Capitulo 13 ☆


Hola a todas ustedes, en esta ocasión dedico este hermoso capitulo a Lizzzolos muchas gracias mana por estar aquí, sabes que te amo. 💜


♡♥︎♡

Keily

Me encuentro en la oficina de mi jefa realizando unas indicaciones que me a dado y ahora mismo me encuentro sentada en su escritorio dándole un vistazo a unos bocetos de diseño que serán utilizados en la remodelación de un hotel resort dentro de un par de meses.

La verdad me siento más tranquila estando dentro de la oficina ya que así no les veo las caras a algunas serpientes venenosas que no se cansan de hacerme la vida imposible y no quiero problemas porque no quiero perder mi trabajo.

Han pasado varios días de mi noche loca, nueve días para ser exactos, hoy tengo la cita con una ginecóloga y por eso me retiraré luego de terminar la revisión que se me asigno aquí en mi lugar de trabajo.

Termino de hacer mis deberes, ordeno el escritorio, le dejo una nota a Margot, mi jefa, con algunas correcciones que creo sería más favorables para el proyecto, salgo en busca de mi bolso y cuando estoy en el elevador me encuentro con Natalia y Leila, vamos en silencio, sin embargo, este no duro mucho cuando estas empezaron a hablar:

-– Dime Naty, – habla Leila, — ¿Cómo te va con tu nueva relación? —  Lo dice mientras sonríe de forma burlona. — es muy guapo tu novio.

— De maravilla, querida Leila, de maravilla. Pasamos mucho tiempo juntos y no precisamente hablando. — Lo dice con un cinismo mientras que yo solo espero que abra el elevador haciéndome la que no escucho nada.

— Y tú, Keily, ¿Qué tal las cosas contigo? — dice Leila usando el mismo tono de antes. — ¿Cómo te trata la vida?

La miro con una sonrisa en mis labios y le respondo:

— De maravilla, querida Leila, de maravilla, no me puedo quejar. – uso las mismas palabras que Natalia.

— Pero si tu novio... — es interrumpida por las puertas del elevador que se abren para mí. — Oye espera un momento. — Dice mientras me ve salir.

Sin girarme le suelto:

—No tengo tu tiempo, Leila, hablamos después, búscame cuando quieras y te prometo responder, con mucho gusto, todas tus dudas, — las dejo ahí de pie con caras de póker y me voy. No iba a permitir sus burlas en mi cara.

Tomo un taxi y le indico que debe llevarme al edifico "Picanto" que es muy conocido en la ciudad porque en el funcionan diversos tipos de negocios, es decir, cada piso tiene un negocios diferentes.

En un piso se encuentra una tienda exclusiva para damas, en otro una farmacia, en el tercero se encuentra el banco mas influyente de la ciudad, en otros un hotel exclusivo y en otro el consultorio de mi ginecóloga al igual que otros tipos de médicos.

Llego al lugar, subo al elevador y en segundos después ya me encuentro en el piso que me interesa, espero un poco, luego escucho mi nombre y entro al consultorio de la ginecóloga quien se comporta amablemente mientras le explico todo y ella me da unas indicaciones que debo seguir así como unos análisis y sonografías que debo realizarme, por último, me pone cita para la semana siguiente.

Después de unas palabras más me despido de la ginecóloga y de su asistente, vuelvo a subir al elevador, me dirijo hacia la salida y voy leyendo las indicaciones que me dio la doctora por escrito cuando de un momento a otro choco con alguien quien rápidamente me sostiene por la cintura evitando que cayera y yo llevo mis manos a sus espectaculares brazos al tiempo que logro articular.

— Discúlpeme por favor, iba distraída y no me fije de que... — Me quedo callada cuando veo de quien se trata, trago grueso y una sonrisa torcida de superioridad se pinta en sus labios.

— Siempre encuentras la manera de terminar en mis brazos, niñita del demonio — masculla con una perfecta sonrisa. — Y no siempre por andar distraída.

Idiota, tarúpido de mierda.

Me separo a velocidad de la luz y me recompongo de inmediato mientras encuentro mi voz para proceder a articular:

— Disculpe señor, no se de que me habla – me hago la loca y que no recuerdo nada mientras acomodo mi ropa que se ha desubicado un poco con el choque. —  ¿nos conocemos? —  Indago mientras se me suben los colores al rostro cuando recuerdos llegan a mi de lo que sucedió entre nosotros.

Una sonrisa burlona se pinta en sus carnosos labios  — ¿Segura que no me recuerdas? Porque tu color en las mejillas me dice lo contrario.

— Eres un idiota. — digo tratando de irme, pero me sostiene amablemente del brazo cuando intento cruzar por su lado y vuelve a hablar acercando sus labios a mi oido.

— No decías lo mismo esa noche en mi auto y muchos menos cuando nos encontrábamos en tu habitación. — Mis mejillas están que votan fuego si es que eso se puede aun más. Trato de zafarme de su agarre, pero no me suelta y vuelve a entrar conmigo al elevador, trato de protestar, sin embargo, no me deja. — debemos hablar.

— Usted y yo, señor Sandoval, no tenemos nada que hablar. — replico mientras forcejeo — así que suélteme y siga su camino.

— Parece que ya hiciste memoria ¿Mmmm? Sabes perfectamente quien soy — suelta con una sonrisa de superioridad mientras me sostiene en sus brazos evitando que salga corriendo.

Las puertas del elevador se cierran con nosotros dentro y me suelta, estoy con el pecho a millón y no puedo ni mirarlo a la cara.

— No voy a seguir mi camino y ya que te encontré no voy a dejarte ir, así que vamos a hablar y ni te vas tu, ni me voy yo. — Poncha el elevador para ir al piso 7 donde se encuentra un restaurant. — Vamos a sentarnos y hablaremos.

Termina de decir él.

— Yo no tengo nada que decir, señor Sandoval, por favor déjeme ir – suplico en un intento desesperado a ver si me deja ir, pero no me funciona, no se si  tenga la cara para enfrentar esto.

— No lo haré, Keily — No te voy a dejar ir, ya dije que hablaremos.

Me sorprende que me hable con tanta familiaridad y eso me indigna.

— Señorita Andersson para usted, señor Sandoval. — suelto en un tono de desaprobación al mismo tiempo que levanto la cabeza acomodando mi ropa y el muy desgraciado sonríe torcidamente

— Creo que ha sucedido demasiadas cosas entre nosotros para hablarnos de "usted". – inmediatamente mi cara se pone colorada y bajo la mirada.

Ese hijo de puta, mal nacido de mierda.

Es un hijo de puta bien nacido, Keilisita.

Este hombre es un tarado, un estúpido y un desgraciado que me acaba de tapar la boca así como así, pero las cosas no se van a quedar así.

— ¿Ah si? Pues no ha sucedido nada ¿Qué pasó?

— No te hagas la chistosita, sabes bien lo que pasó y quiero aclarar las cosas.

— No hay nada que aclarar, señor. – suelto cruzandome de brazos y achicando los ojos.

— Como sea usted y yo hablaremos, señorita. ¿Conforme?

Sonrío en mis adentros, me ha llamado "señorita". Je je

— Si, gracias.

Se hace un silencio incomodo entre los dos, es un hombre que sabe lo bueno que esta, es increíblemente guapo y con una sonrisa que mojaría las bragas de cualquier chica.

Estoy que me muero de los nervios, pero no lo demuestro. El elevador se detiene en el piso requerido mientras que el me guía a una de las mesas que se encuentran aquí. Rueda una silla para mí, agradezco mientras que me siento y el hace lo mismo. Un mesero se acerca para atendernos y solo pedimos café. El silencio incomodo aún continúa entre lo dos y decido romperlo siendo sincera.

— Señor Sandoval, siento mucho lo que pasó, yo no estaba en mis cinco sentidos y por eso sucedió lo que sucedió. — Digo todo esto mirándolo a directamente a los ojos.

— Entonces, — comienza el con una sonrisa moja bragas en su rostro. —  ¿Recuerda todo?

Muerdo mi labio inferior y lleva su mirada allí y llevo la mía hacia los suyos, trago saliva duramente y me remuevo incómoda.

Aun siguen apetecibles. ¿Verdad?

Ya Cállate.

Pienso lo que le voy a contestar y respondo siendo honesta:

— Si, recuerdo todo a la perfección. — él sonríe victorioso y yo continuo: — no me siento bien con lo que pasó, yo no soy el tipo de mujer que conoce a un hombre y se lo lleva a la cama sin conocerlo.

>> Siento mucho haberlo puesto en esta situación y estoy clara de que quien tuvo la culpa fui yo. — hablo sinceramente y muero de los nervios porque se queda viéndome sin ningún tipo de expresión en su rostro y cuando creo que no dirá nada habla:

— No tiene de que disculparse, aquí los dos tuvimos la culpa, usted por seducirme y yo por dejarme y no detenerme. — me dice y no se porque le creo. — le pido disculpas porque fui un idiota al no esperar a que despertara, pero no supe como reaccionar a eso. Yo soy un hombre que no esta acostumbrado a que le suceden este tipo de cosas.

— Buenos, lamento todo lo sucedido y si no tenemos más nada que hablar y que aclarar, me retiro.

Quiero salir huyendo de aquí, la vergüenza me esta matando y el niega con la cabeza.

— Lo lamento mucho, pero aun no hemos terminado. — Lo miro extrañada — hay un asunto que debo hablar con usted, señorita.

— ¿De que mas tenemos que hablar usted y yo?

— Como podrá darse cuenta no usamos protección cuando estuvimos juntos. — suelta así sin más. —  y también soy consciente de que fui el primer hombre en estar con usted. — Me sonrojo, bajo mi mirada y él se da cuenta. – no tiene porque que sentir vergüenza de eso, así que levante su mirada.

Levanto levemente mi mirada y coincide con ese cielo azul que hay en sus ojos, me muevo un poco incomoda por las miles de sensaciones que me hace sentir, nunca en mi vida había sentido este remolino en mi estómago con tan solo mirar unos preciosos ojos azules, es como si tuviera un zoológico de animales salvajes ahí dentro

¿Porqué siento esto?

Él mira mis ojos y podría jurar que siente lo mismo, pero es un hombre que esta acostumbrado a tener la mujer que quiera a sus pies, alejo mi mirada y el hace lo mismo.

Mi celular suena sacándome del mi burbuja y me disculpo para responder mi llamada, la tomo y es mi amiga Elena para saber cómo me había ido con la ginecóloga, le digo que bien y que hablamos luego de ese asunto ya que me encuentro un poco ocupada ahora. Nos despedimos y coloco mi celular encima de la mesa y continúo.

— Entonces ¿va a decir de que más tenemos que hablar, señor?

— Como le decía no usamos protección y existe la posibilidad de que puedas quedar embarazada y de ser así no quiero...

— No se preocupe, señor, — lo interrumpo, es vergonzoso hablar de esto — no hay posibilidad de que eso suceda, usted no tendrá la desdicha de traer al mundo un hijo no deseado así que...

— Si en dado caso estas embarazada — interrumpe lo que iba a decir — yo me haría cargo de los dos, niñita del demonio, no soy tan hijo de puta como para desentenderme de eso y dejar un hijo mío por ahí, a su suerte.

Debo de decir que me sorprende mucho que piense de esa manera, sin embargo, el que me llame niñita y del demonio me hace cabrear.

— No soy ninguna niñita, señor, — suelto  con enojo. — Y le agradezco sus intenciones, de verdad lo hago, pero le aseguro que no hay ninguna posibilidad de quedar embarazada, así que puede respirar en paz.

— Entiendo que no te guste hablar del tema, sin embargo, debemos hacerlo, entiende que tuve sexo con una desconocida, no te conozco y no sé qué ventajas podrías sacar de eso. — suelta cada palabra con un tono serio y sin ningún tipo de expresión y me siento un tanto humillada.

— Entiendo todo lo que me dice, señor, pero puede estar tranquilo, yo no le voy a dar un hijo. Puede estar tranquilo en cuanto a eso.

— ¿Quién me asegura eso? ¿tú?, una niñita del demonio que va a un club, se pone ebria y se acuesta con un desconocido.

Abro la boca como una O y me hierbe la sangre, aunque puede que tenga razones para desconfiar no significa que deba permitir sus ofensas.

— Usted es un tarupido de mierda ¿sabe? – suelto con rapidez y enojo, me mira un poco sorprendido, pero se recompone inmediatamente –— A mi no me interesa darle un hijo a usted, ni tan bueno que estuviera, esta bien que no me conozca, pero eso no le da derecho a insultarme, si quiere cerciorarse de las cosas está bien, no hay problema, pero no venga aquí a sacar conclusiones de mi sin conocerme.

— Ya tuve suficiente de ti en una noche. – suelta y juraría que quiere reír — no me imagino un día completo contigo.

Grandísimo hijo de perra.

— De usted tampoco se puede fiar mucho. — suelto con altanería.

Frunce el ceño y sonrío en mis adentros por lo que voy a soltar.

— ¿A qué te refieres, niñita? Soy un hombre honesto. — habla confiado y sonrío.

— No puedo fiarme de eso, ya que se dejó seducir y follar por mi en el primer encuentro, obviamente no se respeta a sí mismo.

Su cara es digna de admiración, no obstante, esconde sus emociones, al parecer se le da bien eso. Intenta hablar y antes de que lo haga continúo.

>> Y vuelvo a repetirle, — digo esto poniéndome de pie, — No puedo estar embarazada porque me encargué de que eso no sucediera ¿me oye? Así que si no tenemos más nada que hablar me retiro. — Saco unos dólares de mi bolso y los coloco encima de la mesa y lo miro directamente en ese cielo azul de sus ojos y el hace lo mismo con sus brazos enlazados en su pecho y podría jurar que se está divirtiendo el muy desgraciado que lo tiene todo muy agraciado. — Yo invito el café, buenas tardes, señor Sandoval.

Doy media vuelta y me encamino a la salida. Salgo del restaurant sin dar la oportunidad de que me responda nada, estoy molesta y lo único que espero es no volver a encontrar al desgraciado de Marcelo Sandoval que me pone de todas maneras menos bien y más aún a mi estomago que parece tener dinosaurios reds haciendo de las suyas ahí.

Odio a Marcelo Sandoval, lo odio.




♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡

Capitulo nuevo

¿Qué les pareció el capítulo?

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Nos leemos pronto.

Besitos a mis niñas endemoniadas y valientes. 💋

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