Capitulo 48 "No voy a ningún lado"

Después de unos largos minutos, llegamos a mi lugar favorito, el gran rio que está a más de veinte minutos a caballo, esto es maravilloso. Cada vez que vengo aquí me siento en paz. Es una cascada de agua muy azul, es preciosa.

- Este lugar es increíble, niñita. - habla el rubio y sonrío, veo como baja de su caballo y amarra las riendas en un árbol.

- Si, lo es. - Respondo con una sonrisa mientras bajo del caballo, él se acerca y toma las riendas de Salvaje para atarla junto a Tormenta. - Muchas gracias, Marcelo.

Él me brinda una sonrisa de boca cerrada mientras mira el lugar maravillado, por mi parte hago lo mismo y suelto el aire de golpe sintiéndome libre, tranquila, en paz, en buena compañía.

- Es mi lugar favorito en todo el planeta tierra. - hablo con la vista perdida en la cascada, siento su mirada sobre mi y sonrío. - Si necesito pensar vengo aquí, cada vez que puedo, porque en realidad estoy muy lejos. - Hablo con una sonrisa con mi vista puesta aun en la cascada.

- Hablas con una pasión sobre este lugar y la forma que lo miras es tan especial que me es imposible no amarlo también.

Llevo mi vista hacia él y nuestras miradas coinciden, trago saliva al verlo, es tan profunda su forma de mirar que me desarma y tengo tanto miedo por todo esto que siento por él, pero no me voy a detener ahora, no soy así.

- Marcelo, - Llamo su atención y no era necesario ya la tenia. - Quiero que conozcas un pequeño lugar que solo mi hermano conoce.

Me mira curioso y sonrío en su dirección. - Pero no quiero que te vayas a reír de mí.

Él sonríe abiertamente.

- Eso quiere decir que voy a reír, Keily. - Lo miro indignada y con los ojos entrecerrados, sonríe aún más. - Bueno, trataré de no hacerlo.

- Más te vale, Marcelito...

Suelta una pequeña carcajada.

- ¿Qué me quieres enseñar? - Indaga curioso mientras se acerca lentamente a mí. - ¿Cuál es tu oscuro secreto?

Trago saliva, desvió la mirada con temor a ser descubierta, si él supiera de mis secretos.

- Tengo secretos, cielo, como todo el mundo, sin embargo, lo que quiero mostrarte es para que podamos hablar tranquilamente, - me mira y por la forma en que lo hace me está analizando. - ¿Me acompañas?

- A dónde sea que quieras ir yo voy a seguirte, siempre. - Suelta esto mirándome directamente a los ojos y un cosquilleo se desata en mi interior porque eso que dijo deja mucho que decir. - Vamos, niñita, tu eres quien guía.

Toma mi mano y sonrío, aprieto un poco el enlace de nuestras manos y comienzo a caminar por los alrededores de la cascada, nos adentramos un poco a la vegetación y caminamos en silencio, puedo ver que el rubio mira todo a su alrededor asombrado.

- Esto es increíble. - Lo escucho mascullar para sí mismo.

No digo nada, solo sigo caminando halando de él. Quiero llegar al lugar que quiero mostrarle y es después de unos minutos más nos adentramos un poco más a la vegetación, hay enormes árboles y desde aquí podemos ver un pequeño tramo del río. Al fin llegamos donde pretendía hacerlo, trago saliva porque este lugar fue mi refugio en mis días tristes, pero también en mis días felices.

- ¿Qué es esto, Keily? - Cuestiona el rubio sorprendido, observa minuciosamente el lugar.

- Es mi lugar seguro, Marcelo.

Él sonríe mientras se cruza de brazos.

- Nunca dejas de sorprenderme.

Sonrío mientras rebusco debajo de una piedra hueca la llave del lugar, siempre era el escondite de la misma, pues era perfecto. Encuentro la llave y le doy a abrir y entonces giro el pomo, este rechina al encontrarse un poco oxidado por falta de uso, empujó un poco la puerta y cede. Entramos al lugar, hay mucho polvo, este no es grande, pero tiene dos sofás pequeños, una cama pequeña para una sola persona, recuerdo pasar horas aquí junto a Jason e incluso dormía unas siestas.

- Se trata de una cabaña que construyó Jason cuando cumplí catorce años, - hablo hacia Marcelo quien se adentra al lugar detrás de mi. - Solo él y mi tío Roberto saben de la existencia de la misma o por lo menos, que yo la frecuentaba.

La cabaña es de un solo apartado desde que entramos en ella podemos visualizar la cama y los muebles cubiertos con mantas para protegerlos del polvo, comienzo a retirar todo esto para poder sentarme junto al rubio, una tos sale de mi debido al polvo.

- Puedes sentarte aquí - señalo un sofá para una sola persona.

- Gracias. - Sonrío.

Me siento en el otro sillón y comienzo a quitar mis botas, pues me pondré cómoda.

- Sé que no estás acostumbrado a estar en lugares como este, pero creí que era ideal para platicar.

- El hecho de que no esté acostumbrado no significa que no me agrade el lugar.

Sonrío y él hace lo mismo.

Trago saliva.

Me mira y hago lo mismo, se que él espera que comience a hablar...

- ¿Hay algo que quieras saber antes de que comience a hablar? - Asiente y trago saliva, pero no despego la mirada de la suya. - Puedes decirme o preguntar lo que sea.

El no duda en soltar lo que tiene ahí dentro y habla en un tono serio, pero tranquilo.

- Quiero un poco más de tu relación con mi hermano, hasta donde llegó todo eso, — Habla con su mirada penetrante en mi y esto me hace perder por unos segundos. — ¿Lo trajiste aquí ante tu familia?

Trago saliva. No sabia que quería saber más sobre eso.

- Creo que te había hablando del asunto, sin embargo, lo haré nuevamente. - Me acomodo un poco más frente a él, lo veo quitar sus zapatos y ponerse cómodo, me mira intensamente. - Diego y yo nos conocimos e inmediatamente él se mostró interesado en mi e insistió tanto que después de muchos meses acepte ser su novia, me enamoré de él, nuestra relación duró un poco más de un año. - Marcelo me mira de forma profunda y sin ningún tipo de expresión. - Ya conoces muy bien el resto, me  engañó con mi mejor amiga.

Es reconfortante hablar de esto y que ya no exista ni una pizca de dolor ante la narración de ese hecho que viví.

>> En cuanto si vino aquí, no lo hizo, conoció a mi madre porque ella viajó a Mérida y coincidió con ella, lo mismo pasó con mis primos.

- Fue por esa razón que tu primo Iván se sorprendió al escuchar mi apellido. - Asiento en su dirección. - Me lo supuse al instante.

- ¿Te sentiste incómodo por eso?

- No, no tengo porque. - Habla él sin ningún tipo de expresión. - Es normal que hayan conocido a tu antiguo novio.

Asiento.

- Mi familia y él no se trataron mucho, pero Iván si lo llegó a tratar al igual que Fran Irene e incluso, cuando Iván se enteró de lo que me había hecho lo buscó y le dio tremenda golpiza.

Marcelo sonríe satisfactoriamente.

- Me hubiese gustado ver eso. - Sonrío.

- Fue algo épico.

Sonríe de boca cerrada.

- Cuando tú y yo nos encontramos aquella noche en el club, — pregunta pausadamente siempre manteniendo el contacto de nuestras miradas. — tu decías que no podías complacerlo como él quería ¿A qué te referías?

Trago saliva y me remuevo incomoda.

- No tienes que responder si no te sientes bien al decirlo, ¿De acuerdo?

Asiento.

Para poder responderle a Marcelo, debo contarle mi verdad, lo de mi trauma psicológico que ya mermó.

- Te lo contaré - me mira y trago saliva. - No podía complacerlo sexualmente - él abre sus lindos ojos en sorpresa y trato de mantener mi mirada conectada a la suya. - Tenía un trauma que no me permitió intimar sexualmente con nadie, hasta que llegaste tú.

El me da una sonrisa de boca cerrada. - No sé que decir a eso.

- Solo no digas nada y déjame continuar, por favor. - Asiente y continuo. - Voy a contarte algo que pocos saben y quiero que lo sepas porque no quiero mentirte, ni aparentar algo que no soy. - Me mira y veo como traga saliva y comienzo a contarle todo, desvio la mirada y mis ojos se cristalizan al instante al recordar. - Cuando tenía quince años, mi padre realizó una cena con sus posibles nuevos socios, debíamos estar presentes todos - mi voz tiembla al narrarlo, me duele mucho aun. - Uno de ellos no dejaba de mirarme y bueno cuando terminó la cena yo...

Rompo en llanto, me duele mucho abrir esa herida que me esfuerzo día a día en cerrar, después de eso mi vida fue un maldito infierno.

- Ssshh - se acerca rápidamente donde estoy y se pone en cuclillas delante de mi no lo miro, solo lloro de impotencia y de dolor. - No tienes que contarme, nena.

Niego con la cabeza.

Me mira preocupado y poza sus manos en mis mejillas y de un momento a otro me abraza, me rodea con sus brazos que me saben a seguridad, llevo mis brazos alrededor de su cuello y poco a poco voy calmando el llanto, el soba la coronilla de mi cabeza mientras que me aferro a él, cuando esta a punto de alejarse, niego con la cabeza, estoy con mi rostro enterrado en su cuello y afianzo más mi agarre, no quiero que me suelte.

Estoy empapando su cuello con mis lágrimas...

Él parece darse cuenta de mis intenciones de no separarme de él y lo que hace es que pasa uno de sus brazos por detrás de mis rodillas y la otra por detrás de mi espalda, sigo con mi rostro escondido en él, me levanta, me carga en brazos y siento como se traslada al sofá del frente, se sienta conmigo en brazos, cuando el se acomoda, quedo sentada en sus piernas, no hay nada sexual aquí, solo una inmensa necesidad de protección que él me brinda y yo acepto. Vuelvo a enterrar mi rostro en su cuello, pero ya no lloro, Marcelo pasa una de sus manos por mi espalda dando caricias precisas.

Me remuevo un poquito en sus piernas y tomo aire para separarme un poco de él y mirarlo a los ojos, ya estoy más tranquila, sus abrazos son mágicos. Él me mira preocupado y yo le sonrío mientras llevo una de mis manos a sus mejillas para acariciarlo, él cierra las puertas del cielo azul de su mirada, disfrutando de mi tacto.

- Niñit...

Coloco el dedo índice en sus labios indicando que debe hacer silencio, él abre los ojos y su mirada se encuentra con la mía que aún está cristalizada.

- Cuando la cena termina - continúo con mi nudo en la garganta, trago duramente. - Pedi permiso para retirarme y llegué a mi habitación, coloqué mi ropa de dormir y cuando me disponía a hacerlo, - mi voz sale tan rota que se me dificulta hablar, esto me duele - el mismo hombre que me mirada de manera sucia entro a mi habitación - Marcelo se tensa en el momento y me mira con el ceño fruncido como si entendiera a donde voy, me mira y vuelve a pasar sus manos por mis mejillas. - Ese hombre trato de violarme, estuvo a segundos de hacerlo, me arranco... - Hago una pausa y más lagrimas salen de mis ojos el nudo en mi garganta se intensifica, pues cada vez que esos recuerdos llegan a mi, mi corazón se hunde por todo lo que eso conllevó, por mi mamá, mi papá, Jason, por mi, veo como el rubio pasa saliva con dificultad y continuo. - Me quitó la ropa de una forma tan violenta que me lastimaba, manoseaba de una forma tan asquerosa que...

Hago silencio, trago el nudo que se cuese en mi garganta y desvio la mirada, él me atrae a su pecho, me sostiene como a una niña pequeña, me siento tan segura en estos brazos que me rodean que mi miedo se esfuma, siento como besa la coronilla de mi cabeza, se siente tan bien estar aquí.

- No quiero que te lastimes más, mi niña. - Suelta con voz suave - No sigas, no quiero...

Niego con la cabeza, aún en su pecho.

- Quiero terminar, quiero que sepas esa parte de mi para que puedas entender porque quería irme, - levanto mi cabeza y nuestras miradas coinciden - quiero que sepas el porque de tantas cosas, no quiero tener secretos contigo.

Asiente.

El me mira y un destello de dolor cruza por sus lindos ojos, no puedo evitar perderme de nuevo en su mirada y eso es suficiente para querer continuar.

- Cuando el desgraciado estuvo a punto de violarme - Trago saliva - Mi hermano, llegó y le disparó, el hombre cayó muerto sobre mi.

Marcelo no muestra ningún tipo de expresión, solo aprieta mi mano que no sabía que estaba dentro de la suya.

- Tú hermano - masculla él y sonrío aún con nuestras miradas conectadas. - Tú hermano te salvó de ese desgraciado.

- Si, Jason me salvó de eso, siempre cuidó de mi.

- Me imagino que todo eso causó tanto daño en ti que te provocó traumas. — Suelta y asiento.

- Es por eso que nunca pude intimar con nadie hasta que llegaste tú.

- ¿Diego sabía todo esto? - Niego.

- Solo que hubo un intento de violación, pero nunca le conté los detalles.

Asiente.

- Fue un imbécil. - Suelta enojado.

- Eso no importa ahora, es más, ni me afecta.  - sonríe y hago lo mismo.

- Me da gusto escuchar eso. —No me habías dicho que tienes un hermano.

- En realidad casi nadie lo sabía, nos alejamos después de esto, - hablo y bajo la mirada, solo miro nuestras manos atadas - En Mérida solo Elena sabía de su existencia, nadie más, - siento su mirada sobre mi y trago saliva. - Después de que Jason me salvará se lo llevaron detenido y mi vida se volvió un total caos, me fui hundiendo en la tristeza - hablo con la mirada perdida en nuestras manos, mis ojos vuelven a cristalizarse - mi hermano tuvo que pasar por muchas cosas, ya no lo veía y cuando por fin regresó, me dijo que tenía que alejarme de él - Esto duele mucho, hablarle duele - ¿Sabes lo que significó alejarme de él? Era mi héroe, el ser humano que más amaba y al decirme que yo era solo un estorbo, yo...

Comienzo a recordar cada suceso que viví - yo me perdí, Marcelo, me trajeron a Mérida y empecé a ir al instituto, debía estudiar, mi madre me acompañó en todo momento, sin embargo, la tristeza era más profunda con el paso de los días, el dolor y la rabia de haber perdido tanto estaban acabando conmigo. - Hago una pausa y el rubio continúa su mirada sobre mi, no me interrumpe, me escucha y es lo que necesito en estos momentos. - Alguien en el instituto me vio, vio mi tristeza y me ofreció unos dulces que me harían feliz, - trago saliva al pensar en eso - En ese momento solo quería olvidar mi tristeza, volver a esos días con mi hermano, mi padre y mi familia, entonces no lo pensé y los probé.

Marcelo aprieta mi mano, giro mi rostro y sus ojos están oscurecidos, su mandíbula esta tensa y traga con dificultad, pero no dice nada, yo continuo aun con la mirada conectada a la suya.

- Me perdí en el mundo de las drogas, Marcelo, - trago duro y él mantiene su gesto serio - no soporté mi dolor y esa fue mi manera de sobrellevarlo, luego de unos meses mi madre me descubrió y me internaron en un centro de rehabilitación por un buen tiempo.

- Adicta a las drogas, Keily - Suelta para si mismo, trago saliva y asiento con la cabeza sin despegar la mirada de la suya.

- Ayer tuve una horrible discusión con Esther, una de mis primas, me odia y sacó a relucir todo esto y me sentí horrible - me remuevo un poco en su regazo y el se acomoda más - Fue tan cruel que lo único que provocó fue que me dieran ganas de salir huyendo.

- ¿Por eso querías irte? - Pregunta el rubio, su rostro refleja que mi dolor le afecta.

- Si, por eso quería irme. - Nuestras miradas están conectadas y me pierdo en el azul de sus ojos, me pierdo en el cielo personalizado que me brindan sus hermosos ojos - Así que, Marcelo, fui una adicta a las drogas - me mira sin ningún tipo de expresión y trago saliva ante lo que voy a soltar. - Así que si quieres irte, lo entenderé, no estás oblig...

De un momento a otro, me atrae por la nuca estampando sus labios contra los míos, llevo mis manos alrededor de sus mejillas, nuestros labios se mueven lentamente arriba y hacia abajo saboreando lo dulce y agrio que nos puedan proporcionar, su lengua busca acceso a mi boca y se lo concedo, un gemido de satisfacción sale de mi al sentir todo lo que este beso a causado, nos besamos por unos segundos más y decidimos separarnos.

- Eres la niñita más endemoniada que he conocido en mi vida, - habla con una convicción increíble, me mira intensamente y me pierdo - no voy a alejarme por algo así, Keily, eres una guerrera de la cual estoy muy orgulloso de conocer. Gracias por confiar en mi, mi cielo.

Un nudo se instala en la garganta, es un alivio saber que por eso no se alejará de mi, de un momento a otro, lo abrazo rodeando su cuello con mis brazos, el lleva los suyos alrededor de mi cintura, aún estoy en su regazo, mi lugar favorito desde ahora. Sin embargo, aun no he terminado y es posible que desde que se entere no quiera volver a saber nada de mi, es por eso que me separo lentamente de él.

- Marcelo, - sorbo mi nariz al llamar su atención - Aún falta algo por contar y quizás después de esto no quieras saber...

Coloca un dedo indice en mis labios para que haga silencio, nuestras miradas coinciden y me es imposible no admirar su cielo, sin importar la situación en la que me encuentre, ver sus ojos me calman.

- No quiero saber nada más, nena.

- Pero yo...

- Ya no más por hoy, - me interrumpe con media sonrisa. - Quiero que lo guardes y otro día, cuando volvamos a este lugar, me cuentas ¿sí?

Lo miro y no lo puedo creer, este rubio me sorprende cada día más, lo quiero tanto, sé perfectamente que lo hace para que no me mortifoque más, para no hacerme llorar más.

- Está bien, prometo cuando volvamos aquí, te contaré todo.

El me da una sonrisa de boca cerrada y de lo único que tengo ganas ahora mismo es de besarlo.

- Voy besarte, cielo.

El levanta una de sus rubias cejas y sonríe con egocentrismo. - Ahora pides permiso, niñita.

Sonrío perversamente.

- No estaba pidiendo permiso, solo te avisaba, cielo. — Respondo.

Sin perder tiempo estampo mis labios con los suyos, lo beso con fuerza y vehemencia, el corresponde de la misma manera, nuestro beso no es lento y poco a poco va aumentando de intensidad haciendo que mi cuerpo se caliente de una manera impresionante, Marcelo, me atrae mucho más hacia el sosteniéndome por la nuca, por mi parte tiro de su cabello. Nuestras respiraciones son un desastre mientras deboramos nuestros labios, mi lengua busca acceso a su boca y el me lo permite, un gruñido sale de su garganta logrando que me caliente aun más.

Me encuentro en una posición incomoda ahora mismo, estoy sentada en su regazo con las piernas de un solo lado, me separo de repente y me mira con sus ojos totalmente oscurecidos, me pongo de pie y vuelvo a sentarme rápidamente en sus piernas, ahora estoy ahorcadas sobre él, vuelvo a tomar posesión de sus labios haciendo que un sin fin de explosiones se arremolinen en mi cuerpo, lo siento duro debajo de mi y eso hace que mi entrepierna palpite y para aliviar la sensación comienzo a moverme sobre él, paso mi lengua por sus labios y él de manera experta hala de esta haciéndome jadear.

Quiero que me toque, quiero hacerlo con él aquí y ahora. Sigo moviendo mi cintura y el aprieta su agarre en mís caderas.

- Niñita, no me provoques así - suelta con voz ronca, preso del deseo y la atracción que ambos sentimos, beso su cuello de manera desesperada y traga saliva, sigo moviendo mis caderas sobre él. - Si sigues así no podré deternerme y perderé el poco autocontrol que me queda

- No quiero que te detengas, - hablo en un hilo de voz entre jadeos, beso su cuello, el mantiene su mano en mí cintura haciendo presión allí debido a la excitación. - Quiero que sea hoy, aquí y ahora.

Él se separa de mí lentamente y busca mi mirada y cuando estas coinciden veo como el deseo y la lujuria bailan ellos, yo debo estar igual.

- ¿Estas segura de que quieres esto? - pregunta con voz ronca y veo como traga saliva, mi rostro se siente caliente, le brindo un asentimiento de cabeza.

- Nunca en mi vida había estado tan segura de hacer algo.

Sus ojos son dos diamantes brillantes.

- Mierda, Keily - Suelta de repente haciendo que el hoyo en mi estómago se haga más grande y que el cosquilleo en mis piernas se intensifique aún más, me remuevo en sus piernas su miembro y mi feminidad rozan entre sí, él esta duro y yo deseosa de él. - Me tienes loco.

Al pronunciar esas palabras toma posesión de mis labios con autoridad, yo le respondo igual, llevo mis manos un poco temblorosas por la excitación que emana de mi hacia los botones de su camisa, empiezo a deshacerme de ella, él lleva sus grandes manos hacia mi trasero lo aprieta con vehemencia y un gemido de aceptación sale de mi boca, al tiempo que saco su camisa, me remuevo sobre en su regazo, él afianza su agarre en mi trasero, presionando para brindar alivio a su gran erección.

Nos separamos un poco, nuestras miradas coinciden, sin embargo, nuestros rostros están muy cerca, nuestros ojos brillan por la excitación y el deseo desenfrenado que ambos sentimos, nuestros labios están muy hinchados y rojos. Bajo lentamente la mirada recorriendo su torso desnudo y trago saliva ante lo bueno que está este hombre, cuento y toco lentamente los seis chocolatitos que me vuelven loca, su piel se estremece con mi tacto y trago saliva, mi feminidad está húmeda, muy húmeda y ahora mucho más al verlo de esta manera.

Él lleva sus manos hacia los botones de mi blusa y comienza a deshacerse de estos mientras estamos conectados por nuestras miradas, traga saliva, y puedo ver tantas cosas en su mirada que un escalofrío de sensaciones agradables recorren mi cuerpo, cuando al fin logra quitar la prenda de vestir que ahora nos estorba, es él quien baja la mirada para apreciar lo que tiene en frente.

- Santo cielo, Keily. - Masculla para si mismo al tiempo que lleva una de sus manos a mi espalda dando caricias suaves haciendo que se me erice la piel, cierro mis ojos y me remuevo sobre él y pequeño gruñido sale de sus labios. - Si sigues moviéndote de esa manera te quitaré la ropa aquí y ahora, y te penetraré duro.

Esas simples palabras hicieron que el deseo que tengo ahora mismo de tenerlo dentro de mi se intensificara, Marcelo, aún da caricias en mi espalda y se detiene en el broche de mi sosten, la duda en sus ojos, no quiere que yo esté incomoda, lo miro y él hace lo mismo y masculla.

- ¿Puedo?

Asiento con un movimiento de cabeza y con una sonrisa en mis labios. Con una sonrisa ladeada quita los broches de mi brasier con una agilidad increíble, levanto un poco mis brazos para terminar de sacar este, mis mejillas están más calientes que nunca ahora mismo, mi instinto es cubrirme, sin embargo, no lo hago, sus ojos viajan sobre mi cuerpo y el deseo que emana de ellos es descomunal.

- Eres la creación más hermosa que puede existir en este mundo - masculla con voz ronca y sexy, eso que ha dicho a removido un poco mis temores.

Me acerco a sus labios y lo beso no es un beso suave, pero tampoco rudo, sus caricias en mi cuerpo son precisas, una de sus ávidas manos traza camino hacia uno de mis senos y al tocarlo una sensación maravillosa se apodera de la parte baja de mi estómago haciendo que me remueva sobre el con más fuerza. Esto hace que dejé lo que estaba haciendo, se detiene de golpe, casi protesto ante esa acción, él se da cuenta y sonríe de lado, coloca sus manos en mi trasero y conmigo ahorcadas sobre él se levante del lugar donde nos encontrabamos, para comenzar a caminar hacia la cama que se encuentra aquí, nunca nos separamos nuestros labios.

Al llega a la pequeña cama, me recuesta en esta lentamente y él queda sobre mi, sin llegar a aplastarme, me mira a los ojos y luego hace un recorrido por mi cuerpo desnudo, aunque aún tengo los pantalones puestos, el muerde sus labios y se ve tan sexy haciéndolo que me provoca aún más, se acerca y me da un beso corto y correspondo, luego deja mi boca y comienza a bajar hacia mi cuello dando besos húmedos en esa área, su respiración es errática y la mía no se queda atrás.

Con mis manos inquietas, comienzo a deshacerme del broche de mi pantalón y él levanta su mirada y me sonríe, yo hago lo mismo, se separa un poco y me ayuda con mi labor retirando completamente esa prenda, estoy en unas bragas de color negro y ver como brillan sus ojos me hacen sentir poderosa, pero también quiero que se los quite, esas tabletas, esos malditos chocolatitos, esos brazos fuertes y esos ojos, me están volviendo loca, no quiero ver más prendas de vestir sobre él.

Le indico con la mirada inquieta que se desnude, él levanta una ceja y sonríe de lado, yo también lo hago, sonrío con picardia, comienza a deshacerse del broche de su cinturón y de paso del pantalón hasta que se los quita por completo, muerdo mi labio inferior ante semejante vista, no puedo evitar llevar mi vista hasta el gran bulto que se encuentra entre sus piernas.

Dios santo se me va a dar...

Lo tendré dentro de mi...

Mi consciencia baila de alegría y para ser honesta, yo también.

Trago saliva.

Marcelo se acerca lentamente hacia mi y por instinto abro mis piernas, él sonríe y yo muerdo mi labio, se ve como un dios, coloca sus manos de lado a lado de mi cuerpo y comienza un camino de besos húmedos que van desde mi estómago subiendo lentamente hacia mis senos, esto hace que eche mi cabeza hacia atrás de la sensación tan maravillosa que brinda a mi cuerpo, toma mi seno derecho y comienza a lamer sus alrededores, un gruñido se escucha de su parte, cuando entra el pezón de mi seno derecho por completo en su boca, un gemido de satisfacción sale de mi boca y siento como mi entrepierna se humedece aún más, cuando este esta completamente listo, recorre un camino de besos hacia mi seno izquierdo y me sentí morir cuando su lengua lame los alrededores de mi pezón, al introducirlo en su boca siento como cada parte de mi cuerpo palpita con más violencia y la parte baja de mi estómago se acrecienta una sensación increíble maravillosa en todos los sentidos, lo quiero dentro de mi, lame, chupa, succiona mi pezón y grandes gemidos salen de mi boca sin control alguno.

- Me estoy volviendo loco - masculla sin detener su labor en mi seno izquierdo - al escucharte gemir así para mí, eres preciosa.

- ¡Ahhh!, Marcelo, ya no aguanto más - él sonríe victorioso y muerde delicadamente mi pezón haciéndome jadear en placer, tengo mis ojos cerrados gimiendo como una loca. - ¡Ahh! ¡DIOS!

- Gime para mí, mi preciosa.

De un momento a otro, deja el seno izquierdo y comienza a bajar lentamente hacia mi estómago repartiendo besos húmedos y cuando por fin llega a mi feminidad, toma un extremo de mis bragas y comienza a bajarla con los dientes, yo me levanto un poco para facilitar su labor, despues que quedo completamente desnuda y totalmente expuesta a él se queda quieto y abro mis ojos lentamente y veo como mira mi feminidad con adoración, traga saliva.

- Estas tan lista para recibirme, niñita - suelta con voz ronca y sexy. - Ya no aguanto más.

En fracción de segundos, se quita la única prenda que lo cubría dejándome ver su parte gloriosa, abro mis ojos ante semejante vista y es tan malditamente sexy, comienza a masajear su miembro haciendo movimientos de arriba hacia abajo mientras se acerca a mi lentamente, no sin antes extraer de su pantalón un preservativo y colocarlo, cuando ya está sobre de mi con sus manos en cada lado de mi cabeza, se acerca y toma posesivamente de mis labios, recuesta su cuerpo sobre mi sin llegar a aplastarme, su miembro roza con mi feminidad y me remuevo para buscar más contactos de él.

- Quieta... - Masculla.

- Me estas volviendo loca - él sonríe en mis labios.

- Tú me tienes loco, mi cielo.

De un momento a otro, comienza a mover sus caderas de arriba hacia abajo, su miembro deslizándose una y otra vez entre mis pliegues, haciéndome gemir fuerte. Muevo mis caderas en busca de un contacto más profundo y él sonríe dejando de moverse en el acto.

- ¡Eres un desgraciado torturador - suelto entre jadeos.

- Te dije que me pagarías toda las que me has hecho.

Sonrío y él vuelve a moverse deslizándose entre mi feminidad...

- ¡AHH! - Sonríe el muy maldito que hace cosas tan buenas como estas, se acerca a mis pechos y vuelve a introducir mi pezón izquierdo en su boca. - ¡Oh Dios, Marcelo!

- ¿Te gusta? - Masculla con un deseo palpable en su voz.

- ¡Ahhh, si! ¡Me encanta! - Suelto entre jadeos.

Se detiene y frunzo el ceño en desaprobación, me sonríe perverso y traga saliva.

- Me voy a morir - Jadeo.

- Yo también me estoy torturando, nena. - Suelta con voz ronca y la excitación de nuestros sexos es descomunal. - Ya no puedo más.

Se posiciona en mi entrada y nuestras miradas coinciden, ha llegado el momento, ese momento que él anhelaba y yo también, me mira y me desarma por completo, mueve un poco sus caderas haciendo un poco de presión hacia dentro, un jadeo sale de mi, él entra en mi lentamente y debo admitir que es un poco doloroso contando que es mi segunda vez, el me mira con los ojos totalmente oscurecidos y baja su rostro para besar mis labios, haciendo que mi corazón quiera salir de mi pecho, me besa con posesión sin llegar a ser rudo, entra un poco más en mi interior y un gemido sale de mi boca, cuando entra por completo, se queda quieto y deja mis labios para concentrarse en mis senos, con una mano masajea el derecho y cuando su boca toca el izquierdo me veo desfallecer, comienzo a mover mis caderas para indicarle que puede moverse y lo hace.

Sus caderas arremeten contra mi y sensaciones deliciosas se apoderan de mis sentidos, ya nada me incomoda, todo es puro placer, ver a este hombre sobre mi saliendo y entrando de mi interior me está volviendo loca.

- Eres perfecta para mí. - Masculla entre jadeos y en mi interior se arremolina un nudo satisfactorio que amenaza con estallar.

— ¡Más rápida! ¡Ahhh! — Demando entre jadeos y perdida en él.

Así lo hace, arremete con más ímpetu contra mi y levanto mis caderas impulsandola en su dirección para un contacto más profundo, esto es impresionante, mis senos siguen un va y ven por los movimientos de nuestros cuerpos. Gemidos incontrolables salen de mi boca, gruñidos implacables salen de todo él mientras arremete contra mi, levanto mis caderas para una mayor profundidad en sus estocadas, estamos gimiendo como dos locos, sudados y nuestras respiraciones son un desastre.

Quiero decir tantas cosas en momento, estoy perdida en esta aura de extasis y placer, me estoy volviendo loca, estoy a punto de alcanzar el órgasmo.

- Eres mi preciosa. - Masculla entre jadeos, preso del deseo y es como si eso fuera un detonante para mi interior. - Solo mía.

- ¡Ah! - exclamo perdida en sensación poderosa y deliciosa de un órgasmo, me siento en el cielo ahora mismo.

Gemidos tras gemidos salen de mi, él continúa entrando y saliendo de mi interior, sus manos inquietas aprieta mi seno y sus labios preciosos van de mi boca a mis senos, sus gruñidos son tan sexys que me vuelven loca, es después de un par de estocadas más que alcanza su liberación.

Nuestras respiraciones son un desastre total, el se acerca a mi y da un casto beso en mis labios, aún sigue sobre mi, sus brazos están de lado a lado de mi cabeza, nuestras miradas conectadas, decimos tanto con esta, no hacen falta las palabras. Me mira de esa manera tan profunda que temo que este mirando a través de mí.

- Eres tan preciosa. - Masculla con voz inaudible, como si lo estuviera diciendo para si mismo.

Levanto uno de mis brazos y con mis dedos trato de arreglar su alborotado y rubio cabello, el traga saliva y cierra sus ojos, aprovecho para pasar las llema de mis dedos por su rostro, su nariz, sus pómulos y de más. El se acerca y da un beso en mis labios soltando la respiración, aún nos estamos recomponiendo a lo que hicimos.

Trago saliva, estamos en silencio, procesando todo lo que acaba de suceder.

El sale de mi y retira el condon de su miembro, lo coloca en una pequeña papelera que no recordaba que estaba aquí, se acuesta a mi lado y coloca su cabeza en mi pecho izquierdo, llevo mis manos a su cabeza y comienzo a acariciar su cabello.

No puedo dejar de pensar en todo esto y en lo mucho que me ha gustado todo lo que hicimos, siento como el traza círculos en mi abdomen haciendo que un cosquilleo empiece a sentirse en mi interior queriendo repetir lo que ha sucedido.

- Marcelo - Llamo su atención, tengo mi vista en el techo.

- ¿Uh? - Responde levantando su cabeza para mirarme. - ¿Qué pasa?

Llevo mi mirada hacia sus hermosos ojos y trago saliva, mi corazón se acelera ante lo que voy a soltar.

- Quiero más - mascullo y el levanta una ceja con picardia.

- ¿Quieres más de qué? - pregunta con voz ronca y se escucha tan sexy, estoy segura que sabe la respuesta, pero le daré el gusto de escuchar lo que quiere, mis mejillas comienzan a calentarse y procedo a hablar.

- Tú sabes lo que quiero - Respondo de manera seductora y el traga grueso y con dificultad, sus ojos estan muy oscurecidos, me dan a entender que él también quiere.

- A ver, niñita, iluminame, por favor, - suelta a punto de perder el control. - Dime que es lo que quieres y te lo daré.

Sonrío perversa y sus ojos penetrantes desbordan deseo y excitación, sé lo que quiere escuchar de mis labios y se lo dire:

- Quiero tener sexo contigo nuevamente.

- Demonios, Keily... - Se mueve rápidamente quedando sobre mi y sonrío con picardia abriendo mis piernas para él. - Eres un pequeño demonio y eso me encanta, tendrás todo lo que me pidas, niñita.

Y es así como vuelve a besarme con desenfreno y correspodo de la misma manera, sus manos inquietas recorren cada rincón de mi cuerpo haciéndome suya una vez más.

♧♧♧

En estos momentos estoy acostado en una vieja cama con la niñita en mis brazos, se ha quedado dormida después que tuvieramos sexo dos veces más, la tengo como garrapata pegada a mi y eso me agrada, los dos estamos totalmente desnudos, su cabeza descansa en mi pecho, uno de sus brazos rodea mi torso y sus piernas se entrelazan con la mía, juro que ansiaba este momento como un desquiciado, como un moribundo deseando vivir, como un mendigo deseando que comer.

Keily se ha metido en lo más profundo de mí ser y es por eso que me sentí tan impotente ante todo lo que me confesó, nunca en mi vida había estado tan enojado con personas que no conozco ¿Cómo pueden hacer daño a un ser inocente? ¿Como puede existir tanta maldad en el mundo?

Admito que al llegar a este lugar y verla me hizo sentir bien, más aún con el recibimiento que me dio, sonrío al recordarla saltar sobre mi y besarme con firmeza con esos labios que parecen fuego y arrasan con todo en mi interior.

Hoy ella me contó tantas cosas, sentí su dolor hasta el punto de no soportarlo más y querer que se detuviera, pero también quería que sacara todo aquello y si eso le hizo bien, me doy por bien servido.

Han pasado alrededor de tres horas y lamentablemente debemos de volver, se lo prometí a Sarah. Siento como mi pequeña niñita, se remueve sobre mi, doy un beso en su coronilla y se acomoda más en mi pecho, parece un hermoso Koala durmiendo, sube una de sus manos desde mi abdomen haciendo camino hacia mi pecho, aún está dormida, lo sé por lo pausada que se torna su respiración, aunque esa simple caricia inocente e inconsciente a hecho estragos en mi interior, nunca antes me había pasado esto, sentir tanto y sentirme vulnerable con una mujer, ni siquiera con la innombrable, esto no tiene punto de comparación.

Trazo caricias por el brazo de ella, ese que se encuentra apoyado en mi pecho, veo como inconscientemente se le eriza la piel, ella me encanta, todo de ella es increíble y el efecto que causo en ella es más que evidente al igual que el efecto que ella causa en mi, trago saliva porque este pequeño demonio se ha convertido en alguien tan importante para mi que temo ser descubierto y destruido.

Demasiado tarde bebé, eres muy evidente...

Trago saliva por qué es cierto...

Siento que debo estar cerca de ella, es como una necesidad que corroe todo mi ser, es como la brisa que acaricia mis males y me hace sentir mejor, ella me hace sentir vivo.

Aún recuerdo, que más de una vez, tomé las llaves de mi auto sin rumbo fijo y consciente o inconscientemente llegué hasta las puertas de su departamento, es como si necesitará verla de todas las maneras posibles. Un día estaba en mi oficina, en la constructora y fue tanta mi desesperación, la extrañaba, que dije a Thomas que me llevará a donde están las instalaciones de su lugar de trabajo, era su hora de salida, la vi salir con otra chica de piel clara, pelo castaño y rizado, no pude determinar bien sus facciones, pues mi vista se enfocaba en cierta pelinegra que me trae trastornado.

Estoy totalmente maravillado con cada una de sus facetas.

La sonrisa angelical.

Su sonrisa perversa.

Las ocurrencias.

Las locuras.

Y cada vez que se enoja, me vuelve un desquiciado, me encanta todo de ella.

Observo como el Koala que tengo sobre mi, se remueve y trago saliva, al sentir como su respiración choca con mi pecho, no me extrañaría que ahora mismo tenga una erección. Verla dormir en mi pecho hace que me sienta complacido y tranquilo. Sé remueve un poco más y comienzo a masajear su cabeza para que se despierte, puesto que lamentablemente tenemos que regresar, su madre habló de una reunión familiar y quiero que ella aproveche todo lo que pueda de su familia, pues debido a la distancia no puede hacerlo como quisiera.

Ella comienza a hacer pequeños círculos con sus dedos en mi pecho, al parecer ha despertado.

— Hola niñita preciosa. — Mascullo hacia ella, levanta su cabeza para verme, llevo la mano que tenía en su cabeza hacia su espalda desnuda y puedo ver una hermosa sonrisa en su rostro en conjunto con esos ojos que me tienen al bolde de la locura desde la primera vez que los vi, que me vieron.

— Hola, cielo — masculla y siento un corrientazo en mi pecho cada vez que me llama de esa manera y sonrío de boca cerrada.

Retiro su largo y abundante cabellera hacia uno de los lados y comienzo a hacer caricias en su espalda y mi otra mano se encuentra sobre uno de sus brazos, específicamente el que esta sobre mi pecho.

— Debemos volver — hablo y ella frunce el ceño sin entender. — Tú madre habló de una reunión con tu familia.

Ella parece comprender y sonríe.

— Si, es una parrilla en el gran jardín o campo abierto como le dicen por aquí. — Explica con calma, doy un asentimiento de cabeza y una sonrisa se pinta en su rostro, es tan preciosa. — ¿Qué tiempo tenemos aquí?

— Llevamos más de cuatro horas aquí. — Ella abre los ojos en sorpresa mientras se incorpora en la cama.

— ¿Tanto? — habla sorprendida y asiento con una sonrisa. — Mierda...

— Esa boquita, señorita... — Rueda los ojos y se pone de pie rápidamente y suelta un quejido.

— ¡Aw! — se queja mientras lleva sus manos a la parte baja de su abdomen, frunzo mi ceño y me incorporo rápidamente y llego hasta ella.

— ¿Estas bien? — Ella se queda quieta y me mira cuando la sostengo del brazo preocupado.

— Es tu culpa — suelta indignada y frunzo mi ceño sin entender. — Me duele aquí.

Aprieto mis labios para no reír al comprender lo que me dice. 

— Te dije que no me provocaras y no me hiciste caso. — Hablo con altivez mientras la atraigo hacia mi, esta completamente desnuda y trago saliva al ver sus pechos, me provoca lamerlos y mordisquearlos ahora mismo, esto es una maldita tortura. — Decidiste jugar con fuego, niñita.

— Eres un idiota. — Suelta y levanto una ceja y me mira a punto de reír, se lo que quiere. — Te dije que eres un idiota.

Sonrío victorioso.

Me acerco a sus labios y la beso con posesión haciendo que la atraiga más a mí deseando más de ella, su lengua pide acceso a mi boca y se lo concedo, ambas lenguas se encuentran creando un estallido de placer, un gruñido sale de mi garganta ante el placer que me embarga, el tener sus pechos desnudos rozando mi torso no ayuda a mi autocontrol, ella lleva sus brazos alrededor de mi cuello, es un movimiento que ya esperaba, saboreo su labio inferior mordisqueando un poco haciendo que de ella salga un gemido de satisfacción. Sé que ambos deseamos más, pero nos esperan, decidimos separarnos por falta de aire, ella esconde su rostro en mi cuello, esta tratando de tranquilizarse y yo hago lo mismo mientras la abrazo.

— Debemos irnos — habla mientras se separa de mi y doy un asentimiento. — Quiero pasar un momento con mi madre antes de marcharnos.

— No tienes que preocuparte, podemos partir cuando lo desees. — Hablo mientras coloco mis pantalones y ella hace lo mismo.

— Gracias por venir por mi, Marcelo. — La observo y se encuentra estática mirándome, — me siento muy feliz de tenerlos aquí.

— Siempre estaré para ti, niñita. — me mira y sus ojos inocentes, esos que me traen en un babeo continuo, comienzan a brillar y mi pecho se encoge. — Siempre iría por ti.

— Mierda — Suelta de repente mientras camina rápidamente en mi dirección, salta sobre mi y me besa.

Estoy de pie con ella ahorcadas sobre mi, la rodeo con mis brazos y sonrío, ella no deja de sorprenderme, su beso es demandante y posesivo, me encanta que sea de esa manera, introduce su lengua en mi boca en busca de contacto con la mía, ambas entran en un juego que nos hacen querer más. Su respiración errática se mezcla con la mía que no está mejor que la suya, al cabo de unos segundos, nos separamos.

— Te juro que si no nos tuviéramos que ir, te hubiese follado aquí y ahora. — Suelta de repente y levanto una ceja a punto de reír, esta mujer no tiene filtros y me vuelven loco sus ocurrencias.

Quiero hundirme en ella nuevamente...

— No tengo inconveniente con ello — hablo egocéntrico en su dirección y me sonríe abiertamente, aún la tengo sobre mi, — podemos hacer lo que quieras.

— No me tientes, Sandoval, no me tientes.

Sonrío de lado.

Da un rápido beso en mis labios y baja sus piernas, se dirige hacia donde se encuentra su ropa restante, ya había puesto sus pantalones y botas, veo como se coloca la blusa y acomoda su largo y abundante cabello negro.

Evito no babear por ella...

Después de unos minutos más, ambos estamos caminando a través de la gran vegetación que rodea al gran río, estamos de manos atadas, ya eso se ha hecho una costumbre para mi y creo que para ella también.

Llegamos en donde se encuentran los caballos entre pláticas, ella siempre tiene algo de que hablar y me encanta escucharla.

La acompaño hasta su caballo y la tomo de su cintura para ayudarla a subir, supongo que aún se siente un poco incómoda y adolorida, pues no olvido que este es su segundo encuentro sexualmente y hoy lo hicimos tres veces.

¿Cómo sabes que no estuvo con alguien más después de ti?

Sonrío, simplemente lo sé.

Ella toma las riendas de su caballo mientras me agradece. Me subo al caballo llamado Tormenta y veo como ella gira y comienza a cabalgar lentamente, yo la sigo de cerca.

Es un deleite verla cabalgar, su forma de hacerlo me hace saber que creció en ello, que le apasiona montar y disfrutar del campo. Esta niña es la pieza que encaja y desencaja en mi vida y para ser honesto es lo que tanto me asusta.

Muevo las riendas para impulsar al caballo a ir más rápido y alcanzar a mi adorado tormento, pero ella motiva a su caballo a ir más deprisa, la veo reír y eso hace que mi pecho se caliente. Ambos vamos cabalgando entre risas y pláticas.

Llegamos a las caballerizas del rancho y bajo del caballo, un trabajador se acerca y lo toma para llevárselo, Keily llega unos segundos después que yo y la ayudo a bajar de su caballo, ella suelta una pequeña carcajada cuando la sostengo por la cintura haciéndome reír en el momento.

Ay Marcelini, tu estas de risita en risita hoy...

Nos damos un beso, le sostengo el rostro con ambas manos y ella tiene las suyas una de cada lado de mi torso, el beso es suave y este intervinen nuestras lenguas causando un sin fin de sensaciones en mi interior.

Al cabo de unos segundos más nos separamos y ella lleva una de sus manos para peinar mi desordenado cabello mientras sonríe, luego caminamos hacia el interior de la casa, no hay nadie, todos deben estar en campo abierto, Keily nos dirige hacia una de las habitaciones y al parecer es donde se está quedando.

— Puedes tomar un baño — la escucho decir, mientras se mueve de aquí y para allá. — Te traeré ropa para que te des un baño.

La miro con el ceño fruncido, ya es la segunda vez que me hace eso, me hace usar cosas que no son mías, ella me mira divertida y se encoge de hombros restando importancia a mi mirada fulminante.

— No quiero usar...

— Pues te quedas con tu pene sucio y sudoroso — interrumpe sin filtro, casi abro la boca como una O y ella sonríe. — La buscaré y es tu decisión si quieres bañarte.

Sale de la habitación con altanería, esa niñita anda buscando un par de nalgadas. La veo regresar y coloca todo sobre la cama, la veo entrar la baño y es después de unos buenos minutos que la veo salir, me mira divertida, tengo los brazos cruzados y el ceño fruncido, no dice nada, suelto el aire y me dirijo al baño, me di un regaderaso y salgo, la niñita, esta vestida, unos pantalones que se ajustan muy bien a su cuerpo y una blusa muy parecida a la anterior, solo que tiene un tono más oscuro, veo como trata de peinar su cabello es una trenza que cae al lado derecho de sus hombros, se ve preciosa.

Por mi parte decido colocar la ropa interior nueva que ella ha traído para mi y decido usar lo que traje puesto, no me gusta usar ropa que no sea mía.

Escucho como silba en mi dirección mientras coloca su sombrero.

— Pero que bueno esta usted, señor Sandoval. — Habla haciéndome reír.

Lo dicho, tu risita se hizo permanente...

— Gracias, nena. — Hablo mientras sonrío. — No sé si lo notaste, pero es la misma ropa que traía puesta.

— Lo sé, solo dije lo que querías escuchar.

La miro fulminante y ella sonríe, me acerco a ella y le doy un beso corto en sus labios, la tomo de la mano y juntos salimos de aquí.

Después de unos minutos más llegamos al campo, es un ambiente muy familiar, hay música y han traído juegos de mesa de diversos tipos, se pueden ver las parrillas y varios bocadillos y bebidas en diferentes lugares aquí.

La pelinegra que se parece mucho a Keily, creo que se llama Fran Irene, se acerca a la niñita y la arrastra hacia un lugar en donde se pueden ver un grupo de mujeres.

— ¡Hijo! — exclama Sarah, la madre de Keily en mi dirección. — ¿Cómo la pasaste en tu paseo?

Sonrío de boca cerrada hacia la dulce señora.

— Lo disfruté bastante — Respondo y ella sonríe abiertamente.

— Me da gusto, cariño. — La dulzura de esta señora, definitivamente fue heredada por Keily al igual que sus hermosos ojos avellanas. — Tengo una advertencia para ti, es sobre mi hijo.

Frunzo mi ceño curioso y ella sonríe.

Me dice unas cuantas cosas que me hacen reír y a ella también, me cae tan bien. Luego, ella se retira a ayudar con algo de la parrillada y me acerco a Cristian quien esta con Iván, me encuentro con los brazos cruzados, todos platicamos de diferentes cosas e incluso de trabajo y es interesante saber que Iván es Publicista en relaciones internacionales, es bueno saberlo.

Al pasar el tiempo entre platicas, un pelinegro muy parecido a mi niñita, se acerca con gesto intimidante, sin embargo, no me intimida ni un poco, todos hacen silencio y Cristian aprieta los labios para no reír, Iván silba pasando sus manos por su cabello mirando hacia otro lado.

— ¿Tú quién eres? — Cuestiona el pelinegro con el ceño fruncido y yo mantengo mi gesto pétreo.

— ¿Quién eres tú? — Respondo con la misma pregunta, aún sigo de brazos cruzados, tenemos la misma altura.

Nos miramos desafiantes el uno al otro, no me intimida y estoy seguro que yo tampoco a él, ninguno retira la mirada del otro y es después de la intervención de Iván que el silencio creado se vuelve a llenar.

— Ya hombre — Palmea mi hombro y repite la misma acción con el pelinegro. — Jason, deja tu celos.

Jason Andersson, hermano de Keily, ya sabía de él hace mucho tiempo, sin embargo, Keily nunca lo mencionó hasta hoy y entiendo sus motivos, estaba dolida con él y también tenia temores que debía derrumbar.

— No conforme con montar mi caballo sin mi consentimiento — habla el pelinegro con su rostro pétreo — Casi atragantas a mi hermana con tu lengua metida hasta su galillo, en las caballerizas.

Casi sonrío, pero no lo hago, aunque no puedo decir lo mismo de Iván y Cristian.

— Tienes suerte de que aún respire. — Hablo del mismo modo hacia él, sin ningún tipo de expresión en mi rostro.

— Es una niña y tú un vegestorio para ella. — Casi sonrío, pero no lo hago. — Eso es inconcebible.

— Inconcebible o no, tu estas aquí y Keily también. — Suelto sin ningún tipo de expresión y él frunce el ceño sin entender y continúo — Tú padre era un vegestorio cuando se casó con tu madre cuando ella tenía dieciocho y él treinta y cinco, — Me mira sin poder creer lo que le estoy diciendo y casi me río en su cara, — eso sí es inconcebible, sin embargo, ustedes están aquí.

Sonríe abiertamente.

— Mamá te lo contó ¿no es cierto? — Asiento y él niega con la cabeza mientras sonríe — ¡Mamá! ¡No debiste decirle eso!

La señora gira su cabeza y observa a su hijo divertida mientras le guiña un ojo.

— Nunca va a cambiar, siempre me deja en ridículo. — Continúa el pelinegro, me mira y sonríe. — Jason Andersson, hermano del monstruo ese que mi mamá le puso Keily.

Sonrío de boca cerrada

Extiende su mano hacia mi y la estrecho con firmeza. — Marcelo Sandoval.

— Que aburrido, — habla Cristian indiferente, — pensé que se irían a los puños.

Iván ríe mientras choca su vaso con el de Cristian con una sonrisa. — Me hubiese gustado ver eso, sin embargo, no podemos arruinar la reunión familiar.

— ¿Qué intenciones tienes con mi hermana? — Pregunta y me agarra desprevenido, Cristian me observa detenidamente y niega con la cabeza, cuando estoy a punto de responder, la escucho.

— ¡Jai! — llega Keily interrumpiendo la conversación, se acerca a su hermano y lo abraza, me mira y guiña un ojo en mi dirección, con eso me hace saber que ha escuchado la pregunta de su hermano y me ha librado de la situación. — Ven quiero comentarte algo, por favor.

Su hermano la mira con los ojos entrecerrados, pero cede al fin y se van juntos e incluso Ivan los acompaña.

— ¡Ay Marcelo! — Exclama Cristian en tono cansado tomando de su vaso. — Eres tan terco en estas cuestiones.

Se a lo que se refiere.

— No quiero hablar de eso. — Levanta sus manos en señal de paz y continúo. — Luego hablamos.

Sigo platicando con mi amigo de algunas cosas y de pronto una pelinegra que no es Keily ni Fran Irene, llama nuestra atención.

— ¡Cristian! — Habla ella a medida que se acerca y entrelaza su brazo con el de mi amigo. — Te estaba buscando para... — Me observa con cautela y luego me sonríe coqueta. — Oh, perdón ¿Quién es tu amigo, Cristian?

Cristian la observa y da una sonrisa de boca cerrada. — Él es Marcelo Sandoval — Doy un asentimiento de cabeza y Cristian vuelve a hablar. — Ella es Esther, prima de Keily.

Con que ella es Esther...

— Mucho gusto — habla ella mientras se acerca y da un beso en mis mejillas, esta coqueteando.

— El gusto es mio. — Respondo sin más.

— ¡Bombón andante! — llama Elena mi atención mientras llega junto a mi y se ancla en mi brazo y me da un beso en la mejilla, Cristian rueda los ojos. — Eres tan guapo.

— Elena... — Suelta Cristian.

— Gracias, Elena, tu también eres muy hermosa.

Ella sonríe a sus anchas.

— ¿Necesitas algo Elena? — Cuestiona el castaño.

— No te preocupes, ya me voy, solo vine a saludar a Marcelo, voy a buscar diversión por ahí.

Cristian frunce su ceño en señal de molestia, estos dos están jugando con fuego. Elena vuelve a dar un rápido beso en mis mejillas y se va, Cristian suelta un suspiro cansado.

— Ahora vuelvo. — Se disculpa y sale detrás de Elena.

Se va y me deja con la que creo que se llama Estela y ella me sonríe.

— ¿Eres de Mérida? — Pregunta y asiento, ella sonríe aún más. — Amigo de Keily.

— Así es. — Respondo sin más.

— ¿Eres familia del novio de Keily?

No se va a callar...

Soy hermano del que era su novio.

— Vaya, no sabía que habían terminado. — No respondo nada. — Es verdad lo que dice Elena. — Frunzo mi ceño sin entender. — Eres muy guapo y me gustas.

— Vaya, eres directa. — Respondo sin ningún tipo de expresión.

— Es una de mis cualidades. — Indica en mi dirección voz seductora. — ¿Yo no te gusto?

Pero qué demonios...

No me agrada, Marcelini...

No, no me gustas — Respondo con firmeza y sin ningún tipo de expresión. — Me gusta esa mujer de allá. — Señalo hacia la pelinegra quien da saltos de alegría, al parecer le ha ganado a su hermano en un juego de mesa.

— Eres muy honesto, — habla con molestia y sonrío de lado.

— Es una de mis cualidades. — Respondo. — Si me disculpa debo ir por mi amigo.

— No se como puede gustarte alguien así — Contraataca, Esthefany molesta, al parecer no quiere a Keily. — Es una mujer que consumía drogas y además...

— No te molestes en hablar mal de ella en mi presencia — Suelto con voz dura y veo como si rostro se contrae en enojo. — Estoy enterado de ello y la acepto tal cual es, no importa nada de su pasado, absolutamente nada importa, solo ella y su presente.

Veo como aprieta los puños.

— Déjame contarte un par de cosas y...

— No hace falta. — Respondo con dureza, ya estoy cabreado.  — No lograras nada haciendolo, con permiso.

Voy hacia donde se encuentra el señor Presley y comienzo a platicar con él sobre algunas cosas y es así como Cristian y yo pasamos un agradable momento con la familia de Keily, ella es feliz aquí, salvo en alguna ocasión que la vi discutir con su prima Steicy.

Llega el momento de irnos, estamos todos en la pista de aterrizaje, Esthela no quita la vista de nosotros y de vez en cuando mira hacia donde está Keily quien está riendo de algo que le dice Iván, la mira con envidia.

— Ella es de cuidado — habla Cristian mientras miramos al mismo punto.

— Lo sé. — Respondo.

Todos comienzan a despedirse, Sarah nos da un fuerte abrazo y lo que no puede faltar, su bendición. Veo como las dos pelinegras, Fran Irene y Keily, se funden en un abrazo.

Ella si me agrada, Marcelini...

Keily tiene sus ojos cristalizados mientras se despide de su mamá y luego de su hermano.

— Marcelo — Jason llama mi atención, — fue un placer, tenemos una conversación pendiente.

— Ya vuelves con los mismos, Hulk... — Reprende la niñita y su hermano sonríe.

— Ya monstruo, no te enojes. — Besa la coronilla de su hermana y ambos se dan un abrazo.

Todos nos despedimos y arribamos al helicóptero para ir a la ciudad de Mérida con destino a casa.

♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Capítulo nuevo.

Espero les guste.

Las quiero muchísimo, mis niñitas endemoniadas ❤

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