Capitulo 70: Adicto

Al día siguiente...

El sonido de los pasos de mis compañeros en el pasillo me resultaba insoportable. Las voces de fondo se mezclaban con sus risas, pero yo solo podía concentrarme en lo que acababa de encontrar en mi casillero: una nota escrita con una letra descuidada y burlona. El mensaje era directo, casi provocador: *“¿Te gustó lo que viste? Yo también lo vi. La próxima vez, invítame.”* No había firma, solo esa frase que me hizo apretar los puños con frustración.

—¿Otra vez? —murmuró Naruto a mi lado, mirando la nota con una expresión de desconcierto. Había sido insistente desde la primera vez que me vio con Kakashi. Su preocupación resultaba molesta.

—No es nada —respondí secamente, doblando la nota y guardándola en el bolsillo de mi chaqueta. No tenía tiempo para lidiar con sus interrogatorios. Sabía que alguien estaba jugando conmigo, pero no pensaba darle explicaciones a nadie.

Naruto no pareció convencido. Me siguió hasta el salón, haciendo preguntas y lanzando teorías absurdas. Apenas logré ignorarlo durante el resto de la clase. Mi mente estaba en otro lugar, calculando las posibilidades de quién podría estar siguiéndome o cómo había obtenido esas fotos.

Cuando finalmente sonó el timbre, me levanté sin mirar a nadie y salí del salón. Necesitaba despejarme, pero también sabía que había alguien con quien podía refugiarme por unas horas.

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Llegué a la casa de Kakashi sin avisar, como solía hacerlo. Me abrió la puerta con su habitual expresión despreocupada, pero sus ojos reflejaban cierta curiosidad.

—¿Algo que quieras contarme, Sasuke? —preguntó mientras me dejaba pasar. Su tono era ligero, pero sabía que había notado mi tensión.

Negué con la cabeza y me dejé caer en el sofá. Él se sentó a mi lado, esperando pacientemente a que hablara. Sabía que eventualmente lo haría.

—Solo necesitaba salir de casa —admití después de un rato. No quería darle detalles. Kakashi siempre había sido un escape para mí, un lugar donde podía olvidar todo lo demás. Pero esta vez, sentía que incluso él podía estar en peligro.

Pasamos unos minutos en silencio hasta que él se inclinó hacia mí y susurró:

—Tal vez pueda ayudarte a relajarte.

Sus palabras encendieron algo en mí. No respondí, pero tampoco necesitaba hacerlo. En cuanto sus labios rozaron los míos, supe que no había vuelta atrás.

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Terminamos en su habitación. Kakashi me sujetó las manos con sus vendas, atándolas al cabecero de la cama con una facilidad que me hizo preguntarme cuántas veces había hecho algo así antes. Me observó con esa mezcla de calma y deseo que siempre me había desarmado.

—Sasuke, me volví adicto a ti... —me dijo mientras sus manos recorrían mi torso, provocando escalofríos que recorrían todo mi cuerpo.

No era como otras veces. Había algo más intenso, más desesperado en cómo sus labios exploraban cada rincón de mi piel. Intenté moverme, pero las vendas me mantenían en mi lugar, haciéndome sentir completamente vulnerable. Y, de alguna forma, eso solo aumentó mi excitación.

Mi respiración se volvió más pesada a medida que él continuaba, sus manos y su boca trabajando al unísono para llevarme al límite. Sentía el calor acumulándose dentro de mí, pero él se detenía justo cuando pensaba que no podría soportarlo más. Era un juego para él, y yo era su juguete.

Cuando finalmente me liberó, mi cuerpo temblaba de la cabeza a los pies. Él se recostó a mi lado, pasando un brazo alrededor de mi cintura mientras yo intentaba recuperar el aliento.

—¿Mejor? —preguntó, con esa sonrisa que siempre me desarmaba.

Asentí, incapaz de articular palabra. Por un momento, olvidé todo lo demás: las notas, las fotos, incluso a Itachi. Solo existía Kakashi y la calma que siempre lograba traerme, aunque fuera temporal.

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Al regresar a casa, ya había oscurecido. Todo estaba en silencio, excepto por el leve murmullo de la televisión en la sala. Al entrar, me encontré con Itachi sentado en el sofá, con el rostro parcialmente iluminado por el resplandor de la pantalla. Me observó fijamente, sus ojos negros brillando con una intensidad que me hizo estremecer.

—¿De dónde vienes? —preguntó con voz suave, pero cargada de tensión.

—No es asunto tuyo —respondí, intentando sonar indiferente mientras me dirigía hacia las escaleras.

Él se levantó y bloqueó mi camino, acercándose tanto que pude sentir su respiración contra mi piel.

—Alguien ha estado enviando cosas —dijo, sacando una foto de su bolsillo. Era una de las imágenes de Kakashi y yo juntos, tomadas desde una ventana. Mi corazón se aceleró, pero mantuve la calma en mi expresión.

—¿Y qué con eso? —repliqué, desafiándolo con la mirada.

—Esto termina ahora —dijo, su tono goteando amenaza.

Me aparté de él y subí las escaleras sin decir una palabra más. Sabía que Itachi no se detendría, pero tampoco lo haría yo. Esto apenas comenzaba.

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