Capitulo 32: La ira y la desesperacion

Era tarde. La noche había caído, envolviendo la casa con su sombra inquietante. El silencio estaba presente, pero algo en el aire me decía que no iba a durar mucho. Estaba cansado, mentalmente exhausto de las emociones que no me dejaban respirar. Había decidido dar un paso hacia adelante, a pesar de todo lo que había pasado, y aunque la idea me aterraba, necesitaba entender si podía encontrar alguna forma de liberarme de este tormento.

El sonido de unos pasos acercándose me sacó de mis pensamientos. No quise girarme, pero sabía que era él. Itachi, siempre tan presente, siempre tan cerca, pero tan distante al mismo tiempo.

—Sasuke —dijo, su voz grave y tensa, como si llevara horas reprimida. — Necesitamos hablar.

Mi cuerpo se tensó. Sabía que este momento llegaría. Cada vez que me miraba, me hacía sentir que estaba a punto de romperme, y aunque intentaba evitarlo, todo en mí estaba alerta. Ya no quería oírlo, ya no quería ser su marioneta. Pero no podía negar que, en el fondo, seguía esperando algo más de él, aunque no me lo permitiera.

—No quiero hablar contigo —respondí sin mirarlo, mi tono frío, decidido. Me di la vuelta, tratando de escapar de la conversación, pero algo en su presencia me hizo quedarme en el mismo lugar.

—No puedes seguir huyendo de esto, Sasuke. —Su voz sonaba más firme esta vez. — Te he estado esperando todo este tiempo. ¿No ves lo que hay entre nosotros? No puedo seguir escondiendo lo que siento por ti.

Sentí cómo la presión en mi pecho aumentaba. Sus palabras me calaban, me desgarraban, y aunque trataba de mantenerme firme, la verdad es que aún me afectaba. ¿Qué esperaba? ¿Que entendiera su sufrimiento? ¿Que comprendiera lo que intentaba decirme a través de sus actos y sus silencios?

—Lo que sientes, ¿eh? —dije, girándome para enfrentarlo, mi voz un susurro tenso. — ¿Qué es lo que sientes, Itachi? ¿Qué esperas que haga? ¿Que te perdone por todo lo que has hecho? ¿Que acepte tus mentiras, tus juegos, y tu indiferencia?

Mi respiración se volvió más errática mientras avanzaba hacia él, el enojo y la frustración tomando el control de mis palabras.

—Sasuke… —comenzó él, pero yo lo interrumpí, sin dejarle tiempo para defenderse.

—¡No, Itachi! —grité, mis manos apretando los puños. — Ya basta. No puedo seguir siendo tu sombra, esperando que me des algo que nunca llegará. ¿Crees que no lo sé? Sabes que lo que me hiciste sigue doliendo, que todo esto es un maldito caos. No quiero ser parte de tu juego más.

Itachi cerró los ojos por un momento, como si estuviera procesando mis palabras, pero al final, abrió la boca para hablar de nuevo, como si algo en él hubiera roto.

—Te amo, Sasuke —dijo, con una intensidad que me hizo detenerme. — Y lo sé, lo sé, porque lo he sentido desde que era un niño. Todo lo que he hecho, todas las decisiones que tomé, todo esto fue por ti, por tratar de protegerte. Pero no puedo seguir con esta tortura. No puedo vivir sin ti.

Me quedé en silencio, completamente inmóvil, mientras lo escuchaba. Parte de mí quería creerle, pero todo lo que había experimentado me decía que sus palabras solo eran una excusa. Quería gritar, golpearlo, hacerle entender que ya no quedaba nada de lo que habíamos sido. Y sin embargo, algo en su mirada me hacía querer quedarme, hacerle sentir lo que yo sentía, ese dolor que nunca desaparecía.

—¿Entonces qué quieres? —le pregunté, mis palabras entrecortadas por la rabia y el dolor. — ¿Que sea tu amante? ¿Es eso lo que quieres, Itachi? ¿Que me convierta en tu juguete, en alguien que te complace cuando lo necesites y luego me dejas de lado?

Itachi dio un paso hacia mí, pero no me aparté. Él sabía que no podía retroceder, que no podía seguir mintiéndome. Mi corazón estaba dividido, mi mente en ruinas, y mis emociones, un torbellino imparable.

—Sí, Sasuke, quiero que seas mi amante, pero no solo eso. —Su voz sonaba más suave, pero también más urgente. — Quiero que entiendas que te amo. Pero si no puedes aceptarlo, si no puedes ver lo que yo veo entre nosotros, entonces… entonces… no sé qué más hacer.

Mi respiración se detuvo por un momento, y sentí el peso de sus palabras caer sobre mí. Amante. Era una palabra que me dolía más de lo que podía admitir. No podía. No podía seguir en este juego.

—No, Itachi —respondí, casi sin voz, mis ojos ardiendo con la furia que no quería mostrar. — Ya no quiero ser tu amante. Y tampoco quiero que sigas manipulando todo esto como si fueras el único que tiene derecho a decidir lo que somos. ¿Sabes lo que pienso? Voy a contárselo a Izumi, voy a decirle todo lo que has hecho, lo que nos has hecho, y ver si sigue pensando que eres el hombre ideal. Ver si te sigue viendo como su príncipe encantado.

El golpe de mis palabras resonó en el aire, y no esperaba que él reaccionara como lo hizo. Itachi pareció dar un paso atrás, como si esas palabras lo hubieran golpeado con una fuerza que no esperaba. Pero no fue el dolor lo que vi en su rostro, sino pura ira.

—¡No! —gritó, su tono rompió el silencio de la noche. — ¡No hagas eso, Sasuke! ¿Sabes lo que significaría? Si haces eso toda mi vida se vendría abajo Púdrete y muérete en tu soledad si eso prefieres, ¡no arruines todo lo que he construido!

Esas palabras, como un cuchillo afilado, se clavaron en mi pecho. ¿Por qué me decía eso? ¿Por qué me soltaba semejante frase, como si fuera un ultimátum? Por un segundo, las palabras de Itachi no fueron las que esperé escuchar. "Pudrete y mejor muérete."

Me quedé completamente helado, mirando su rostro serio, sus ojos fijos en los míos. Todo mi cuerpo se tensó, como si estuviera recibiendo una descarga eléctrica. Esa no era la respuesta que esperaba. No estaba preparado para escuchar esas palabras, ni de él ni de nadie. ¿De verdad pensaba en mi como un estorbo de sus planes? El miedo, la confusión, y el enojo se mezclaban dentro de mí.

No pude responder. Las palabras se atoraron en mi garganta, y por un momento, solo nos quedamos allí, mirando el uno al otro, sin saber qué hacer. Yo estaba completamente perdido, pero también sabía que él lo estaba. ¿Qué era todo esto? ¿Qué significaba realmente nuestra relación?

El aire entre nosotros estaba cargado, tan denso que casi podía cortarlo con las manos. Pero al final, lo único que hice fue girarme y caminar hacia la puerta.

—Ya basta, Itachi —dije, casi en un susurro. — No puedo seguir con esto. Y tú tampoco deberías.

Salí de la habitación, sin mirar atrás. Y mientras caminaba, no pude evitar preguntarme si alguna vez las palabras que habíamos intercambiado, los sentimientos que habíamos compartido, realmente significaron algo, o si solo fuimos dos almas rotas que nunca pudieron encontrar la paz.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top