes ningún problema en repetirlo, ¿verdad?

Sonríe acercándome a su cuerpo por mi cintura.

—Nunca tendría problemas en repetir una y otra vez que te vez preciosa en vestidos, — Continúa posando una de sus grandes manos en mis mejillas, su aliento golpea mi rostro de lo cerca que nos encontramos haciendo que mi cuerpo se caliente. — en pantalones, faldas, pijamas y mi favorita, sin nada sobre tu cuerpo.

Sus palabras hacen un nudo agradable se apodere de mi estómago.

—Eres un pervertido. — Golpeo su hombro levemente con una sonrisa, él me sonríe de manera picara.

—Tú me haces un pervertido con tus provocaciones. —Susurra, su voz sale totalmente ronca, mientras tanto, trato de disolver el nudo que se apoderado de mi garganta tragando en seco una y otra vez, pero me es imposible.

—Yo no he hecho nada para provocarte. —Suelto en un susurro, acaricio su nuca, me encanta hacer eso. Su agarra se mantiene firme en mi cintura.

—Ah, ¿no? — farfulla, frunciendo el ceño un poco. Su voz sale sexy y muerdo mis labios, haciendo que su concentración esté en esa parte. — Todo el tiempo lo haces.

Sonrío, porque él también me está provocando.

—Eso me dijiste cuando me besaste la última vez. — Manifiesto.

—Sí, te lo he dicho.

Comienza a tocar mi rostro con una de sus manos, la otra aún se mantiene en mi cintura, ambos estamos en silencio, nuestras miradas conectadas todo el tiempo.

Lo miro deseoso, sus ojos son dos bolas de fuego de color azul, mi mirada viaja a sus labios, estoy haciendo uso de mi autocontrol para no caer en la tentación de saltar sobre él y besarlo. Toca mi rostro con la yema de sus dedos y por instinto cierro los ojos, ya no puedo más con esta agonía, vuelvo a abrirlos y, justamente en ese instante, lo veo pasar saliva, sé que no voy a aguantar esta situación y como él se atrevió a besarme primero, yo lo haré también.

Mis ojos se desvían a sus labios, remojo los míos y comienzo a acercarme a los suyos, él no se mueve, solo se limita a observar mis movimientos, cierro los ojos cuando estoy a punto de tocar sus labios.

Dios, cuanto lo deseo...

Besarlo no tiene precedentes, de cualquier forma, no importa ni donde ni como sea el beso, el me hace sentir tanto que da pavor.

Cuando por fin llego a él, me encuentro que el muy desgraciado que lo tiene todo muy agraciado, me ha rechazado el beso en los labios, ya que ahora mismo estoy besando sus mejillas.

Me separo lentamente y frunzo mi ceño en señal de confusión. El idiota, está sonriendo ampliamente.

—No vas a besarme, Keily Andersson. — Suelta de repente con una sonrisa ladeada.

—¿Porqué? — Pregunto, indignada, me cruzo de brazos. Su sonrisa se hace más grande. — Tú me besaste en el club, delante muchas personas.

—Tú me provocaste. — Suelta restando importancia al asunto.

—Tú también lo hiciste, me has provocado. —Farfullo, aún indignada.

Sonríe.

—No recuerdo haberlo hecho. – Dice haciéndose el idiota, se nota que se está divirtiendo a lo grande conmigo. — Tú y yo tenemos un acuerdo, no sé si las lagunas mentales también hicieron su función en ese aspecto, pero yo estoy aquí para recordártelo.

Maldito idiota.

—¡Pero tú me besaste primero! –Chillo frustrada. — Eso no se vale.

—Yo te avisé con antelación que si me provocabas te besaría. — Suelta con media sonrisa. — Un solo beso, ¿Lo recuerdas?

—Tengo Amnesia. — Suelto con la cara como un tomate.

Sonríe al tiempo que yo suelto un bufido exasperado.

—Hay un acuerdo que está aquí —Masculla suavemente mientras toca mi cabeza con uno de sus dedos. —Yo suelo cumplir mis promesas y te dije aquella ocasión que lo respetaría.

Pero también dijiste que no me provocarías...

Bajo la mirada avergonzada, ¿cómo pude atreverme a tanto? Si fui yo misma quien propuso este maldito trato y ahora soy yo quien busca de él para besarlo. Seguramente ha de pensar que soy una loca que toma una decisión ahora y luego otra.

—Lo siento. – Hablo sin atreverme a mirarlo. — Tienes toda la razón, yo...

—No tengo nada que disculparte, no busco eso, te mentiría si te dijera que me siento mal por lo que acaba de suceder. — Interrumpe mientras acuna mi rostro para que le mire, mi cara debe ser candela pura. Sus ojos absorben por completo toda mi atención, trago saliva. — Esto está siendo muy difícil para mí, me muero por besarte, me encanta todo de ti, pero no quiero que, en ninguna circunstancia, pienses que me aprovecho de ti, porque para mí no eres un pasatiempo, Kei.

Dios... me lo puedes mandar menos perfecto, si quieres. Es la primera vez que deja un poco más de él y de lo que siente.

¡No soy un pasatiempo!

Mi corazón se infla de alegría, Dios mío.

Sonrío avergonzada.

—Tú también me encantas. – Pronuncio llevando mis manos a su cuello, mi cara ardiendo como siempre y él sonríe a sus anchas.

—Lo sé — Suelta con una sonrisota. Me da un beso en la nariz y sonrío. — Está escrito en toda tu cara.

Lo empujó sin mucho esfuerzo por el hombro.

—Eres un idiota.

—No voy a besarte, nena. — Sonrío.

—No estoy esperando que lo hagas, Don tarúpido.

—No tienes más insultos, debes hacer renovaciones.

Sonrío.

—Tengo muchos, pero esos te quedan bien.

Nos quedamos en silencio por unos instantes, ambos nos miramos a los ojos y no puedo con tanta profundidad en ellos. Mi cuerpo se siente incómodo, pero a lo bien y es por ello que, con pequeño carraspeo, me separo de él dirigiéndome al pasillo.

—Es tarde, hay que descansar. –Pronuncio.

Giro mi rostro y veo que no se ha movido de su lugar. Creo que se siente confuso con lo que hará, sus ojos están puestos en mí y su ceño se encuentra un poco fruncido.

—Aún creo que la niña Medeiros, me está esperando en algún rincón.

Una pequeña sonrisa tira de sus labios y comienza a caminar en mi dirección.

— Si te espera en algún rincón, prometo protegerte.

—Seguro que lo harás.

Toma mi mano y nos dirigimos juntos a la habitación. Ambos nos damos un baño por separado y nos acostamos a dormir, no sin antes, tener una plática de cualquier tema.

Está claro que este trato que es más bien una excusa barata, no se llevará a cabo al cien por ciento, nuestras sensaciones experimentadas cuando estamos juntos, son tan fuertes que nos hace flaquear, tanto así, que nos atrevemos a poner pretextos solo para poder besarnos. Por mi parte, cada vez estoy más sumergida en mis sentimientos y estos, me hacen hacer cosas como las que hice hace unos momentos atrás.

En esta ocasión, me encuentro sobre su pecho, mirando fijamente su rostro y sin miedo a jurar podría decir que es la mejor vista que he tenido en mucho tiempo. Poco a poco, mis ojos se van cerrando y lo último que recuerdo antes de quedarme dormida, es sentirme siendo abrazada por Marcelo, al tiempo que reparte muchos besos en la coronilla de mi cabeza.

—Buenas noches, mi cielo.

Es lo último que escucho antes de que el divino Morfeo del que tanto me platica mi amiga Liz, me arrastre hacia él sin contemplaciones.

◇♡◇

🌟♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡🌟

Capítulo nuevo.

Espero les guste.

Estos cuatros bellos y hermosos bebes: BIANCA, IMANOL, SINCLAIR Y DORIAN, tienen su propia historia y es hermosa; así que los invito a leerla, se llama "CAMINO DE ESPINAS" y se encuentra en el perfil de Lizzzoloz y si desean también, pueden visitar mi perfil, ahí se encuentra en mi lista de lecturas.

¡VAYAN DE UNA!

¡NO LO DEJEN PARA DESPUES!

RECUERDEN:

"Camino de Espinas".

Autor: Lizzzoloz

Muchas gracias por leerme.

Kath, las ama muchísimo, mis niñas guerreras.  ⚘️🌹

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