Capitulo 34: Entre sombras y celos
El sonido de la puerta abriéndose lentamente rompió el aire cargado de tensión entre nosotros. Ambos volteamos de inmediato, el corazón latiéndome con fuerza al imaginar quién podría estar ahí. Pero no fue ni mi madre, ni mi padre, ni siquiera Izumi...
Era el gato de Itachi.
El pequeño animal entró tranquilamente, maullando como si no acabara de irrumpir en un momento tan crítico. Parpadeé, confundido, mientras Itachi soltaba un leve suspiro entre frustración y alivio. Yo, por mi parte, aproveché la distracción para darle un fuerte empujón y apartarlo de encima de mí.
- ¿Qué demonios estás haciendo? -le grité, con la voz rota, mientras me cubría el rostro con ambas manos-. Si hubiera sido otra persona, estaríamos jodidos. ¡Más tú, que estás a nada de casarte!
Itachi se quedó en silencio, observándome con una mezcla de emociones que no podía descifrar del todo. Finalmente, se levantó con lentitud, pero antes de que pudiera decir algo, añadí:
-Lárgate, Itachi. Y no me busques más. No soy tu juguete, ¿entendido? Yo.. tengo los ojos puestos en alguien más.
Mis palabras parecieron prender fuego a su interior. Pude ver cómo la ira y los celos lo consumen
- ¿Qué dijiste? -preguntó con una voz baja, peligrosamente fría.
Intenté apartarlo, pero él no pasó. Se inclinó sobre mí, tan cerca que podía sentir su
- ¿Cómo te atreves? -susurró, con los ojos encendidos de rabia y deseo-. ¿Cómo te atreves a enamorarte de alguien más? ¿Es eso lo que buscas?
-¡Déjame, Itachi! -le grité, resistiéndome con todas mis fuerzas, pero él era más fuerte y su mirada parecía perforarme hasta el alma.
-Jamás dejaré que alguien más te toque, ¿entiendes? -gruñó, mientras sus manos subían a mi cuello y lo apretaban con fuerza-. ¿Qué clase de... barata eres para buscar a alguien?
Sus palabras me hirieron como dagas, pero el calor de su cuerpo y la intensidad de sus acciones despertaron algo confuso en mí, algo que odiaba. Mientras me tenía del cuello, se acercó su rostro al mío y me besó con brutalidad, como si intentara marcarme de nuevo como suyo.
-Eres un idiota -le murmuré entrecortadamente cuando se separó, con las lágrimas acumulándose en mis ojos-. Pero claro, tu sabes que aquí siempre estará el idiota esperando el momento en el que decidas qué se te antoja y estará disponible ¿verdad?
Mis palabras parecieron calmarlo por un instante, pero la herida que había causado no desapareció. La crueldad de lo que dijo seguía haciendo eco en mi mente. En un arrebato de fuerza, lo empujé hacia un lado con todo lo que tenía, haciendo que cayera de la cama y chocara contra el suelo.
-¡Vete, Itachi! -le grité, de pie junto a la cama, temblando de frustración y tristeza-. Estás cegado por el alcohol y no estás pensando con claridad. ¡Sólo lárgate!
Se levantó lentamente, sus ojos oscuros aún clavados en mí. Sacudió su ropa y, para mi sorpresa, tomó al gato entre sus brazos antes de dirigirse hacia la puerta. Pero antes de salir, se volteó una última vez.
-Aunque me caso, Sasuke, tú siempre serás mío. No dejaré que nadie más te tenga.
Y con esas palabras, se fue, dejándome solo en la habitación.
Me desplomé en el suelo, sintiendo cómo las lágrimas finalmente corrían libres por mi rostro.
-Maldito egoísta... -murmuré entre sollozos, abrazándome las rodillas-. Siempre haciendo lo que quiere, cuando quiere... pero voy a conseguir a alguien que te reemplace... y llorarás
Lloré hasta quedarme sin fuerzas, mientras el dolor en mi pecho seguía crecieendo
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