Capitulo 68: Al borde

Aquel día me desperté con una sensación extraña. El sol apenas se colaba por las cortinas de mi habitación, pero algo en el ambiente me decía que no sería un día tranquilo. Me levanté con pereza y, tras arreglarme rápidamente, bajé al comedor. Ahí estaban mis padres, sentados como siempre, pero con una expresión diferente en sus rostros. Mi padre sostenía algo entre las manos, un papel que inmediatamente reconocí como una nota.

Mi corazón se detuvo por un segundo. Sabía exactamente lo que era, y el solo pensamiento de las consecuencias me hizo sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Intenté mantener la calma mientras me acercaba y me sentaba en mi lugar habitual, justo frente a Itachi, quien también había llegado al comedor, luciendo impasible como siempre. Pero lo conocía demasiado bien; ese leve tensar de su mandíbula me indicaba que también estaba preocupado.

—Sasuke —comenzó mi padre con ese tono autoritario que siempre me hacía sentir pequeño—, ¿tienes algo que decirnos?

Intenté parecer confuso, aunque por dentro estaba buscando desesperadamente una salida.

—¿A qué te refieres, padre? —respondí, tratando de sonar inocente.

—A esto —dijo, dejando caer la nota sobre la mesa. La leí rápidamente y, como temía, era una de las notas anónimas que había recibido antes, insinuando la relación prohibida entre Itachi y yo.

—No tengo idea de qué es esto —mentí, evitando mirar directamente a mi padre. Sentía la mirada penetrante de mi madre y, sobre todo, de Itachi, quien seguía en completo silencio.

—¿De verdad? —preguntó mi padre, inclinándose hacia mí. Su voz era baja, pero cargada de una tensión que me hacía sentir como si estuviera a punto de explotar—. Porque esta no es la primera vez que encontramos algo así.

—¿Qué está pasando, Sasuke? —intervino mi madre, con un tono más preocupado que acusador.

No supe qué responder. Mi mente estaba en blanco, buscando desesperadamente una explicación que pudiera convencerlos. Fue entonces cuando Itachi, con su característica calma, intervino.

—Padre, madre, seguramente alguien está intentando causarnos problemas. Es evidente que estas notas buscan sembrar discordia en nuestra familia.

Su voz era firme y convincente, como siempre. Incluso yo casi le creí, a pesar de saber la verdad.

—¿Y quién querría hacernos algo así? —preguntó mi madre, aunque parecía más aliviada por la explicación de Itachi.

—Hay muchas personas envidiosas de nuestra posición —continuó Itachi—. Estoy seguro de que esto no es más que un intento de desacreditarnos.

Mi padre lo miró fijamente durante unos segundos antes de asentir lentamente.

—Tal vez tengas razón, Itachi. Pero quiero que estén atentos. No voy a permitir que nadie manche el nombre de nuestra familia.

La conversación terminó ahí, pero el ambiente seguía cargado de tensión. Terminé mi desayuno rápidamente y me excusé para subir a mi habitación. Sabía que no podría evitar hablar con Itachi sobre esto.

Más tarde, cuando estábamos solos en su habitación, lo enfrenté.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —le pregunté, cruzando los brazos y mirándolo con una mezcla de frustración y miedo.

Itachi se acercó a mí y puso sus manos sobre mis hombros.

—No te preocupes, Sasuke. Me encargaré de esto. Nadie nos separará.

Su voz era suave, pero había una determinación oscura en sus ojos que me hizo estremecer. Asentí lentamente, confiando en él como siempre lo había hecho, aunque una parte de mí no podía dejar de sentirse inquieta.

Esa noche, mientras intentaba dormir, no podía dejar de pensar en las palabras de mi padre, en la frialdad calculada de Itachi y en las notas. Sabía que esto era solo el comienzo de algo mucho más grande.

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