Capítulo 49 "Entrada del nuevo dueño a True Style"

Hola, hola, mis súper guerreras...

En esta ocasión, este capítulo está dedicado a mi querida inlui25 quien se ha leído la historia en dos días, alegando que le ha encantado. Muchas gracias por todo tu apoyo.

— Francy, te mando un abrazo desde México. — Habla Keily con ternura. — Gracias por amarme tanto, eres bien correspondida.

Ahora si, vamos a leer...



La alarma de mi despertador suena, suena y suena, me remuevo debajo de mis cobijas, no quiero levantarme. Estiro mi brazo y tomo el bendito despertador y lo llevo debajo de mis cobijas, lo apago y felizmente vuelvo a encaminarme al palacio de los sueños, cuando ya estoy casi dormida, vuelve a sonar el segundo despertador, resoplo y chillo en frustración. Quito las sábanas de un tirón, estoy muy cansada, quiero dormir, el día de ayer fue muy pesado.

Pesado ¿eh? ¡ay Keilisita!, si te dijeran que vas a vivir lo mismo el dia de hoy ya te hubieras bañado e ido, pero como eres una floja y no tienes tan cuantiosa oferta, aquí estas quejándote...

Ruedo los ojos a mi consciencia, es tan necia.

Entro al baño y hago mis necesidades, cepillo mis dientes y entro a la regadera. Estoy muy emocionada, puesto que hoy entro a la empresa como diseñadora, no como asistente y, aunque no me quejo de mi puesto anterior, me siento sumamente feliz de ejercer la carrera por la que tanto luché.

Me baño lentamente pasando el jabón por todo mi cuerpo y se me eriza la piel de tan solo pensar en lo que pasó el día de ayer, me entregué a Marcelo una vez más y eso se sintió a otro nivel, entregarme él fue maravilloso, fue un momento que nuestros cuerpos ansiaban, porque los dos estábamos al borde de perder el raciocinio, sentir cada caricia que me propinaban sus hábiles manos y las sensaciones exquisitas que me hicieron sentir cada uno sus besos me llevan a cada instante a querer más de él, quiero muchísimo más de él.

Trago saliva, nosotros nos hemos dejado llevar por la fuerte atracción que existe entre ambos y nos dejamos arrastrar por la pasión que sentimos.

Ver como se contraía cada músculo de su cuerpo con cada embestida, sus gruñidos de satisfacción y las sensaciones descontroladas de mi cuerpo me están volviendo loca y adicta a él. No quiero pensar en lo que podría perder, en lo que podría sufrir, no quiero pensar en nada más, lo único que quiero es estar con él hasta donde me lo permita, porque sé perfectamente que, aunque se lo niegue a Raymundo y todo su mundo, estoy más clara que el agua con mis sentimientos, se todo lo que siento por Marcelo Sandoval y es un sentimiento que me hace feliz, bailar, gritar de alegría, pero que también me angustia, me asusta, sin embargo, todo eso me hace sentir viva.

¡Esa es mi Keilisita..!

Pensar en todo lo que hicimos ayer calientan mis mejillas y un cosquilleo comienza a emerger por todo mi cuerpo, de solo pensar en ese hombre, mi cuerpo empieza a reclamar su tacto, su cercanía. Al sentirme tan caliente, abro el grifo de agua fría para que moje mi cuerpo y así calmar las ansias que se han levantado gracias al hilo de mis pensamientos.

Al cabo de unos minutos, salgo del baño, paso la toalla por mi cuerpo eliminando los rastros de agua, me dirijo al ropero para elegir mi atuendo de hoy, estoy muy emocionada, voy a comenzar una nueva etapa de mi vida en el mundo laboral. Decido usar un vestido ajustado liso con escote barco de corte recto son mangas a ¾ de la rodilla de color Salmón, el mismo tiene una abertura no pronunciada la parte de atrás, con unas zapatillas de plataformas color crema en combinación con el bolso de mano y los accesorios.

Cuando ya estoy vestida y con un poco de maquillaje en mi cara, procedo a soltar mi pelo que lo llevaba amarrado en un gran moño, este cae de forma natural en mi espalda con sus ondulaciones de siempre.

Ya lista frente al espejo, tomo una respiración profunda y repito mi mantra de todos los días.

"Todo va a estar bien"

"Lo vas a hacer muy bien hoy"

Después de repetir estas palabras una y otra vez en el espejo, me marcho con destino a True Style y es al cabo de unos minutos es que el taxi se detiene en frente del gran edificio. Salgo de este no sin antes pagar su servicios, estoy nerviosa, no lo voy a negar, es algo nuevo para mi y aunque confío en mis habilidades, no puedo evitar sentir esta situación de incertidumbre.

— Buenos días, Don Pedro. — Saludo al señor encargado de la vigilancia de True Style, es el primero que llega y el último que se va, es un señor muy adorable,  tiene alrededor de unos sesenta años. — ¿Cómo se siente el día de hoy?

Me sonríe como siempre lo hace, con mucha ternura.

— Señorita Andersson, estoy bien, gracias. — Responde con una linda sonrisa y mirando en mi dirección. — Está usted muy linda como siempre, esta de más preguntarle por su bienestar.

Sonrío en agradecimiento.

— Nunca dejará de ser tan coqueto, Don Pedro — suelto bromeando en su dirección poniendo los brazos en forma de jarra, siempre es lo mismo cada vez que nos vemos. — Hablaré con doña Gloria para que lo ponga de órbita.

El sonríe ampliamente, siempre bromeamos de esa manera, conozco a su esposa, suele vender unas tortas deliciosas de vez en cuando aquí en la empresa, es una buena mujer, al igual que don Pedro, un excelente hombre, ambos tienen tres hijos un poco mayor yo.

— Ella no podrá decir nada sobre eso, — habla con una sonrisa tierna, — puesto que admiro su belleza cada vez que despertamos juntos cada día durante más de treinta años.

— ¡Ah, Dios, don Pedro! — Chillo emocionada, es tan hermoso. — Me hace sonrojar.

— Eres un encanto, niña. — Habla respetuosamente.  — Dios te bendiga.

— Muchos gracias, Don Pedro. — Hablo con sinceridad mirando sus ojos. — Dios le bendiga a usted y su familia.

Hablamos un par de palabras más  y continúo mi camino hacia el interior de las instalaciones de True Style. Cuando llego al piso correspondiente, me dirijo a la oficina de Alicia quien me recibe con una sonrisa, me da algunos consejos y me dice que debo pasar por el departamento de recursos humanos, eso hago.

— Buenos días, Liz. — Hablo a la castaña de ojos rayados quien me saluda con una sonrisa. — ¿Cómo estás, amiga?

— ¡Kei! – Chilla ella con alegría en mi dirección mientras rodea su escritorio para darme un abrazo. — Gracias a Dios, estoy bien.

Sonrio.

— Me da mucho gusto por ti. —  expreso  mientras nos separamos y ella sonríe amablemente, ella es tan buena chica. — Vengo a resolver lo del trámite de mi nuevo puesto.

— No sabes lo feliz que me hace todo esto, — habla ella felizmente, es muy sincera con sus emociones. — Nosotras que nos hemos preparado tanto para algún día ejercer nuestra profesión y a ti te ha llegado el turno.

Sonrio hacia ella.

— A ti también te llegará la hora de ejercer de lleno, no en balde te preparaste para estar en el área de Gestión de Recursos Humanos, — Hablo con firmeza hacia ella y colocando una de mis manos en su hombro. — Lamento mucho que esta institución, al igual que otras, no valoren las personas que están bien preparadas para ejercer una mejor función, mírame a mi, de no ser por la señora Mercedes y Alicia estaría con mi cargo de asistente, amo ese puesto, hasta siento que lo extrañaré, pero amo más diseñar y bueno, solo tomé la oportunidad.

— Hiciste bien, amiga. — Chilla ella con emoción. — Tenemos que celebrar y por favor no digas que no.

Sonrio.

— Lo haremos este fin de semana. — Ella me da una sonrisa de satisfacción. — Lo hablaremos en el transcurso de los días.

— Perfecto. —  Confirma ella.

— ¿El señor Carter se encuentra? — Ella asiente.

— Tiene un genio de los mil demonios.

— Uf, no me agrada eso. — Hablo con una mueca. — No quiero que se descargue conmigo, de por si, no quiere saber de mi.

— No te preocupes, todo va estar bien. — Habla ella con una sonrisa. — Ya desquitó conmigo todo lo que tenía, aunque aún está muy enojado.

— No me digas eso,  — hablo hacia ella preocupada, ella baja la mirada y de le cristalizan sus ojitos y no me gusta verla así. — Debemos quejarnos de los malos tratos de algunos jefes de aquí, Lisbeth, no podemos callar.

Ella me mira y niega.

— Tu mejor que nadie sabes que eso no sirve de nada, — habla mientras sorbe su nariz, un par de lágrimas se han escapado de sus ojos. — Tú lo hiciste por varias ocasiones y nada se hizo, María también y mejor salió de la empresa de mala manera, yo me quejé y me redujeron el sueldo a la mitad en ese mes, — habla ella con indignación e impotencia y la verdad así me siento, impotente ante tantas injusticias. — No quiero perder mi trabajo, Kei, es la única manera que tengo de escapar de mi desgracia.

La miro interrogante y con el ceño fruncido ante lo que ha dicho, algo pasa con mi amiga.

— Liz, — llamo su atención, ella evita mi mirada y eso me preocupa, ella es de las personas que siempre se ven entera, sin embargo, hoy no se ve así, quiero ayudarla, porque sin duda alguna Lisbeth Azocar Zolos, es una de las personas más admirables e importantes para mi, es por eso que comienzo a hablar con voz suave tocando su hombro en señal de apoyo. — No sé que pasa contigo, pero quiero que sepas que no estás sola, estoy aquí para apoyarte de la manera en que quieras.

Ella me mira y me parte el alma verla así, sus ojos están cristalizados y algunas lágrimas se escapan de ellos.

— Gracias, kei. — Toma mi mano y le da un apretón, ella se rompe a llorar y mis ojos se cristalizan también. — Necesito hablarlo con alguien, no puedo más con todo esto.

Sollozos salen de ella y sé que se aguanta para no romperse aún más, la abrazo, no le digo nada porque simplemente este no es el lugar, le proporciono lo que ella necesita y eso es apoyo.

— Necesito una amiga, Kei. — Habla con voz entrecortada aún estamos abrazadas.

— Me tienes a mi. — Hablo firmemente hacia ella, con cariño, aún estamos abrazadas. — Siempre estaré para ti, Lisbeth, no importa en que lugar del mundo me encuentre, siempre estaré para ti.

Ella afianza más su abrazo y sonrio.

— Muchas gracias, Keily. — Habla ella al tiempo que se separa con una pequeña sonrisa. — Tenemos que buscar el espacio para hablar.

— Sabes que entre nosotras no hay que agradecer nada, esa palabra queda descartada. — Ella sonríe ampliamente mientras retira los rastros de lágrimas de sus ojos. — ¿Quieres que hagamos pijamada en mi casa está noche?

Ella sonríe.

— Me encantaría, pero tengo que cuidar de mi hermana pequeña durante tres días. — Asiento sin remedio. — Mi padre saldrá, pero ¿Que te parece el viernes?

Sonrio.

— De acuerdo, el viernes es perfecto. — Hablo hacia ella con una sonrisa que ella me devuelve una que da tranquilidad. — Nos la pasaremos bien.

— Gracias, amiga. — Frunzo mi ceño.

— ¡Ya basta! No agradezcas tanto. — Reprendo y ella asiente con una sonrisa.

— Ve, entra a la oficina del señor Carter, y que Dios te agarre confesada, amiga.

Ambas reímos y me despido de ella, no sin antes decirle lo mucho que vale y lo fuerte que es.

Entro a la oficina y encuentro al señor Carter delante de su escritorio, organizando y firmando algunos papeles, su rostro pétreo refleja que hoy no es su día.

— Buenos días, señor Carter. — Hago uso de mis modales mientras me acerco  quedando  de pie.

— Vamos al grano,  señorita Andersson, — habla con desdén y yo casi, casi giro mis ojos. —Tome asiento.

Eso hago, él en ningún momento dirije su mirada hacia mi y me explica todo lo concerniente al puesto que ocuparé el día de hoy.

— No es algo personal, señorita Andersson, pero no me agrada la idea de que lo de su nuevo puesto haya ocurrido de esa manera, sin que estemos de acuerdo algunos superiores. — Mi rostro no muestra ningún tipo de expresión y me cruzo de brazos. — Es por eso que no firmará nada, ni yo tampoco hasta que este delante de mis superiores.

Suelto un suspiro cansado, no quiero hablarle pasado de tono a este señor, como quiera que sea él es mucho mayor que yo, me enseñaron a respetar a mis mayores.

— Entonces, ¿Qué hago aquí? — Cuestiono con voz relajada y sin ningún tipo de expresión.

— Solo tendremos una reunión que está programada para las once de la mañana con los nuevos dueños que ya están en la empresa en su respectivas oficinas en el último nivel. — Habla con suficiencia y una sonrisa y trato de mantener mis emociones a raya, no entiendo que es lo que le sucede a este señor conmigo, nunca le he hecho nada.— La señora Ortiz ha violentado algunas normas y no podemos permitirlo, así que no voy a prolongar más este asunto.

— ¿Es decir, que a su llegada, lo primero que harán los nuevos dueños es resolver diferencias entre puntos de vista de su personal? — Cuestiono con tranquilidad mirándolo fijamente sin ningún tipo de expresión, él me observa desafiante y con una sonrisa estúpida en su rostro. — Estas personas aun no llegan y usted ya le tiene listo el plato del día.

— No voy a permitir que se violen las normas institucionales, aún soy el gerente de recursos humanos y para tomar este tipo de decisiones se debe contar con mi aprobación y no la he dado.

— ¿Qué es lo que le molesta de todo esto, señor Carter? — cuestiono nuevamente con calma.— Esta bien que nunca he sido santo de su devoción, pero estamos tratando asuntos laborales y estamos aqui para dar beneficios a la empresa.

— Se equivoca, señorita Andersson, no me molesta nada en absoluto, solo que usted no está calificada para llevar tal responsabilidad, además, — habla mientras sostiene una carpeta en las manos que no abre, solo la acaricia como si se tratara de un perro y continua. — Usted no ha sido merecedora de tal oportunidad por los acontecimientos que han sucedido en los últimos meses.

Frunzo mi ceño al escucharlo.

— Pero...

— No tiene que decir nada, señorita Andersson, usted entró a trabajar aquí por vía de la señorita Lombardi, yo le hice el favor. — Eso es cierto, este trabajo lo conseguí gracias a Natalia y lo he mantenido gracias a mi esfuerzo. — Así que si yo corroboré con eso también puedo hacerlo para que se vaya.

¡Pero qué demonios!

— ¿Qué le sucede a usted conmigo? — cuestiono molesta y cansada de esta situación y el sonríe satisfecho al ver que me ha sacado de mi zona de confort. — Nunca le he hecho nada para que se ensañe conmigo de esa manera y estoy segura que...

— Haga silencio, señorita — Me interrumpe con desdén. — No se hunda más, ya esto está por acabar.

Me pongo de pie.

— Si, eso espero, señor Carter. — Determino molesta, — aquí lo único que hago es perder mi tiempo.

Doy la media vuelva para retirarme y cuando estoy a punto de salir lo escucho hablar:

— No puede retirarse de la empresa hasta que se sostenga la reunión con los nuevos inversionistas, no puede irse.

— No pensaba hacerlo. — Hablo neutral. — Si me voy a ir de una vez por todas de este lugar, no será huyendo de los nuevos dueños, señor Carter.

El sonríe victorioso y giro para marcharme y me detengo nuevamente al escucharlo:

— Otra cosa más, — mantengo mi cara hacia la salida, no giro en su dirección. — No vaya de chismosa a contarle esto a la señora Ortiz,  que eso no valdrá de nada.

No le respondo y salgo de ahí sin saber a dónde dirigirme, pues no quiero ir donde Alicia, ya estoy cansada, no les voy a negar que me siento muy mal, este día debería ser el que me contemplé en la mañana, sin embargo, el señor Carter ha hecho de su comienzo una mísera mierda. No veo a Lisbeth en su puesto, salgo en dirección a mi lugar de trabajo, es decir, a mi escritorio, en donde he trabajado los últimos dos años de mi vida, trato de no dar mente a toda esta situación, tomo mi lugar y comienzo a recoger algunas cosas y ha organizar ciertos asuntos que tenía pendiente, pues como no me dieron tiempo ni siquiera para entrenar a alguien para el puesto vacante alegando que hay más personas para eso y que el trabajo que tengo ahora necesita todo de mi sfuerzo y concentración por que es un proyecto de los más grandes que ha tenido True Style.

Agradezco infinitamente, que todo este tranquilo, Natalia no se ha aparecido, la señora Alicia no ha salido de la oficina y yo estoy esperando la hora para la dichosa reunión, falta poco para las once, en este tiempo de me dedicado a observar las fotografías que Mercedes me había enviado de la casa a la que trabajaremos primero y la verdad que me hizo tragar saliva, es súper grande y espaciosa, es un gran proyecto, una gran oportunidad.

Leyla, me da aviso de que el señor Carter me está esperando en la sala número dos de donde se pueden realizar las juntas y trago saliva y un frío nudo se apodera  de mi estómago, siento mis manos como hielo y los dedos encogidos, estoy nerviosa, lo estoy, si, pero eso solo es en mis adentros, por fuera voy caminando y demostrando tanta seguridad que parezco toda una reina.

Lo eres, Keilisita...

Cuando llego a la sala de juntas me dan autorización para pasar y eso hago, en la sala solo se encuentra el señor Carson y como de costumbre Lisbeth detrás de él para llevar la agenda en su iPad.

— Siéntese, señorita, no deben de tardar. — Habla el señor Carter con suficiencia.

— Gracias. — Me limito a responder mientras tomo asiento del lado contrario del hombre aquí.

Ya han pasado unos minutos y aquí en esta sala se percibe un silencio desesperado, de esos en lo que quieres que alguien agradable llene para quitar la tensión. Miro el reloj de pared y ya es un poco más de las once, la persona que fueron citadas no deben de tardar.

— Buenos días — Una voz que reconozco perfectamente se escucha al tiempo que se abren las puertas de la sala haciendo que el hoyo en mi estómago se haga mas apretado. — Disculpen el retraso.

Pero...

— Buenos días, señor Serrano, — Se levanta el señor Carter y estrecha su mano con él, yo lo sigo con la mirada mientras camina a la cabecera de la gran mesa de esta sala.

¿Qué demonios?

¿Porqué está él aquí y no los dueños?

¿Te vas a hacer la sopenca, Keilisita? Es obvio que es él es el inversionista que tanto esperaban en True Style.

Lo miro y sus ojos verdes se cruzan con los míos y me mira con un toque de diversión, cosa que disimula muy bien.

— Buenos días, señorita Andersson — Habla Cristian en mi dirección y casi sonrio al verlo en ese papel de hombre serio que le queda tan bien. — Soy uno de los nuevos accionistas de esta empresa y vengo porque fui citado para tratar un asunto con carácter de urgencia, según lo que me informó usted, señor Carter.

El señor Carson, da un pequeño asentamiento hacia Cristian.

Sonrio en mis adentros, nunca imaginé encontrar a Cristian aquí y mucho menos que sea uno de los dueños de la empresa. Al verlo no puedo dejar de pensar en el hombre que hace menos de veinticuatro horas me hizo el amor, no he hablado con él, no me ha enviado ni un mensaje, solo espero que todo este bien.

— Bienvenido, señor Serrano. — Le hablo lo más profesional posible, el señor Carter y Lisbeth esta haciéndose miles de preguntas ahora mismo. — Un gusto volver a verle.

Sonríe.

— El gusto es mío y de alguien más — masculla mientras carraspea su garganta y sonríe en mi dirección, entrecierro los ojos sospechosa. — Para mi es un placer verla, señorita Andersson.

Estoy segura de que el señor Carson y Lisbeth se hacen la pregunta del millón ¿Se conocen estos dos?

Saber que el castaño de ojos verdes es el accionista de la empresa me hace tragar saliva, al parecer todo este tiempo estuvieron detrás de True Style, es decir, poco después que nos conociéramos. Aunque para ser honesta, me da gusto de que sea él porque sé que tratará con respecto y equidad a sus subordinados.

— Señor Carter — llama Cristián la atención de todos en la sala. — Puede usted explicar el motivo de esta reunión.

No sé si es por el aire acondicionado de la oficina, pero tengo frío, mis músculos están tensos y estoy muy nerviosa, el hecho de que conozca a mi nuevo jefe no significa que la cosas vayan a mejorar para mi, puesto que nada tiene que ver la amistad con las relaciones laborales, siempre he considerado que se deben tratar por separado.

— Señor Serrano, le pido disculpas, porque este es su primer día en la empresa, — habla el señor Carter con profesionalidad sosteniendo la mirada de un Cristian que no muestra ningún tipo de expresión, es tan extraño verlo así. — Pero la situación imperante, me obligó a solicitarle.

— En primer lugar, señor Carter. — Habla Cristian con suficiencia y una profesionalidad admirable. —He venido antes a la empresa,  solo que usted no se ha enterado, no es mi primer día y en segundo lugar,  me siento sumamente intrigado por esa situación, — la mirada de Cristián choca con la mía por unos instantes y trago saliva, vuelve a mirar al gerente y continúa, — debe ser muy urgente  esta situación amenazadora de la que me habló, mínimo la empresa esta en problemas.

El señor Carter, se tensa en su lugar  y me mira, puedo percibir que, aunque el momento es de pura tensión,  se siente victorioso, veo como disimuladamente, Lisbeth escribe algo en su celular, muestras miradas se cruzan y me sonríe cómplice.

Esa Lisbeth es un caso serio, algo trama, no tengo pruebas, pero tampoco dudas...

— Puede que no esté muy lejos de eso, señor Serrano, la empresa podría estar en serios problemas, ya que se ha violentado una de sus normas.

Este hombre me tiene hasta el copete con las benditas normas institucionales...

Cristian se acomoda en su lugar y mira al hombre, lo analiza mientras lleva una de sus manos a su mandíbula, esta pensativo.

— De ser así, señor gerente, hizo usted bien en llamarme. — Habla el castaño y mis dedos se tornan aún más fríos y el hueco en mi estómago se hace más grande. — Juzgando la presencia de la señorita Andersson en la sala, me da a entender que ella tiene algo que ver en todo esto.

Trago saliva.

— Esta usted en lo correcto, señor Serrano. — Responde Carter con altivez. — Hasta la semana pasada, la señorita Andersson, se desempeñaba como una de las asistentes del departamento de diseños o como aquí le llamamos, el corazón de la empresa. — Cristian lo mira sin ningún tipo de expresión, esta a la espera de que continúe y eso hace el señor gerente, — Solo que hoy, la señorita, debe presentarse a la oficina de diseños como parte del equipo de diseñadores y no como su asistente.

— Comprendo, señor Carter, — expresa Cristian tratando de identificar el problema en todo lo que ha dicho el hombre. — Pero aún no logro ver cuál es el problema aquí.

— El problema es que la señorita fue impuesta en el puesto por la señora Ortiz quien ha pasado por alto las normas institucionales.

Y como si la estuvieran llamando, las puertas dobles de la sala de junta se abre dejando pasar a Alicia.

— Escuché mi nombre. — Suelta ella como si hubiera corrido un maratón para llegar hasta aquí. — Buenos días para todos.

Todos respondemos su saludo, Cristian y el señor Carter se ponen de pie en señal de cortesía hacia la dama que acaba de entrar.

— Alicia. — Saluda Cristian.

— Cristian. — Responde ella mientras toma asiento a mi lado. — ¿Qué es lo que sucede aquí?

Ay Lisbeth Azocar, estoy segura que esta fue tu idea, le avisaste a Alicia de la reunión,  aunque esta no fue invitada...

No me sorprende nada, Liz, es todo lo que esta bien.

— El señor gerente, nos está poniendo en conocimiento una problemática que hay con la señorita Andersson. — Explica el castaño con calma mirando a la señora y ella asiente.

— Bueno, puede usted proseguir, señor gerente. — Habla Alicia mirando al hombre con suficiencia. — ¿Qué problemas tiene la señorita Andersson?

El señor Carter la mira y un duelo de miradas se lleva a cabo entre esos dos, por mi parte, sigo con los nervios de punta.

El ambiente se torna tenso.

— Como le decía, señor Serrano, la señora Alicia ha pasado por alto las normas de contratación de personal, sé perfectamente que fue enviada en su representación, pero eso no le da derechos a pasar por encima de los lineamientos de Recursos humanos y mi punto de vista de todo esto.

— Tiene usted razón, — escuchamos a Cristian hablar. — Expliquen que es lo que pasa.

— La señorita Andersson, tiene un poco más de dos años trabajando para nosotros. — Explica Carter con seguridad. — Y en las últimas semanas a adoptado un comportamiento inapropiado violentando las normas institucionales.

— Eso es grave — Suelta Cristian, me mira sin ningún tipo de expresión y luego a la señora Alicia con el mismo semblante. — Continúe, señor gerente.

El señor Carter sonrie victorioso, todo le está saliendo bien.

— La señora Ortiz, decidió dar el puesto a la señorita Andersson, simplemente porque un cliente así lo pidió, no tomó en consideración a sus superiores.  A parte de esto, la persona elegida, tiene fichas de comportamiento inapropiado en el departamento de recursos humanos y las cosas no proc...

— La señorita Andersson, está en el departamento que le corresponde porque se lo merece. — Interrumpe Alicia con voz dura y mirando a Carter de forma retadora. — Vi sus aptitudes desde el primer día que llegué a la institución y lo que me impulsó a llevarla al puesto que merece fue que un cliente muy exigente decidió hacer remodelaciones con nosotros, esas remodelaciones dejarán ganancias millonarias y la única condición que impuso fue que ella debía estar a la cabeza del negocio.

— Entiendo eso perfectamente, — contraataca Carter, nosotros, es decir, Cristian, Lisbeth y yo, somos expectantes de la situación. — Pero la señorita no es una persona que merece tal gratificación, puesto que no ha tenido buen comportamiento, es más su carta de despido ya estaba lista, solo había que esperar algunos cálculos del departamento de contabilidad.

Miro al señor Carter con el ceño fruncido, ¿iba a ser despedida? Una ola preocupante me golpea.

— Ya que usted está muy seguro de todo lo que dice, puede usted mostrarnos la evidencias de la investigación que realizó sobre el comportamiento inadecuado de la empleada. — Le reta Alicia al señor Carter y este se remueve incómodo en su lugar y mira a Cristián. — Yo hice mis propias investigaciones y no encontré nada, señor.

— Pues tengo mis...

— Creo que es un atrevimiento de su parte venir aquí a poner en tela de juicio mis decisiones. — Alicia habla duramente. — La señorita Andersson, no ha hecho nada que ponga en vergüenza la empresa y mucho menos a irrespetado las normas institucionales. — Abre una carpeta que hasta ahora me doy que traia con ella, la pasa a Cristian y este la toma y procede a leer. — Yo hice lo que tenía que hacer para el bienestar de True Style y Keily Andersson es una joya que hará que la empresa  que usted se empeña en proteger, crezca en publicidad positiva y en ganancias.

El señor Carter, está enojado y la señora Ortiz descansa en su asiento, el duelo de miradas aún persiste entre estos dos.

La verdad es que agradezco infinitamente a Dios por la oportunidad de encontrar a personas como Alicia, me ha defendido con uñas y dientes de todo esto. Ahora estoy tranquila porque tengo personas justas a mi alrededor y es algo reconfortante.

— Señor Carter — llama Cristian al hombre y lo mira sin ningún tipo de expresión. — Ya estábamos informados de todo esto, mi socio y yo estuvimos de acuerdo en todo esto cuando la señora Ortiz se dirigió a nosotros y nos presentó todas las evidencias de que la señorita Andersson, esta más que calificada para el puesto.

El señor Carter, mira a Cristian interrogante, pero no emite ninguna palabra, veo como traga saliva.

— Espero que este todo claro, — Habla Alicia más tranquila, pero con sarcasmo. — Este tipo de reuniones sin sentido me dan tortícolis.

— Siendo de esa manera procederemos a tramitar la documentación para que la señorita ocupe de manera formal su nuevo puesto. — Habla y su cara se torna roja, esta enojado, no pudo lograr su cometido y en cosas como estas me pregunto ¿Porqué el señor Carter me tiene tanta lealtad a Natalia?

— ¿No firmaste esta mañana, Keily? — cuestiona Ortiz en mi dirección y solo niego con la cabeza. — Lo harás al salir de aquí, en mi oficina. — asiento y ahora ella se dirige al gerente. — Me envia los documentos a mi oficina con la señorita Azocar, por favor.

En ningún momento me han dado la palabra para expresarme y solo lo haré para agradecer.

— Muchas gracias por la oportunidad que me han dado. — Miro a Alicia y ella me sonríe, lo mismo pasa con Liz. — No voy a defraudarlos, esto es un reto para mi y pondré todo de mi parte para lograr que el cliente quede más que satisfecho.

— Bienvenida, señorita Andersson a su nuevo puesto de trabajo. — habla Cris con una sonrisa mientras se pone de pie y me da la mano, yo también me pongo de pie. — Estamos seguros de que los objetivos se lograrán.

— Gracias — Le brindo una sonrisa y él me guiña un ojo.

Sonrio internamente, por fin podré hacer lo que me gusta sin ninguna persona amenazando con mi puesto.

Todos los que estan en la sala se ponen de pie unos para felicitarme y el otro para disculparse y decir entre dientes un "bienvenida" que no se le cree, el señor Carter, se despide de los presentes y sale de la sala.

— Muchas felicidades, querida. — Habla Alicia con una sonrisa mientras se acerca a mi para darme un breve abrazo. — Sé que lo harás muy bien.

Le sonrío amablemente.

— Admito que estoy asustada — me sincero mientras Cristian llega junto a mi para posarse a mi lado con una sonrisa, miro a Alicia y vuelvo a hablar. — Pero pondré todo, absolutamente todo de mi parte para cumplir con los objetivos.

— No me cabe dudas de que así será. — Indica Alicia.

— Sabemos de que podrá con esto, señorita Andersson. — Habla el señor Serrano (Cristian), quien es mi jefe. — Ahora debo de retirarme.

Hace un ademán de despedida y sale de la sala de juntas. Alicia y yo nos quedamos un poco más, ella me platica sobre la gran responsabilidad que tengo sobre mis hombros y que debo ser muy observadora y fijarme bien en cada detalle de las casas y los diseños.

Me dice que por ser un proyecto tan importante y que solo estará en mi manos y las de mi equipo, me asignarán una oficina que será pequeña, pero lo suficiente acogedora para trabajar cómoda, mi equipo estará en un salón más amplio cerca de la misma, es decir, todo estará en el mismo espacio, pero yo tendré más privacidad para diseñar.

No puedo negar la felicidad que siento al darme cuenta de la gran oportunidad que Dios tenia especialmente para mi, doy gracias por ello, prometo poner todo de mi parte para que todo salga bien y que se digan abriendo las puertas para seguir creciendo profesionalmente.

Me encamino junto con Alicia hacia su oficina para finiquitar algunos asuntos y firmas, la verdad es que los beneficios y los ingresos de mi nuevo puesto de trabajo no están nada mal. Después de trascurridas unas horas, Alicia me guía a mi nuevo lugar de trabajo y no puedo evitar sonreír al ver el espacio, se encuentra dentro del área de diseños donde están todos los diseñadores de la institución, sin embargo, el área donde me van a ubicar, se encuentra apartado de este, dividida por un gran cristal, todos nos podemos observar, en el fondo se encuentra una pequeña oficina que se puede acceder a ella atravesando la sala en donde estarán todos los diseñadores, tanto los que trabajarán en el proyecto conmigo y los que tendrán a cargo las otras responsabilidades de la empresa.

Al acceder a la oficina, una sonrisa se pinta en mis labios, me gusta mucho y es como dijo Alicia, es pequeña, pero acogedora.

— Lo acondicionamos especialmente para ti para que te encuentres cómoda a la hora de diseñar.

— La verdad no era necesario, — suelto observando el lugar con una sonrisa, me gusta mucho. — Pero muchas gracias.

— Por supuesto que es necesario, — habla ella a mi lado mirando hacia el interior de la oficina también. — Tienes en tus manos el proyecto más cuantioso del momento y necesitamos que estés cómoda, cariño.

— No tengo como agradecerle lo que ha hecho por mi. — Hablo mientras giro hacia ella y la miro fijamente. — Muchas, muchas gracias, Alicia.

Ella sonríe tiernamente.

— No agradezca algo que tú misma haz conseguido, Keily. — Habla y la siento sincera. — Vi tus habilidades desde el primer día al encontrar unos bocetos en tu escritorio por casualidad, ahí me di cuenta que desempeñabas la función equivocada en esta empresa.

La miro extraña, ella vio unos bocetos en mi escritorio y seguramente debí dejarlos a la vista sin darme cuenta.

— Fuiste por un café que te había pedido — comienza a explicar con calma y una sonrisa. — Necesitaba unos documentos que tenías en tu archivo y al rebuscar, los bocetos cayeron  y no pude resistir la tentación de ojearlos. Tienes un gran talento, cariño.

Ahora entiendo la razón del porque los vio, siempre he sido muy cuidadosamente con mis diseños, no quiero que se malinterpreten las cosas y más aún que esta empresa es de Diseños Interiores, sin embargo, me siento muy feliz de que alguien me viera y me diera esa oportunidad que tanto buscaba.

— Entiendo — hablo con una sonrisa que ella devuelve. — Muchas gracias por la oportunidad, Alicia.

Ambas seguimos hablando y no puedo ceer que ya a partir de hoy inicio mis labores en esta oficina, bueno, al menos debo instalarme y reunirme con el equipo y al final del día nos reuniremos con el jefe, es decir, con Cristian, pero aquí estará reunido todo el departamento, pues este, al ser el corazón de la empresa necesita conocerlos y poner en conocimiento ciertas cosas, eso fue lo que dijo Alicia.

Estoy sola en la oficina que trabajaré en los próximos meses y me gusta mucho lo acogedora que es en tono blanco y gris, en el centro hay un gran escritorio que contiene sobre el una computadora, un teléfono, y papelografo para diseñar, una lámpara y otros utensilios. Detrás del escritorio se encuentra un librero añadido a la pared y varios apartados para guardar cualquier cosa. La oficina tiene ventanales de cristal, sin embargo, tiene persianas para más privacidad.

Aun no puedo creer que Cristian este aquí  siendo accionista de la empresa, no puedo pensar en él castaño sin que inmediatamente llegue a mi cabeza Marcelo, ese hombre que me tiene loca y sin ideas, mi corazón da un vuelvo con tan solo recordar todo lo que ha pasado entre nosotros, trago saliva al darme cuenta de todo aquello que siento y no me atrevo a decir en voz alta.

No he hablado con él hoy y la verdad tengo ganas de verlo y hablarle, lo extraño y solo espero que todo este bien con su hermana, es decir, a noche después de llegar de Toluca, salió corriendo porque a su hermana le pasó algo, creo que la llevarían al hospital, es lo poco que entendí.

Estoy colocando mis pertenecias en la oficina, pues estoy muy emocionada y el tiempo ha transcurrido volando ya van para las cinco de la tarde y dentro de unos minutos se sostendrá una reunión con todo el personal del área de diseños con Cristian, el nuevo jefe, será extraño verlo por aquí y más aún teniendo algún tipo de amistad con él, es extraño, pero agradable.

Unos minutos después siento unos toques en la puerta y autorizo a quien sea que haya tocado que pude pasar. Llevo mi mirada hacia la puerta y puedo ver que es Paola, una compañera del área de diseños.

— Keily, ¿Ya estas lista? — pregunta ella con una sonrisa que me contagia y la cual devuelvo dando mi asentimiento con la cabeza. — Ya es hora y el nuevo jefe le gusta mucho la puntualidad, fue lo primero que se nos informó.

— Bueno, pues no lo hagamos esperar. — Suelto mientras termino de acomodar una foto de mi madre al lado de una que había colocado de Elena, Raúl y yo. — Eso es, si que él entra en el paquete de la puntualidad.

Paola sonríe ampliamente.

— Solo faltan diez minutos para que inicie y no nos conviene que los nuevos jefes se enojen con nosotros y nos saquen de aquí

— Pensándolo bien, tienes mucha razón, vamos. — Hablo al tiempo que comienzo a caminar hacia la salida en conjunto con Paola.

— Kei, me han dicho que has visto al nuevo jefe — La miro y asiento con un movimiento de cabeza, sonríe y hago lo mismo. — Me dicen que esta guapísimo y que tiene unos hermosos ojos.

— Si, lo vi esta mañana — respondo con tranquilidad mientras caminamos. — En verdad es muy guapo.

No le hago saber que ya lo conocía...

— ¡Ay Dios! — Suelta ella emocionada, — estoy feliz porque refrescaré mi vista.

Ambas reímos, en verdad Cristian es muy guapo y tiene una mirada encantadora que podría enloquecer a todas las féminas de True Style.

— Créeme, Pao, te la refrescarás bien. — Hablo divertida hacia ella y sonríe.

Después de llegar al salón número tres de juntas, procedemos a tomar unos de los lugares más cercanos para sentarnos, este sala de juntas es para las reuniones con una población de 25 personas. En el centro hay una gran mesa con más de 20 sillas a su alrededor y de frente una pantalla digital para hacer presentaciones. En total en el departamento, somos 18 personas sin incluir a las jefas.

Ya todo personal esta reunido y están muy sumido en sus propios mundo.

— Al parecer "los señores puntualidad" nos harán el placer se esperar. — Susurra Paola en mi oido y sonrío en el acto, solo faltan tres minutos para que se cumpla la hora acordada, — Típico de la alta jerarquía.

Solo sonrio ante su comentario, en el lugar se escuchan muchos murmullos, es normal donde hay muchas personas reunidas, todos conversamos y es hasta que el sonido de la puerta nos hace hacer silencio y llevar nuestras miradas hasta donde se encuentra esta.

Las puertas son de cristal, sin embargo, este no nos permite ver con claridad quien está fuera y desde fuera no se ve nada hacia el interior.

Mi vista esta en la puerta, esperando que entre el castaño de ojos verdes y así pasa, Cristian entra al lugar con un porte impecable y sonriendo, pero mi vista viaja a la segunda persona que entra a la sala, no puedo creer que este aquí y no voy a hacerme  la tonta, me imaginé que es uno de los accionistas, pero ¿Porqué? Trago saliva con dificultad y como siempre, mi corazón corre tan veloz que duele en mi pecho, mis manos comienzan a sudar haciendo que por instinto estas de aferren con fuerza en donde sea que las tenga porque ahora mismo solo soy consciente de ese rubio que atraviesa las puertas de la sala con ese gesto aburrido y pétreo que me encanta.

Cielos, Keilisita, mira a tu alrededor, todas están babeando por nuestro cielo...

Si, conciencia, todas estamos babeando...

Si, tú y yo podemos, pero ellas no...

Entra a la sala con un porte elegante y determinado, desprende tanta seguridad de sí mismo que hace que todos los presentes lo observen con admiración y en lo que a mi respecta casi comienzo a babear, ese gesto serio, que tanto me gusta, lo hace ver más imponente de lo que ya es. Viene vestido con un traje formal de color azul marino tan oscuro que parece gris plomo, su corbata del mismo tono del traje con puntos blancos haciendo un perfecto contraste  con la camisa Blanca, lo que llama mi atención, es que los puntos de la corbata son del mismo color del pañuelo que delicadamente lleva en el bolsillo delantero del Blazer, se ve imponente, increíblemente imponente y la seguridad que destila pondría a más de uno a temblar, pero en cambio a mi me hace desearlo más y repetir lo que ocurrió el día de ayer.

Estoy abanicando mi rostro, Keilisita. Estoy caliente, caliente...

Con tan solo recordar todo lo sucedido entre él y yo, las sensaciones de mi cuerpo se activan anhelando volver a ser saciadas con cada una de sus caricias.

Camina sin mirar a los presentes dirigiéndose a su lugar al lado de Cristian en la cabecera de la gran mesa. El hoyo que ahora siento en mi estómago es gigantesco.

Benditas sensaciones que causa este hombre en mi...

Todas las personas están en silencio observando  a los hombres aquí presentes:

— Buenas tardes — Saluda Marcelo a los presentes y estos responden de la misma manera, Cristian, también saluda.

Marcelo pasea su mirada por todos los presentes y cuando su mirada coincide con  la mía su rostro pétreo cambia y sus labios dibujan una mini sonrisa y un brillo especial se instala en el cielo de sus ojos, trago saliva, y me pierdo en esa forma de desnudarme con la mirada. Cristian, se acerca y le comenta algo que hace desviar su mirada  de la mía para prestar total atención al castaño. Mientras tanto, las puertas de la sala se vuelven a abrir dejando ver a la señora Alicia y a Natalia quienes pasan y todos llevamos nuestras miradas a su dirección.

— Buenas tardes, — Saluda Alicia con una sonrisa mirado a los dos hombres que se encuentran de pie en la cabecera de la mesa ejecutiva. — Disculpen la interrupción, se nos hizo tarde.

Tanto Alicia como Natalia se acercan a Marcelo y a Cristian, la primera los saluda con un asentimiento de cabeza y una sonrisa procediendo a sentarse en unos de los lugares del frente mientras que Natalia se acerca a mi rubio con mucha confianza.

— Señor Sandoval — habla ella tan dulce que empalaga mientras estrecha la mano hacia el rubio, quien mantiene un semblante serio. — Un gusto volver a verlo.

¿Qué? ¿Ya se han visto?

— Gracias. — Se limita a responder Marcelo.

Trago saliva y una sensación que no conocía anteriormente, se instala en mi pecho.

¿Celos, Keilisita?

No.

A mi no me puedes engañar, son celos...

Ella le sonríe ampliamente, saluda al castaño quien le corresponde con un asentimiento de cabeza y una sonrisa que se podría decir, casi burlona. Después de unos segundos más, se sienta en unos de los lugares más cercanos de la alta jerarquía y trato de no dar riendas a esa bola amarga que se instala en mi pecho y una preocupación de perder lo que en verdad no tengo.

Inseguridades, no Keilisita...

No se porque tengo esta sensación tan agobiante en mi pecho  pero lo atrubuyo a todo lo que Natalia ha hecho y ver como mira y trata a mi rubio, me dan celos, si, son celos y lo me gusta la sensación, es por eso que decido tragarlos.

La reunión comienza en donde Alicia da su introducción y presenta al equipo de trabajo, he tratado de no mirar hacia donde están los aquí presentes.

— De verdad es que son muy guapos — Habla Paola a mi lado con una sonrisa. — Esos jefes mojan las bragas de cualquier mujer.

La miro y ella sonríe picaramente y le devuelvo la sonrisa porque es verdad.

— No contradigo verdades, Pao.

— ¿Qué piensas de todo esto? — Susurra Moisés para que solo yo lo escuche. — Es decir, estos nuevos accionistas y el futuro de los trabajadores de True Style.

Trago saliva porque no se que responder a eso.

— No lo sé, Moisés, pero lo que debemos hacer es realizar bien nuestro trabajo.

El asiente con un movimiento de cabeza y una pequeña sonrisa que le devuelvo. Mientras tanto, giro mi rostro y me siento observada y para mi sorpresa, el rubio que moja mis bragas, me observa con su gesto serio, ese que tanto me enloquece y, Cristian, a su lado me brinda una sonrisa pícara muy disimulada.

¿Qué le pasa?

Ahora mismo tengo todos los sentimientos encontrados, no sé que pensar al tener a Marcelo tan cerca en esta empresa, sin embargo, no me desagrada.

— Estamos aquí para que conozcan a los nuevos administradores de True Style, — Habla Cristian muy profesional — Él es Marcelo Sandoval, ya han escuchado mucho de él. — Todos lo miran como si fuese un dios y yo estoy embobada internamente, — y yo soy Cristian Serrano  ambos desempeñaremos la función de presidente y vicepresidente, — todos prestan total atención a lo que dice, — estamos para apoyarnos y que esta casa diseñadora se convierta en la mejor, no duden en acercarse a la señora Ortiz, si necesitan algo, pues ustedes son el motor de esta empresa y si están incómodos o no dicen cuales son sus necesidades no podremos ayudarlos, recuerden que somos un equipo y que trabajaremos en conjunto para ser de True Style la mejor opción para sus clientes.

Cristian termina de hablar y todos quedamos maravillados ante sus palabras porque lejos de lo que dijo, transmitió confianza a sus subordinados y estoy más que segura de que eso es lo que necesita el personal de la empresa.

Veo a Marcelo ponerse de pie y se ve tan guapo e imponente que me dan ganas de guardarlo para mi solita.

— Buenas tardes, — Saluda el rubio nuevamente a las personas que estamos aqui, es un hombre tan seguro de si mismo que nos da la tranquilidad que se necesita en momentos de turbulencia. — Es un honor para nosotros contar con personas como ustedes para juntos construir el sueño de muchas personas, esta idea surgió hace mucho tiempo y hace meses atrás se presentó la oportunidad que tanto habíamos esperado. — Su mirada se pasea por cada una de las personas y cuando nuestras miradas se encuentran, me pierdo totalmente y por unos segundos él también se desconecta, trago saliva, siempre tiene la capacidad de dejarme así, con un mar de emociones en mi pobre ser. — True Style, es un gran proyecto que el señor Serrano y yo en conjunto con otro socio más manejaremos implementando estrategias de crecimiento productivo que beneficiaran a todos los participantes, tengan por seguro que lograremos los objetivos propuestos con esfuerzo y dedicación, esto es posible si usted así lo cree.

Cada palabra que dice deja a sus subordinados maravillados.

>> Ningún proyecto exitoso se nos da con facilidad, siempre desconfío de las cosas fáciles, de los negocios fáciles. En mi experiencia de vida y como empresario nunca he emprendido un proyecto que no haya nacido desde el ideal, desde los sueños, junto con el trabajo permanente e insistente, siempre  con el corazón puesto en lo que hacen y los pies bastantes firmes sobre la tierra.

>> Es por eso que exhorto a que trabajen duro y sean perseverantes porque aquí no existen terceras oportunidades. — Todo el mundo se mira y yo solo puedo mirarlo a él. — Así que, pongan ustedes de todo su empeño y nosotros sabremos ver eso, muchas gracias. – Finaliza.

Todos comienzan a aplaudir, yo hago lo mismo y al cruzar la mirada con el ojos de cielo, me guiña un ojo a punto de reír y eso me derrite internamente, mis mejillas juegan su papel.

— Estas roja — Suelta Moisés a mi lado con gesto casual y lo miro.

— ¿Ah si? — Cuestiono rápidamente. — Debe ser el calor que hace aquí.

— No hace calor aquí, Keily, — responde él con obviedad y le sonrío. — El aire acondicionado tiene buena temperatura.

— Mmm, pues yo tengo calor. — Él me mira curioso y sonrío. — Tal ves me llegará la menopausia a temprana edad.

Paola ríe por lo bajo y yo también lo hago, Moisés no tiene otro remedio que hacerlo, ganamos algunas miradas incluyendo una muy pesada, la de Marcelo Sandoval.

Veo como Natalia mira de hito en hito y comienza a negar con la cabeza en señal de desaprobación.

Alicia da algunas palabras e informa de algunos detalles y la responsabilidad del departamento y todo esto hace que los ojos de Marcelo adquieran un brillo especial. Se acerca a la mujer y susurra algo en su oído haciendo que esta de un asentimiento con su cabeza.

Alicia da las últimas palabras de despedida de la reunión al tiempo que me deja saber que debo quedarme unos minutos, veo como salen Cristian y Marcelo dejando la sala de juntas. Minutos después, todos han salido, solo quedamos nosotras y Natalia.

— Querida, — habla Alicia mirando en mi dirección. — El señor Sandoval quiere entrevistarse contigo dentro de quince minutos.

Mi corazón comienza su carrera acostumbrada cada vez que escucha hablar de ese hombre, trago saliva.

— Creo que debemos estar presentes, Alicia. — Habla Natalia con altivez y me tenso en el momento. — Como representantes del departamento de diseños, debemos hacerlo.

— No, señorita Lombardi, el señor Sandoval solo quiere tratar el asunto del "proyecto Perla" con Keily. — Explica ella  con calma. — Solo ella podría explicar lo que él quiere saber, además, el quiere verla a solas.

Natalia aprieta sus puños y sale de la oficina echa un solo enojo.

— No te preocupes, — vuelve a hablar Alicia. — El señor Sandoval es muy recto y respetuoso.

— Lo sé. — Suelto de repente y ella me mira con una sonrisa.

— Siendo así, es mejor que no lo hagas esperar. — Asiento y me despido de ella.

Comienzo a caminar hacia la salida y como dijo era dentro de quince minutos voy al baño a lavar mis manos y trato de calmar  un poco los nervios, voy a tenerlo cerca y eso hace que el hoyo en mi estómago se haga mas apretado.

Miro la hora en mi celular y veo que faltan cuatro minutos y decido salir del baño para ir al encuentro del hombre que me tiene echa una mierda, no sin antes ver mi reflejo en el espejo y al comprobar que todo esta en su lugar salgo de aquí. Me dirijo al último nivel del edificio de True Style y al llegar veo que la asistente no es la misma de siempre.

— Buenas tardes, — hablo a la chica.

Ella me mira y me da una sonrisa de boca cerrada. — ¿En que puedo ayudarte?

— El señor Sandoval me está esperando.

— ¿Es usted la señorita Andersson?

Asiento.

— Puede usted pasar.

— Gracias.

Mis manos están muy frías y las emociones que emite mi cuerpo dan a entender que él se encuentra cerca. Entro a la gran oficina y puedo ver como se encuentra de brazos cruzados y con el ceño fruncido. En la sillas para visitantes se encuentra Cristian y Natalia.

— Buenas tardes. — Hablo y todos llevan su mirada hacia mi, Cristian como un caballero que es, se pone de pie.

El rostro de los presentes en bastante serio, Marcelo me mira y se relaja un poco deshaciendo el amarre de sus brazos entrando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

— De ella es quien le hablo — suelta Natalia, — no creo que este lista para ese proyecto.

— Eso lo determinó Alicia en la semana pasada. — Habla Cristian muy tranquilamente. — Creo que ya se habló de eso.

— Bueno, si. — Habla ella un poco dudosa al ver el gesto serio de los hombres aquí, yo solo me limito a escuchar, no veo el caso de intervenir. — Solo quise hacer mi última advertencia.

— Siendo así, — habla Marcelo con gesto pétreo y la voz fría como el hielo. — Puede usted retirarte.

Ella lo mira y me mira a mi, no entiende el porqué el se comporta de esa manera tan frívola y psra ser honesta yo tampoco, pero me alivia. Cristian le hace un ademán con las manos para acompañarla a la salida y ella se pone de pie.

— Solo piensen bien las cosas, Marcelo — Me tenso en su momento, lo ha llamado por su nombre, es decir, que existe algún tipo de confianza entre ellos, veo a Marcelo quien mira mi cara, me temo que se haya dado cuenta de mi confusión, me conoce muy bien. — Creo que ella no está lista.

— En primer lugar, señorita Lombardi, no le permito que me tutee, usted y yo solo hemos coincidido una sola vez ¿lo recuerda? — Ella lo mira sin poder creer lo que él le dice, su cara es un poema, Cristian se guarda una sonrisa y yo me siento incómoda ante lo que le dice, Marcelo es muy directo. — Estamos en una oficina donde yo soy el jefe y usted es un  subordinado y debemos mantener la distancia, con respecto a lo otro,— Continúa él mirando a Natalia de forma congelante. — Alicia, tiene la potestad de tomar las decisiones que crea pertinentes para el crecimiento de esta empresa, esa es su función, y creo, que ya eso está más que claro.

— Entiendo, — habla Natalia incomoda. — Me disculpo, tiene usted razón.

— Ahora, si nos disculpa, tenemos  otros asuntos que atender. — Suelta Marcelo indiferente.

— Con permiso. — Habla Natalia mientras camina lentamente hacia la salida.

— La acompaño. — Se ofrece Cristian, comenzando a caminar detrás de ella, al pasar por mi lado, me da un rápido beso en las mejillas haciéndome sonreír inmediatamente y Marcelo gira los ojos, Natalia ni cuenta se dio de eso.

Escucho como se cierra la puerta detrás de mi y veo a Cristian de regreso quien me sorprende dándome un abrazo desde atrás.

— Me da mucho gusto verte de nuevo, mujeron andante.

Sonrío.

— A mi también me da gusto, Cris. — Correspodo a su abrazo mientras mi mirada va al rubio quien ya ha rodeado su escritorio y se encuentra agregado a él en la parte frontal de brazos cruzados, se ve tan bueno. — Pero...

— Ya suéltala, Cristian. — Habla Marcelo desde su lugar interrumpiendo lo que iba a decir.

— No, — determina el castaño mientras me apapacha. — Está buena de abrazar.

Veo como Marcelo se acerca lentamente de forma intimidante hacia el castaño, hacia mi, y este al darse cuenta masculla en mi oido haciéndome reír.

— Lo siento, mujeron andante, pero amo mi vida. — Dicho esto se despega de mi a la velocidad de la luz levantando las manos en señal de rendición, Marcelo le da una mirada fulminante.

Cuando el rubio llega a mi, tengo que levantar la mirada para encontrar ese cielo azul que me ofrecen sus ojos y trago saliva. Estamos frente a frente y puedo ver ese brillo en la mirada que me encanta, él toma mi mano haciendo que corrientes eléctricas se paseen por todo mi cuerpo y me abraza, rodea sus grandes brazos a mi alrededor y por defecto llevo los míos alrededor de su torso. Mi cabeza queda apoyada en su pecho y siento su respiración golpear mi cuello.

— Hola, preciosa. — Masculla en mi oido haciendo que mi piel se erice y sonrío.

— Hola, cielo. — Digo del mismo modo y ahora es tu turno de reír.

Ambos nos quedamos quietos aspirando y disfrutando uno del otro, recuperando aquellas horas que teníamos sin vernos. Estamos en nuestra nube cuando suena un silbido y ambos sabemos de quien se trata.

— Ustedes dos están perdidos y no lo sabían.

— Te puedes largar, idiota. — Suelta Marcelo sin soltarme, sin mirarlo a él y sonrío en su pecho.

— No.

Sonrio, estos dos no pueden estar ni juntos, ni separados.

Me separo del rubio y me suelta a regañadientes, ahora que lo recuerdo, se supone que debo estar enojada. Me separo totalmente de él y me cruzo de brazos y el hombre que moja mis bragas entrecierra los ojos y comienzo a fruncir mi ceño mirando de hito en hito a los dos hombres aquí.

— ¿Qué hacen ustedes aquí? — Cuestiono disque molesta y los dos se miran confundidos. — No se hagan los tontos, par de idiotas.

— No es obvio, niñita, — habla el rubio y lo miro fulminante. — Hace meses que compramos las acciones.

Me explica restando importancia al asunto y quiero golpearlo.

— ¿Porqué? — cuestiono poniendo los brazos en forma de jarra. — ¿Piensas dejar la constructora?

Niega con la cabeza y responde.

—Nunca haria eso, la constructora Sandoval sigue bajo mi control y en cuanto a la compra de las acciones de True Style lo hicimos porque es una buena oportunidad para invertir, Cristian y yo lo vimos factible. — Explica casualmente y me tranquiliza el que haya sido por eso. — Además, es un buen negocio, la constructora se encarga de diseñar y construir los edificios, casas y demás, aquí se encargan de lo interno, el cliente no tendrá que ir a buscar por fuera lo que le ofrecemos en un solo paquete.

Admito que es una excelente idea y me da gusto que estén creciendo, pero mi duda, mi temor es que me tenga que cruzar con Diego alguna vez por aquí y quiero salir de la duda, me muero si tengo que compartir a diario con ese desgraciado.

— Es admirable su forma de crear  oportunidades de crecimiento. — Suelto con el corazón en un puño, le sonrío y él me la devuelve. — Me da gusto por ustedes dos.

Estoy un poco inquieta, pues quiero saber, trago saliva y Marcelo me mira, estoy segura de que me esta analizando.

— ¿Es un negocio familiar? — Marcelo y Cristian se miran, se están comunicando a través de la mirada, saben a lo que me refiero, él vuelve la mirada hacia mi, su rostro no refleja ningún tipo de expresión. — ¿Vendrán más accionistas de su familia?

Trato de mantener mi semblante normal, pero es algo a lo cual le he dado vuelta y no puedo ni imaginar el que tenga que compartir el mismo espacio que Diego.

— No, no es un negocio familiar. — Interviene Cristian, llevo mi mirada hacia él y me sonríe para tranquilizarme, al parecer me entiende perfectamente, ¿sabrá leerme también? ¿soy tan obvia? El continúa, — los accionistas solo somos Marcelo y yo, bueno,  otro socio que ahora está fuera del país.

Sonrío en agradecimiento y vuelvo a mirar a Marcelo y me mira insistentemente, sin ningún tipo de expresión, esta parado frente a mí a unos centímetros que me parecen metros de distancia.

— No debes preocuparte por nada, Keily. — Habla él mientras que se agrega al escritorio y se cruza de brazos. — Ven aquí, niñita.

— ¡Oh por Dios, Marcelo!  — Suelta Cristian exasperado mientras que yo comienzo a caminar hacia el encuentro del rubio. — Me voy de aquí, recuerden que están en una reunión de trabajo, tortolitos.

Llego hasta el rubio y me cuelo entre sus piernas para que me abrace, es mi lugar favorito, el me rodea por la cintura y yo llevo mis brazos alrededor de su cuello, ambos estamos de pie acorados en el escritorio.

— Quiero besarte. — Masculla en mi cuello, siento como suelta un suspiro cansado. — Desde que te vi en aquella sala quise abordarte y besarte, mi cielo.

Sonrio.

— No fuiste el único, cielo, — nos separamos un poco y nuestras miradas coinciden. — Quise saltar sobre ti.

Sonríe egocéntrico.

— Lo sé, te vi ansiosa, preciosa. — Suelta divertido y frunzo mi ceño mientras le golpeo el hombro con una mano.

— Oye... — Replico y el sonríe abiertamente. — Eres un idiota. — Sus ojos tan intensos como el mismo cielo brillan como dos luceros y entiendo el porqué, decido provocarlo un poco más. — Eres un idiota, egocéntrico de mier...

De un momento a otro interrumpe lo que iba a decir y estampa sus labios contra los míos haciendo que todo razonamiento se vaya al caño, sin importar qué ahora mismo estemos en una oficina. Sus labios se mueven con agilidad contra los míos, pido acceso a su boca y el me lo concede, un gruñido sale de él y las emociones de mi cuerpo gritan sin cesar que necesitan más de él y sus caricias. Sus brazos que aun rodean mi cuerpo, me atraen más a él y los míos que están alrededor de su cuello lo atraen más hacia mi. Nos besamos como si no hubiera futuro y es después de unos segundos más que decidimos separarnos, nuestras respiraciones se encuentran erráticas.

— ¿Cómo estás? — pregunto en su dirección y el me sonríe.

— Estoy bien, mi cielo. — Suelta un suspiro cansado, aun estoy entre sus piernas, me sostiene de la cintura y yo mantengo mis brazos alrededor de su cuello, ahora peino un poco su cabello, él toma mi mano y la lleva a sus labios depositando un beso en las palmas de la misma. — Solo que casi no pude descansar y con esto de ir primero a la constructora y luego venir aquí, me tiene muy agotado, ha sido mucho movimiento el día de hoy.

Mientras habla, mantenemos nuestra conexión de miradas  evito perderme en sus ojos, aunque eso me parezca imposible.

— ¿Cómo sigue tu hermana? — Pregunto y él me brinda una pequeña sonrisa. — ¿Fue grave?

Niega con la cabeza. — No, no lo fue, gracias a Dios que el doctor llegó a tiempo y pudo actuar.

— Me da mucho gusto por ustedes. — Hablo sinceramente con una sonrisa y él corresponde. — Quise llamarte, pero no quería dar molestias.

Frunce su ceño y me mira seriamente. — No digas eso, Keily, cuando quieras llamarme, hazlo, nunca será una molestia para mi, al contrario. — Le sonrío y él acaricia mis mejillas. — No vuelvas a decir eso o me molestaré.

— De acuerdo — cedo con una sonrisa perversa y al ver mi expresión su mirada se oscurece, es por eso que me atrevo a continuar. — En dado caso que lo haga enojar, ya veré como le bajo su enojo, señor Sandoval.

Ay Keilisita, te gusta provocarlo...

Me separo de él lentamente y entrecierra los ojos. — Ven aquí, preciosa. — Niego con la cabeza y una sonrisa pícara, el aprieta la mandíbula, amo verlo así. — No me provoques, niñita.

Que lo provoques, dice...

— No, señor Sandoval. — Suelto con profesionalidad, aunque me cuesta separarme de él. — Estamos en un ambiente laboral y ahora usted es mi jefe.

— Podemos olvidar el ambiente laborar por cinco minutos más, por favor — Pide suplicante.

Trago saliva, ambos estamos teniendo un no se que, que no tiene etiquetas y me preocupa quererlo de esta manera y salir lastima, aunque eso no hará que me rinda.

— No señor Sandoval,  — Suelto observando como entrecierra los ojos en mi dirección y sonrío. — Ya tendremos tiempo más adelante.

Suelta un suspiro cansado y pasa las manos por su rostro en señal de frustración, se pone de pie, ya que aún estaba agregado en el escritorio y rodea este para sentarse en su silla, se ve tan bueno.

No es que se ve bueno, es que esta bueno, Keilisita...

— Siéntese, por favor, señorita Andersson. — Habla con un atisbo de sonrisa y lucho por no reir. — Vamos a hablar del proyecto que tiene a cargo.

Hablamos detalladamente sobre el "Proyecto Perla" de manera profesional y me encanta que  ambos sepamos separar los asuntos personales de los laborales.

Después de media hora, hemos terminado, me pongo de pie y él también lo hace.

— Muchas gracias,  Señor Sandoval. — Hablo muy profesional hacia él  y el corresponde. — Ahora debo retirarme, compermiso.

Camino hacia la salida y antes de que pueda abrir la puerta lo escucho hablar:

— ¿No te vas a despedir? — Se a que se refiere y niego con una sonrisa en mis labios, me muero por besarlo, pero hay que esperar. — Nos vemos pronto, señorita Andersson.

Sonrio en su dirección.

— Sé que así será, señor Sandoval.

Lo veo sonreír de lado y vuelvo mi mirada al frente, abro la puerta y al salir me encuentro con Cristian con quien paso algunas palabras. Luego, voy hacia la oficina que me asignaron recojo algunas cosas, quiero diseñar unos bocetos provisionales en casa.

Después de media hora llego a mi edificio y estoy abriendo la puerta cuando escucho a alguien hablar detrás de mi.

— Hola, Keily. — Giro mi rostro y me encuentro a Carlos detras de mi con una gran sonrisa. — ¿Cómo estás?

— Hola, Carlos. — Hablo seriamente hacia él y me sonríe.

No digo más nada, pues no me gusta hablar con personas que no conozco y él tiene una mirada descarada.

— Yo no te agrado, ¿Verdad? — Suelta de repente.

— No es eso. — Hablo hacia él seriamente. — Solo que no suelo hablar mucho con quien no conozco.

— Eso podemos mejorarlo con el tiempo, me gustaría que fuéramos amigos. — Se expresa con calma.

— ¿Y eso por qué? — Pregunto curiosa.

— Porque mi madre te tiene mucho aprecio y a mi me caes muy bien, solo es eso. — No sé si estoy siendo extremista, pero no me siento cómoda hablando con él, lo atrubuyo a que no lo conozco y me cuesta mucho confiar en quien no conozco, salvo a una persona que hasta me follé en una noche.

Esa noche...

Doy un respingo, no debo pensar en eso ahora.

— Ya veremos lo que pasa más adelante. — Me limito a responder y me sonríe de bocacerrada. — Ya tengo que entrar.

Me da un asentimiento de cabeza. — Seremos amigos, Keily, lo prometo.

Sonrío de boca cerrada. — Ya veremos.

Es lo último que digo y entro a mi dulce hogar, pongo las llaves en su lugar y camino hacia el sofá grande para acomodar algunas cosas, voy a diseñar en este lugar, pero antes, me daré un baño y eso hago, coloco mi conjunto de pijama de pantalón corto, me dirijo a la cocina, tomo un vaso de jugo con un par de galletas y después de unos minutos me encuentro diseñando en mi sala, hay algunas cosas que no me salen, esto conlleva mucho esfuerzo, pero no es problema para mi.

Llevo alrededor de tres horas aquí y mis bocetos provisionales son un desastre con tantas tachaduras, pero estoy abriendo camino y así mañana estaré clara a la hora de reunirme con mi equipo de trabajo. Mi celular suena y es Elena quien llama, hablamos un buen rato, en esas el timbre de mi hogar suena por todo el lugar haciendo que me despida de mi amiga porque debo abrir.

Me dirijo a la puerta y cuando procedo a abrir, mis pulmones olvidan como se respira y mi corazón se paraliza porque simplemente y llanamente lo tengo frente mi. Lo observo detenidamente y mi corazón baja a los pies porque no sé ve nada bien y tiene dos golpes en su rostro.

Trago saliva.

¿Qué le pasó?



◇♡◇

♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Capítulo nuevo.

Espero y les haya gustado.

Las amo, mis chicas valientes. ❤💜

Imaginé a Keily con un vestido con el que observarán a continuación, ustedes pueden imaginarlo como gusten.

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