Capitulo 37: Entre sombras y deseo
Esa noche, el tiempo pareció detenerse. Mi mente, borrosa por el alcohol y el caos de emociones, apenas podía distinguir entre lo que estaba bien y lo que no. Todo lo que importaba era él: su cuerpo, su tacto, su aliento cálido y pesado sobre mi piel.
Itachi estaba encima de mí, mirándome con esos ojos profundos que parecían devorarme entero. Su expresión era una mezcla de deseo, posesión y algo que no podía identificar del todo, pero que me hacía sentir completamente vulnerable.
—¿Sabes cuánto tiempo he esperado esto? —susurró, su voz grave resonando en mi oído.
Antes de que pudiera responder, sus labios volvieron a encontrar los míos, esta vez con más intensidad. Era como si estuviera reclamándome, asegurándose de que no hubiera dudas de a quién pertenecía. Sus manos, firmes y decididas, recorrieron mi cuerpo, deslizando mi camisa por mis hombros hasta que quedó olvidada en el suelo.
El aire frío de la habitación chocó contra mi piel, haciéndome estremecer, pero fue rápidamente reemplazado por el calor de sus caricias. Sentí sus dedos dibujando líneas invisibles sobre mi pecho, bajando lentamente hasta mi abdomen. Cada toque suyo era un incendio que se encendía y consumía todo a su paso.
—Itachi... —gemí, sin poder contenerme.
Él sonrió ante mi reacción, inclinándose para besarme de nuevo, esta vez más lento, más profundo. Su lengua rozó la mía, explorando cada rincón, mientras una de sus manos bajaba para desabotonar mis pantalones. Mi respiración se aceleró, cada vez más entrecortada, mientras me rendía por completo a lo que estaba sucediendo.
—Eres perfecto, Sasuke —murmuró contra mis labios.
Me sentí vulnerable y expuesto bajo su mirada, pero al mismo tiempo, había algo increíblemente liberador en ello. No había espacio para el orgullo o la vergüenza, solo para el deseo crudo y puro que compartíamos en ese momento.
Cuando me quitó los pantalones, dejándome completamente desnudo bajo su cuerpo, me miró como si fuera la primera vez que realmente me veía. Sus manos se deslizaron por mis muslos, firmes pero cuidadosas, mientras sus labios comenzaban a recorrer mi cuello, dejando un rastro ardiente de besos y mordidas suaves.
—Te amo... —murmuré, apenas consciente de que las palabras habían salido de mi boca.
Él se detuvo por un momento, sus ojos encontrando los míos. Una sonrisa casi imperceptible apareció en su rostro antes de que volviera a inclinarse, esta vez mordiendo suavemente mi clavícula, provocándome un gemido que no pude contener.
—Dilo de nuevo —ordenó, su voz ronca y cargada de deseo.
—Te amo, Itachi...
Sus manos se apretaron contra mis caderas, sosteniéndome con fuerza mientras sus labios bajaban lentamente, besando y mordiendo cada centímetro de mi piel. Cuando llegó a mi cintura, levanté la cadera instintivamente, buscando más de su toque. Su lengua rozó mi piel, enviando una oleada de placer que me hizo arquear la espalda.
—Eres mío, Sasuke. Nadie más tiene derecho a tocarte.
No pude responder; las palabras simplemente no salían. Todo lo que podía hacer era aferrarme a sus hombros, mis uñas clavándose en su piel mientras él continuaba. Sentí cómo sus manos se deslizaron debajo de mí, levantándome ligeramente mientras sus labios seguían explorándome.
—Itachi... por favor... —jadeé, incapaz de controlar el deseo que me consumía.
Él levantó la mirada, sus ojos llenos de intensidad.
—Dime lo que quieres, Sasuke.
—Hazme tuyo... por favor...
Itachi no dudó. Se movió con una precisión casi cruel, asegurándose de que sintiera cada movimiento, cada toque. Sus manos sostuvieron mis caderas mientras se inclinaba hacia mí, su aliento cálido contra mi cuello mientras me hacía suyo de una manera que nunca antes había experimentado.
El dolor inicial fue rápido, casi insignificante comparado con el placer que le siguió. Mis gemidos llenaron la habitación, cada vez más fuertes, más desesperados, mientras él aumentaba el ritmo. Cada embestida era una declaración, una promesa de que nunca permitiría que nadie más me tuviera de esta manera.
—Itachi... —susurré entre jadeos, sintiendo cómo mi cuerpo temblaba bajo él.
Sus labios encontraron los míos de nuevo, esta vez con más suavidad, casi como una disculpa.
—Te amo, Sasuke —murmuró contra mis labios.
Esa confesión, dichas en ese momento, me hizo sentir completo. Lo abracé con fuerza, aferrándome a él como si fuera mi única ancla en un mundo caótico.
El tiempo perdió su significado mientras continuábamos, nuestras respiraciones entrelazadas, nuestros cuerpos moviéndose al unísono. Cuando finalmente alcanzamos el clímax, sentí como si todo mi ser se rompiera y se reconstruyera al mismo tiempo.
Itachi se quedó encima de mí, respirando pesadamente, su frente apoyada contra la mía.
—Eres mío, Sasuke. Siempre lo serás.
No respondí, pero no porque no quisiera. Simplemente no había palabras que pudieran expresar lo que sentía en ese momento. Todo lo que podía hacer era aferrarme a él, deseando que ese momento nunca terminara.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top