Capítulo 36
Hola, hola, mis chicas endemoniadas y valientes... esto no es un simulacro, es real, hay un capitulo después de esto.
En esta ocasión, este hermoso capitulo está dedicado a una persona muy especial que me ha hecho saber con sus comentarios, sus votos y memes que ha realizado de los capítulos de la historia, lo que le gusta cada capítulo. Muchísimas gracias JazRB215 por todo ese apoyo incondicional que me haz brindado, para mi tu apoyo al igual que cada chica que me lee, no tiene precio.
Muchas gracias 😘
Ahora si, vamos a lo que vinimos, a leer...
Ahora mismo me encuentro perdida, estoy sumamente sumergida en un cielo intenso que hace que mi cuerpo quiera hacer cosas no adecuadas para este momento, siento ese habitual cosquilleo que me embarga cada vez que lo tengo cerca.
De todo aquello que caracteriza a Marcelo Sandoval sin duda alguna me encuentro cautivada con su mirada azul y la manera tan intensa con la que me mira, me hace sentir totalmente desnuda como si pudiera ver a través de mí.
Ahora mismo estamos de pie en la puerta de mi casa y no podría decir que tiempo tenemos en silencio solo mirándonos como dos idiotas, es hasta que escuchamos lo que parece ser un carraspeo que rompemos la inexplicable conexión que teníamos.
Me remuevo incomoda al igual que el hombre que se encuentra frente a mí, ambos miramos en la dirección que se encuentra la pelirroja de ojos azules quien ahora mismo es adornada por una sonrisa pícara en su rostro.
Marcelo carraspea levemente Notablemente incomodo y mira a Elena con una cara que dice: "Rayos, me han descubierto". Elena por su parte le sonríe y él muy idiota también lo hace, sonríe para mi y para mi amiga haciendo que aquí las dos presentes nos volvamos liquido ante tal acción.
— Hola, Elena — habla él educadamente.
— Hola bombón — suelta ella con su maldito apodo cliché con el que bautizó a Marcelo.
Él le sonríe y vuelve su vista hacia mi y me escanea nuevamente desde la cabeza hasta los pies haciendo que mi estómago se retuerza.
Traga grueso y luego me da una de esas sonrisas de boca cerrada.
— ¿Estas lista? — pregunta él y cómo efecto secundario que causa su presencia en mi, mi pecho comienza a latir con violencia y ni para qué hablar de mi estómago.
— ¿Eh? — cuestiono totalmente perdida escuchando una risita traviesa de Elena. Él sonríe y vuelve a preguntar.
— ¿Qué si estás lista? — está vez logro escuchar a la perfección lo que pregunta y siento un poco de vergüenza por lo boba que seguramente me vi hace unos momentos atrás.
— Eso creo — suelto bajando la mirada.
Marcelo mira a Elena e inmediatamente sé que por su caballerosidad no se irá sin antes invitar a la aquí presente.
— Nos hace el honor de acompañarnos, Elena — habla Marcelo muy convencido.
— Oh no — responde Elena rápidamente, recogiendo algo del piso — tengo algo que hacer, en otro momento será.
Nos guiña un ojo y ambos reímos.
— De acuerdo — cede Marcelo a la primera.
Miro a Elena y camino hacia ella y le doy un abrazo que ella devuelve con la misma intensidad, nos separamos y me sonríe al tiempo que me guiña un ojo.
— Ve, disfruta tu cena y de ese hombre que casi casi me hace perder la cordura con su aspecto sensual — habla de manera divertida en un susurro que sólo yo pueda escuchar. — si puedes, solo si puedes comete ese bombón esta noche, por favor — habla ella alargando la última sílaba.
Ruedo mis ojos ante lo que ha dicho y miro hacia Marcelo y con una sonrisa le hago saber que estoy lista. Hace un ademán hacia la puerta para que salga y eso hago, camino hacia la salida y giro hacia donde él se encuentra y lo veo cerrar la puerta.
Nuestras miradas coinciden una vez más y veo como suelta un suspiro lento y se rasca su nuca, parece nervioso.
— No puedo evitar decirte lo preciosa que te vez esta noche.
Un huracán de emociones de junta en la boca de mi estómago y mi pecho late con rapidez ante sus palabras.
— Waaoo, muchas gracias — logro decir de forma divertida logrando ocultar un poco los nervios — aunque pensé que dirías que me veo hermosa todo el tiempo.
Suelta una carcajada contagiándome en el instante.
— No puedo creer haya cometido el primer error de esta noche tan rápido. — suelta de forma seductora.
— Vaya, eso quiere decir que venía usted propenso a cometer errores, señor Sandoval. — suelto de la misma manera.
— No específicamente, al menos que lo que ha pasado por mi cabeza sea un error.
Lo miro detenidamente y no me pasa desapercibido que habla en doble sentido y yo Keily Andersson no soy esperta en juegos, pero por lo menos los sé llevar.
Pienso detenidamente lo que voyba decir ante lo que ha dicho y cuando me siento lista comienzo a hablar:
— Hay errores que siendo errores, son tesoros que se guardan para ciertos fines que nos ayudan o más bien nos dirigen a ciertos objetivos. — hablo firmemente hacia el rubio frente a mi.
Lo miro y me cuesta mucho no apartar la mirada de sus orbes azules tan intimidantes. Me mira con cierto brillo espectacular en ellos, sin embargo, no sé lo que significa, quizás sea mi imaginación y solo es que ese hermoso cielo brilla de por sí por cualquier cosa.
No me hagas dudar de tu inteligencia, Keilisita...
— Definitivamente, nadie pudo decirlo mejor que tu, mi cielo. — responde.
Ahi van las malditas mariposas en mi estómago, revoloteando sin control alguno ante la forma de como me ha llamado.
Camina lentamente hacia mi, mi corazón colapsará en cualquier momento, es tan imponente este hombre, tan guapo y todo, absolutamente todo lo que tiene, lo tiene bien distribuido, sus brazos, sus piernas, su pecho, su... hace calor aquí.
De un momento a otro, mis pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de las puertas del ascensor abrirse, un vecino muy guapo y elegante sale de ella.
— Buenas noches, vecina. — habla un hombre castaño ojos cafés, alto quizás no tanto como Marcelo y tiene alrededor de treinta y tres años. Me mira y me repasa lentamente con la mirada.
Marcelo llega a mi y me toma de la mano, lo miro y su rostro no muestra ningún tipo de expresión.
Giro mi cabeza hacia el dichoso vecino y este me mira a mi con cierto brillo y lujuria, me siento incómoda, — Buenas noches, señor. — me limito a decir.
Sonríe con galantería.
Esta buenísimo el vecino, pero no como el ojos de cielo.
Ninguno como él.
— Caballero — hace un ademán hacia Marcelo en forma de saludo y el aludido le da un asentimiento de cabeza manteniendo el mismo tipo de expresión.
Sonríe, el hombre castaño sonríe coqueto y divertido hacia mi nuevamente mientras pasa por nuestro lado.
— Con su permiso.
— Propio — hablo yo.
El agarre de Marcelo aún se mantiene y sigue al hombre con la mirada, es como si lo tuviera analizando.
Yo también lo miro extrañada, puesto que alguna vez lo vi en algún lado, pero definitivamente no fue aquí.
— ¿Pasa algo? — Cuestiona Marcelo al ver mi insistente mirada en el hombre que se a perdido en el pasillo.
— No, la verdad es que no, solo me preguntaba en donde lo he visto.
— Es tu vecino ¿no? — suelta él con obviedad.
— Bueno, eso parece, pero estoy segura que aquí nunca lo había visto.
— ¿Es decir que no lo conoces?
— No, no lo conozco.
Marcelo vuelve su mirada hacia el pasillo con el ceño fruncido, no sé qué pasa por su cabeza, pero lo único que quiero es que nos vayamos ya.
— ¿Nos vamos? — pregunto al ver que no ha dicho nada. El vuelve su mirada hacia mi y me da esa sonrisa perfecta que tiene y aun con las manos atadas caminamos al ascensor.
Me siento extraña, pero no de mala manera al llevar las manos entrelazadas con la del rubio de ojos hermosos, me siento más bien nerviosa, pero no retiro mi manos y es así como él nos guía al lugar
♡♡♡
Después de veinticinco minutos llegamos a un hermoso restaurante, por lo menos es lo que puedo percibir hasta el momento cuando el tarúpido detiene el auto en el cual nos transportamos.
— Hemos llegado — habla él apagando el auto, quitando su cinturón de seguridad y girando un poco su cuerpo hacia mí — espero que te guste la comida italiana y si no es así podemos...
— Me encanta la comida italiana, — interrumpo inmediatamente con una sonrisa de agradecimiento mirando directamente a sus ojos y él me sonríe.
— Perfecto — abre su puerta, sale del auto y luego veo como da la vuelta para proceder a abrir de mi lado, cuando lo hace me tiende su mano para ayudarme a salir, la tomo mientras agradezco. — Estas preciosa.
Sonrío, mis mejillas se calientan con rapidez y él afianza su agarre en mi mano y me gira un poco para que ambos quedemos de frente.
— Estas preciosa hoy, lo estuviste ayer y todos los días que no te vi, — sonrio y no puedo evitar que mi cara comience a cambiar de color nuevamente ante sus palabras, pues nunca imaginé que este hombre fuera de esos que da cumplidos a una chica. — y no tengo dudas de que estarás preciosa el dia de mañana y todos los días que te queden por vivir.
Voy a morir, mi corazón comienza a latir con tanta intensidad que temo por mi vida, cada palabra que dice hace que toda mi existencia se estremezca.
Malditos efectos secundarios los que causa Marcelo Sandoval en mi...
Trago saliva.
— Pues mucha gracias, señor Sandoval — logro decir mientras sonrío, ya que me ha seguido el juego esta noche — usted también luce muy bien esta noche.
Escucho un carraspeo divertido de su parte y sé a lo que se refiere y sonrío abiertamente ante su acción.
— Disculpe usted, señor, se ve usted muy guapo esta noche — sonríe y me contagia en el acto, aún seguimos con las manos entrelazadas enviando corrientazos hacia lo más profundo de mi ser. — y todas aquellos días que no lo vi y estoy completamente segura — suelto lentamente sin dejar de mirarlo a los ojos, los cuales tienen un brillo extraño en ellos, — que lo estará todos los días futuros que tenga la oportunidad de vivir.
— Muchas gracias — sonrie abiertamente, complacido por lo que ha escuchado, besa el dorso de mi mano mientras aún estamos conectados por nuestras miradas y mi estómago en conjunto con mis piernas están por colapsar, efecto que siempre causa en mi. — vamos a dentro, vamos a cenar porque tengo mucha hambre.
Sonrío.
— Vamos, entonces, porque ya somos dos. — el nos guía hacia la entrada del restaurante aún con nuestras manos enlazadas.
Al entrar no me pasa desapercibido, las miradas que nos dan las personas que aquí se encuentran, son miradas curiosas, las mujeres dan esas miradas envidiosas y los hombres, pues siendo hombres quieren desnudarme con la mirada.
— Estas tan preciosa que llamas la atención de todos aquí — habla el rubio con un atisbo de sonrisa mientras que nos detenemos en la entrada, lo miro y sonrío, — me siento alagado de ser tu acompañante, mi cielo.
Quincuagésima voltereta que da mi corazón esta noche ante sus palabras.
— Pues no soy la única en llamar la atención aquí, cielo, — hablo pausadamente tratando de apaciguar los retortijones de mi estómago, me coloco de frente hacia él, tomo su corbata, comienzo a acomodarla y continuo, — también me siento más que alagada de ser la acompañante del hombre que llama la atención de todas las mujeres del lugar e incluso las mayores.
Veo como traga saliva y yo evito hacer lo mismo, la tensión que existe entre nosotros es palpable, nuestras miradas coinciden y danzan, ambas se pierden en sí mismas.
— Maldira sea, niñita, me estas volviendo loco. — masculla para si mismo, pero logro escucharlo y sonrío.
Me acerco lentamente a su oído decidida y armandome de valor, él se sorprende, pero me da una de esas sonrisas de boca cerrada que amenazan con terminar con mi estabilidad emocional, ya preparada comienzo a susurrar:
— Tú me vuelves loca, cielo.
Me separo de él y nos miramos, la tensión sexual es arrolladora y estoy segura que esto explotará muy pronto.
— Eso quiere decir que estamos los dos en igualdad de condiciones — habla él para aminorar el aura existe, .— somos dos personas volviéndose locas en potencia.
Sonrío abiertamente hacia él.
— Se puede decir que uno de los dos está más loco que el otro, — suelto divertida ocultando los nervios y él me mira con una sonrisa — ¿no lo crees, cielo?
— Eso puedo verlo, niñita preciosa — habla de manera seductora haciéndome estremecer — pero no viene al caso decir quien de los dos, será un secreto entre nosotros.
Trago saliva, este hombre me hará colapsar en cualquier momento.
Él toma mi mano y terminamos de entrar al lugar. Cuando estamos dentro puedo ver lo hermoso que es el lugar, es elegante y por donde quiera que se vea es un lugar que a simple vista la comida es costosa, me dará pena pedir mi plato.
¿Quién dijo pena? — habla mi conciencia — nuestro amigo es millonario, puede pagar ese pequeño platillo que vamos a desgustar.
Casi ruedo los ojos.
Eres una sinvergüenza.
Tú me creaste, somos una misma asi que "somos dos sinvergüenzas en una"
Río ante mis pensamientos y Marcelo me observa con cautela mientras caminamos.
— ¿Qué pasa? — pregunta extrañado y sonrío.
— Oh no, no es nada — vuelvo a reír — solo que mi sueldo seguramente no me permitirá pagar ni el agua que aquí venden.
Lo escucho reír y se ve tan sexy cuando lo hace que me da calor. Su forma de sonreír es increíble y me contagia al instante.
— Pues no debes preocuparte, yo te invité a cenar y todo corre por mi cuenta, quizás mi sueldo alcance para pagar lo que aquí comeremos — suelta egocéntricamente divertido y me encanta verlo en esa faceta. — solo disfruta la cena.
Y la compañía.
— Claro, — suelto divertida con sarcasmo y alargando la O mientras llegamos a una mesa y él separa una silla para mi, agradezco el gesto. — se me olvidaba que tengo a un amigo asquerosamente millonario que puede pagar la cena sin ningún problema.
Vuelve a reír de forma ladeada y lo que dije antes no es mentira, me da calor en muchas partes de mi cuerpo.
Creo que nos las estamos pasando bien puesto que hemos reído mucho esta noche en menos de una hora.
— Pues este amigo asquerosamente millonario, te dice que no te limites.
— Para ser honesta — hablo divertida — no pensaba hacerlo.
Gracias al cielo, no quería tener una pelea contigo innecesariamente, veo que no eres ninguna tonta...
Ya Cállate...
— Eso me agrada — suelta él.
Sonrío y la verdad es que pensaba que sería más difícil establecer una conversación con este hombre y no he podido dejar los nervios a un lado pues en lo que va de la noche en su compañía la sensación y nudo en mi estómago no desaparece.
Estoy asustada por que no es normal sentir las sensaciones que siento cada vez que estoy con él y cuando no lo estoy. Esta más que claro que me gusta y seria una tonta si me lo niego a mi misma, yo no quiero sentir nada por él, aunque me las canto y me las lloro porque al mismo tiempo de no querer tampoco tengo ganas de detener esa ola emocional que se juntan en mi pecho, en mi estómago y otras partes que no mencionaré.
A pensar de tener veintiún años de edad y en ocasiones, las personas nos juzguen por disque la corta edad que tenemos y que no somos capaces de tomar decisiones certeras, tengo la fortaleza de ser muy analista y trato por lo menos de no mentirme a mi misma, aunque muchas veces cuando no quiero aceptar las cosas le doy largas al asunto.
Ya pedimos lo que vamos a cenar y ya nos han traído todo y para ser honesta me ha sorprendido mucho ver los precios de la comida, son realmente exagerados. No obstante, ahora mismo estoy comiendo lo que me apetece, pues mi amigo millonario, me pidió que no me limitara y quien soy yo para contradecirlo. En la próxima ocasión invitaré yo, aunque no sea en un lugar como este, pero si en donde preparen comida igualmente de deliciosa e incluso mucho más deliciosa.
Verlo frente a mi es un deleite, es un hombre muy educado y no esperaba menos. Cada facción de su rostro y la contextura de su cuerpo son dignas de admiración y puedo decirlo a boca llena, puesto a todo lo que pasó con nosotros. Dirán que no tengo vergüenza, pero no voy a contradecir verdades.
— Al parecer estás acostumbrada a comer comida italiana. — habla él mirándome — y disfrutas hacerlo.
Sonrío en el acto.
— Sí, suelo comer comida italiana, mexicana, española... —él levanta una de sus cejas y sonrío por lo bajo. — me encanta todo tipo de comida y en ocasiones, tengo gustos raros.
— Al parecer eres una comelona.
Suelto una carcajada y las personas de nuestro alrededor nos miran y mi rostro cambia de color.
— Perdón — hablo evidentemente avergonzada.
— No, no señorita, nada de avergonzarse, usted aquí puede reír y hacer lo que usted quiera ¿De acuerdo?
Le sonrío
— De acuerdo — cedo al fin.
— Cuéntame más de tus raros gustos de comida. — pide el hombre aquí presente.
— Que conste que tu lo pediste eh — suelto y él asiente mientras sonríe y come de su platillo — en ocasiones, mi mamá suele regañarme por mi forma de comer e incluso decía que moriría joven cuando me encontró comiendo unas barras de chocolate acompañado de queso y mantequilla de maní — abre los ojos en sorpresa y hace una cara en desaprobación que casi me hace reír. — y otro día me encontró comiendo un helado de McDonald's con papas fritas, pepinillos y mermelada de frambuesa, me reprendió tan fuerte que me hizo llorar, pero no me quitó mi comida.
Rie y no puedo evitar girar nuevamente y las personas que están a nuestro alrededor no se inmutan al parecer están acostumbrados, aunque hay momentos en donde somos el centro de atención, su forma de reír no es escandalosa, pero no puedo decir lo mismo de la mía.
— Eso es asqueroso, niñita — suelta a punto de reír. — en mi vida había escuchado tales combinaciones de comida.
— ¿Qué? Pero es delicioso, solo basta con que lo pruebes y quedaras flechado por ese tipo de comidas. — hace una cara de asco que me hace reír por lo bajo, llevo un poco de comida a mi boca y es así que se hace un poco de silencio entre nosotros. — es más, te prometo una invitación para un día de estos a un lugar increíble que te va a encantar.
Me mira y sé que me esta analizando, esa mirada azul que tanto me cautiva la tengo en mi. Le sostengo la mirada y algo se apodera de mi interior.
— No quiero morir tan joven — y no puedo evitar reír una vez más — con lo poco que has mencionado de los gustos de comida ya estoy aterrorizado. — mi expectativa es morir siendo un anciano.
Reímos juntos, reímos de todas las tonterías que se nos han ocurrido en la noche de hoy. Después que me he calmado vuelvo a hablar.
— No te preocupes también sé mucho de comidas normales que te pueden gustar.
-—Gracias a Dios, — habla divertido y ambos volvemos a reír. — es bueno saberlo.
Cualquier persona que no se trate con este hombre podría pensar que es un rubio amargado, sin embargo, no lo es. Tenía mucho miedo del como resultaría esta cena para nosotros, pero la verdad es que esta resultando mucho mejor de lo que esperé. Marcelo Sandoval tiene una personalidad increíble, por lo menos tengo fe en lo poco que me ha dejado ver.
— Quiero confesarte algo — habla a punto de reír y lo miro curiosa y con los ojos entrecerrados — llevo un buen rato debatiendo en contarte si o no, pero solo lo haré si no te ríes, solo te contaré si prometes no reírte de mi.
— No me gusta hacer promesas que quizás no pueda cumplir — hablo hacia él y entrecierra los ojos a punto de reír. — prometo que haré el esfuerzo.
— Bien, haz el esfuerzo porque si te ríes haré algo que quizás no te guste. — levanto una de mis cejas a punto de reír y el continua — así que quedas advertida.
— ¿Qué me harás? — lo reto
curiosa y divertida al mismo tiempo y por el tono que usa en cada palabra se siente como si me estuviera retando, rogando a que acepte el desafío, pero sobre todo verme perder.
— No tienes porque saberlo ahora, lo sabrás en su momento — ahí esta ese brillo en su mirada, esa mirada que por más que trato no puedo apartar de mi mente.
— Sabes que no te tengo miedo, Marcelo — lo reto y él deja la comida a medio camino y entrecierra los ojos en mi dirección, le divierte esto.
— Lo sé, mi cielo — habla él com un atisbo de sonrisa, — pero tu también estas consciente de que cumplo mis promesas ¿no es así?
Trago grueso y él sonríe volviendo a comer de su platillo. No me canso de admirarlo y ver lo guapo que es.
— Estas advertida, niñita — sonrío en su dirección y esta vez no digo nada, — voy a contarte ¿estas lista?
Asiento con la cabeza mientras lo miro curiosa prestando toda la atención posible a eso que va a decir, el mira directamente a mis ojos y comienza a hablar:
— Cuando tenía cuatro años estaba en la cocina de la casa que solía vivir con mis padres biológicos, estaba con mi nana Martina, quien a estado conmigo desde que nací. Ese día ella me dejó solo por un momento en la cocina y yo como un niño travieso que era abrí el refrigerador porque tenía hambre y preparé — hace una pausa como si recordara todo aquello, es un recuerdo feliz según lo que puedo notar. — preparé un gran sándwich con mantequilla de maní, mayonesa, ketchup, queso, jamón, pepinillos, le puse un poco de mermeladas, junte todo y algunos otros condimentos más que no sabia lo que era y procedí a comer mi rico sándwich y en verdad estaba delicioso.
Hace una pausa y algo me dice que ahora es que viene lo divertido.
— Lo que no sabia es que el refrigerador había un purgante en un frasco en forma de mermeladas, este estaba preparado para caballos y sin saber también agregué eso a al sándwich — abro tanto lo boca que me duele la mandíbula, el sonrie, mi cara deben ser un poema — y comí tanto de eso que terminé expulsando todo por ambos lados por la boca y por mi trasero en la misma cocina justo en el momento que mi mamá entrará en la cocina y mis vómitos terminarán en sus pies, fue una locura.
Comienzo a reír, río tanto que siento mis ojos cristalizados y lágrimas a punto de salir de la risa tan grande que ha causado esto.
Me mira divertido, me mira y mientras más lo hace más me río, no sé en qué momento estamos los dos riendo como si no importara nada de lo que está alrededor e incluso la gente que nos mira sonríe y levantan su copa hacia mi acompañante.
— Lo siento — suelto tratando de calmarme — no pude evitar reír, lo lamento de verdad.
— No te preocupes, luego te haré pagar eso. — río nuevamente.
— Con gusto pagaré mi deuda, señor. — hablo hacia él — Y quiero saber más sobre eso.
— Como si eso fuera posible — suelta divertido — no sabrás nada más de mi, niñita, te conté esto porque me contaste sobre ti y tus gustos raros de la comida.
— Ya encontraré la manera de enterarme, soy muy persistente en lo que me propongo.
— ¿Ah sí?
— Sí, lo soy.
Llevamos alrededor de dos horas y media en este lugar entre platicas, anécdotas y risas el tiempo pasa muy rápido comimos lo suficiente e incluso disfrutamos de un buen vino.
— ¿Quieres algo más de acá? — niego con la cabeza — Pues entonces, pediré la cuenta, es hora de irnos.
Asiento con una sonrisa.
Seguimos platicando de cosas triviales en lo que el mesero pasa por nuestra mesa y es hasta después de unos minutos más que vamos de camino al estacionamiento. Esta vez voy a su lado a paso lento con mi bolso en la mano izquierda y la derecha entrelazada a la suya.
¿Porqué tenemos las manos entrelazadas?
Ni yo misma tengo la respuesta, pero no me siento incómoda, me siento protegida, protegida por un hombre con el que solo he establecido comunicación hace un par de meses y no de la mejor manera.
Subimos al auto, pero ahora vamos con destino a mi casa, hablamos de una que otras cosas sin tocar temas en concreto, nos miramos de vez en cuando haciendo que el ambiente se ponga espeso ante tanta tensión. Llegamos después de unos minutos, nos encontramos en la puerta de mi departamento, abro la esta y me giro hacia él.
— Muchas gracias por todo, Marcelo, pasé una velada increíble esta noche. — el sonríe y continuo — ¿Deseas pasar?
Pregunto y él procede a negar con la cabeza y una sonrisa pícara en sus labios.
— No creo que sea conveniente — habla mientras me mira y funzo el ceño — no puedo hacerlo ahora, si lo hago cometeria el tercer error de la noche.
Sigo con mi rostro fruncido sin entender ¿El tercer error y cuál fue el segundo? Contando que el primero fue e este mismo lugar cuando nos íbamos a cenar.
— ¿Cuál fue el segundo err..? — las palabras se quedan en el olvido cuando sus deliciosos labios se encuentran con los míos, él presiona su boca sobre la mía y yo hago lo mismo, respondo el beso moviendo una y otra vez mis labios con deseo, llevo mis manos alrededor de su cuello y comienzo a tirar su rubio cabello, mientras tanto el coloca una mano en mi cintura atrayéndome más hacia él y la otra la coloca en la parte baja de mi nuca profundizando así aun más el beso que nos estamos dando.
Atrapa mi labio inferior mordisqueando y succionando una y otra vez, por mi parte estoy tratando de memorizar el sabor de su boca, un sabor exquisito que deja con ganas de más, nuestras lenguas se encuentran en un festín dando uno que otro roce, volviendo un mar de emociones mi cuerpo.
No puedo evitar sentir miedo por este remolino de emociones que tengo en mi pecho, la fiesta de animales salvajes que se arma en mi estómago cada vez que este hombre está cerca. Me gusta besarlo, tocar sus brazos y tirar de su rubio cabello, atraer su cuerpo al mío a tal punto de despertar aquellos puntos de mi cuerpo que se encuentran más ocultos.
Nos seguimos besando como si no hubiera un mañana y es hasta que nuestras respiraciones no dan tregua que nos separamos dejando nuestras frentes unidas y con los ojos cerrados.
— ¿Porqué haces esto? — pregunto del mismo modo sin separarme de él.
— ¿A qué te refieres? — pregunta confuso separando su frente de la mía y mirando a directamente a mis ojos.
— ¿Porqué me besas así sin más?
— Por que quise hacerlo y por que moría de ganas de hacerlo, sé también que tú — toca mis labios con su dedo índice con delicadeza — también deseabas esto tanto cómo yo — no digo nada, trago saliva, porque tiene razón — desde que abriste la puerta de tu casa cuando te pase a buscar.
>> Moría de ganas de hacerlo en el restaurant y porque no podía irme así sin por lo menos haberlo intentado. — habla con tal convencimiento que me asusta. — Y por si acaso te lo preguntas, para mi este beso es un error que guardaré como un tesoro que me servirá para encaminarme a uno de mis objetivos.
Abro la boca como una O pues acaba de citar las mismas palabras que dije en una ocasión esta noche, trago grueso porque no soy tonta y se lo mucho que quiso decir con esas palabras.
Y si por fuera poco, se acerca a mí deslizando sus labios por mis mejillas lentamente, haciendo que se me erice la piel, continua hasta alcanzar el lugar donde se encuentra mi oreja derecha dejando mis rodillas como gelatina y susurra: — Buenas noches, niñita endemoniada que estuvo muy hermosa antes, está aun más preciosa el dia de hoy y que no tengo dudas que lo estará mucho más el día de mañana.
Busco su mirada y sonríe, no solo sonríe al estirar los labios, sino que su mirada se encuentra sonriente, satisfecha. Muero, este hombre a rebasado todas mis expectativas.
Se acerca nuevamente a mi y siento como besa cariñosamente mi mejilla, siento su respiración pesada y la mía se torna aún más errática, ambos sentimos una atracción increíble, él sonríe sin despegar sus labios de mis mejillas y ese simple acto me calienta como el infierno, el se separa lentamente de mi dando la vuelta para irse, veo como se detiene a medio camino esperando a dejarme sana y salva dentro del departamento, como puedo, ya que no sé ni como se camina, entro al lugar sin articular ni una palabra.
Huye cobarde...
Giro a ver en su dirección y me encuentro con que aún me observa, me sonríe y guiña uno de sus hermosos ojos y yo sonrío como tonta. No puedo evitar sentir el ferviente deseo de correr hacia él y repetir el beso que nos dimos. Sin embargo, me contengo y es después de unos segundos más que decido cerrar la puerta.
Pero prometo hacerlo pronto, yo seré quien lo sorprenda.
Camino de forma lenta hacia mi habitación dejando mis tacones a medio camino, tiro el bolso de mano en el sofá, parezco un Zombie andante, estoy tratando de asimilar todo lo que ha pasado.
Trago grueso al darle vuelta a todo lo ocurrido, aun más a las vivencias del pasado y las de ahora, no puedo evitar estar asustada, aterrada a todo lo que pueda significar relacionarme con Marcelo Sandoval, el segundo Sandoval con el que me relaciono sentimentalmente.
¿Qué pensará su madre si se entera? ¿Qué pensaran los demás? ¿Cómo reaccionará Diego al enterarse?
Y eso que importa, nena, que se vayan al demonio...
No soy de las personas que se dejan llevar por el que dirán, pero no puedo evitar pensar en Diego y Marcelo y la posible ola de problemas que pueda desatar esto.
No quiero problemas y mucho menos los quiero para la persona que esta significando mucho para mí. Sin embargo, tampoco veo la forma de detener todo esto que estoy sintiendo.
Estoy perdida y me asusta como el infierno darme cuenta de la realidad de lo que estoy sintiendo.
◇
◇
◇♡◇
◇
◇
♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡
- Capítulo nuevo
- Espero le haya gustado
- Las amo mis chicas valientes 💋💋
Aquí algunos de los memes realizados por nuestra hermosa JazRB215 están buenísimos...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top