Capítulo 51 "Las dudas"

Estoy en la empresa y es un poco más de medio día, hoy ha sido un día bastante complicado entre papeleo y organización de todo el espacio que utilizaremos, necesitamos que quede todo listo para la presentación del nuevo equipo que se integrará a partir de mañana solo a trabajar con el Proyecto Perla, como lo han llamado aquí.

— ¿Crees que necesitamos otro set de estos? — Habla Alicia refiriéndose a la cartas de pintura. — Solo hay tres aquí.

— Lo ideal es que todo el equipo tenga su propia carta de pintura. — Hablo hacia ella con seguridad y ella me sonríe. — Puesto que cada uno tendrá que diseñar por separado.

— Tienes razón. — Concede ella. — Estas tomando en cuanta cada detalle y eso es bueno.

— Solo es un recurso que todo diseñador de interiores debe tener, — explico a Alicia y ella me mira atentamente, — e incluso ellos deben de tener, pero no tan actualizados como estos, yo tampoco los tengo.

— Es bueno que tengas en cuenta cuales son las necesidades de tu equipo — orienta ella con calma. — cuando se sostenga la reunión más tarde, explicale lo importante que es esto.

— Así lo haré, muchas gracias Alicia.

— Otra cosa, el señor Sandoval, — mi corazón da un vuelco con tan solo escuchar su nombre y trago saliva disimuladamente, son efectos que causa en mí, además de que estoy un poco a la defensiva con él, mi cabeza es un lio, le doy una sonrisa y ella continúa. — Dejó autorizado la contratación de un equipo especializado para que cuando los diseños estén listos comiencen a trabajar inmediatamente en la remodelación material del proyecto.

— Eso quiere decir que...

— Eso quiere decir que también tienes a tu disposición el equipo que ejecutará la acción. — Interrumpe en mi dirección y casi abro la boca como una O por la sorpresa, Marcelo es un gran estratega. — Esas remodelaciones tienen que estar listas para dentro de ocho meses.

No puedo creer que tenga tal responsabilidad sobre mis hombros y para ser honesta me encanta la idea de estar haciendo lo que me gusta.

— Ocho meses... – Mascullo para mi misma y Alicia sonríe. — Tienes un gran reto por delante y es por eso que te exhorto que si necesitas más diseñadores no dudes en solicitarlos.

— Es suficiente con los que he solicitado. — Hablo convencida hacia a ella. — Los elegidos son muy eficiente e incluso podríamos trabajar en otros proyectos, si es que llegan a presentarse.

— Eso es música para mis oídos, Keily. — Habla ella con suficiencia y sonrío. — No me he equivocado contigo al elegirte para este puesto.

— Estaré eternamente agradecida de eso.

— No vamos a empezar con eso. —  Suelta ella restando importancia al asunto. — Vamos a culminar esto.

Sonrío.

Y es así como seguimos organizando todo esto, preparando los materiales de cada diseñador bajo mi cargo. Alicia no tendría porque estar haciendo esto, pero me dijo que lo haría porque de todos modos ella es la responsable de aprobar o no mi trabajo.

Aunque no es la única, la del cerebro pequeño también esta encargada...

Me huele a problemas más adelante, solo espero equivocarme.

Después de una hora más trascurrida, estamos en la sala de reuniones donde se encuentran mis dos jefas inmediatas, es decir,  Alicia y Natalia. Es hora de dar conocer el equipo que me estará acompañando en el trayecto y la verdad es que me siento super contenta por todo esto.

— Estamos en este lugar para dar a conocer todo lo relacionado al Proyecto Perla, — Habla Alicia irradiando seguridad por doquier. — Es muy importante que todos los integrantes del mismo se comprometan a dar el todo por el todo para que salga exitoso. — Todos los presentes están prestando atención a todo lo que Alicia dice, aquí se encuentra todo el departamento de diseños, pues ahora se le informará sobre todo esto. — Aquí trabajará un equipo en especial, la señorita Andersson, quien es la responsable y guía del proyecto, se encargó de elegir a cinco de ustedes y una integrante más que no pertenece a la institución, solo estará durante el tiempo que dure el mismo.

Las personas que están aquí se miran a la cara entusiasmados, pues entienden que de trabajar en este proyecto en específico, sus ingresos aumentarán. Alicia continúa hablando y llega un momento en el que le cede la palabra a Natalia.

— Estoy de acuerdo con todo lo dicho por mi colega, Alicia.  — Habla ella muy segura de si misma. — Estaremos trabajando de la mano para que esto salga bien y que los nuevos dueños se sientan satisfechos con los diseñadores de esta empresa y no haya la necesidad de despidos.

Todos se miran preocupados y no entiendo porque la muy estúpida dice estas cosas, debe alentar a su equipo, no asustarlos como lo está haciendo.

— Bueno, — Interviene Alicia mirando a todos sus subordinados. — No deben preocuparse por nada, ustedes son excelentes diseñadores y todo va a salir a la perfección, ahora le damos la palabra a la encargada del Proyecto Perla, la señorita Keily Andersson.

Todo me miran, pero no están sorprendidos, ya todos sabían que yo era quien estaría al frente, aquí las noticias corren muy rápido.

— Buenas tardes, compañeros. — Saludo a todos los presentes con una sonrisa. — En un grato placer para mi tener la oportunidad de participar en este proyecto tan importante, más aún ser la que tenga en sus hombros la responsabilidad del mismo. — Todos me miran con atención, unos con una sonrisa y otros con molestia, pero ¿Qué le vamos hacer? — Aquí se elegirá un equipo para que trabajemos juntos, como si fuésemos uno solo, y para mi no fue difícil a la hora de solicitar quienes lo integrarian.

— Muy bien, señorita Andersson, — Interviene Natalia con desdén. — No se haga de emoción y díganos quienes son los diseñadores que trabajarán a su lado.

Pongo en modo ON mi autocontrol para no mandar a una que otra persona a la reverenda mierda y sin prestar atención a lo que dijo sigo hablando con mi gente, después de unos minutos más, miro a cada uno de ellos, todos están a la expectativa de los nombres que mencionaré y es por eso que decido mencionar de una vez y por todas quienes entraran al Proyecto Perla.

— Los elegidos en esta ocasión serán Ricardo, — es un chico muy amable que es responsable y dedicado en su trabajo, tiene alrededor de 24 años, tiene unos buenos Kilos de más, pero es adorable, usa lentes y sus ojos son verdes, continúo. — Marcia, — Tiene 23 años de estatura baja, pelo rizo, morena y sus ojos son cafés. — Paola. – Pelo rubio y largo, ojos color miel, estatura media, delgada, muy linda. — Moisés — Este sonríe grandemente, tiene más o menos 25 años, pelo negro, ojos miel, muy alto y guapo, — Maria — Es una chica con sobrepeso y muy alta, siempre usa una coleta y lentes, diseña espectacular, continuo. — Por último, tenemos a Elena Alvarez, quien estará por contrato durante el tiempo que dure el proyecto. — La mencionada entra por las puertas de la sala con un porte elegante y muy segura de si misma, pues solo estaba esperando una señal para entrar, dijo que quería hacerle de la emoción.

Si no hace eso, no es Elena, siempre llama la atención...

— Buenas tardes, — habla Elena con su habitual elegancia. — Muchas gracias por la oportunidad que me han otorgado de participar en este proyecto, toda mi experiencia la pondré en práctica y también estoy dispuesta a adquirir nuevos conocimientos para no defraudar su confianza.

Elena mira en mi dirección y me guiña un ojo mientras sonríe, tampocome pasa desapercibido la mirada triunfal que le da a Natalia,  Elena es el final y un poco más, espero que True Style no sea un campo de batalla. Todos los antes mencionados, estan muy contentos y conversan con los que estan a su lado, otros están disgustados, pero no puedo hacer nada por el momento.

— Somos un equipo de trabajo y en lo que en mi concierne,—Moisés toma el turno después de Elena con una sonrisa  — pondré todo de mi parte para lograr los objetivos del proyecto.

Sonrío en su dirección.

— Gracias, gerente Ortiz, gracias Keily por la gran oportunidad, — habla Paola con una sonrisa. — Haremos un excelente trabajo en equipo.

Y es así como cada uno de las personas que conforman el equipo del Proyecto Perla, se manifiesta dando las gracias a los responsables de que ellos ahora estén dentro. Luego de media hora más, me encuentro a solas con el equipo y nos ponemos de acuerdo en todos los puntos, lo primero es concretar la cita con la señora Mercedes para ir a ver las propiedades que entraran en este proyecto, creo que eso tomará al menos un día fuera de la empresa con todo el equipo.

La tarde se a ido volando y ya es hora de marcharnos, estoy muy cansada el día de hoy, pero realmente emocionada.

— Este es un gran proyecto, Kei. — Habla Elena con una sonrisa mientras caminamos al estacionamiento subterráneo que pertenece a las instalaciones de True Style. — Estoy muy emocionada por todo lo que me contaste esta mañana al llamarme, esto hay que celebrarlo.

— Si, lo es — Respondo al tiempo que llegamos al auto de Elena abro la puerta, pero no entro. — Yo también estoy emocionada.

Elena mira hacia la entrada del estacionamiento y yo dirijo mi vista hacia allá y  mi corazón se paraliza de tan solo reconocer el auto que viene entrando, un nudo se apodera de mi estómago y trago saliva al mirar ese Bugatti que conozco muy bien, mi primera acción es huir y eso hago, entro al auto y solo espero que no me haya visto, Elena hace lo mismo mirándome extrañada.

— ¿Qué fue eso, Kei? – Pregunta confundida, ambas nos miramos fijamente y trago saliva desviando  la mirada. — ¿Qué sucede?

De tan solo recordar la pequeña conversación de anoche mi corazón da un vuelco, no quiero pensar en eso, pero me es imposible y hoy con las ocupaciones traté de no pensar en lo que el rubio me dijo, sé que es una tontería, pero no puedo evitar pensar salir lastimada nuevamente, o más bien destruida, porque mis sentimientos por él no tienen punto de comparación.

— No quiero hablar de eso, Elena. — Hablo manteniendo mi vista en la ventanilla, aún estamos en el estacionamiento dentro del auto.

— Ah no, señorita, — responde ella al tiempo que enciende el auto y lo pone en marcha. — Me contarás que es lo que pasa mientras comemos algo, vamos para donde doña Margarita y después de ahí nos iremos a otro lado.

La miro con una sonrisa, tenía mucho tiempo sin ir donde doña Margarita.

— Me agrada la idea. — Hablo sinceramente hacia ella y me da una sonrisa. — Tengo deseos de unos buenos tacos al pastor como solo los hace doña Margarita.

— Pues vamos, quiero que me cuentes eso que te tiene así. — Suelta ella mientras nos desviamos a la calle que da a la fonda.

No digo nada, solo me limito a mirar por la ventanilla y trato de no dar vuelta al asunto, pero me duele lo que siento aquí dentro de mi, es decir son dudas que están atormentando mi ser, tengo tanto miedo.

Después de unos minutos más, llegamos a la fonda de doña Margarita, en esta se vende todo tipo de comida mexicana a precio asequible para que todo aquel que quiera degustar un delicioso platillo de comida sencilla puedan venir sin ningún problema, también tienen la opción de comida rápida.

— Keily, Elena — Grita con euforia la señora Margarita mientras sale de la cocina acercándose a nosotros, el lugar no es muy amplio, pero si muy limpio y ordenado. — Me da tanto gusto volver a verlas.

— Doña Margarita, — Saludamos Elena y yo con la misma energía. — El gusto es nuestro.

Así comenzamos a platicar entre las tres por unos minutos, luego ella nos indica que lugar tomar y eso hacemos, ella se retira a seguir atendiendo sus cosas y Elena y yo quedamos solas, ya hemos hecho nuestro pedido e incluso unos minutos más tarde nos encontramos comiendo.

— Kei, hoy te viste genial en junta,  — habla ella con una sonrisa. — Me gustó todo y más aún la cara de la zorra- perra de Natalia, fue épico ver si cara de disgusto.

Sonrío.

— Sé que estará molesta por mucho tiempo. — Hablo hacia ella. — Pero no voy a hacer caso a eso, solo me dedicaré a realizar el proyecto y punto.

— Así se habla. — Mientra come sus tacos. — Quiero que esa serpiente se atragante con su propio veneno, no la soporto.

— No quiero que ahora que esta en el mismo lugar que ella comiencen las discusiones entre ustedes.  — Hablo hacia Elena, la conozco y sé que es capaz de cualquier cosa. — Trataremos de trabajar en un ambiente de paz.

— Trataremos de hacerlo — habla ella mientras limpia su boca con una servilleta. — Pero no pretendas que me quede quieta si hace algo, sabes que la pondré en su lugar si es necesario.

Sonrío porque es verdad.

— Lo sé, yo también haría lo mismo. — Tomo un poco de jugo y vuelvo a hablar. — Pero tratemos de no dar problemas.

Levanta sus hombros restando importancia al asunto.

— Esta bien, como digas. — Habla mirando a mis ojos. — Pero lo que tampoco puedo creer es que el Bombón andante y el superman sean los inversionistas de True Style — habla con una sonrisa triunfal. — Eso no lo vi venir, aunque estoy más tranquila por las personas que trabajan aquí.

Mi hoyo en el estómago se hace más apretado.

— Yo también, aunque no puedo evitar sentir mi estómago retorcerse cada vez que pienso en ello.

Sonríe maliciosamente.

— Pero eso sucede por el rubio que atormenta tus entrañas. — Habla, la miro y entrecierro los ojos y trago saliva disimuladamente, porque es cierto. — Me puedo imaginar tu cara al enterarte.

Trago saliva duramente.

— Ni que lo digas. — Logro decir en un susurro. — El aire abandonó mis pulmones y sentí que moría.

Elena suelta una risita de la emoción.

— Es que yo hubiese estado igual. — Habla ella y sonrío de boca cerrada y miro hacia otro lado. — Entonces, sabiendo todo lo que él provoca en ti, no entiendo tus reacciones.

El nudo de mi estómago se hace más apretado porque sé a que se refiere. No digo nada y con eso ella entiende que puede continuar.

— Dime Keily, ¿Porqué te escondias del Bombón andante? — Trago saliva y continuo con mi vista en otro lado,  ella que se encuentra cerca de mi toca mi mano, la miro y vuelve a hablar. — ¿Qué es lo que pasa, kei?

Trago saliva duramente por trigésima vez y mi garganta se siente seca. Me suceden tantas cosas y eso se debe a una sola persona.

El ojos de cielo que atormenta mi vida.

No sé lo que me pasa Elena, ni tampoco podría explicarte porque razón reaccioné de esa manera hace un rato.

— No me mientas, Keily, te conozco y sé perfectamente que tu cabeza es un mar de dudas ahora mismo y quiero saber para poder ayudarte porque te atreves a cerrarte de nuevo y no lo voy a permitir. — Habla con el ceño fruncido, pero en señal de preocupación, la miro y no digo nada y ella continúa. — El auto que entró al estacionamiento es el de Marcelo y supongo que algo pasó entre ustedes que te pusiste de esa manera, trataste de que no te viera.

Mi corazón late muy rápido como siempre pasa cuando escucho su nombre y ahora mismo lo único que deseo es salir huyendo de este interrogatorio, quiero  llorar ¿porque? Pues no tengo ni idea, un nudo se forma en mi garganta, pero me aguanto,  debe ser porque mi periodo llega en unos días.

— Elena, — comienzo llamando su atención y ella me mira fijamente a los ojos. — Te voy a contar, pero no me juzgues ¿de acuerdo?

— Si, si. — Levanta las manos en señal de paz. — Cuéntame, date prisa.

No sé por donde empezar, pero de lo que si estoy segura es que tengo que hablarlo con alguien y mi amiga Elena es la indicada, tomo una respiración profunda para tranquilizarme.

— En todo este tiempo que llevo tratando a Marcelo, — comienzo a  hablar y ella me mira expectante y trago saliva. — Hemos avanzado tanto en lo que sea que tenemos.

— ¿A qué te refieres? — Pregunta curiosa con su rostro inexpresivo.

— Hemos compartido tanto, me ha dejado ver tanto de él y yo también lo he hecho, hemos estado juntos y esto ha hecho que todo aquí — señalo con la palma de mi mano el lado de mi corazón mirando atentamente sus ojos azules y ella me escucha atentamente,  siempre ha sabido escucharme. — Esté en un completo desorden, yo le coqueteo descaradamente siendo provocada por cada una de sus acciones, me encanta todo lo que hace.

Trago saliva, me es imposible continuar.

— He sido partícipe de muchos encuentros entre ustedes — Habla ella con calma. — Sé que ustedes dos están conquistándose uno al otro sin darse cuenta, por lo menos tu a él.

La miro directamente a los ojos.

— Esto es tan complicado, Elena. — Hablo rápidamente, estoy angustiada.

— Tú lo haces complicado, Keily. — Suelta ella un poco exasperada, ella sabe como hablarme cuando estoy en medio de mis tempestades. — Puedo asegurar que ahora mismo te estás ahogando en lo que crees que es una piscina profunda y es solo un vaso de agua.

Es cierto, Keilisita...

No me tomes por tonta, Elena. — Suelto rápidamente.

— No lo hago, Kei, jamas lo haría porque no lo eres, pero tienes que darte cuenta que huyendo no resuelves nada. ¿Cuéntame que es lo que pasa? ¿Tienes miedo?

— No tengo miedo, — suelto rápidamente y ella me mira atentamente, respiro hondo ante lo que diré. — Estoy aterrada con todo esto que siento por él. Me hace sentir un remolino de sentimientos nuevos y las emociones que siento son únicas y sin igual, nunca las había sentido por nadie y eso me encanta y me aterra la vez, me hace querer quedarme y luchar por él y en otras, como hoy, salir huyendo.

Hago silencio, me siento aliviada de haber soltado esas palabras como pude, era algo que tenía atorado en mi garganta y necesitaba hablarlo con alguien y quien más sino es Elena.

>> Estoy que me muero de la angustia Elena. — Hablo y ella coloca su mano sobre la mía en Señal de apoyo y me da media sonrisa de boca cerrada y continuo. — Y no te haz  equivocado cuando dijiste que estoy hecha un mar de dudas.

— Comprendo todo lo que me haz dicho, nena, y para ser honesta contigo como siempre lo he hecho, me da tanto gusto por primera vez escucharte hablar de un hombre de esa manera tan profunda. — Habla pausadamente sin perder nuestra conexión y trago saliva. — Pero siempre hay una primera vez y lo que estás es muy enamorada, nena hermosa, es normal sentir miedo cuando se tiene sentimientos de esa magnitud.

La miro y se me cristalizan los ojos porque es algo que aún no me he atrevido a decir en voz alta y ya no puedo más. Llevo ambas manos a mi rostro, mi corazón late muy deprisa.

— Vamos, Keily, suéltalo — Habla Elena con voz recta en mi dirección, no la puedo ver ya que cubro mi rostro aun y ella continúa.  — Grita eso que tienes ahí guardado y que aún no te atreves a decir en voz alta, vamos  Kei, dim...

— Lo amo — La interrumpo de repente y se hace un silencio no muy prolongado y continuo. — Amo a Marcelo Sandoval con cada parte de mi existencia, Elena.

Ella suelta el aire que contenía al tiempo que sonríe.

— Dios mio, Keily... — Sisea ella. — Eso es hermoso, amiga.

La miro, sonrío levemente y trago saliva.

— Nunca había sentido algo así y si es hermoso, pero aterrador.

— ¿A qué le temes? — Cuestiona ella frunciendo un poco el ceño, mirando directamente en mi dirección, el hoyo en mi estómago se acrecienta. — Sé que es normal tener miedo a ese tipo de sentimientos, pero siento que hay algo más. ¿Tienes miedo a no ser correspondida?

Niego con la cabeza.

— Temo a ser destruida por esto que siento aquí. — Señalo mi pecho nuevamente. — Sabes que tuve mis relaciones anteriores y que quise en verdad, pero nada se compara con esto, Diego me lastimó muchísimo y creí que moría, estoy segura de que si algo pasa con ese rubio idiota — Sonrío al mencionarlo — acabaría conmigo.

— Te estás adelantando a los hechos y lo entiendo perfectamente. — Habla Elena. — Te han lastimado antes y es normal que comiences a crear tu barrera de seguridad, sin embargo, Marcelo no son los dos antiguos novios que tuviste, mucho menos es Diego.

Asiento con un movimiento de cabeza.

— Lo sé, él es distinto, eso lo tengo claro y también estoy clara en que yo no le soy indiferente.

— Eso no tienes ni que decirlo, nena, eso se ve a kilómetros, — habla ella con calma — en el tiempo que tenemos siendo amigas he conocido mucha gente y solo dos te han mirado de una forma tan especial, aunque la mirada de Marcelo es... — se detiene  pensando en las palabras correctas y estoy expectante. — No tengo las palabras exactas para explicarla.

Sonrío y mi pecho se infla al escucharla.

— No soy tonta, sé que siente algo por mi, no sé lo que es, pero lo siente, lo que no entiendo es  porqué no me lo dice.

Elena me da una sonrisa reconfortante. — Dale tiempo, Kei, recuerda que las palabras muchas veces no dicen nada, los hechos si. — Elena tiene razón y ahora mismo siento un alivio en mi pecho, necesitaba hablarlo con alguien. — Marcelo no parece ser un hombre de muchas palabras y menos uno que se anda con juegos.

— También sé eso, Eli, pero no puedo evitar sentir terror. — Trago saliva.

— ¿Entonces, Keily? — Ella endurece un poco el tono de su voz. — Suponiendo que él no sienta lo mismo que tú ¿lo vas a dejar ir? ¿Te rendiras tan fácilmente?

La miro y me cruzo de brazos en forma de defensa y un nudo se cuese en mi garganta y el de mi estómago se encuentra apretado al máximo.

— Yo...

— Yo no conozco a esa Keily. — Me interrumpe mirando directamente a mis ojos. — Tú no eres de esas personas que se dan por vencido simplemente por miedo a que te destruyan, créeme que entiendo la sensación de miedo, pero tu misma dices que el miedo no te paraliza y ahora lo estás dejando entrar en tu sistema.

Elena tiene razón, ese mantra me ha acompañado durante muchos años, "Que el miedo no te paralice" "No te rindas ante las dificultades", y ahora que me encuentro con mi tormenta interior pretendo salir huyendo. Si mi madre me escucha o me ve queriendo huir de seguro me da una buena tunda y bien merecida la tendría.

Yo apoyaría al cien por ciento a mamá Sarah si quiere darte la paliza, total a mi no me dolerá...

Eres una desgraciada, conciencia.

Je je, pero soy la favorita de esta historia...

Casi giro mis ojos ante tal comentario de la loca y cuerva de mi conciencia. Vuelvo a la realidad cuando Elena toca mi mano, no me di cuenta cuando la había llevado sobre la mesa.

— No soy de las que se rinden tan fácilmente ante la vida, pero hay veces que me es imposible no querer huir, sé que muchos no están de acuerdo con que piense de esa manera, pero es de humanos tener miedo a salir lastimado.

— Hay algo que aún no me cuentas. — Habla ella pensativa. — No es normal que estés tan negativa hoy, cuéntame todo lo que ha pasado para poder apoyarte.

— Hemos tenido sexo nuevamente. — Abre los ojos  y la boca como una O ante la sorpresa.  — Sabes y has sido testigo de que nos besamos cada vez que se puede, como si fuéramos una pareja de novios, Elena.

— Mierda, te has comido el Bombón andante nuevamente. — Habla ella con una sonrisa pícara en el rostro  y doy un asentimiento de cabeza. — ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?

Suelta cada pregunta una tras la otra y giro mis ojos.

— Ya, perdón, es que me emocioné. — Habla recomponiéndose. — Si ustedes han avanzado tanto no veo cual es el problema.

— Lo que pasa es que me dijo que él es un desastre en las relaciones sentimentales, Elena, — Trago saliva con dificultad al recordar lo que me dijo — Me dijo prácticamente que las relaciones formales no han estado en sus planes, pero también me dejó en claro que no soy un juego para él.

— Exacto — habla ella con obviedad. — El que te haya dicho eso, no significa que no está interesado, no eres un juego para él, dale tiempo.

Asiento con un movimiento de cabeza aliviada.

— Si, la verdad es que mis sentimientos y mis miedos me han judido un poco la existencia, al darle mente exactamente a eso, me hizo cuestionarme que debo hacer con esto que siento.  — Hablo sinceramente hacia mi amiga, ya me he quitado un peso de encima. — A él mismo le dije que no iría a ningún lado, estoy segura que se dio cuenta que mi interior no estaba en paz, él es muy observador.

— ¿Ves? Esas son las cosas que tienes que tomar en cuenta, él no podrá decirte nada con palabras, Keily, pero con hechos si, hasta yo lo he visto, a ti te brinda más atención de la que debe, te busca,  te besa y... bueno,  están juntos, no te dice nada, pero siempre vuelve a ti.  — La miro con una sonrisa de boca cerrada, el que ella me diga esas cosas me hace sentir mejor y en verdad lo agradezco, suelto el aire que no sabía que contenía y mis músculos comienzan a relajarse. — Solo no renuncies a él por miedo, por favor, esa no eres tú.

— Solo llevaré las cosas con calma. — Hablo aliviada y ella me sonríe. — El ojos de cielo me tiene loca y sin ideas – suelto con una sonrisa, — Pero creo que esta mañana lo dejé confundido.

Elena me mira con extrañes y yo le sonrío.

— Explícate, nena.

— Sólo que me comporté un poco cortante esta mañana y al final salí huyendo. — Termino de hablar cuando comienzo  a recordar.

— Cuéntame todo, nena.

Doy un asentimiento y comienzo.

— Sucede que...

Me remuevo en mi cama y puedo sentir un cuerpo tibio detrás de mi, este me rodea con uno de sus fuertes brazos y estoy tan pegada a su cuerpo que parecemos un solo bulto. Abro lentamente los ojo y puedo percibir que ya es de mañana, me muevo lentamente con mucho cuidado de no despertarlo, cuando logro girar un poco mi cuerpo me enfrento a un rostro totalmente tranquilo, sus ojos aún permanecen cerrados y su respiración es pausada, lo que me indica que aún se encuentra dormido.

Detallo cada rincón de su ser, todo de él me encanta y tenerlo de esa manera frente a mí me hace enloquecer, tiene su rubio cabello revuelto, sus hebras apuntando en diferentes direcciones, su nariz fina, sus labios carnosos y sexys me tienen al bolde de un colapso.

Vamos, Keilisita, para luego es tarde, despierta ese trozo de carne y pon nuestro cuerpesito a trabajar desde temprano...

Conciencia, no me tientes, sabes que este hombre es mi debilidad y sus chocolatitos, madre mía.

Tentar es mi segundo nombre, Keilisita...

¿Cuál es el primero? ¿Pancracia?

Ahora estoy rodando los ojos Keilisita, ¿cómo se te ocurre?, me voy enojada.

Vuelve.

Ya me fui, bye...

Mi conciencia es un caso serio, hago caso omiso a su enojo  ya volverá.

Continuo con el hilo de mis pensamientos.

A noche le pedí que se quedará porque sabía que no quería irse, vino aquí para despejarse, algo me decía que no tenía intenciones de irse y yo no quería que se fuera.

Marcelo Sandoval de ha colado en mis Pensamientos y no sólo ahí, también a cavado muy hondo en mi corazón, eso me asusta en gran manera y ahora mismo me encuentro en un gran dilema, pues él está acostumbrado a las relaciones superficiales, pero yo no.

Aunque me haya dicho que no soy un juego para él, me siento aterrada que a la larga termine destruida, porque lo que siento por él no tiene precedentes.

Definitivamente, me he enamorado como una tonta del ojos de cielo, de cada una de sus facetas, de todo lo que él representa.  Sé que no le soy indiferente, pero lo que dijo anoche de no estar acostumbrado a las relaciones formales y los compromisos, de verdad eso me asusta, no quiero de ninguna manera ser usada y rechazada después. Hemos estado juntos, si, y para nada he pensado que hay algo más entre nosotros, soy consciente de ello, todo eso ha sido porque así lo quise y no me arrepiento. Solo que estoy asustada por la magnitud de mis sentimientos por él, porque si así lo quisiera, podría destruirme.

Paso mis manos por su rostro, tan despacio como puedo para no despertarlo y así disfrutar de él lo más que pueda. Trago saliva, quiero despertarlo y besarlo, pero anoche decidí llevar las cosas con calma, aunque no creo poder aguantar mucho, la atracción entre nosotros es increíble, pero soy persistente.

Vamos a ver cuanto te dura, Keilisita...

Volviste.

Y  ya me voy...

Sigo dando caricias en su rostro y veo como frunce un poco su ceño, esta a punto de despertar y es después de unos segundos más que lentamente abre las puertas del cielo haciendo que mi corazón  se sienta dislocado, nuestras miradas coinciden, me sonríe de boca cerrada y trago saliva porque no quiero privarme de esto.

— Buenos días, mi cielo. — Habla con una sonrisa y ahí va mi corazón a latir con más violencia que la anterior.

— Buenos días. — Respodo con una pequeña sonrisa, ¿y el corazón? Bien gracias, el va a todo galope. — ¿Cómo dormiste?

— Ha sido la mejor noche en mucho tiempo. — Responde al tiempo que traza caricias con su dedo índice en mi nariz, yo miro disimuladamente su pecho desnudo. — Desde aquella ocasión que dormimos juntos ¿lo recuerdas?

Sonrío al recordar, fue la noche que compartimos el día que Diego estuvo por aquí, por lo menos tengo otra cosas más que agradecerle.

— Si lo recuerdo. —  Respodo embobada por sus caricias. — Me alegra que hayas dormido bien.

— Gracias.  — Se limita a responder.

El sonido de un celular inunda el espacio en donde nos encontramos, es el suyo, él extira su brazo para alcanzarlo y cuando lo hace comienza a hablar:

— Buenos días. — Saluda el rubio mientras se acomoda más en su lugar y con las puntas de sus dedos acaricia mi cuero cabelludo. — ¿Qué se te ofrece, Vanessa?

Al escuchar ese nombre trago saliva y en mi interior se comienza a formar un nudo intenso en señal de molestia, no me agrada esa sensación desagradable.

— No sé si pueda reunirme hoy, tendré que checar mi agenda del día. – Cita.

Se hace un silencio en donde él escucha lo que sea que la rubia simpática le vaya a decir. El rubio suelta un suspiro cansado y aprieta sus sien con la mano que tenía en mi cabeza.

— Esta bien, te espero en la oficina a las diez.  — Determina Marcelo con un gesto pétreo. — Hablamos más tarde.

Termina la llamada.

Y con tan solo esas palabras me dan ganas guardarlo en una caja y no dejarlo salir, sin embargo, recuerdo que él y yo no tenemos nada y se me pasa. Me separo de él lentamente, él no pone resistencia, no quiero seguir alimentando más esto que siento, sin embargo, estoy bajo su atenta mirada y lo veo fruncir un poco el ceño mientras camino hacia el baño en silencio, no sé lo que me pasa. Entro a este, hago mis necesidades, lavo mis dientes y entro a darme un baño, luego que es suficiente tomo una toalla y me la coloco alrededor de mi cuerpo y procedo a salir.

Cuando salgo me encuentro con un Marcelo vestido con la misma ropa que trajo puesta anoche y un bulto en mano, trago saliva de lo bueno que está.

Esta buena la vista Keilisita, mira más de cerca, ombe...

El me observa y yo a él e inmediatamente el aura sexual entre nosotros comienza a hacer de las suyas, lo veo tragar saliva mientras que descaradamente repasa su mirada en mi dirección y yo no hago otra cosa que hacerlo también, lo veo de la misma manera haciendo que mi cuerpo comience a proclamarlo.

Después de unos minutos más de escrutinio entre ambos, nuestras miradas coinciden y la suya está muy oscura, la mía debe estar igual.

Doy un respingo y el sonríe de lado, mis mejillas juegan su papel y comienzan a calentarse.

No sonrias así que me derrito, idiota...

— ¿Puedo usar tu baño, por favor? — Pregunta con delicadeza, doy un asentimiento de cabeza y conteniendo la respiración. — Gracias.

Comienza a caminar hacia donde estoy, pues va para el baño y yo estoy en esa dirección, cuando lo veo acercarse me dirijo a los cajones que hay aquí, pero en un movimiento rápido y delicado, él me sostiene de la muñeca atrayéndome un poco hasta él haciendo que mi vista coincida con la suya, lo veo tragar duro nuevamente, se acerca a mi y me da un beso que dura algunos segundos en mi cabeza, esto hace que mi estómago se sienta muy apretado, que mis rodillas esten a punto del colapso y mi interior sea un lío y que en mi cabeza surjan cientos de preguntas que ahora mismo no tendrán respuestas.

— Ahora vuelvo. — Habla mientras se separa de mí y lo veo desaparecer hacia el interior del baño dejándome ahí con todas las emociones hechas un desastre.

La llamada de Vanessa me sembró la duda de que si él estaría con alguien más al igual que lo ha estado conmigo, es decir, nos abrazamos, nos besamos y tenemos sexo, ahora mismo, mis pensamientos son un desastre y eso definitivamente me asusta.

No, Keilisita, él dijo que no eres un juego para él.

Lo sé, pero estoy tan confundida porque, aunque él y yo no tenemos ningún tipo de compromiso, no me sentiría bien enterarme de que he sido usada y lo peor de todo con mi propio consentimiento.

Vaya mierda.

Comienzo a vestirme colocando un vestido negro ajustado a mi cuerpo que no llega a mis rodillas,  unos tacones negros muy altos de taco fino y uno chaqueta de color verde, de accesorios me pongo unos aretes y un pequeño reloj. Estoy delante de la peinadora que hay en mi habitación cuando lo veo salir a través del espejo.

Este hombre pretende que yo me vuelva loca, sale totalmente desnudo del baño dejándome ver todas sus partes gloriosas, inmediatamente comienzo a babear, busco la manera de respirar porque ya no sé como se hace, mi cuerpo empieza a reaccionar, me remuevo incomoda por todas las emociones que ahora mismo siento, no puedo dejar de ver esos tatuajes que tiene, cada uno de ellos me fascinan, tiene tatuado el costado derecho de su torso con letras cursiva que dice: "to each his own", en la parte superior de su hombro derecho tiene uno en forma de cruz que se extiende hasta casi llegar a su cuello, en su brazo derecho tiene varios, ya luego tendrá que explicarme el origen y significado de cada uno.

Dios mio, perdoname, no puedo dejar de pecar, ahora mismo me encuentro babeando, estoy contando una y otra vez los chicolatitos que tiene, ¿En verdad son seis? Pues me toca volver a contar porque no estoy muy segura. Es después de sopesar un poco que me he visto como una tonta, vuelvo a la realidad y de un momento a otro doy un respingo.

— Oye – Giro un poco mi cuerpo indignada, con las mejillas coloradas y llamo su atención, aun estoy sentada en el sillón de mi pequeña peinadora. — Este no es un club nudista.

El me mira con un atisbo de sonrisa y yo pues ¿Cómo les digo? No puedo evitar pasear mi vista por sus chocolatitos y mucho menos del especial que se encuentra más abajo, específicamente en sus entrepierna, me muerdo el labio, quiero tocarlos y lamerlos, pero no, resistiré, tienes que ser fuerte, Keily.

No que va, Keilisita, no te resistas, no pierdas la oportunidad, vamos, vamos...

No, conciencia, hay que resistir.

Me matas, con tus decisiones volátiles, Keilisita.

Sé que no, — responde él causante de todos mis males y mis bienes, trago saliva y evito mirar más abajo de su cara. — Pero no me complico la existencia, ya que todo esto — Señala su divino ser — lo haz visto y probado muchas veces ya.

— Eres un id... — Me detengo inmediatamente a sabiendas lo que viene después de decir esas palabras, él me mira y levanta una de sus rubias cejas perforando mi alma con ese cielo azul de su mirada, trago saliva, giro rápidamente en mi lugar, aún estoy sentada en la peinadora y vuelvo a hablar: — Solo vístete ¿si?

Escucho como resopla y rebusca en su bulto lo que necesita para vestirse.  Lo miro a través del espejo y me guardo una sonrisa, veo como disimuladamente se pone su ropa interior y luego un traje formal ¿Cómo demonios consiguió eso?, ruedo los ojos, Thomas lo trajo seguramente cuando me disponía a bañarme.

Veo como arregla los nudillos de su traje y la imagen que me brinda es impresionante, es una hombre tan guapo y varonil que fácilmente podría ser un modelo Abercrombie, Nike o Armani, es más, parece un gimnasta o jugador de fútbol, tiene todo, absolutamente todo bien proporcionado, sus brazos, sus abdominales, sus piernas, su pelo desordenado, su trasero, su pe... ¡Ah no! Por ahí no es, sus ojos, sus benditos ojos que derriten mis entrañas, vengo soñando con ellos hace mucho tiempo.

Verlo con ese gesto serio que se gasta el muy desgraciado que lo tiene todo muy agraciado, me vuelve una demente, me gusta observarlo, me encanta su sonrisa y su sentido del humor que sale en ocasiones cuando estamos juntos, en definitiva, me vuelve loca y sin idea todo de él.

Estas enamorada, Keilisita...

Sí, lo estoy y no puedo negarlo. Estoy loca e irremediablemente enamorada de Marcelo Sandoval.

Gracias a Dios que lo aceptaste.

Lo he aceptado hace mucho tiempo, solo tengo mucho miedo conciencia, no quiero salir herida, pero tampoco quiero lastimarlo a él.

No tienes por que...

Me pregunto que es lo que piensas cuando me miras así. — Doy un respingo al escucharlo, me ha descubierto, que tonta soy. — Estoy sumamente intrigado por eso.

Despues de meditarlo por unos segundos, me pongo de pie, me dirijo hacia donde se encuentra con una seguridad increíble, pero con los nervios a flor de piel y me planto frente a él.

— Observaba todo esto, — lo señalo a él y me acerco a arreglar el nudo de su corbata y quitar una pelusa inexistente, me observa  detenidamente. — No podía privarme de una vista tan espectacular.

No sé como rayos soy tan atrevida, pero con Marcelo me sale natural, es más, me las canto y me las lloro, lo quiero cerca y lo quiero lejos.

Vaya lío.

Si, vaya mierda.

— Mierda, Keily. — Suelta él y puedo observar como sube y baja su nuez de Adán. — Me tienes loco.

Me atrae un poco más hacia él pegando nuestros cuerpos, trago saliva y contengo la respiración, esto afecta en gran manera mi interior. Sé que tiene la intención de besarme y juro por Dios y todos sus ángeles que yo quiero lo mismo, pero ahora mismo mi cabeza es un desastre de emociones, se acerca lentamente y cuando esta a punto de unir nuestros labios, desvio el rostro y sus labios impactan en mis mejillas.

— Quiero besarte. — Susurra con los ojos cerrados, aún tiene su rostro muy cerca del mío y esto hace que mi cuerpo experimente escalofríos, estoy con el corazón a todo galope. — Por favor, déjame hacerlo.

Sonrío mientras niego, estamos con nuestros rostros unidos por nuestras frentes.

— No me besará usted hoy, señor Sandoval. — Suelto no muy convencida, pues quiero aclarar mis ideas y él no ayuda mucho.

— ¿Porqué no? — Pregunta frustrado mientras se separa de mí un poco, siento como aprieta mis caderas delicadamente, señal de que quiere mucho más y la verdad que yo también, me limito a negar con la cabeza, siento como resopla. — Esta bien, señorita Andersson, como usted diga.

Me separo de él con dificultad, ¡Qué maldita tortura! y me dirijo a buscar mi bolso para entrar lo que necesito, todo bajo su atenta mirada, no sé porqué siento que me mira mucho más allá. Saco mi celular para llamar un taxi.

— ¿Qué haces? — Pregunta caminando en mi dirección.

— Llamo a la central de taxi. — Respondo con el equipo pegado a mi oreja, él llega y me lo quita con delicadeza, tumbando la llamada y devolviendo el celular.  — ¿Qué..?

— Yo te llevo al trabajo. — Interrumpe lo que sea que iba a decir mientras acomoda sus nudillos e intento replicar. — Eso no está en discusión.

Ruedo mis ojos.

— Esos ojos señorita... — Suelta y sonrío por lo bajo, me encanta como habla.

— Son míos y son muy lindos. — Suelto egocentricamente haciéndolo sonreír.

— En eso tienes razón, niñita. — Habla mirando directo a mis ojos y trago saliva ante la profundidad de su mirada, esa que me desarma. — No sólo son tu ojos, toda tu me tienes cautivado.

Mi corazón late tan fuerte ante sus palabras, el efecto enamoramiento está en su apogeo y lo único que quiero es saltar sobre el y besarlo sin desenfreno.

— Gracias, — respondo desviando la mirada y escucho como rie.

— ¿Nos vamos? — lo escucho decir y lo miro, su rostro no refleja ningún tipo de expresión.

Doy un asentimiento de cabeza y él me devuelve el gesto. Ambos caminamos fuera de la habitación,  y antes de salir por completo del departamento toma mi mano y la entrelaza con la suya, ese solo gesto hace que mi cuerpo se sienta electrificado haciendo que un nudo se instale en mi estómago, nosotros actuamos como una pareja normal y la escena de mi habitación parecía de dos personas casadas, pero ¿Qué es lo que soy para él? ¿Una relación superficial?  ¿Y si salgo lastimada, si me vuelven a herir? ¿Y si lo lastimo a él?

Es tan grande mi enredo.

Cuando llegamos a su Bugatti de color negro, abre la puerta para mi y él se limita a rodear el auto para adentrarse y tomar su lugar detrás del volante, transcurridos unos segundos, enciende el auto y vamos en silencio hacia True Style, lo miro mientras conduce y no puedo evitar sentir tantas emociones en mi interior, lo quiero tanto que asusta.

Después de unos minutos en silencio, llegamos a la empresa, quito el cinturón de seguridad bajo su atenta mirada.

— Muchas gracias por traerme. — Hablo mientras acomodo mi bolso para salir del auto, hago el ademán para abrir la puerta

— ¿No te vas a despedir? — Giro mi rostro para mirarlo y su rostro esta serio y sus ojos me miran con atención, me esta analizando, el ya se había acomodado de una manera que me mira de frente, tiene su brazo izquierdo apoyado en el volante.

Trago saliva, es lo que más hago últimamente.

— ¿Eh? – Pregunto confundida, me mira con un gesto sin ningún tipo de expresión y cuando por fin  entiendo a lo que se refiere, mi pecho da dos vuelcos increíbles, pues me muero por besarlo. — Ah, si claro.

Me inclino para dar un rápido beso en sus mejillas y cuando me separo, en un rápido movimiento me atrae hacia él y estampa sus labios contra los míos profundizando el beso atrayendome por la nuca, trato de resistirme al beso, pero no puedo, esto es demasiado para mi, su beso es demandante y necesitado, nuestras lenguas se encuentran en un festín danzando entre sí. Mi corazón corre muy deprisa, mis piernas comienzan a temblar y mis dedos a sentirse fríos, son los efectos que solo Marcelo Sandoval causa en mí. Llevo mis manos a manos lados de su cara consciente de que debo separarme, la duda en mi interior sigue latente, él da un casto beso en mis labios, otro en mi nariz y vuelve a repetir lo mismo en mis labios, esto derrite mi corazón.

— Nos vemos, mi cielo. — Habla y  un nudo se forma en mi garganta, solo le doy un asentimiento de cabeza sintiéndome incapaz de responder mediante palabras, al ver que no digo nada frunce su ceño y continúa. — ¿Estas bien?

Vuelvo a dar un asentimiento de cabeza y tomo rápidamente mi bolso para salir del auto, abro la puerta y salgo disparada de ahí.

— Keily, espera... — Lo escucho decir, pero no me detengo.

No quiero que vea el desastre de emociones que me acompaña en estos momentos, estoy enamorada, amo a Marcelo, pero al mismo tiempo estoy aterrada de lastimarlo o de salir lastimada, de que a la larga él no me corresponda y terminar rota.

Sé que muchos me tacharan de insegura, de cobarde, pero es algo que yo no puedo controlar. La llamada de Vanessa fue por asuntos laborales hasta donde pude entender, pero hizo eso que las dudas en mi crecieran y por eso es que hoy estoy en unas de mis tempestades llamada, Marcelo Sandoval.

Entro a mi espacio de trabajo y es ahí donde comienza mi dia entre organizar todo lo concerniente al nuevo proyecto.


— Eso fue todo lo que paso. — Termino de contar a Elena y ella está con una sonrisa y se la devuelvo. — Estoy echa un lío de emociones.

— Puedo percibir que por primera vez estas celosa, Keily. — Habla Elena con un atisbo de sonrisa. — La rubia oxigenada anda detrás de ese Bombón andante y lo sabes, por eso son tus dudas de que él pueda comportarse con ella de la misma forma que lo hace contigo.

— Se vieron hoy, Eli. — Hablo indignada. — Por lo que pude escuchar fue por asuntos de trabajo, pero aún así me siento como si quisiera arrancar la cabeza de alguien.

Sonríe ampliamente.

— Lo que pasa es que tienes tanto miedo que eso no te permite ver con claridad las cosas. — Habla ella con seguridad. — Sentir miedo esta bien, pero esto no tiene porque hacerte creer que esta mal luchar por él y en cuanto a la rubia artificial esa, no creo que Marcelo esté interesado, puesto que en tanto tiempo ya hubiera logrado tener algo con él y por lo que sé aún sigue soltero.

— ¿Y si no me corresponde? — Pregunto con un hoyo en el estómago ignorando lo que dijo de la rubia simpática.

— Lo conquistas, eres Keily Andersson, una mamasita que puede lograrlo. — Responde ella con una sonrisa, — aunque creo que eso no es necesario, ya lo tienes comiendo de tu mano.

Eso me hace sonreír.

— Yo también puedo ver que él siente algo por mi, lo puedo sentir. — Respondo sinceramente hacia ella mirando sus ojos azules. — Pero también sé que el ojos de Cielo, tiene sus propias luchas, me lo dice su forma de ser.

Elena no borra su sonrisa de satisfacción.

— Me atrevo a decir que por primera vez estas viviendo Keily Andersson. — Expresa ella como si hubiese hecho un gran descubrimiento. — Asi que lucha por ese hombre y que sea lo que Dios quiera.

— No sé Elena...

— No tengas miedo a iniciar una nueva historia, Keily — dice ella seriamente hacia mí con una sonrisa genuina. — Esta historia podría gustarte más.

Sonrío ampliamente, ella si sabe como hacerme sentir bien.

— ¿Vas a rendirte Keily Elizabeth? — Vuelve a hablar.

—¿Y si no sale cómo esperamos? — Pregunto en un susurro y mi manos congeladas de los nervios.

— Pues tendrás la oportunidad de saber que hiciste lo correcto, luchaste y no quedó de ti, sin embargo, nunca lo sabrás si no lo intentas, además, si no te corresponde, cosa que veo imposible, tendremos la excusa perfecta de pegarnos una buena borrachera y lloraremos a mares por el despecho viendo películas románticas en Netflix y gritando a la pantalla ¿Porqué a mi no me dan un hombre así?

Sonrío abiertamente.

— Por eso te amo Elena — Respondo totalmente aliviada, tranquila, hablar con ella me hizo mucho bien, ahora puedo ver las cosas más claras. — Muchas gracias, Eli, no se que haría sin ti.

— Sin mi no eres nada. — Suelta la pelirroja con egocentrismo y una sonrisa en el rostro. — Sabes que te quiero  y haría cualquier cosa por ti. — Sonrío en su dirección. — ¿Quieres seguir hablando de esto? — Pregunta y niego con la cabeza, ya es suficiente por el día de hoy. — Entonces, vamos que nos esperan.

Frunzo mi ceño sin entender mientras la veo levantarse de su lugar.

— ¿A dónde vamos? – Indago y ella sonríe.

— El equipo de diseñadores que elegiste nos está esperando para celebrar el inicio del nuevo proyecto. — Dice al tiempo que rebusca en su bolso, saca su monedero para pagar la cuenta.

— Elena... — Reprendo.

— Nos vamos a celebrar, Keily, hoy brindaremos por este gran logro.

— ¿Cuándo quedaste con ellos? — Cuestiono refiriéndome a los chicos.

— Esta tarde cuando estabas reunida con Alicia. — Ruedo los ojos, ella hace planes sin consultarme y ella sonríe. — Así que levanta tu trasero que nos vamos a mover el esqueleto que bastante falta nos hace.

Y eso hago, me pongo de pie con una sonrisa, ahora me siento más tranquila y por hoy no pensaré más en el asunto, pero de lo que estoy segura es que mañana será un nuevo día y con nuevas ideas.

Salimos de la fonda de doña Margarita, no sin antes despedirmos de ella, nos hizo prometer que volveríamos pronto.

Al cabo de un tiempo prudente, veinte minutos más o menos, estamos en el lugar, había venido en varias ocasiones, "El Mercado 60".

Definitivamente, Elena tomó la opción perfecta, una sonrisa se pinta en mis labios, aquí hemos venido y dejado el corazón en la pista. El lugar se encuentra ocupando el espacio de lo que fue una céntrica casona, Mercado 60 está ubicado en el pleno corazón de la ciudad, siendo punto de reunión de la vida nocturna tanto de turistas como de residentes yucatecos.

Aquí hay diversas opciones y más variadas en cuanto a comida,  bebida, y, sin importar qué día decidas ir, serás testigo de una gran fiesta musical donde nunca faltarán las ganas de bailar y de cantar ¡sin importar el día de la semana!

Caminamos hacia una de la mesas que se encuentran en el lado derecho, ahí podemos visualizar a  nuestros compañeros riendo y brindando.

— Hola a todos. — Saludo con una sonrisa y ellos giran con contentos de vernos. — Veo que se están divirtiendo.

— ¡Kei, Elena! — Sueltan al unísono mientras se ponen de pie para saludarnos y ponen un vaso de bebida en nuestras manos.

— Que bueno que llegaron. — Expresa Paola con una sonrisa. — Pensábamos que ya no vendrían.

— Por supuesto que si, — Interviene Moisés mirando en mi dirección y luego a Elena quien le guiña un ojo. — Nos estábamos preguntando si nuestra jefe tendría el placer de acompañarnos.

— No seas bobo. — Suelto con una sonrisa. — Vamos a celebrar por esos logros que se nos han presentado.

— ¡Así se habla! — Hablan Maria y Ricardo al mismo tiempo mientras chocan los vasos de sus bebidas para brindar.

— Brindo por cada uno de sus logros, chicos. — Habla Lisbeth, quien nos acompaña en esta noche, aunque ella no labore en el departamento de diseños, es un miembro de nuestro equipo y me ha apoyado tanto en este proceso. — Que este sea un gran comienzo para cada uno de ustedes.

— ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud! — Decimos todos tocando nuestros vasos.

Elena y yo tomamos un lugar en la mesa rectangular, iniciamos una platica amena con nuestro amigos y compañeros de trabajo, tomando moderadamente. En este lugar se puede escuchar música variada y hay un apartado para bailar y eso hacemos, nos ponemos de pie y vamos a la pequeña pista de baile.

Así pasamos unas horas agradables con ellos, tanto Moisés y Ricardo se encargaron de sacarnos a bailar a todas y después lo hacíamos entre nosotras mismas. Elena graba con su celular a cada segundo para luego subir videos a su historia de Instagram y WhatsApp.

Esta siendo una buena noche...

Lo que nunca  contemplaba Keily es que estaba siendo observada desde las sombras, alguien que la conocía y volvió a llamar su atención, mientras saboreaba una copa de vino esa persona sintió un gran deseo de acercarse, pero no lo hizo. ¿Serán buenas sus intenciones?



◇♡◇

Capítulo nuevo.

Espero que les guste.

¿Qué les pareció la actitud de Keily en esta ocasión?

Nos leemos pronto, mis chicas valientes.

¡Las amo con locura y un poco más! ❤

Mercado 60 en Mérida, Yucatán.

Refresquen su mente, chicas.

Marcelo Sandoval 🥵

¿Quién fuera esa rodaja de sandía, eh?

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