≪•◦ ❈ Capítulo 54.1 ❈ ◦•≫
Llegar a la fiesta de mi pequeño demonio y ver lo radiante que estaba, me a hecho pleno, su sonrisa y esa mirada cálida que me da me brinda la oportunidad de ir agrietando mis muros, ahora solo existimos ella y yo, no existe un ayer, ni un mañana, solo un ahora mismo. No quiero pensar en nada más que no sea en compartir con la mujer que me hace sentir tanto, la única que a podido entrar después de tantos años.
Ahora mismo voy conduciendo la moto, ella va detrás, sosteniéndose fuerte de mi torso, se encuentra feliz, me lo dice su risa, su forma de hablar y de aferrarse a mi. Aumento la velocidad, después de minutos, cuando llegamos al Puerto Progreso donde tengo mi casa de verano, el aire se vuelve muy frío, pero la adrenalina nos hace olvidar de eso, siento como ella floja su agarre de mi y abre sus brazos al tiempo que la escucho gritar de felicidad, giro mi rostro con una sonrisa, ella se encuentra con sus brazos abiertos y la cabeza hacia atrás, se ve tan libre.
— ¡Esto es hermoso! – exclama plena, parece una niña pequeña, sonrío, mi niña pequeña, eso me llena de satisfacción. — ¡Bello, bello, bello!
— Vamos, nena, sostente bien, – hablo fuerte para que me pueda escuchar y ella vuelve a rodear sus brazos en mis caderas, disminuyo la velocidad para que ella pueda apreciar las luces de la carretera y demás. — ¿Te gusta lo que ves?
La siento sonreír a mis espaldas. — Me encanta muchísimo, cielo.
Sonrío.
— Me da gusto escuchar eso, niñita.
Ambos vamos apreciando cada espacio del puerto, de las casas y de más, luego de unos minutos, llegamos a la que es la entrada de mi casa en la playa, es muy hermosa y siempre me a gustado venir aquí, aunque Progreso no es unos de los lugares atrayentes para las personas que tienen posibilidades de invertir, para mi si que lo es, aquí encontré la oportunidad de comprar esta propiedad y hacer remodelaciones a mi gusto.
En Progreso Yucatán se encuentra la primera de las playas más cercanas a Mérida. Se ubica a tan solo 30 minutos de viaje en carretera, pues muchos aquí tienen sus casas de verano al igual que yo, además de que es uno de los lugares más frecuentados por su cercanía y es un lugar tranquilo, se come delicioso, sus playas son de arena clara y aguas con escaso oleaje, definitivamente, es un lugar digno de admirar en cualquier momento.
— Hemos llegado. – Hablo al tiempo que detengo la moto, bajo el soporte y quito mi casco protector.
Ella deshace su amarre y quita su casco, se desmonta de la moto y mira con emoción lo que tiene en frente, la casa frente al mar.
— Esto es precioso – Habla con la sonrisa más hermosa del mundo, contempla todo lo que puede como niña pequeña, bajo de la moto y me posiciono a su lado, mirando hacia el mismo punto que ella, el mar que nos queda de lado a unos cuantos metros de distancia. — No sabes lo feliz que me hace ver esto.
Sonrío al tiempo que la miro.
— No has visto nada, preciosa. – Hablo para ella y me mira con una sonrisa gigante, su pelo se encuentra un poco alborotado, quizás por el casco y el viento. — Vamos a dentro.
— ¿Esta es su guarida, señor secuestrador? – Su pregunta seductora me hace reír.
— Una guarida digna para mi víctima de esta noche. – Nos miramos a los ojos, tantas emociones juntas, sonríe arrogante.
— No esperaba menos de usted, señor secuestrador.
Sonrío.
La tomo de la mano al tiempo que la conduzco por el pasillo que da a la puerta principal, abro esta, no es necesario utilizar la llave debido a que los encargados de la misma, no tienen mucho que se han retirado y antes de hacerlos le di instrucciones claras.
Al entrar a la casa la veo maravillada con lo que observa, suelto su mano y ella llega a la sala, sus pasos son lentos y mira minuciosamente cada detalle, admirando la decoración, pasa sus dedos por un pequeño estante y luego se dirige al sofá, esta muy sumida en sus pensamientos cuando decide hablar:
— La casa está decorada en delicados tonos tierra, micro cemento, paredes de cal, textiles, y madera vieja reciclada, – habla como toda una experta en la materia y sonrío porque tiene razón, ella habla en base a lo que ha visto desde la entrada hasta aquí, es una chica muy observadora e inteligente. — Es una estupenda casa, es decir, a mi me encanta.
— Me da gusto que te haya gustado, – ella me mira con una sonrisa que correspondo. — ¿Quieres ver el resto de la casa?
Me da un asentimiento de cabeza y me acerco para tomarla de la mano, es así como la llevo a que vea el resto del lugar, cuidando de no estropear mi sorpresa, camino detrás de ella mientras que detalla cada espacio, puedo ver que disfruta mirar la decoración de los lugares que frecuenta así como yo miro las edificaciones.
— La casa está diseñada para disfrutar de la playa desde todos sus espacios. – Masculla ella para si misma, aunque me permite escuchar perfectamente lo que dice y disfruto tanto hacerlo. — La vistas de la arena y el mar desde las habitaciones son realmente espectaculares.
Sonrío.
— Esta casa, tanto la arquitectura exterior como la interior se relacionan desde la misma concepción de la vivienda. — Hablo hacia ella quien me presta mucho interés y me alegra, es por ello que continuo. — El objetivo principal fue tratar su hermosa vista al mar y a la piscina como invitados de honor del lugar, Cristian y yo la diseñamos y estuvimos a cargo de la construcción.
— Son increíbles ustedes. – Me mira con orgullo. — Eso merece un beso.
Eso llama mi atención y veo como se acerca rápidamente hacia mi y cuando ya no existe distancia que nos separe, rodea sus brazos en mi cuello, en automático los míos se dirigen a su cintura, la observo con detenimiento, intentando descifrar cual será su siguiente paso, todos mis sentidos se activan y ni hablar de mis sentimientos.
Se acerca a mi lentamente y por inercia cierro mis ojos esperando lo que tanto he anhelado durante tantos días, un beso de sus adictivos labios. La cosa aquella llamada corazón late rápido y fuerte ante tanta cercanía, siempre ha sido de esa manera. Sus suaves labios dan un beso en la comisura de los míos, ese beso dura algunos segundos prolongados, en ello me deja saber que no le soy nada indiferente, la siento sonreír cerca de mi rostro y abro mis ojos que aún se encontraban cerrados, niega con la cabeza, aún nuestros rostros están a escasos centímetros.
— ¿Qué sucede? – Indago curioso al verla sonreír preciosamente.
Su sonrisa es perversa.
— Tú – hace un piquete en mi nariz con su dedo índice, aún rodea mi cuello con uno de sus brazos, yo su cintura. — querías que te besara en los labios, pervertido.
Sonrío maliciosamente.
— Siempre quiero besarte y que me beses en los labios, mi cielo. – Sus ojos brillantes como dos luceros, son preciosos, veo como disimuladamente traga saliva, pero nunca a dejado de sonreír. — Y si no te beso aquí y ahora es por respeto al maldito trato que hicimos.
Su piel se eriza, y juzgando por los pequeños temblores que emite su cuerpo, puedo decir que se estremece en mis brazos con tan solo escucharme hablar.
— Es un reto, puedes perderlo cuando quieras, – habla en un susurro, la estrecho más a mi y doy suaves besos desde la comisura de sus labios hasta llegar a sus orejas de manera lenta. — ¡Dios mío!
Sus movimientos corporales, lo erizada que ahora se encuentra su piel, su respiración agitada, me dan luz de que ella quiere esto tanto como yo. Sin embargo, no es tanto por el reto que ambos asumimos, es que en su mirada pude ver que ella necesitaba tiempo para asimilar todo lo que le está pasando en su interior, al igual que yo, pero de alguna manera u otra, de esto seguir así, se va a ir a la mierda y juro que eso quiero, la deseo tanto, quiero estrecharla entre mis brazos y hacerla mía una vez más.
Vuelvo y repito la misma acción doy besos desde su oreja hasta la comisura de sus labios, me estoy muriendo por lanzarla al maldito sofá y arrancar su vestido para hacerla mía de una maldita vez y por todas, ella se queda quieta, busca más contacto de mi anatomía, si es que eso es posible.
— Dime que quieres y lo tendrás. – Susurro seductor en su oído y sé estremece, efecto que ya esperaba. — Pídeme lo que quieras, niñita.
Si su respiración estaba agitada anteriormente, no se como explicar lo errática que se encuentra ahora, pero no solo es la de ella, la mía también, tengo que hacer presión en sus caderas para poder controlar todo lo que siento en estos momentos, mis sentimientos por ella y las sensaciones que mi cuerpo experimenta estando a su lado.
— Yo quiero... – Susurra y su aliento me golpea haciendo que haga más presión en su cintura, — Quiero que tu... – ¡Cielo santo, esta mujer piensa volverme más loco de lo que ya estoy, mi erección me duele! — Quiero que tu me....
— Si, Dime, dime que quieres – Mascullo desesperado, nuestras respiraciones son anormales en estos momentos, quiero que me de luz verde para besarla, tocarla, continuo con mi recorrido de besos. — Dime, nena...
Hablo entre jadeos y gruñidos.
— Quiero... – masculla ella seductora haciendo una pausa que me deja inquieto, haciendo que mi imaginación explote esperando que me pida lo que en verdad quiere y así terminar con esta agonía que me mata desde hace unos días. — Quiero que tu me enseñes....
— Maldición, niñita, me estas volviendo loco... – la presiono contra mi buscando alivio a mi gran desesperación, se que ella esta igual que yo y me lo pedirá, señores, mi agonía por tenerla en mis brazos llegará a su fin, sigo mi recorrido de besos y me desplazo a su cuello, mis pantalones me molestan de tanto que la deseo.
¡Ay si, Marceliniii, eres un tontolino por aceptar este tipo de cosas, me decepcionas..!
Por primera vez, estoy de acuerdo contigo, conciencia.
En toda mi vida no había deseado a una mujer como la deseo a ella, ahora mismo mi erección me duele y lo único que quiero es que esta mujer termine con esta tortura, mi imaginación reproduce a cada instante todo lo que quiero hacerle, ella me da acceso, sus ojos cerrados, ver como muerde su labio inferior ante mi toque, me están matando, estoy con mis pensamientos a millón cuando la escucho hablar:
— Quiero que tu me enseñes el área de la piscina que mencionaste hace unos momentos.
— ¿Que? ¿Qué piscina? – Mascullo en su oído, aún en mi mundo.
— ¿Cómo que qué piscina? – Pregunta entre risas.
Y ahí se murió mi esperanza de hacerla mía nuevamente, dicho esto se separa de mí con una sonrisa triunfal en su rostro color carmesí, esta roja y eso me deja saber que la muy condenada estuvo jugando todo este tiempo, pero también esta sufriendo la misma tortura que yo. La miro con los ojos entrecerrados, juro que me va a pagar cada una de las que me debe.
— Un día no muy lejano, te haré pagar cada una de las provocaciones que me has hecho, Keily Andersson.
Sonríe victoriosa.
— Estoy ansiosa por ver eso. – Responde pícara y su mirada rebasa todos mis límites. — Ahora, ¿Me puedes llevar a la piscina, por favor?
Quisiera decir tantas cosas ahora mismo a este pequeño demonio, sus provocaciones son una tortura, no sé en qué momento esta mujer se coló tan profundamente en mi, haciendo que se nublen mis sentidos, que cambie de parecer en cuanto a sentimientos, que me atreva a tanto por un ser humano que no es nada mío.
La miro fijamente en silencio, nuestras miradas están conectadas y trago saliva, me observa interrogante, la entiendo, ahora mismo estoy con mis ojos puestos en ella sin decir una sola palabra, son muchos los pensamientos que me embargan, tantas cosas que quiero decir y no puedo, simplemente no puedo.
— Ven, vamos. – Extiendo mi mano había ella quien no duda en tomarla. — Te llevaré a la dichosa piscina.
Es así como tomados de la mano la llevo a la alberca, pues ahora descubrirá la pequeña sorpresa que preparé para ella.
— Esta casa de verano es una de las más hermosa que he visto. – Habla mirando todo.
— Muchas gracias, puedes venir aquí cuando quieras. – Pongo la casa a su disposición y ella me mira con agradecimiento.
Llegamos a la pequeña sala que da hacia el área de la piscina, lo único que lo divide es una puerta de cristal, suelto su mano y procedo a rodar la misma para que podamos entrar. Esta área es bastante amplia, incluso hay un juego de sofá en un área techada y los camastros alrededor de la piscina.
— Adelante, preciosa. – Ella me brinda una sonrisa gigante y comienza a caminar, al pasar por mi lado la halo delicadamente por uno de sus brazos y la atraigo hacia mi, ella se sorprende un poco, pero inmediatamente cruza sus brazos alrededor de mi cuello, trato de acomodar su pelo, colocando un mechón detrás de sus orejas, todo esto sin despegar mi mirada de la suya, maldita sea, cuanto me provoca besarla aquí y ahora, alejo esos pensamientos de mi y continúo en un susurro poco audible: — Feliz cumpleaños, mi cielo precioso.
Doy un beso lento y duradero en sus mejillas, siento como se acerca más a mi para abrazarme más fuerte, su respiración golpea mi cuello haciendo que mis sentidos vuelvan a pasarme factura.
— Muchas gracias, cielo. – Masculla y sonrío en el acto.
— Ven, vamos por aquí. – Digo y ella entra primero.
Al entrar a paso lento va abriendo la boca lentamente en señal de sorpresa mirando a su alrededor y sonrío porque esa era la cara que quería ver.
— ¿Pero qué es esto? – Susurra sin mirarme más para ella que para mi, esta perdida en la vista que tiene delante.
— ¿Te gusta? – Es lo primero que pronuncio entrando mis manos en los bolsillos, gira su cuerpo hacia mi y me mira con sus ojos llenos de emociones.
— ¿Qué si me gusta? – Pregunta incrédula y sonrío — Me encanta, Marcelo, no sé ni qué decir.
Camina rápidamente hacia mi, cuando esta cerca salta enredando sus piernas en mi torso, enreda sus brazos en mi cuello y las mías van a su cintura, ella me vuelve un desquiciado, siento su piel desnuda alrededor de mis caderas, recuerden que lleva un vestido negro corto y la muy bandida no tiene reparos para controlar sus impulsos hacia mi, cosa que me encanta de ella, nuestros rostros están tan cerca, nuestras miradas se conectan y veo como ella mira deseosa mis labios, yo también hago lo mismo.
Su escrutinio en mi rostro es desesperante, trago saliva y ella suelta un suspiro lento al tiempo que me abraza, quiere decir algo y no se atreve, ¿Qué será?
— Muchas gracias, cielo. – Habla en un susurro, — esto no me lo esperaba, es hermoso, más que precioso, no sé ni qué decirte.
Sus palabras me hacen sonreír, ella no esperaba que yo pudiera hacer nada de esto, lo digo porque claramente se nota a kilómetros que yo no soy un hombre muy allá con estas cosas, pero por ella y esa sonrisa que calienta mi pecho, hago lo que sea.
El detalle de la sorpresa consiste en una pequeña decoración en una de las paredes que dice: "Feliz cumpleaños, preciosa" , así mismo como los globos que rodea esa parte. En la piscina hay una cantidad significativa de globos de color dorado, rosa y rosa pálida con un número veintidós en grande y a su alrededor hay globos con helio flotando.
A un lado de la piscina, hay una mesa para dos con una botella de champán en hielo, las copas, platos y cubiertos organizados en el lugar correspondiente y lo que no se puede quedar una rosa roja en medio y algunos pétalos esparcidos por la mesa, son sus flores favoritas, esto no podía faltar. No hay meseros ni nada por el estilo, hoy quiero agradarla sirviéndole yo mismo.
Camino con ella en brazos hacia un lado de la piscina, ella se separa un poco dando un beso en mis mejillas haciéndome reír, me hace saber que quiere bajar sus piernas y a regañadientes la dejo, pero no la aparto de mi.
— Esto es tan hermoso – Habla con una sonrisa sincera en el rostro mientras contempla todo, su rostro muestra tantas emociones, de un momento a otro se cristalizan sus preciosos ojos y frunzo mi ceño en confusión y preocupación. — Yo, yo...
Un nudo se apodera de su garganta y la atraigo hacia mi.
— Hey, preciosa. – Hablo en un susurro y ella se aferra más a mi y continuo un poco preocupado. — ¿Estas bien?
— Lo estoy – Habla de la misma manera que yo lo he hecho, su voz casi inaudible. — Solo que me emocioné, eres un tonto. – Sonrío, me insulta por cualquier cosa, se le ha hecho costumbre, ella también hace lo mismo contra mi pecho. — Eres tan lindo conmigo, no tengo como agradecerte todo esto.
— Tienes una forma de hacerlo. – Ella se separa de mí para mirarme y sus ojos están cristalizados, su mirada es interrogante.
— ¿Cómo puedo hacerlo? – Indaga.
— Solo te pido que nunca dejes de sonreír, Keily, con eso me pagas y quedo en deuda contigo. – Su cara de sorpresa es única, no esperaba que le pudiera decir eso, sostengo su mentón y continuo. — ¿Puedes hacer eso por mi? – Me sonríe preciosamente y me hace hacer lo mismo. — Esa es la sonrisa que quiero ver siempre, mi niñita endemoniada.
Se echa a mis brazos a abrazarme con tanto sentimiento que me hace aferrarme a ella con fuerza, beso la coronilla de su cabeza y cierro mis ojos con fuerza pidiendo a Dios que me ayude con todo esto que siento. Solo quiero demostrarle con hechos la magnitud de mis sentimientos, lo grande que es todo esto que siento por ella.
— Te prometo que trataré de hacerlo siempre. – Dice en mi pecho. — Día a día trataré de sonreír, gracias por tanto, cielo.
— Esa es una promesa. – Digo al despegarla un poco de mi, ambos nos perdemos unos segundos al mirarnos y ella me sonríe sonrojada, es adorable. — ¿De acuerdo?
— De acuerdo. – confirma ella con una sonrisa.
Sonrío.
— ¿Tienes hambre? – Pregunto.
— Siempre tengo hambre. – Responde haciéndome reír y empiezo a negar con la cabeza. — ¿Qué? Es un mal que vive en mi.
— Pues creo que es momento de ir a cenar, pero antes debemos ponernos ropa de piscina. – Determino y ella me mira apenada. — ¿Pasa algo?
— Se te olvida que no traje ropa de baño, jovencito. – Pone sus manos en forma de jarra al decirlo y me gusta ver esa sonrisa en ella.
— Pues ven por aquí. – la conduzco a uno de los sofás que esta en la antesala de la piscina, tomo una de las bolsas que había traído esta tarde. — Aquí hay varias ropas de baño, las compré para ti.
Ella sonríe ampliamente, mientras toma el bolso como niña pequeña.
— Piensas en todo, cielo, Muchas gracias. – Dice rebuscando en la bolsa mientras que solo me limito a mirarlas a ver cual escoge de los seis que elegí.
Miro como tiene en sus manos un traje de baño de dos piezas de color rosa, azul y morado, en la otra tiene uno de color rojo también es de dos piezas, admito que fueron mis favoritos y solo espero que elija uno de los dos, aunque también hay uno negro que me vuelve loco, quiero verla con el.
Me pondré este, sonrío porque ha hecho una excelente elección, ha elegido el traje de baño de color negro de dos piezas con tirantes cruzados en su abdomen.
— Bien, por ahí esta el baño y puedes cambiarte. – Señalo a la izquierda y ella dirige su mirada al lugar. — Aquí te espero.
Me siento en unos de los sofás que se encuentran aquí mientras que ella comienza a caminar a donde esta situado el baño, no quito mi mirada de sus movimientos y cuando esta a punto de entrar gira hacia mi, veo determinación en su mirada, es algo que llama mi atención, empieza a caminar hacia mi y coloca el traje de baño que tenia en sus manos sobre el otro sofá que me queda de frente, no me mira, sus ojos están puestos en las cosas que puso en dicho sofá.
— ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo más? – Inquiero confundido al ver su cara pensativa y sonrojada.
Toma una respiración profunda y expulsa todo el aire que contenía, no dice nada y comienza a quitar su vestido delante de mi, si, señoras y señores, se deshace de su vestido y me quedo con la boca abierta por su atrevimiento, trago saliva cuando su prenda de vestir sale volando en mi dirección, su mirada y la mía se conectan, ahora mismo me siento un idiota afortunado viendo a la creación más hermosa que existe en el universo desnuda, recorro con mi mirada su figura desde los pies hasta la cabeza de manera lenta, mi cuerpo comienza a reaccionar a sus provocaciones, trago en seco nuevamente, al ver como se deshace de su brasier, lo lanza al sofá más cercano y yo me quedo embelesado viendo sus senos, esto hace que mi erección crezca dentro de mis pantalones haciendo que duela, aprieto mis puños y mi mandíbula en mi lugar por la excitación que esto me provoca, ahora mismo lo único que quiero es saltar sobre ella, hundirme duro y fuerte en sus entrepiernas, besar cada espacio de su cuerpo.
Sus senos son del tamaño ideal para mi y son una de mis partes favoritas de su cuerpo, aunque para ser honesto, idolatro cada rincón de su piel, ahora mismo mi ritmo cardíaco es irregular, siento mi sangre correr de manera más lenta por los torrentes sanguíneos, verla de esta manera, me vuelve más loco de lo que ya estoy, en este preciso momento, no tengo la habilidad de conectar mis pensamientos e ideas, todo por la mujer que tengo en frente quien ya no tiene ninguna prenda de vestir en su cuerpo, su mirada nunca se apartó de mi y su sonrisa seductora me indica que ella está muy segura de lo que hace, por mi parte, la dibujo en mi mente para tener el mapa de su cuerpo grabado en mi memoria, también trato de no demostrar mucho mis emociones e intento mantenerme cuerdo ante semejante vista.
Unos segundos más tarde, comienza a colocarse la parte de abajo de su traje de baño de manera lenta, solo la observo, me seduce de todas las maneras que puedan existir, trago duro y mi garganta duele al sentir sed por ella. En el momento que coloca la prenda de arriba, cubriéndose sus maravillosos senos, me quedo sin aliento porque el traje de baño le queda espectacular y a la medida.
— ¿Me puedes ayudar, por favor? – la escucho pedir.
— ¿Mmm? – Mascullo sin entender, aún tengo mi cerebro en asimilación.
Ella me mira con esos ojazos que me tienen hechizado, una sonrisa perversa aparece en sus labios, lucha por arreglar algo del traje de baño desde atrás y es ahí que entiendo lo que me pide, me pongo de pie y obligo a mis pies moverse sin apartar mi mirada de ella. Llego hasta donde se encuentra y la ayudo a acomodar el tirante que de encuentra un poco enredado, llevo ambas manos a sus hombros, estoy detrás de ella, y sin poderlo evitar doy un beso prolongado en el espacio que existe entre el hombro y su cuello, ella se estremece ante mi toque y echando su cuello hacia atrás por la excitación y el deseo que existe entre ambos, por lo menos me da tranquilidad que no solo yo estoy viviendo en una tortura constante, en este momento la escucho hablar mediante un jadeo:
— No sigas, por favor. – Súplica en un susurro, pero su cuerpo pide otra cosa, por mi parte, no me quiero detener y doy otro beso húmedo casi llegando a su cuello, me estoy muriendo por besarla y hacerle de todo, ella continúa con voz entrecortada mientras me da más acceso. — Detente, por favor.
Me cuesta hacerlo, me es casi imposible detener mi labor, porque la deseo más que a nada en este mundo, sin embargo, voy a respetar cada una de sus decisiones, aunque eso conlleve la mayor de las torturas, suelto un suspiro cansado, aún estoy muy cerca de ella, me separo lentamente para calmar mis ansias de poseerla, pero contra todo pronóstico, porque no creo que lo vaya a lograr y mucho menos al verla completamente desnuda y en este traje de baño color negro que le queda espectacular.
Gira hacia mi quedando de frente y puedo ver como su rostro se encuentra enrojecido y al recorrerme con la mirada traga saliva disimuladamente haciendo que yo también lo haga.
<<Maldita sea, esto nos está costando de igual manera a los dos>>
Carraspea un poco para disipar la tensión sexual que existe entre ambos y habla mirando pícaramente mis ojos, es una perversa esta mujer.
— Tú también tienes que ponerte una ropa de baño, ¿No? – En su rostro persiste un rastro de perversión y eso me prende aún más. — ¿Qué esperas para ir a ponértelo?
Sonrío perverso y ella, como siempre, entrecierra los ojos esperando a que haga mi próximo movimiento, sabe que tampoco sé quedarme quieto.
Sin decir nada me dirijo al baño, en donde se encuentra un vestidor con ropas de baño que es mía, elijo unos short negros y salgo del lugar.
Keily se encuentra de pie agregada en el sofá, sus brazos se encuentran enlazados delante de ella, es una vista sumamente tentadora la que tengo en estos momentos y no hablo del mar, la piscina y lo que pueda existir fuera de esta antesala, hablo del mujeron que tengo en frente y que ha logrado entrar en cada espacio de mi ser.
No pierde de vista cada uno de mis movimientos y eso me invita a devolver el favor, conecto mi mirada con la de ella y el fuego que emana de la suya es impresionante, quito mi chaqueta de cuero que aún llevaba puesta, estoy bajo su atenta y deseosa mirada, retiro mi suéter dejando a la vista mi abdomen, su mirada descarada baja hasta mis abdominales, se remueve incómoda y veo como muerde sus labios mirando precisamente esa parte.
<<No hagas eso, nena, que pierdo el poco autocontrol que me queda>>
Estoy embobado con su mirada descarada y eso no me permite escuchar lo que ha pronunciado para ella misma. Sigo con mi labor y quito mis pantalones quedando solo en bóxer, su vista baja desde mis abdomen hasta el gran bulto que se guarda dentro de mis pantalones, sus ojos brillantes y desbordante en deseo, me permite crear la teoría de que esta mierda se va ir al caño.
— ¡Dios! – Masculla ella cuando por fin decido bajar mis bóxer. — ¡Eso no es de humanos!
Sonrío al ver su cara echa fuego, sus orbes desbordante en deseo y lo inquieta que se encuentra por la excitación que la corroe, aún con la vergüenza que sé que debe estar sintiendo en estos momentos, no aparta su mirada de mi. Unos segundos más tarde, coloco mi ropa de baño y me acerco a ella, la tomo de la mano y estas se sienten frías, pero no porque la temperatura o el clima, sino por otra cosa. Me dirijo al área de la piscina con ella de mano, la invito a sentarse en la mesa, sirvo una copa para cada uno, estoy bajo su atenta mirada.
— Brindemos por ti, mi preciosa. – Sonríe nerviosa, pero nunca desconecta nuestras miradas, tocamos nuestras copas . — Para que todos tus deseos se hagan realidad.
— ¡Salud! – decimos los dos al mismo tiempo.
Sonríe.
— Muchas gracias, Marcelo. – Agradece con una sonrisa.
— Lo mejor para lo mejor, preciosa – Eso la hace reír por lo bajo, desviando la mirada. — Nunca olvides eso.
Aconsejo mientras tomo un sorbo de mi copa, ambos comenzamos a cenar entre risas y miradas coquetas, ella sabe como seducirme sin intenciones de hacerlo, es algo natural de ella.
— Tengo un regalo para ti – Comienzo y ella le mira confundida.
— ¿Más regalos? – Pregunta incrédula
Sonrío mientras asiento con la cabeza.
— No debiste... – levanto un dedo para que no se le ocurra decir nada al respecto.
— Vengo en un momento. – Ella me da un asentimiento mientras me mira, me pongo de pie y voy por las bolsas que tengo dentro de la casa.
Ya de regreso, la veo tomar un sorbo de la copa que tiene en la mano, su vista se encuentra en la alberca admirando la decoración dentro de ella.
— Ábrelo. – Le coloco una caja rectangular con un moño en sus manos.
Su sonrisa es su mejor adorno, toma la caja en las manos y comienza a inspeccionarla con la mirada.
— Eres un... – Al parecer se han terminado los insultos o al menos eso creía cuando la escucho hablar. — Un tarúpido.
Sonrío porque es lo que me dice siempre, es una combinación de dos insultos <<Tarado – estúpido>>
— ¡Oh, por Dios! – Exclama con una sonrisa. — ¡Es una Tableta gráfica! La mejor, no debiste gastar tanto dinero en esto.
— De eso no se habla, señorita. – La reprendo y me da una sonrisa genuina y avergonzada. — Ya te dije que lo mejor para lo mejor.
— Es que esto es mucho...
— ¿No te gusta? – Pregunto curioso y me mira de golpe.
— ¿Qué? ¡no! – Responde ella rápidamente. — Quiero decir, me encanta, es la mejor del mercado, pero...
— Entonces, eso es lo que importa. — Hablo con una sonrisa genuina, ella me mira y al parecer comprende que no voy a ceder, toma una respiración profunda y sonríe preciosa. — No quiero que...
— Muchas gracias, me ha encantado, — me interrumpe dulcemente. — Más que lleva mi nombre, todo lo haz personalizado.
— Entonces, me doy por bien servido. – Hablo y ella sonríe ampliamente. — Ahora voy a explicarte sus características.
Es así como comienzo a explicarle cada una de sus funciones. — Su espectacular lápiz óptico Pro Pen 2 presenta 8.192 niveles de presión, funciona sin batería e incorpora el mejor reconocimiento de Su impresionante pantalla 4K de...
Cuando termino ella mira con una sonrisita... — Es usted todo un experto en el área, señor Sandoval.
Sonrío de boca cerrada. — Tengo algunos conocimientos en ella.
— Muchas gracias, en verdad me ha gustado muchísimo. – Su mirada, su sonrisa y ver como se mueve su pelo con el viento, causan estragos en mi.
— Bueno, espera a que termine. — Ella frunce su ceño en confusión y sonrío de boca cerrada. — Espera.
Busco la última a bolsa y se la paso, ella la toma avergonzada, su cara se encuentra sonrojada, busca dentro de ella saca una caja rectangular de terciopelo color rojo.
— ¿Qué es esto? – Pregunta en un susurro.
— Permíteme – Tomo la caja en mis manos y la coloco frente a ella, la abro lentamente y al terminar mi labor, mira el contenido y luego pasa su mirada a mi, pero no dice nada. — ¿Te gusta?
No responde nada, sus ojos se cristalizan un poco, trago saliva, al ver la emoción en ellos. Unos segundos después se lanza a mis brazos mientras masculla.
— No sé que decirte, esto esta hermoso, precioso, es más, no tiene calificativo y no es por lo costoso que pueda ser. – Dice todas estas palabras juntas y sonrío como lo hago siempre. — Si no por el significado que tiene para mi y porque seas tú quien haya tenido ese detalle conmigo.
Sus palabras me hacen saber que he atinado en el pequeño detalle que consta de un collar de oro blanco, cordón fino, y como dije tiene una pequeña brocha que simboliza lo que ella es profesionalmente, una diseñadora de interiores y finalmente tiene las Iniciales de su nombre grabado, al igual que (PMVDCMC)
— Es una pieza única. – Hablo y ella presta toda su atención hacia mi. — Me alegra enormemente que en verdad te haya gustado.
Se separa de mí y mira el regalo nuevamente, me sonríe.
—¿Me dirás lo que significan las iniciales que están aquí? – Niego con una sonrisa que ella corresponde.
—En su momento lo haré. – Me da un asentimiento de cabeza.
—¿Porqué? – Pregunta interesada.
—Me lo reservaré, por ahora. – Me sonríe, al parecer entiende.
— ¿Me lo puedes poner, por favor? – Le doy un asentimiento de cabeza.
Da la vuelta y recoge su pelo para que se lo pueda poner y eso hago, al final doy un beso en su hombro y la siento sonreír.
— Listo. – Finalizo y gira para dar un rápido beso en mis mejillas.
— Muchas gracias. – Su sonrisa es perpetua. — Prometo no quitarlo.
Eso me hace sonreír abiertamente.
— Me da gusto escuchar eso. – Respondo y continuo. — Ahora continuemos con la cena, ya debe estar fría.
— Pero de todos modos la comeremos. – Determina con una sonrisa y correspondo.
— Definitivamente, solo a ti se te ocurre comer comida fría.
— Pues no hay que desperdiciar la comida y esta que esta aquí, – Señala con sus dos dedos índices y mirando a mis ojos, — la comeremos los dos, jovencito.
— Pero yo no...
— Ssshhh – Me interrumpe como mamá regañona. — Sin protestar.
Levanto las manos en señal de paz y no tengo más remedio que comenzar a comer.
Hablamos de todo un poco, es fácil mantener una conversación con ella, es tan madura a pesar de su edad, tiene mente pensante y abierta, aconseja como personas que tienen mucha experiencia, es algo que me gusta de ella.
<<Todo de ella me encanta>>
Después de la cena, cambiamos de lugar, nos sentamos cerca de la alberca, ella elige uno de los camastros del lugar y yo me siento en otro que le queda de lado, aunque ahora mismo estamos sentados de frente, estamos hablando de mi familia.
— Entonces, fuiste hijo único por parte de tus padres biológicos. – Resume ella a partir de lo que le he dicho, doy un asentimiento de cabeza. — Debió ser muy difícil para un niño de cuatro años perder a sus padres de esa manera.
Trago saliva, quiero abrirme con ella y estoy haciendo el intento, el tema de mis padres esta superado o al menos eso creía, pero no puedo evitar sentir melancolía al hablar de ellos.
— Lo es, – confirmo lo que a dicho y me es imposible no sonar un poco triste. — Fue muy difícil para mi superar aquello, no entendía muchas cosas en su momento. – Ella me escucha atentamente y se lo agradezco. — Me pregunté una y otra vez porque razón fui el único sobreviviente del accidente, porque no morí junto a mis padres.
Mi tono de voz es bajo, melancólico y trago saliva, no me gusta verme vulnerable ante nadie, ella se le cristalizan un poco los ojos ante lo que he dicho, no dice nada, solo se limita a escucharme, pero eso no me detiene y continuo.
— Al despertar en la cama de un hospital con Martina a mi lado con su cara cansada y una pequeña sonrisa en la cara fue tan confuso, pues lo único que hice fue preguntar por mi madre, <<¿Dónde está mamá, nana, dónde está mi padre?>> – Hablo con voz rasposa, recordar y decir todo aquello después de tantos años hace que mi interior queme, tenía mucho tiempo sin hablar de esto. — Mi nana, solo se limitaba a pasar sus manos por mi cabello con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, pero algo me decía que algo pasaba, a pesar de mi corta edad, era muy intuitivo y nunca me quedaba quieto, ella me contestó <<Todo esta bien, mi niño, ya vendrán mañana>>, solo le di un asentimiento de cabeza, en su voz se reflejaba pura tristeza fue por ello que esperé a que Martina se durmiera, aun la luz del sol se colaba por la ventana y decidí salir de la cama de hospital.
Se me hizo un nudo en la garganta cuando recuerdo todo, veo como Keily, se limpia rápidamente una lágrima que a bajado por sus mejillas, desvió la mirada al piso, siento como se pone de pie y rodea el camastro en donde me encuentro, me abraza desde atrás sentándose con sus piernas de cada lado, mi espalda toca su pecho, mis músculos se tensan y ella lo nota, me atrae con suavidad y con sus manos alrededor de mi torso, da masajes en mi pecho, aquietando el dolor que allí se poza, su cabeza se encuentra recostada en mi, me quedo quieto, no quiero que me tengan lastima, sin embargo, no lo pienso dos veces cuando coloco mi mano sobre las suyas para dejar la que esta sobre mi pecho quieta, el corazón me duele y va tan deprisa que puedo escuchar los latidos en mis oídos.
— Valoro mucho que me estés contado todo esto, pero no tienes que hacerlo...
— Quiero hacerlo – la interrumpo y siento como se relaja detrás de mi, sé que lo dice porque esta preocupada y en verdad quiero sacar todo esto que creí haber superado por años, ella es la indicada. — ¿Quieres escucharme?
— Solo si crees que te vas a sentir mejor sacando eso que te duele – Susurra con calma y me da paz, doy un asentimiento de cabeza. — Entonces, quiero escuchar todo lo que tengas para decirme, cielo.
Cada vez que dice Cielo, mi mundo se mueve en positivo. Doy un asentimiento y continuo:
— Antes de salir de la incomoda cama de la habitación del hospital, quito sin ningún cuidado los aparatos que estaban conectados a mi cuerpo, recuerdo a la perfección que no hice una mueca de dolor, era más mi preocupación por mis padres que cualquier cosa, pues al ser participe del accidente, sabía que algo no andaba bien, así que vi a Martina dormir profundamente en el sofá, la había vencido el sueño, tenía días sin descansar, cuidando de mi. – Al recordar todo esto se arruga tanto el corazón, tenia mucho tiempo que no sentía algo igual, tanta tristeza al revivir cada escena, siento como Keily, calienta mi pecho con su toque, mi mano aún sigue sobre la suya. — Cuando salgo de la habitación con mucho cuidado para no ser visto, camino sin dirección alguna, pues no tenía ni idea hacia dónde ir, es cuando al girar por varios pasillos de ese lugar cuando veo a Thomas, discutir con unas personas que no conocía, decían de quererse llevarse a un niño a un orfanato.
<<No podemos esperar más, señor, Pérez, debemos llevarnos al niño>> no entendí nada en su momento, solo buscaba la forma de encontrar a mis padres.
<< Solo espere unos días hasta que se recupere bien, no es mucho lo que tienen que esperar>> – Decía Thomas con desesperación,
<<Ya es suficiente señor Pérez, según los médicos podemos llevarnos el niño mañana>>
<<Nosotros podemos cuidarlo, lo haremos muy bien>> – Contestaba Thomas con la misma desesperación que antes.
<<Lo sentimos mucho, pero con la muerte de los señores Villaseñor, lo que procede es llevar al niño a una institución que se encargarán de él>>
— Esas palabras resonaban en mis oídos <<Con la muerte de los señores Villaseñor>>, a pesar de ser tan pequeño, entendía perfectamente de lo que hablaban, pero ¿En realidad mis padres habían muerto? Me hacía una y otra vez la misma pregunta. – siento como la mujer detrás de mi suelta un sollozo silencioso, trago saliva, pero no me detengo. — Salí corriendo y Thomas, me visualiza, pero no veo hacia atrás, corro y llego hasta un pequeño cuarto y comienzo a llorar, no podía creer que mis padres habían muerto, sentí que mi mundo de fantasía se venía abajo, allí me tiré al piso y entro mi cabeza en mis rodillas, mis lágrimas eran incesantes, mi dolor era enorme, sentí como alguien se posaba a mi lado, se sentaba en el piso también, sabía que era el viejo Thomas que en ese entonces, era un joven de veinticuatro años más o menos, nunca pronunció una sola palabra y con la misma posición, sin levantar la cabeza, le hablé.
<Mis papás ya no están, ¿verdad?>
— Se hizo un silencio eterno, Keily, ya sabía que el viejo diría la verdad, siempre a tratado de ser muy honesto conmigo, siempre me ha hablado con sinceridad, por más cruda que sea desde que tengo tres años, pues si te lo preguntas, tengo recuerdo desde mucho antes de los cuatro años de edad.
<<No, ya no están, pero nos tienes a nosotros, a Martina y a mi.>> Sus palabras quebraron mi alma, lloraba sin consuelo. – Siento como mis ojos se cristalizan al recordar todo aquello, no creo poder continuar, Keily esta en silencio, su cabeza aún se encuentra apoyada en mi espalda y siento humedad en esa parte, ha estado llorando. — Lloré por días, Kei, por meses, luego llegó la familia Sandoval a mi vida, me vi rodeado de gente que no me eran desconocidos, frecuentaban mi casa casi a diario, pero ya mi casa no era mi casa, mi habitación no era la misma, la mujer y el hombre que insistían en que los llamara mamá y papá, no eran mis padres, estaba tan roto, solo esperaba a que mis padres me recordaran y vinieran por mi, se habían ido sin mi, Keily, me dejaron solo con personas que me trataban bien, pero no eran ellos.
Silencio.
>> Al tiempo de la adopción mi padre adoptivo llevó a Thomas y Martina para que se encargarán de mi y mis necesidades, fue así como poco a poco fui guardando ese dolor en mi pecho, no lloraba más por mis padres, no quise hablarlo con nadie más porque dolía, aún sigue doliendo porque mi madre, al momento del accidente se abalanzó sobre mi y recibió todos los golpes que eran para mi, nunca pude hablarlo con nadie, hasta hoy, contigo.
Se crea un silencio a nuestro alrededor y no quiero ver la cara que ahora mismo tiene Keily, por que no quiero que me tenga lastima.
— Lo siento tanto, Marcelo. – un sollozo más se le escapa.
Siento como me abraza con más fuerza y pensamientos negativos me llegan a la cabeza, pues me he prometido a mi mismo que nadie me vería roto, no me gustaba la cara de pena que ponía la gente cuando me miraban al enterarse de que era huérfano.
— No quiero que me tengas lastima por todo lo que te acabo de contar. – Mi voz sale un poco dura e incluso solté sus manos que estaban dentro de la mía. — No quiero eso y mucho menos de ti.
Ella no dice nada, se mantiene serena ante mis palabras, trago saliva, porque no debí decir eso, lo menos que quiero es que ella se sienta mal con todo esto. Siento como después de unos segundos, se remueve, trata de ponerse de pie para alejarse de mi, entiendo su reacción, se aleja de mi haciendo que sienta frío en mi espalda, ya que el cambio de temperatura ha sido un poco brusco.
Bajo la mirada, no quiero ver cuando ella se vaya por mi estupidez, no digo nada por la vergüenza que me embarga, no quiero ver su lástima, pero tampoco debí hablar de esa manera. Siento sus pasos detrás de mi y la dirección que toma no es hacia la salida, no señor, se poza delante de mi y se coloca en cuclillas, no la miro, solo veo sus piernas, me sostiene por la barbilla haciendo que la mire, la intensidad de su mirada me perfora los sentidos, es después de unos segundos que comienza a hablar:
— Escúchame muy bien, Marcelo Sandoval, – su voz es contundente, su mirada es feroz, tal cual es ella, la escucho atentamente, ahora mismo merezco todo lo que me quiera decir. — No puedo verte con lastima porque eres una persona sumamente valiosa que a pesar de haber vivido sucesos tan fuertes desde pequeño aún te mantienes siendo un hombre admirable, inteligente, capaz lograr cada uno de sus propósitos, – Sus palabras son sinceras, me lo dice su forma de mirarme, todo esto hace que mi interior se remueva con fuerza, ella continúa: — No puedo verte con lastima porque no es lo que percibo en ti, nunca podría mirarte así, me es imposible hacerlo, ¿Quieres que te diga que veo en ti? – Pregunta y no me da tiempo a responder cuando ella continúa sin esperar respuesta. — Veo a un hombre completamente entero, fuerte, valiente que avanza con confianza hacia sus convicciones, observo a ese rubio guapo e inteligente buscar estrategias para lograr sus objetivos, lo hace dando guerra.
Sonríe con sus ojos cristalizados sin apartar la mirada de mi, y continúa hablando: — Aun recuerdo todo lo que hiciste por mi cuando nos vimos por primera vez, me defendiste sin conocerme o aquella vez que fuiste a mi departamento y me encontraba destrozada, y en el secuestro salvaste mi vida, Marcelo. – Habla muy convencida de lo que dice y cada palabra cala más profundo en mi interior, no puedo creer que ella piense todo esto de mi, debo de decir que fue muy bueno hablar con ella y escucharla. — Es admirable todo lo que veo en ti, así que no vengas a decir que te veo con lastima porque no es el caso, Marcelo, no eres una persona que se pueda ver de esa manera por que simplemente irradias de todo menos eso.
Sonrío de boca cerrada, la miro frente a mi y no puedo creer que ella haya dicho tantas cosas sobre mi persona y no solo eso, si no con la seguridad que desprendía al decir cada palabra, en verdad ella me tiene cada vez más hechizado.
— Siento mucho haber reaccionado de esa manera, nena. – La miro y empieza a negar con la cabeza, toco suavemente una de sus mejillas con una de mis manos. — No fue mi intención hacerlo.
— Tranquilo, no ha pasado nada. – Me da una de esas sonrisas preciosas. — No te preocupes.
Sonrío de boca cerrada.
— Muchas gracias, por escucharme. – Me sonríe bonito, así como es ella. — Por todo.
Da un beso en mis mejillas haciéndome reír en el momento, cuando estoy a punto de responder, mi celular suena, lo escucho a lo lejos en la antesala, lo dejo sonar y sonar.
— Creo que es mejor que respondas. – Aconseja la mujer frente a mi. — Puede ser una emergencia.
— Esta noche eres mi invitada y no quiero que nada intervenga en este momento. – Ella me sonríe.
Cuando pienso que el celular no volverá a sonar, comienza de nuevo, un gruñido exasperado sale de mi y ella me brinda esa sonrisa que es suficiente para derretir cualquier bloque de hielo.
— Ve tranquilo y responde, yo te espero aquí. – Suelto un suspiro cansado y eso hago, me levanto de mi lugar.
— Vuelvo en seguida – me da una sonrisa y un asentimiento de cabeza.
Comienzo a caminar hasta donde se encuentra el celular, lo tomo en mis manos y puedo ver que es Andrés, mi amigo encargado de la Sede de Las Vegas, devuelvo la llamada, es extraño que llame tan tarde de la noche. Cuando responde, nos saludamos como siempre, se disculpa por la molestia de llame tan tarde, lo tranquilizo, me hace saber que necesita para momento el plano que modificamos juntos en los días anteriores, es una emergencia, me explica que el sistema de su equipo tecnológico se había averiado y se perdieron todos los archivos, es algo que puede pasar, necesita toda la información pertinente, puesto que a primera hora sostendrá una reunión importante.
Para poder enviar el plano, necesito mi computadora y por suerte la había traído esta tarde, voy por ella a la habitación principal de esta casa y hago los movimientos de lugar para ayudar a Andrés.
Luego de que me despido de él, vuelvo a la alberca y puedo ver que Keily no se encuentra donde la había dejado, esta en la antesala de la piscina, se había recostado en el gran sofá del lugar, ella no se percata de mi presencia, frunzo mi ceño porque lee o mira algo de su celular que tiene sus mejillas totalmente rojas, se remueve incómoda y trago saliva, ¿Qué podrá estar viendo esta niñita? ¿Con quien estará hablando? Aprieto mi mandíbula, no puedo evitar sentirme pinchazo en mi interior, quiero ser el único que ponga a esta mujer de esta manera.
Me acerco a ella sigilosamente, sus mejillas están muy roja y veo como traga saliva una y otra vez.
— ¿Qué haces? – Logro decir, los celos se han apoderado de mi sistema, ella levanta su mirada y puedo notar como sus ojos me recorren por completo, se detiene unos segundos en mis abdominales, muerde sus labios y cuando nuestros orbes coinciden, puedo ver tantas cosas en ello y una de ellas es determinación, su silencio es la respuesta, no dice nada e insisto. — ¿Me dirás?
— Solo estoy leyendo un post que a subido Derozt. – Responde ella con calma, vuelve la vista a su celular y no puedo evitar preguntar quién demonios es ese que a robado toda la atención de mi chica. — Ya termino, dame unos segundos.
— Mmm – Logro mascullar, veo como su vista sigue pegada a la pantalla de su celular, su respiración es pausada, lo que sea que lee la tiene incómoda, pero a lo bien, no quiero preguntar quién es ese porque el que ella me a echo un lado, no preguntaré nada, solo me sentaré y la observaré, no tengo derecho a preguntar nada. — ¿Quién es Derozt?
Al parecer, mi cerebro y mi lengua no se han puesto de acuerdo, la pregunta salió así sin más, ella levanta su mirada de golpe y sonríe de boca cerrada, me mira con sus ojos brillantes, como si hubiese descubierto algo, seguramente cree que estoy celoso.
<<Y lo estás Marceliniii, tu mismo lo aceptaste ahorita, cuida nuestra chica o se nos irá con el tal Derozt>>
Imposible.
<<Muy posible, solo mira esas mejillas.>>
Mierda, no.
Dejo el debate que tengo con mi consciencia cuando la escucho tomar la palabra.
— Es un chico que me recomendó seguir mi amiga Lisbeth en Instagram. – No muestro ningún tipo de expresión a lo que a dicho, creo que la chica que a mencionado es la de los ojos rayados, ahora estoy un poco más confundido, pero ella continúa con su explicación. — Es un chico muy apuesto que sube contenido erótico a su página y ha subido un post de su novela que me ha encantado.
El que ella me explique quien es ese tipo me deja más tranquilo, pero eso no reduce el grado de celos que siento en estos momentos, contenido erótico escrito por un hombre muy apuesto, <sus palabras, no las mías>, mi chica los lee, mierda, no sé qué pensar de todo esto.
— Mmm – mascullo de nuevo, no estoy muy contento con esto y eso llama su atención.
Su mirada me hace saber que se le ha ocurrido una idea, sus ojos como llama ardiente, me hace saber que lo que viene es algo serio.
— ¿Quieres leer un poco? – Su pregunta no me saca de balance y, aunque quiero negarme, no puedo, la curiosidad me empieza a pasar factura, doy un asentimiento y me sonríe. — Toma, empieza a leer desde ahí.
Me pasa su celular, ella se queda quieta en el sofá, no puedo evitar tragar saliva al mirarla, su mirada dice querer tanto, bajo la vista a la pantalla de su celular y comienzo a leer:
□<Esa seguidora que deje entrar en mi mundo últimamente jugaba con mi mente de una forma sumamente imprudente, pero me encantaba, asistí a retirar un detalle que me acababa de enviar sin saber con qué me iba a topar. Ni se te ocurra sacarlo acá pensé tratando de disimularlo con una sonrisa, al abrir ese sobre donde su ropa interior se hacía ver, pero el mal estaba hecho. Era como un botón de perversión que se activaba en mi mente y me quitaba el control de una manera inminente. Siempre he tratado de luchar contra estos impulsos, pero no he podido. Quiero olerlo, quiero sentir el olor de su sexo, ¡si ya sé y no me interesa ser un pervertido! Si tan solo estuvieras aquí conmigo, podríamos cumplir nuestras fantasía, Pero estás tan lejos ¿Dios, que me pasa con esta mujer? Perdí la cuenta de cuántas veces me había preguntado lo mismo, sin saber qué responder. Mi mente no me dejaba en paz, quería recuperar la calma, pero mi corazón latía fuerte, mientras manejaba de regreso a casa con su ropa interior en un sobre son su olor y una nota que decía "hazlo mientras disfrutar mi sabor", cada vez que cerraba los ojos empezaba a imaginar cómo se veía con ese hilo de encaje en cuatro frente a mí pidiéndome ser embestida con fuerza y su largo cabello sobre su espalda, las manos me sudaban y mi respiración estaba acelerada. Entre mis piernas sentía la presión de mi pene que casi estallaba. ¡Tengo que masturbarme! No aguanto las ganas, me detuve a la orilla de la vía, coloque hacia atrás mi asiento y me lo saqué del pantalón, desde afuera del auto no
podían verme, pero pensar que si aumentaba un poco la adrenalina.
Tenía la mente nublada, sentía los latidos de mi corazón en la cabeza, quiero tenerte acá, empezaría por tenerte arrodillada con mi
pene en tu boca mientras me miras, sentir como tragas y ver qué de tus ojos una lágrima brota, tu rostro de placer está clavado en mi mente elevando mi morbo de una forma muy fuerte y casi imprudente.
Saque de ese sobre la prenda y coloqué su ropa interior entre mi boca y mi nariz, la mordía y sentía aun el rico olor de su sexo,
Me controla la perversión, estaba tan duro y lubricaba tanto, que el sonido retumba de mi mano dándome duro con lo mojado de mi falo, pero dudo que los transeúntes sospecharan lo que hago. Alucino con su figura desnuda encima de mí mientras me doy más fuerte, rápido y me detengo de momento para apretarme justo en el glande, acaricio un poco con mis dedos, imagino que son los suyos y aprieto de nuevo imaginando que es su sexo que me aprieta como queriendo atraparme. Voy vagando en el morbo de mis deseos más oscuros, dándome con fuerza desde arriba hasta la base de mi pe.. sin parar, estoy cerca de acabar oliendo su sexo lo más rico que ha probado mi paladar, mi miembro se contraía cada vez más duro mientras siento un cosquilleo, tocarme pensándote siempre es muy intenso, pero hoy la historia es perfecto por tu olor lo hace más perverso , mi cuerpo me indica que se acerca la suma de todo este placer, mezclado en el semen que en mi abdomen dejaré caer, si caliente y espesa sobre mí empezaba a recorrer. La sensación de culpa y melancolía por milésimas de segundos al acabar siempre me hace recordar, cuando me toque la primera vez, el cuerpo es realmente algo espectacular, pero lo que haces con mi mente es algo que nadie podrá jamás explicar.
Limpie mi abdomen y enderece mi asiento de nuevo, podía sentir como si todos realmente supieran lo que estaba haciendo, pero no me importa, yo acepto que siento fascinación por el sexo y mi obsesión por ser el dueño y amo de tu cuerpo. Cuan distinto fuese el mundo si todos realmente dejáramos los absurdos prejuicios y rompiéramos con el tabú, pero en este momento solo quiero que sepas que no sé cómo lo haces y que de mis deseos las íntimos la dueña sigues siendo tú.
Autor: Derozt>□
Levanto mi cabeza de golpe y puedo ver la excitación en su mirada, no puedo creer que esta niñita esté en esto, mi erección está en crecimiento dentro de mi short de baño, no por lo que he leído, sino de imaginar que ha cruzados por su mente al leer cosas como estas.
— Así que esto es lo que lees. – Mi voz sale ronca y ella me da una pequeña sonrisa cargada de picardía y seducción, esta tan quieta que asusta, — ¿Hay más contenido de esto?
Me da un asentimiento y toma el celular de mi mano para buscar algo, me lo devuelve y miro lo que me muestra, es una publicación en Instagram del mismo tipo que quiere robarse la atención de mi mujer.
Después de terminar de leer lo que ella me ha mostrado, vuelvo a mirarla y lo hago justo cuando ella moja sus labios, no me quita la vista de encima, esa acción hace que mi excitación, mi deseo por ella aumente a puntos inimaginables, es como si ella estuviera reproduciendo las letras que a leído en su cabeza, me encuentro inquieto, quiero saber más de lo que ella piensa de todo esto, que gana al enseñármelo precisamente a mi, por eso que tomo la opción de preguntar lo que quiero.
— Tú querías que yo viera esto. – No es una pregunta la que hecho, es una afirmación, mientras muevo su celular en mi mano, ella nunca despega su mirada de fuego de la mía, ella me da un asentimiento de cabeza en la misma postura. — ¿Qué es lo que quieres lograr de todo esto, niñita?
No puedo evitar que mi voz salga ronca, pues mi deseo de poseerla aquí y ahora están al máximo, dudo que pueda controlarme por mucho tiempo.
Sonríe seductora.
— Hace días me dijiste que podrías enseñarme muchas cosas. – Su respuesta esta llena de una calma seductora desesperante y lo que ha dicho a hecho que suelte un gruñido en aceptación, doy un asentimiento de cabeza, no me siento incapaz de hablar. — Eso es lo que busco que me enseñes, quiero que seas tu mi maestro.
— ¡Demonios, Keily! – Gruño porque ya no puedo más, me acerco a ella y quedamos muy cerca, ambos tenemos nuestras respiraciones hecha un desastre. — Pídeme lo que quieras y te juro que lo tendrás.
— ¿Todo lo que yo quiera? – Sus ojos se encuentran vidriosos manifestando los altos niveles de atracción sexual que existe entre los dos, ella desvía la mirada tragando duramente como siempre lo hace cuando esta conmigo, doy un asentimiento de cabeza lento en su dirección. — Lo que yo quiero no lo puedo tener en estos momentos.
Sus palabras me dejan pensando en que seria aquello que quiere y no puede tener en este momento, doy vueltas a mi cabeza pensando y llego a la conclusión de que podría tener relación al maldito reto que tenemos, sé perfectamente que ella lo hizo para aclarar sus ideas, para que yo aclare las mías, tiene miedo a salir lastimada y yo tengo terror de que eso pase, es por eso que la miro de esa forma que a ella le prende, perverso.
— ¿Qué es lo que quieres? – mi tono es pausado, trato de controlar mis impulsos ahora mismo. — Solo dime, niñita.
Veo como traga saliva y su mirada no esta en mi, no dice nada.
— Mírame, Keily. – Demando y ella me mira a mis ojos, sus pupilas se encuentran totalmente dilatadas y su respiración no es normal, hasta aquí puedo escuchar las palpitaciones de su corazón. — Quiero que me digas que es lo que quieres.
Mi mirada es muy penetrante, nunca había estado tan convencido de algo en mi vida y hoy estoy dispuesto a darle todo lo que quiera, ella no puede más con el peso de mi mirada y se pone de pie rápidamente en un impulso, esta dudando si salir corriendo o no, se poza de brazos cruzados dándome la espalda y se nota inquieta, puesto que se encuentra mirando en diferentes direcciones, sin embargo, se queda quieta observando las distintas prendas de vestir que traje para ella, camina hacia donde están y toma una en la mano, le mira algo, luego hace lo mismo con las demás y gira hacia mi con el traje de baño rosa, y con su ceño fruncido procede a preguntar:
— ¿Cómo supiste el tamaño exacto de los trajes de baño que trajiste para mi? – Se encuentra sonrojada y esto lo hace para desviar el tema y es algo que no se va a poder. — Responde por favor.
Sonrío con malicia.
— Sabes que soy Ingeniero, mi cielo, estudie por muchos años como tomar medidas con la vista y con las manos. – Explico de manera natural y ella se sonroja aún más, abre su boca con incredulidad, es lo que quería lograr, por mi parte decido continuar: — A ti te he visto y he tocado en todas partes, me he aprendido tus medidas exactas.
Su cara es de total indignación, he logrado mi objetivo.
— ¡Eres un maldito idiota! – Gira rápidamente para marcharse y yo doy tres pasos largos para llegar hasta ella.
La tomo por el brazo y la giro de un tirón, un grito de sorpresa sale de su garganta, la acorralo en la pared, su respiración y la mía es un desastre, nuestros cuerpos gritan a todo pulmón lo que desean en este momento. Llevo sus brazos sobre su cabeza, sus grandes pupilas y ojos vidriosos me dicen a toda voces, tantas cosas en este momento.
— ¿Cómo me llamaste? – Mi voz es pausada, lenta, mi cuerpo está lleno de adrenalina al tenerla tan pegada a mi, traga saliva en el momento, no dice nada, — ¿Cómo me llamaste?
Repito la pregunta mientras afianzo mi agarre en sus brazos, mi corazón y el de ella laten tan deprisa.
— No me obligues a repetirlo. – Su voz es retadora y seductora al mismo tiempo haciendo que todo mi cuerpo reaccione mucho más a ella.
No quiere perder la cordura, yo tampoco quiero hacerlo es por eso que suelto aquello que vengo analizando desde hace rato, no quiero alargar más la espera de esto.
— Quiero que me digas, Keily. – Vuelvo a demandar y ella traga saliva.
— Tú sabes lo que quiero. – Responde rápidamente y mira mis labios, esa acción hace que mis short sea una molestia.
Remojo mis labios, tengo sed en poseerla por completo, es por ello que suelto aquello así sin más.
— Quiero proponerte un trato, preciosa. – seguimos en la misma postura, la sostengo por sus brazos que se encuentran sobre su cabeza, hago un recorrido con mi mirada por su rostro, sus ojos, su boca, su cuello y por último sus senos.
— Te escucho. – Habla ella extasiada.
— Quiero que esta noche, hasta el amanecer nos encerramos en esta caja. – Ella me escucha atentamente, mantengo mi vista en sus ojos, como caja funcionaria la casa literalmente. — Donde no tendremos pasado y tampoco hay futuro. – trago saliva, ella también. — No existen los recuerdos de hacen unas horas atrás, solo existe el ahora.
Niega con la cabeza y trago en seco nuevamente.
— Tú no entiendes que eso es imposible. – Habla un poco asustada y la entiendo. — No podemos seguir haciendo esto. – Trata de soltarse de mi agarre, dejo que baje los brazos para que descanse, pero aún la mantengo acorralada a la pared, nuestras frentes unidas. — No sé que decirte.
Su voz se vuelve un susurro mientras que ambos con los ojos cerrados tratamos de controlar esto que sentimos. Ella lleva ambas manos a mi cuello y así nos mantenemos por un rato.
— Nada en la vida es imposible, Keily. – Hablo convencido hacia ella. — Hay momentos en que solo se puede vivir en el ahora, sin importar el ayer y el mañana.
– Ella se queda callada asimilando todo lo que le he dicho. — Mañana seguiremos siendo los mismos, prometo no tocarte más y trataré de evitar que tu lo hagas. – Abre sus ojos de golpe y traga saliva, yo igual. – hasta que sienta que estas segura y tu decidas hacerlo, pero hoy estoy dispuesto a hacer todo para complacerte.
Su silencio es agonizante, pero después de unos segundos la escucho:
— No hablaremos de esto, es como si no existiera en nuestras memorias. – Doy un asentimiento de cabeza y ella suelta un suspiro lento lleno de nerviosismo, cierra nuevamente sus ojos y hasta aquí puedo sentir lo dislocado que va su corazón.
— Ahora vuelvo a hacer mi pregunta, Keily Andersson y será la última vez que la haga. – Ella abre sus ojos haciendo que nuestras miradas coincidan, el aura sexual vuelve a tomar sus niveles acostumbrados, nuestras respiraciones así lo manifiestan. — ¿Qué es lo que quieres? Pídeme lo que quieras y lo tendrás.
Sus ojos vuelven a brillar precioso, deseoso y con perversión a la vez.
— Quiero hacerte mío, Marcelo. – Exige ella sin dudar con una mirada devolverte en deseo al tiempo que estampa sus labios con los míos terminando con la maldita tortura que ambos teníamos.
Navego por aguas profundas totalmente conocidas para mi al besar sus deliciosos labios, estos se mueven con una desesperación que correspondo haciendo que nuestros dientes choquen por la rudeza del beso, la necesidad que tengo por ella, por besarla y hacerla mía es aterradora. Nuestras lenguas rozan una y otra vez desbordando la pasión que ambos tenemos, un gemido de aceptación sale de su boca y eso es suficiente para separarme me ella.
La miro insistente a sus ojos, ella no despega su vista de la mía, recordar eso que ha dicho de querer hacerme suyo a rebasado cada una de mis barreras, y es por ello que respondo con honestidad:
— Y yo Quiero hacerte mía, Keily.
Eso es suficiente para que ella tome posesión de mis labios y correspondo de inmediato acercando más su cuerpo al mío, levanto sus caderas y ella enreda sus piernas alrededor de las mías, nunca despegamos nuestros labios, doy pequeños mordiscos en estos para demostrarle lo atraído y loco que me trae.
Camino con ella lentamente hasta llegar al sofá, la coloco en este suavemente y cuando separo nuestros labios la miro, sus ojos se encuentran totalmente oscurecidos, la dilatación en ellos es un deleite para mi, me dice cuan deseosa esta de mi como yo de ella.
Repaso mi mirada por su cuerpo que se encuentra debajo de mi, no puedo evitar morder mis labios al verla tan dispuesta, vuelvo a besarla con fuerza e ímpetu siendo correspondido inmediatamente, ella se encuentra semi sentada, llevo mis manos a su espalda repartiendo suaves caricias hasta llegar a la primera prenda de baño que nos estorba, me deshago de esta desde atrás y la mujer que tengo casi debajo de mi, me ayuda a retirarla por completo, no puedo aguantar más, mi vista va hacia mi delirio, sus senos, estos me vuelven loco y sin idea.
— Cuando me miras así, me vuelves loca, cielo. – Masculla entre la excitación y el deseo, sus palabras me vuelven un maldito desquiciado.
Comienzo a negar con la cabeza al tiempo que la vuelvo a besar con fuerza. — Tú me tienes loco, preciosa mía.
Las palabras sobran en este momento, doy suaves caricias por todo su cuerpo, la miro y su ceño se encuentra fruncido por el deseo, sus ojos cerrados me dan indicios de que le gusta lo que esta recibiendo, reparto besos que van desde su boca, su cuello y sus senos, bajo a su abdomen deteniéndome por unos segundos allí, con ella quiero tantas cosas, bajo un poco más y su segunda pieza del traje de baño me estorba en este momento, así que me deshago de esta y la veo en su perfecta desnudez, trago saliva por esta mujer que tengo acostada prácticamente debajo de mi se ha convertido en mi perdición desde que la conocí.
Llevo mis labios hacia su abdomen nuevamente dando besos mojados y sutiles por doquier, cuando estoy a punto de llegar a su feminidad, abre los ojos de golpe y me mira a la expectativa.
— ¿Qué haces? – Cuando habla aún persiste ese grado elevado de seducción y deseo.
Mi mirada oscura y mi sonrisa perversa hacen que ella entrecierre los ojos, hace esto cada vez que se siente retada por mi, siempre espera un movimiento de mi parte.
— Solo asumo mi papel de maestro, voy a darte mi primera lección de esta noche. – Determino.
Eso es suficiente para que mis labios se estampen contra su feminidad, muevo mi lengua con destreza, se retuerce de placer y sus gemidos son incontrolables, ella es mi fascinación.
Ver a Marcelo, después de pronunciar esas palabras, el hombre que amo, entre mis piernas es algo que no tiene precedentes. Ahora mismo me encuentro contemplando sus hermosos ojos azules que me miran y tienen en un estado de hipnosis desde que lo conocí, me mira perverso y mi respiración se vuelve más errática si es que eso es posible.
Abre mis piernas un poco más de lo que ya estaban, procedo a levantarme y apoyarme en mis codos. Lleva sus manos a mi cintura para acomodarme un poco más, me mira con una intensidad abrumadora, sus ojos oscuros me dicen que desea esto tanto como yo.
El introduce su lengua en mi feminidad haciendo que arquee mi espalda por el placer que me embarga, un fuerte gemido sale de mi garganta, nunca había sentido una sensación tan maravillosa como esta, aprieto la manta que se encuentra cubriendo el sofá en señal de que esto es el máximo placer que he recibido y todos por parte del hombre que tengo entre mis piernas.
En mis veintidós años de vida nada se había sentido de esta manera, quizás porque él es mi primera experiencia, pero quiero que sea el único en mi vida, yo lo amo con todo mi corazón y todo se siente perfecto con él.
Nuevas sensaciones invaden mi cuerpo, su lengua moviéndose agresivamente en mi feminidad de arriba y hacia abajo haciendo que en mi interior se forme un nudo que se encuentra a punto de estallar, ahora mismo el éxtasis de placer que invade mi cuerpo me hacen saber que estoy muy cerca del orgasmo, mis pies se sienten fríos y mis dedos de las manos se encuentran entumidos por las tantas sensaciones que hay en mi.
— ¡Dios mío! ¡Ah! – Exclamo presa del deseo y me invade la vergüenza, trato de morder mis labios para acallar mis gemidos, pero él se detiene y abro los ojos y lo miro desafiante a punto de protestar, no quiero que se detenga, él me sonríe descaradamente mientras pasa su lengua por sus labios, estos se encuentran totalmente rojos, su rostro completo lo está, y lo quiero asesinar, pero primero debe terminar lo que ha empezado.
— Quiero escuchar cada gemido que salga de ti. – Su voz es totalmente ronca, sus labios se ven tan apetecibles, me provoca besarlo. — No te detengas a la hora de gemir para mi, ¿me escuchas?
Asiento con la cabeza repetidamente, estoy en sus redes y no hay vuelta atrás. Muerdo mi labio inferior, el se da cuenta de mis intenciones y sube hasta mi para encontrar mis labios, me da un beso que no es nada tierno, es muy apasionado, me siento morir ahora mismo, sus suaves y carnosos labios poseen los míos succionado, chupando y mordiendo todo lo que encuentra, el sabor de mi feminidad mezclado con el champán y chicle de fresa es latente en él, me encanta todo esto, amo todo de él.
— Eres todo lo que yo necesito. – Masculla extasiado mientras reparte suaves besos bajando por mi cuello, estoy completamente poseída por él, sus palabras han removido cada pieza de mi interior. — Me tienes loco, preciosa.
Toma mis senos y los lame y chupa a su antojo haciéndome gemir como loca, toma mi seno izquierdo, es un punto débil que tengo, muerde sutilmente mi pezón haciendo que un gemido estruendoso salga de mi, luego entre besos vuelve a mi feminidad, mueve su lengua en distintas direcciones haciéndome desfallecer, hace círculos precisos volviéndome loca, siento que no puedo más, me estremezco una y otra vez, mi cuerpo va a estallar, Marcelo continúa con su tortura y yo con mis incontrolables gemidos.
— Vamos, mi cielo. – Su voz es lo más sexy que he escuchado. — Dame todo de ti.
Y es como si eso fuera el detonante en todo mi interior porque el orgasmo que ahora mismo experimento no tiene precedentes, mi cuerpo tiembla ante tanto placer, mi respiración es irregular, el sigue chupando todo de mi y estiro mi mano hacia él, hago que levante su cabeza, esa parte se encuentra muy sensible en este momento. Su rostro y mirada se encuentran frente a mi, lame sus labios y es un hombre que sabe que esta bueno, es lo más excitante que he visto.
—He comprobado que me volveré adicto al dulce. – Masculla extasiado y muerdo mi labio sin dar mucha mente a lo que ha dicho.
Se levanta de donde se encuentra y puedo ver sus seis bien trabajadas y definidas tabletas en su abdomen, me encanta observarlo, sus ojos tienen ese brillo que grita a gran escala que me desea, me renuevo para incorporarme en mi lugar, el no pierde ninguno de mis movimientos, así sentada como estoy llevo mis manos hacia donde se encuentra el elástico de su short y comienzo a bajarlo, lentamente, cuando por fin puedo ver su parte gloriosa, mis sentidos, mis deseos, mi excitación vuelve a activarse, lo deseo con todas mis fuerzas.
Me pongo a la altura de su pecho y comienzo a repartir besos en esa parte, el deseo que ambos sentimos es palpable, mis besos mojados invaden cada espacio de él, no pierde tiempo y levanta mi cabeza por la nuca y estampa sus labios con los míos en un beso lento y duradero.
Sus labios se sienten muy fríos debido la excitación.
Me separo y comienzo a dar besos mojados bajando lentamente por su cuello y abdominales, mientras tanto tengo una de sus manos en mi cabeza, sigo bajando y cuando me encuentro con su maravilloso instrumento reproductor, me dan ganas de llevarlo a mi boca, aprieto sus duras nalgas, me gustó mucho el gruñido que salió de él.
Miro mi objetivo nuevamente y trago saliva, tomo su miembro en mi mano, él suelta un gruñido llevando su cabeza hacia atrás. Comienzo a realizar movimientos de arriba hacia abajo y verlo tan invadido de placer, me esta llevando a la locura nuevamente.
— Me estas matando, nena. – Masculla con voz ronca.
Eso que dice me incentiva a hacer algo que nunca he hecho, miro su masculinidad y quiero probarlo, él baja la mirada hasta mi y sus ojos oscuros leen mis intenciones, baja hasta mi rostro y me da un beso rudo, con fuerza, nuestras lenguas juegan entre sí, haciendo que nuestros cuerpos se calienten aún más.
— Se lo que quieres, pero no será hoy. – Suelta con voz sexy y me estremezco.
Con delicadeza me indica a ponerme de pie y me coloca de espaldas, su erección roza mi trasero, comienza a repartir besos desde mi cuello hasta mis hombros haciéndome jadear en placer, me pide que coloque mis rodillas en el sofá, es decir, estoy en una posición en donde quedo sobre mis manos y rodillas, me toma por la caderas y su gran erección roza mi feminidad arriba y hacia abajo, pero no me penetra, la anticipación esta acabando conmigo.
— ¿Qué quiere ahora mi niña perversa, huh? – Su pregunta hace que una corriente placentera recorra mi cuerpo, nunca deja de moverse hacia atrás y hacia delante, yo reprimo un gemido mordiendo mi labio inferior. — Anda, Pídeme lo que quieres.
Su voz es contundente y sexy a la vez, el aire abandona mis pulmones por la sensación abrazadora que me embarga. Por tanto, es por eso que sin ninguna vergüenza en mi sistema pido lo que quiero.
— Quiero sentirte dentro de mi con fuerza.
Eso fue suficiente para él, me penetra como se lo pedí y un grito sale de mi garganta, pues me dolió un poco, sin embargo, la excitación predomina en mi.
— ¿Te lastimé? – Pregunta preocupado y niego con la cabeza.
— Estoy bien. – Digo deseosa y siento como comienza a moverse, entrando y saliendo de mi lentamente, todo para que ambos nos adaptemos.
Después de unos minutos, comienza a moverse con más rapidez haciendo que ambos estemos perdidos entre jadeos de placer.
Entra y sale de mi haciendo que mi interior se sienta mágico, mi deseo por él es tan grande que no pude resistir la tentación de ser suya una vez más y que por defecto, el fuera mío, aunque solo sea por momentos. Siento como se contrae mi interior, un nudo abrazador se forma ante la maravillosa sensación que ahora experimento.
— Más rápido – Pido y eso me da.
Procede a alcanzar mi pelo con una mano y agarrarme por allí, con la otra se sostiene de mis caderas, sus penetraciones son rápidas, profundas y fuertes, no puedo acallar mis gemidos y él tampoco sus gruñidos, en este espacio solo se escuchan eso y el choque de piel con piel haciendo ecos por todo el lugar.
Entra y sale de mi una y otra vez, volviéndome loca y más adicta a sus caricias, no pasa mucho tiempo cuando ambos llegamos al clímax, nuestras respiraciones son un desastre, nuestros cuerpos sudados caen sobre el sofá, Marcelo cae a mi lado con su cabeza recostada hacia atrás con los ojos cerrados, tratando de controlar su respiración, yo estoy igual.
— Feliz cumpleaños, mi preciosa, Keily. – Lo escucho decir entre jadeos haciéndome sonreír, él también lo hace a sus anchas.
— Ya no es mi cumpleaños, idiota, – me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa perversa.
— Si quieres que te bese, solo tienes que pedirlo. – Su voz es seductora, intenta provocarme y lo está consiguiendo. — Y para mí aún sigue siendo tú cumpleaños hasta el amanecer, mi preciosa.
Sonrío y mi cara debe estar roja, esta más dulce de lo normal.
— Pues eres un idiota y quiero que me beses. – Su sonrisa crece más y de un solo movimiento me atrae hacia él, un grito de sorpresa sale de mi garganta, estoy sobre su pecho desnudo y nuestras mirada coinciden, mi corazón está en su acostumbrada carrera. — Me asustaste, idiot...
Soy interrumpida por un beso agresivo de su parte, llevo una de mis manos a su mejilla y la otra la mantengo en su pecho, ambos estamos desnudos recostados en el sofá, sus labios y los míos se mueven en sincronía, su astuta lengua se encuentra con la mía en una pelea incesante por ver quien tiene el control, sus brazos me rodean por completo, doy acceso para que escudriñe todo lo que quiera en mi boca, no hay nada mejor que esto, un gemido sale de mi y el muy desgraciado que lo tiene todo muy agraciado, sonríe en victoria.
— Me encanta cuando gimes para mi. – Sonrío avergonzada, bajando la mirada, él toma mi mentón y levanta mi rostro, me da un beso corto en los labios, correspondo de inmediato. — No te limites, hazlo siempre que quieras.
— No tienes que decirlo o pedirlo, lo haré siempre y cuando me porque hacerlo. – Mi sonrisa y mirada es perversa, él abre la boca como una O en sorpresa, comienza a reír.
— Eres una pervertida, – Suelta al tiempo sostiene una de mis manos, algo se trae. — Eres mi niñita endemoniada.
Comienza a hacer cosquillas haciéndome explotar en carcajadas sobre su cuerpo, nunca creí pasar momentos tan agradables con él. Definitivamente, cada segundo que pueda pasar a su lado, disfrutar de su compañía es gratificante y aunque las cosas al final no resulten como espero, guardaré en mi memoria estos momentos hermosos que hemos construido juntos.
Es así como las horas van pasando, entre platicas, risas, anécdotas, sexo y más sexo, son incontables las veces que lo hemos hecho, este hombre es un demonio en la cama y en todo los aspectos, quiero disfrutar al máximo de su compañía, ya que dentro de unas horas, desde que el reloj marque las seis de la mañana, todo vuelve a la normalidad, esto se acaba, no podremos estar juntos, me duele, pero es necesario y esta vez no habrá excusa que valga, esto es más por él que por mi, aunque me aterra salir herida de todo este embrollo.
Ahora mismo, nos encontramos desnudos, no volvimos a usar ninguna prenda de vestir, estamos en la habitación principal de esta casa, él se encuentra semi acostado, apoyado en el barandal de la cama y yo entre sus piernas, es decir, todo mi cuerpo se encuentra encima suyo, mi cabeza está apoyada en su pecho, el pasa sus manos continuamente por mi largo y alborotado cabello, me esta haciendo piojitos, estamos platicando de algo trivial cuando siento mis ojos tan pesados, su voz se escucha lejos y es ahí cuando ya no se más de mi.
Ver la mujer que se encuentra sobre mi cuerpo quedarse dormida es tan reconfortante, no sabía que podían existir tantos sentimientos encontrados, por un lado estar con ella me hace ser yo sin limitaciones, es decir, esa parte en mi que guarda sus emociones no fluye, tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para que ella no vea en mi ciertas cosas y el por el otro, no quiero sentir nada de todo esto, sin embargo, no soy de esos que se rinde a la primera y estoy consciente que la lucha que tengo no es con nadie más que conmigo mismo.
<Y eres tu peor adversario>
Trago saliva.
Recorro con mis dedos el mapa de su espalda, su piel suave me tienta a repetir de nuevo las cosas que hemos hecho en las últimas horas, son incontables las veces y las formas en que hemos estamos juntos íntimamente, no puedo evitar tragar saliva porque me he vuelto adicto a cada una de sus caricias y como un ser egoísta que aveces tiendo ser, no quiero que nadie la toque, la considero mía, aunque ella no sea de nadie, es mía porque ella disfruta cada momento conmigo, mis caricias, mis locuras, al igual que yo con ella, no me gusta sentir este tipo de sentimientos, porque no me gusta ser posesivo, pero cuando se trata de Keily, todo sale a relucir, hasta lo que yo pensaba que no existía en mi.
Doy suaves caricias en su cabello, ella da una respiración profunda, se a quedado bien dormida, no la culpo, ha sigo largo su dia y ya es cerca de las tres de la madrugada, pronto va a amanecer y como se lo prometí, voy a respetar fielmente nuestro trato, aunque la vida se me vaya en ello, no sé como aguantaré y me contendré para no tocarla, besarla y hacerla mía cuando estemos cerca.
Es algo que ya me he propuesto y soy muy determinado a la hora de hacer cumplir mis objetivos, no quiero que ella crea que es un juego para mi o una diversión del momento, porque no lo es y nunca lo será, pero me encuentro tan jodido por dentro, me da rabia de tan solo recordar esa situación que me ha dañado.
Cuando empiezo a traer recuerdos amargos a mi mente, Keily me saca de esos pensamientos, cuando dormida da dos besos en mi pecho haciéndome reír.
— Ya duérmete cielo. – Masculla pausadamente y sonrío mientras doy un beso en su frente.
Vuelve y se coloca en la misma posición de antes y a dormir como un Koala, mi precioso Koala. Doy suaves besos en su cabeza, frente, nariz, en los labios, quiero disfrutar cada segundo con ella.
No sé que tiempo llevo contemplando todo su cuerpo, velando sus sueños y es hasta que yo también me quedo dormido.
~~~
Me renuevo en la cama y siento mi cuerpo frío, fruzo completamente mi ceño al no sentir la calidez que tenía cuando me había quedado dormido, abro mis ojos de golpe incorporándome en la cama, Keily no se encuentra aquí a mi lado, echo un vistazo al dormitorio y trago saliva, ¿será que se ha ido? ¿Pero porqué?
No sé cuanto tiempo ha pasado desde que me dormí, pero no es mucho, quizás una hora o dos como mucho. Ya me encuentro de pie, me pongo unos pantalones que encontré el piso, busco en el baño y no está, salgo de la habitación, echo un vistazo en los diferentes espacios de la planta baja, ¿Dónde se metió esta mujer? Subo las escaleras y voy hacia una terraza que en el segundo piso, tiene una vista increíble al mar.
Cuando por fin llego a la dichosa terraza, suelto un suspiro de alivio al verla de espaldas a mi solo con una de mis camisetas de color blanco y su abundante cabello suelto a su espalda, este se mueve un poco con el viento, se ve tan sexy y me provoca hacer de todo con ella, la escucho respirar hondo, esta perdida en sus pensamientos mientras que sus brazos se encuentran cruzados, trata de dar calor a esa parte, puesto que el viento es frío a esta hora de la mañana, daría lo que fuera por saber que es lo que esta pensando en estos momentos.
Camino lentamente hacia donde se encuentra, dejo mi vista puesta en el imponente mar, ya los rayos del sol se pueden visualizar y en verdad es una vista preciosa, pero no más que ella.
— Ya estas despierto. – Habla sin mirarme, su vista permanece al frente.
— Me asustaste. – Es lo primero que digo y es cuando decide mirarme, sus ojos se encuentran con los míos, me sonríe de boca cerrada. — Pensé que ya no estabas en la casa.
— Siento haberlo hecho, solo te vi dormir tan profundamente que no quise despertarte, aunque si lo intenté. – Esto último lo dice con picardia y sonrío. — Además, aquí vine contigo y es con quien debo irme, no tengo porque hacerlo y mucho menos sin avisar.
No digo nada, ella es tan sincera, la miro y vuelve su vista hacia el amanecer, me he dado cuenta de que valora mucho estas cosas, la naturaleza.
— ¿Cómo dormiste? – Pregunto mirando hacia ella y gira su rostro con una sonrisa que devuelvo. — ¿Te gustó la cama?
Sonríe picaramente.
— En todos mis años, nunca dormí tan cómoda. – Su voz es seductora y habla en doble sentido, pues fui su cama las horas que durmió, a ella le encanta provocarme. — Me podría acostumbrar fácilmente a esa cama.
Definitivamente, ella me tiene cada día más idiotizado.
— Esa cama podría ser tu cama cuando quieras. – Me coloco de lado para mirarla mejor y trago saliva con lo preciosa que se ve con mi suéter, su cabello muy alborotado y la mitad de sus piernas al descubierto, sus pezones me invitan a saborearlos con vehemencia, dirijo mi vista a sus ojos y continuo: — Es una oferta que es exclusiva solo para ti.
Eso llama su atención y se coloca frente a mi con sus ojos a la expectativa, buscando algo en los míos.
— ¿Ah, si? – Me seduce con su forma de hablar, de mirarne y con cada uno de sus movimientos corporales, da dos pasos al frente, se encuentra más cerca de mi, casi, casi nos tocamos. — ¿Qué incluye la oferta?
Maldita sea, esto que siento no tiene precedentes en este momentos.
Me hago el que lo pienso por unos segundos cruzando los brazos alrededor de mi pecho y llevando una de mis manos a mi barbilla, eso la hace sonreír un poco.
— Eso incluye el paquete completo y algunas cosas extras. – Sus ojos toman ese tono oscuro que me dice que su próximo movimiento no será de una niña buena. – Dime, ¿Qué vas a..?
No termino de formular la pregunta cuando acorta todo tipo de distancia entre nosotros, lo primero que hace es agarrar mi erección a través de los pantalones con una de sus manos haciendo que un gruñido salga de mi, lleva el otro brazo a mi cuello mientras me mira seductora y por todos los santos que estoy a punto de hacer un desastre con ella ahora mismo, es tan atrevida.
— Quiero el paquete completo, señor Secuestrador – Dicho esto toma posesión de mis labios mientras que estruja de manera descarada mi miembro haciendo que la desee aún más de lo que ya lo hago.
Sus movimientos corporales son claros, sé lo que quiere y se lo daré. La levanto del piso haciendo que enrede sus piernas en mis caderas, el beso nunca es interrumpido, su lengua moviéndose agresivamente junto a la mía al tiempo que camino de espacio hacia el sofá que hay en esta terraza.
— Dime lo que quieres, preciosa. – Mascullo extasiado entre besos, me tiene loco esta mujer. — Pídeme eso que quieres y lo tendrás.
Entre besos y toques candentes habla: — Quiero que hagas tuya y quiero hacerte mio.
Sus palabras son suficientes para ponerla en el sofá, ella no tiene ninguna prenda íntima puesta, así que mi labor es mucho más rápida, quito los pantalones que llevo puesto bajo su atenta mirada, me mira con tanto deseo y ganas de mi, seguramente me debo ver igual, perdido por ella, sus piernas se encuentran a mi disposición, están abiertas para mi.
— Asi que eso quieres. – Mascullo con voz roca por la excitacion acercándome para besarla en los labios y el cuello, mi erección roza su muslo. — Quieres que te haga mía una vez más.
Nuestros jadeos se escuchan por todo el lugar.
— Y que seas mio. – Su voz es determinada y deseosa, me separo de ella y la miro a los ojos, estos brillan tan especialmente, evito tragar saliva y decido responder:
— Y que sea tuyo. – La complazco y sonríe ampliamente.
La beso de manera apasionante llevándome cada uno de sus suspiros, bajo lentamente dando besos húmedos, se returse buscando más contacto de nuestros cuerpos, paso por su cuello y ahí me detengo unos segundos, chupo de manera delicada su piel, un jadeo de aceptación sale de su garganta poniéndome más duro de lo que ya estaba, sigo un camino de besos desde esa zona hasta su abdomen, luego retrocedo a su rostro lentamente y cruzo por el valle de sus senos, estos sin ser tocados se encuentran erguidos, busco sus labios, la beso con desesperación y comienzo a frotar mi miembro con su feminidad de arriba hacia abajo, gruño como un animal al sentir lo cremosa que se encuentra, esta tan mojada y lista para mi que lo único que me apetece es hundirme en ella sin contemplaciones.
— ¡Ah, Marcelo! ¡Dios..! ¡Ah..! – Sus jadeos me vuelven loco, sigo con mi tortura de roces y besos calientes, y con la excitación al máximo habla: — ¡Quiero más, te quiero dentro de mi!
<<Maldición de seguir así esto será un desastre>>
— ¿Eso quieres, huh? – Pregunto perdido en este extasis de placer, mientras sigo frotando mi miembro erecto en ella quien se retuerce en satisfacción y en busca de más, sus jadeos son música para mis oídos de seguir de esa manera tendré mi liberación con tan solo frotarme con ella y escucharla. — Dime, ¿Quieres que entre en ti y te haga mía? ¿Quieres que te penetre duro y sin contemplaciones?
— ¡Si, eso quiero..! – Responde envuelta en esa nube de placer que nos corroe, sus ojos se encuentran cerrados y muerde sus labios constantemente. — ¡Hazme tuya! ¡Ah..!
Su petición me sabe a gloria, ella quiere esto tanto como yo, presiono un poco su centro, pero no la llego a penetrar, repito la misma acción una y otra vez, sus senos se mueven un poco, los miro con devoción, los quiero tener en mi boca, tomo uno de ellos, el derecho y lo llevo a mi boca, lo chupo, lamo y succiono a mi antojo mientras escucho sus jadeos, luego voy al izquierdo, pero antes levanto mi mirada y ella ya se encuentra con los ojos abiertos, su mirada es tan oscura, tan deseosa que sin pensarlo dos veces me hundo en ella y es la sensación más agradable que haya sentido jamás, ella cierra sus ojos desbordante en deseo, sintiéndome, tomo su seno izquierdo, es su punto débil a mayor escala, lo llevó a mi boca y sus gritos se escuchan por todo el lugar, no me muevo, solo me limito a mirarla y admirarla, vuelvo a sacar mi miembro de ella y tengo su mirada sobre mi y no es muy amigable que digamos.
Sonrío al verla así.
Su ceño se encuentra fruncido y sonrío con malicia, ella entrecierra sus ojos.
— ¿Qué? – Reta ella mordiendo sus labios, su voz no es normal, mira directamente a los ojos, por unos segundos, me siento perdido, comienzo a frotar arriba y abajo, mientras nos miramos. — ¡Quiero que entres en mi, ahora! ¡Ah! ¡Dios! ¡Entra en mi por favor!
Su voz es demandante, su nivel de excitacion está al máximo, sus manos se encuentran aferradas al sofá y la manta que este tiene por encima, la miro y con una voz que ni yo mismo reconozco hablo:
— Te dije que me pagarías todas las que me debes, niñita preciosa. – Mascullo entre jadeos mientras le doy un beso en el cuello mi respiración es irregular, ella sabe a lo que me refiero. — Y aún me debes mucho.
— ¿Ah, si? – réplica entre jadeos y la miro expectante, su oscura y deseosa mirada me perfora los sentidos. — Con que es eso.
— Sí. – Respondo victorioso por haberla puesto de esta manera, sin embargo, su forma de mirarme es retadora y voraz.
<<Marceliniii prepárate que tu demonio versión pequeña, hará de las de ella, no me hago responsable...>>
Y como si mi conciencia tuviera el don de adivinar, el pequeño demonio que tengo debajo de mi, sonríe arrogante y en rápido movimiento que no esperaba empuja de mi haciendo que caiga semi sentado en el sofá, se incorpora sobre mi con una velocidad y determinación increíble, la miro expectante, toma mi miembro muy erecto en una de sus manos haciendo que me vuelva más que un desquiciado por ella, lo posiciona en su entrada mirándome a los ojos, sus labios se encuentra están entreabiertos dando entrada y salida a su respiración errática, trago saliva cuando de un solo movimiento hace que entre en ella y suelta un jadeo de satisfacción mientras que un gruñido sale desde el fondo de mi garganta.
— Esto lo puedes tomar como un abuso de mi parte. – Suelta entre jadeos con sus ojos vidriosos en deseo, matando cada sentido de mi, haciendo que la adore más de lo que ya lo hacía, su voz sale entrecortada, se encuentra quieta sobre de mi, mueve un poco sus caderas buscando comodidad y con tan solo ese hecho me siento morir. — Luego asumiré las consecuencias, cielo.
— Puedes abusar de mi cuando quieras, mi cielo. – mi voz sale gutural, perdido en mi excitacion por ella.
Sonríe y mueve un poco sus caderas, ella se encuentra disfrutando la sensación de estar por primera sobre de mi, teniendo el control, aunque para ser sincero, en cualquier posición que se encuentre, ella siempre me domina, siempre tiene el maldito control.
Ahora mismo la veo con adoración, se ve tan sexy encima de mí, recorro con mi vista desde sus piernas que se encuentran abiertas sobre de mi, su abdomen y me detengo en sus hermosos pechos, mis ojos no pueden dejar de verlos y mis manos van en automático hacia ellos, cuando los toco ella echa la cabeza hacia atrás y suelta un gemido estruendoso, haciendo que mi pene reaccione aún más a ella, le doy más atención a su seno izquierdo, me acerco más y lo entro a mi boca chupando y succionando todo de el, ella comienza a moverse haciendo círculos.
Sus movimientos son ligeros mientras le doy atención a sus senos, a uno con las manos y al otro con mi boca, mis músculos se sienten tensos del placer tan gratificante que estoy recibiendo, sus jadeos son más fuertes ahora, el que ella haga conmigo lo que quiera hace que me ponga más duro, sus gemidos son música para mi, suelto sus pechos y sostengo sus caderas para guiarla para que se nueva más rápido, no se opone, siento como mi pene se adentra aún más en ella, mantiene sus ojos cerrados, yo hago lo mismo, sus caderas es un va y ven, arriba, abajo, entra, sale y aquí solo se escucha el sonido de nuestros cuerpos, el roce de piel con piel me vuelven aún más loco.
Siento como su conducto aprieta alrededor de mi pene, eso me indica que esta a punto de tener un orgasmo, así que intensifico la velocidad de sus movimientos, abro los ojos queriendo ser espectador de verla venirse, el sudor moja nuestros cuerpos, suelto su cintura la atraigo más a mi, aprieto su seno izquierdo mientras la beso fuerte, es entonces cuando pasa, su orgasmo llega, los gemidos que emite esta mujer son lo más hermosos que haya escuchado jamás, unos cuantos movimientos más por parte de ella al tiempo que continuo mi labor con sus senos y mi liberación llega, nuestras respiraciones son un desastre, quedamos con la frentes unidas, hasta que nuestros cuerpos dejen los espasmos que ahora mismos nos invaden.
— Me siento el hombre más afortunado de ser abusado por ti. – Hablo con media sonrisa.
Su risa se escucha por todo el lugar y yo también lo hago, me río de su risa mientras beso sus labios y corresponde.
— Pues no se me vaya a acostumbrar, señor Sandoval. – Su voz seductora nunca la abandona. — No suelo abusar muy a menudo de los hombres guapos e inteligentes como usted.
Con mi ceño fruncido y con un poco de celos le respondo:
— Solo de mi puedes abusar, señorita. – He hablado sin pensar, mi voz sale pausada y sin ningún tipo de expresión, ella me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisita amenaza por salir de ella. — ¿Me ha entendido usted?
Reconozco que estoy celoso, no puedo ni pensar por un solo segundo de que esté con alguien más, que sus labios toquen otros que no sean los míos, me vuelven un demente.
— ¿Porqué tan posesivo el día de hoy? – Pregunta con una sonrisa arrogante.
Trago saliva, yo no soy un hombre celoso ni mucho menos, siempre he sido muy seguro de mi mismo, ni siquiera con aquella mujer lo fui, ¿Porqué ahora? Es algo que odio de mi, no me gusta y ella me hace sentir tanto. Desvio la mirada, ella mantiene la suya en mi rostro y veo como traga saliva disimuladamente, pero no dice nada al respecto.
— Tengo hambre, haré algo de desayunar. – Habla mientras da un rápido beso en mi mejilla.
Cuando esta a punto de levantarse, la atraigo hacia mi y la rodeo con mis brazos en un abrazo que necesito, ella corresponde de inmediato, ambos nos mantenemos abrazados, no sé por cuánto tiempo, su corazón late rápidamente, lo puedo sentir.
— Aún es temprano – mascullo en el hueco de su cuello, permanecemos abrazados. — Pero yo te ayudo.
— Me daré un baño antes, si me lo permites.
Levanto mi cabeza y la miro, me da media sonrisa.
— Es tu casa, puedes hacerlo las veces que quieras. – Hablo.
— Muchas gracias.
Es así como después de unos minutos, se pone la camiseta y levanta dejando mi cuerpo con la sensación de frío. Sé que debo cambiar la actitud que en ocasiones suele salir de mi, pero estoy haciendo el intento y seguiré poniendo de mi parte, suelto un suspiro cansado y con mi desnudez me pongo de pie y aprovecho para organizar ciertas cosas, hago algunas llamadas para confirmar que todo este listo para la llegada de Ferrer y sus socios, aun es temprano, pero mi gente sabe que debe estar disponible en cualquier momento.
Después de que también usará otro de los baños aquí, me coloco unos short limpios y una camiseta, me dirijo a la cocina, cuando más cerca, escucho música en ella, en la bocina resuena el mentado Chayanne con un BOOM.
Boom boom
Pon a gozar tu cuerpo con el boom
Boom boom
Pon a gozar tu cuerpo
Boom boom
Pon a gozar tu cuerpo con el boom
Boom boom
Pon a gozar tu cuerpo
Libera tu energía
Las cosas malas fuera de tu vida
Que suenen las campanas
Que a cada día hay que ponerle ganas...
Cuando puedo ver a Keily ella mueve sus caderas sensualmente de un lado a otro, se encuentra de espaldas a mi, picando algo para el desayuno, me quedo en el umbral de brazos cruzados, viendo como mueve su trasero en un ritmo coordinado, trago saliva porque todo mi cuerpo comienza a reaccionar a ella.
<<Bueno, Marceliniii, me estas preocupando, estas más calenton de lo normal...>>
Se encuentra solo en camiseta, mejor dicho, con una de mis camisetas, al parecer les han gustado todas, su cabello está recogido en un moño alto desordenado, se ve tan preciosa de esa manera, me acerco lentamente y cuando estoy a escasos centímetros de ella la tomo suavemente por la cintura desde atrás, su espalda toca mi pecho, ella no se asusta ni nada, solo sigue en lo que estaba, bailando sensualmente mientras pica tocino.
Gruño por que otra vez me esta incitando, su trasero estruja descaradamente mi miembro, Keily Andersson, definitivamente me enviará a psiquiátrico.
Llevo mi rostro al espacio de su cuello, me da el acceso que necesito e inhalo su delicioso aroma, se estremece y su piel se eriza, es un efecto que causo en ella, su baile se detiene y deja lo que está haciendo para proceder a limpiar sus manos, yo no me despego de ella, toma solo una cervilleta.
— Solo faltan diez minutos para las seis de la mañana. – Masculla al tiempo que reparto besos en su cuello y masajeo sus senos, su excitación es evidente y la mía ni se diga. — Marcel...
— Muchas cosas podemos hacer en diez minutos... – Respondo sin poder aguantar más e interrumpiendo lo que sea que iba a decir.
La giro de un tirón y tomo posesión de sus labios en un deseo desenfrenado por parte de ambos, ella suelta todo lo que tenia y la levanto colocándola en la encimera, bajo un poco mis pantalones y abro sus piernas adentrándome en ella de un solo movimiento haciéndola gemir de placer, nuestros gemidos se escuchan por todo el lugar, se aferra con fuerza de mis hombros mientras me ayuda impulsando sus caderas en un va y ven, los dos nos perdemos en esta pasión desenfrenada que nos corroe, me pierdo totalmente en ella sin retorno.
Es así como nuestra tregua termina, entregandonos uno al otro en la cocina, ambos disfrutamos de nosotros al máximo, me siento el hombre más afortunado de tenerla cerca, ahora debo cumplir mi promesa y no buscar encuentros íntimos con ella ni nada que se le parezca.
Ahora los dos vamos en una de mis camionetas, en algún momento de la mañana di ordenes de que me trajeran unos de mis vehículos para transportarme, puesto que voy directo para la constructora el día de hoy, pero antes dejaré a Keily en su casa.
— Debemos pasar por la farmacia. – Ella me da un asentimiento, va perdida en sus pensamientos, aunque el agotamiento en su rostro es evidente.
Desde ayer hasta hoy tuvimos sexo sin protección y debemos ser responsables, ella tiene que tomar la pastilla del día después, ella hace el ademán de salir de la camioneta cuando ya estamos frente a la farmacia, pero la detengo para ir yo por el producto, me mira inquisitiva y le mascullo un <Descansa un poco> me da un asentimiento y se acomoda en su lugar.
Es después de más de cuarenta minutos que estamos frente a su departamento, ambos estamos en silencio, pero decido llenarlo.
— Sana y salva, señorita Andersson. – Ella me da una sonrisa cansada.
— Muchas gracias, señor Sandoval. – Masculla ella ahogando un bostezo. — Lo siento.
Sonrío para ella, es normal que este cansada, pues fue larga la noche y solo durmió por dos horas.
— No te preocupes, solo descansa bien, no tienes que preocuparte por ir a trabajar hoy. – Ella me mira con el ceño fruncido, no le ha gustado la idea.
— Si voy a trabajar, es mi responsabilidad, – habla determinada y sonrío de boca cerrada. — Solo descansaré por unas horas, ya le avisé a mi superior.
Me agrada su sentido de responsabilidad.
— Esta bien. – Me da un asentimiento y hace un ademán para bajar de la camioneta.
— Hablamos luego. – Se despide y trago saliva.
— Keily. – Llamo su atención y ella gira hacia mi. — Cumpliré con lo prometido el día de ayer. – traga saliva y sus ojos me perforan el alma. – Solo tengo derecho a besarte solo una vez durante un mes. – Ella me mira interrogante y sonrío. — Eso pasará siempre y cuando me provoques de alguna manera.
— Eso no estaba en el trato. – Suelta a punto de reír, cruza de brazos para hacerse la indignada.
— Lo sé, es una condición que acabo de añadir. – Comienza a negar con la cabeza mientras me da una media sonrisa.
— Estas loco. – Masculla.
<Por ti>
Lo pienso, pero no lo digo, solo sonrío en su dirección, bajo de mi vehículo, abro su puerta y le ayudo con algunas de sus bolsas, camino con ella hacia el interior del edificio, ambos vamos sumergidos en nuestros pensamientos y cuando llegamos a la puerta de su departamento, ella gira hacia mi y habla con una sonrisa.
— Muchísimas gracias por todo, Marcelo. – Le sonrio.
— No agradezcas, mi preciosa. – Hablo al tiempo que me acerco a ella para dar un beso en sus mejillas, al separarme me doy cuenta de que se encuentra sonrojada. — Nos vemos más tarde.
Ella frunce su ceño en señal de confusión y sonrío.
— ¿Nos veremos? – Pregunta interesada.
— Por supuesto. – Confirmo, no podría cerrar mi día sin ver sus hermosos ojos y ser espectador de su preciosa sonrisa.
— Esta bien. – Acepta confundida, pero no pregunta nada más.
Nos miramos a los ojos y quiero decir que no me perdí en ellos, que no siento nada cuando los miro, pero no es así, yo con ella siento de todo y un poco más, esto me mantiene en una constante batalla con mi interior, sin embargo, quiero luchar por esto, no me rendiré nunca.
— Ahora si debo irme. – Hablo.
Ella me da un asentimiento, entra la llave en la cerradura y abre, pero no por completo, gira hacia mi y me da un beso rápido en las mejillas, sonrío levemente.
— Hasta luego, señor Sandoval.
Es así como nos despedimos, ella entra a su departamento, me quedo viendo la puerta cerrada y sonrio porque todo lo que ha pasado en menos de veinticuatro horas. Para ser honesto, tenía tiempo que no pasaba noche tan agradable y estoy dispuesto a volver a repetirlo alguna vez, sin embargo, no es momento de estar justos, ella necesita espacio para pensar en todo lo que nos ocurre, yo lo necesito para acostumbrarme a esto.
Suelto un suspiro cansado y comienzo a mover mis pies. Me dirijo a la constructora hay muchos pendientes que organizar.
Después de un tiempo prudente, estoy en mi oficina, llega Cristian haciendo su habitual entrada, no avisa o pregunta si puede pasar solo se limita a hacerlo.
— No me vayas a repetir lo mismo de siempre. – Ni siquiera espera a que hable. — No voy a poner en práctica mis modales contigo.
Giro mis ojos, no levanto la cabeza de los papeles que tengo en frente.
— Buenos días, Cristian. – Me limito a decir.
Se hace unos segundos de silencio.
— ¿No dirás nada más? – Niego con la cabeza. — Eso es nuevo.
— ¿Ya esta todo listo para la llegada de los posibles socios? – Me da un asentimiento al tiempo que se sienta en una de las sillas para visitantes. — ¿Lo corroboraste por ti mismo?
— Si, señor perfección, todo quedó listo, yo mismo estuve a cargo.
— Bien. – Respondo. — Muchas gracias.
— No es nada, para eso estamos los amigos. – Sonrío. — ¿Estas bien?
Levanto la cabeza y lo miro, su rostro se encuentra serio, doy un asentimiento y él solo me analiza.
— No lo parece. – Vuelve a hablar. — Hay algo que te preocupa.
Y es verdad, solo que me he enfocado en Keily y he tratado de no dar vueltas a ese asunto, sin embargo, es hora de soltarlo a mi mejor amigo.
— Tú sabes que True Style, es nuestra en un ochenta por ciento. – Me da un asentimiento de cabeza, ambos nos miramos fijamente, mis brazos se encuentran apoyados de los reposabrazos y continuo. — Cuando compramos las acciones, el señor Molina dijo que solo vendería el ochenta y se quedaría con el veinte, pero me he enterado de que a vendido y muy pronto tendremos nuevo socio merodeando por aquí.
— ¿Pero qué estás diciendo? – Pregunta un poco desconcertado. — Le dijimos que si estaba interesado en vender nos dijera a nosotros primero.
— Si, eso es lo que me molesta. – Hablo con los dientes apretados. — No nos dijo nada y me resulta sospechoso.
— ¿Crees que nos pueda hacer daño? – Niego con la cabeza.
— Eso es prácticamente imposible, solo que no me gusta que un desconocido venga a inmiscuirse en donde no lo llaman.
— No me gusta nada de esto, Marcelo, ¿Porqué no avisarnos que iba a vender? – Pregunta confundido. — Y no veo por donde venga la trampa si nosotros investigamos bien y todo está en regla.
Doy un asentimiento de cabeza.
— Solo creo que se la vendió al mejor postor. – Hablo.
— De ser así nos las hubiese ofrecido a nosotros, ¿No lo crees?
Aprieto mi mandibula porque tiene razón.
— Lo peor de todo es que Molina, no da la cara, dicen que a salido de viaje. – Informo.
— Pues solo nos queda investigar por nuestra cuenta, Marcelo, aunque no dudo que en los próximos días se convoque una reunión de socios y el nuevo accionista aparezca.
Doy un asentimiento.
— Lo haremos. – Digo mientras me pongo de pie. — Ahora vamos a recibir a nuestros invitados.
— Ya las camionetas que pediste para ellos están en el aeropuerto, no deben tardar en aterrizar.
Doy un asentimiento mientras agradezco.
— Pues vamos, quiero que estemos ahí cuando bajen del avión. – Hablo.
Y eso hacemos, tomo el automóvil que había dejado ayer en la empresa, Cristian toma el lugar de copiloto y nos dirigimos hacia el aeropuerto.
Al llegar nos percatamos de las grandes letras del Jet de Los Ferrer, aun no han salido del mismo.
Las personas que puse a su disposición, se encargan de subir el equipaje de ellos en las dos camionetas que asignamos a su servicio.
La puerta del avión es abierta dejándonos ver lo que parece un equipo de seguridad que los acompaña, no es un grupo numeroso, pero si suficiente para resguardarlos manteniendo una buena discreción de su parte.
— Son personas jóvenes. – Habla Cristian a mi lado, aun nos encontramos dentro del auto mientras que doy un asentimiento de cabeza, podemos observar como salen dos mujeres y dos hombres del avión, son ellos. — Esas chicas están hermosas.
Giro los ojos ante lo que ha dicho, él no lo dice con malas intenciones, pero si lo dejo continuar se atreve a meterse en líos.
— Es bueno que te comportes, Cristian. – Hablo al tiempo que me deshago de mi cinturón de seguridad.
— Sabes que me gusta reconocer la belleza femenina, Marcelo, no es en mal plan.
Ambos bajamos del auto y comenzamos a caminar en dirección a las cuatro personas que nos visitan, ellos tienen su mirada sobre nosotros, también están a la expectativa y cuando ya estamos a una distancia prudente comienzo a hablar:
— Mucho gusto señores y señoritas, bienvenidos a Mérida, mi nombre es Marcelo Sandoval y el es Cristián Serrano. – Me presento cordialmente brindando una sonrisa a los posibles socios, al tiempo que estrecho mi mano con el que sé que es Imanol Ferrer. — Este da un asentamiento de cabeza para ambos, Cristian le corresponde. — Es un honor para nosotros recibirlos en nuestro país.
— Mucho gusto soy Imanol Ferrer. – Responde el aludido devolviendo el gesto sonriente, a simple vista se ve que es todo un caballero, me agrada. — Gracias por recibirnos y venir por nosotros – Agradece sinceramente mientras que doy un asentimiento de cabeza y él continúa. — Ella es mi socia Bianca Vega – La hermosa chica, de piel morena y larga cabellera, se acerca y nos saluda a ambos, tiene una mirada inocente, me recuerda a alguien ahora mismo, salgo de mis pensamientos cuando escucho que habla: — Su hermana Sinclair Vega quien se hará cargo de las fotografías del lugar y Dorian Blake encargado de nuestra seguridad.
El caballero frente a mi llamado Dorian Blake, extiende su mano hacia nosotros quienes la estrechamos con cortesia.
— Sean todos bienvenidos a nuestra ciudad. – Habla Cristian de manera cortés hacia ellos quienes tienen su vista sobre él. — Si necesitan algo no duden en decirnos.
— Muchas gracias. – Responde Imanol mientras que el señor Blake, da un asentimiento de cabeza en forma de agradecimiento y se disculpa, puesto que tiene que ir a dar Indicaciones a su personal de seguridad. — Son ustedes muy amables.
Pasamos algunas palabras más hasta que cada quien se dirige a sus respectivos vehículos.
Sirvo como guía a mis invitados quienes vienen detrás de nosotros.
— Se ven buenas personas. – Habla Cristian con la vista al frente, doy un asentimiento.
— A simple vista, me agradan. – Cristian gira su cabeza como el exorcista por lo que he dicho.
— Bueno, si ya te agradan hay que ponerles un altar con rosas. – Suelta dramático y sonrío. — Eso no sé ve todos los días.
— No seas dramático. – Hablo al tiempo que apago el motor de mi vehículo, hemos llegado. — Soy muy selectivo con las personas y ellos, hasta el momento, me agradaron, no sé si cambie de opinión después.
— Lo dudo. – Suelta al tiempo que abre la puerta para salir del auto, yo también hago lo mismo. — Te conozco y es prácticamente imposible.
— Me conoces bien. – Hablo arrogante y gira los ojos.
Me dirijo hacia donde se encuentran nuestros visitantes, pero no sin antes dar las indicaciones al personal que estará con ellos en este lugar, vemos como doña Rosa le da indicaciones a los nuevos inquilinos.
Nos adentramos a la casa y puedo ver como Cristian no pierde el tiempo, se encuentra hablando con la señorita Bianca, quien sonríe plenamente de sus ocurrencias haciendo que todos la miremos.
— Perdón, – Se disculpa ella de manera dulce, — el señor Serrano me estaba comentando que tiene un club que se llama – queda con la palabra en el aire, mientras vuelve a sonreír. — Es que el nombre es muy singular, cuéntales señor Serrano.
— Si, tengo un Club que se llama "El volcán en erupción" y ya te dije que me puedes llamar Cristian esto de señor me hace sentir viejo.
Veo un atisbo de sonrisa en el rostro de Dorian por lo dramático que es Cristián y, por el contrario, a Imanol, se le ve un tanto incómodo o celoso, ¿serán pareja?
<<No, porque presentó a la chica como su socia.>>
Ante la incomoda situación que a creado el fanfarrón de mi amigo, Dorian salva el momento cuando decide intervenir:
— Suena genial puede que cuando terminen de hacer negocios, nos podemos reunir un rato, así las chicas hacen turismo y conocen un poco la ciudad – El hombre mira a su amigo quien se encuentra un poco tenso observando a Cristian como si lo quisiera desintegrar, casi sonrío, me encuentro de espectador con los brazos cruzados, mi amigo, se da cuenta de las miradas matadores y ni se inmuta. — ¿que opinas jefe?
— Si tienes razón, así las Señoritas Vega, se distraen un poco, agradeceríamos el gesto. – Nunca retira la mirada de Cristian, no me preocupa, ya sé darán cuenta de la personalidad de este hombre.
Me acerco a Imanol, llamo su atención y hablo para que solo él pueda escucharme.
— Que no te preocupe la forma de ser de Cristian, él tiene una personalidad peculiar, pero es un buen tipo y no faltaría a ninguno de ustedes. – Expreso y el aún se mantiene alerta, se ve que esa chica le interesa.
— No me preocupa, solo que suelo ser muy protector con los míos.
— Créeme, yo también sé de eso. – Expreso y sonríe al tiempo que da un asentimiento de cabeza. — Pero aquí puedes estar tranquilo.
— Lo estoy. – Habla y me parece honesto. — Solo que en ocasiones, no puedo evitar ciertas reacciones.
El que me diga eso me deja entre dicho que es un hombre muy sobreprotector y que es evidente que no esconde sus emociones, tan contrario a mi.
— Comprendo. – Es lo único que digo.
— ¡Genial!. – Exclama Cristian alegremente haciendo que lo miremos, — invitamos a nuestras chicas para que nos acompañen y asi ellas no se sentirán tan solas y fuera de lugar.
Se me remueve todo cuando Cristian dice: "Nuestras chicas" e inmediatamente la imagen de mi preciosa Pelinegra llega a mi mente haciéndome sonreír, por otra parte, esto tambien, si que relaja los hombros del amigo aquí presente, Cristian continúa hablando y hace su propuesta. — ¿Qué les parece si salimos a cenar así se van conociendo?, Claro, si no están muy cansados.
Ambos miramos a un ilusionado Cristian que espera la respuesta de las personas aquí presentes, la chica que se llama Sinclair y que mira de forma especial a Dorian es la que se adelanta a hablar:
— Por mi no hay problema y tu Bi que dices ¿estás cansada?
— No, por mi no, yo quisiera salir un rato, ¿Ustedes que opinan? – Pregunta Bianca mirando en dirección a Imanol y Dorian.
— Por mi tampoco hay problema, si ustedes se sienten bien, podemos ir a cenar fuera. – Responde un sonriente Imanol.
El saber que hoy iría a ver a Keily, si o si, me llena, sin embargo, al Cristian hacer su propuesta, cambia mis planes de compartir con ella a solas, pero me da gusto conocer estas personas que son muy amables y que mi pequeño demonio también los conozca no es mala idea, más aún que Bianca y ella se ven tan afines que estoy seguro que harán una linda amistad y ni qué decir de la pelirroja.
— ¡Perfecto! – Exclamo para que todos me escuchen y continúo. — Haré unas llamadas, nos encontraremos en un Restaurant de comida típica de nuestro país que sé que les encantará. – Ellos dan un asentimiento en mi dirección estando de acuerdo. — nos despedimos, entonces, fue un placer.
Ellos sonríen en agradecimiento y cuando estoy a punto de irme vuelvo a hablar. — Por cierto, antes de irme, a su disposición queda un chófer para transportarlos a la ciudad o donde deseen.
— Muchas gracias Marcelo, agradecido con su hospitalidad – Expresa Imanol al tiempo que estrecho su mano con la mía.
<<Es un buen tipo>>
— No te preocupes, para eso estamos. – Musito cortés hacia ellos y entendiendo que están casados por el viaje, continuo. — Bueno, los dejamos descansar, nos vemos en la cena.
Todos nos despedimos con cordialidad, son personas bien de tratar. Cristian y yo nos dirigimos al auto, le indico que debe conducir, puesto que debo hacer algunas llamadas.
En primera instancia, llamo a Lucy, para que me haga el favor de hacer la reservación en el restaurant acordado, luego de esa llamada, me dispongo a marcar a la mujer que me da y quita la paz. El tono comienza a hacer su habitual sonido y es hasta que ella responde:
📲 ¿Tan pronto me extraña usted, señor Sandoval?
Su voz somnolienta me hace sonreír, al parecer estaba dormida.
📱Te he despertado.
📲 ¡No, claro que no! – Responde rápidamente, sonrío porque sé que miente. — ¿De dónde sacas eso?
📱Eres una niña mentirosa. – Ataco sonriente mientras me acomodo más en mi lugar. — Te llamo para invitarte a cenar en conjunto con unas personas que me gustaría que conozcan tú y Elena, ¿Qué dices?
Se hace un silencio, ella no dice nada, le debe parecer extraña mi propuesta. Sin embargo, después de unos segundos la escucho hablar:
📲 ¿Estas seguro de eso? – Pregunta un poco insegura y sonrío, solo quiero que ella entre en mi vida. — ¿Crees que sea buena idea?
Sonrío nuevamente mirando al techo del vehículo, me fascina escucharla.
📱¡Claro, preciosa! – Respondo. — Pasaré por ti a las ocho. ¿Te parece?
📲 Me parece perfecto. – Contesta y me la imagino sonriente. — Te espero.
📱Nos vemos en la noche.
Decimos un par de palabras más y terminamos la llamada.
Veo a Cristian sonreír. — Estas perdido, Marcelo. – Trago saliva porque tiene razón. — Si hubieras visto tu cara al hablar con el mujeron andante, me entenderías.
Ruedo los ojos ante el nombre que le puso a mi niñita.
— Te he dicho que no la llames así. — Replico y él solo continúa conduciendo, lo veo algo extraño.
— A ella no le molesta, así que no tengo intenciones de hacerte caso.
— Sabía que algo así dirías. – Me sonríe de boca cerrada, algo le pasa.
— ¿Me dirás lo que te pasa? – Interrogo y suelta un bufido.
— No me pasa nada. – Responde tajante. — No me hagas preguntas, Marcelo.
Lo dicho, algo le atormenta y al igual que yo, a este le cuesta hablar e incluso, tiende a esconder sus emociones detrás de su picardia y personalidad alegre.
— ¿Qué pasa, Cristian? – Vuelvo a preguntar y esta vez detiene el auto en un parqueo disponible.
Ambos quedamos en silencio y espero a que se decida a contarme.
— Penelope regresa, – Eso llama mi atención y lo miro, su vista se encuentra al frente, — vendrá en dos o tres meses para organizar la dichosa boda.
— Por tu forma de decirlo, puedo ver que ya no estás tan interesado en casarte. – No me mira.
— Tú sabes que eso es inevitable, Marcelo, no puedo hacer nada al respecto.
— Si puedes, Cristian, las cosas se resuelven hablando.
— No lo haré. – Habla determinado.
— ¿Ya hablaste con Elena al respecto? – Eso llama su atención y mira en mi dirección. — Es tu deber hacerlo.
— Lo sé, pero no me atrevo, no quiero agrietar lo que sea que existe entre ella y yo. – Su voz es rasposa, preocupada y me da mucho pesar por él. — Se que nuestro trato es pasarla bien cuando queramos, pero...
— Te haz enamorado de ella. – Le interrumpo y me mira, no dice nada, traga saliva mientras gira su rostro al frente. — ¿Me equivoco?
En lugar de responder mi pregunta suelta lo que tanto le atormenta.
— Si le digo que me casaré, se acaba. – Hace una pausa asimilando sus propias palabras. — Unas de las pautas de nuestro trato es que si llegamos a tener a alguien, un compromiso o algo por el estilo el otro se alejaría y yo la he estado engañando, nunca le dije sobre esto.
— Ella entendería las condiciones, si le explicas...
— No, Marcelo, no lo haré, no por ahora, solo déjame prepararme para esto. – Me interrumpe y doy un asentimiento de cabeza. — Tomaré mi tiempo para hablarle de esto.
— Tú eres el que realmente sabe lo que te conviene. – Traga saliva. — Solo no tomes decisiones que a la larga te hagan más daño.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, él procede a encender el auto, no hablamos y es mejor así, necesita su propio espacio.
Es así como llegamos a la empresa a resolver unos asuntos pendientes y de vez en cuando pensando en la locura de anoche con la mujer que me tiene trastornado, me es imposible dejar de pensar en ella y todo lo que a pasado entre nosotros.
El tiempo de ir por ella a casa se aproxima y por eso que decido, tomar el saco de mi traje que se encontraba reposando en el espaldar de la silla de trabajo, me dirijo a mi mansión para prepararme y por fin verla.
♡♡NOTA DE LA AUTORA♡♡
Capítulo nuevo.
Hola, besos para todas 😘
Aquí les dejo el capitulo después de mucho tiempo, espero que les guste.
Aclaración y agradecimiento:
Señoritas, en una parte del capítulo, Keily le lee a DEROZT, es un caballero que hace sus publicaciones en Instagram y Telegram sobre erotismo, yo lo veo como un educador sexual más bien, él simplemente me encanta y a través de esto quiero agradecer su apoyo en ciertas cosas, me ha ayudado mucho y ni enterado está.
Pasen por Instagran y Telegram, lo podrán encontrar como: Derozt y por defecto, quedarás maravillada, así como lo estuvo Keily en su momento, la dejó fuertemente sonrojada. 🤭🤭🤭
En Telegram también tiene su espacio en donde hace público sus contenidos con más libertad en donde se nos permite expresarnos, todo con mucho respeto y de más.
Derozt, es el dueño y autor de los post que estuvo "leyendo" Keily en el pleno desarrollo del capítulo, es decir, que si existe el chico y que lo expuesto en este capítulo es nada para lo que él hace o más bien escribe.
Miren esto y mueran lentamente: 🤤🤤🤤🤤
Derozt:
Muchas gracias, caballero oscuro, por tanto, créeme que sin saberlo me has ayudado muchísimo. 🥰
Si han sobrevivido a lo anterior, continuemos con los agradecimientos.
◇
En otro ámbito, debo confesar que vienen muchas cosas interesantes con la visita de nuestros queridos personajes de la Historia CAMINO DE ESPINAS, de Lizzzoloz es cautivante, te atrapa al instante. Ve y da un paseo hacia su perfil, te aseguro que no te arrepentirás.
Sean bienvenidos IMANOL, BIANCA, SINCLAIR Y DORIAN, los amo con todo el corazón, hasta creo que son míos, espero que aquí se les dé el trato que ustedes merecen así como nos lo dieron ustedes por allá, quedamos locos con esos capítulos.
Muchas gracias por tanto, Liz. 🥰
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