Capítulo 11 ☆
Después de que Elena y yo saliéramos de mi departamento, nos dirigimos al lugar que nos gusta frecuentar para degustar una buena comida en un ambiente agradable y hablar de cualquier cosa.
Elena es una gran compañía, es como una hermana para mí, la verdad es que esa pelirroja de ojos azules, es un encanto de chicas, ella es una persona muy linda, su familia no vive en esta ciudad, sin embargo, viven al pendiente de ella. Es una chica que a tenido novios, pero termina dejándolos porque al final salen siendo unos estúpido que solo les importa jugar con las chica o simplemente, no pretendía nada serio con ellos.
Ella quiso mucho a su ultimo novio llamado Nicolas, aunque este se porto muy bien tuvieron que separarse porque el mismo se fue a vivir al otro lado del mundo por cuestiones de trabajo y decidieron terminar en santa paz, cada uno por su lado.
Mi amiga y yo, conversamos de lo que sigue de ahora en adelante y ella me aconseja que debo programar una cita para un ginecólogo, ya que tuve mi primera relación sexual y la verdad es que me da una vergüenza cada vez que me acuerdo de la manera que perdí mi virginidad, no es que fuera algo que estuviera guardando como un gran tesoro, pero por lo menos lo hubiera hecho con alguien que llevara más de una semana conociendo y, de paso, que no fuera hermano de mi ex.
Luego recuerdo que no logré sostener relaciones con nadie más en el pasado por un trauma psicológico y se me pasa.
Me pregunto porque nunca pude tener sexo con Diego, fue mi novio y lo lógico seria que pasara, no obstante, mi cuerpo lo rechazaba al igual que otros dos novios que tuve antes, aunque creo que las consultas con mi psicóloga surtieron efectos en las últimas secciones.
Estoy muy sumida en mis pensamientos hasta que mi amiga me hace una pregunta que me deja helada:
— ¿Por lo menos se cuidaron cuando mantuvieron relaciones? – ella pregunta mientras devora una papa, a veces me pregunto por qué come tantas papas.
— ¿Qué? — pregunto yo abriendo los ojos como platos.
— ¿Qué si se cuidaron, ya sabes, el entro su palito en una fundita y eso? – dice ella haciendo la mímica con sus manos y con voz pausada.
— ¡Oh, por Dios! Sé lo que quieres decir, no tienes que especificar tanto, Elena.
— Yo nomás decía – habla ella despreocupadamente mientras come más papas.
Pues... no sé qué decir, la verdad no me habia hecho esa pregunta y me aterra pensar en eso.
— Pues creo que no – Logro articular por fin y mi amiga deja de comer y me mira fijamente.
— Keily, ¿Estas consciente de que puedes quedar embarazada o en el peor de los casos contraer algún tipo de enfermedad de transmisión sexual? – trago grueso y hasta el apetito se me quitó.
— No, Eli, no. – hablo tajantemente — Yo no puedo salir embarazada en estos momentos y mucho menos de un hombre que ni siquiera me conoce ni yo tampoco a él, ¿Qué puedo hacer? — pienso un momento, trago en seco nuevamente y continuo — y con respecto a las enfermedades de transmisión sexual no creo que el señor Sandoval sea tan descuidado.
— Te doy un punto por eso, pero como no lo sabemos a ciencia cierta es bueno descartar. – Asiento con un movimiento de cabeza puesto que mi amiga tiene toda la razón.
Para ser sincera no me veo como madre en estos momentos y mucho menos de una aventura de una noche, me aterra saber que existe la posibilidad de tener un bebé y más aún donde el padre y la madre hicieron contacto por primera vez, no sé conocen y, en el peor de los casos, no conocería jamás a su padre.
Elena, mira mi cara que debe parecer un poema épico y comienza a reír como loca.
— ¿Qué? — indago un poco molesta, la muy mendiga, se está riendo de mi desgracia.
— Aveces pareces tan pequeña, Kei. No te preocupes — dijo, con una sonrisa —, para esos casos y los que vengan, tienes a tu mejor amiga aquí a tu lado, yo te diré que hacer y no habrá problemas porque no tienes 24 horas que sucedió este acto maravilloso llamado sexo y más con ese bombón de Marcelo Sandoval.
Habló ella mientras ríe de su propio comentario, en lo que a mi concierne, me mantengo seria, negando con la cabeza, rodando los ojos y soltando un suspiro de alivio.
Elena, me explica detalladamente lo que debo de hacer y volvió a recordarme que debo ir con el ginecólogo, se ofreció a acompañarme y le agradecí su gesto amable.
Platicamos por un largo rato hasta que fuimos interrumpidas por alguien.
— Con que aquí están las chicas mas hermosas de toda Mérida. – Ambas giramos para encontrar el dueño de esa voz y abrimos nuestros ojos como platos mientras no podemos creer de quien se trata.
— ¡Por los calzones de mi abuela! No puedo creer lo que estoy viendo – digo mientras me levanto para abrazarlo, Elena también hace lo mismo.
— No puedo creer que estés aquí, ingrato de mierda — habla Elena, mientras sonríe.
— Raúl, pero ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? Eres un idiota ¿sabes? Te fuiste hace un año y medio y ni una llamada —hice una pregunta tras otra, mientras me separo lentamente.
Es un excelente amigo.
— Te olvidas rápido de los amigos — dijo, Elena, con tono de desaprobación.
— No digan esos, mis chicas, saben de sobra que las amo – suelta un suspiro y continua —, tuve complicaciones y perdí contacto con el mundo, pero no vamos a hablar de eso ahora, cuéntenme de ustedes.
Raúl, se ve muy emocionado de vernos también.
Nos sentamos en la mesa nuevamente ahora en compañía de nuestro inseparable amigo mientras que nos poniamos al día con nuestro amigo de nuestros asuntos, es una excelente persona y esta tan alto, atractivo y luce tan varonil que seria el sueño de los suspiro y bragas húmedas de cualquier mujer, aunque en este caso seria el sueño de cualquier hombre, puesto que, nuestro amigo aquí presente, le tira a los de su mismo bando, es decir, es gay, sin embargo, a simple visa parece un macho alfa, pelo castaño, ojos grises y una escultura corporal que... ¡Madre mía!
Raúl ,es un chico que siempre nos sobreprotegió bastante a Elena y a mí, a Natalia no, porque nunca le agradó y decía que no era honesta solo por su forma de mirar. Además, de que esta se integró tarde al grupo de tres y que ella antes de hablarnos trataba a los demás con fastidio.
¡Vaya y no se equivocó!
Le contamos todo lo sucedido con la mencionada anteriormente.
— A mi no me sorprende eso chicas, siempre les dije que era una mujer de cuidado y, además, se notaba a leguas que quería todo lo tuyo, kei. Sabes que también conocí a Diego mientras te cortejaba y pude ver que era alguien que si te quería pero... pero... también te dije que no era de fiar — dice Raúl, ladeando la cabeza y haciendo gestos con el de índice.
Mi amigo tiene razón siempre dijo lo antes mencionado, no obstante, solo se basaba en lo que sentía y la verdad es que en muchas ocasiones hay que ser como santo Thomas "Ver para creer".
Nos cuenta que llego para quedarse una buena temporada y que no tiene planeado regresar a Miami por el momento. Después de unas cuantas horas entre platicas y risas con mis amigos, pude olvidar por momentos el desastre de las últimas semanas.
Hoy puedo decirles que ya no duele como antes, al parecer estos meses encerrada en mi burbuja amortiguando mi dolor han servido de algo, aunque no puedo mentirme a mi misma y sé que esto aun me afecta un poco, por que han herido mi orgullo y, sobretodo, han traicionado mi confianza personas que crei leales, personas que nunca vi con doble cara, todo lo que ha pasado aun sigue doliendo pero ya no de la misma intensidad, creo que sobreviviré.
Nos despedimos de Raúl y quedamos para encontrarnos más adelante para recuperar el tiempo que hemos perdido, aunque este nunca se recupera solo que el tiempo que tenemos ahora lo aprovechariamos de la mejor manera.
Elena y yo nos dirigimos hasta donde se encuentra su auto, ella me llevara a mi dulce hogar, vamos de camino y en unos cuantos minutos ya estamos en mi edificio, saludo a Silverio, el portero y el lo hace con una gran sonrisa, es un señor ya entrado en edad y es muy amable, me informa que hay alguien esperando por mi en una pequeña sala que hay para visitantes, Elena y yo nos miramos al ver al personaje muy bien acomodado esperando, me acerco al idiota este y digo:
— ¿Qué haces aquí? – cuestiono inmediatamente, cruzándome de brazos .
— Amor, necesitamos hablar, por favor — Diego es quien habla.
— Tu y yo no tenemos nada de que hablar, Diego, te dije que no me buscaras porque tú y yo no tenemos nada que ver.
Elena me hace una señal de que me esperara arriba en mi departamento.
— Tu no me has dado la oportunidad de explicarte como sucedieron las cosas, Keily, por favor hablemos.
Suelto un suspiro lento mientras veo lo descompuesto que se encuentra, se ve que no la está pasando bien, pienso lo que haré y cuando tengo claro lo que voy hace decido hablar.
— A ver, te escucho. – suelto finalmente.
— Podemos subir, por favor, quisiera más privacidad para los dos.
— ¡Que privacidad y que nada! Es la única oportunidad que tienes — dije tranquila, con los brazos cruzados —. Lo tomas o lo dejas.
— Está bien, esta bien — dijo pasándose las manos por su pelo oscuro como la noche —. Yo... yo nunca te engañé, cada vez que te decía que te amaba, amor, nunca te mentí en eso, sabes que siempre fuiste prioridad para mí, siempre fui paciente contigo y todo lo demás, me enredé con Natalia, porque me sentí desesperado al ver que tu no podías darme lo que es tan vital para un hombre, el sexo, ahora se que fue un error porque he perdido lo más importante de en mi vida por aquello que no vale la pena y yo no quiero perderte, vengo ante ti a pedirte una nueva oportunidad, amor, no tires a la basura todo lo que hemos construido sabes que yo...
— ¿Sabes qué? – le interrumpo — . Ya no digas más, si estuviste con Natalia, Francia, Berenice o con quien sea, eso a mi ya no me importa, – Lo miro con desprecio y dolor al mismo tiempo —. Te agradezco haberme enseñado quien eras antes de cometer un error irreparable contigo.
—Muñeca...
— Lamento mucho haber sido egoísta — continúe —, la verdad es que ni enojada estoy por eso, debiste hablarme con la verdad y no te atrevas a culparme por tus estupideces porque sabes perfectamente quien lo es y ese eres tú, pero eso ya no importa, lo pasado es pasado
Sus ojos brillaron.
— Entonces, ¿Me perdonas?
— Si, Diego, te perdono — trata de acercarse a mi y lo detengo —. Te perdono, pero eso no significa que volvamos a estar juntos, no seremos amigos ni nada, — veo como traga grueso y la desesperación vuelve a surcar en sus ojos —. Tú y yo ya no tenemos oportunidad alguna, así que te pido amablemente que no te acerques más a mi, no me envíes textos, no me llames que yo no voy a estar, ni estaré para ti nunca más.
— Sabes que no dejaré de insistir ¿Verdad? – suelta desesperado y trago grueso — No te voy a perder y no voy a permitir que seas de nadie más ¿me entendiste?
Lo miro con una sonrisa que no llegaba a mis ojos y le digo muy tranquilamente:
— Es que no me perdiste, Diego, lo siento, es que nunca me tuviste — me miraba incrédulo y dolido a la vez —. El tú y yo que viniste a buscar no existirá nunca más.
Me doy la vuelta para irme y me detengo abruptamente cuando habla:
— ¿Quién diablos podrá aguantar a una mujer que tiene un maldito trauma? – me duele que aún hable sin pensar y que en vez de solucionar arruine más las cosas —. ¿Quién diablos estará con una mujer que no siente nada en la cama y que cuando la tocan parece un tempano de hielo? ¿Dime, quién diablos, Keily?
Escupe cada palabra con enojo y amargura y me duele, me duele como el infierno cada palabra porque sé que lo dice como mecanismo de defensa de no haber obtenido lo que vino a buscar, me duele la mentira, me duele el que nunca me halla dicho lo que realmente siente. Giro en su dirección y muy calmadamente le digo:
— ¿Y quién te dijo a ti que no siento nada? – suelto esto como defensa, quiero que le duela también — ¿Quién te dijo a ti que no he dado ese paso ya? El que no haya dado ese paso contigo no significa que no lo haya hecho antes o más bien después. Parece que el del problema aquí siempre fuiste tú.
Escupí cada palabra con firmeza.
— Eres una... ¡No! ¡Estas mintiendo! ¿Qué me quieres decir con eso? Dime maldita sea — suelta cada palabra con terror a que sean ciertas, tiene miedo, pasa sus manos una y otra vez por su cabeza—. Tú no puedes hacerme esto, amor.
Antes de marcharme le sonrío nuevamente y suelto:
— A buen entendedor pocas palabras bastan, Diego.
— No juegues conmigo, Keily – lo escucho decir — nadie podrá tocarte porque lo mato, me oyes.
Me giré totalmente y seguí mi camino mientras que él se quedó de pie bociderando palabras que ya no me importan. Subí a mi departamento y, en cuanto abrí la puerta, Elena, me estaba esperando para abrazarme, ella sabia que la necesitaría, me rompo de nuevo lloro de impotencia, de dolor de no haber conocido al hombre que fue mi novio por más de un año.
Dicen por ahi, que llorar libera las cargas, alivia el dolor y el alma. Hoy lloré para liberarme y para cerrar un capítulo en mi vida. No lloro porque me duela haber perdido porque para ser honesta, creo que no nos tuvimos, ni él, ni yo.
¡Ya no más!
Sé que no podría borrar los recuerdos que tengo con Diego de un día para otro, no lo haría porque son muchos, pero no puedo negar que todo lo que ha pasado me ha hecho darme cuenta que no es bueno ceder bajo presiones, no es que no quise a Diego porque si lo hice, a mi manera, pero lo hice.
Sé perfectamente que no voy a deshacerme de él tan fácilmente y que volverá a buscarme, sin embargo, estaré lista para enfrentar cualquier situación que se presente.
◇
◇
◇◇
◇
◇
♡♡ NOTA DE LA AUTORA ♡♡
Capitulo nuevo
¿Qué les pareció el capítulo?
Dejen sus comentarios.
Nos leemos pronto.
BESITOS A MIS CHICAS VALIENTES Y EMPODERADAS 💋
Puedes encontrarme en Instagram como 👇👇
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top