Capitulo 52: Bajo el peso del dolor
–¿Sasuke? –Su voz tenía un tono suave, casi incrédulo.
No dije nada.
–¿Qué te pasó? –preguntó, esta vez más firme.
Negué con la cabeza. Las palabras no salían. Él pareció entender que no tenía sentido insistir y, tras suspirar, tomo mi mano.
–Ven –dijo simplemente, guiándome hacia su casa.
No opuse resistencia. Apenas era consciente de lo que ocurría a mi alrededor mientras me conducía por las calles oscuras. Cuando llegamos, abrió la puerta y me dejó pasar primero. Todo estaba silencioso, tan diferente al caos dentro de mi cabeza.
Me senté en su sofá, todavía temblando. Kakashi desapareció un momento y volvió con un vaso de agua, que me tendió sin decir nada. Lo tomé con las manos temblorosas, pero no bebí.
–El amor duele, ¿verdad? –Su voz rompió el silencio.
Esa frase me golpeó como una bofetada. Lo miré, y algo en su mirada me hizo perder lo poco que quedaba de control. Las lágrimas volvieron a caer sin que pudiera detenerlas.
–No entiendes... –susurré, la voz rota.
–Tal vez sí –respondió con calma, sentándose a mi lado.
Lo miré, buscando algo, cualquier cosa que pudiera detener el torbellino de emociones en mi interior. Antes de que pudiera pensar en lo que hacía, me incliné hacia él y lo besé. Fue impulsivo, desesperado, y estaba cargado de toda la rabia, el dolor y la tristeza que llevaba dentro.
Kakashi no se apartó, pero tampoco me correspondió de inmediato. Cuando nuestras miradas se encontraron, vi la duda en sus ojos, pero también algo más: una especie de resignación.
–¿Estás seguro de esto? –preguntó, su voz apenas un susurro.
–No quiero pensar. No quiero sentir. Por favor –contesté, mi voz quebrada por el llanto.
Eso fue suficiente. Kakashi no dijo nada más. Simplemente me abrazó, y en ese momento, todo se desmoronó. Mis lágrimas empaparon su camisa mientras sus manos recorrían mi espalda, intentando calmarme. Pero yo no quería consuelo; quería olvido.
Mis manos buscaron su rostro, y lo besé de nuevo, con más fuerza, con más desesperación. El sofá fue nuestro único testigo mientras el deseo se mezclaba con el dolor. Las lágrimas seguían cayendo incluso mientras nos entregábamos al momento, y mi mente, traicionera, no podía dejar de pensar en Itachi.
Quise borrar su nombre de mi memoria con cada beso, con cada caricia, pero era inútil. Cada movimiento, cada suspiro, solo me recordaba más lo que había perdido. Kakashi no dijo nada, simplemente se dejó llevar, y por un breve instante, el dolor disminuyó, reemplazado por una sensación de alivio que no sabía si agradecer o maldecir.
Lo hicimos una y otra vez, hasta que la madrugada comenzó a teñir el cielo de gris. Cuando Kakashi finalmente se quedó dormido a mi lado, agotado, me levanté con dificultad. Todavía sentía el peso del dolor en mi pecho, pero al menos ahora era soportable.
Me vestí en silencio, evitando mirarlo mientras dormía. Salí de su casa sin rumbo, con las primeras luces del día iluminando las calles vacías. Cada paso que daba me recordaba que, aunque había intentado ahogar mi dolor, este seguía ahí, tan real como siempre.
Regresé a mi casa con el cuerpo agotado y la mente aún más cansada. Apenas crucé la puerta, me desplomé en el suelo de la sala, incapaz de dar un paso más. El sueño me venció, pero incluso en mis sueños, el dolor no me dejó en paz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top