Capitulo 54: Vengaza silenciosa
El aire estaba pesado mientras caminábamos hacia la casa de Kakashi. Apenas cruzamos la puerta, la tensión se volvió casi palpable. Kakashi cerró detrás de mí y se giró, probablemente esperando que dijera algo. Pero no tenía intención de hablar.
Lo miré por un segundo, y luego, sin previo aviso, me acerqué a él y lo besé, profundo y demandante. Kakashi se tensó por un momento, pero luego sus manos encontraron mi cintura, tirándome hacia él.
–¿Sasuke...? –murmuró contra mis labios, con una mezcla de duda y deseo.
No le respondí. En lugar de eso, empujé su cuerpo hacia él sofa de la sala, mis manos recorriendo su pecho mientras lo hacía recostarse sobre la superficie.
–No quiero hablar –dije, con un tono firme. Mis dedos ya estaban desabrochando su camisa, mi cuerpo moviéndose casi con desesperación.
Kakashi no puso resistencia. Sus manos se aferraron a mi cintura mientras yo subía sobre él, mi mente enfocada únicamente en el calor del momento. Pero entonces, de reojo, algo llamó mi atención.
Giré mi cabeza apenas un poco, y ahí estaba Itachi, parado afuera, observando por la ventana. Su rostro era una máscara de frustración y rabia contenida, sus ojos ardían con una mezcla de celos y algo que parecía desesperación.
Una sonrisa se formó en mis labios antes de que pudiera evitarlo. Kakashi, ajeno a lo que estaba sucediendo, continuó con sus caricias, llevándome al límite.
–Kakashi... –gemí, asegurándome de que mi voz alcanzara a Itachi. Lo vi apretar los puños, incapaz de apartar la mirada, y gemí más fuerte, repitiendo su nombre, esta vez casi como un susurro cargado de placer.
Itachi no se movió, pero podía ver cómo sus labios se tensaban, como si intentara contenerse. Esa imagen me llenó de una satisfacción oscura, una venganza que sabía que no era suficiente, pero que en ese momento me hacía sentir en control.
Decidí ignorarlo. Volví a concentrarme en Kakashi, mis manos recorriendo su cuerpo mientras él respondía con la misma intensidad. Itachi podía quedarse ahí y mirar todo lo que quisiera. Yo tenía el poder esta vez, y no iba a desperdiciarlo.
El momento se extendió, cargado de emociones intensas y una mezcla de placer y venganza. Cuando finalmente terminó, me dejé caer contra el pecho de Kakashi, sin mirar de nuevo hacia la ventana. Pero sabía que Itachi seguía ahí. Podía sentirlo.
Me levanté lentamente, ajustando mi ropa y dejando a Kakashi tendido sobre el sofa, su respiración aún agitada. Antes de salir, lancé una última mirada hacia la ventana, pero esta vez Itachi ya no estaba. Sonreí para mí mismo, sabiendo que había dejado una marca en él, una que no podría borrar fácilmente.
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