Capitulo 9: Fractura

Las horas parecían alargarse en un silencio insoportable desde la última vez que hablé con Itachi. Lo evitaba, pero no por completo. En el fondo, una parte de mí quería que volviera a buscarme, que cruzara esa línea que había trazado entre nosotros.

Esa noche, la lluvia golpeaba contra la ventana de mi habitación, un sonido rítmico que llenaba el vacío. Estaba sentado en mi cama, mirando la nada, cuando la puerta se abrió sin previo aviso.

—¿Itachi? —dije, mi voz saliendo más insegura de lo que pretendía.

Allí estaba él, de pie en el umbral, con una expresión que no podía descifrar. Sus ojos eran dos pozos oscuros que parecían reflejar una tormenta interna, y su postura, rígida, transmitía una lucha que no podía ocultar.

—Tenemos que hablar —dijo finalmente, cerrando la puerta detrás de él.

Rodé los ojos y me crucé de brazos, intentando mantener una apariencia de indiferencia.

—¿Otra vez? —pregunté con sarcasmo—. ¿Qué hay esta vez? ¿Otra excusa para justificar lo injustificable?

—Sasuke, no vine aquí a discutir —respondió, su tono más bajo y tenso de lo habitual—. Solo escúchame.

—Siempre quieres que te escuche, pero tú nunca escuchas lo que tengo que decir —repliqué, sintiendo cómo la frustración empezaba a acumularse en mi pecho—. ¿Qué quieres de mí, Itachi?

Dio un paso hacia mí, y luego otro, hasta que estaba lo suficientemente cerca como para que el calor de su cuerpo llegara al mío.

—Quiero que entiendas que no puedo... —hizo una pausa, como si las palabras le dolieran—. No puedo dejar de pensar en ti.

Mi corazón dio un vuelco, pero me obligué a mantener mi expresión fría.

—Eso no cambia nada —murmuré, apartando la mirada—. Si no puedes elegir, entonces no importa lo que sientas.

—No es tan simple, Sasuke.

—¿No? —lo miré directamente a los ojos, sintiendo cómo la ira empezaba a ganar terreno—. ¿Qué es tan complicado, Itachi? ¿Tienes miedo de decepcionar a nuestros padres? ¿O simplemente no tienes el valor de luchar por lo que realmente quieres?

Sus manos, grandes y firmes, se alzaron para sujetar mis hombros. El contacto me hizo temblar, pero no retrocedí.

—No hables de cosas que no entiendes —dijo, su voz más baja pero cargada de intensidad—. No tienes idea de lo que significa cargar con el peso de toda una familia, de ser el hijo perfecto, el que debe cumplir con todas las expectativas.

—¿Y crees que yo no lo siento? —le interrumpí, quitando sus manos de mis hombros con un movimiento brusco—. ¿Crees que no sé lo que es vivir a tu sombra, ser siempre comparado contigo, sabiendo que nunca estaré a la altura?

El silencio que siguió fue pesado, tenso. Lo miré fijamente, buscando una respuesta en su rostro, pero todo lo que vi fue dolor.

—Lo único que quería —continué, mi voz quebrándose ligeramente—. Lo único que quería era que tú... tú me eligieras.

Itachi cerró los ojos por un momento, como si mis palabras lo golpearan con una fuerza que no esperaba. Y cuando volvió a abrirlos, algo en ellos había cambiado.

Antes de que pudiera decir algo más, sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso desesperado, como si quisiera transmitir todo lo que no podía decir con palabras.

No tuve tiempo de reaccionar. Sus manos me sujetaron con más fuerza, y sin darme cuenta, comencé a devolverle el beso. Era como si todo el odio, el dolor y el amor que sentíamos se canalizara en ese momento, en ese acto.

Sus manos se deslizaron por mi espalda, deteniéndose en el dobladillo de mi camisa. Antes de darme cuenta, estaba levantándola, y yo, incapaz de resistirme, levanté los brazos para ayudarlo a quitármela.

El aire frío de la habitación chocó contra mi piel, pero el calor de su cuerpo lo contrarrestó cuando volvió a acercarse. Sus labios dejaron los míos para recorrer mi mandíbula, mi cuello, mientras sus manos exploraban mi torso con una necesidad que nunca había sentido antes.

Mi mente gritaba que esto estaba mal, que debía detenerlo antes de que fuera demasiado tarde. Pero mi cuerpo traidor lo deseaba, lo necesitaba, más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Nos movimos hacia la cama, cayendo torpemente sobre ella. Itachi estaba sobre mí, sus labios devorando los míos mientras sus manos continuaban su viaje. Yo apenas podía respirar, mi cuerpo temblando bajo su toque.

Cuando lo sentí desabotonar mi pantalón, una parte de mí quiso detenerlo, pero las palabras no salieron. Mi mente estaba nublada por el deseo, por la necesidad de tenerlo, aunque solo fuera por esta vez.

Itachi se detuvo por un momento, mirándome como si buscara alguna señal de que debía continuar. No dije nada, pero mi mirada debía haber sido suficiente, porque continuó.

Su camisa pronto se unió a la mía en el suelo, y el peso de su cuerpo desnudo sobre el mío me hizo sentir más expuesto de lo que jamás había estado. Su mano se deslizó hacia abajo, y cuando sentí que comenzaba a bajarme la ropa interior, algo en mí se quebró.

—Itachi... —susurré, mi voz apenas un hilo.

Se detuvo, mirándome con una mezcla de deseo y duda.

—¿Estás seguro? —preguntó, su voz más suave de lo que esperaba.

No respondí de inmediato. Mi cuerpo decía que sí, pero mi mente... mi mente sabía que esto no terminaría bien.

Antes de que pudiera responder, sentí cómo se inclinaba hacia mí, sus labios rozando mi oreja mientras susurraba:

Te amo, Sasuke.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Por un momento, me permití creerlo, me permití aferrarme a esas palabras como si fueran una tabla de salvación. Pero entonces, justo cuando estaba a punto de perderme por completo en él, se detuvo.

Su cuerpo se tensó, y cuando lo miré, vi algo en su expresión que me rompió. Era culpa.

—No puedo hacer esto —dijo, apartándose de mí de repente.

El vacío que dejó cuando se levantó fue como un golpe físico. Me incorporé rápidamente, cubriéndome con las sábanas mientras lo miraba con incredulidad.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, mi voz temblando entre la rabia y el dolor—. ¿Qué significa esto, Itachi?

—Significa que no podemos seguir con esto —respondió, con los ojos clavados en el suelo—. Es... está mal.

—¿Mal? —repetí, mi voz subiendo un par de tonos—. ¿Mal? ¿Después de todo esto, decides que está mal?

—Sasuke, lo siento. No debí...

—¡Cállate! —grité, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a rodar por mi rostro—. Siempre haces esto. Siempre vienes, me rompes y luego te vas como si nada hubiera pasado.

Itachi no dijo nada. Su silencio solo hizo que mi ira creciera.

—¿Sabes lo que es peor? —continué, mi voz temblando—. Que sigo esperándote. Incluso después de todo, sigo deseando que vuelvas.

—No deberías —murmuró, su voz llena de dolor—. Mereces algo mejor, alguien que pueda darte lo que necesitas.

—¡No me importa lo que creas que merezco! —grité, apretando las sábanas con fuerza—. Lo único que quiero eres tú.

—Y eso es lo que no puedo darte —dijo, levantando la vista para mirarme. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que se negaba a dejar caer—. Lo siento, Sasuke.

Antes de que pudiera responder, se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Me quedé allí, temblando, con el corazón latiendo descontroladamente mientras las lágrimas continuaban cayendo. Lo odiaba. Lo odiaba tanto como lo amaba.

Y, lo peor de todo, sabía que no era la última vez que me sentiría así.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top