Capitulo 47 "Me tienes loc@"


Suelto un suspiro cansado mirando por la ventana de la habitación que estoy ocupado en el rancho de mi tío, es temprano aun, y ya me encuentro lista para ir a recorrer el campo a caballo y pasar un poco de tiempo con mi madre, ya que nuestro vuelo, contando con Elena, es en horario de la noche.

Aún me siento mal por todo lo sucedido el día de ayer, fue duro enfrentar que aún hay personas que me juzgan sabiendo a la perfección todo lo que pasé, trago duramente, al darme cuenta que mi pasado aún pesa demasiado sobre mi espalda y tengo mucho temor porque personas a las que amo mucho y que aún no conocen de este, se alejen de mi al enterarse.

Mi familia sabe todo, puesto que somos muy unidos, mi madre y mi tío son inseparables como lo han podido notar y así también fue nuestra crianza, la de mi hermano y yo en conjunto con nuestros primos: Ivan, Fran Irene y la manzana de la discordia, Esther. No juzgo a nadie, no me gusta, tampoco quiero juzgar a Esther por todo lo que dijo a noche, pues sus palabras no son del todo mentira.

Esther es la mierda que toda familia debiera usar para abono de las plantas...

No digas eso conciencia.

Pero ella siempre a actuado así contigo, Keilisita, desde niñas...

Si, es verdad, desde que eramos pequeñas ha sido de esa manera, desde que nos enseñaban cualquier cosa ya sea montar o bailar, yo captaba un poco más rápido que los demás y los adultos celebraban esto diciendo lo genial e inteligente que era, entonces ella se molestaba.

Miro el imponente campo que se abre a través de mí ventana y suelto un suspiro lento al ver tan hermoso lugar, los trabajadores de mi tío haciendo su labor desde tempranas horas de la mañana e imagino que este será un largo día. Quiero irme, no me siento nada cómoda a sabiendas que he importunado a un miembro de la casa y me ha corrido sin más.

Siempre haz dicho que no tienes el chip del sentido de la vergüenza activado, Keilisita, así que te resbale lo que diga esa energúmeno de Esther...

No es tan fácil, conciencia...

Lo sé, pero eres Keilisita, mi Keilisita, tú puedes con esto...

Awww, conciencia, eres mi terroncito de azúcar, te amo...

Ya, ya Keilisita, no te pases...

Sonrío levemente.

Aun estoy muy triste y por tal razón, no he querido salir a disfrutar de esta hermosa mañana. Hablar con Marcelo me hizo muy bien, ese rubio tiene la capacidad de hacerme olvidar de mis problemas, de tan solo pensar en él, mi día se vuelve más colorido e incluso, ahora mismo, me encuentro sonriendo.

Es que Marcelo es todo lo que esta bien para nuestro corazón.

Mi ánimo no decayó por completo, saber que ya limé asperezas con mi hermano, me hace sentir mejor, no lo niego. Saber que mi madre está tan contenta por ese hecho me saca otra una sonrisa. Sé que fui egoísta con Jason, debí escucharlo antes, pero no estaba lista y era tan grande mi temor que no pensé en que él también no la tuvo fácil, que ha sufrido tanto o más que yo. Unos de mis temores era dejarlo pasar nuevamente a mi vida y que volviera a pasar algo en donde él tuviera que intervenir y desgraciarle la vida otra vez. Eran muchos mis miedos, era mucho mi egoísmo, pero como humanos que somos tenemos derecho a enmendarnos y tratar de hacer bien aquello que no estuvo correcto.

Cierto, Keilisita...

Miro por todo el lugar buscando un indicio de Elena, ella se quedó conmigo anoche, sin embargo, cuando abrí mis ojos en la mañana, ya no se encontraba, lo más extraño de todo esto es que ella no suele madrugar tanto estando aquí en el campo.

Hago una respiración profunda y vuelvo a mirarme al espejo, aún existe un pequeño rastro de haber llorado, pero es más la tristeza que otra cosa. Me puse una camisa azul mangas largas ajustada a mi cuerpo y un poco remangada, unos vaqueros ajustados, unas botas, llevo mi largo pelo rizado al natural y suelto, el pelo ha crecido bastante, creo que habrá que cortarlo en algún momento.

Tomo mi sombrero y decido dar la cara a mi familia, salgo de mi habitación y recorro los pasillos del rancho en busca de mi madre.

Después de una búsqueda exhaustiva, me dirijo a la cocina y al entrar a la veo platicando y riendo con mi hermano, ninguno de los dos se percata que he llegado.

- Buenos días, - ambos giran sus rostros hacia donde estoy y me brindan una sonrisa que correspondo de inmediato. - ¿Cómo están, mis amores?

Ambos se ponen de pie y se dirigen hacia mí.

- Mi niña, - habla mi madre mientras abre los brazos en mi dirección. - Ven aquí, ¿cómo dormiste?

- Estoy bien, mamá, - hablo ya rodeada de sus brazos y sonrío. - ¿Tú cómo estás?

- Estoy muy bien, cariño, - expresa con una sonrisa gigante en su rostro.

Sonrío, me encanta ver a mi madre feliz. Llevo mi mirada hacia el pelinegro que se encuentra aquí, me sonríe y yo le correspondo.

- Hola monstruo.

Mi sonrisa crece notablemente y me acerco a él para abrazarlo.

- Hola feo Hulk, - suelto y siento como ríe mientras nos abrazamos.

Jason es un excelente ser humano y siempre fuimos muy unidos, el que ahora estemos juntos de nuevo me hace sentir en paz.

- No saben lo feliz que estoy de verlos así, - habla mi madre y ambos giramos hacia ella sin romper el abrazo, sonreímos y siento como Jason da un beso en mi coronilla. - Soy la mujer más plena del mundo al ver a mis dos tesoros así.

- Yo también estoy muy feliz, mamá. - Expreso con una sonrisa.

- Tenía tantas ganas de molestar a este monstruo que pensé que moriría al no hacerlo. - Suelta Jason mientras aprieta su abrazo y trago saliva. - Te amo mucho, monstruo.

- Yo... yo... - mi voz sale entrecortada, un nudo se apodera de garganta en este momento, me siento mal de haber sido tan egoísta, escondo mi rostro en su pecho, él soba mi espalda. - Yo te pido perdón, mano, no deb...

- No tienes porque hacerlo -Me interrumpe mientras me separa de él para mirar mis ojos que ahora mismo están cristalizados. - Ya todo paso y lo importante es que tengo la oportunidad de molestarte todo lo que quiera, eres mi monstruo, mi nena.

Mi madre y yo reímos, me apego más a él y me abraza más fuerte.

- Te amo, Jei. - Hablo mientras me acurrucó más a él.

- Yo te amo más, monstruo. - Suelta él en un susurro y sonrío.

- ¡Tengo hambre! - grita Elena y todos giramos hacia ella quien hace su entrada a la cocina, viste unos pantalones Jean y una blusa color rosado que ha hecho un amarre en su cintura permitiendo ver su abdomen y de calzado tiene unas botas un poco altas, lleva su abundante cabellera roja suelta, se ve hermosa.

- Madrugaste, - hablo hacia ella mientras me separo de mi hermano y pongo mis brazos en forma de jarra. - ¿Qué te despegó de la cama tan temprano?

Ella toma una uva de la frutera que se encuentra en el comedor de la cocina y habla mientras come.

- Tenía algo que resolver con Tío Roberto, nena. - Habla ella despreocupadamente mientras entra una uva en su boca. - Por cierto, te quedan bien esos Jeans, Kei, resaltan aún más tu trasero.

Ruedo mis ojos.

- ¿Qué cosas estabas resolviendo? - Indago ya que noto a esta pelirroja muy extraña. - ¿Porqué estas tan misteriosa?

- Luego te cuento, Kei, - Responde ella, - quiero que me lleves a campo abierto, quiero montar hoy, tengo ganas de soltar un poco de adrenalina.

- Está bien, después de desayunar nos iremos ¿Estás de acuerdo?

Mira su reloj y sonríe. - Sí, estoy de acuerdo, nena. - Mira a mi madre y Jason que están aquí y continua. - Mamá Sarah y Jei, ya los vi temprano, sin embargo, mamá, quiero hablar contigo, si estás de acuerdo, a solas.

Sospechoso.

Mi madre asiente con una sonrisa y yo las miro a ambas, frunzo mi ceño, esta tan rara la señorita Elena, el día de hoy.

- Vamos por aquí, - le dice mi mamá a Elena con una sonrisa, todos ellos se traen algo. - Ustedes adelántense al comedor, mis niños.

Jason y yo compartimos una mirada, pues creo que se a dado cuenta del gran misterio que envuelve a la pelirroja, sin otra opción, damos un asentimiento con la cabeza y la vemos salir de la cocina mientras que nosotros nos dirigimos al comedor.

Pasan alrededor de veinte minutos y estamos todos en el comedor, la familia está completa y todos hablamos como si nada hubiera pasado el día anterior, puedo notar que Esther está muy callada e incluso es la única que no habla.

Gracias a Dios porque no quiero tener la oportunidad de entrar un trozo de pan en la boca podrida que tiene...

Sonrío.

- Niñas, es una pena que no puedan quedarse más tiempo, - habla la tía Sonia. - Nos ha faltado tiempo para compartir.

- No te preocupes, tía Sonia - habla Elena sonriente mientras come, - volveremos pronto.

- Eso esperamos todos nosotros, - habla Iván en nuestra dirección mientras sostiene los cubiertos, - ver a la fiera y a Elena aquí es un deleite.

- La verdad es que si, - habla Fran Irene con una sonrisa mientras toma jugo de su vaso, - En la tarde estaremos en el campo abierto, haremos parrillas, tomaremos y bailaremos.

- Eso suena excelente, - habla Jason. - Yo tengo que salir temprano, pero ahí estaré, también tengo que regresar a los Ángeles mañana temprano, tengo asuntos que resolver en la empresa.

Mi familia tiene una empresa de transporte ¿Qué transportan? Todo lo que el cliente necesite que le transporte siempre y cuando sea legal. La compañía cuenta con cientos de camiones alrededor de los Ángeles y también con aviones de carga, si el cliente necesita transporte a larga distancia. La verdad es que le va muy bien.

- Será difícil despedirme de mis bebés. - Habla mi madre con amargura y luego sonríe. - Pero estoy feliz de haberlos tenido aquí.

Todos reímos.

- Bueno, no hablemos de despedidas ahora, - habla tío Roberto con una sonrisa. - Tenemos un día completo para pasar en familia y unos integrantes más que se nos unirán más tarde.

- ¿Ah sí? - Cuestiona Esther intrigada. - ¿Quién nos visita, papá?

- Son unos conocidos míos, pronto lo sabrán. - Habla él mientras limpia su boca con una servilleta, - Ahora tengo que retirarme, hay cosas que hacer.

- ¿Acaso vas a la ciudad, papá? - Pregunta Esther mirando al aludido, mi tío asiente. - Necesito ir por mi carro que está en el taller y así te aprovecho.

Todos comenzamos a hablar y reír un poco en la mesa, la familia es una buena medicina. Me disculpo para ir a mi habitación por mi celular, no quiero dejarlo, por si acaso el rubio me llama, hoy debe estar descansado o en familia.

Cuando ya estoy en mi habitación y recojo mi celular, verifico que hay un mensaje desde antes de las siete de la mañana de nada más y nada menos que de mis ojos de cielo, sonrío al leerle.

Buenos días, mi cielo.
Espero que hoy tu día
sea mejor que el de ayer.

♡ Buen día, Cielo...
Espero que tú también
tengas un domingo
estupendo.

Ya mi día es estupendo
con tan solo leerte y podría
mejorar aún más cuando
pueda verte.

Mi corazón late con violencia y sonrío con tan sólo esas palabras, loo extraño mucho.

♡ Pronto nos veremos,
también quiero verte,
cielo, aunque mi vuelo
es en la noche, es posible
que sea hasta mañana...

Puede que así sea,
hay cosas que hacer
aquí y hay que madrugar.

Una ola de decepción corroe mi pecho, entiendo perfectamente al rubio que atormenta mi corazón, pero lo extraño mucho, extraño que me abrace y me proporcione seguridad.

♡ Entiendo ;)
No te preocupes.

Lo lamento mucho,
Niñita. Será mañana.

Cuídate ¿si?

♡ Está bien, cuídate
tú también.❤

Trago saliva y guardo mi celular, en una cartera de cintura una "Belt bag" para ser exactos y me trago mi deseo de ver a este hombre, lo entiendo y si no se puede, no se puede, aunque el muy idiota lo haya prometido el día de ayer.

No pienso dar mente a nada de eso y salgo de mi habitación para ir con Elena a montar.

- La verdad es que tú no tienes vergüenza, - habla Esther quien se encuentra cruzada de brazos en el pasillo. - Te pedí que te largaras de mi casa y aun sigues aquí.

Endoso una sonrisa de boca cerrada y tomo la misma postura que ella y hablo:

- Es que tu no mandas aquí, no tengo porque irme de mi casa... - ella aprieta los puños. - Te recuerdo que este rancho es de mi tío y él está más que feliz de tenerme aquí.

- Pues no me importa, Keily, no me gusta compartir el mismo espacio que tú, drogadicta.

Trago saliva, quiere herirme aún más, ella sabe que me duele y por eso lo hace, un nudo se instala en mi garganta, sin embargo, no le demuestro nada y como puedo decido hablar:

- Si no quieres compartir el mismo espacio que yo, prima, - hablo con voz suave y con sarcasmo, - bien puedes largarte y regresar cuando ya me haya ido, cariño.

- Te odio tanto. - Suelta entre dientes y sonrío con altanería.

- No puedo decir lo mismo, Esther, no pierdo mi tiempo odiando a quien no vale la pena.

Retomo mi camino hacia las caballerizas en donde me debe estar esperando Elena, no sin antes pasar por el jardín en donde está mi madre para darle un beso en sus mejillas, paso un par de palabras con ella y me dice que Jason ha salido y que volvería más tarde, después de unas palabras más me despido de ella y voy hacia donde se encuentra mi amiga.

Me encanta el campo, respirar el aire fresco es increíble y me despeja la mente.

- ¿Por qué tardaste tanto? - Cuestiona Elena mientras pasa sus manos por un caballo que está listo para montar. - Pensé que te tendría que ir a buscar.

Sonrío.

- Tuve una pequeña discusión con Esther. - Ella me mira y me analiza, - no te preocupes, estoy bien.

- ¿Ahora que te dijo esa mal parida, ah? - se cruza de brazos, la pelirroja está cabreada. - No quiero saber de que te haz dejado insultar de nuevo, Keily, por de ser así te juro que...

- Tranquila, en verdad estoy bien. - La miro con una sonrisa para tranquilizarla. - No me he quedado callada, no sería yo si lo hiciera.

Ella sonríe. - Más te vale, nena, porque te juro que no me quedaré de brazos cruzados, - en verdad que no tolera ni un loco a Esther, mi amiga siempre a dicho que me tiene envidia, pero creo que no es cierto. - Es más, no me menciones a esa estúpida, a menos que no sea para pedirme de favor que le dé una golpiza - suelta con enojo. - Y te pido que no pongas caso a nada de lo que dijo esa energúmena.

Sonrío.

- Como si fuera tan fácil olvidar.

- No lo es, pero hoy lo harás, - responde con una sonrisa. - Le dije a Tony que trajera a Salvaje, tu caballo.

- Gracias, Eli.

Vemos como Tony, trae el caballo, Salvaje, me lo regalo mi padre cuando tenía once años, ese caballo es especial para mi.

Tony me mira insistentemente, traga saliva, es un hombre muy guapo y hace unos años atrás me confesó estar enamorado de mi desde pequeños, pero fui clara con él.

Tony creció aquí en el rancho, su padre fue el capataz por muchos años y luego de este morir, su hijo quedó a cargo. Sé que, por la mirada que me da, sus sentimientos no han cambiado mucho que digamos.

- Buenos días, Keily, - habla Tony mirando en mi dirección y le sonrío amablemente - aquí está tu caballo.

- Muchas gracias, Tony. - Agradezco y él me sonríe. Paso mis manos por mi hermoso caballo, negro azabache con largo pelaje. Tony me mira embobado, él me llama por mi nombre porque crecimos prácticamente juntos aquí en el rancho, su mirada es un poco incomoda, lo dejo pasar y decido continuar. - Cualquier cosa informa a los señores que podríamos tardar, por favor.

- Está bien. - Me mira y me entrega las riendas del caballo - Vayan con cuidado.

- Gracias. - Agradecemos Elena y yo al unísono.

Monto mi caballo como toda una experta y Elena hace lo mismo, empezamos a cabalgar campo abierto viendo y disfrutando de la vista, esto es impresionante, nunca me cansaré de venir aquí y ver lo hermoso que es este lugar.

Elena se adelanta un poco y llegamos en donde hay una pequeña pista de aterrizaje que pertenece al rancho.

Veo como baja del caballo, hago lo mismo, ella comienza a caminar hacia un árbol de manzanas que hay cerca mientras hablamos y reímos de cualquier cosa. Me cuenta sobre un sexting que ha tenido con Cristian y la reprendo por hacer cosas así.

- Ese castaño está loco, - habla ella mientras ríe, - y de paso me está volviendo loca a mí con cada una de sus estupideces, no lo soporto.

- Yo no me meteré en lo que sea que ustedes dos tienen, pero es mi deber decirte que tengas cuidado.

Ella me mira y traga saliva, sé acerca a mí y me da un abrazo fuerte que correspondo de inmediato con una sonrisa, al parecer algo le pasa que no me quiere decir.

- Gracias, nena. - Habla con un hilo de voz. - Te prometo que no pasará nada y cuando los dos estemos aburridos, lo que sea que tenemos, terminará.

- No creo que sea tan fácil, pero - me separo un poco de ella y levanto mis manos en señal de paz, - Ustedes como adultos que son, enfrentarán las consecuencias.

- No pasará nada, - dice mientras toma una manzana del árbol y comienza a comerla. - Deja la paranoia.

- Como quier...

De pronto, se escucha el sonido de un helicóptero cerca del área y ambas dirigimos la vista al cielo para ver el medio de transporte que se acerca. El aparato tiene intenciones de aterrizar en nuestras tierras y es por eso que, por los movimientos del viento en los alrededores, tenemos que cubrir nuestros rostros un poco.

Despues de unos minutos, ya el helicóptero esta en tierra, podemos ver dos personas bajar de esté y es cuando dejo de respirar.

Escucho que Elena dice algo y la verdad es que no sé, en este momento, mi vista y todos mis sentidos son acaparados por las dos personas que acaban de bajar de ese helicóptero que pertenece a la familia Sandoval.

Ambas personas que aún se encuentran un poquito retirada de donde estamos comienzan a caminar hacia nuestra dirección, se ven tan imponentes, teniendo de fondo el helicóptero aun con sus hélices en movimiento, Cristian viene vestido con una camisa azul remangada hasta la mitad de sus brazos con unos pantalones Jeans negros y unos botines que le quedan fenomenales, en su mano derecha trae un Rolex que deja ver que ahí también abunda la plata y el poder.

Mi vista va hacia el rubio, ese rubio que ahora mismo ha hecho que mis pulmones dejen de funcionar, el muy desgraciado que lo tiene todo muy agraciado, viene vestido con un pantalón de vestir gris que se amoldan bien a sus perfectas piernas, una camisa negra remangada hasta la mitad de sus brazos y unos zapatos combinado con su camisa, en su mano izquierda tiene un Rolex que a simple vista se puede ver lo costoso que es.

Ambos caminan con tanta seguridad y se notan tan imponentes que, de solo ver a Marcelo, el ojo de Cielo, mis piernas y todo lo que soy comienzan a reaccionar a él. Una sonrisa se pinta en mis labios al verlo y verificar una vez más que es un idiota, me dijo que no lo vería el día de hoy y ya venía de camino para acá.

Las manos me comienzan a sudar, mi corazón se vuelve dislocado ante su presencia y mi estómago comienza con sus retortijones, efectos que causa en mí.

Nuestras miradas coinciden y me sonríe abiertamente, me sonríe con esa sonrisa que moja las bragas de cualquier chica e incluso las mías.

Veo como Elena sale caminando con dirección a ellos y yo solo me limito a observar el rubio que tanto quiero. De un momento a otro, tengo deseos de acortar la distancia que existe entre nosotros, no quiero esperar más para abrazarlo y besarlo...

¿Por qué reprimir mis deseos?

Después de unos segundos más, todo sucede en cámara lenta, comienzo a correr en su dirección con una gran sonrisa y lo veo apresurar sus pasos para llegar hasta mi al tiempo que abre sus brazos, corro tan rápido como mis pies lo permiten y cuando estoy cerca, salto sobre él y me atrapa, rodeo su cuello con mis brazos y enredo mis piernas en sus caderas, el me sostiene abrazándome por la cintura y sin esperar un segundo más, uno mis labios con los suyos en un beso lento, pero firme, lo extrañé tanto, sus labios se mueven con destreza y nuestras lenguas jugueteando, este hombre suele despertar todas las partes de mi cuerpo, este reacciona a cada una de sus caricias, mi piel se eriza y es unos segundos después que decidimos romper con el beso.

- Está es la mejor bienvenida que han dado en toda mi vida - masculla Marcelo, aún estoy sobre él y nuestras frentes están unidas. - Al parecer me han extrañado.

Sonrío.

- Una vez me dijeron que así debía de recibirlo, señor. - Sonríe mientras me da un beso corto en los labios. - Dije que no lo olvidaría y, por cierto, sí te he extrañado bastante.

- Yo también te he extrañado, mi cielo. - Vuelve a besarme, pero esta vez no dura mucho, nos separamos y nos abrazamos, lo extrañé, extrañé esta sensación de seguridad que inexplicablemente me da Marcelo.

Bajo mis piernas para volver a tierra con una sonrisa y dirijo mi vista hacia las dos personas que están aquí, Cristian y Elena quienes están en su propio mundo.

- Hola Cristian. - Saludo al castaño. - ¿Cómo has estado?

- ¿Ah? Ahora si me notas. - Habla en mi dirección y le sonrío con malicia.

- El que no me notó fuiste tú porque tenías tu lengua metida hasta la garganta de Elena, así que no te quejes.

Sonríe abiertamente.

- Ven aquí, - habla mientras abre sus brazos en mi dirección para darme un abrazo y eso hago, camino hacia él y nos abrazamos mientras que él da un beso sonoro en mis mejillas. - Esta bellísima, mujeron andante, esos Jeans resaltan tu trasero, ¡Qué buena estas, mujer!

Veo a Elena apretar los labios para no reír.

- Cristian, -reprende Marcelo caminado hacia a nosotros, - ya suéltala y no te pases de listo.

Cristian rueda los ojos.

- Solo digo la verdad, me imagino que todos los trabajadores de este rancho, tienen los ojos en estas dos chicas. - Marcelo lo fulmina con la mirada mientras toma mi mano y me atrae hacia él, mi espalda toca su pecho, el me rodea desde atrás por mi cintura y yo coloco mis manos sobre las suyas. - ¿No es así, Elena?

- Uh, sí, - responde la aludida, - Kei tiene sus buenos admiradores y yo ni se Diga, - Cristian borra su sonrisa y la mira fulminante. - Incluso hubo algunos que nos invitaron a salir, están realmente buenos.

Veo la quijada de Cristian contraerse, Elena lo molesta con eso, por la forma de ella decirlo sé que es verdad y la muy condenada se atreve a aceptar la cita con unos de los trabajadores, es Elena Alvarez.

- ¡¿Estas escuchando, Marcelo?! - siento a Marcelo reír por lo bajo detrás de mí. - ¡Tenía razón, están enamorando a las chicas!

- Si, eso escucho, - habla el rubio tranquilamente.

- ¿Y te quedas así de tranquilo? - gruñe Cristian.

- No tengo porque molestarme. - Vuelve a hablar Marcelo con altivez. - Yo no tengo competencia.

- Que maldito ego el que te cargas. - Suelto separándome de él para mirarlo un poco a punto de reír, el me devuelve la sonrisa. - Eres insoportable.

Todos sonríen.

- Si, niñita, lo que digas. - Habla al tiempo que besa mis mejillas y me atrae más hacia él.

Elena y Cristian se alejen, hablan entre ellos, parecen que discuten, sin embargo, la veo soltar una carcajada, toma el castaño de la mano y este no se deja.

Están locos esos dos...

Marcelo descansa su quijada en mi hombro derecho siento su respiración en mi cuello haciendo que mi piel se erice.

Hay, Keilisita, este rubio está ganando territorio en nuestro corazón.

Trago saliva porque no esta ganando territorio, lo ha ocupado por completo.

- Disculpa que haya venido sin avisar. - Doy un respingo cuando lo escucho hablar, me separo de él un poco y me giro para encontrar el cielo azul de su mirada. - Pero no pude aguantar hasta en la noche para verte.

Sonrío mientras con una de mis manos acaricio una de sus mejillas, aún estamos muy juntos, el me sostiene de la cintura.

- Eres un tonto, - hablo y él frunce el ceño confundido. - Me dijiste que no te vería y mírate aquí, - sigo acariciando suavemente sus mejillas y parte de su alborotado cabello, decido ser honesta porque yo también moría por verlo. - Yo también quería verte, cielo.

Una gran sonrisa se pinta en sus labios y le correspondo. Se acerca un poco más a mí y me besa, es un beso suave lleno de ternura, sus labios se mueven lentamente sobre los míos haciendo que un huracán de mariposas revoloteen en mi estómago, me pregunto si él sentirá lo mismo que yo, sensaciones que ya no son extrañas se asientan en mi pecho que me hacen querer a un más de él. Ambos nos separamos lentamente, pero él vuelve a dejar un corto y rápido beso en mis labios.

- Me estas volviendo loco, Niñita. - Le brindo una sonrisa de boca cerrada y le doy un beso corto.

- Tú me tienes loca, cielo.

- Mierda, Keily. -Suelta rápidamente y me atrae más a él enterrado su rostro en mi cuello. - Como sigas así, vas a acabar conmigo.

- No seas tonto. - Hablo con una sonrisa. - Aunque no eres el único en esa situación.

Sonríe, pero inmediatamente está va disminuyendo.

- ¿Cómo estás? - Me pregunta mirado mis ojos intensamente, trago saliva.

- Créeme que ahora estoy muy bien, - le sonrío con picardía mientras me acurrucó más a él y el me corresponde. - Estoy bien.

- Quiero que tengas presente que cuenta conmigo. - Al mirarme este hombre perfora mis sentidos. - Quiero que confíes en mi de todas las maneras posibles, mi cielo.

Acaricia mis mejillas y sonrío de boca cerrada, yo le creo, confío en él.

- Te prometo que hablaremos, - lo miro seriamente. - Tendremos una conversación que te debo hace un tiempo y te diré porque me sentía mal anoche, pero ahora vamos al rancho.

El me brinda una sonrisa de boca cerrada y vuelve a dar un beso corto en mis labios que correspondo de inmediato.

- Está bien... - habla mirándome con ese cielo azul que tanto amo. - Usted es mi guía, señorita.

Sonrío abiertamente hacia él, me separo de su cuerpo, tomó su mano y la entrelazamos comenzando a caminar.

Mirando al frente, vemos a Cristian y Elena besándose como si no hubiera futuro, eso dos no tienen remedio.

- Llamaré a la casa para que manden un auto por ustedes, - Giro en mis pies para ver al rubio quien me mira expectante. -
nosotras dos llegamos a caballo.

- ¿Sabes montar? - pregunta él con una sonrisa. - Eres una caja de sorpresas, niñita.

- Aún te falta mucho por saber de mí, - hablo en su dirección y trago saliva, porque es verdad y tengo miedo de que después que se entere no quiera quedarse. - Espero que después que me conozca aún quieras seguir siendo parte de mi círculo.

Me mira a los ojos y un escalofrío recorre mi cuerpo ante la intensidad de su mirada, es tan profunda que a veces creo estar en el cielo.

- Yo no me voy a ninguna parte, Mi cielo. - Habla mientras acomoda mi sombrero, - estaré aquí, nunca me iré.

Espero y sea cierto...

- Gracias, Marcelo, - Doy un beso rápido en sus labios. - Eres increíble.

- Tú eres increíblemente preciosa. - Levanto una ceja con mis mejillas ruborizadas ante lo que ha dicho, - te ves preciosa y muy sexy con esta ropa de montar.

Sonrío.

- He de admitir que usted, señor Sandoval está guapísimo, me encanta como viene usted vestido el día de hoy.

Sonríe abiertamente, me encanta todo él.

- Gracias, señorita.

Volvemos a caminar hasta donde están los dos tortolitos que tienen una relación sin compromisos y ambos nos esperan.

- Kei, ¿Llamaste a la casa para lo de la camioneta? - Pregunta Elena en mi dirección y niego. - Hay que hacerlo.

- Justo iba a hacerlo. - Hablo mientras saco mi celular.

- Yo me iré contigo a caballo, - habla Marcelo mientras mira a "Salvaje" - ¿Puedo?

Sonrío en su dirección, él me mira y me guiña un ojo.

- Por supuesto que puedes, cielo.

Sonríe mientras se acerca a Salvaje y lo acaricia por su pelaje, es extraño que el caballo se quede tranquilo, este suele ser muy arisco cuando de personas extrañas se trata, pero hasta mi caballo cae en los encantos de este rubio.

- De ser así yo me iré contigo, Elena. - Está lo mira mal y Cristian ensancha su sonrisa.

- No te iras conmigo en mi caballo, estúpido. - Sisea la pelirroja molesta y Cristian se acerca a su caballo y de un solo movimiento se trepa sobre el mismo, Elena lo mira molesta. - Oye... gran bastardo con padres responsables, bájate del caballo, ahora.

Marcelo y yo nos miramos al mismo tiempo y reímos de las tonterías de estos dos.

- No me bajaré. - Suelta el castaño como un niño pequeño.

- Bueno, a lo que ustedes se deciden, Marcelo y yo nos vamos adelantando.

- ¡No! - Gritan Cristian y Elena al unísono al tiempo de que me miran fulminante y luego vuelven sus rostros para seguir discutiendo.

Marcelo me hace una seña de que me acerque a él y eso hago mientras sonrío.

- Es mejor que lo dejemos solos, - asiento con un movimiento de cabeza. - Vamos, te ayudo.

En eso me toma de la cintura y me trepa al caballo, eso se sintió muy bien, luego él se acerca y poniendo un pie en los soportes del caballo sube a este quedando detrás de mi, estamos muy cerca y mi cuerpo inmediatamente reacciona a él. Mi pobre corazón va tan rápido que temo por su bienestar.

El caballo se remueve con nosotros dos y él, al parecer es todo un experto, porque controla los movimientos de Salvaje a la perfección.

- Veo que también conoces de caballo, - siento cómo sonríe y su aliento golpea mi cuello, trago saliva. - Eres una caja de sorpresas, cielo.

- Aún te faltan muchas cosas por conocer de mí, niñita preciosa. - Sonrío y siento como besa el lado derecho de mi mejilla. - Espero que te quedes para averiguarlo.

Este tarado usando tus mismas palabras, Keilisita...

Vemos como Cristian y Elena siguen discutiendo mientras que Marcelo, con un movimiento de sus pies y las riendas del caballo pone este en movimiento, comenzamos a recorrer el campo.

- Es muy grande y bonito aquí - lo escucho decir. -Es de tu tío, ¿verdad?

- Si, es de mi tío. - Hablo observando todo. - Lo ha levantado con mucho esfuerzo y dedicación.

- Cuando las cosas se obtienen de esa manera, se valoran mucho más.

Sonrío al escucharlo.

- Tienes razón. - concuerdo.

Ambos vamos en silencio disfrutando de la vista que nos brinda la naturaleza que envuelve el rancho LOS PRESLEY, el silencio es bueno para ambos, nos permite disfrutar uno del otro, rodea mi cuerpo desde atrás, es quien lleva las riendas del caballo.

Me siento tan bien en su compañía que me parece conocerlo y tratarlo desde siempre, llevo mi cabeza hacia atrás, colocándola en su hombro izquierdo, siento como sonríe y planta un beso en mi cuello, haciéndome suspirar y que se me erice la piel, miro al cielo y esta tan despejado y hermoso, siempre me ha gustado mirarlo y perderme en él y ahora tengo dos cielos en donde podría perderme sin retorno, el cielo que todos vemos cada día y mi cielo personalizado, sus ojos, los ojos del hombre que justamente se encuentra detrás de mí, en silencio disfrutando la vista y la compañía.

Después de unos minutos más llegamos a las caballerizas, todos los trabajadores siguen en lo suyo, sin embargo, no pasa desapercibido las miradas que nos dan de reojo, aunque Tony no disimula para nada, nos observa con el ceño fruncido, pues quizás sea porque mira a Marcelo como un extraño.

El caballo se detiene y Marcelo baja de este con un porte elegante, como todo un amo y señor, en mi caso, me limito a bajar también, aunque con ayuda del rubio quien me sostiene de la cintura. Un chillido de sorpresa sale de mí y trago saliva, ya que nuestros cuerpos están muy juntos, mis ojos coinciden con los suyos y una sonrisa se pinta en sus labios y se acerca a mi oído para susurrar:

- Ya no me estas volviendo loco, - habla y su aliento me golpea haciendo que mi corazón lata con fuerza y mi piel se erice. - Ya me tienes loco, mi cielo.

Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo completo y las ganas de besarlo aquí se acrecientan, en este preciso momento quiero besarlo.

- Quiero besarte, - hablo sin perder la conexión de nuestros ojos y una sonrisa perfecta se apodera de sus labios. - Me estoy muriendo por bes...

Sus labios se apoderan de los míos en un beso lento y suave, siento como aprieta su agarre en mi cintura en una clara señal de que ambos deseamos más, llevo mis manos a su cuello como siempre lo hago, este beso es lento, saboreamos nuestros labios, disfrutamos de cada roce de nuestras lenguas, es después de unos segundos más que nos separamos, abro lentamente mis ojos encontrando un cielo oscurecido en sus ojos.

- Como me sigas provocando de esa manera, - masculla para mi haciéndome tragar saliva una y otra vez, - acabarás con el poco autocontrol que me queda.

Mi corazón va tan deprisa que duele, las alertas que emite mi cuerpo en este momento me indica que ya no podré aguantar mucho para ceder a que pase lo que tenga que pasar entre nosotros, ahora mismo siento ese cosquilleo en mi interior y de solo escuchar esas palabras la excitación llega a mi cuerpo. Su mirada es intensa y oscura, provocando que miles de sensaciones me golpeen continuamente.

Sonrío.

- Siéntase usted tranquilo, Señor Sandoval. - Hablo de manera seductora hacia él y su mirada se vuelve aún más oscura. - Es usted muy bien correspondido en cada una de sus provocaciones.

- Mierda, Keily. - Suelta de repente, sonrío, veo como traga saliva y me atrae más a su cuerpo si es que eso es posible. - No juegues conmigo, niñita.

Cuando estoy a punto de responder nos percatamos de la llegada de Cristian y Elena, nos separamos un poco, aún estábamos muy juntos, la pelirroja y el castaño, ambos se ven un poco desalineados, ella tiene el pelo largo y rizado más revuelto que antes y él tiene un par de botones de su camisa abierto, algo pasó ahí.

Marcelo y yo nos miramos y el tarúpido que tengo en frente sonríe con picardía y yo hago lo mismo negando con la cabeza..

- ¿Qué les pasó a ustedes dos? - pregunto y Elena me mira fulminante.

- Me... me caí y... - masculla sin mirarme, viene caminando coja, sonrío al igual que Marcelo. - ¡No me miren así, solo me caí, par de idiotas!

Marcelo y yo apretamos los labios para no reír y vemos a Cristian todo sonriente mientras mira a la pelirroja que se a adelante para entrar a la casa.

- ¿Qué pasó, Cristian? - Indago con el ceño fruncido.

- ¿No escuchaste? - Responde el castaño a punto de reír. - Dijo que se cayó.

Lo miro fulminante y Marcelo sonríe.

- Vamos a la casa, - hablo exasperada mientras comienzo a caminar y los dos hombres detrás de mí, me siguen y Cristian ríe de algo que le dice Marcelo.

Siento miradas sobre mi nuca y es normal dos hombres divinos vienen caminando detrás de mí y los empleados sienten curiosidad de quienes son y las miradas que le dan las féminas de aquí son un poco molesta.

Entramos a la sala y mi madre es la primera al verme y sonríe ampliamente.

- ¡Mi niña, volviste! - habla mientras camina en mi dirección y cuando está a punto de abrazarme se da cuenta de las personas que están detrás de mí, se detiene y luego pasa por mi lado dejándome indignada. - ¡Muchachos de mi vida!

Ella llega primero donde Cristian y le planta un beso en las mejillas al tiempo que lo abraza y este corresponde gustoso.

- ¿Cómo está mi señora hermosa? - Habla Cristian mientras le besa sus mejillas y se separa de ella para observarla mejor. - No me respondas nada, estas divina, te ves como toda una diosa.

Mi madre sonríe abiertamente. - Sí, estoy bien, cariño. - Mira al rubio que está detrás del castaño. - ¡Hijo mío! ¡Estás tan guapo como la última vez! - chilla ella emocionada haciéndonos reír a los presentes. - ¿Cómo es que siempre te ves tan bien?

Ella abraza a Marcelo quien corresponde de inmediato.

- Estoy bien, Sarah. Gracias. - Habla Marcelo con una sonrisa. - Tú te ves muy guapa.

Mi mamá se sonroja en el acto. Los tres comienzan a hablar y reír, yo solo me limito a escucharlos, el rubio, gira su rostro hacia y guiña un ojo en mi dirección, mi tío Roberto llega y la verdad es que no sé sorprende de ver los chicos aquí.

Al parecer estaba enterado de que vendrían.

- Mamá Sarah está muy feliz, - me sorprende Elena al llegar a mi lado, la miro y sonrío, sé cambió de ropa y se arregló un poco. - Se puso muy feliz cuando le conté en la mañana.

La miro con el ceño fruncido, ella sabía que estos dos vendrían.

- No puedo creer que sabias que ellos vendrían y no me dijiste nada, Elena. - Ella me mira divertida y luego desvía la mirada hacia las personas de la sala quienes hablan y ríen. - ¡Qué hermana me gasto yo!

- Solo quería sorprenderte, cariño. - Habla ella aún con la vista en las personas frente a nosotras. - Y puedo ver lo feliz que te hizo verlo, kei.

Sonrío, tengo mi vista puesta en mi madre y los hombres aquí. Veo como mi tío Roberto habla con Cristian y él sonríe con picardía. De un momento a otro, mi vista se cruza con la de ese rubio que me tiene loca y mi respiración de paraliza en el acto y más aún cuando sonríe, cuando me sonríe a mí y yo le correspondo de inmediato con las mejillas coloradas.

- ¿Ves? - habla Elena sacándome de mi burbuja. - Tú cara refleja lo loquita que estás por ese semental de hombre.

Sonrío.

- Para que decir que no, sí, sí.

Ambas reímos y todos dirigen su mirada hacia nosotros y comienzan a acercarse para incluirnos en la conversación.

Estamos en la sala, todos platicando animadamente sobre cualquier cosa. El rubio, toma un trago que le ofreció mi tío Roberto y lo veo agradecerle con un asentimiento de cabeza, Cristian se encuentra platicando plácidamente con mi madre, todos están en su mundo y yo observo a todo haciendo uno que otro comentario hacia Elena y mi tía Sonia que están junto a mí.

Veo como Marcelo se disculpa con mi tío y comienza a caminar hacia mí y quisiera decirles que esto no produjo nada en mi interior, que este hombre no causa ningún estrago en mí, sin embargo, no es así, todo mi cuerpo reacciona a él y a su cercanía, Marcelo Sandoval, provoca de todas las maneras posibles mi cuerpo y mis sentimientos, mi corazón corre tan rápido, que temo que salga de mi pecho solo para alcanzarlo y terminar con la maldita agonía de su lejanía.

Yo me estoy muriendo porque me bese de nuevo.

Cuando lo tengo frente a mí trago saliva, causa tantos estragos en mi interior que asusta.

- ¿Qué se siente ser acaparado por mi familia? - Logro decir y él me brinda una linda y perfecta sonrisa.

- Se siente como en casa. - Suelta y sonrío al instante. - Tienes una linda...

- ¡Familia! - exclama Iván y todos giramos a verlo. - ¡Llegó por quien lloraban!

- Hijo... - Reprende mi tío en modo de advertencia y todos reímos.

- ¡Uhs! Tenemos visita. - Suelta de repente con una sonrisa. - Tienen ustedes el placer de conocer a Iván el predilecto de esta fantástica familia.

- Sí, claro, - Suelta Fran Irene quien entra a la sala alargando las palabras, - El predilecto de Sansón, tu caballo, idiota.

Todos reímos.

- Prepárate, rubio, - mascullo hacia el rubio y sonríe de boca cerrada, - para conocer al resto de la familia.

- Interesante. - Responde con una sonrisa que correspondo mientras miramos a Iván.

- Marcelo, Cristian - Llama el tío Roberto - Él es mi hijo mayor, Iván. - Iván comienza a acercarse a Cristian - y esa bella chica es mi hija menor, Fran Irene. - El tio Roberto hace una pausa y continua haciendo un ademan de presentación hacia los chicos. - Ellos son amigos de Keily y Elena.

Iván observa al castaño con los ojos entrecerrados, saluda de con un apretón de manos y le dice unas palabras que no logré entender, Cristian sonríe en el momento. Luego, se dirige hasta dónde estamos y saluda a Marcelo con un apretón de manos.

- Un gusto, Iván Presley. - expresa en un tono serio y divertido al mismo tiempo, el rubio lo mira sin ningún tipo de expresión.

- Marcelo Sandoval, - Estrechan sus manos e Iván frunce el señor.

- ¿Sandoval? - Cuestiona este confundido, sé a lo que se refiere y su cerebro debe ir a millón.

- Sandoval. - Confirma Marcelo y estoy segura que él también se dio cuenta.

Iván me observa detenidamente y sonrío con picardía y el entrecierra los ojos analizándome, pero no dice nada.

- Entonces, eres amigo de la fiera - Marcelo me mira y yo desvío la mirada y sonrío.

- ¿Fiera? - Cuestiona Marcelo mirándome a mí y a Iván de hito en hito, al parecer fue lo único que escuchó.

- Si, es mi fiera. - Suelta mientras me abraza y da un beso sonoro en las mejillas, sonrío. - Cuando pequeña no se dejaba de nadie, me golpeaba mucho.

- Oye... - Suelto alargando la e indignada y ambos hombres sonríen. - Solo te golpee algunas veces.

- Créeme eso no ha cambiado mucho, - habla Marcelo y guiña un ojo en mi dirección, mis mejillas se calientan. - Es una niñita endemoniada.

Iván suelta una carcajada. En eso, Fran Irene llega a nosotros con una sonrisa encantadora.

- Entonces, eres tú, - habla ella con picardía mientras me guiña un ojo. - El famoso Marcelo Sandoval.

- No sé a qué viene lo de famoso - Suelta el rubio estrechando la mano de la otra pelinegra y luego me mira a mí, otra vez se me calienta el rostro. - Pero ese soy yo, un placer señorita.

- Fran Irene, guapo. - Habla esta con una sonrisa. - Solo dime Fran Irene.

Todos reímos.

Empezamos una conversación los cuatro sobre cualquier cosa, más adelante se une la familia completa y al parecer Cristian y Marcelo les ha agradado a todos.

- Necesito preguntarte algo, niñita. - Masculla Marcelo a mi oído y asiento con una sonrisa mientras nuestras miradas coinciden.

- Ven por aquí. - Lo tomo de la mano y vamos hacia un lugar de la casa en la cual podemos estar tranquilos, cuando ya estamos en el lugar hablo. - ¿Pasa algo? ¿Necesitas algo?

El niega con la cabeza mientras me mira a los ojos.

- Estas preciosa - suelta de repente y mi corazón se paraliza y sonrío. - Nunca me cansaré de decírtelo.

Estoy más que derretida, moriré lentamente, Keilisita...

- Gracias, guapo. - Logro decir al fin con los cientos de miles de mariposas revoloteando en mi estómago y mi acostumbrado rubor. - ¿Qué me quieres preguntar?

- Anoche cuando hablábamos me dijiste que te querías ir ¿Lo recuerdas? - Asiento y su rostro derrocha seriedad al hablar causando miles de sensaciones en mí. - Yo vine por ti.

Muero lentamente...

Lo miro intensamente a los ojos, no puedo creer que él haya venido por mí, que se haya tomado la molestia de venir hasta acá, trago saliva, definitivamente Marcelo Sandoval, se ha ganado con cada una de sus atenciones un lugar muy importante en mi corazón.

- ¿Viniste por mí? - pregunto incrédula y me da un asentimiento de cabeza mientras toma mi mano, estamos frente a frente. - ¿Porqué?

Desvía la mirada por un momento como si tuviera temor a ser descubierto, trago saliva.

- Por qué te dije que cumpliría cualquier cosa que me pidieras. - Siento un hoyo en el estómago, mis manos entre las suyas comienzan a sudar y como siempre pasa, mi corazón corre muy deprisa. - Hay muchas razones, pero esa es la principal.

Sonrío.

Sé perfectamente que le gusto a Marcelo, no soy tonta para no darme cuenta, pero ¿Qué tanto le gusto? Y estando clara con mis sentimientos, tengo miedo de volver a ser herida al igual que antes.

- Antes de responderte quiero llevarte a un lugar. - Me mira curioso.

Él levanta una de sus rubias cejas y me mira con diversión

- Me llevarás a tu habitac...

- ¡Ya Cállate, pervertido! - Suelto mientras me hago la indignada. - Vamos y deja de pensar cosas pervertidas.

Sonríe, pero no dice nada.

Ambos caminamos de vuelta hacia la sala y encontramos a todos riendo con algo que dijo Cristian.

- ¡Hijos! - Chilla mi madre refiriéndose a Marcelo y a mí, se ve tan feliz. - Vengan aquí.

Nos acercamos a ella y le doy un beso en sus mejillas.

- Mamá, debo salir un momento, - mi madre frunce el ceño confundida y sonrío.

- Pero hija, la parrillada en familia será dentro de unas horas.- habla ella preocupada y sonrío. - No quiero que falten, además, tu vuelo será en la noche y yo...

- No te preocupes, ma. - La tranquilizo con una sonrisa y coloco una de mis manos en su mejilla. - Estaremos de regreso para la parrillada.

- Marcelo, hijo, - mi madre mira al rubio con una sonrisa y lo que pide a continuación me deja fría. - Cuídala por favor.

La petición que hace me dio a entender que no es porque ahora yo vaya a secuestrar al rubio y vayamos a salir, no, no es por eso, es por algo más.

- No tiene que pedirlo. - Le dice a mi madre con una sonrisa de boca cerrada y me da una rápida mirada. - La cuidaré.

- Lo sé. - Confirma mi madre guiñando un ojo. - Ahora váyanse para que lleguen temprano a la parrillada.

Nos da un beso a ambos y miro a nuestro alrededor y nadie nos presta atención, este es el momento perfecto para secuestrar a mi rubio y llevarlo a aquel lugar, lo tomo de la mano y le doy un tirón hacia la salida sorprendiéndolo, lo arrastro hacia las caballerizas.

- Pareces niña pequeña - Suelta el rubio que viene detrás se mi, puesto que vengo arrastrándolo, no puedo verlo, pero sé que se está divirtiendo. - Una niñita pequeña, preciosa y endemoniada.

Me detengo un momento y giro hacia él, Sonrío con malicia, se da cuenta de mis intenciones y enarca una de sus rubias cejas.

- Y tu pareces un suggar daddy en su mejor edad, - hablo y él abre sus ojos en sorpresa. - Se un niño travieso también, cielo.

- No sigas provocándome, niñita. - Suelta con voz ronca.

- ¿Qué me harás? - Le reto.

Vamos Keilisita, quiero que me bese, vamos por buen camino...

Un brillo espectacular pasa por sus hermosos ojos azules. No puedo evitar perderme en ese cielo intenso que acabará con mi corazón en cualquier instante.

- Eres una niñita caprichosa. - Me hala sorpresivamente por la mano que teníamos atada, choco con su espectacular pecho quedando con ambas manos allí, contra sus pectorales, él me rodea completamente con sus brazos y trago saliva al coincidir con su mirada oscurecida. - Una niña caprichosa que me trae loco.

- Eres un idiota. - Suelto con toda la intención de provocarlo, su mirada es muy oscura.

- No voy a besarte. - Suelta con una mirada profunda, su tono seductor me prende aún más, yo enarco una ceja.

- ¿Ah sí? - Mascullo y el sonríe perverso, llevo mis manos detrás de su cuello. - No hay problema con eso, cielo.

Traga saliva mientras coloca su mirada en mis labios.

- ¿Qué harás al respecto? - Masculla tragando saliva nuevamente afianzando su agarre en mi cintura.

Llevo mi vista al cielo como si en verdad pensara lo que voy hacer y con mis mejillas calientes mascullo: - Te besaré.

Sin darle tiempo a procesar lo que haré, lo atraigo a mi sosteniéndolo por la nuca y junto nuestros labios, a estos hacer contacto, una fiesta de fuegos artificiales se desata en mi interior, su beso es demandante y firme, un gruñido de satisfacción sale su boca haciendo que un cosquilleo se apodere de mí. Movemos nuestros labios en sincronía, nuestras respiraciones aceleradas nos indican que es momento de separarnos.

- ¿Nos vamos? - Pregunto y me brinda una sonrisa de boca cerrada que me encanta y mis mejillas están aún más ruborizadas.

- Keily, Keily, Keily... - Masculla con una sonrisa.

Al girar me encuentro a Tony que viene caminando sosteniendo las riendas de un caballo.

- Tony, prepara a Tormenta y Salvaje, por favor. - Hablo refiriéndome a los dos caballos. - Vamos a salir.

Frunce el ceño.

- ¿Tú hermano sabe que usarás su caballo? - Frunzo mi ceño ante su pregunta y el tono que ha usado, Marcelo se tensa detrás de mí.

- No, no lo sabe ¿Hay algún problema con eso? - pregunto con el mismo tono.

- Sabes perfectamente que no le gusta que Tormenta tenga otro jinete que no sea él. - su tono es sugerente.

- Pues te estoy diciendo que traigas los dos caballos, Antonio. - Suelto con voz dura.

Marcelo se coloca a mi lado y giro mi rostro para verlo, aún tenemos las manos atadas, este no muestra ningún tipo de expresión, sin embargo, sus ojos miran a Tony y son dagas ardiendo. Trago saliva, él afianza su agarre en mi mano.

Tony lo mira con el ceño fruncido ¿Qué le pasa a este?

Esta Celoso Keilisita, acuérdate que andaba detrás de nuestros huesitos...

- Sería oportuno pre...

- Será mejor que modere su tono ante la señorita. - Suelta Marcelo con tono congelante y veo como Antonio (porque ya no es Tony), traga grueso al escuchar al rubio. - No creo que esa sea la manera para dirigirse a una dama.

- Estoy hablando con ella, señor - Responde Antonio con indiferencia y yo me cabreo más.

Veo como Marcelo da un paso hacia adelante soltando mi mano y rápidamente me pongo delante de él, no quiero peleas aquí. Lo miro, pero él no tiene los ojos puestos es mi sino en el hombre frente a él. Muevo mi mano suavemente hacia sus mejillas logrando que así me mire y le doy una sonrisa de boca cerrada para tranquilizarlo, veo como suelta el aire que contenía y asiente con la cabeza. Doy la vuelta y enfrento a Antonio.

- Escúchame bien, Antonio, - hablo con voz dura y firme, lo miro directamente a los ojos, él traga saliva. - El hecho de que crecieras en la familia junto a nosotros, no te da el derecho a hablarme y desautorizarme de la manera que lo has hecho. - Me mira y un rastro de dolor cruza por su mirada, pero eso ahora no importa, él no tiene derecho a hablarme de esa manera. - Tú deber es no cuestionar mis órdenes y si te digo que busques los caballos, pues los buscas.

- Keily yo...

- Señorita Keily para ti, Antonio. - Suelto molesta cruzándome de brazos. - Ahora muévete y trae los caballos que te pedí.

Veo como aprieta su quijada y mira a Marcelo y después a mí.

- Como ordene la señorita.

Con eso se da la vuelta y se va en busca de los caballos, doy la media vuelta para encontrarme un sonriente Marcelo.

- Esa es mi niñita... - Masculla para que solo yo pueda escucharlo y sonrío - Te juro que estuve a dos segundos de partirle la cara.

Sonrío.

- Tranquilo, todo está bien. - Hablo con un tono bajo hacia él. - No sé lo que le pasa, él no es así, siempre es muy respetuoso.

- Le gustas mucho. - Suelta y no me sorprende porque ya lo sabía. - Te vio conmigo y se sintió en desventaja.

Levanto una ceja y él sonríe victorioso.

- Con justa razón - Respondo y abre la boca como una O, pero sé recompone de inmediato.

- Mierda, Keily - habla con voz ronca y se acerca más a mí haciéndome estremecer. - No sigas provocándome.

- ¿Qué pasaría si no te hago caso? - Su mirada se oscurece a tal punto que nubla cada uno de mis sentidos, mi piel se eriza con tan solo ver sus precisos ojos azules con tantas emociones, trago saliva, me muero por besarlo.

- No te imaginas lo mucho que puedo hacerte, niñita. - Suelta con voz suave y ronca a la vez, siempre manteniendo el contacto de nuestras miradas, un hoyo se crea en mi estómago. - No sigas provocándome.

Trago saliva.

- Los caballos, señorita. - Escuchamos a Antonio llegar y esto hace que el hilo de provocación y seducción se rompa.

- Gracias. - Agradezco sin mirarle y dirijo mi mirada hacia el rubio y le hablo: - Mira este hermoso que tenemos aquí, se llama Tormenta y lo montarás.

Él sonríe.

- Es un buen caballo - habla mientras toma las riendas y pasa las palmas de sus manos por el pelaje del caballo. - Digno de mí.

Ruedo los ojos, aunque no me pueda ver.

- Maldito ego el que te cargas. - Hablo mientras subo a mi caballo, me acomodo en este y llevo mi mirada hacia él, lo veo sonreír con altanería. - Un día te lo bajaré, lo prometo.

Gira su cabeza rápidamente hacia mi mientras ajusta las riendas del caballo, levanta una ceja y sonrío perversamente.

- Eso quiero verlo, niñita. - Suelta con los ojos oscuros.

- Muy pronto, cielo, muy pronto. - Suelto con seguridad, aunque los nervios me estén matando por dentro y el hoyo en mi estómago se intensifique al igual que el cosquilleo en todas las partes de mi cuerpo.

Sonríe victorioso y me encanta que lo haga. Veo como sube a su caballo, se ve tan bueno así, es que todo lo que usa le queda fenomenal.

Es por eso que me derrito cada vez que lo veo, Keilisita...

Conciencia de mi vida, te he perdido para siempre...

Y yo te perdí a ti, corazona, hace muchos meses...

- ¿A Dónde es que me llevarás? - pregunta curioso.

- Ya lo verás, ¿Puedes seguirme el paso?

Suelta una carcajada.

- Soy bueno en todo, mi cielo...

Ruedo los ojos.

Maldito ego.

Si tú quieres Keilisita, yo me quedo con él...

Tendremos que pelearlo consciencia.

¡Me gusta esa vaina, Keilisita..!

Sonrío ante la conversación con mi amada conciencia.

- Bien, egocéntrico de mierda. - Hablo en su dirección mientras me muevo un poco hacia delante en mi caballo, el aprieta los labios para no reír. - Te explicaré el camino que tomaremos.

Presta total atención a lo que le digo y asiente, es fácil, es un camino recto y solo hay que hacer un cruce. Ambos comenzamos a cabalgar y es impresionante la forma en la que él lo hace, se ve tan impotente como siempre, como un rey todopoderoso en su caballo.

Con tan solo verlo me dan ganas de tenerlo entre mis...

¡Consciencia!

Amigos, Keilisita, entre mis amigos...

No era lo que ibas a decir, pervertida.

Je je, te quedarás con la duda, Keilisita...

Este hombre está tan bueno, se ve tan bien que no puedo evitar tragar grueso, quiero hacer tantas cosas con él que me da vergüenza hasta pensarlo, pero como no soy una cobarde, me da igual.

¿Dónde está tu sentido de la vergüenza, Keilisita? Ah verdad, no tienes...

Ruedo los ojos, la conciencia es tan molesta a veces.

Hago un movimiento a mi caballo para que este corra más rápido y pase por el lado del rubio quien arremete contra las riendas de su caballo y ambos vamos al compás entre platicas y risas.

-------‐-------->

Esto continuará...

♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Hola!

Hay probabilidades de que suba la siguiente parte dentro de unas horas, Dios mediante...

Capítulo nuevo.

Espero les guste.

Las quiero muchísimo, mis niñitas endemoniadas ❤

Como esta vestida Keily en mi imaginación, ustedes imagínense como deseen 👇👇👇


Como esta vestido Marcelo en mi imaginación 👇👇👇



































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