・☆・﹋﹋Capítulo 53﹋﹋・☆・

Han pasado varios días desde que Marcelo y yo salimos, es decir desde que lo invité  a cenar a la fonda de doña Margarita y desde que hicimos aquel trato entre los dos de no besarnos en un periodo de un mes. No sé como demonios voy a hacer para no perder el control cada vez que lo veo, de tan solo pensar en él ya mi cuerpo se siente electrificado y con muchos deseos de tenerlo cerca.

Estas muy mal Keilisita, quiero desaparecer de tu cabeza, ¿cómo de te ocurre hacer ese tipo de tratos? Es lo único que puedo preguntar en dia de hoy y durante un mes.

Lo necesitaba, conciencia...

Ah si, la niña lo necesitaba... OK, no hay problema... ¡Qué la conciencia se joda!

Pero...

Me has privado del delicioso y no te lo voy a perdonar, me voy...

Mi conciencia a estado en un estado de rebeldía últimamente, la comprendo, hasta yo me encuentro así.

Ahora estoy rodeada de mi equipo de trabajo, estamos ultimando detalles para la presentación del primer diseño en dos semanas, el equipo está haciendo un trabajo excelente, no cabe duda de que son los mejores en sus áreas.

— Ricardo – Llamo la atención del chico que tiene toda su concentración en la computadora que tiene delante, me mira a través de sus grandes anteojos. — ¿Cómo vas con el diseño en digital?

— Solo necesito realizar unos ajustes en ciertas áreas abiertas, – Responde con naturalidad y doy un asentimiento de cabeza. — Solo espero por unos detalles que Elena tiene que proporcionar y que María vuelva con unas fotografías que les pedí para fines de comprobaciones, solo es eso.

— Ya Elena se encuentra en ello, – Continúa Poala sin despegar la vista de la paleta de colores. — Esta checando que los datos estén correctos y María ha de venir de camino.

— Muy bien chicos, lo están  haciendo muy bien. – Felicito al equipo porque en verdad están muy comprometido con su trabajo. — Tenemos tres semanas más para avanzar en la segunda propiedad, ahora bien, en la tercera habría que salir de la ciudad por algunos días y las fechas de viaje serán para dentro de un mes y medio, más o menos.

— ¿Iríamos todos? — Interviene Moisés mirando hacia mi y niego.

— No, no necesariamente, no podemos descuidar aquí e irnos todos fuera de la ciudad. – El me da una asentimiento de cabeza y sonrío en su dirección, se sonroja y me parece adorable. — En su debido momento sabremos quienes irán, ahora solo concentremos nuestra atención en esto.

— Esta bien – Concede Moisés y los demás chicos dan un asentimiento de cabeza. — Kei, necesito hablar contigo – lo miro y tiene un poco de ojeras en su rostro, esta preocupado. — Es importante, por favor.

— Por supuesto, Moisés. – Hablo del mismo modo, me preocupa porque él es mi amigo de mucho tiempo. — Ven vamos a la oficina.

Me da un asentimiento y ambos caminamos en dirección a la oficina cuando estamos dentro, le pido que se siente en la silla para visitantes y yo me siento a su lado, es decir, en la otra silla.

— ¿Qué pasa, Moisés? – Pregunto suavemente hacia él y me mira, su mirada se muestra triste y preocupada. — Si puedo ayudar en algo, solo dime.

— Gracias, Kei.  – Habla con una sonrisa sincera. — por eso me atrevo a pedirte un favor.

— Claro, solo dime. – Pido.

— Mañana, mi madre, será intervenida quirúrgicamente, le van a extraer un pequeño tumor que se ha alojado en una parte de su cabeza – Llevo mis manos a la suyas en señal de apoyo, es lamentable escuchar esa noticia — y quiero estar presente, pero en vista de que aquí hay tanto trabajo yo...

— Ve tranquilo, – hablo con una pequeña sonrisa, — No te preocupes por nada aquí, nosotros resolvemos cualquier cosa, ahora lo importante es que estés con tu madre y que la apoyes en estos momentos, Moisés.

— Pero Kei, yo...

— No señor, vaya con su madre y de todo corazón espero que todo salga bien.

Ahí me cuenta sobre el proceso de la operación que le realizarán y yo trato de apoyarlo como puedo e incluso se me ha ocurrido una idea.

— Gracias por escucharme. – Habla al tiempo que se pone de pie y yo hago mismo, toma mi mano. — Eres increíble.

Sonrío.

— No digas eso, los amigos nos apoyamos siempre, recuerdalo. –  En eso me atrae hacia él y me da una abrazo, no lo sentí malintencionado, más bien, que lo necesitaba, le correspondo, porque su situación es difícil. — Tranquilo, todo va a estar bien.

— Gracias, Keily. – Habla en un susurro.

— Vaya, vaya,  vaya. — Una voz muy familiar nos interrumpe y nos separamos al tiempo que miramos a la mujer aquí presente. — Pero que románticos estamos por aquí el día de hoy.

Suelto un suspiro cansado.

— ¿Qué necesita señorita Lombardi? – Pregunto indiferente y ella mira de hito en hito a Moisés y a mi, sonríe con malicia.

— No necesito nada de usted, señorita Andersson, solo vengo a recordarle el informe que debió estar en mi oficina a primera hora.

Me quedo pensando por unos segundos cual sería la mejor forma de deshacerse de ella, no la soporto y sería bueno comenzar a poner en práctica las técnicas que he aprendido en el programa "Las mil forma de morir" para transformarlas en "Las mil formas de matar a alguien".

— ¿Revisó usted los archivos del día? – Pregunto con evidente tranquilidad, su sonrisa va disminuyendo poco a poco. — Lo dejé en su oficina antes de que usted llegará, pregunte a su asistente, por favor.

Se remueve incómoda y yo le sonrío, Moisés aún esta de pie a mi lado y nos mira, Natalia por su parte, lo ve de arriba a abajo y sonríe burlona.

— Vaya que haz caído tan bajo, Keily. – Me imagino que esta malinterpretando las cosas, su cerebro debe ir a millón. — Pero bueno, es algo que no debe importarme, aunque para ser honesta, la vida se encarga de poner a cada quien en su lugar.

Se que ella piensa sacar ventaja de lo que vio y en realidad sabe perfectamente que no vio nada malo, solo le conviene ponerme en mala posición, pero si en dado caso fuera verdad lo del romance entre Moisés y yo, no hay una política laboral que nos lo impida, pero conociendo a Natalia como la conozco, sé perfectamente que sé que lo puede usar a su favor.

— Lo que usted vio señ...

— No le debes explicaciones a nadie. – Interrumpo lo que sea que Moisés fuera a decir, Natalia es una serpiente que sólo le gusta destilar veneno. — ¿Sé le ofrece algo más, señorita Lombardi?

Ella niega con la cabeza y por lo radiante que se ve su rostro podría decir que se ha quitado un peso de sus hombros.

— Me da gusto que ya estés poniendo tus intereses en alguien más, eso quiere decir que Diego ya está fuera de tu vida.

Sonrío sarcástica.

— Diego esta fuera de mi vida hace mucho tiempo. – Hablo segura de mi misma y de lo que digo. — Hace muchos meses que pasó lo que pasó y tu eres la única que vives en el pasado, yo no soy una amenaza para ti.

— Si lo eres, – Suelta con enojo y veo como se le cristalizan los ojos, pero no suelta las lágrimas. — Él aún sigue obsesionado contigo, solo espero que con esto se dé cuenta que ya no tiene posibilidades contigo.

— Pensé que eso estaba más que claro. – Musito.

— Siempre lo estás provocando, Keily. – Sisea con los dientes apretados y sus ojos cristalizados. — Todo el tiempo estas metida entre nosotros dos.

Frunzo mi ceño.

Estoy a punto de responder, pero Alicia llega a la oficina y nos mira a los tres confundida.

— ¿Qué tal, chicos? — Saluda ella y nosotros la Saludamos con una sonrisa. — ¿Interrumpo algo?

— No, — responde Natalia, — Solo vine a aclarar algunas dudas con la señorita Andersson sobre el informe que me proporcionó esta mañana.

Alicia me mira con su rostro inexpresivo y luego a Moisés, al parecer duda de la palabra de la mujer aquí presente.

— Pues esta bien, por mi parte, en lo que concierne al informe, todo esta todo claro. — Habla Alicia mirando a Natalia. — Keily necesito hablar contigo un momento, por favor.

Doy un asentimiento, todos vemos como Natalia se disculpa y se va, lo mismo ocurre con Moisés quien se notaba muy incómodo por la situación.

Alicia me habla sobre los planes que hay para dentro de dos meses más o menos, hay que salir fuera de la ciudad para visitar el espacio, ella me dice que no es necesario que yo vaya, es decir, puedo mandar a una comisión del equipo y sería suficiente, pero ya veremos más adelante.

Después de mi conversación con Alicia ella se retira y me quedo sola en la oficina, tomo el papel para colocarlo sobre el tablero de dibujo, tomo el lápiz y comienzo a trazar líneas apoyada con la escuadra de 45°, delante de mi tengo las fotografías que tomamos y también cada uno de los apuntes que hicimos al entrevistar a la señora Mercedes. Me encanta diseñar y disfruto cada una de las etapas que tiene esto, estoy muy concentrada cuando escucho mi celular sonar, respondo sin mirar la pantalla, colocando el aparato en mi oreja sosteniéndolo con mi hombro.

♡📱 Sí, hola.

¤ 📲 ¿Cómo está el
monstruo más horrible
del mundo?

Eso definitivamente me saca una sonrisa, hablamos casi a diario, pero tuvo que hacer un viaje fuera del país a un lugar que tenía poca recepción.

♡ 📱Hulk, estoy bien,
¿Cómo estás tú?
¿Cómo está mamá y
la familia?

Suelto con alegría mientras acomodo algunos materiales para que no vayan a caer.

¤📲 Estoy bien y me
da gusto que tu también
lo estés. La familia también
se encuentra bien.


♡📱 Los extraño mucho,
Hulk.

¤ 📲También te extraño,
mi pequeña, espero nos
veamos pronto.

Hablamos por un rato más, me informa que debe salir nuevamente de la ciudad por asuntos de trabajo y que no podrá comunicarse conmigo en tres días más o menos. Después de muchas palabras más, decidimos terminar la llamada, puesto que se le ha presentado algo en la oficina.

Sigo trabajando en los diseños y es así que entre reuniones,  explicaciones de detalles,  es que me tomo un rápido respiro y me dirijo a la pequeña sala en donde se encuentra el café y el agua, tengo mucha sed y se me olvida tomar ese líquido tan importante.

— Definitivamente tengo que traer una botella de agua para llevarla siempre conmigo, últimamente estoy tomando muy poca. – Hablo solo para mi cuando  hago giro para llegar por mi agua.

Cuando ya estoy en el pequeño apartado, me encuentro con la escena de una niña de no más de seis años sobre unos de los bancos tratando de alcanzar unos vasos que están muy altos para ella, me asusta bastante al mirar que la niña se tambalea, esta a punto de caer, un grito de susto sale de su garganta y mi primera reacción es salir corriendo hacia ella y sostenerla para que no se golpee contra el piso, ambas caemos sentada por el impacto.

Gracias a Dios llegué a tiempo, ahora mismo, la niña bonita que parece una florecita, se encuentra entre mis brazos asustada, hasta yo lo estoy.

— ¿Estas bien? — Pregunto con cautela, ella gira su rostro y sus hermosos color miel me miran, se encuentra asustada. — Por favor, dime que estas bien.

Ella me da un asentimiento con la cabeza y se remueve entre mis brazos para ponerse de pie.

— Si, gracias por ayudarme. — Su voz se escucha dubitativa, es tierna y bastante clara, pero entiendo que no me conoce y por sonrío en su dirección, aún estoy sentada en el piso.

— Me da gusto que así sea. — Ella sonríe, es hermosa, lo que hace me sorprende un poco, me tiende sus pequeñas manitas para ayudarme a ponerme de pie y la acepto mientras agradezco. — Muchas gracias.

Ambas quedamos en silencio, la observo detenidamente, es una niña muy hermosa y como mencioné antes debe de tener entre seis a siete años de edad, su pelo es abundante y bastante largo, es un castaño oscuro tirando casi a negro y sus hermosos ojos son color miel, una miel bastante clara. Unos segundos después, me dirijo a dónde se encuentran los vasos para el agua, recuerdo que la florecita luchaba por alcanzar uno, tomo el envase y se lo tiendo, ella me sonríe al tiempo que agradece.

Ambas procedemos a tomar agua sin despegar la mirada una de la otra, nos miramos tanto que tenemos que despegar los vasos de nuestros labios, ella entrecierra los ojos, <que ocurrente es esta niña>, yo hago lo mismo, mueve sus cejas de arriba hacia abajo, haciendo que casi me atragante con el último sorbo de agua y de un momento a otro comenzamos a reír sin saber un por qué, las dos estamos riendo a carcajadas como si no hubiera un mañana.

Comienzo a recomponerme, me duele la panza de tanto reírme,  ¿De qué? No tengo ni idea, definitivamente esta niña me hizo el día, sin hacer nada, de tan solo mirarme de esa manera tan peculiar, ella aún sonríe, aunque ya no tanto.

— Eres muy bonita, ¿cómo te llamas? — Me interroga con su vocesita de niña, aún se encuentra sonriendo.

— Muchas gracias, cariño, tu eres una niña muy hermosa. —  Respondo colocándome en cuclillas frente a ella para quedar de su tamaño, ella sonríe mostrando sus pequeños dientes. — Mi nombre es Keily.

Ella me tiende su mano y la acepto con una sonrisa. — Lindo nombre, el mio es Amelia.

Ella parece un adulto en cuerpo pequeño, tiene una educación increíble, habla correctamente y sus movimientos corporales indican que ha sido bien educada desde muy pequeña. Su vestimenta consiste en un vestido color rosa y su pelo se encuentra suelto, aunque lo tiene un poco recogido delante con unos ganchos para pelo.

— Tienes un hermoso nombre. — Ambas sonreímos tomadas de la mano. — ¿Qué te tr...?

— Ya te haz tardado, Amelia... — Interrumpe una voz en el lugar y giro mi rostro al verla, nuestras miradas coinciden y no puedo evitar tragar saliva. — Oh, lo siento, disculpa, pensé que mi niña estaba sola, cuanto tiempo, Keily.

Me pongo de pie lentamente sin despegar la mirada de la persona frente a mí quedando al lado de Amelia.

— Si, bastante señora Sandoval. — Ella sonríe en mi dirección y le correspondo de boca cerrada. — ¿Cómo ha estado?

— Bien, cariño. — Responde con una sonrisa sincera. — Por lo que veo tu lo estás también, me da gusto.

— Si, gracias. — La verdad es que no sé ni qué hablar con ella, puesto que sólo cruzamos palabras dos veces durante mi relación con Diego.

— Te iba a preguntar la razón de tu estadía aquí, pero tu carnet laboral me dice que eres empleada de esta empresa.

— Si, así es. — Confirmo lo antes mencionado. — Tengo un poco más de dos años en en institución.

Ella sonríe de boca cerrada.

— Me da gusto saber que hay conocidos por aquí, — habla con una sonrisa, —  mi hijo Marcelo, ha decido invertir en esta empresa y por eso decidimos saber de que trata todo esto. — Escuchar su nombre hace que mi corazón dé un vuelco en mi pecho, no sé hasta cuando será eso, hasta cuando tendrá ese efecto en mi, veo su madre y un nudo se instala en mi estómago,  la señora que es madre del que fue mi novio y del hombre amo ahora mismo. — Pero hemos visto que hay grandes oportunidades de negocios en True Style.

Sonrío sin saber que decir.

— Mamá, ella me salvó de una caída muy fea. — Habla la niña Amelia, con su vocesita de niña caminando en dirección a su madre salvando el momento, pues no sabía cómo continuar la conversación. — Veo que conoces a mi nueva amiga Kely.

— ¿Cómo que de una caída, Amelia? — Pregunta su madre muy alarmada y revisando que su hija esté bien. — ¿Estas bien, mi amor?

— Si, mamá, — habla Amelia alargando un poco la última sílaba, se ve adorable y continúa. — Ella me atrapó a tiempo.

La niña comienza a contarle a su madre sobre los detalles de la caída, creo que también ha exagerado un poco, la señora Sandoval me mira y sus ojos reflejan agradecimiento.

— Muchas gracias, cariño. — Comienza la señora Sandoval y solo le brindo una pequeña sonrisa. — No tengo como agradecerte esto.

— No tiene nada que agradecer, señora Sandoval — Hablo con una pequeña sonrisa. — La niña exageró un poquito.

Amelia sonríe ampliamente y yo hago lo mismo.

— Como sea que haya sido, te lo agradezco. — Expresa ella con calma. — Y no me llames señora Sandoval, solo dime mi nombre o apellido de soltera, Florencía Betancourt, pues dentro de unos meses me casaré.

— ¡Oh! Esta bien señora Betancourt, — reacciono con una sonrisa. — Muchas felicidades por su matrimonio.

— Muchas gracias, cariño. — Responde con una sonrisa, mira a su niña y continúa. — Ami, es hora de irnos, Diego y Cristian nos esperan para seguir con el tours por la empresa.

La niña da un asentimiento de cabeza a su madre al tiempo que gira su pequeño rostro hacia mi,  me sonríe y le devuelvo el gesto, camina rápidamente en mi dirección y cuando esta frente a mi me coloco en cuclillas para estar a su altura.

— Kely, muchas gracias, eres muy linda y espero verte de nuevo. — Habla la florecita Amelia. — Le diré a mi mamá o ha mi manito Marcelo que me traiga a visitarte algún día.

Sonrío.

— Bueno, esperaré con ansias tu visita, pequeña. — Hablo tiernamente hacia ella, haciendo un piquete en su nariz con mi dedo índice, me sonríe al tiempo que da un beso en mi mejilla derecha. — Cuídate mucho, princesa.

— Si, gracias.

Después de unos minutos más, la señora Betancourt se retira con su hija y yo hago lo mismo dirigiéndome a la oficina, no me agrada la idea de que Diego ande merodeando en True Style, pero trato de no dar mucha mente al asunto, puesto que lo he superado definitivamente, aunque no podría olvidar lo que me hizo, no quiero andar huyendo toda mi vida de él.

Marcelo no se encuentra en la empresa, tiene cuatro días fuera del país, Cristian ha venido a True Style casi diario, aunque también me dijo en un día de estos que nos tomamos un café en la cafeteria del frente, que se estaba encargado de algunos asuntos de la constructora, aunque Diego siendo el vicepresidente debe encargarse de la empresa, pero no tiene el poder de tomar decisiones al cien por ciento, es decir,  primero debe consultar al presidente y ese es Marcelo.

Estoy en la mesa rodeada de los diseñadores a cargo del proyecto estamos tratando de ver cuales colores se pueden ajustar a un espacio de la casa número uno, consultando las paletas de colores, en este momento Maria explica cuáles serían favorables y Ricardo hace las adecuaciones en la tableta gráfica. Mientras tanto, Elena, explica que debemos derribar un muro de unos de los salones para tener el resultado que la señora Mercedes espera.

Todos estamos muy concentrados, poniéndonos de acuerdo, hasta que un gran número de personas entran al área de diseños, son alrededor de diez incluyendo al castaño de Cristian, el señor Carson, Lisbeth,  Natalia,  Alicia,  la señora Betancourt, entre otros.

— Buenas tardes, — Saluda Cristian y todos saludamos a los presentes, estamos de pie en este momento. — Disculpen la interrupción, estos señores han venido a conocer la empresa y su funcionamiento.

Alicia sobresale y comienza a explicar las distintas funciones del personal del departamento, todos los presentes prestan mucha atención a lo que ella dice, menos uno, Diego, tiene sus negros ojos puestos en mi, lo sé porque siento el peso de su mirada y porque ahora mismo levanté mi rostro y nos estamos viendo uno al otro. Retiro mi vista inmediatamente, pues aún tengo muy presente todo lo que me ha hecho.

Las personas se dispersan para conocer el área de Diseños, Diego, en tanto, se acerca a mi, Natalia trata de detenerlo por uno de sus brazos, pero este se suelta de una forma un poco brusca.

— Keily. — Masculla cuando esta frente a mi, no estoy sola, mi equipo de trabajo incluyendo a Elena se encuentran aquí. — ¿Cómo estás?

— Bien, gracias. — Me limito a responder, él traga saliva.

— ¿Podemos hablar? — Pregunta en un susurro, comienzo a negar con la cabeza y él continúa. — Por favor.

— Este no es el momento ni el lugar, Diego. — Respondo mirándolo a los ojos con calma. — Además no veo de que debemos de hablar.

— Tú y yo sabemos que no...

— ¿No ves que no es el momento? — Habla Elena con los dientes apretados mirando a su alrededor. — ¿Quieres armar un show delante de esos empresarios? 

— Fuera a todos ustedes. – Masculla de la misma manera que Elena, con los dientes apretados mirando a mi equipo de diseñadores. Ellos se miran entre sí confundidos, pero al final se van, solo quedamos Elena y yo.— Solo necesito que me des seguridad de que hablarás conmigo. – Su mandibula esta tensa mirando en mi dirección sin importar que este llamando la atención de los demás. — Te he buscado en tu departamento y no me permiten el paso, te he llamado no me contestas, te he escrito por correo y nada.

— Con eso deberías darte cuenta que no me interesa hablar contigo, te lo he pedido de muchas maneras y no te das por vencido. — Hablo firmemente para que solo él y Elena puedan escucharme, ya me tiene cansada hablando de los mismo. — Tenemos meses en lo mismo, no es sano.

— Están llamando la atención de los empleados, Kei. – Interviene Elena. — Es mejor que paren ya.

Diego mira a su alrededor y nosotras hacemos lo mismo, veo Cristian nos observa con cautela y por la forma de Elena y él mirarse, me doy cuenta que no hay nada que explicar, aunque eso no evita que comience a caminar hasta acá.

— ¿Todo bien por aquí, Keily? — Pregunta Cristian llegando junto a nosotros.

— Veo que ya se conocen. — Habla Diego con el ceño fruncido mirando al castaño. — Hasta la tuteas.

Cristian sonríe de boca cerrada, sus manos permanecen dentro de sus bolsillos.

— Si, la conocemos, — Expresa con calma. — Es nuestra diseñadora estrella.

Diego me mira y luego a Cristian, su cabeza va rebobinando a toda velocidad.

— ¿Diseñadora estrella? – Pregunta confundido.

— Si, esta a cargo del  proyecto más importante hasta ahora. — Responde el castaño como si nada. — Estamos trabajando de cerca.

Diego traga saliva  debe estar conectado los cables de su cerebro.

— Me da gusto que así sea, nunca dude de que fueras la mejor en tu campo. — Habla y en el tono que usa se puede percibir melancolía, sus ojos negros se encuentran un poco cristalizados, continúa hablando en un susurro. — Muchas felicidades, muñeca.

Le sonrio levemente de boca cerrada, más bien una sonrisa sarcástica, tengo mis brazos cruzados y por supuesto que no respondo nada.

En eso llega la señora Florencía, se disculpa y se lleva a su hijo para mostrarle algo, este no me quita la vista de encima.

— ¿Estas bien? — Pregunta Cristian mirándome y la verdad es que esta vez, ver a Diego no me a afectado.

— Si, lo estoy. — Respondo con sinceridad al tiempo que le sostengo la mirada y le doy una sonrisa al tiempo que dejo caer mis brazos a cada lado. — Gracias, Cris.

— ¿Estás segura? — Ahora es Elena quien pregunta, me mira y me analiza, sonrío.

— Si, lo estoy, dejen la paranoia. — Hablo a los dos.

Ambos sonríen en mi dirección.

— Creí que tendría que traer el cuadrilátero aquí y poner en práctica el Kickboxing yo mismo, ya que Marcelo no esta. — Suelta Cristian de repente y frunzo mi ceño sin entender,  Elena carraspea y da un  codazo al castaño, algo se traen estos dos. — Ya sabes, hay que cuidar bien todo lo que dejó a mi cargo.

Entrecierro los ojos y tanto Elena como Cristian se guardan una sonrisa.

— ¿Y qué fue lo que tanto dejó a tu cargo, Cris? — Indago mientras me cruzo de brazos, él sonríe con malicia. — Anda dime.

— Las empresas, Kei, las empresas. — Suelta con tranquilidad.

Lo miro, guiña un ojo en mi dirección y giro los ojos, puesto que sé que hay algo más detrás de lo que dijo, Elena sonríe hacia el castaño y él se acerca a ella para susurrar algo en su oído, esta se sonroja y es raro en ella.

— Es de mala educación compartir secretos entre dos, — Hablo un poco indignada hacia ellos, pero continuo a punto de reír, — cuando en realidad habemos tres, par de tontos.

Ambos comienzan a reír llamando la atención de algunos aquí, yo lo hago también mientras niego con la cabeza.

— Me tengo que ir, — habla el castaño de ojos verdes. — Tengo que continuar con esos empresarios y despedirlos.

Ambas damos un asentimiento de cabeza.

— Vaya con cuidado, señor Serrano. — Aconseja Elena con mirada pícara.

— Eso le aconsejo a usted señorita Alvarez. — Responde este del mismo modo. — No creo que este muy segura en los pasillos de esta empresa.

Ella sonríe con malicia.

Giro mis ojos.

— Ya vayan a un hotel — le susurro para que solo ellos puedan oírme, los tres sonreímos. — Me retiro, con permiso.

Ellos me dan un asentimiento de cabeza y los dejo platicando ahí, él tenía que irse, pero al parecer quería hablar con Elena de algo más.  Entro a mi espacio, a mi pequeña oficina y me relajo un poco, tomo unos bocetos en manos y dirijo mi vista a la pequeña pulsera que tengo en mi muñeca izquierda.

El día que invité a Marcelo a cenar que luego salimos a dar una vuelta por el parque y la señora nos la regaló alegando que hacen siglos atrás se habían creado para nosotros, dos almas gemelas que estaban destinados a encontrarse algún día, esas fueron sus palabras.  De tan solo pensar en ese hombre que me tiene loca, tengo ganas de verlo, hablar con él, entonces eso me lleva a una sola cosa, tomo mi celular y marco su número, se escucha el primer tono y justo cuando iba sonar el segundo, contesta:


📲 Hola, preciosa. – habla y mi corazón me abandona y sale a  correr, sonrío aunque no me pueda ver.

📱 Hola, cielo. – Hablo y escucho su risa ronca. — ¿Cómo haz estado? ¿Qué tal el viaje?

Suelta un suspiro cansado.

📲 Todo bajo control, algunas diferencias de opiniones, pero todo en su lugar, solo espero terminar pronto e irme — Habla normalmente. — ¿Cómo estás tú?

📱 Bien. — Hablo con una sonrisa maliciosa, aunque no me pueda ver. — Yo siempre estoy bien.

Escucho como suelta una carcajada detrás de la línea contagiándome en el momento, no es normal que una persona me haga tan plena en unos segundos.

📲 Puedo ver que estas aprendiendo, nena. — Habla calmando su risa del otro lado de la línea. — Me gustaría enseñarte tantas cosas.

Sus palabras traen una corriente de doble vía, señoras y señores, así que no lo pienso dos veces y comienzo a jugar.

📱 ¿Cómo cuáles? – Indago curiosa y un silencio se crea entre los dos, escucho su respiración y eso hace que un cosquilleo recorra mi cuerpo, sé a que se refiere y es por ello que continuo y mi voz sale pausada y lenta, modo seducción activado. — Por qué yo estoy dispuesta a aprender y superar a mi maestro.

Escucho un carraspeo del otro lado de la línea.

📲 ¿Ah, si? — Pregunta con voz ronca y trago saliva. — ¿Qué quieres que te enseñe, Huh?

📱Todo lo que mi maestro quiera, estoy dispuesta a dejarme enseñar, señor. – Hablo en un susurro para que solo él pueda escuchar. — Tienes libre albedrío, cielo, puedes hacer lo que quieras, dejaré que seas el maestro.

📲 ¡Mierda! — lo escucho decir, — Tengo una maldita erección ahora mismo.

Sonrío y mis mejillas están calientes. ¡Qué calor hace aquí!

📱Yo no tengo una erección, — musito seductora, — pero si una parte húmeda para recibirte.

Vamos Keilisita, lo estás matando y eso es lo que queremos...

📲 No juegues conmigo, niñita. — Masculla y su respiración se escucha irregular. — Tengo deseos de hacerte mía hasta que me pidas que pare y te juro que no tengo problemas en dejar todo aquí e ir por ti.

Mi corazón late tan deprisa y mis entrepiernas en verdad se humedecen de tan solo escucharlo, ambos estamos jugando con fuego a sabiendas que no podemos tocarnos.

📱Bueno, cielo, — hablo seductora — tú serás el que tendrás que parar a descansar, porque estoy lista para lo que venga.

Se que estoy siendo una pervertida a través del teléfono, pero con él todo me sale, es un provocador y yo no me quedo atrás.

📲 ¡Demonios! — Hace una pausa y luego respira profundo y continúa. — Quiero verte.

📱Ese deseo es mutuo, Marcelo. — Concedo y él vuelve a tomar aire para luego soltarlo y continuo pausadamente. — También tengo muchos deseos de...

📲 ¿De qué? — Pregunta rápidamente y trago saliva, pero sonrío en el acto.

📱De que pierdas el reto en el que estamos. — Lo escucho reír a través de la línea y continuo hablando lentamente. — Tengo todas, todas, todas mis esperanzas en que pierdas.

📲 No me gusta perder, preciosa. — Una sonrisa se pinta en mis labios, sabía que diría eso. — No sería yo si lo hiciera.

📱Prometo que voy a bajarte ese ego, cielo.

Lo escucho Sonreír.

📲 ¿Cómo lo harás, niña traviesa? — Su voz es cada vez más ronca.

📱 Ya encontraré la forma. — Respondo. — Estoy segura que te gustará.

Ambos nos quedamos en silencio disfrutando del uno del otro sin tener la necesidad de vernos, ni hablar, Marcelo hace que sienta cosas que nunca antes había experimentado, es algo tan hermoso como aterrador, pero esta vez, me aferro a lo hermoso, es el único capaz de traspasar mi piel sin tener la necesidad tocarme.

📲 Te extraño – Suelta de repente y mi corazón echa su acostumbrada carrera.

No puedo evitar sonreír al escucharlo decir que me extraña y por Dios que yo me estoy muriendo por verlo y es por tal motivo, que decido hablar honestamente hacia él.

📱 Yo también te extraño.

Sé que la distancia que nos separa es grande y no nos permite ver nuestros rostros ahora mismo, sin embargo, puedo jurar que ahora mismo tiene una sonrisa de boca cerrada que lo deja ver como el hombre más sexy de toda Mérida y sus alrededores. Escucho como alguien le dice algo y es entonces cuando habla.

📲  Como me gustaria seguir platicando, preciosa, pero tengo que irme – Hace una pausa y puedo escuchar su respiración que se torna irregular. — Nos veremos pronto, niñita, ahora tengo que entrar a la última junta del día. — Expresa con calma soltando un suspiro.

Sonrío.

📱Nos vemos pronto, Marcelo...

📲 Definitivamente, así será, solo cuídate mucho. – hace una pequeña pausa y continúa seductor: — prometo ser tu mejor maestro y el único que pueda enseñarte, aprenderás muchas cosas, mi cielo.

📱Cuídate tú también. — Hablo del mismo modo. — A mi solo me interesa que seas tu mi maestro, el que me enseñe todo lo que estoy dispuesta a aprender.

📲 Todos los días me sorprendes más, mi niñita caprichosa. – Su respiración en combinación con su tono de voz seductor hacen que mis entrepiernas necesiten de sus presencia, trago saliva y me remuevo incomoda. — Pero me agrada en gran manera cada cosa que descubro de ti.

Mi corazón da un vuelco con tan  solo escucharlo, sentir tanto por él me afecta en gran manera.

📱Me agrada escuchar eso, cielo. – mi voz es pausa y seductora, mi excitacion ahora  mismo es mi castigo. — Nos vemos luego, Marcelo.

📲 Juro que me pagarás cada una de las que me debes y el día no es muy lejano, niñita del demonio. – Su voz es determinada y eso hace hace que mi estómago de un par de volteretas y no puedo negar que me encantan cada una de sus provocaciones. — Nos veremos muy pronto, mi cielo.

Me remuevo incomoda en mi lugar, este rubio me dejó caliente, a todo vapor, en eso me pongo de pie para ir al baño a refrescarme un poco, no sé como demonios aguantaré esta tortura.

Es tu culpa, Keilisita, ¿Cómo se te ocurre hace ese tipo de reto con él?

No le regañes conciencia, esto no está siendo fácil para mi.

Ese es tu castigo por ser una niña con malas ideas, ahora tendré que reprimir mis deseos...

Mi conciencia tiene el modo dramático activado desde aquel día que se me ocurrió la gran idea, cuando estoy llegando al baño me encuentro de frente con Moisés y este me sonríe, es tan lindo, pero inmediatamente frunce su ceño en señal de confusión y habla:

— ¿Qué te pasa? Estás toda roja. — Habla y mis mejillas se calientan aún más al recordar la conversación que tuve con el rubio tarado y estúpido. — ¿Estas bien?

— Emm, si — Respondo rápidamente y él  me mira con los ojos entrecerrados. — Solo que tengo mucha calor.

Frunce su ceño aun más.

— Qué extraño, él aire acondicionado esta al máximo. — Le doy una sonrisa casi perversa.

— Pues si, hay situaciones en las que ese aire acondicionado no funciona, aunque se encuentre doblemente reforzado.

Lo dejo ahí parado y corro rápido hasta adentrarme al baño, lavar mi rostro y reír como tonta delante del espejo.

Después de salir del baño, voy a ver a Lisbeth y para eso debí de pasar por una de las salas
de juntas y al pasar por allí logro escuchar sin querer:

— Eres una niña fea y malcriada. – Escucho a Natalia hablar. — Por tu culpa Diego me dejó plantada el otro día.

Me detengo de golpe y la puerta se encuentra entreabierta permitiéndome observar su interior.

— Yo no soy fea ni malcriada. – Se defiende la pequeña Amelia con los ojos llorosos. — ¿Porqué insistes en decirlo?

Natalia sonríe burlona.

— Lo eres, tu hermano siempre te lo dice ¿no? – No puedo creer que se este refiriendo a una niña de esa manera. — Eres una niña que nadie quiere.

La carita de Amelia me parte el alma, estoy pasmada en mi lugar. La niña comienza a derramar grandes chorros de lágrimas y eso me parte el alma y es por eso que decido entrar.

— A mi si me quieren, bruja. — La niña se defiende entre sollozos.

—¿Qué está pasando aquí? – Intervengo y ambas giran a mirarme.  — Amelia...

— Kely... – Corre hacia mi y entierra su rostro en mi abdomen, rodeando con sus pequeños brazos mi cintura, sollozos incesantes salen de ella, me siento impotente, la abrazo tratando de tranquilizarla. — Quiero irme.

Mi vista no se despega de Natalia y ella tiene su ceño fruncido al máximo esplendor, no digo nada.

— Siempre estas metida en donde no te llaman. – Habla con desprecio. — Pareces una piedra en el zapato.

Definitivamente, no voy a discutir con ella delante de la niña, sin embargo, le hago saber un par de cosas.

— A veces me pregunto porque fuimos disque amigas, ¿En verdad eres un ser humano y creciste? – Mi voz es demandante y mi vista jamás se aparta de la suya. — En verdad no te conozco y lo que he logrado ver en ti solo es para confirmar es que eres una persona que no vale la pena.

Quisiera decir tantas cosas, créanme que ahora mismo me estoy conteniendo, pero lo más importante es esta niña que llora desconsolada pegada como chincha de mi, ya habrá tiempo para eso.

— Tú no eres nadie para decir quien vale la pena o no, estúpida. – Su mandibula se contrae en enojo, Amelia se aferra más a mi y yo a ella. — Tú  nunca serás mejor que yo y eso ha quedado demostrado, Keily.

Sé que lo dice porque al final ella fue quien se metió con él que considera un trofeo, pobre Diego.

Hago caso omiso a todo lo que dice y despego la niña un poco de mi para ponerme a su altura. Sus ojos se encuentran un poco hinchados y su carita con lágrimas esparcidas por doquier.

— Mírame, nena. – eso hace. — ¿Quieres ir conmigo a otro lado? – Ella me da un asentimiento y le sonrío levemente al tiempo que me pongo de pie. — Vamos.

Tomo a la niña de la mano y comienzo a caminar con ella.

— ¡Keily, no he terminado de hablar contigo! — sisea Natalia. — ¡No me des la espalda!

Hago de cuenta que no me habló nadie y continuo con mi muchacha hacia la sala más próxima para hablar con ella. Sus sollozos me tompen el alma.

— A ver pequeña, mírame. – me suento que un pequeño sofá que hay en el lugar y la coloco sobre mis piernas, ella trata de mirarme, pero las lágrimas inundan sus hermosos ojos miel. — No quiero que estés triste por nada de lo que Natalia haya dicho ¿De acuerdo?

Ella me da un asentimiento de cabeza entre sollozos incesantes.

— Sshhh – Trato de tranquilizarla. — Todo esta bien ahora.

— Ell... ella... es... muy muy mala.
– Logra decir y me parte el alma, la acorralon contra mi pecho. — Me, me... dijo fea y que na... na.. nadie me quiere y yo estoy triste.

— Mírame, mi amor. – levanto suavemente su carita sosteniéndola por el mentón. — ¿Le Creíste todas sus palabras?

Ella me mira profundo, ya está un poco más tranquila, sus ojos cristalizados aún.

— Ella solo me dijo eso y me sentí triste. – Un sollozo se le escapa. — Pasa mucho tiempo en casa y me dice cosas feas.

— ¿Qué cosas te dice? – Pregunto en un susurro. — ¿Quieres decirme?

— Me dice que mi madre ni mis hermanos me quieren, que solo  me hablan porque me tienen lastima porque soy una adoptada.

Esa es una perra desgraciada. ¿Cómo se le ocurre?

— ¿Ya hablaste con tu mami o hermanos de esto? – Niega con la cabeza y la miro detenidamente. — ¿Porqué, florecita?

Se queda pensando y duda en hablar, pero después de unos segundos lo hace.

— Porque tengo miedo de que sea cierto. — me parte el alma que crea en las palabras de una estúpida como Natalia. — De mi hermano Marcelo, no, porque él y yo llegamos a la familia de la misma forma, pero...

Se calla y su vista viaja al piso.

— Comprendo si no quieres seguir hablando de eso. – Ella levanta su mirada y después de unos segundos habla.

— Solo tengo miedo de que las personas que amo me dejen de querer como lo hicieron mis otros papás.

Mi corazón duele.

El que ella me diga eso me deja entre ver que algo pasa con ella, no es normal que una niña se ponga de esa manera cuando ha recibido amor desde casa y juzgando por lo poco que he visto, su mamá se preocupa por ella y me atrevo a afirmar que sus hermanos también.

— ¿Y quien no va a querer a esta princesa tan hermosa como una Florecita? – Ella me mira y un atisbo de sonrisa se asoma en sus labios.

— ¿Hermosa como una florecita? – Masculla ya más tranquila, doy un asentimiento y sonríe.

— ¡Claro,  la más hermosa de cualquier jardín! – Sus ojos brillantes son épicos, eso me alienta a continuar. — Asi que te pido que no dejes que nadie te diga que eres fea porque eso no es cierto, tienes unos ojos preciosos, una naricita de pastel, – sonríe cuando le toco la nariz con mi dedo indice, — Y ese cabello, madre mía, quiero uno así.

Una pequeña carcajada salió de ella, se lanza a mis brazos ya con otra actitud optimista y continuo hablando: — No permitas que nadie, escúchame bien, nadie te diga que tu familia no te ama porque por lo poco que sé y he visto eres muy querida, por tu mami y hermanos.

— Gracias,  Kely, tienes razón. – Se despega de mi con una  sonrisa. — Por favor no le digas a nadie de lo que hablamos.

Le doy un asentimiento, no teaicionaria su confianza, pero tampoco me quedaré de brazos cruzados, algo haré para que ella no sufra maltratos por la zorra perra de Natalia.

— ¿Vamos por un helado al primer nivel? – Pregunto con entusiasmo a la niña y ella sonríe ampliamente.

— Siiii – Chilla con tanta felicidad que me hace sonreír.

La tomo de la mano y la llevo al primer piso por un helado, no sin antes avisar a su madre quien se encuentra reunida con Cristian y otros socios en una de las salas.

Ambas platicamos de muchas cosas, de sus juguetes favoritos y cuales caricaturas mira, paso un rato agradable con la florecita, al parecer su tristeza se fue y ya sonríe hermosamente. Estamos en la cafeteria del primer piso cuando Florencía pasa por la niña, pasamos algunas palabras y se van, no sin antes despedirme de Amelia, quien se fue muy feliz.

Es después de unos minutos más, que me siento lista para volver a la oficina para volver a trabajar y es así como el las horas pasan volando y es hora de ir a casa a descansar.

Ya es de mañana y me encuentro de camino al trabajo, voy tarde, pero es porque hice un desvio para ir a ver la señora Mercedes, se puso muy contenta al verme al igual que Erick, la verdad es que son adorables, en unos días tengo que ir a checar algunos trabajos que están realizando algunos ingenieros que pertenecen a la constructora Sandoval, puesto que van a evaluar ciertos espacios en donde hay que hacer remodelaciones de la estructura.

Llego a las instalaciones de True Style y el primero en visualizar es a Don Pedro quien me recibe con una hermosa sonrisa.

— Señorita Andersson, buenos días. — Saluda el vigilante. — ¿Cómo se siente?

— Buenos días, don Pedro. — Respondo con de la misma manera. — Gracias a Dios, todo bien de este lado, ¿Cómo me le va a usted?

— Bien, gracias. — Habla y le sonrío.

— Me da gusto.

Ambos platicamos por unos minutos más, es tan bromista y buena gente.

Llego a mi oficina y frunzo mi ceño al ver que Natalia esta frente a mi equipo de trabajo y no solo eso, si no que los esta regañando.

— ¡Ustedes son unos inútiles! — bocifera ella y se miran confundidos. — Deben saber qué...

— Buenos días. — Saludo con gesto pétreo. — ¿Qué está pasando aquí?

— Al fin llega, señorita Andersson — Suelta Natalia molesta girando su rostro hacia mi. — preguntaba a su equipo que donde estaba usted que no había llegado a estas horas de la mañana y ninguno de ellos me supo dar razón de su retraso.

— Ninguno de ellos estaba enterado del porque de mi retraso , señorita Lombardi. — Hablo con voz gélida. — Asi que si solo quería saber donde estaba solo debía llamar a mi celular o preguntar a Alicia, ella me autorizó a llegar tarde.

— ¡Estoy harta de todo esto! — Suelta enojada — Yo también  soy tu jefa y me debes explicaciones, no solo es Alicia, también estoy yo.

Ella tiene un punto, es verdad de que también es encargada de este proyecto, pero si una de las dos me ha dado la autorización no veo cual es el problema.

El equipo de diseñadores decide retirarse, ya que les hice una señal, se retiran, pero se mantienen a una distancia prudente, puesto que la mujer que tengo en frente está muy enojada.

— Comprendo su punto señorita Lombardi, pero cualquier cosa debe hablarla conmigo, no con mi equipo.

— Solo espero que no haya una próxima vez porque si no habrá quejas en la presidencia, así veremos si te puedes largar de una buena vez de esta empresa.

Eso definitivamente me hace enojar.

— ¿Crees que tengo miedo a lo que puedas decir  o hacer? — suelto con voz dura, la veo apretar sus puños y quijada,  esta enojada. — Aprende a solucionar las cosas sin la necesidad de intermediarios, o es que no te sientes capaz.

— No necesito de intermediarios para aplastarte y lo sabes.

— Hace tiempo que espero tu golpe, Natalia, y no lo has hecho, así que deja las amenazas y si decides hacer algo en mí contra no me quedaré de brazos cruzados, estas advertida.

— Te odio tanto, me has quitado todo lo que he querido, maldita.

— Yo no te he quitado nada, tu sola lo has hecho, — hablo determinada hacia ella. — Tus acciones de envidia y egoísmo te han llevado a quedarte sola y eso que aún no es nada.

— No eres quien para hablarme de esa manera, juro que voy a acabar contigo. — Esta enojada, la forma en la que aprieta tus puños y sus dientes me da a entender que esta a punto de explotar. En eso, da pasos apresurados hacia mi levantando su mano para golpearme, yo me quedo igual esperando a que suceda, porque es lo único que me dará la libertad de actuar, porque no me quedaré quieta. — Eres una desgrac...

— Señorita Lombardi. — La interrupción de Cristian en la detiene la acción de Natalia. — ¿No cree que su comportamiento es inapropiado siendo usted una de las gerentes del departamento?

Los compañeros de trabajo no hablan , no dicen nada, pero se ven tan confundidos, nunca habían visto a Natalia de esa manera.

Todos giramos hacia donde se encuentra y lo vemos en compañía de la pelirroja, los ojos azules de Elena votan fuego ahora mismo, llega rápidamente a mi lado. Por su parte, Cristian tiene su rostro inexpresivo al igual que Alicia, quien lo acompaña, esto ha sido un completo show.

— Lo siento señor Serrano, no iba a...

— Sé perfectamente lo que no iba a hacer, señorita Lombardi, despreocúpese. — Interrumpe Cristian a Natalia su gesto es inexpresivo, pero a leguas se ve que no le gusta nada esta situación. — ¿Estas bien, Keily?

— No te preocupes, no pasó nada. — Hablo mirando a Natalia. — Muchas gracias, Cristian.

Me da un asentimiento de cabeza y habla hacia Natalia.

— Acompañeme señorita Lombardi, por favor. — Suelta el castaño, se ve enojado, Natalia me da una mirada matadora, esta muy enojada. — también usted, Alicia.

Respiro y suelto todo el aire que contenía, espero no tener problemas por todo esto, de seguro que pronto seré llamada de recursos humanos.

— Bien, chicos, olviden lo que ha pasado y vamos a trabajar. – Pido

— ¿Estas bien, Kei? — Pregunta Maria y doy un asentimiento de cabeza acompañado de una pequeña sonrisa. — Que susto nos llevamos.

— Tranquilos, todo esta bien.

Ellos dan un asentimiento mientras dicen algunas palabras más, me quedo con ellos calmando mis ansias y bajando un poco la adrenalina del momento,  hacemos de cuenta de que nada a pasado y me pongo a revisar algunos diseños digitales.

Despues de cuarenta minutos más o menos, me dirijo a mi oficina y cuando abro la puerta me encuentro con un gran ramo de Rosas rojas, una sonrisa se pinta en mis labios, solo una persona me había mandado rosas de ese tipo alguna vez, camino hacia donde se encuentra, estoy tan emocionada, tomo la tarjeta en mano y comienzo a leer:

Leer una y otra vez las líneas de esta tarjeta me llena de alegría, Marcelo Sandoval, sabe la fecha de mi cumpleaños, hoy cumplo mis veintidós años, que él tenga esa fecha pendiente me hace dar saltitos de felicidad, ya saben, cuando se está enamorado y el hombre que te gusta hace algo especial, esas mariposas en el estómago y ese corazón se ponen a la carrera.

Sonrío al recordar que mi familia me llamó en la mañana, nos juntamos mediante una videollamada y me cantaron la canción de cumpleaños, la verdad es que me sentí muy bien, los amo y extraño muchísimo y daría lo que sea porque estuvieran aquí conmigo. 

Unos minutos más tarde, estoy que leo mi tarjeta nuevamente y contemplo mi gran arreglo de Rosas rojas, definitivamente ese tarúpido me ha hecho sentir tantas cosas con este detalle, el que se halla tomado su tiempo en escribir la tarjeta, aunque este fuera del país, me indica que no pierde ningún detalle, de seguro escribió la tarjeta antes de irse de viaje hace unos días, porque esa es su letra, su caligrafía.

Estoy  que tomo mi celular para llamar al rubio idiota y cuando estoy a punto de marcarle mi oficina es abierta sorpresivamente y una música comienza a sonar;

(Reproducir video)

https://youtu.be/LyjlquRr-sI

Levanto mi mirada de golpe y ahí están todos mis compañeros de trabajo con una bocina cantando y aplaudiendo por mi cumpleaños. Aquí está mi equipo de trabajo, algunos otros compañeros, Lisbeth, Alicia, Elena  y Cristian, todos aplaudiendo cantando alegremente la canción. Traen consigo globos, pancartas con mensajes hermosos y un pastel con una bengala encendida, esto es tan hermoso.

Me pongo de pie y comiendo a aplaudir y a bailar también al ritmo de la canción, tengo una gran sonrisa en el rostro, trato de soplar la bengala sin éxito alguno haciendo reír a todos al igual que a mi, veo a Elena grabar el momento, ella siempre tratando de capturar los mejores. Todos ellos se van acercando a darme un abrazo y desear cosas muy bonitas, la verdad ya estoy derramando un par de lagrimas, me hacen sentir tan especial estas personas.

— Feliz cumpleaños, nena. — Felicita Elena, al tiempo que me da un abrazo que correspondo de inmediato, es tan especial. — Deseo que cada sueño se haga realidad en tu vida.

Nos abrazamos más, ella sabe que es mi hermana de corazón y que la amo con todo mi corazón. Se separa de mi lentamente mientras me tiende un regalo, le doy una mirada de "No debiste ponerte a eso y de agradecimiento". Ella se separa de mí y Alicia también me da un abrazo:

— Feliz cumpleaños, cariño. — Expresa ella maternal. — Dios siga abriendo camino en tu vida.

— Muchas gracias, Alicia. — Agradezco a esta persona que me ha ayudado tanto, se separa de mí y me tiende una pequeña caja, insiste en que la abra y eso hago, es un reloj de plata fina, esta precioso, una sonrisa de agradecimiento se forma en mis labios y continuo. — Esta hermoso, muchas gracias, Alicia.

— No es nada cariño. — Habla al tiempo que le da espacio a Cristian.

— Feliz cumpleaños, señorita Andersson. — Suelta él con picardia y una sonrisa perversa al tiempo que se acerca y me da un abrazo, yo frunzo mi ceño con una sonrisa. — Espero que sus más escondidos deseos se le hagan realidad.

Si supiera de mis más escondidos deseos, Cristiansito...

— Gracias, Arquitecto Serrano. — Hablo muy profesional y él guiña un ojo en mi dirección, mientras pasa una bolsa de regalos e intento abrirlo y me toca la mano mientras niega...

— Vamos a partir el pastel — Interviene Elena, entrecierro los ojos ¿Qué sé Traerán? — Vamos, dame eso.

Me quita todos los regalos que aún tenía conmigo para colocarlo en mi escritorio, ponen el pastel y los globos sobre el mismo, las personas que están aquí no dejan de hablar entre sí y de elogiar mi hermoso arreglo de Rosas rojas.

— Veo que recibiste las rosas — Masculla Cristian a mi lado, últimamente ha estado cerca minitoreando los trabajos es por eso que nadie se extraña al verlo aquí, sonrío viendo mis rosas, — ese idiota disque regalando rosas, no lo puedo creer.

Lo miro y él también hace lo mismo, mientras me da una sonrisa de boca cerrada, sus manos permanecen en los bolsillos, acción que hace muy a menudo.

— ¿Qué me estás tratando de decir? — Pregunto suavemente y sonríe. — Cristian... ¿Acaso?

— No voy a decir más nada, mujeron andante. — Interrumpe en un susurro para que yo solo pueda escucharlo. — Pásala bien, ahora debo irme, necesito arreglar unos detalles.

—¿Todo bien? — Pregunto al recordar lo que sucedió con Natalia hoy, él me mira y me da un asentimiento.

— Si, no te preocupes. — Responde  tranquilo. — Solo debo arreglar unos asuntos para la llegada de unos posibles socios que vienen desde San Francisco en estos días.

Me explica con calma mientras lo escucho con atención.

— Eso se escucha importante. — Expreso y me da un asentimiento.

—Lo es, Marcelo me encargó mucho ir a verificar que todo este en orden en la casa que se van a quedar, ese hombre no confía en nadie más y por eso me explota, pronto lo denunciaré por explotación laboral.

Suelto un pequeña carcajada, son tal para cual.

— Eres un excelente amigo, Cristian.  — Me sonríe de boca cerrada. — Es lindo ver que el rubio tarado, estúpido e idiota tiene un amigo así.

— Tú también tienes una amiga así, dispuesta a todo por ti. — Sonrío porque se que se refiere a la pelirroja, ambos llevamos la mirada hacia donde está ella, esta defendiendo el pastel de algunos de nuestros compañeros que insisten en comerlo entre risas. — Ella me ha hecho saber lo importante que eres para ella.

— Lo sé, ella también es consciente de que yo soy capaz de lo que sea por ella. — Hablo firmemente mirándola con una sonrisa. — Ella es mi hermana.

Cristian sonríe de boca cerrada.

— Es tan reconfortante escuchar hablar del cariño que se tienen. — Sonrío y él continúa. — Ahora me voy, tengo muchos asuntos que atender.

Estoy a punto de responder cuando por la oficina entran cuatro personas, son mensajeros de una floristería, todos los presentes se quedan observando los hombres que entran a mi pequeña oficina en conjunto con Laura, la recepcionista de la entrada, hay mucha gente aquí.

— Disculpe, señorita Andersson. — Habla Laura quien ha entrado en primer instancia a la oficina que de por si estaba repleta de persona, todos la miran con atención. — Los señores traen esas flores para usted y por ningún motivo dejaron estas para que fueran entregadas por recepción, tienen estrictas ordenes de traerla a la oficina personalmente.

Frunzo mi ceño con extrañez y todos se me quedan mirando, camino hacia uno de los mensajeros, estos ya habían colocado las flores en un apartado que Alicia les había hecho.

— Señorita Andersson, firme aquí por favor. — Habla uno de ellos.

— ¿Quién las envia? – Indago.

Ellos se quedan en silencio y por juzgar por el tipo de flores, me puedo imaginar de quienes son.

— Vaya, cuatro arreglos florales. — Masculla Paola con asombro. su brillo en los ojos es palpable, esta emocionada. — Quien fuera la jefa.

Me dirijo a uno de los arreglos,  tomo la tarjeta, inmediatamente veo la caligrafía de Diego procedo a hablar en dirección a los mensajeros.

— Llevensela, no las quiero. — Guardo la tarjeta en su lugar.

Veo como Elena comienza a leer y ríe negando con la cabeza.

— Lo sentimos, señorita, tenemos ordenes de no recibirlas devuelta. — Habla el mensajero.

Sin más para qué, dan media vuelta y se van, ni siquiera esperaron la firma de recibido.

Suelto un suspiro cansado.

— Al parecer alguien más está interesado en hacerte feliz con flores, Kei. — Masculla Cristian en mi oido y sonrío negando. — Flores para una flor.

Sonrío.

— Si, las flores están hermosas. —Admiti en su dirección. — Pero mis favoritas siempre han sido las rosas rojas.

— ¿Diego nunca supo eso? — Preguntó un poco interesado y frunzo mi ceño en señal de confusión, él sonríe.

— ¿Cómo sabes que fue Diego? — Pregunté mirando hacia él.

— Solo él sería tan exagerado en enviar cuatro arreglos de flores, esta buscando tu perdón. — Determina.

Cristian es tan observador que asusta aveces.

— Bueno, él nunca me preguntó cuales eran mis flores favoritas y cuando solía enviarme, lo hacía a su gusto. — Contesté su interrogante inicial.

— ¿Algún día me contarás tu historia con él? — Indaga curioso y sonrío.

— ¿Siempre eres tan chismoso, Cris? — Me burlo y su sonrisa se hace más grande.

— Me ofendes, mujeron andante. — Se hace el indignado. — Aunque para que decir que no, si , sí.

Ambos sonreímos, nos hemos vuelto muy cercanos y eso me agrada.

— Cuando quieras te la contaré. — Confirmo y me sonríe de boca cerrada.

— Hay que salir a tomar un café un día de estos. — Me dice y sonrío con malicia.

— ¿Porqué café? — Me mira con el entrecejo fruncido. — Puede ser un par de tequilas, Cris.

Abre y cierra la boca como sin saber que decir, me da risa verlo confundido.

— Eres perversa, Keily Andersson, lamentablemente, Marcelo, esta jodido. — Sonríe abiertamente. — Pero definitivamente, iremos a tomarnos ese Tequila.

— ¿Cuándo es que vamos? — Se invita Elena, sólita y todos reímos,  ella acaba de llegar hasta nosotros.

— Suena a gran manada. — Dice el castaño.

Ambos comienzan a discutir y yo quedé como un cero a la Izquierda, pues estos dos se la pasan peleando todo el tiempo, es como si ambos quisieran desmontar quien es más fuerte.

Me dirijo hacia donde están Alicia y el equipo de diseñadores y decidimos partir el pastel, ahora con tantas personas y las flores debemos salir porque no cabemos en la oficina.

Cristian y Elena, se unen a nosotros, es después de algunas palabras más, el castaño se despide de todos y se retira. Los demás continuamos poniendo un poco de música mientras degustamos el delicioso pastel. Todos compartimos un momento agradable y al final nos hizo falta un miembro del equipo que hoy pasa por una situación difícil, Moisés, quien tiene a su madre ingresada en la clínica para fines de intervención quirúrgica, Alicia nos dio permiso por tres horas para ir a apoyarlo con lo de su madre y eso hicimos.

Fuimos a la clínica y estuvimos con él y su familia por casi tres horas, nos hizo saber que su madre había salido exitosa de la intervención, solo esperaban por la autorización del doctor para entrar a verla. Moisés, se sintió muy bien con nuestra visita y lo agradeció en muchas ocasiones, me abrazó y agradeció varias veces, no faltaron los buenos deseos y palabras bonitas por mi cumpleaños, Elena hasta grabó un pequeño video, sí, dirán que esa pelirroja es un caso serio, graba todo y lo sube a sus redes sociales.

Tomo las flores de Diego, estaban hermosas y ellas no tenían la culpa de quien las había enviado, las tomamos y la llevamos a la clínica para adornar la habitación de madre de Moisés, quien nos hizo saber que son las favoritas de su madre.

Hoy es un día de muchos pendientes y por tal motivo decidimos ir a trabajar. Ahora nos encontramos en la oficina terminando lo concerniente al día de hoy y es así que las horas transcurren muy rápido llegando el momento de ir a casa.

Ahora mismo me encuentro en casa en compañía de Lisbeth, hemos decidido ir a festejar mi cumpleaños, lo haremos nosotras tres debido a que llamé a Fran Irene y me dijo que no podría viajar hoy, tenia asuntos importantes que atender.

Me hubiese encantado que viniera al igual que Iván, pero que le vamos a hacer.

Ahora me encuentro sentada delante de la peinadora y Lisbeth detrás de mi, me ayuda con el cabello, simplemente lo dejaremos suelto, solo que ella lo está ondulando un poco más.

— Eres tan hermosa, Kei. — Habla  mientras acomoda un mechón, me sonríe a través del espejo, aunque sus ojos rayados estan puestos en mi cabello negro azabache. — Y últimamente tienes un brillo en la mirada que te hace lucir aún más bella.

Sonrío y bajo la mirada, no quiero que mis ojos delaten lo que tanto mi corazón siente.

— Muchas gracias, Liz, aunque creo que estas exagerando. — Hablo sin mirarla, mis mejillas están calientes.

— Mira esa carita toda roja, — Suelta ella sonriente al tiempo que coloca sus manos a cada lado de mis hombros, se inclina un poco para mirarme a través del espejo. — No tienes que esconderte de mi, pues te conozco amiga mía, lo único que me falta es descubrir quien es el afortunado.

— No sé de qué hablas Liz. — Desvio la mirada con una sonrisa que amenaza por salir. — Pero eres mi amiga y solo te diré que no estás lejos de la verdad, solo que ahora quiero guardarlo para mi, no por falta de confianza, sino porque no sé si seré correspondida.

— Yo estoy segura de que si, mana. — Habla ella en la misma postura y con una sonrisa sincera.  — Solo vayan de espacio y si no resulta, prometo que lloraremos juntas.

— Me da gusto saber que siempre voy a contar contigo, Liz. — Hablo al tiempo que coloco mi mano izquierda sobre la suya que se encuentra en su hombro derecho. — Tú también cuentas conmigo para lo que sea.

— Gracias, mana. — Habla con una sonrisa y veo como traga saliva. — Y ya dejemos esto que si dañamos nuestro maquillaje, Elena nos matará, ya debe estar por llegar.

— Tienes razón.  — Hablo.

— Déjame verte, ponte de pie. — Pide con una sonrisa y eso hago. — waooo, estas hermosa multiplicada por dos.

Sonrío.

El atuendo consiste en un vestido rodado y acentuado corto de color negro y corte princesa, escote en V con sus mangas bombachas, he colocado unas sandalias de tiras finas y tacón alto doradas igual que los accesorios, el bolso negro con cinturón dorado.

— Gracias, mana. — Expreso con una sonrisa. — Tú también lo estás, ese vestido rojo te queda espectacular.

Me sonríe mientras agradece, ambas platicamos animadamente, estamos recogiendo algunos utensilios que tiramos a la hora de prepararnos y es así cuando llega el momento de irnos, ya que la pelirroja pasaría por nosotras.

— Tardaron demasiado, chicas. — Habla Elena detrás del volante al tiempo de que Lisbeth y yo nos subimos a su auto, yo de copiloto y por ende Liz detrás. — Y lo peor de todo es que tengo que pasar por mi casa a buscar un encargo urgente de mamá, espero no les moleste.

Elena vive en su departamento, pero da sus vueltas a su casa de vez en cuando, ya que se encuentra sola, su familia vive en Europa. No le gusta estar en casa porque alega ser muy grande para un ser tan pequeño como ella.

Tanto Liz como yo le hacemos saber que no hay problema con ir a su casa y que resuelva la situación de su mamá. Después de unos veinticinco minutos, llegamos a su casa, es enorme, cuenta con un jardín en el extremo derecho.

Ella estaciona su coche y sale del auto para dirigirse a la cajuela, comienza a sacar varias cosas, nosotros decidimos ayudarle, me pide de favor que busque en su bolso las llaves de la casa, eso hago, me dirijo a abrir la puerta y es entonces cuando le doy pase a Elena y la ayudamos a colocar las cosas en un lugar que queda a la izquierda, después que todo está puesto ahí, en donde a indicado, giro y es entonces que...

— ¡SORPRESAAAAAAA! — gritan todos y llevo mis manos a la boca por lo inesperado de esto, aquí están toda mi familia y amigos, todos comienzan a cantar y aplaudir.

Feliz cumpleaños a ti.
Feliz cumpleaños a ti.
Feliz cumpleaños querida, Keily.
Feliz cumpleaños a ti.

De parte de los buenos y verdaderos amigos,
De parte de los viejos y nuevos amigos,
Que la suerte siempre te acompañe,
y la felicidad también.

Todos cantando al unísono, las lágrimas inundan mis ojos al ver mi familia y amigos aquí. Mi madre, mi hermano Jason, mis tíos Robeto y Sonia, Fran Irene, el equipo de diseñadores, Alicia, Elena quien sonríe como tonta y Lisbeth quien también fue cómplice de todo esto, también hay otras personas que no había visto nunca.

Cuando la canción termina, me quedo quieta procesando la situación y controlando mis emociones, mí madre es la primera en abrir sus brazos hacia mí y mis lágrimas terminan por caer.

— Mi pequeña, feliz cumpleaños número veintidós. — Expresa mi madre con sentimientos, las lágrimas también cristalizan sus ojos.— Dios te me bendiga, mi niña.

— Mamá, que regalo más hermoso el tenerlos aquí. — Estoy tan emocionada, la abrazo fuertemente, la extrañé tanto. — Gracias, gracias, gracias.

En eso llega mi hermano y nos rodea a la dos en un abrazo, se siente tan bien estar con ellos, unos segundos más tarde, mi madre se separa lentamente y deja Jason me abrace libremente.

— No puedo creer que mi monstruo esté un año más vieja. —  Susurra al tiempo que deposita un beso en mi cabeza, lo rodeo con mis brazos e inhalo su aroma, lo quiero tanto, sonrío ante sus palabras de hermano molestoso. — Feliz cumpleaños, mi pequeña.

— Gracias, Hulk. — Digo sin despegarme de él. — No puedo creer que estén aquí.

— No perdería un cumpleaños más de mi princesa. — Lo abrazo más fuerte, él  hace lo mismo, aprieto mis ojos recordando los años amargos de su ausencia, todo por mi culpa. — Te amo, monstruo horripilante.

— Oye... – Me separo un poco indignada al tiempo que le doy un leve puñetazo en las costillas y él se queja con un "auch" entre risas. — Horripilante tu trasero y tus bol...

— Keily... — Reprende mi madre en modo de advertencia.  — Tú cumpleaños no te salvará de que te hale las orejas.

Todos aquí sonríen y mi hermano vuelve a abrazarme, todos comienzan  a acercarse para hacer lo mismo.

— ¿Creíste que no vendría? — Fran Irene  me abraza muy fuerte, hago lo mismo con un sonrisa. — Esto estuvo planeado por días.

— Están locos todos, — digo entre risas. — Unos locos que amo.

Mis tíos me abrazan y desean cosas muy bonitas, en verdad me siento muy bien con esta recepción sorpresa, ahora reparo en los globos, pasteles y la música,  están  todos felices y riendo.

— Kei, tu familia es encantadora. — Habla Liz a mi lado. — Conocí a todos durante la preparación de la sorpresa, Elena me los presentó, tu madre y hermano son encantadores, los ame a todos.

— Si, son un amor. — Concedo.

— Si, tu prima, Fran Irene es muy parecida a ti físicamente, son pocas cosas las que las diferencia, sin embargo, esta loca como una cabra. — Sonríe y hago lo mismo porque es verdad. — Me dijo que le gustaba el chico que trajo la pizza y le pidió el número.

— Asi es ella, no tiene remedio. —   Ambas miramos a mi prima quien platica muy animadamente con Paola, Maria y Ricardo. — Ya te acostumbrarás.

— Si, son muy divertidos. — Expresa ella encantada.

— Pero aun falta el alma de la fiesta. — Hablo mirando a todos lados y no lo veo, ella frunce el ceño sin entender. — ¿Dónde estará?

— ¿A qué te refieres? — Pregunta.

— Ya te lo presentaré después.

Seguimos hablando normalmente, se nos unen los demás chicos, esta siendo una velada muy bonita con tantas personas que amo, solo me falta él y Cristian.

— No sabia que tenias amigos tan guapos. — Susurra Fran en mi oido. — Y tan divertidos.

Sonrío.

— Si, la verd...

— ¡Fiera! – Me interrumpe e inmediatamente lo escucho giro mi cuerpo completo a toda velocidad, sonrío al verlo, viene caminando con su porte elegante mientras abre sus brazos para mi, comienzo a caminar rápidamente hacia él y aumento mis pasos, me lanzo sobre él y me atrapa, lo quiero tanto. — Felicidades, mi fiera hermosa.

— Muchas gracias, mosca pegajosa. — Sonríe mientras me coloca en el piso. — Amo tanto que estés aquí.

Decimos unas cuantas palabras más y me dirijo hacia donde están mis amigos con el sosteniéndolo de la mano.

— Miren chicos — comienzo a hablar. — Él es mi mosca pegajosa, Iván. — Todos sonríen. — Iván, ellos son mis amigos y compañeros de trabajo, Ricardo, María, Poala y Marcia.  — El va saludando de mano a cada uno según los voy mencionando y continuo. — Ella es Fran Irene, tu hermana, — Gira los ojos y sonríe haciendo que los demás  hagamos lo mismo. — Y por último, ella es Lisbeth,  una amiga muy especial.

Él le da la mano mientras sonríe el muy ladino, ella se sonroja al tiempo que acepta su saludo.

— Hola, Liz — la mirada que él le da es coqueta y ella no se queda atrás. — Un gusto en conocerte.

— El placer es mio, Iván. — Habla ella con un poco de timidez, sus miradas siempre conectadas.

Sus manos entrelazadas por unos segundos más prolongados de lo habitual, hace que todos nos miremos, sonreímos por lo bajo, han creado una conexión entre ellos, es después de unas cuantas miradas más que, Fran Irene, decide intervenir:

— Esto se puso interesante. — Dice con una sonrisa victoriosa al tiempo que miramos a los dos tortolitos. — Me gusta.

Tanto Iván como Lisbeth se sienten incómodos, rompen la conexión que habían creado y ambos están sonrojados, si señoras y señores, los dos están como dos tomates al rojo vivo.

— Esto se puso bueno, guapo. — Habla Paola sonriente.

— ¿Quieren un trago? — Pregunta Lisbeth, se que es para aligerar la atmósfera que se ha creado, todos damos un asentimiento. — Bien, vuelvo en un momento.

Sale disparada hacia donde se encuentra el bar.

— Te acompaño. — Todos miramos hacia Iván que no da tiempo a que digamos nada cuando sale detrás de ella.

— Eso fue intenso... — Habla Ricardo con la vista puesta en los chicos del bar.

— Si que lo fue. — Admite Fran y los demás damos un asentimiento. — Bueno,  vamos  a bailar.

Ellos van al pequeño apartado y me dirijo hasta donde esta mi madre, mis tíos, mi hermano y Elena, platicamos plácidamente sobre como fue que se les ocurrió esto, le digo que me hicieron sentir tan bien y que mi mejor regalo es haber tenido la oportunidad de compartir con ellos y mis amigos.

— Me gustó la cara que pusiste, mi niña. — Habla tía Sonia con una sonrisa. — Estabas muy inocente a esto.

Sonrío.

— La verdad es que si, tía, no  imaginé ni por un segundo que vendrían, su distracción de la mañana fue muy buena. — Hablo sonriente.

— Me aseguré de que todo estuviera cubierto. — Habla Elena con una sonrisa de satisfacción. — Es tan bueno ser yo.

— Pues no es que hicieras mucho, la verdad. — Jason ataca a Elena, ya va a iniciar a molestar a la pelirroja, mucho había durado, ella lo mira indignada,  pero a punto de reír. — Solo diste más vueltas que un trompo loco, engañaste a todos y terminaron decorando y haciendo todo por ti.

— ¡Eso no es cierto! — se defiende  Elena y todos reímos. — Yo fui quien más trabajó, eres un grano en el trasero y por eso te odio.

— Ya quisieras, cabeza de tomate super maduro, ya quisieras. — Responde Jason, todos nos limitamos a mirarlos y a reír.

— ¡No me digas así! — Advierte. — O te juro que voy a...

— Buenas noches a todos. — Todos giramos nuestros rostros para ver el dueño de la voz. — Disculpen la tardanza.

Una sonrisa se pinta en mis labios al ver al castaño entrando al lugar, viene vestido con unos Jean negros y una camisa remangada hasta los codos de color azul majorelle combinado con unos tenis blancos, muy sport el nene.

Trago saliva porque no viene solo, viene con una persona a la cual conozco muy bien y que tenía años de no saber de ella, mis ojos se cristalizan al verla, cuando su mirada cruza con la mía se queda tan quieta como yo, tantos años sin saber de ella, desde aquel momento que nos marcó.

Cristian la toma de la mano y camina hacia nosotros, a su paso Saluda a varias personas, pero ella y yo nunca apartamos la mirada, al fin cuando el castaño decide llegar hasta acá lo siento saludar a mi madre y los demás que están aquí con mucho cariño, en verdad no presto atención a nada, solo a ella.

— Ella es mi hermana, Cristina. — Es lo único que escuché bien claro de todo lo que Cristian dijo, ella es su hermana, ella me da una sonrisa de boca cerrada, sus ojos están igual que los míos. — Cristina, ellos son mis amigos.

— Keily. — Masculla ella haciendo que todos dejen de  hablar y frunzan el ceño, yo sonrio.

— Cristina. — Susurro al tiempo que acortamos la distancia y nos fundimos en un abrazo.

No decimos nada, todos estan en silencio, solo mi madre y Jason deben entender la situación. Después de unos minutos, decidimos separarnos a regañadientes para luego volver a abrazarnos, ella es muy querida para mí y eo tiempo que tenemos sin vernos ameritan muchos abrazos de esos que sientes que en verdad son sinceros. Unos segundos más, nos separamos definitivamente.

— Cuantos años sin verte. – Dije con media sonrisa y lágrimas en los ojos.

— Si, son muchos ya. — Volvemos a abrazarnos con fuerza, de todas las personas que conozco ella es la única que me entiende muy bien, al igual que yo a ella. — No sabes cuanto he pensado en ti.

— Yo igual,  mi faro seguro. — Masculla para que solo yo pueda escucharlo.

— Vaya — Habla Elena anonadada, es más,  todos lo están, — es la primera vez en muchísimos años, que no me sentía tan confundida como ahora.

— Yo igual — Confirma Cristian, ambas nos miramos con una sonrisa, estamos agarradas de la mano. — Es decir, que se conocen, pero ¿Desde cuándo?

— Es una larga historia, Cris. — Responde Cristina con una sonrisa en mi dirección y sonrío porque la historia en verdad es larga. — ¿Verdad mi faro?

Sonrío aún sosteniendo su mano.

— Si, es cierto, mi heroína. — Todos nos miran extrañados y sonreímos de boca cerrada en complicidad, solo nosotras sabemos. — Me da tanto gusto volver a verte, tenerte aquí.

— A mi también, Kei. — Habla.

— Bueno, aún sigo confundida, pero este reencuentro merece un brindis. — Propone Elena con una sonrisa.

Hace una señal a una de las personas que están y después de unos minutos nos traen unas bebidas, todos comenzamos a hablar y disfrutar de la compañía de cada una de las personas que me acompañan.

No puedo evitar mirar hacia la puerta una y otra vez, pues creo ver a mi rubio idiota entrar por ella con ese gesto aburrido que siempre carga, aunque me la he pasado muy bien con mi familia y mis amigos, no puedo evitar por un segundo pensar en él.

He tratado de no dar mente a cada una de sus provocaciones, ya que todos estos días hemos estado saliendo y conversando mucho, de cosas triviales, de algunos gustos de ambos, no nos hemos besado y por ende tampoco hemos tenido sexo y créanme que  lo deseo como a nada en este mundo, es tanto así que he tenido que apretar mis piernas en muchas ocasiones que le pienso.

— ¿A quién será que esperas, Kei?  — Jason a mi lado Pregunta con los ojos entrecerrados. — No has dejado de mirar a la puerta desde la siete de la noche. — Mira su reloj y continúa. —  Ya son las nueve y al parecer por quien esperas te dejará plantada.

— Jason, no empieces. — Digo en modo de advertencia.

— Espero no tener que pegarle a alguien hoy.  — Suelta sin más y giro los ojos.

— ¿Porqué tendrías que pegarle a alguien? – Pregunto con el ceño fruncido luego de analizar lo que ha dicho.

— Tú no tienes que saberlo, monstruo. — Resta importancia al asunto levantando los hombros. — Solo espero que tu cumpleaños siga tan divertido como hasta ahora.

Miro a mi alrededor y las personas se divierten mientras platican y bailan, mi mamá se ve muy contenta platicando con Cristian y Elena. Mi hermano y yo hemos quedado solos y ambos miramos a un punto en especifico, la puerta, ya que esta es abierta y por ella entra Ivan que no me había dado cuenta que había salido.

— Ya dime a quien esperas, Kei. — Vuelve a insistir Jason.

— No espero a nadie, venenoso. — Miento al tiempo que me cruzo de brazos. — Y mejor cállate.

Levanta las manos en señal de paz y sonríe. — Espero y no me vayas a pegar.

— Créeme que ganas no me faltan.

Pasa el tiempo y todos estamos muy contentos por que él momento es agradable, bailamos y hablo con mi gente, con Cristina, platicamos sobre lo que ha sido nuestras vidas durante estos años y me da tanto gusto escuchar como a sido todo y verla sonreír.

Es después de media hora que veo a Cristian y Elena entrar por la puerta principal, veo como disimuladamente el castaño le da una nalgadas a la pelirroja y esta lo encara con el ceño fruncido. Segundos más tarde, se dirigen hacia mi.

— Kei, — Comienza Elena con una sonrisa. — No sé porque razón ha llegado un paquete de regalo a mi casa a tu nombre. — Frunzo mi ceño sin entender. — El mensajero dice que no lo entrega a otra persona, así que te toca salir.

— Por más que le insistimos ni quiso dejar que lo recibieramos – habla Cristian indignado y le sonrío, el se acerca y me abraza pasando un brazo por los hombros. — Pero  vamos a que lo recibas, te acompañamos.

Doy un asentimiento mientras sonrío, comenzamos a caminar hacia la salida, echo un vistazo a las personas que están aquí y todos se encuentran en sus propios mundos, veo a Lisbeth platicar con Ivan, ella se ve indignada por algún comentario que él le hace. Jason se encuentra con Cristina, mi madre y Fran Irene, otros se encuentran bailando y demás.

Salimos de la casa y al fin Cristian me suelta, me señalan el lugar por donde se encuentra el mensajero, ellos deciden quedarse atrás porque el castaño recibe una llamada, sigo el camino y al doblar una pequeña curva que me lleva a la fuente, mi corazón se detiene por unos segundos y no solo eso sino que me quedo totalmente paralizada observado a ese divino ser, ahí lo veo, el causante de que mi estómago se retuersa y mi corazón se detenga y vuelva a latir con fuerza, se encuentra de pie, agregado a una moto preciosa de color blanco.

El hombre frente a mí se encuentra vestido con un pantalón negro, una playera,  una chaqueta de cuero y unas botas del mismo color, es decir, viste de negro completamente, se ve increíblemente con esa ropa y su pelo totalmente desordenado, me parece un chico malo y mis ojos danzan de felicidad al ver la vista que tiene delante.


Camino lentamente hacia él, los dedos de mis manos están fríos y el nudo que se a tejido en mi estómago se hace más apretado, nuestras miradas se mantienen conectadas como siempre sucede y cuando ya no hay más distancia entre nosotros me detengo, mis manos se encuentran entrelazadas delante, me siento como una chiquilla de quince años.

Marcelo Sandoval, me brinda esa sonrisa que solo le he visto algunas veces, se ve tan sexy que de solo tenerlo cerca me siento tentada al pecado. Últimamente, lo único que deseo es que entre nosotros vuelvan a ocurrir esos actos de besos y sexo que hemos tenido anteriormente, esas imágenes se reproducen constantemente en mi cabeza y eso hace que tenga sed, como dicen por ahí <lo prohibido se hace más deseado> y con el reto que tenemos, eso es lo que somos, dos personas que tienen prohibido besarse y tener sexo.

— Hola – decido romper el silencio que había entre ambos, puesto que nuestras miradas danzaban por sí solas.

Él no dice nada, solo se limita a mirarme de pies a cabeza sin ningún descaro, una sonrisa aparece en sus labios.

— Hola, mi cielo.

Y ahí va mi corazón corriendo detrás de él como cada vez que lo siente cerca.



◇♡◇

♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Capítulo nuevo.

Mis niñas, cuanto las he extrañado...

Me he demorado en publicar el capítulo porque mis ocupaciones diarias me absorben por completo, pero aquí les traigo un poco de locura de esta historia que ustedes han permitido que entre a su biblioteca y mejor aún a sus corazones.

Las actualizaciones trataré de hacerlas semanal, pero no prometo nada, escribir se ha vuelto mi pasión, pero es tan difícil 😫 y más aún cuando las responsabilidades están a todo su explendor.😬

Espero me entiendan y sepan que las amo mucho, trataré de avanzar lo más que se pueda, lo prometo. 

En el próximo capítulo tendremos unos invitados que les van a encantar, muero por recibirlos ya en esta historia, los amarán, de eso no hay duda.

Sin más que decirles, me despido. 😍

Espero le haya gustado el capitulo.

Los amo muchísimo. 💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top