Capítulo 44 "Familia"


Elena y yo estamos en el aeropuerto, específicamente en la sala de espera puesto que nuestro avión sale en cuarenta minutos, llegaremos a Toluca alrededor de las diez y media de la noche, la suerte que mi tío Roberto nos pasará a recoger a la aerolínea.

— ¿El tío Robert, le dijo a mamá Sarah que iríamos? —  Cuestiona Elena mientras observa la pantalla de su celular. — No me vayas a salir con que le dijo, por favor.

— Lamento decirte, Eli, que mi tío es pésimo guardando secretos — hablo con una sonrisa en su dirección, — ya mamá esta enterada de que iremos.

— ¡Esto es increíble! — suelta indignada —  no le volveremos a decir nada, la próxima vez llegamos de sorpresa.

— Si, pero al llegar de noche corremos peligro de ser asaltadas y eso, al llegar a estas horas nos exponemos a mucho y sobre todo que no sabemos como andan las cosas en la ciudad, — hablo seriamente hacia ella — había que informarle para que mandara a alguien del rancho a buscarnos.

—  Solo por eso se salvará de mi enojo —  suelta ella más convencidade que tengo razón. —  Teníamos que venir hoy para disfrutar del rancho y sus caballos en el transcurso día de mañana y el domingo.

— Así es, Elena. — Trago grueso, la última vez Natalia nos acompañaba. —  Como cambian los tiempos.

Elena me mira extraña.

—  Lo dices por la estúpida de nuestra ex amiga ¿no es cierto? — asiento con la cabeza, aunque no lo crean aún la traición de ella me duele. — A veces odio que seas así, me gustaría verte odiar y sacar ojos, pero no eres así. Sabes defenderte, si, pero no guardas rencor.

— No pierdo mi tiempo en eso, aunque debo confesar que cada vez la tolero menos y hoy estuvo insoportable, — hablo con calma recordando todo lo ocurrido en la reunión — me sentí tan incómoda por la situación, ella debe aprender a separar los asuntos personales de los laborales, pero no lo entiende.

Ella sonríe maliciosamente.

— Créeme, kei, que hubiese pagado lo que sea por ver su cara hoy cuando la señora Ortiz te nombró como diseñadora y más aún de un proyecto tan importante, estoy orgullosa.

—  Créeme fue increíble verla refutar, refunfuñar y darse por vencido, aunque para ser honesta no me alegra verla en esa faceta, es decir, ¿Qué le pasó?

— Nunca fue tu amiga, Keily, engañarte con tu novio durante meses y reírse en tu cara, no es de amigos, nunca fue nuestra amiga.

— Lo sé, lo que más me duele es que se excusa diciendo que siempre le interesó Diego, pues nunca me di cuenta, es más, parecía que lo odiaba.

— Estrategia, Kei, eso fue una simple pantalla para ocultar su hipocresía — habla Elena con un rastro de impotencia en su voz, — pero lo que más me duele es que no hubo señales o por lo menos no supimos verla.

— Ya eso no importa, eso paso hace más de siete meses y no pienso dar vuelta al mismo asunto todo el tiempo.

— Tienes razón, no hablemos más de Natalia y del pene suelto de Diego, de solo mencionarlo me da volteretas en mi estómago. — Indica ella.

— Dejemos ese asunto por la paz, ya no quiero hablar de nada relacionado a esos dos.

— Antes de dejarlo, Kei, hay algo que quiero preguntarte. — Miro hacia ella y se encuentra muy seria, algo raro en ella.

— Sabes que puedes preguntar lo que sea — Respondo de la misma manera — y siempre te responderé con honestidad.

—  Lo sé, no tienes que decirlo. — Indica.

— Y bien, ¿Qué quieres saber? — Pregunto curiosa.

—  Solo quiero saber algo, — Me mira directamente a los ojos y por eso se que es serio el asunto — ¿Olvidaste definitivamente al pene suelto de Diego?

Su pregunta me toma por sorpresa, no imaginé que el asunto iba por ahí. Pienso un momento para responder y cuando estoy lista para hacerlo comienzo a hablar.

— Para ser sincera, Eli — hago una pequeña pausa antes de continuar y ella me presta toda su atención mirándome directamente en mis orbes. — Creo que desde el momento que lo encontré con Natalia, en aquella cama en su departamento, se desprendió de mi pecho tal sentimiento, admito que me dolió tanto el hecho de que la traición fuera de dos personas en las que confiaba ciegamente. También, — hablo con seguridad y la miro — se suma el hecho de que trato de propasarse conmigo aquel día y si no hubiera sido por ti y Raúl quien sabe lo que hubiera pasado, así qué, puedo decir con seguridad, que no siento nada por él.

Ella sonríe ampliamente.

— No sabes lo feliz que me hace escucharte hablar así.

— Créeme que amé a Diego, pero sé salió de mi corazón al instante que fui consciente de su traición, me tomó tiempo para superarlo, pero lo logré.

— Eso provoca un brindis que culmine en una borrachera, — la miro sonriente y elle guiña un ojo en mi dirección. — tu cumpleaños es dentro de una semana, Kei, podemos darnos la borrachera más grande del mundo.

— Prometo que lo haremos, nena — Concuerdo con una sonrisa. — Quizás lo podamos hacer con las chicas.

Elena me brinda una sonrisa emocionante y puedo ver en ella que este interrogatorio continúa.

— ¿Puedo hacer otra pregunta? — la miro divertida y ella me da una sonrisa. —  Solo una y ya.

La miro con los ojos entrecerrados y sonrío.

— Estoy segura de que harás todas las preguntas que necesites para saciar tu curiosidad.

Sonríe victoriosa.

— Me alegra tanto que me conozcas tan bien, nena.

Ruedo los ojos, es tan predecible a veces y lo es porque ya nos conocemos muy bien.

— Kei, me da mucho gusto verte bien, verte entera, a pesar de las veces que has caído te las arreglas para levantarte, eres digna de admiración. — Habla ella seriamente mirándome a los ojos y continua, — quiero que nunca dudes en buscarme si me necesitas, eres lo más cercano a una hermana que tengo y puedo asegurar que por ti y tu bienestar saco los ojos de cualquier ser humano ¿me entiendes?

Sonrío.

Se que ella habla en serio, Elena y yo nos llevamos super bien y la confianza que existe entre nosotras dos es infinita, no hay nada que yo no le haya dicho incluso cuando eramos tres siempre Elena y yo fuimos más cercanas, logré ser más abierta con ella. Natalia sabía algunas cosas de mi, pero nunca de mi hermano y todo lo que pasó, aunque si le dije que tenia un trauma debido a un intento de violación que había sucedido años atrás, nada más.

— Sé que eres capaz de eso, me lo haz demostrado una y otra vez. — Hablo con una sonrisa de agradecimiento y continúo. — Yo por ti tomo el cuchillo y entro, saco tripas, entro y saco tripas, hasta dejar el culpable  sin nada. — Ella sonríe en mi dirección y correspondo de todas las maneras posibles — Gracias por tantos años de amistad.

— No seas tonta, me vas a hacer llorar y no quiero, además, no puedo negarte que —  responde con los ojos cristalizados y continúa, — te estoy endulzado para que me respondas lo que te voy a preguntar.

— Eres una hija de tu madre — respondo entre risas y ella entrecierra sus ojazos azules, — respeto mucho a tu madre, tranquila.

— Más te vale —  suelta riendo.

— Ahora dime que es esa otra cosa que quieres saber.

— Bien, son dos cosas las que quiero preguntarte — ruedo los ojos ya sabía que preguntaría hasta quedar satisfecha — la primera es  la que ya me dijiste, que no sientes nada por el pene suelto de Diego — suelta tranquila y trago saliva con lo que continúa diciendo, — y he notado como te pones cuando tienes al bombón andante de Marcelo cerca, quiero saber Keily Elizabeth Andersson Presley ¿Qué sientes realmente por él?

¿Qué siento realmente por Marcelo Sandoval alias el ojos de cielo?

Tu sabes perfectamente lo que sentimos...

Me quedo pensando, buscando las palabras exactas para responder a mi amiga con honestidad.

— No sé qué decirte, Elena. — Hablo en dirección a mi amiga y soy honesta con ella — no se lo que siento, son muchas cosa al mismo tiempo, no sé como definirlas.

— Iluminame —  suelta ella de repente con una sonrisa y obviamente, haciendo sus señas raras.

—  Me gusta mucho — suelto con una sonrisa y ella corresponde — me gusta más de lo que puedo admitir.

— ¿Pero te gusta de gustar? O de decir ¡Ay pero que bueno esta! ¡ese hombre esta como quiere y me provoca lamerle las... ya sabes!  —  habla ella haciendo movimientos extraños con las manos y abro mi boca como una O, es tan lengua suelta, no presta atención a mis expresiones y continúa: — O te gusta de decir, ¡me muero por ese hombre!

Suelto una carcajada con sus ocurrencias, definitivamente amo a este tormento.

— Todas las anteriores — esa es mi respuesta, ella sonrie ampliamente y continúo con mis mejillas calientes, — Me gusta de decir "Me muero por ese hombre", pero también he de decir, que me gusta de todas esas maneras que mencionaste hace unos segundos atrás.

— Eso puedo verlo ¿pero porque dices que te gusta, kei, que es lo que sientes aquí? — habla ella con una sonrisa y colocando uno de sus largos dedos en mi pecho. — ¿Qué es lo que pasa contigo?

Me detengo por unos segundos analizando lo que le diré.

— Siento que mi corazón saldrá corriendo y me abandonará cada vez que escucho su nombre y ni para que decirte lo que pasa cada vez que lo veo — ella presta mucha atención a lo que le digo, trago grueso y muy en seco y continúo —  mi cuerpo comienza a sentir sensaciones que ahora mismo no podría explicarte, es como si con el solo hecho de saberlo cerca se peleara con la razón para que este no salga corriendo a acapararlo, cuando me besa — hago silencio, trato de saborear el último beso que nos dimos y llevo los dedos de mi mano derecha a mi boca de manera inconsciente, aún sintiendo la sensación del mismo, mirando a un punto fijo continúo, — cuando me besa, mi mundo se detiene, me pierdo totalmente en él, — trago saliva ante lo que estoy sintiendo. — Yo no sé lo que me pasa, Elena, pero de lo que si estoy segura es que me gusta estar con él y todo lo que me provoca.

— Estas oficialmente jodida, kei — suelta Elena con una sonrisa y yo frunzo mi ceño y la miro — ya la hemos perdido, Dios, kei.

— ¿Qué es lo que te tiene tan emocionada? — cuestiono confundida.

— Nada, amiga, nada — suelta ella como si hubiera hecho un gran descubrimiento. — ahora no lo entenderías.

— Inténtalo, puede que lo entienda. — Hablo curiosa hacia ella, — no me dejes así.

Me mira con sus azules muy entrecerrados a punto de reír.

— Si yo te dijera ahora mismo que estas enamorada ¿Qué me respoderias?

— Que no es cierto. — Hablo muy segura de mi misma sintiendo una punzada en mi pecho.

— ¿Ves? No me entenderías porque eres Keily Andersson y lo negarás hasta que te conversas a ti misma.

— No quiero hablar de eso, — trato de todos las maneras posibles de escapar de este interrogatorio, no quiero que mis miedos vuelvan. — Cambiemos de tema, por favor.

— Como quieras —  responde ella con una sonrisa. —  Sabía que dirías eso.

Tengo tanto miedo en confesar en todo este sentimiento que me tiene al borde de la locura, sé que Elena sabe de ellos, solo tiene que mirarme y basta para darse cuenta, pero aún no tengo el valor de decirlo y en dado caso de decirlo se lo diría a él, pero tengo pavor de resultar herida y no correspondida, sin embargo, no soy tonta para no darme cuenta de que él si siente algo por mi, pero ¿Qué es lo que siente?

Trago saliva porque estoy segura que tantas dudas son motivadas por la mala experiencia de mi pasado, por el miedo a que me rompan en mil pedazos el corazón, sin embargo, siento que ese rubio que atormenta mi corazón es diferente en todos los sentidos.

Es mi hombre perfecto, Keilisita...

Trago grueso al darme cuenta que en realmente ese rubio se ha colado en lo más profundo de mi ser.

Aprieto mis manos en el sillón donde me encuentro sentada y mi corazón comienza a latir apresuradamente y decido calmar mi ansiedad alejando esos pensamientos de mi mente.

Elena se encuentra sumergida en su mundo, entra a sus redes sociales y yo procedo a llamar a mi tío para decirle que estamos a punto de abordar el avión.

♡♡♡

Después de casi dos horas ya estamos en las tierras de Toluca, ahora mismo nos dirigimos a la salida donde seguramente nos espera mi tío Roberto. Elena y yo platicamos mientras nos reímos, compartimos algunas selfies en el lugar.

Caminamos por los pasillos atestados de personas en la aerolínea y ha lo lejos puedo observar a mi tío Roberto quien nos busca con la mirada. Sonrío al verlo, es tan parecido mamá y es una de las personas que más amo.

Unos segundos después su mirada y la mía coinciden y en su rostro se puede ver la alegría que siente en tenernos aquí, en su tierra.

— ¡Tío Roberto! - chillamos con alegría Elena y yo al mismo tiempo mientras corremos hacia él abrazándolo efusivamente.

— ¡Mis niñas! — suelta con alegría mientras nos abraza — ¿Cómo están? ¿Qué tal el viaje?

— Todo bien, tío, gracias — hablo en su dirección con una sonrisa mientras nos separamos — ¿Verdad Elena?

— Si, tío Robert, todo bien — habla la pelirroja hacia el tío.

— Es bueno saberlo, niñas.

Hablamos de todo un poco, le pregunto sobre el bienestar de mi madre y me dice que esta muy bien y que estaba en casa ayudando a Sonia a hornear. Sonia es la esposa de mi tío quienes han formado una muy bonita familia, tres hijos para ser exactos, sí, todos viven con él.

Después de unos cuarenta minutos de camino en coche, llegamos al majestuoso rancho del tío Roberto, ahora no se percibe bien porque es de noche, pero es una maravilla y lo que más me gusta de todo esto son los caballos y que de todos los lugares que hay en el mundo, mi favorito se encuentra cerca de aquí.

El auto se detiene y quedo maravillada ante la vista, una sonrisa se pinta en mis labios al ver todo, en la entrada de la casa se encuentra la reina de mi corazón, mi madre.

Salgo a toda velocidad del auto y ella como puede, sale a mi encuentro y cuando ya no queda distancia entre las dos nos fundimos en un abrazo, extrañé tanto a esta mujer, su olor inunda mis fosas nazales, sus brazos y sus palabras dulces en mi oido son mi lugar seguro.

— No sabes la falta tan grande que le haces a mi corazón a diario. — Habla mi madre a mi oído. —Te amo tanto, mi pequeña.

— Mamá, te extrañé demasiado.

Ambas nos separamos lentamente y diciéndonos cosas dulces y demostrándonos, como cada vez, lo mucho que nos amamos. Mi madre mira detrás de mí y logra visualizar a Elena, pues les cuento que se emocionó muchísimo al verla, mi madre adora a esa chica.

— ¡Mi pelirroja traviesa! — chilla mi madre, hacia Elena, — pero que hermosa están, mis niñas.

— Mamá Sarah, eso es de nacimiento, — suelta Elena entre risas mientras se deja abrazar por mamá.

Después de tan emocionante recibimiento entramos a la casa, es bastante amplia y tiene muchas habitaciones, el rancho de tío Roberto es uno de los más grandes de la región y ha sido así por el gran esfuerzo de él, es un hombre muy trabajador.

Cuando entramos a la sala, visualizamos a Esther e Irene quienes se acercan a saludar, la primera solo lo hace con típico "hola" e Irene nos saluda con mucho entusiasmo.

— Eres una desgraciada, Keily — suelta Fran Irene con una sonrisa — nos dejas en el olvido por mucho tiempo.

— Si a eso vamos estamos a la misma distancia, Fran Irene Presley — hablo de la misma manera hacia ella mientras nos abrazamos. — Me da mucho gusto verte prima.

Fran Irene hace lo mismo con Elena, se saludan con mucho cariño y todos en la sala compartimos como en los viejos tiempos.

— ¿Qué te trae por aquí, keily? ¿Vas a quedarte por mucho tiempo? — Cuestiona Esther de brazos cruzados con gesto indiferente, todos en la sala se miran. — Bueno, lo pregunto porque nos gustaría tenerte por una buena temporada aquí.

Si, claro por eso lo pregunta, para nadie es un secreto que mi amada prima Esther no le agrado en absoluto.

— No te preocupes, prima, solo nos quedaremos hasta el domingo — suelto con una sonrisa — No tendrás que soportar por mucho tiempo mi presencia.

— Keily... —intervine mi madre alargando la y.

— ¿Queeeé? Pero si es la verdad, mamá. — hablo de la misma manera alargando la e — ella me odia.

Esther rueda los ojos y yo sonrío en su dirección.

— Ustedes van a comportarse, señoritas — habla mi tío con gesto serio, — no quiero peleas entre ustedes.

— Soy una niña buena, tío — suelto divertida y el sonríe — no daré problemas.

— Porque las conozco a las dos es que lo digo, no quiero peleas. — Sentencia el tío Roberto

Todos estamos en los sofás que están en la sala platicando y poniéndonos al día y de pronto lo escucho gritar.

— ¡Fiera! — giro mi cara y lo veo bajar las escaleras tan guapo como siempre, una sonrisa se pinta en mis labios, — no puedo creer que estés aquí.

— ¡Mosca! — chillo de alegría mientras corro en su dirección, me abraza y levanta del piso dando vueltas conmigo, yo le correspondo — que feliz estoy de verte.

— Estas más hermosa que nunca, fiera — habla mientras me coloca en el piso nuevamente, — si no fueras como mi hermana te echaría los perros.

— Ya Cállate, Ivan — suelto sonriendo, Ivan es como un hermano para mi, — ¿Cómo estás?

— Bien, bien — responde sonriendo — pero tu estas mejor que yo.

— Siempre ha sido así, Mosca pegajosa.

— Sé feliz creyendo eso, egocéntrica de bajo rango. — suelta divertido y una carcajada sale de mi. — Ven aquí abrázame de nuevo.

Y así lo hacemos, nos abrazamos, saluda a Elena de la misma manera y es de esa manera que llega la hora de que todos nos vayamos a descansar.

Me encuentro en mi habitación, en la que siempre a sido mía desde pequeña, Elena se encuentra descansado en la de al lado, aunque no le doy una hora para que se pase para la mía, siempre hace eso.

Estoy desempacando mis cosas, hace un unos minutos entendí el portátil para poner un poco de música a volumen bajo, ya saben, no quiero molestar. En el altavoz de la maquina suena Chayanne ¿Quién si no es él?

Y ahora tú te vas, así como su nada...

Eso me trae recuerdo de ayer a esta hora más o menos me encontraba con un rubio arrogante dejándolo todo en la pista, sentí una conexión tan fuerte con él a la hora de bailar y sentir cada parte de su cuerpo pegado al mío, juro que solo quería una sola cosa y era que él por segunda vez me...

Sigue Keilisita, no te detengas a la hora de pensar cosas prosaicas y despues no digas que yo soy la culpable y la de la mente sucia...

Mejor no sigo el curso de mis pensamientos, puesto que si sigo de esta manera de nada valdrá que me mamá rece por mi alma, iré directo al infierno.

Yo me voy con gusto, Keilisita...

Creo que iré contigo, conciencia pervertida.

Sonrío ante mis alocados pensamientos.

Veo mi portátil parpadear y verifico, tengo unos mensajes por correo de un usuario que conozco muy bien, Diego Sandoval, los elimino sin leerlos, no me interesa lo que tenga que decir, ya entre él y yo esta todo dicho.

Cuando termino de arreglar todo aquí, en verdad no son muchas las cosas, puesto que solo nos quedaremos dos días. Entro al baño y me doy una ducha bien merecida, salgo de ese y me coloco una pijama que consta de pantalón corto holgado de color blanco con detalles morados y una camiseta de tirantes color morado, en todo este tiempo el rostro de una sola persona ronda en mis pensamientos y lo extraño, es una completa locura, pero lo es, lo extraño.

Voy caminando hacia la cama con mi portátil en mano, se me ocurre una alocada idea, mi corazón comienza a latir apresuradamente ante lo que se me ha ocurrido y es así comienza una lucha interna en hacer lo que quiero hacer, en lo que es correcto o no.

Lo llamo...

No lo llamo...

Lo llamo o no lo llamo...

Mi lucha interna es intensa, pero mis deseos de hablar con él son mayores, además, encontré dos llamadas perdidas de su número.

Lo llamo...

No lo llamo...

Lo llamo o no lo llamo...

A la mierda... pulso el botón de llamar y ya no hay retorno, ¿Porqué lo hice? ¿Porqué le di a llamar? Ahora mismo estoy comiendo una de mis uñas, ¿Porqué no lo llamé por llamadas normales y si por video llamadas? ya van varios tonos, al parecer no va a responder...

Mierda...

Mierda...

Y más mierda...

De un momento a otro la pantalla se abre y deja ver al hombre que me está volviendo loca. Al verme me sonríe y yo le devuelvo el gesto, trago grueso, esta desnudo, es decir, no tiene camiseta.

— Al parecer al gran Marcelo Sandoval se le han agotado las camisetas. —  suelto divertida y nerviosa a la vez,   el muy idiota sonríe.

— ¿Para qué camisetas para dormir? — añade él.

— Para el frío, tonto — trago con dificultad al verlo de esa manera, me despierta todas las palpitaciones que puedan darse en mi anatomía. — Debes tener frío ¿no?

¿Porqué demonios tiene que estar tan bueno?

— No, no tengo frío, niñita. — Suelta con una sonrisa perversa en su rostro. — ¿Quieres que me cubra?

— ¡No! Bueno, si — Mi cerebro no coordina las ideas, él suelta una ronca carcajada que me vuelve loca, me volví un ocho, este hombre esta como quiere y nubla cada uno de mis sentidos.

— ¿Si o no, niñita? — Cuestiona divertido y yo solo quiero golpearlo con mi puño poderoso.

— No me intimida, señor Sandoval.

— Eso esta claro, señorita.

Me quedo viendo cada facción de su rostro, bajo lentamente la mirada a sus labios, trago grueso, vuelvo a sentir la sensación de sus besos en los míos, esto me esta quemando y no tengo la más mínima idea de como detener esto. Debo parecer una maldita acosadora, viendo su abdomen ¿cuantas tabletitas es que tiene?

Tiene seis y muy bien definidas, Keilisita, estoy babeando.

Pues ahora mismo, me encuentro con mis ojos ardiendo, parecen dos bolas de fuego que no tienen vergüenza alguna y ¿saben que? No me importa.

Anjá, el descaro hablando por ti, lindura.

No tengo idea de cuanto tiempo llevamos en silencio, sí, en silencio porque me he limitado a mirar los chocolates que tiene su maravilloso ser.

Quiero pasar mi lengua por ahí...

¡Conciencia, por Dios controlate!

— A ver niñita, si me sigues mirando de esa manera voy a tener problemas aquí. — Habla con voz ronca y divertido al mismo tiempo, me recompongo inmediatamente y el continua. — Daría lo que fuera por saber lo que pasa por esa hermosa cabecita pervertida.

Mis mejillas se calientan porque sé perfecto que que él se encuentra igual de atraído por mi y que algo ha de estar sintiendo.

— Es tu culpa, eres un exhibicionista de mierda — él levanta una ceja divertido y me da la sonrisa perversa que tanto me gusta. — ¿Cómo se te ocurre responder una videollamada así?

Señalo hacia la pantalla totalmente indignada y no puedo dejar de preguntarme si hace eso con todo el mundo.

Espero que no sea así porque...

Él es libre Keilisita, puede hacer lo que quiera...

Trago saliva, no me gusta esa idea.

Escucho como suelta un suspiro lento y se pone de pie, ya no lo puedo visualizar en la pantalla, después de unos segundos regresa con una camiseta blanca puesta ¿Qué? ¿Y porque se puso una camiseta?

Por tu culpa, Keily...

¿Ya no soy Keilisita?

No.

Vaya, se a enojado mi consciencia.

— ¿Pero porqué te pusiste la camiseta? — cuestiono sin pensar y él sonríe egocéntrico como siempre.

— No quiero verte babear más tu cama, señorita — suelta divertido — además, tu cara no podía estar más roja.

Maldito idiota.

— Solo te miraba para saber cuantas tenias — hablo con los ojos entrecerrados y divertida, me mira confundido, si el quiere jugar, jugaremos. — Quería asegurarme que tenias las seis tabletas, las tuve que contar varias veces.

Su risa ronca se escucha por todo el lugar y amo que se ría de esa manera y mejor aún si soy yo la que causa la misma.

— No necesitabas mirar tanto para contar hasta seis, niñita.

—  Las matemáticas no se me dan muy bien, — hablo muy segura de mi misma, aunque mis nervios están a flor de piel y continúo divertida. — Siempre tengo que comprobar el resultado una y otra vez.

— Eres una pervertida, — suelta divertido.

— Soy honesta.

— Sin duda alguna lo eres, casi me siento intimidado.

— ¿Ah si? ¿Porqué? — Cuestiono.

— Por la forma de como me mirabas hace unos momentos.

— Pobresito el rubio que se intimidó después de ser un exhibicionista — suelto sarcásticamente en su dirección y el sonríe. — ¿Quieres que estemos a mano?

El me mira confundido y yo lo miro divertida, voy hacer algo que no se imagina y la suerte que en estos momentos uso sostén. Me pongo de pie, perdiendo de vista la pantalla, quito mi camiseta de tirantes y me quedo en short y sostén, llevo la camiseta en una de mis manos y vuelvo a donde estaba antes, pero en sostén

Veo como abre los ojos en sorpresa y traga grueso, puedo ver como se remueve en su lugar, se encuentra en su cama, su mirada es descarada y no hace ningún intento de ser cuidadoso en su escrutinio. No me pasa desapercibido como oscurecen esos ojos que hacen y deshacen en mi interior, su mirada se posa en mis pechos y traga saliva.

— No quiero verte babear tu cama, Marcelo — vuelve a mirar mis ojos y le sonrío, le doy una sonrisa perversa de esa que él me da en ocasiones, veo como traga grueso por dos veces más, no soy la única babeando aquí. — No necesito que la pobre de Martina vaya a limpiar tu baba a media noche, tarúpido.

Sonríe abiertamente y yo hago lo mismo, si el quería jugar, lo hago, no soy esperta en juegos, pero lo sé llevar, aunque pierda al final.

— Eres una pervertida, niñita endemoniada, — suelta con voz ronca y sexy — cada vez que hablo contigo me demuestras que el apodo que puse en ti no te queda grande.

Aprovechando el espacio después de verlo babear vuelvo a colocar mi camiseta de tirantes.

— Te juro que me pagarás cada una de estas que me haces algún día, Keily. —  Habla en serio, lo sé, últimamente lo he provocado demasiado, me gustaría que me lo hiciera pagar. — Eso será muy pronto.

Ah si papi, ven hazme lo que quieras...

¡Consciencia!

¿Queeeee?

¡Calma tus hormonas!

No, no quiero, ojalá ese rubio me lleve sin retorno, Keilisita.

Casi ruedo los ojos.

Trago saliva, me estoy volviendo loca porque cada vez que habla me siento tan caliente que no creo que esta tortura vaya a durar mucho.

— Me gustaría ver la forma en que me lo harás pagar,  cielo.

Su mirada se oscurece y sus ojos no se apartan de los míos, aún estemos a través de la pantalla ese aura sexual sigue palpable, este hombre es tan caliente que necesito que me queme, no lo digo yo, lo reclama mi cuerpo.

Veo como traga salida y se remueve incómodo acomodando a su...

— Cambiando de tema,— habla rápidamente rompiendo el hilo de mis pensamientos. — ¿Cómo te ha ido?

Sonrío en su dirección y decido dejar el tema.

— Estoy bien, compartir con mi familia es algo que no tiene precio, Marcelo y amo estar con ellos, — hablo emocionada hacia él y me brinda una linda sonrisa y continúo, — estoy en Toluca, con mi mamá, mi tío y su familia, Elena me acompaña.

— Me da gusto escuchar que estas bien y supongo que si estas así de tranquila es porque todo marcha bien por ahí.

—Así es, muchas gracias por preguntar. — hablo sinceramente — ¿Tú como estás?

— Yo siempre estoy bien, niñita — suelta y giro mis ojos, es tan grande su maldito ego — no me puedo quejar, he visto una linda chica muy sexy en sostén hace unos minutos.

— Eres un maldito idiota, egocéntrico de mierda ¿sabes? — suelto seriamente a punto de reír.

Vuelvo a escuchar música en mis oídos cuando lo escucho soltar una carcajada, se ve tan bien cuando sonríe.

Todo le queda bien a ese hombre...

— No malas palabras, señorita, y menos a estas horas de la noche. — Suelta en mi dirección y sonrío victoriosa, — muy pronto lavaré esa boquita sucia que tienes en ocasiones.

—Quiero ver de que forma lo harás, Marcelito — suelto seductora estoy a punto de reír. Mis mejillas están calientes.

— Keily, Keily no coquetees así conmigo. — habla en voz ronca y se me eriza la piel con tan solo escucharlo. — No sabes de lo que soy capaz.

— Estoy muy lejos ahora, estoy a salvo. — Hablo sintiéndome a salvo donde estoy.

— Recuerda que si me lo propongo estaría dentro de dos horas ahí ¿verdad? — habla de forma seductora. — No tengo un helicóptero y un Jet para nada.

— Sigue restregando tu maldito dinero a los pobres,— hablo obviando sus palabras que han abierto un hueco en mi estómago — eres un egocéntrico multiplicado por mil.

— ¿Cuándo vendrán? — Indaga cautelosamente.

— El domingo — respondo con una sonrisa.

— Quiero verte... — Suelta seriamente mirándome directamente a mis ojos.

Mi corazón saldrá corriendo, no tengo pruebas, pero tampoco dudas y el nudo en mi estómago se retuerse con mayor intensidad.

—Ya me estas viendo, Marcelo. — Suelto en un susurro, casi no me sale la voz, mis manos comienzan a sudar y el sonríe, me brinda una sonrisa de boca cerrada.

—  Tienes razón. — Expresa.

— Si.

Se crea un silencio entre los dos en donde solo nos limitamos a mirarnos, ver sus ojos de cielo es un deleite para mi, sus ojos son como un cielo personalizado que él puede dar a quien él considere merecedor. El silencio que se crea entre nosotros no es incómodo, es una conversación entre nuestras miradas, no hace falta decir palabra alguna y eso es aterrador. Es después de unos segundos más que lo escucho hablar.

— También quiero... — Deja las palabras a medio camino y mi pecho da dos latidos muy fuertes al imaginar lo que viene.

— ¿Qué es lo que quieres? — Pregunto en un susurro sabiendo perfectamente lo que responderá, él no aparta su mirada de la mía y traga saliva al igual que yo.

— Quiero besarte...

¿Saben? Ahora mismo le pueden colocar un RIP a Keily Elizabeth Andersson Presley, esta acaba de morir de un infarto.

Me sudan las manos, mi cuerpo tiembla y los remolinos que están haciendo estragos en mi interior son incontrolables. Al ver su rostro a través de la pantalla, me recompongo un poco  y respondo.

— También quiero besarte...

Suelta un suspiro lento o más bien soltó todo el aire que contenía esperando cual seria mi reacción.

— Muy pronto, niñita, muy pronto.

Sonrío.

— Lo sé, Marcelo, lo sé.

Hablamos de unas cosas más y me platica de que tendrá un fin de semana complicado y que su madre estará en la cuidad, noticia que me hizo tragar grueso. Tambien le comenté lo que había pasado en mi trabajo y se alegró mucho por mi y me dijo que no esperaba menos. Es tan fácil conversar con él y fue después de cuarenta minutos más que finalizamos la llamada.

No pasó mucho tiempo cuando me quedé rendida ante el sueño.

Abro los ojos con el cantar de las aves, sonrío, estar en área campestre es increíblemente relajador, me levanto, me doy un baño y coloco ropa para montar a caballo, lo haré después de desayunar.

Después que estoy lista salgo de la habitación y me dirijo al comedor. Veo a todos aquí incluyendo a Elena, quien sonríe con algo que le dice Iván. Doy lo buenos días a todos y beso efusivamente a mi madre quien me abraza y apapacha como siempre, no sin antes preguntar como había pasado la noche y de más.

— Hija mía... — Comienza mi madre y la miro, su semblante es serio y preocupado — hay algo de lo que queremos hablar contigo.

No me gusta nada lo que escucho, es decir, el tono en el que ella habla y la cara de preocupación de los demás.

— ¿Qué pasa? — cuestiono preocupada. — ¿Está todo bien?

— Si, mi amor, esta todo bien, — habla mamá dulcemente. — Solo quiero...

Es interrumpida por una persona que entra al comedor y que tenia años que no veía y que sin duda no estaba lista para encontrarme con él, me quedo estática en mi lugar, mis ojos se cristalizan y lo único que quiero es se haga un agujero y me trague la tierra al escucharlo hablar.

— Hola monstruo...



◇♡◇

♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Capítulo nuevo.

Espero les guste.

Sean fuertes y perseverantes siempre, mis guerreras valientes 💋 💪 💚

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top