Capitulo 8; Deseo
Me encontraba solo en la habitación, con la botella de sake en una mano y la mirada fija en el techo. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba bebiendo, pero eso no importaba. El ardor en mi garganta apenas era suficiente para apagar el fuego que me consumía desde adentro.
Las palabras de Sasuke seguían resonando en mi cabeza como un eco cruel. "Arrodíllate." Había hecho exactamente eso, sometiéndome a su voluntad sin resistencia, como un perro fiel.
Una risa amarga escapó de mis labios. Qué patético me había vuelto. Yo, quien había sido el prodigio del clan, reducido a esto: una sombra quebrada, controlada por el único ser que había jurado proteger con mi vida.
De repente, el sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Alcé la vista y lo vi allí, de pie en el umbral, con su rostro sereno pero sus ojos cargados de algo indescifrable.
—¿Qué haces aquí? —balbuceé, mi lengua torpe por el alcohol.
Sasuke no respondió de inmediato. Cerró la puerta tras de sí y caminó hacia mí con una calma que me heló la sangre.
—Así que ahora te ahogas en alcohol —comentó, su voz baja y carente de emoción—. ¿Te ayuda a olvidar lo que eres?
La botella tembló en mi mano, y luego se cayó, derramando su contenido en el suelo. Sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos, pero no las detuve.
—Sasuke... —Mi voz se quebró—. No tienes idea de cuánto me arrepiento. De todo. De lo que hice, de lo que te hice.
Él arqueó una ceja, claramente intrigado por mi confesión, pero no dijo nada.
—Te amo —susurré, sin poder detenerme. El alcohol había roto todas mis barreras, dejando salir las palabras que siempre había ocultado—. Siempre te amé. Más allá de lo que debería. Más allá de lo que es correcto.
Sasuke permaneció en silencio, pero vi cómo sus manos se cerraron en puños a los costados.
—Eres todo para mí, Sasuke. Lo único que me mantiene vivo. Y si alguna vez te he fallado... si alguna vez te he herido... lo siento. Lo siento tanto que quisiera arrancarme el alma para expiarlo.
El silencio en la habitación era casi insoportable. Entonces, con un movimiento rápido, Sasuke me empujó hacia la cama.
—Calla —ordenó, su voz fría pero con un leve temblor.
Intenté levantarme, pero su peso sobre mí me lo impidió. Sus manos me sujetaron con firmeza, y sus ojos se clavaron en los míos con una intensidad que me dejó sin aliento.
—¿Así que me amas? —preguntó, su tono teñido de burla—. ¿Es eso lo que crees que necesitas decir para que te perdone?
No respondí. No podía. Mi corazón latía con fuerza mientras el calor de su cuerpo se filtraba a través de mi piel.
—Eres tan patético, Itachi —murmuró, inclinándose sobre mí. Su aliento rozó mi oído, enviando un escalofrío por mi columna—. Pero supongo que eso ya lo sabías.
Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso rudo, hambriento, cargado de algo más oscuro que simple deseo. No me resistí. No podía.
Mis manos se aferraron a su espalda mientras su cuerpo se movía sobre el mío, reclamándome de una manera que nunca había imaginado. Cada toque, cada susurro, era un recordatorio de lo bajo que había caído, pero también del amor desesperado que sentía por él.
Cuando finalmente me poseyó, el dolor se mezcló con un placer tan intenso que apenas podía respirar. Mi cuerpo temblaba bajo el suyo, y mis labios, casi sin darme cuenta, pronunciaron su nombre.
—Sasuke...
Él se detuvo un momento, mirándome con una mezcla de arrogancia y satisfacción.
—Eso es lo que quería escuchar —murmuró antes de continuar, arrancándome cada gemido, cada susurro, hasta dejarme completamente exhausto.
Cuando todo terminó, se levantó y me miró desde lo alto, como si yo fuera nada más que un objeto a su disposición.
—Te dije que te someterías a mí, Itachi. Y ahora lo has hecho.
Se giró y salió de la habitación sin mirar atrás, dejándome allí, roto pero con una parte de mí aún deseando más.
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